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MEMORIES por Sakurako

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Notas del capitulo:

Y, lo prometido es deuda.

 

Espero disfruten este capítulo. 

TERCERA PARTE

 

A sus treinta y dos años de edad, Yukihiro se sentía como un chiquillo de quince años de nuevo. Él no había sido un “niño normal” no había sufrido los problemas clásicos de un adolecente, por el contrario, le habían obligado a madurar a muy temprana edad. Y lo gracioso de todo era que, todos estos problemas aparecían en esta etapa de su vida. Bastante ridículo, ¿no creen?

El punto era que en este momento su corazón y su mente entablaban una batalla furiosa. Yukihiro no era un chico muy sentimental, había aprendido que el corazón no le servía de nada cuando de amor se trataba. Eso lo había aprendido gracias a su padre, a Morrie, a Ryuichi y en gran medida, a Kitamura. Sin embargo, en su vida habían aparecido personas cómo la señora Aoyagi, como Hyde y sus padres, como Jun, y en cierta forma hasta el pequeño Yuudai; quienes le habían enseñado que aún quedaba esperanza. Pero él tenía treinta y dos años y no podía arriesgarse otra vez, ¿o sí?

Pegó un grito lleno de desesperación. Se giró en la cama por incontable vez esa noche y cayó de bruces al piso. Desde la noche anterior no había dormido mucho, por no decir nada. En su cabeza se repetía una y otra vez la vergonzosa escena en la fiesta de Imai.

“Luego de que Jun apareciera en la terraza, Ken comenzó a comportarse de manera extraña, era como si con la sola presencia del abogado se sintiera atacado, y eso lo ponía a la defensiva. Pero J era un adulto en todos los sentidos y no se dejó llevar por las provocaciones del moreno.

No fue sino hasta que debieron retirarse que todo comenzó.

-Fue una linda velada, Imai-san- se despidió el rubio.-Por cierto, ¿dónde está el festejado? Me gustaría despedirme de él…

-Hace rato que él y Die subieron… imagina lo que están haciendo…- el tono pícaro que Ken utilizó los hizo reír. Incluso a J que se resistió un poco.

-Oye, que es de mi hermanito de quien estás hablando, Kitamura…

-Pues deberías comprarte unos grandes audífonos.

-Casi olvido lo odioso que puedes llegar a ser, Kitamura.

Todos estallaron en carcajadas.

-Se hace tarde, será mejor que nos retiremos.- de nuevo Yukihiro.

-¿Te llevo a casa, Yuki?- preguntó J.

-Está bien, mi auto está del otro lado de la calle.

-Aun así creo que debería acompañarte.

-No es como si fuera a perderme o algo así…

-Yo te perdí…

-No, tú te fuiste…

-Ahora pretendo quedarme… y de verdad me gustaría llevarte a casa…

-Que no hace falta, de veras…

-Vamos Yuki…

Por un segundo  eran ellos dos en el mundo. Ken y el resto habían desaparecido.

Esto no iba a permitirlo Ken.

-¡Dijo que no, amigo!- Ken le lanzó una mirada amenazante. Se acercó peligrosamente a él. Yukihiro se interpuso temiendo lo peor.

-Ken…- advirtió.

-¿Qué? Vamos, Yuki, ¿no te das cuenta de lo que este tipo trata de hacer?- Ken se volvió furioso hacia el abogado. –¡Tú le gustas… ¿no lo sabías?!-le preguntó a Yukihiro.

Jun sonrió con ironía.

-¿Te preocupa?- lanzó una risilla que bien podría considerarse una burla artera.

-Eres un hipócrita. Todo este tiempo has estado a su lado sólo buscando una cosa…

-¿Hipócrita?- se hizo aún lado para poder encarar al arquitecto. –Lo dice el tipo que lo abandonó por una mujer, que además embarazó? Tienes que estar bromeando, “amigo”.

-¡J!!- también le advirtió.

De algún modo Ken se acercó demasiado y J apartó a Yukihiro al notar lo que Ken estaba a punto de hacer. El arquitecto afinó la puntería y levantó el puño en el aire, pero J fue más rápido (menos copas) y desvió el golpe y fue Ken quien recibió el puñetazo en el estómago.

-¡Basta!- gritó Yukihiro.

Pero ellos no parecieron escuchar. Quien evidentemente tenía el oído más que afinado fue el guardia del edificio quien inmediatamente llamó a la policía.

Afuera, en la oscuridad, Ken se incorporó recuperado del primer golpe y se abalanzó furioso contra el otro, y ahora sí atinó el golpe.

Jun cayó de bruces al suelo con el labio inferior sangrando ligeramente. Tocó la herida con el dorso de su mano y al mirar el hilo de sangre sonrió ligeramente. Se puso en pie un poco tambaleante, y estuvo a punto de responderle pero de nuevo Yukihiro se interpuso.

-¡HE DICHO QUE BASTA!!!

Los otros dos se miraron aún furiosos, pero ninguno se atrevió a moverse.

-Pero Yuki…

-He dicho que basta J.- le dijo en tono calmo pero evidentemente dolido. Sabía que Jun conocía su historia, a pesar de nunca haberle contado nada, era consciente de que él la conocía, pero utilizarla de esta manera, eso no era de amigos. –Lo que dijiste… no fue justo… eso, eso es algo entre Ken y yo, no te corresponde a ti hacer ningún reproche…

-¿De verdad estás defendiéndole?

-Creo que lo mejor es que te vayas…

Se escuchó la risilla soplada de Ken. Estaba burlándose de la vergüenza del abogado. Yukihiro también lo escuchó y se volvió hacia él molesto.

-Y tú Ken. Dijiste que habías cambiado y sigues comportándote como una bestia… siempre tan impulsivo. Siempre te olvidas de los sentimientos de los demás y actúas por cuenta propia, tú sigues siendo… tú.

-Lo único que yo…

-Será mejor que se vayan, el portero acaba de llamar a la policía…- les apresuró Imai, interrumpiéndole abruptamente.”

Y eso fue lo que ocurrió. Yukihiro no tenía que ser un genio para adivinar de qué iba todo eso. Él se había convertido en la manzana de la discordia. Sabía que la única solución era elegir. Pero es que era tan difícil…  

 

********************************************************************************

 

-Lo siento señor, pero ya le dije que…

-Está bien, vámonos…- dijo el hombre que le acompañaba.

-Maru-san, ¿qué ocurre?- Hyde, que había estado ocupado con el acomodo de las pinturas en sus respectivos exhibidores, escuchó el pequeño alboroto en la entrada.

-Lo siento mucho Hyde-san, pero este señor quiere hablar con usted. Ya le dije que está ocupado y que no…

-¡Enano!!!- le interrumpió el hombre.

-¿Arly?- se sorprendió. –Está bien Maru-san, yo me encargo de él.- La chica lanzó un gran suspiro, luego se retiró. No parecía suficiente con tener que hacerse cargo de todos los arreglos del lugar, sino que además tenía que lidiar con gente escandalosa.

-De acuerdo, Hyde-san.

-Arimatsu, pero… ¿Qué están haciendo en Japón?

Arimatsu era un tipo de treinta y seis años de edad. Excompañero de trabajo de Tetsuya. Un tipo alto de figura atlética, pero que distaba mucho de hacer ejercicio. Él prefería las reuniones con los amigos en algún bar donde tocaran buen rock y sirvieran buenas bebidas. Nunca su cabello siempre largo o ropa roquera le habían impedido desempeñar bien su trabajo. Hyde lo había conocido muchos años atrás, en su estancia en París, en una fiesta de la compañía a la que él había acompañado a Tetsu. Ahí también conoció a Yasu, la pareja de Arimatsu, y que hoy también le acompañaba.

-Ya vez, visitando a las estrellas.- Hyde sonrió con la respuesta. Arimatsu siempre tan alegre. Tal y como lo recordaba. Todo lo contrario a Yasu, su pareja desde hace ya muchos años, ese chico siempre tan mesurado. Eso le gustaba a Hyde, de alguna manera le recordaba un poco a Yukihiro.

-Hola, Haido-san…- saludó el siempre tímido Yasu.

-Yasunori-san, hola. Me alegra mucho verlos. ¿Tetsu sabe que están aquí? Se quedarán a la exposición, ¿no es cierto?

-Claro que sí, no nos la perderíamos por nada…

Los tres se dirigieron a la barra del Hall y allí, pidieron unas cuantas bebidas mientras hablaban un poco de lo que había sido sus vidas luego de que Hyde se fuera a USA. Pero hablaron poco en realidad ya que Hyde debía terminar con los arreglos. Así que se despidió de los chicos con la promesa de que regresarían para la inauguración del lugar.

*******

-¿Qué te parece comida china para cenar, Tet-chan?- “Tet-chan” pensó Tetsu, ¿desde cuándo Sakai-san le llamaba “Tet-chan” y no Ogawa-san? bueno no importaba, eran amigos después de todo.

-Lo siento, pero hoy no puedo acompañarlos.- le dijo Tetsuya al tiempo que guardaba todos los documentos en el maletín que Hyde le había regalado. Un lindo maletín con qué él mismo había decorado.

-Vamos, no puedes abandonarnos nada más así…- se quejó con voz de chiquilla caprichosa.

-De verdad lo siento, pero tengo un compromiso más importante…

“Más importante” pensó Ayana con ciertos celos. La seguridad de que todo era más importante que ella comenzaba a molestarle, necesitaba hacer avances con él.

-¿Un compromiso con tu novia?

Tetsuya sonrió. En su compañía, además de Minoru, nadie sabía que mantenía una relación amorosa con otro hombre. No era que le apenara lo que sentía por Hyde, todo lo contrario, si por él fuera lo gritaría a los cuatro vientos; pero Hyde le había pedido que no hiciera mucho ruido y él siempre le cumplía todos sus deseos al pequeño y caprichoso pintor. Lo que él no sabía era que Ayana estaba al tanto de su relación con Hyde, Camui se había encargado de eso.

-Sí algo así…- dijo simplemente.

*******

20.07

Noche oscura, noche de luna nueva; y sin embargo la noche más brillante que Tetsuya recordara. Las luces deslumbraban desde el Tokyo Akurai Tamashi. Los flashes, las risas, las bebidas y la gente… Esta no era la primera exposición del Pintor y sin embargo, cada vez era tan excitante… A Tetsuya le sorprendía mucho, era como si Hyde fuera una estrella de Rock y sus cuadros, las canciones a interpretar esa noche.

-¡Tetchan, lo lograste!- el pintor casi corrió para recibirle. Tetsu estaba detrás de toda esa gente que esperaba ansiosa que el show comenzara.

-Sabes que no faltaría por nada del mundo, Doiha…. ¿No llego muy tarde?

-No, Masahiro está por dar un discurso, ya sabes, luego todos pasarán a la galería…- si que Hyde estaba muy emocionado. –Oh, casi lo olvido! ¿adivina quién está aquí?- preguntó alegre.

-¿Quién?- negó curioso.

-Arimatsu y Yasu vinieron desde París…- seguía hablando pero Tetsuya no parecía sorprendido. Para nada.

-Ah… olvidé decírtelo…

-¿Qué? ¿Tú lo sabías?- por un momento Hyde se sintió molesto, hace tiempo que se sentía ignorado por su pareja. A veces, muy amenudo de últimamente, Tetsuya parecía estar en su mundo.

Ahora que Hyde lo pensaba, desde esa tarde, la última tarde que pasaron juntos; Tetsuya había recibido una llamada bastante extraña, y lo único que le había dicho sobre ella, era que se trataban de problemas familiares. Su familia, por supuesto. Hyde no conocía a su familia, lo único que sabía era que los padres de Tetsuya no le hablaban, estaban molestos porque él había cancelado la boda con una chiquilla rica; y las hermanas de Tetsu aunque lo apoyaban en todo, en su relación con Hyde incluso, aún no tenía el gusto de conocerlas.

-Claro, Arimatsu vino a trabajar conmigo… ¿No te lo dije? Al parecer Yasu consiguió un puesto aquí en Tokio y Arimatsu vino con él, me pidió que le ayudara a conseguir algo, le pregunté si quería trabajar conmigo….

-Oh…- Fue todo lo que atinó a decir. Últimamente Tetsuya se olvidaba de decirle todo. De hecho, ya no hablaban mucho.

En ese momento Masahiro le hizo una seña. Todo estaba a punto de comenzar.

Hyde estaba al lado del representante mientras este hablaba y hablaba y hablaba y Hyde lo único que pensaba era en huir de allí… luego de un rato, mientras los asistentes disfrutaban del recorrido por la galería, admirando las obras de arte y mientras Masahiro y Maru-san se hacían cargo de las negociaciones de estas; Hyde se las ideaba para poder irse de allí, esta era la parte aburrida de la exposición. Hyde odiaba ver los rostros de los asistentes porque entonces no podía evitar pensar que sus expresiones de asombro no eran más que hipocresías, que en realidad no entendían lo que él había tratado de transmitir.

Y entonces, mientras se encontraba pesando en tonterías, la escuchó… esa odiosa voz…

-Haido-san, es realmente talentoso…

-Gracias.- respondió. En ese momento Tetsuya se giró, también había reconocido la voz.

-Ayana, ¿cómo… quién…?

-Tet-chan, pues escuché a Minoru-san hablar sobre la exposición, decidí darme una vuelta y aquí me tienes. Ya sabía que Hyde-san y tú eran amigos y yo de verdad tenía muchas ganas de ver su trabajo…..

-“Tet-chan…”- Susurró Hyde sorprendido. ¿Desde cuándo ella le llamaba “Tet-chan”? esa mujer seguía hablando y Hyde comenzaba a marearse.

-¿Viniste sola?....- preguntó el castaño y la chica asintió.

Aquí íbamos otra vez, y Hyde de verdad odiaba sentirse ignorado por Tetsuya.

-No debiste arriesgarte, me hubieras dicho y habríamos venido juntos….

-¿Qué demonios hacía esa chiquilla allí? ¿Por qué a Tetsuya parecía importarle tanto?

De nuevo los celos…

Y justo comenzaba a maquinar alguna forma de desquitarse, de hacer desaparecer esta sensación de ser apartado, dejado de lado; quería que Tetsuya lo viera, lo observara de verdad, que notara que él estaba allí… entonces lo vio llegar, su oportunidad. Le daría una lección a Tetsuya.

Hyde se alejó de esos dos y fue hasta la puerta a recibir al recién llegado.

-Vaya Hyde, estoy algo ofendido, ¿sabes que tuve que enterarme de este evento por medio de un noticiero? Debiste haberme invitado personalmente, Hyde…

-Camui, me alegra que hayas venido. Lo siento. Masahiro se hizo cargo de todos los arreglos…

-Está bien, de todas maneras no puedo enojarme contigo.- Sonrió. Una sonrisa amplia. –Muéstrame, ahora deberás ser mi guía personal…

-Será un placer...- respondió con malicia, con una sonrisilla llena de triunfo al notar que Tetsuya le miraba de reojo. Una mirada llena de confusión.

Tetsuya hizo el ademán de acercarse, pero Hyde se apresuró y tomando a Gackt del brazo comenzó a guiarlo por el lugar.

Luego de un rato, Hyde no se dio cuenta de cuándo, Arimatsu y Yasu hicieron acto de presencia. Hyde los observó de reojo hablar con el diseñador de algo muy seriamente. Hyde tenía unas ganas enormes de acercarse y preguntar qué demonios se traían entre manos, pero se contuvo.

Hyde y Gackt caminaron por los pasillos, deteniéndose de vez en vez frente a una que otra pintura. Hyde explicaba el significado de cada una, utilizando un todo bromista, pícaro y hasta sugerente… pasaban riendo a carcajada tendida mientras se hablaban al oído y se decían quién sabe qué.

En algún momento, entre alguna de las pinturas, Gackt pensó o creyó que el pintor estaba coqueteando con él. Pensó en arriesgarse, hacer una jugada en ese momento, en ese lugar delante del novio. Delante de su novio. Claro, ese era el juego. Camui no era tonto y se daba cuenta de que ese chiquillo a su lado lo estaba utilizando para darle celos al otro. Bueno, tampoco se iba a negar. Gackt tomó a Hyde de la cintura, lo acercó un poco, como si quisiera besarlo en los labios, pero en realidad sólo le susurró algo más al oído.

Del otro lado Tetsuya no dejaba de observarlo, sentía que la sangre comenzaba a hervirle y Hyde podía notarlo. Pero nada pasó, Hyde una vez más estalló en carcajadas y el rubio le lanzó una mirada burlona al diseñador.

Yasu saludó a Camui con un ademán, un simple movimiento de mentón.

Yasu o Arimartu no se lo contaron a Hyde o a Tetsu, pero ese puesto que el menor había conseguido en Tokio era precisamente en la oficina principal de Camui.

Por fin, se anunció el final del evento.

-Haido, creo que es hora de irnos…

-¿Tan temprano? Vamos Ogawa, la noche apenas comienza, ¿no Hyde?

-Así es.- Respondió el pintor.

Tetsuya habría seguido, pero en ese momento su teléfono comenzó a sonar insistentemente. Miró la pantalla para saber de quién se trataba y entonces su rostro se tensó. Hyde lo notó, pero no hizo ningún comentario. Tetsuya tomó la llamada y se alejó para poder contestar.

Luego de un par de minutos, Tetsuya regresó.

-Lo siento, Camui-san, pero ya todos están retirándose…- dijo, invitándolo cordialmente a largarse.

-¿También tu amiguita?- el que respondió fue Hyde.

-Sí, Hyde, también Ayana. Incluso Arly y Yasu, por si te preocupan…

-¿Y te aseguraste de que Ayana- escupió el nombre -llegara sana y salva a su destino?- continuó. –Como la última vez…

-La ayudé a tomar un taxi, si eso es lo que estás preguntándome…

-Oh…

-Hyde, ¿no te gustaría que fuéramos a celebrar tu éxito?- preguntó Gackt con malicia, sabiendo que esto realmente cabrearía al otro.

-Doiha, realmente deberíamos irnos…- ignoró Tetsu. Pero Hyde ni siquiera le miró. –Haido…

-Por supuesto tú también estás invitado, Ogawa.- le invitó Camui.

-No lo creo, pero gracias.- dijo con falsa amabilidad. -¿Hideto?

-Por qué no te adelantas…- respondió. ¿por qué siempre hacía todo al revés? Lo último que quería era quedarse ahí o en cualquier otro lugar con Camui. Él quería estar con su pareja, con Tetsu, acurrucarse en su regazo y descansar a su lado… pero su orgullo había sido herido y no podía evitar ser un imbécil en ese momento, tampoco.

El rostro de Tetsuya casi se desfiguró. No insistió, se dio la vuelta y salió del lugar.

-¿A dónde te apetece ir?- le preguntó Gackt.

-Lo siento, debo irme.

-Lo supuse. Nos vemos, “Doiha”…- se burló.

-Lamento mucho…

-No te disculpes. No me importa ayudarte a darle una lección a tu noviecito. Es más, sabes que estoy a tu disposición. Llámame si quieres hacer alguna otra cosa…- le guiñó el ojo pícaramente.

Hyde negó y de nuevo se despidió de él. Salió del lugar casi corriendo al estacionamiento para darle alcance a Tetsuya. No lo encontró.

 

********************************************************************************

 

En el viejo tocadiscos sonaba una canción conocida, no podía recordar el nombre, pero sin duda conocía la letra. Sin darse cuenta comenzó a tararear la melodía.

-¿Otra copa?- preguntó el dependiente del bar.

La barra estaba casi desierta, sólo había tres personas ocupando los bancos. Jun Onose se volvió para mirar a las otras dos personas, sin duda parecían mucho más afligidas que él. En las mesas, había pocas personas también, pero en la del fondo, justo en el rincón, había un par de hombres bastante ruidosos. Las risas eran estruendosas y las voces muy altas. J estaba a punto de girar para mirarles cuando el tabernero hizo la pregunta.

-Doble, por favor…- respondió. El hombre asintió y sirvió la bebida.

En ese momento se escuchó un estruendo, cristales estrellándose en el suelo y un grito ahogado; “¡Dije que no!” se escuchó la voz temerosa.

El abogado se volvió curioso y notó a los hombres del rincón, uno de ellos, un tipo alto y fornido sostenía del brazo a un chico. Uno de los meseros del lugar.

-Será mejor que me suelte…- chilló en chico con miedo en su mirada.

-Vamos, vas a divertirte, te lo prometo…- el hombre se puso de pie. A simple vista parecía el doble de tamaño que el mesero. El tipo acercó al chico de un jalón, pegándolo a su cuerpo.

-¡AKI!- gritó el tabernero desde atrás del mostrador.

Pero J fue más rápido, sujetó al hombre fornido por el hombro y lo separó del chico de un jalón. Al girarlo le lanzó un golpe al mentón, lo que hizo que el tipo callera de bruces al piso. Los otros dos hombres que le acompañaban, se levantaron enseguida para auxiliar a su amigo, pero el tabernero ya estaba al lado de J, teléfono en mano.

-Será mejor que se vayan o llamaré a la policía en este instante.

Los tres hombres se miraron entre sí y luego, entre amenazas, maldiciones y refunfuños, salieron del bar.

J regresó a su lugar en la barra, tomó la botella que el dependiente había dejado allí descuidadamente y se sirvió otra copa. El mesero lo observó y decidió acercarse.

-¿Puedo saber cómo te llamas?- se escuchó la voz detrás de él.

-¿Qué?- respondió despistado.

-Tu nombre, me gustaría saber a quién debo agradecerle…

-No tienes nada que agradecer, niño.

-Aki. Mi nombre es Akihito Ichiki, pero puedes llamarme Aki.- sonrió el chico alegremente.

-Yo no…

-¿Trabajas por aquí cerca? ¿Viniste de vacaciones? ¿Tienes novio?- preguntó de repente.

-¿Qué?

-No eres de por aquí, ¿verdad?

-Aki, deja al señor en paz y ponte a trabajar…- le dijo el tabernero.

-Ya voy, ya voy… nos veremos luego.- otra sonrisa. –Ah, y gracias por lo de hace un momento…- el chico se retiró a limpiar las mesas.

-Lo lamento, así es él; siempre tan…

-¿Intenso?

-Molesto, debería decir…

A J se le escapó una risilla soplada. En ese momento se dio cuenta de que estaba sonriendo. Ese chiquillo, Aki, lo había hecho olvidar a Yukihiro por un momento.

Akihito Ichiki, era un chico de veinte tres años de edad. De tez levemente apiñonada, de ojos risuelos y sonrisa pícara. Su cuerpo delgado y su cabello ligeramente largo le hacían lucir más frágil de lo que en realidad era. Y su actitud siempre alegre y desvergonzada le había traído muchos problemas más de una vez.

*******

…. Qué era ese sonido endemoniado que no le dejaba dormir…. En ese momento, el teléfono volvió a sonar…. ¡Por favor que alguien apague eso! ¡YA!...

-¡BUENO!

-¿Papá?

-¿Yuu-chan?- En ese momento Ken se despabiló. Saltó de la cama y se sentó en la orilla para hablar más cómodamente. –Yuu-chan, hola hijo, ¿cómo estás? ¿qué tal todo por allá?

-Mamá quiere hablar contigo…

En ese momento se escuchó como el auricular cambiaba de manos.

-¿Ken?

-Sí, Midori, dime…

-Debemos hablar…

-Estamos hablando…- respondió con cansancio. La resaca comenzaba a hacer de las suyas. Y la voz de esa mujer no hacía más que acelerarla.

-En persona. ¿Dónde estás? Me dijeron en tu oficina que habías tomado unos días de permiso…

-Sí, yo… estoy un poco ocupado. Dime de qué se trata… sobre qué quieres que hablemos…

-John me pidió acompañarlo a New York, y como era de esperarse, tu hijo no quiere venir con nosotros. Me preguntaba si podrías hacerte cargo de él…

Como nota adicional, John Murray era un americano que Midori, exesposa de Ken, había conocido por casualidad en una convención, una de esas “fiestas” que su padre organizaba. Hacía tiempo que habían empezado a salir en plan romántico. Ken estaba al tanto de todo. Y si debía ser sincero, se sentía feliz por ella, aunque no podía evitar sentir miedo de que le arrebataran a su hijo; que lo alejaran para siempre de él.

-Pero por supuesto. El tiempo que sea necesario. De hecho…

Ken dejó de hablar repentinamente. No sabía se era correcto decirlo por teléfono. Era algo que venía dándole vueltas en la cabeza, desde que se dio cuenta de que podría perder a su hijo.

-¿Qué ocurre?

-Nada, no importa. Puede esperar.

-De acuerdo, entonces llevaré a Yuudai a tu departamento esta tarde…

-No, no yo iré por él. Sabes, ahora mismo no estoy en Osaka, pero iré a recogerlo, ¿cinco de la tarde está bien?

-¿Dónde estás?

-Ocupado, ya te lo dije…

-Oye, si no puedes hacerte cargo de tu hijo entonces sólo dímelo. Yo puedo…

-Ya te dije que no hay problema. Claro que puedo hacerme cargo de Yuudai.

-Entonces dime dónde estás.

Ken suspiró con cansancio. La cabeza estaba a punto de estallarle.

-Tenlo listo para las cinco de la tarde, ¿de acuerdo?

-¡Ken, te estoy haciendo una pregunta!

-Nos vemos, Midori. Dale un beso a Yuu-chan de mi parte, ¿de acuerdo?

-¡KEN!

La llamada se cortó.

 

********************************************************************************

 

Hyde de verdad odiaba que Tetsuya se cerrara de esa manera. Lo odiaba porque eso le hacía sentir excluido de su vida. Lo odiaba porque sabía que una vez que empezara a cerrarse, empezarían los secretos. Y una vez que comenzaran los secretos, todo se caería a pedazos…

Se sentía mal al pensar que lo que había hecho, semanas atrás, en la galería, darle esos picones con Camui, fueran la causa de su estado. No lo habían hablado, no que Hyde no quisiera aclararlo, pero Tetsuy no le reclamó nada tampoco.

¿Acaso ya no le quería? Tetsuya lucía cansado, hace días que Hyde se había dado cuenta de eso. Cada noche le esperaba despierto e intentaba reconfortarlo de alguna manera, pero el castaño se alejaba, se apartaba y simplemente no decía nada.

Algo estaba mal. Lo sabía y no podía hacer nada… Al menos no hasta saber cómo o con qué estaba lidiando su pareja…

¿A caso era esa estúpida broma? ¿Era por lo que había hecho en la galería semanas atrás?

-Tetsu, ¿estás bien?- Por alguna extraña razón, Hyde no podía preguntar directamente. Eso era lo único que se le ocurría decir. Sabía la respuesta pero…

-Estoy bien, Doiha. No te preocupes.

-¿Problemas con la compañía?

-Claro que no. Todo va mejor que nunca.- Tetsu se giró en la cama dándole la espalda al menor.

Tragó saliva. Esto no estaba bien, y como iban las cosas, sin duda empeorarían. Debía ser valiente.

-¿E-estás molesto por lo que pasó con Gacch… con Camui?- Se corrigió. Sabía cuan desagradable era Camui para Tetsuya. Pero tenía que arreglar las cosas antes de que fuera demasiado tarde.

-Por supuesto que no. Tú me aseguraste que nada pasaba entre ustedes, ¿cierto?

-Así es, yo te dije que…

-Hyde, ¿no estás cansado?- le interrumpió.

-¿Es tu familia, entonces?- preguntó con cautela. Su mente trabajando a mil por hora. Sino era él entonces sería su familia. Tetsuya se tensó. Pero no respondió, evadió la pregunta.

-Será mejor que duermas un poco, Hide, mañana tienes que viajar a Osaka, ¿no es cierto?

-Sí, pero…

-Entonces necesitas descansar. Duérmete.- Ordenó. Tetsuya se giró dándole la espalda y se cubrió con las cobijas como si con eso pudiera aislarse de todo y de todos. De Hyde.

Hyde no dijo nada más. En realidad no durmió mucho esa noche, demasiados pensamientos y miedos atestados en su mente.

Esa mañana Tetsuya no le había despedido. El castaño se había levantado muy temprano y se había marchado a una importante reunión, según decía su nota, en la que además le decía que le amaba y le deseaba un buen viaje.

Esa nota debió tranquilizarlo un poco. Debió, pero no lo logró.

Mientras el shinkansen avanzaba por ese oscuro paraje, lo pensó de nuevo. Pensó en que debía haber insistido un poco más, sabía que si se lo hubiera propuesto habría hecho hablar a Tetsuya.

Otro suspiro. Lo sabía, Tetsuya Ogawa le ocultaba algo.

*******

-¡Bienvenido!- saludó el hombre al escuchar la puerta corrediza del establecimiento abrirse.

-He vuelto…- respondió Hyde con alegría al reconocer la voz de su padre.

-¿Hideto?- una cabeza sobresaliendo de la cocina. –Hyde, debiste haberme dicho que vendrías, habría ido a recogerte a la estación… - silencio repentino. Hiroki parpadeó un par de veces antes de acercarse y abrazarle fuertemente. –Tu cabello… está…- sonrió.

-¿Tan mal luce?- preguntó. Se tocó el cabello, retorciéndolo un poco entre sus dedos. -Quería sorprenderte…- dijo, cuando en realidad el sorprendido debía ser él.

Su padre había envejecido mucho en muy poco tiempo. Los años le habían alcanzado al fin. Seguía siendo un hombre grande y tosco, pero con la mirada borrosa y el cabello gris. Las arrugas en su rostro le daban un aspecto mucho más recio y solemne.

-Pues lo lograste, Hide, realmente me sorprendiste…- una sonrisa más amplia. –Si tu madre te viera...- suspiró. -Pero te diría que luces genial. Lo cual es cierto…- dijo y entonces Hyde también le sonrió ya más tranquilo. -¿Tienes hambre? Te prepararé lo que sea. Dime, qué se te antoja…

-Está bien, tengo que irme, tengo un compromiso en unas horas, pero me gustaría regresar a casa para pasar la noche, ¿puedo?

-Hijo, no tienes qué preguntar. Esta siempre será tu casa. Además me vendría bien algo de compañía…

Hyde sonrió de oreja a oreja. A él también le vendría bien algo de compañía. Y tal vez un buen consejo. Por un segundo se quedó en silencio, a su mente venían preguntas, anécdotas, palabras, situaciones; un montón de cosas que quería hablar con su viejo.

-Entonces, me dirás qué te sucede…

Su padre era una persona muy perceptiva. ¿O sería que tanto le conocía? Hyde se volvió enseguida al escucharle y estaba a punto de hablar cuando su teléfono comenzó a sonar.

-¿Hola?... Masahiro-san… estoy en Wakayama…. No… En realidad me gustaría hablar contigo a cerca de eso… Sí, lo sé, pero… de acuerdo, voy para allá… No te preocupes… Sí… nos vemos allí.

La llamada terminó.

-¿Todo bien?- preguntó su padre mientras colocaba un plato en la barra, iba a cruzar al otro lado para llevar el platillo a la mesa correspondiente cuando, sin siquiera pensarlo, Hyde lo tomó y lo llevó hasta la mesa. La única mesa ocupada.

-Aquí tiene. Disfrute de su comida…- dijo. Repentinamente sintiéndose como el chiquillo de diez y seis años que solía ayudar ahí. El cliente sonrió y le agradeció. Le miraba curioso, sabía que conocía a ese hombre pero no podía recordar de dónde.

-Debo irme papá, tengo una reunión en Osaka.

-¿Entonces regresarás esta noche?

-Sí, en cuanto termine con todo eso.- suspiró con cansancio.

-De acuerdo, entonces podremos tener una larga charla. Tendré lista tu leche tibia…

Hyde le miró curioso y su padre le devolvió una sonrisa conciliadora, tranquilizadora. Su padre ya lo sabía, él siempre lo sabía todo.

Hyde asintió, le sonrió dulcemente y luego se fue a su reunión.

*******

Muy tarde, esa noche….

 

-El baño estará listo en un rato, Hide…

-Gracias papá.

Cuando regresó, se moría de hambre. Durante la reunión los ejecutivos habían sugerido ir a comer algo, pero al final todos decidieron que era mejor ir a un bar. Si no fuera por el hambre atroz él habría bebido hasta caerse, pero él tenía hambre.

-¿Quieres otro poco?

-Ya no puedo más, estuvo realmente delicioso. Extrañaba tu comida. Tet-chan no es tan buen cocinero…- repentinamente calló.

-Vaya, así que ese agujero tiene fondo…-Hyde le sonrió acusadoramente, ese agujero era su estómago!!! -Escuché que la última pasarela de Tetsuya fue todo un éxito.

-Sí, pronto tendrá que ir a España a inaugurar una tienda allá.

-Supongo que irás con él…- le preguntó su padre, pero en realidad Hyde no supo qué contestar. Últimamente no se sentía muy seguro con respecto a Tetsuya. -¿Ocurre algo? Desde esta tarde me pareció que algo te preocupa…

-Creo que Tetsu ya no me quiere…- soltó sin pensar. -Tal vez hasta me engaña… lo peor de todo es que tal vez sea mi culpa…

-¿A qué viene eso?

-Bueno, sé que está ocultándome algo…

-Hide-chan…

Hiroki habría comenzado con toda una diatriba llena de filosofía e historias de su propia experiencia, lo necesario hasta hacerlo hablar. Pero la campana lo salvó, en ese momento el timbre de la puerta principal comenzó a sonar provocando que sus pensamientos se dispersaran.

Ambos se volvieron hacía la puerta, curiosos, pero fue Hiroki quien se puso en pie y fue a atender.

-Buenas noches, es Hyde…

Hyde se acercó al pasillo para poder escuchar mejor. Y justo en ese momento reconoció la voz.

-¿Arai-san?

-Haido-san, por fin lo encuentro. He estado tratando de localizar a Ogawa desde ayer, ¿podría llamarlo por favor?

-T-tet-chan… desde ayer…?

Hiroki se quedó mirándolo, atento. Algo no estaba bien…

-¿Hide?

-Lo siento, papá. Él es Arai Minoru, él ayuda a Tet-chan en la compañía, él…- le presentó.

-Takarai Hiroki, mucho gusto…- saludó un poco desconcertado. Arai se sintió igualmente intranquilo, Hyde lucía pálido. -¿Hide, estás bien?

-Tetsu no está aquí.

-¿Sabe dónde puedo localizarlo? Sé que no debería molestarlos en sus mini-vacaciones, pero de verdad es importante…

-Él dijo que tenía una reunión muy importante esta mañana… Ayer también salió a trabajar… y cada día sale muy temprano y no regresa hasta muy tarde…

-¿Qué?

Los ojos de Hyde se llenaron de lágrimas y su cuerpo comenzó a convulsionarse. Arai retrocedió un paso, no entendía qué ocurría y la actitud del pintor le asustó. Hiroki en cambio, se acercó a su hijo para abrazarle.

-Hyde, no saques conclusiones…- le susurró al oído.

-Pero…

-Sé lo que esto parece… pero no debes sacar conclusiones antes de tiempo…

-Lo lamento mucho Hyde-san yo no…- Minoru intentó disculparse.

-Está bien, no es tu culpa.- le tranquilizó la voz fuerte de Hiroki.

 

********************************************************************************

 

-Ahora usted, Awaji-san… una firma aquí...otra más aquí…. Ajá…. Y aquí…. Y…. ¡Listo!

-¿Eso es todo?

-Sí con esto terminamos.

El abogado se puso de pie, comenzó a recoger los papeles regados en el escritorio y los guardó en su maletín.

-¿Todo bien Awajai-sensei?- el que habló fue Imai, aunque preguntaba en serio, su voz tenía un deje de burla.

-Sí, es sólo que, no sé…- se encogió de hombros. –es extraño…

El hombre mayor frente a él comenzó a reír, no que se burlara, era sólo que a Imai le causaba cierta gracia que un hombre hecho y derecho tuviera esos comportamientos tan… ¿cómo decirlo?, tiernos. Ahora entendía por qué su querido amigo Jun Onose se había enamorado tan fácilmente de él.

-Muy bien, Awaji-san, ahora me encargaré de todo lo demás. Le mantendré informado.- se despidió el abogado.

-Gracias.

Esa mañana, Yukihiro se había levantado muy temprano, o mejor dicho, lo habían despertado muy temprano. Recibió una llamada de Oba-san diciendo que ya tenía todo arreglado para asignar al consejo directivo; y que ya Imai-san había sido avisado también, pues él sería el director principal.

-Insisto, Jun debió acompañare, asesorarte, ahora que está aquí…

-No. J ya no es mi abogado. No puedo molestarle con esas cosas.

-Un consejo como amigos, a eso me refería. Además, conociendo a Onose, seguro se pone feliz de que le molestes…

-No lo sé…

-De acuerdo, ¿qué tal si te invito a desayunar? Esto tenemos que celebrarlo, ¿no te parece?

-Lo siento, Imai-san, pero ya tengo planes.

-¿Para desayunar?

-Sí, bueno…

-Ah... Ya entiendo.

-¡No es lo que estás pensando, yo…!- el sonrojo lo delató. Imai volvió a reír ligeramente.

-Está bien, no tienes por qué darme explicaciones. Diviértete el resto de las vacaciones. -Se despidió con un gesto de mano. Yukihiro respondió con un “tú también”.

*******

Cuando llegó al pequeño café, se encontró con el rostro un poco preocupado de Jun.

-Siento mucho haber tardado tanto…-fue el saludo del rubio.

-Está bien, no te preocupes, no hace mucho que llegue.- Mentira. Esa mañana se había armado de valor y le había enviado un menase preguntándole si podían verse. El mensaje lo había enviado sin muchas esperanzas, así que cuando recibió la respuesta del rubio, casi corrió al café donde le había citado.

-¿Ya has ordenado?

-No, sólo pedí un café…- Otra mentira, este era su cuarta taza. -Escucha, Yuki, sobre lo que pasó la otra noche, yo…

-No, por favor, no fue tu culpa. Ken, a veces puede ser….

-¿Un imbécil?

-J…

-Ya, lo siento…

-Cuéntame entonces, ¿qué….?

-¡Hiro-san! ¡¿Qué casualidad encontrarte aquí?!

La voz alegre les llegó desde la entrada del café. Ninguno se movió, pero la voz se fue acercando cada vez más a su mesa.

-Hiro-san, ¿No me recuerdas?- sin duda era a J a quien llamaba.

-Aki, ¿cierto?- preguntó un poco confundido o sorprendido. O tal vez ambos. El chico se le ensanchó la sonrisa. -¿Por qué me llamas “Hiro”?

Yukihiro por su parte sólo les miraba. En especial a J, parecía algo nervioso.

-Bueno, como no me dijiste tu nombre la otra noche, decidí llamarte Hiro. Ya sabes, como “héroe” en inglés.

-Muy creativo, pero mi nombre es Jun. Onose, Jun.- le dijo. Al muchacho le brillaron los ojos. Los que por cierto vagaron por la mesa y dieron con Yukihiro. -Por cierto, él Awaji, Yukihiro.

-Mucho gusto, mi nombre es Akihito Ichiki, pero puedes llamarme Aki. ¿Él es tu novio?

Yukihiro estuvo tentado a decir que sí, pero dejó que J respondiera eso.

-Eso no te importa.

-¿Trabajan aquí cerca?

-No.

-¿A qué te dedicas?

-Yukihiro es profesor de literatura, y yo soy abogado.

-Yo estoy estudiando en…

-Por favor,- le interrumpió. El chico ya incluso se había sentado a la mesa. -¿podrías dejarnos solos? Sabes, Awaji-san y yo tenemos algo importante de qué hablar.

-Oh, sí, claro. Lo siento.

-Mucho gusto en conocerte, Aki-kun.- se despidió el profesor.

Ambos, desde la mesa, observaron cómo el chico se dirigía a la barra, pedía un café para llevar y pagaba a la cajera antes de salir del local. Sólo entonces, hasta que se hubo ido el muchacho, continuaron con su plática.

-¿Qué fue eso?- preguntó Yukihiro, un poco divertido por la situación.

-Un chico que conocí la otra noche en un bar. Unos tipos estaban molestándole y…

-Tú lo salvaste, sí ya lo dijo él.- le sonrió con malicia.

-¡Vamos, Yuki, ¿no estarás pensando que él…?- se sorprendió. –No, cómo crees. Le llevo al menos diez años, yo…

-Pero si yo no dije nada… Aunque es lindo…- aceptó. Y de repente se dio cuenta del ligero pinchazo en su pecho. ¿Qué había sido eso; celos?

-¿Te ocurre algo, Awaji?

-No, claro que no….

Claro que sí. Por un segundo se había imaginado a esos dos juntos. No lo soportó. Ese chiquillo tal vez era lindo. Pero Jun no necesitaba a alguien lindo, Él se merecía a alguien mejor, alguien que realmente le quisiera,  que supiera cómo quererlo, en definitiva, Jun necesitaba a alguien como…. ¿yo? (reverberó en su mente)

*******

Osaka. Cinco y veinte de la tarde.

 

La puerta se abrió bruscamente, y la mujer del otro lado lucía realmente molesta.

-¡Eres un irresponsable, Ken! ¡Hace horas que debías haber llegado! ¿Dónde estabas?- Sí, en definitiva estaba muy molesta.

-Basta, Midori, ya estoy aquí, ¿no?

-¡Papá!

El niño le salvó.

-Yuu-chan, ¿estás listo?

-Yuudai, cariño, ¿por qué no vas por tus cosas mientras tu padre y yo hablamos?

El niño asintió y corrió a su habitación. Ken tuvo enormes deseos de aferrarle para que no le dejara sólo con esa mujer.

-¿Ahora qué ocurre Midori?

-Eres un irresponsable, Ken…

-Sí, eso ya me lo dijiste.- Respondió fastidiado.

Midori, que seguía en la entrada, bloqueándola, se hizo a un lado para que su exesposo pudiera pasar. Ken se extrañó, pero aceptó la invitación. Ambos avanzaron hasta el living, y se sentaron en el sofá, uno frente al otro.

-Hace tiempo que debía haberte dicho esto,- comenzó la mujer un poco nerviosa. –Pero tú nunca estás cuando yo te necesito, nunca estuviste y…

-Midori, por favor…- la mujer suspiró.

-El punto es que John me ha pedido que me case con él y yo he aceptado. Nos iremos a vivir a New York, de eso se trata este viaje también. Arreglaremos todo lo necesario para poder mudarnos.- Mirodi miró de reojo a Ken. Él no parecía entender nada. –Mi abogado te visitará pronto, es… sobre los papeles de la patria potestad de Yuudai…

-¡Oye, no pretenderás alejar a mi hijo de mí, ¿cierto?!- se levantó del sofá, pálido por la seguridad y además por el enojo que comenzaba a sentir. -¡Midori!

-No.- Ahora ella pareció dolida. –La verdad es que yo quiero que Yuudai se vaya conmigo, yo soy su madre…- dijo. Y Ken por un segundo estuvo seguro de que comenzaría a llorar, pero no fue así. Ella siguió halbando. –pero él quiere quedarse contigo…

-¿Qué?- se sorprendió.

-Ya lo conoces, es igual de testarudo que tú… Sólo quiero saber que puedes hacer esto, Ken… que puedes cuidar de nuestro hijo…

-¡Por supuesto que puedo cuidarlo!- la duda hirió su orgullo. 

Midori tardó un poco en seguir hablando. Ken se dio cuenta del nudo que debía tener atorado en la garganta, por un instante sintió pena por ella. Nunca la había querido, y él se lo dijo aquella mañana luego de tener sexo, se lo dijo el día que se comprometieron, también se lo dijo el día de su boda, y cuando nació Yuudai, de hecho nunca dejó de repetírselo. Sabía que había sido cruel, y ahora realmente sentía pena por ella, porque no era mala, lo malo habían sido esas decisiones que había tomado y que muchas tampoco habían sido suyas.

-Mi abogado te buscará en estos días para que firmes los papeles…- dijo y en ese momento llegó el niño con todas sus bolsas, arrastrándolas. Ahora llevaba más ropa que en las otras ocaciones.

-Estoy listo, papá…

Ken se levantó del sofá y cargó el montón de bolsas y maletas que Midori le había preparado a su hijo. Se encaminaron a la puerta y allí se detuvieron.

-Cuídate mucho, Yuu-chan…- le dijo. Ken se sorprendió un poco. Ella odiaba llamarlo “Yuu-chan” porque sabía que ese era el mote cariñoso por el cual Ken llamaba a su antiguo amante.

-Yuu, dale un fuerte abrazo a tu mamá y un beso…

El niño miró a su padre un poco confundido, pero hizo lo que le dijeron. La mujer lloró al fin en el hombro de su hijo.

Luego ambos, padre e hijo, se marcharon.

 

-Papá, ¿iremos a visitar a Yukihiro-san?- preguntó el niño, una vez encaramados en el auto de su padre.

-¿Qué?- se sorprendió. –Primero tengo algo que arreglar en otro lugar…

-¿Dónde?

-Wakayama.

-¿Dónde es Wakayama?- preguntó el niño con gracia. Ken sonrió con dulzura.

-Wakayama es dónde tu padre solía vivir. En donde aún viven tu tía, Kaori, y tus abuelos…

Hacía tanto tiempo que no recordaba a sus padres… desde que ellos mismos le habían dicho que no tenían más hijo y le habían echado de casa; ese día, cuando les dijo que él y Midori se divorciaban…

-¿Por qué nunca visitamos a mis abuelos?- Ken sonrió. Ahí estaban las eternas preguntas sin fin de su curioso hijo…

Ken no supo cómo contestar, o tal vez no quiso. Así que no lo hizo. Estaban tomando la autopista. Puso la radio, buscó algo de rock y subió el volumen. A su hijo le gustaba el buen rock, también eso había le había heredado, así que dejó las preguntas, él niño cerró los ojos y se dispuso a dormir.

Wakayama… cuántos recuerdos le traía ese lugar…

 

Notas finales:

¿Qué les parece? ¿Muy dramático?

Tenía planeado terminar con esta historia en el próximo capítulo, pero parece imposible... en fin. 

 

Continuará...


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