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MEMORIES por Sakurako

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Notas del capitulo:

Hola. 

Gracias por seguir aquí. 

Sí, sigo viva. 

Pero lamento decirles que tardaré mucho con el siguiente capítulo, aún así espero que este les guste y lo difruten. 

SEGUNDA PARTE

 

La vista era preciosa. El paisaje de los campos a los costados de la carretera, corriendo tan velozmente que si intentaba enfocar la vista, se mareaba. Yukihiro no recordaba la última vez que había viajado en automóvil a… a ningún lado. Menos disfrutar tanto del viaje.

Habían salido esa mañana luego de desayunar. Ken había pasado por él antes de las nueve de la mañana. Cuando Yukihiro abordó el auto buscó con la mirada al pequeño Yuudai, a quien encontró dormido en el asiento trasero del automóvil.

-¿Te molesta si pongo algo de música, Ken?

-No, adelante…

Yukihiro se inclinó para buscar entre los discos que llevaba y se sorprendió mucho de notar que la mayoría eran de sus favoritos. Sonrió. Sin duda, esto lo había preparado Ken.

-¿Ken, cómo encontraste este disco?- preguntó sorprendido, colocándolo en el reproductor con mucho cuidado. -¿Tienes idea de cuánto lo he buscado?

Cuando la canción comenzó con el ritmo cadencioso de la batería, Yuki no pudo evitar tamborilear los dedos al aire. Ken lo miró de reojo, divertido.

-Lo encontré hace muchos años, en un botadero, mientras visitaba Los Ángeles, california…- dijo. Y aunque Ken mantenía la vista en el camino, Yukihiro pudo notar que sus ojos brillaban con un toque de nostalgia. –Cuando lo vi, tuve que comprarlo… recordé cuanto te gusta Chuck Berry…

Yukihiro bajó la mirada y la enfocó en la mano de Ken, la que descansaba en la palanca de velocidades. Con timidez la tomó entre la suya.

-¿Así es como piensas enamorarme?

-¿Lo estoy logrando?-Yuki rió más abiertamente.

-Pues vas por buen camino…

Ken soltó la mano del rubio para posarla sobre su rodilla, pero no hizo más que darle un pequeño apretón, una muestra de cariño, pero eso sólo porque en ese momento escuchó la voz débil del pequeño Yuudai.

-¿Ya llegamos?- preguntó con la voz amodorrada.

-Aún no.- respondió Ken, retirando la mano del muslo del profesor y volviendo a colocarla en la palanca. –¿Por qué no duermes otro poco?

-No, quiero leer… Papá, ¿dónde está mi libro de Momotaro?

-Está en tu mochila.

-No lo encuentro…- respondió mientras rebuscaba en las maletas que descansaban tras los asientos.

-Está ahí, estoy seguro de que lo guardé junto con tus crayones…

Yukihiro estaba un poco fascinado con las interacciones entre padre e hijo. Al ver a Ken de esa manera, un hombre de responsabilidad, un padre; una sensación cálida se extendió por su pecho y a la vez una amargura le resbaló por la garganta. Yuudai era la prueba viviente de la traición de Ken, ¿no se supone que debía odiarlo?…

-Ah, ya lo encontré…!!! Yukihiro-san, ¿me lees?

A quien quería engañar, jamás podría odiar al pequeño, él también amaba a ese niño… era el hijo de Ken…

-Claro, dame…- le tendió la mano. El niño, con una sonrisa amplia y brillante, le dio el libro al rubio, quien bajó el volumen del reproductor y comenzó a leer en voz alta. Además de Yuudai, también Ken le escuchaba encantado.

*******

-¿Papá, ya llegamos?

-Sólo un poco más, Yuu-chan… ya casi…

-Papá, tengo hambre…

-En tu mochila hay un paquete de galletas…

-No, yo quiero comer arroz frito…- chilló.

-Pronto.

-¿Cuándo?

-En cuanto lleguemos.

Cinco minutos después….

-Papá, ¿ya llegamos?

-Aún no.

-Tengo que ir al baño…

-Yuu-chan…

Yukihiro no pudo evitar lanzar una risilla.

-Sí Ken yo también tengo hambre, ¿qué tal si no detenemos en un restaurante?

-Síííí, con el señor… ¿cómo se llama…? Ah, sí, Tashiro-san…

-Takarai-san…- le corrigió Ken.

Yukihiro lo miró asombrado. ¿Había escuchado bien?

-Ken, ¿te refieres a Hiroki-san?

-Sí. No te conté, ¿cierto?- Yuki negó. –Hace unos días visitamos el restaurante de los Takarai…- Yukihiro se quedó en silencio un momento, serio, la pena y la vergüenza regresaron, haciéndolo sentir como un adolecente otra vez.

-Hyde...?- susurró.

-No, Hiroki-san ahora se hace cargo del restaurante él solo.- A Ken se le nubló un poco la vista. -¿Sabes?, la señora Mizuki murió…

-¿Qué?

-Hiroki-san me contó que enfermó gravemente de… bueno de algo que no recuerdo, una de esas terribles enfermedades… falleció…

-No… pobre Hide…- pensó un poco en su amigo. -¿Crees que esté bien?

-Eso espero…

-Me gustaría tanto volver a verlo...

-Hace unos días leí en un periódico que las pinturas de Hyde generaron una gran conmoción.

-Sí, algo leí de eso…- A Yukihiro se le escapó una risilla agradable. -Hyde siempre será Hyde, ¿no crees?

-Sí… 

 

********************************************************************************

 

Cuando llegó al departamento, buscó las llaves para poder entrar, suplicando en el fondo que Atsushi no estuviera, no quería dar explicaciones de nada a nadie. Tanteó cada una de las bolsas en sus pantalones, su chaqueta y su camisa, no estaban por ningún lado. Intentó hacer memoria, pero no podía recordar dónde las había dejado. Se sentó en el piso, recargado en la puerta, ahora esperando a que Sakurai no tardara tanto en volver.

*******

Un hombre grande, imponente, oscuro entró en la sala donde antes se llevó a cabo la conferencia de prensa. En una de las sillas estaba Camui, mirando con desinterés su celular.

-¿Dónde demonios está?

-No lo sé. Salió de aquí bastante perturbado.

-Genial, debiste retenerlo.

-Lo intenté, pero sus amigos se lo llevaron.

-¿Preguntaste a dónde se dirigían?

-No. No quería parecer ansioso.

-Comprendo. Pero estoy seguro que pudiste haber intentado algo para retenerlo…- Camui le miró con incredulidad. ¿Cuándo se había vuelto el compinche de Sakurai?- por cierto, ¿conseguiste las drogas?

-Sí,- dijo y cuando Sakurai le tendió la mano para que se las entregara, Camui lanzó una risa sin gracia. –Prometiste que estaríamos juntos cuando se las dieras… yo también quiero divertirme con él…

-De acuerdo, te llamaré cuando sea el momento…

-¡Sakuari!- le llamó antes de abandonar el lugar. Cuando el hombre se volvió, Gackt casi corrió para alcanzarlo. –Lo olvidé, ten…- le entregó una carpeta. –Aquí está todo lo que el detective averiguó acerca de Hyde. Todo con respecto a su madre biológica, su nombre, dónde vive, en qué trabaja, todo… su nombre es… bueno, ya lo verás por ti mismo.

Atsushi miró la carpeta y sin siquiera echarle un vistazo, se la guardó dentro del abrigo y agradeció con un gesto antes de seguir su camino.

*******

Los chicos del staff, reporteros, modelos, los asistentes al evento; todos miraron extrañados al hombre que corría de un lugar otro, sorprendidos y un poco asustados, el hombre lucía tan desesperado…

-Tetsu…- le detuvo Minoru-san. -¿Qué ocurre?

-Hyde, has visto a Hyde?

-No. Creí que habías dicho que no vendría.

-Necesito encontrarlo ahora mismo.- respondió con desesperación.

-¿Ya intentaste llamarle al celular?

-No… yo… no lo había pensado.- dijo un poco avergonzado. Sacó su celular y marcó el número.

“Lo sentimos, el número que usted marcó está apagado. Le sugerimos intentar más tarde. Gracias”

Nada.

-Debo encontrarlo…- dijo con voz trémula, con la mirada perdida en algún punto de su teléfono.

*******

Al poco tiempo Hyde se había quedado dormido sobre sus brazos, en el pasillo. Luego de un rato, Hyde no estuvo seguro de cuánto tiempo pasó en esa posición, alguien le sacudió del hombro para despertarlo.

-Takarai, ¿qué haces aquí afuera?

-Te he dicho que no me llames Takarai…

-Vamos, será mejor que entremos.

Hyde se levantó de su lugar, sintiendo las piernas entumidas. Se destensó de manera disimulada y ahogó un gemido cuando intentó caminar al lado de su amigo.

-¿Me dirás qué hacías aquí afuera?

-Olvidé las llaves…- respondió con desgana.

Al entrar, en la mesa del recibidor, estaban las llaves que Sakurai le había dejado. Hyde las miró con reproche, como si estas se hubieran escondido cuando salió, y por su culpa hubiera tenido que pasar horas allá afuera. Pero entonces su vista se desvió hacia un sobre amarillo, tirado en el piso, como si lo hubieran lanzado con descuido debajo de la puerta. Hyde se inclinó y tomó ese sobre, por primera vez, con miedo.

-¿Te ocurre algo, Hyde?

La pregunta lo sobresaltó, se escondió el sobre bajo el sweater, sin saber por qué pero no quería que el hombre mayor lo viera.

-Estoy cansado, si no te molesta, iré a recostarme un rato.-dijo ya de camino a la que desde hace semanas era su habitación.

-Te llamaré para la cena.

-No te molestes. No tengo hambre…

Sakurai vio la figura delgada, derrotada, triste, de Hyde alejarse. Algo en el interior de Atsushi se removió. ¿Culpa? No, esperaba que no. Debía ser otra cosa, pero no sabía cómo llamarla, era la primera vez que sentía algo así.

 

Hyde entró a la habitación y, en la oscuridad, se tendió en la cama, miró al cielo y dejó que las lágrimas comenzaran a fluir. Se sentía tan tonto… era la segunda vez que le engañaban de esta manera, que le traicionaban. Hace años que no pensaba en ellos, en Ken… en Yukihiro… cerró los ojos con cansancio. A su mente vino esa noche al volver al departamento, los sonidos extraños, las figuras en la cama… y entonces, detrás de sus párpados sólo podía ver a Tetsuya y a Ayana besándose y tocándose y….

-¡Basta!- gritó para sí. Sacó el sobre que llevaba y, aún en la oscuridad, lo abrió. Esta vez no se trataba de una carta, un anónimo, esta vez eran un par de fotografías. Se levantó y caminó hasta el pequeño escritorio junto a la ventana y encendió la lámpara, colocando las fotografías debajo de la luz.

Las miró con detenimiento. En ellas podía notar con facilidad a Tetsuya y Ayana, abrazados, besándose en la oficina del primero; lo sabía porque Hyde había estado muchas veces en ese lugar, en esa misma situación, sólo que no había fotografías que dieran testimonio de ello. Las lágrimas cesaron. Era como si ya no hubiera más, se terminaron.  

Y entonces el timbre del departamento sonó, Hyde se enderezó de golpe, el corazón dando tumbos en el pecho, dejándolo dolorido, presintiendo a la persona que esperaba afuera a ser atendida. Con miedo de enfrentarla…

El sonido cesó. Se quedó atento a cualquier otro ruido y entonces otra vez el timbre… Se puso en pie y fue a pararse detrás de la puerta, con el oído agudizado…

-¿….nde está Haido…?

Esa era voz de Tetsuya, ¿lo era?

-….gate de aquí….

Parecían gritos, pero los sonidos de llegaban lejanos.

Hubo un estruendo, algo cayó, ¿o lo habían arrojado? Hyde retrocedió hasta quedar sentado otra vez en la vera de la cama, con la mirada puesta en la puerta, sin parpadear, deseando o temiendo, de quién pudiera cruzar por ella… entonces lo escuchó.

-¡¿HYDE?!!! – y la puerta se abrió de golpe. –Hideto….- susurró esta vez deteniéndose en seco al mirarlo sentado en la orilla de la cama. Tetsuya se quedó de pie en el umbral de la habitación. –He… he estado buscándote por todas partes….

“Arimatsu es un imbécil, a pesar de que le dije que no te contara dónde estoy…” el pensamiento le habría parecido graciosos de no estar tan abatido.

-¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres?

-Explicarte…

-¿Qué? ¿Me explicarás por qué me mentiste? ¿Desde cuándo te acuestas con ella? ¡Te lo pregunté Tetsuya, te di la oportunidad de ser sincero! ¡Y tú… tú….!!- las palabras se agolpaban en la garganta, impidiéndole respirar siquiera.

-Lo que pasó ahí… eso no fue más que un error… un…

-¡De verdad crees que soy un imbécil, ¿no es cierto?!- elevó la voz.

-Hide…

-¡CON UN DEMONIO!- le retó con lágrimas en los ojos, poniéndose de pie, apretando los puños al punto de hacerlos sangrar. –¡¿QUÉ VAS A DECIRME, QUÉ MENTIRAS INVENTARÁS PARA SALIR DE ESTA?!- Se volvió hacia el escritorio y abrió el cajón de donde sacó un montón de hojas y tomó las que tenía bajo la lámpara y se las tiró a los pies. -¿VAS A EXPLICARME ESTO?

Tetsuya miró las hojas tiradas a sus pies. Las tomó, leyendo una tras otra, pasando de hoja rápidamente hasta llegar a las fotografías… eran él y Ayana, aquella noche…

-Hyde, yo… yo puedo explicarlo…

-¡Lárgate!

-Hide…

-¡Qué te largues!- repitió. –Por favor, sólo vete, déjame… no quiero escucharte…

En el pasillo apareció Atsushi, como si de un guardaespaldas se tratara. Tetsuya dio un paso, intentando acercarse al pintor, pero la mano grande, pesada de Sakurai en su hombro lo detuvo. Tetsuya ladeo el rostro para mirarlo, no hizo falta decir nada, Tetsuya comprendió; un paso más y ese tipo le rompería la cara.

Derrotado, Tetsuya miró una última vez a Hyde y susurró un “Te amo” que Hyde correspondió con una risilla irónica, descreída; abandonó el departamento, en las manos llevaba uno de los anónimos. No entendía, quién se atrevería a hacer algo así. Fue un segundo, como un destello en su mente, pero el nombre que apareció… no, ella sería incapaz, ¿o no?

 

********************************************************************************

 

-¡..PAPÁÁÁÁ!!!!

Yuudai gritaba desde la punta del molusco, el juego más grande de todo el parque. Ken sonrió y le hizo un hola con la mano y luego el niño se perdió de nuevo en las entrañas del gigantesco animal de plástico.

Ken se volvió para buscar con la mirada al rubio. Yukihiro se había quedado en la banca esperándolos. Ahí seguía. Ken le dedicó una sonrisa y Yukihiro la correspondió con un sonrojo.

-¡Yuu-chan, será mejor que bajes, es hora de irnos…!

El niño asomó la cabeza por entre una de las ventosas y asintió. Le gritó un “¡Cinco minutos más papá!” y Ken no le respondió, dio la vuelta y fue hasta donde Yuki esperaba.

-Yuudai-chan tiene mucha energía…- comentó el rubio con simpleza, observando al niño a lo lejos. El niño reía animadamente mientras resbalaba por uno de los tentáculos.  Yukihiro se le quedó mirando un momento, el niño había heredado la sonrisa y la mirada de su padre. Estaba seguro de así lucía Ken de pequeño.

-No tienes idea…- Respondió Ken. Yukihiro lo miró a los ojos y le sonrió.

-¡Esta, papá, esta escuela es genial…!- dijo cual niño que escoge unos zapatos nuevos. Había interrumpido la plática. Ni siquiera habían notado cuando llegó a su lado.

-Ya veremos, Yuu-chan.- le dijo Ken al tiempo que revolvía el cabello del niño y se ponía de pie. -¿Tienes hambre?

-Un poquito…

Yukihiro lo imitó. Los tres volvieron al automóvil. Yuudai jugueteando con todo lo que se topaba en el camino.

-Yuki, ¿te ocurre algo?

-¿Hum?

-Has estado muy callado… 

-Lo siento, Ken. No creí que volver a este lugar, me fuera tan….

-¿Doloroso?

-Difícil…- corrigió él.

-¿Algún día me contarás todos tus secretos, Yuki?

-¿Me contarás los tuyos?

-Vamos, Yuki. Yo no tengo secretos para ti, conoces todo de mí… lo bueno, y… y todo lo malo… en especial lo malo…

Yukihiro lo miró un momento, sorprendido. Ese era Ken, el verdadero Ken… y quería besarlo en ese mismo instante, pero se controló, había demasiada gente en ese parque. Así que en cuanto subieron al auto, Yuki le plantó un beso en la mejilla, Ken se sorprendió y luego le miró divertido.

-Oye, Yuki… no has respondido a mi pregunta…

-¿Qué?

-Sobre mudarte con nosotros.

-¡Hamburguesa, papá, quiero hamburguesa… ¿podemos papá, podemos comer hamburguesas?!- Yuudai estaba muy excitado. No era la primera vez que salía de paseo con su padre, pero sí con su padre y con Yukihiro.

-Bueno, Hamburguesas serán. ¿Qué dices Yuki? Las pediremos para llevar, así las comeremos en casa.  Quiero que la conozcas.- le preguntó al rubio y este asintió.

******

Luego de pasar al McDonals, por fin llegaron a su destino. Yukihiro quedó un poco sorprendido por el lugar, esta era la zona residencial de Wakayama. Ken se estacionó justo en frente de la vivienda.

La mayoría de las casas tenían una estructura más o menos igual, jardín delantero, cochera, algunas con verjas, otras con setos de arbustos, la mayoría de dos plantas; pero todas bastante alejadas una de la otra. Ken sabía de la predilección de Yukihiro por la privacidad, y aunque no lo admitiera, al comprarla había pensado en eso.

La puerta tenía una cerradura eléctrica. Ken oprimió unos cuantos botones en el tablero, una serie de números, y la puerta se abrió.

-¿Qué te parece? Tecnología de punta…- le dijo Ken orgulloso.

-Debió costarte una fortuna…

-Algo…

-Pero valió la pena, es hermosa y el lugar es bastante suntuoso, Ken.

Ken le mostró la casa entera, poniendo especial énfasis en la habitación principal, lo que por supuesto avergonzó al rubio. Le contaba los planes que tenía para ampliarla, las mejoras que tenía en mente. Cuando le mostró la última habitación, el corazón de Yukihiro dio un vuelco. Era un pequeño estudio improvisado, en un rincón estaba la guitarra de Ken, la que había comprado a escondidas de su padre (Yuki conocía la historia, Kaori se lo había contado), y al otro lado la batería que en la universidad utilizara Sakura (Ken la había conseguido en una tienda de empeño) y las baquetas de Yukihiro, las que le regalara hacía tantos años Hyde, cuando aún eran un par de chiquillos.

-Ken… esas son…? ¿Dónde las conseguiste?- se acercó y sin levantarlas de su lugar, las acarició con cierta solemnidad, pasando la punta de los dedos por el barniz que las recubría, como si acariciara la piel de su amante.

-Cuando hablé con Hiroki-san, él las tenía y me las entregó. Me dijo que si te veía de nuevo debía entregártelas.  

-Creí que las había perdido… cuando nos mudamos, no las llevaba conmigo…- recordó con melancolía. Lo que él no sabía era que después de su partida, Hyde había ido a buscarlo a su casa y había encontrado las baquetas olvidadas en el fondo del armario. -¿Y la batería de dónde salió?

-Ah, ¿nunca te conté que tuve mi propia banda?- Yukihiro rio alegremente. Y aún con esa sonrisa negó. –Pues déjame decirte que pude haber triunfado, pero, ¿Qué quieres? Las responsabilidades y…. ¿qué? ¿qué te causa tanta gracia, Yuki?

Yukihiro reía divertidísimo. Ken hablaba con la añoranza de un anciano, y eso le causaba tanta gracia…

-Muy gracioso, profesor…- le regañó. -¿Sabes tocarla?- preguntó, se refería a la batería.

-Hyde y yo tomábamos clases en una tienda de instrumentos musicales… la dueña nos cobraba un yen por sesión.- ahora era él quien hablaba con añoranza. –pero creo que no asistimos a más de dos o tres sesiones…- sonrió.

-Bueno, en realidad, pretendía que este fuera mi taller, pero si tú te quedas aquí conmigo, será lo que tú decidas…

-Eso no es justo, es trampa…- rezongó el rubio acercándose lentamente hasta el moreno, pero…

En ese momento Yuudai apareció y arrastró a Yukihiro de nuevo hasta su habitación, el niño estaba tan emocionado que incluso le obligó a comer ahí. Permanecieron en la habitación toda la tarde, luego de comer jugaron un rato y leyeron el libro favorito de Yuudai….

 

-Por fin se quedó dormido….- dijo el rubio en voz baja al entrar al salón principal, donde Ken seguía sentado en el sofá, mirando un tonto programa de concursos. Ken reía bobamente y no notó al rubio, así que se sobresaltó cuando lo escuchó.

-Yuki-chan, no hagas eso… me matarás de un susto…

-Lo siento, anciano…- se burló. Una risilla agradable inundó toda la habitación.

Ken se levantó del sofá con fingida molestia y fue a atrapar al profesor para vengarse de la broma. En su intento por huir, terminó tropezando consigo mismo logrando que ambos, Ken y él, cayeran de bruces al suelo. Y aunque el golpe fue fuerte, ambos reían alegremente.

Seguían riendo en el suelo, abrazados, y entonces sus miradas se conectaron y sin poder evitarlo comenzaron a acercarse lentamente, hasta terminar uniendo sus labios. Yukihiro cerró los ojos  para poder disfrutar del beso, del tacto… porque Ken comenzó a acariciarlo mientras le besaba…

Ken no había sido consciente de cuánto deseaba al rubio hasta ese momento, cuando un calor intenso le recorrió el cuerpo entero y se concentró en su vientre…

-Ahh….- Yukihiro gimió al sentir la entrepierna de Ken chocar con su muslo. –Ken… Yuuda…

-Está dormido, ¿no es cierto?

-Sí, pero….

-Descuida, no despertará ya…- le susurró en el oído antes de morderle el lóbulo y meter su mano bajo los calzoncillos del rubio. –No hasta mañana…- Yukihiro se estremeció, su piel se erizó. A pesar de los años, Ken no había perdido su toque, aún sabía cómo excitarlo…

Yukihiro se mordió los labios, por un momento el Yukihiro al que Ken acariciaba, era el Yukihiro de hacía años. Y se asustó. Se separó de Ken casi violentamente. Ken le hizo un gesto de extrañeza, de susto, pero su expresión se suavizó al ver la sonrisilla que el rubio le dedicaba, una sonrisa de disculpa y de algo más que no supo cómo definir… pero que pronto lo averiguó, porque Yuki literalmente le saltó encima, colocándose a horcajadas sobre sus caderas, intentado, con cierta desesperación nerviosa, desabotonarle la camisa.

Ken sonrió enternecido, no importaba cuántos años pasaran, Yukihiro no cambiaría. Y ese pensamiento hizo que su corazón se hinchara de felicidad… mirar al rubio sonrojado, con las manos temblorosas… eso lo excitaba más que cualquier cosa en el mundo.

Cuando por fin Yukihiro pudo deshacerse de la camisa del moreno, se inclinó para seguir besándose, el cabello largo del rubio se le venía sobre el rostro y acariciaba el pecho de Ken haciéndole cosquillas… Ken le sacó la camisa también y le acarició los costados. Sin poder aguantar más tiempo, giró con él intercambiando posiciones. Entonces le sacó lo que le quedaba de ropa y por fin pudo contemplar el cuerpo desnudo del profesor… Tan delgado… siempre tan delgado, de piel pálida, de piernas largas y torneadas, de caderas estrechas y vientre plano, pero tan sensual… sus brazos fuertes, su rostro delicado, aún más en esos momentos…

Ken tardaba demasiado, así que Yukihiro abrió al fin los ojos, se encontró con una presencia fuerte e imponente, con unos ojos tan profundos y oscuros que le miraban de una manera tal que podía sentirla en la piel, provocando que los gemidos se le escaparan sin poder evitarlo.

Yukihiro le extendió la mano para que se tendiera sobre él, Ken así lo hizo. Los besos se reanudaron. Las caricias… a pesar de la urgencia, Ken intentaba ir lento, quería extender la noche lo más posible. Pero lo había esperado por demasiado tiempo y su cuerpo reaccionaba por sí mismo, así que sin pensarlo ya había comenzado a prepararlo. Yuki gemía bajo, cubriéndose la boca con una de sus manos… muy en el fondo estaba consciente de que en la otra habitación estaba el pequeño Yuudai… pero esa consciencia se disipó en el momento justo en que Ken retiró los dedos y se acomodó entre sus piernas. Le besó nuevamente y le preguntó si estaba listo, Yukihiro asintió, no podía hablar, sentía que si intentaba decir cualquier cosa, un grito de placer sería lo que abandonaría su garganta.

Ken respiró hondo antes de comenzar a invadirlo. Lento… despacio… intentando no lastimarlo… aunque su cuerpo le pidiera a gritos que lo embistiera de una vez, se controló. Yukihiro echó la cabeza atrás, las sensaciones lo invadían de repente, dolor, placer… sí, estas eran las caricias… las correctas…

Ken se mecía dentro y sobre Yukihiro.

Yukihiro ahogaba los gemidos en la boca u hombro de Ken, lo que estuviera más cerca.

Al fin alcanzaron el clímax, demasiado pronto para su gusto.

Ken cayó exhausto sobre el cuerpo de Yukihiro. Ambos jadeantes y sudorosos… tirados en el suelo, abrazados detrás del sofá. El moreno descansando la cabeza en el vientre del rubio. Yukihiro peinando su cabello con parsimonía, acariciándolo…

-Ken…- le llamó suavemente, aunque con la voz ronca. Ken elevó la mirada sin apartarse y entonces Yukihiro estuvo seguro de que le escuchaba, así que continuó. -¿Si yo vengo a vivir contigo, yo seré el único para ti?- preguntó con malicia, intentando molestarlo. O eso pretendía, pero muy en el fondo la pregunta guardaba cierto temor. Quería saber.

-Yuki… hace siete años que eres el único…- Yukihiro rio con la respuesta. Por supuesto no lo creía y no le molestaba pero eso era casi imposible. -Es verdad…- reclamó un poco ofendido. –Es una de las muchas razones por las que ella aceptó darme el divorcio…- no pretendía nombrarla delante de él. –No pude estar con ella… tú sabes, íntimamente… con nadie más, Yuki… tú eres el único que me provoca de esta manera…

Yukihiro se quedó atónico ante tal confesión.

-Ken…- fue lo único que se le ocurrió decir. Le tomó de las mejillas y lo acercó para besarlo en los labios. Ahora un beso dulce, suave, lento… lleno de todo el cariño que le tenía.

Por un segundo, cuando el beso terminó y se quedó prendado de sus ojos, Yukihiro se preguntó si eso lo había dicho apropósito. Si esta era la manera en que lo enamoraría de nuevo, de convencerlo para que se mudara con él… pero no le importó. Decidió creerle. Porque él merecía ser feliz, merecía una familia de verdad…

-Ken, vayamos a la habitación….- pidió. De repente Yuudai había vuelto a su mente.

-Pero qué dices, aquí estoy muy cómodo…- dijo al tiempo que le mordía el vientre y metía su lengua en el ombligo, haciendo que el rubio se retorciera entre risas histéricas.

Ken se perdió en la sonrisa del rubio. Hoy Yukihiro había reído más que en todos los años que habían estado juntos. Y ese pensamiento le amargó la boca; y se prometió que de ahora en adelante haría lo necesario por mantener esa sonrisa.

 

********************************************************************************

 

Al día siguiente de la pasarela en Tokio, Aki y J, salieron muy temprano de regreso a Kansai. Durante el camino hablaron mucho y de muchas cosas, entre ellas, el regreso de J a Sapporo.

Al principio fue un comentario cualquiera, y aunque Aki tenía unas ganas enormes de rogarle que no se fuera, que se quedara a su lado, no lo hizo. Ya de por sí se sentía como un niño a su lado, no quería actuar de manera tan infantil.

Y así pasaron un par de días. Aki intentando darle tiempo a J. Y J intentando por todos los medios localizar a Yukihiro, quería despedirse de él antes de regresar a Sapporo. Sólo se le ocurrió llamar a Imai.

Habían quedado de verse en uno de los restaurantes favoritos de Imai para desayunar y ponerse al día.

-¿De verdad no has sabido nada de él?

-No. De verdad, si supiera algo te lo diría.

-Y… Kitamura… ¿has sabido algo de él?

Imai sonrió con suspicacia.

-Así que todo se resume en celos…- dijo con voz sabia.

-Claro que no estoy celoso.- suspiró.

-¿Y puedo saber dónde andabas tú? Cuando volviste supuse que te la pasarías pegado a Awaji, pero…

-He estado algo ocupado, eso es todo.

-Ajá, con….- decidió molestarle.

-Imai-san, basta.

-Ya te lo decía yo; sólo necesitabas fijarte en alguien más. Es el remedio perfecto para el mal de amores…- sonrió con burla. -¿Puedo saber de quién se trata? ¿Lo conozco?

-No lo creo…- suspiró con resignación. –Es un chico que conocí en un bar…

-Un chico, ¿eh?... ¿joven?

-No debe sobrepasar los veintidós años. Es un chico muy activo. Por las noches trabaja en el bar como mesero, por las mañanas toma clases de economía y por las tardes asiste a clases de modelaje. Ya ha participado en pasarelas de gran importancia, ¿sabes?

-¡Caramba, si te expresas así de él, cualquiera pensaría que te has enamorado!

Enamorado” Una palabra simple, pero que sacudió el mundo del abogado. No era que le asustara en absoluto, después de todo había estado enamorado de Yukihiro por… ¿cuánto tiempo? Lo que realmente le sorprendía era pensar que podía llegar a enamorarse de alguien más.

-Deja de bromear, Imai-san…

-Oh, vamos, no te pongas así. En realidad, estoy feliz por ti.

-Si te soy sincero, ese chiquillo no me es indiferente, pero…

-¿Pero?

-Todo está yendo demasiado rápido. Es decir, hace dos semanas en lo único que podía pensar era en Yuki, y ahora…

-Comprendo…- Algo iba a agregar Imai pero el sonido de su celular lo distrajo. Un mensaje. –Oh, lo siento J pero tengo que irme; olvidé que debía llevar a Shinya al aeropuerto…- dijo levantándose de un salto. J sonrió y se levantó junto con él.

-¿Ya se va?

-Irá a reunirse con Ando-san a Corea… vacaciones.- aclaró.

Se despidieron en la puerta del restaurante y ambos caminaron a lados contrarios de la calle.

*******

Salió a la calle y el fuerte sol le recibió abrasándole las mejillas, mientras buscaba las llaves de su auto, su celular sonó.

-¿Hola?

-J-san, hola, soy yo…

-Aki, ¿cómo estás?

-¡Reconociste mi voz…!- dijo con cierta emoción. J sonrió al imaginarlo del otro lado de la línea, habría dicho que en realidad lo reconoció por ese “J-san”, pero lo dejó así. –Me preguntaba si aún sigues en Kansai…

-Claro que sí, jamás me iría sin despedirme de ti como es debido…- en ese momento hubo un silencio extraño.

-Me… me preguntaba si podríamos cenar esta noche, o…

-Claro. Tú dime dónde nos vemos.

-¿Qué tal… mi casa?

J tardó un momento en responder y eso aterró al modelo. –De acuerdo.- respondió al fin. -¿Llevo…?

-Nada. Yo me encargo de todo. ¿A las ocho?

-A las ocho, entonces…

La llamada se cortó.

 

********************************************************************************

 

“…en noticias de último momento, el joven diseñador y empresario Tetsuya Ogawa, creador de la marca TETSU69, fue detenido esta madrugada. Según informes policiales Ogawa fue encontrado en su auto en posesión de sustancias heroicas…”

En ese momento el televisor se apagó. Atsushi Sakurai, levantó la bocina y marcó un número en el teléfono.

-Tú tuviste algo que ver en esto, ¿no es cierto?

-Sakurai… Hola, sí, estoy muy bien. Gracias por preguntar.- respondió con sarcasmo.

-Camui, te dije que no hicieras cosas innecesarias.

-Deberías agradecerme, esto nos beneficiará. 

-¿Qué? ¿Cómo?

-No has visto la nota completa, ¿cierto? Ogawa fue detenido mientras regresaba del departamento de cierta señorita...- Atsushi no respondió, estaba intentando entender. –Hyde no es un idiota, bastará con que lea la nota y se dará cuenta de todo…

-¿Cómo hiciste para plantar la droga?

-¿Yo? No podría… Sabes, las manos femeninas son muy hábiles…

-¿Qué hacía Ogawa en ese lugar?

-Eso… no lo sé…

-No, claro que no.- resopló y a través de la bocina pareció un gruñido. -¿Aún tienes las pastillas?

-Claro que sí. He estado pensando que podría invitar a Haido a uno de mis hoteles, ya sabes, dejar que…

-No.

-Pero…

-He dicho que no. Hyde está sufriendo de verdad… no le haremos esto ahora…

-Sabía que te acobardarías.

-Camui…- le advirtió.

-Ya, ya… está bien.

La llamada se cortó.

*******

Tocó a la puerta un par de veces. Nada. Volvió a tocar, pero esta vez la entre abrió y asomó la cabeza. La habitación estaba totalmente oscura. Sobre la cama, Hyde parecía seguir durmiendo plácidamente. Antes de acercarse dejó la charola con el almuerzo en el pequeño escritorio, entonces se acercó, inclinándose para poder mirarlo; a pesar de sus ojos cerrados, Atsushi podía notar la tristeza que lo invadía. En sus mejillas aún podía ver los rastros de lágrimas…

El empresario sintió una pena enorme al saberse culpable de la tristeza de ese hombre.

-Hyde…- le susurró. En el momento se arrepintió, tal vez era mejor dejarlo descansar un poco más. Pero fue tarde porque el pequeño cuerpo del pintor comenzó a moverse.

-¿Qué hora es?- preguntó con voz pastosa, algo desorientado.

-Pasan de las diez…

-¿De la mañana?- preguntó con voz grave.

A Atsushi se le escapó una ligera risilla. –De la noche…- corrigió.

Con algo de dificultad, Hyde se sentó en la cama. Atsushi se levantó para acercarle la charola.

-Lamento causarte tantas molestias…- fue su manera de agradecerle.

-Es un placer.

-Gracias, pero no tengo hambre.- le devolvió la charola.

-Hyde, no has comido nada desde ayer…

Pero Hyde no pareció escucharle. Se levantó y comenzó a vestirse sin importarle la presencia de Atsushi.

-¿Vas a salir?- Hyde asintió. -¿Puedo preguntar a dónde vas?

-No, no puedes.- dijo simplemente, pero no fue grosero, antes de salir le dedico, lo que pretendía ser, una sonrisa.

 

Cuando salió del edificio, el frío de la noche le golpeó el rostro con fuerza. Hyde se acomodó la chaqueta y subió el cierre hasta el cuello, se encogió en ella y metió las manos en los bolsillos antes de comenzar a caminar. No podía recordar dónde estaba su auto. No estaba en el estacionamiento del edificio. ¿Dónde lo habría dejado?

Sin pensarlo mucho, retomó su camino, calle abajo, a pie. Tal vez caminar le serviría para aclarar un poco la mente.

Mientras avanzaba por las calles, sintió la repentina necesidad de fumar. Solía fumar cuando estaba trabajando en su pequeño taller, o cuando se sentía realmente nervioso o estresado. Intentaba evitar el cigarrillo porque sabía lo mucho que Tetsu lo odiaba. Pero ahora sus pulmones –o sus nervios- se lo pedían a gritos. Se detuvo en el primer quiosco que encontró y pidió una cajetilla de cherokee, su marca favorita. Y mientras el dependiente buscaba entre los estantes, el televisor al fondo llamó su atención, bueno, en realidad la imagen que allí aparecía; era Tetsuya. Sin pensarlo se inclinó sobre el mostrador para subir el volumen, olvidándose por completo de los cigarrillos.

Allí, aparecía una reportera, dando la siguiente noticia: “Tetsuya Ogawa, detenido por posesión de drogas heroicas. El joven diseñador y empresario de la marca TETSU69, fue detenido esta madrugada mientras viajaba en su auto. La detención se realizó en la calle….” En esa calle se encontraba el departamento de Sakai… susurró para sí mismo.

-Señor, sus cigarrillos…- le dijo el dependiente. –¿Señor…?

Pero Hyde parecía ausente, perdido en sus pensamientos.

El Tetsuya que él conocía no se acercaría a ninguna sustancia tóxica. El Tetsuya que él conocía no le habría traicionado… ¿Dónde había quedado el hombre del que tanto se enamoró? Se sintió mareado… su mundo comenzaba a tambalearse.

Entonces, decidido, se echó a correr…

-¡Señor, sus cigarrillos!!!

*******

Hyde llegó a la delegación. Había hombres y mujeres yendo y viniendo, Hyde no sabía a quién dirigirse así que interceptó al primer oficial con el que se topó.

-Disculpe, necesito ver a Tetsuya Ogawa, me dijeron que está detenido.

-Lo sentimos, pero no se permiten visitas en este momento…- le respondió el tipo mecánicamente mientras caminaba para acomodarse tras un mostrador, con una voz tan odiosa como su rostro. Hyde se preguntó cuántas veces habría dicho eso el día de hoy…

-Disculpe, él es familiar, dele un pase por favor…- se escuchó a sus espaldas. Reconoció la voz al momento, Arai-san.

-Lo sentimos abogado, pero no puedo autorizar una visita a estas horas.

-Oiga, según la ley de…

-Guárdese sus argumentos, abogado. No puedo hacer nada. Es tarde. Lo siento.- le cortó con fastidio. En realidad no lo sentía. El oficial simplemente se retiró del lugar.

-Minoru-san…- Hyde se acercó al abogado.

-Hyde-san, lo siento.

-Está bien, gracias.

-Dime, ¿cómo te enteraste?

-Por los noticieros.

-Ya veo... así que ya está en los noticieros, ¡maldición!- exclamó preocupado. –He estado llamándote, pensé que sería mejor si lo escuchabas de mí.

-Lo siento, mi celular debe estar descargado o algo así…- dijo al tiempo que buscaba el aparato en sus bolcillos, cuando lo encontró, lo primero que hizo fue checar las llamadas perdidas. Ahí estaban, entre las cincuenta llamadas perdidas estaban al menos diez del abogado… -¿Puedo saber qué ocurrió?- preguntó Hyde regresando la atención al abogado.

-Sólo sé que Tetsuya fue a visitar a Sakai-san, y por alguna razón lo detuvieron a unas cuadras de su departamento…- se quedó pensativo. –No puedo explicarlo, pero… las circunstancias… Es como si los oficiales ya supieran dónde y qué buscar.

Hyde bajó la mirada y su semblante se ensombreció. Arai se dio cuenta y por un segundo se sintió culpable. De repente, recordó lo sucedió en el evento.

-¿Puedo preguntar qué pasó en la pasarela? Entre Tetsuya y tú…- Hyde no respondió. El abogado sonrió resignado. –De acuerdo, Tetsu me pidió que te diera esto…- le tendió un papel. Ahí estaban escritos un nombre y un teléfono, pero lo que verdaderamente llamó su atención fue la última línea “detective privado” rezaba. –Me pidió que te dijera que debes llamarle…

-¿Detective privado?- preguntó curioso, pero Arai simplemente se encogió de hombros.

-Por favor, ayúdale.- le pidió antes de retirarse. –Ah, y no le digas que vine.

-Le daría gusto saber que aún te importa.

-Por favor…- volvió a pedir. Minoru simplemente asintió.  

-Te mantendré informado.

-Gracias.

 

********************************************************************************

 

No fue el sol entrando por la ventana lo que lo despertó. No fueron los besos de Ken tampoco (lamentablemente), no fue la alarma ni nada tan ordinario o extraordinario; fue la necesidad de saber que no estaba soñando, que todo lo que había estado viviendo en esta última semana, no era un simple sueño. Así que abrió los ojos lentamente y sintió al peso agradable a su lado. No se volvió, sabía que ese peso era el de Ken. Lo sabía porque ningún otro hombre se había quedo lo suficiente como para reconocer su presencia. Ese pensamiento le hizo sentir mal consigo mismo. ¿Si Ken supiera que había estado con todos esos hombres, aún le querría? Su corazón comenzó a acelerarse… estuvo a punto de volverse, tenía que ver el rostro de Ken y creer que…

-Deja de pensar tanto, Yuki.- Ken se abrazó a su espalda y le besó la nuca. Estornudó cuando el cabello del rubio le rosó la nariz.

-Ken…- Yukihiro sonrió.

-¿Qué tanto piensas?- se abrazó más, le acarició el vientre y Yukihiro se removió un poco. Ambos seguían desnudos, anoche se habían quedado hasta muy tarde (o muy temprano) hablando y para cuando decidieron irse a la cama, Yukihiro simplemente se colocó la camisa de Ken, y este sin vergüenza alguna, se encaminó completamente desnudo.

-En tonterías…-dijo.

-Oh, y yo que creí que estabas pensando en mí…

Yukihiro se giró lentamente y susurró un: -Por eso…- y rio con mesura ante su propio chiste, ocultando el rostro entre las sábanas. Ken le miró con falsa molestia y comenzó a atacarlo con cosquillas y besos.

-¿Cuándo te convertiste en comediante, eh?

Y de repente, Ken se quedó serio.

-Oye, Ken ¿te enojaste?

-¿Qué? Ah, no claro que no. Oye, Yuki… ¿esto significa que vendrás con nosotros?

-Ken, tengo que volver a la escuela, tengo que atender mis clases y… No puedo dejarla así como así…

-Vamos, Yuki… Aquí también hay escuelas, podrías dar clases aquí cerca…

Yukihiro pensó en un montón de pretextos y excusas que bien podría darle, pero, a quién quería engañar, esto era lo que tanto había anhelado, entonces, ¿por qué dudaba tanto?

-¿Yuki?- le llamó, pero el rubio no pareció escucharle así que espero un momento, pero nada. Yukihiro se lo estaba pensando demasiado. Ken tuvo la sensación de que le estaba obligando a corresponderle. –Lo siento, Yuki. Tienes razón. Supongo que es egoísta de mi parte pedirte que cambies tu vida, tu modo de vivir por mí…

-No, Ken, no es eso…- En ese momento su celular comenzó a sonar. Intentó ignorarlo. –Ken, yo creo que…- otra vez el teléfono. Con cierto fastidio se levantó para tomar su teléfono y contestar. –lo siento, tengo que atender.- le dijo y descolgó. -¿Diga?... ¡J!... sí, lo siento he estado un poco ocupado… no, claro que no….- al escuchar de quién se trataba, Ken se levantó de cama y comenzó a vestirse, y pronto dejó al profesor solo en la habitación. –No estoy muy seguro… ajá, te lo prometo…

 

Ken entró a la cocina y buscó, entre lo poco que tenía en la alacena, el café instantáneo y encendió la cafetera… colocó dos tazas en la barra y se sentó a esperar a que el café estuviera listo.

En el momento justo en que la cafetera anunció que la infusión estaba lista, también se escuchó la puerta de la habitación principal abrirse. Yukihiro apareció vestido. Se recargó en el umbral de la cocina, observando atentamente al moreno.

-Y… ¿tu enamorado?- Yukihiro tuvo ganas de reír ante el tono de voz, los celos eran tan evidentes…

-¿Hablas de J?- dijo como si nada. –Pues nada, quiere que nos veamos…

-Oh…

-Le dije que en cuanto volviera a Kansai nos reuniríamos. Tiene algo muy importante que decirme…

-Lo imagino…- dijo para sí mismo.

Yukihiro se acercó y se sentó en la barra, frente a Ken. Este le preparo un par de tostadas y le sirvió la taza de café. En completo silencio, mientras Yukihiro desayunaba, Ken se dedicó a fumar y a observarlo atentamente. Ahora lo miraba sin miedo, sin restricciones.

-¿Estás enojado?- dejó el pan tostado en el plato. Suspiró pesadamente.

-¿Qué?- Ken dejó su cigarrillo también de lado. –No, no, es sólo que pensaba en… bueno,- sonrió con picardía. –En todo lo que hicimos anoche…

-¡¿Ken?!- se sonrojó. -¿Cómo puedes pensar en eso ahora?

Ken lanzó una risilla, de esas muy típicas de él. De las que a Yukihiro, y a cualquier chica, le provocaban sonrojos y a la vez querer lanzársele y comérselo a besos.

-Contigo al lado, así, no puedo pensar en otra cosa, Yuki… aún recuerdo la primera vez que lo hicimos, ¿tú te acuerdas?

-No.

Ken tomó el cigarrillo y aspiró entre risillas. –Pues yo sí. Tu carita llena de vergüenza y al mismo tiempo de deseo…

-Estabas borracho, no puedes recordarlo…- riñó con el rostro oculto entre su taza de café.

-¡Ah, entonces sí lo recuerdas!- Yuki no contestó, ocultó más su rostro.

Una calidez increíble invadió el corazón de Yukihiro. Tal vez sí podía empezar de nuevo con Ken, con su hijo. Tal vez… sólo tenía que darse la oportunidad…

 

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Vagó sin rumbo, lo único que le apetecía en este momento era desaparecer.

Drogas…

En realidad agradecía no haber entrado a hablar con Tetsuya. ¿Qué le habría dicho de todas maneras? Tenía muchas preguntas, pero…. ¿Desde cuándo Tetsuya estaba metido en drogas? ¿Esta era la razón por la que había estado actuando tan raro las últimas semanas? Lo de Ayana Sakai…. ¿esto lo explicaba?

De pronto, las luces fluorescentes y los sonidos estridentes lo alcanzaron. Hyde había llegado a la zona bulliciosa de Tokio. Aquí sólo había bares y hoteles…

Tetsuya solía decir que Hyde siempre era atraído por las masas, las luces y el ruido; aun cuando él se empeñaba en frecuentar lugares oscuros… y aparentemente, también por personas oscuras… él siempre refulgía…

De repente su garganta estaba demasiado seca.

Al entrar al bar, la fuerte música le ensordeció los pensamientos. Justo el efecto que buscaba. Ahora, un poco de alcohol, también quería ensordecer un poco los sentimientos.

Luego de un rato, luego de la…. No estaba seguro cuantos tragos llevaba, su celular comenzó a sonar. No respondió, era Arimatsu y no se sentía con ganas de pelear. Repentinamente recordó las otras treinta llamadas perdidas, todas de Camui.

Lo pensó mucho antes de marcar su número. Pero, él era su amigo también, después de todo…

-Hyde, hola, ¿cómo estás?- Camui realmente se escuchaba sorprendido. –Estaba preocupado después de ver cómo saliste de ese lugar, la pasarela quiero decir. ¿Estás bien?

-Estoy bien, Gacchan. Gracias.

-Pues no lo parece, te escuchas algo...

-Estoy algo cansado, eso es todo.

-¿Ya comiste?

-No tengo hambre.

-¡Vaya! Eso es grave, deberías ver un doctor…- se burló y Hyde no pudo evitar sonreír un poco. En el fondo se lo agradeció. –¿Dónde estás? Iré a buscarte…

-No hace falta, de veras.

-Yo también quiero festejar…

-¿Festejar?

-Estás festejando que rompiste con ese tipo, ¿o no?

-Adiós, Camui…

-Vamos, al menos dime en qué pub estás y nos encontramos allí, te vendría bien algo de compañía, mi compañía quiero decir… además así me contarás qué…

-Adiós, Camui.

-¡Oye, espera…!

Colgó. A veces era tan imbécil.

Y de repente, Tetsuya regresó a su mente…

Tomó otra copa y alguien, un tipo se acercó a la barra y pidió algo, Hyde no le escuchó, no le prestó realmente atención hasta que se inclinó sobre él y le pregunto su nombre. Hyde sonrió coqueto, no podía evitarlo, era su naturaleza después de todo.

-¿Me dirás tu nombre?- El tipo le mostro una sonrisa brillante, de dientes blancos y parejos.

-Lo siento, no estoy interesado.

El bartender se acercó, el tipo pidió un par de tragos, uno para él y el otro lo acercó a Hyde, este la rechazó.  

-¿Sabes?, tu rechazó sólo hace que me sienta más interesado en ti…

 

*******

 

Luego de que Hyde se fuera sin decirle a dónde se dirigía, Atsushi regresó a su habitación, se sentó en el sofá junto a la ventana y entonces recordó la carpeta que Camui le había entregado. Intentó recordar dónde lo había dejado y entonces supuso que aún debía estar en su chaqueta. Regresó al pasillo y la encontró en el perchero. En efecto ahí estaba el sobre.

Lo abrió lentamente, casi con solemnidad. Por un momento se sintió nervioso, como si presintiera algo, aunque no estaba seguro qué.

Tomó la primera hoja, en ella estaban los datos de la familia Takarai. Anotaciones sobre, Mizuki y Hiroki Takarai. Algo sobre la niñez de Hideto. En la segunda hoja, los métodos, las fuentes de información, todo el proceso de búsqueda documentado.

Y entonces, al pasar a la tercera hoja, la carpeta cayó de sus manos… los resultados de dicha búsqueda estaban allí…

El corazón de Sakurai comenzó a dar latidos mucho más largos y dolorosos.

Los papeles cayeron desparramados por el piso, de entre todas las hojas barajeadas un nombre sobresalía; “Nagisa Koumori”

 

Notas finales:

Por cierto, Feliz Año Nuevo a todos!!!!!!!

y espero no haber perdido el hilo de historia, pero sobre todo espero que les haya gustado. 

 

Continuará....


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