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MEMORIES por Sakurako

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Notas del capitulo:

Hola, este capítulo me quedó muuy largo. Pero es que aquí aparece Ken...

Imposible no hacerlo largo...

Disfrútenlo. 

 

                Capítulo II

                BRILLIANT YEARS

                                                               Más allá de un espejismo

                                                               ¿A dónde van a parar los recuerdos?

                                                               Tus pisadas ya se han borrado

                                                               Y no creo ni que te llegue mi mensaje

                                                               Mas quiero verte

                                                              Aunque no te importe

                                                               Quiero oírte. Quiero verte…

 

 

PRIMERA PARTE

 

-Entonces… tú eres…?

-¡Qué te importa!

-JAJAJAJAJA tienes agallas, pequeño…- aseguró el nuevo compañero de Hideto.

En realidad ese chico estaba un grado más adelante que Hide, pero eran compañeros de escuela. Un chico alto, delgado, de rasgos felinos, de andar presuntuoso y desparramado. De mirada clara e intensa y sonrisa traviesa. Un chico sumamente alegre y vivaz.

-¡¡No soy pequeño. Mi nombre es Hyde ¿Quieres que te lo grabe en la cara, imbécil?!!

-Vamos, no te enojes…- pidió en tono sosegado. –Perdóname, ¿sí?, hace rato, me confundí.- aceptó. -Pero es que es tu culpa. Con esa carita y esas poses…- y encima, lo había dicho con un gesto ladino. Mirándolo de arriba a abajo, lanzando un silbido de apreciación.

Hyde estuvo a punto de lanzarle un golpe a la cara por eso. Pero se contuvo. Ese chico era mucho más alto y corpulento que él. No había mucha duda de quién ganaría en una batalla cuerpo a cuerpo, aunque normalmente, eso poco le importaba, pero por alguna razón, hoy le importó.

-Por cierto, yo soy Ken. Kitamura Ken.- le tendió la mano. Hyde la observó un rato, luego le miró a los ojos y lanzó una risilla burlesca, llena de exasperación y salió del aula. Ken lo miró ceñudo, pero no molesto, sino divertido.

-Nos vemos mañana… “pequeño”- siguió Kitamura. Hyde, al escucharlo, simplemente masculló un “Imbécil” tan alto para que el otro chico lo escuchara.

El moreno se lanzó a reír. Ese chico con rasgos delicados y carácter tan fuerte era realmente interesante.

 

*******

 

-Llegas tarde, Hyde.

-¿Quién eres? ¿Mi jefe?- contestó groseramente.

-No, yo creí que era tu amigo…

-Perdóname, Yuki. Sé que tú no tienes la culpa pero… Pero es que vengo…- gruñó antes de ahogar un gran suspiro de puro cansancio.

-¿Un mal día?- preguntó Yukihiro, sonriéndole dulcemente. Dándole ánimos, intentando que recuperara su buen humor. Después de todo, era raro ver a Hideto enojado. Hyde simplemente asintió. –Cuéntame.

-Hay un chico nuevo. Va en último, creo… un tal… Kitamura… pero es un imbécil.- A Yukihiro se le escapó una risilla. –No te rías, Yuki. ES un imbécil.

-Yo estaba ahí, platicando con Megumi, ¿la recuerdas?- Yukihiro asintió. Hyde se la había presentado el año pasado, cuando Hyde juraba que estaba enamorado de ella. Que ella era el amor de su vida. No fue así. Se dio cuenta luego de cuatro meses de noviazgo. –Y el muy idiota se acercó e intentó cortejarme. ¡Me confundió con una chica!

-¿En serio? ¿Y cómo te enteraste en qué grado va?- Preguntó Yukihiro intentando contener la risa. Bien podía imaginarse a Hyde averiguando acerca de ese chico. Hyde le lanzó una mirada amenazadora. Yukihiro se hizo el desentendido y continuó. -¿Qué te dijo?

-Me llamó lindura. Cuando Megumi tuvo que ir a clases…….

“-Debo irme, Hide. Pero platicamos luego, ¿sí?- se despidió la chica antes de echar a correr rumbo a su salón de clases.

Hyde se quedó mirándola partir, tan distraído estaba que no se percató de la persona que se acercaba a sus espaldas, hasta que sintió una mano sobre su hombro.

-Hola, Lindura… Si me dices tu nombre, te digo el mío…

-¡¿A quién llamas lindura, idiota?!- el chico se quedó estático, sorprendido. Esa voz… ¡qué demonios… ¿Es un chico?!

Hyde iba a seguir con sus improperios hacía el tipo que se había atrevido a “insultarlo” pero el profesor que pasaba por el pasillo se lo impidió. Hyde decidió dejarlo hasta ahí y siguió al maestro hasta el aula.

Durante el receso, Hyde se la había pasado escondiéndose de ese tipo. O investigándolo, pues iba de aquí para allá preguntando, de manera sutil, quién era ese chico y de dónde venía. Hyde era experto en obtener información de las personas sin que estas se dieran cuenta siquiera.

Cuando las clases terminaron, el chico nuevo lo había interceptado en su salón; interponiéndose entre este y la salida. Hyde lo miró amenazadoramente pero, el tipo no pareció intimidarse.

-Entonces… tú eres…?

-Qué te importa…”

 

-Oigan ustedes dos, es hora de ponerse a trabajar…- Interrumpió Mizuki, acercándose hasta la mesa donde estaban platicando.

-“¡Aquí no se les paga a los holgazanes!”- repitieron ambos divertidos. Era la frase favorita de la madre de Hideto, y se la sabían de memoria.

Hacía más de un año que Yukihiro había comenzado a trabajar en el restaurante de los Takarai. Sólo les ayudaba por las tardes.

Claro que esto lo hacía sin el permiso de su padre, qué ignoraba siquiera de la existencia de este restaurante. O de la familia Takarai. Y por supuesto de Hideto. Mucho menos sabía que su hijo trabajaba.

Al principio Yoshiro suponía que Yukihiro se pasaba las tardes en casa de la Sra. Aoyagi. Hacía ya cuatro años que Yukihiro veía a Hyde a escondidas. En realidad, ya no le importaba lo que su padre pensara, ahora tenía diez y seis años y bien podía hacer lo que quisiera.

 

Ambos se pusieron de pie y pretendieron limpiar las mesas mientras seguían con la charla.

-¿Terminaste el cuadro?- preguntó el rubio de repente. Recordando que la próxima semana sería el cumpleaños de Hiroki; y Hideto había decidió que, como regalo, pintaría un cuadro familiar. Pretendía utilizar la técnica favorita de su padre, la primera que le enseñara cuando niño. Estaba realmente emocionado por esto.

-Ya casi. Sólo me faltan algunos detalles, pero no te preocupes, lo tendré listo antes de su cumpleaños.

-Va a encantarle, ya verás.

-¿Tú crees? No soy tan bueno, después de todo…

-Bromeas…. Eres un gran artista…

-¡Será mejor que vengan a comer!- les llamó Mizuki desde la cocina.

Cuando los chicos entraron, encontraron su comida servida, esperándolos.

Normalmente comían algo del menú del restaurante. Pero cuando Mizuki les preparaba la comida, siempre les preparaba su comida favorita; arroz frito y verduras para Yukihiro y para Hideto; arroz con curry. A ambos les brillaron los ojos al ver los platos.

-¡Gracias!- dijeron casi al unísono. Se sentaron a la mesa y comenzaron a devorar los platillos. Mizuki los observaba divertida, con mucho cariño.

-Vendrás, ¿verdad, Yuki?- preguntó repentinamente la madre de Hideto, sentándose en la mesa junto al chico, susurrando para que su esposo no les escuchara.

Yukihiro sabía a qué se refería; la fiesta, o mejor dicho, la cena que tenían preparada para Hiroki. Sin embargo, el chico se removió en su lugar un poco incómodo. A pesar de tener ya cuatro años de conocerse, Yuki seguía siendo muy tímido y cuando los padres de su amigo lo trataban con tanto cariño él sólo atinaba a ponerse nervioso.

No entendía cómo era posible que los padres de su amigo lo trataran mejor que su propio padre, que no parecía importarle dónde estaba, cómo iba en la escuela o si acaso había comido. Suspiró. Pero así estaba bien, ya se había acostumbrado a los desplantes de su padre.  

-Es algo familiar y yo no quisiera molestarlos…

-No es una molestia y tú ya eres parte de la familia.- respondió la mujer enérgicamente pero cariñosa a la vez. –No puedes faltar. Además, podrías venir con tu padre, si quieres...

-No creo.- interrumpió enseguida. –Él siempre está muy ocupado y no creo que tenga tiempo…

La mujer no insistió. Hacía tiempo que se empeñaba en conocer al padre del mejor amigo de su hijo, pero no había caso. Sabía que algo andaba mal, no era tonta, pero si él no decía nada, ella no podía entrometerse así como así. Suspiró resignada.

 

********************************************************************************

 

Cuando Yukihiro llegó a su casa, se encontró con que su padre tenía un invitado. Eso era raro, normalmente, cuando Yukihiro llegaba, encontraba a su padre encerrado en su estudio. No lo molestaba, subía directo a su habitación. Algunas veces, podían pasar incluso semanas sin que se vieran.

El trabajo de Yoshiro Awaji consistía, principalmente, en supervisar todas las escuelas del distrito, esto quería decir que debía visitarlas constantemente, pues era él quien mantenía el orden en ellas.

Y mientras sus reportes se entregaran en la fecha indicada,  mientras no hubiera quejas respecto a su trabajo, y más importante, mientras el nivel académico se mantuviera, el Sr. Awaji podía pasas años sin que su jefe le molestara.

Sin embargo, esa mañana le avisaron que su jefe había llegado a Wakayama para hacer una evaluación sorpresa a todos sus subordinados, y se había autoinvitado a cenar en casa de Yoshiro Awaji.

El Sr. Awaji no pudo negarse por obvias razones.

-Buenas noches…- saludó Yukihiro cortésmente cuando pasó por el comedor, rumbo a su habitación. No pudo evitar sentirse sorprendido, extrañado, mirando al hombre sentado a la mesa con su padre, después de todo ellos jamás tenían invitados.

-¡Hola, buenas noches!- devolvió el saludo el extraño, con voz ridículamente chillante. A Yukihiro le molestó, pero no dijo nada. -¿Quién es este chico tan lindo?- preguntó con un gesto atrevido y un tono de voz aún más extraño que incomodó a Yukihiro. El hombre se levantó de su lugar e hizo el ademán de acercarse al chico.

Yoshiro lo miró un momento, también le había molestado el tono que había empleado, pero era su jefe y no podía encararlo sólo porque lo había hecho sentir incómodo.

-Él es mi hijo, Yukihiro.- le presentó, levantándose de su lugar e interponiéndose entre su hijo y su jefe. –Yukihiro, él es el Sr. Motoyuki, mi jefe.

-Encantado.- respondió educadamente.

-Vaya, tú hijo es muy guapo. Apuesto a que es muy popular con las chicas…- aduló el hombre intentando acercarse a Yukihiro, quien retrocedió instintivamente.

-Si me disculpan, tengo mucha tarea…

-Adelante.- le apresuró su padre.

 

Ese hombre le había hecho sentir incómodo. No podía explicárselo pero la manera en que lo había mirado…

Suspiró. “Tonterías”, pensó.

Tomó su mochila, sacó sus libros e intentó concentrarse en la lección.

 

-¿Por qué nunca mencionaste que tenías un hijo?- le preguntó el jefe.

-No creí que fuera algo relevante, Motoyuki-san. Además, Tomo-san sabía de mi hijo…

-Bueno, es que en tu informe no dice que seas casado y…

-Viudo…

-¿En serio…?

Motoyuki Otsuka, mejor conocido como Morrie, era un hombre que a sus veintinueve años tenía todo lo que cualquier hombre pudiera desear.

 

Inició como maestro suplente a muy corta edad, cuando aún seguía en el colegio. Él era un tipo muy listo y ambicioso; fue cuestión de tiempo para que, una vez que ocupara el puesto como profesor regular, ascendiera hasta el puesto de director. A nadie le sorprendió tampoco que en tan poco tiempo hubiera logrado llegar a ser el delegado de educación en la zona de Kansai.

De hecho, la única razón, realmente, para que se encontrara ahí, en la casa de Yoshiro Awaji, no era otra más que presentarse como su nuevo superior.

Sin embargo, Motoyuki Otsuka era una persona misteriosa, si bien era muy conocido en el ámbito laborar, gracias a sus grandes logros como docente y director, nadie sabía nada de su pasado; de dónde venía o si tenía familia. Si estaba casado o soltero. Si vivía solo o compartía piso con alguien. Nada.

Pero, Morrie, como ya dije antes, es una persona ambiciosa, en todos los sentidos de la palabra. Él siempre tenía lo que quería. Siempre conseguía a la persona que se le antojaba. No había chica o chico que se le resistiera.

Y justo ahora, se le antojaba cierto chico rubio, delgado e introvertido.

De pronto, se sentía motivado. De pronto, este ascenso, era lo mejor que le había pasado.

 

********************************************************************************

 

Sentado en el pasto, con un bastidor recargado en las piernas, concentrado en el movimiento de la muñeca, se encontraba Hideto, dándole los últimos toques al cuadro.

-¿Qué haces enano?

-¡No soy enano. Mi nombre es…!

-Hyde, sí ya sé… pero, ¿qué haces?- Hideto suspiró pesadamente, Ken podía llegar a ser una persona realmente exasperante. Aunque si debía ser sincero, estaba acostumbrándose al carácter alegre del chico y hasta a contagiarse un poco también.

-Es un retrato. Es un regalo de cumpleaños.- Respondió sin mucho interés. Concentrado en los trazos. Debía quedar perfecto.

Hoy por la noche se lo daría a su padre, durante la cena sorpresa que habían organizado entre su madre y él, y Yukihiro, por supuesto.

-¿Puedo verlo?- preguntó en un tono infantil, intentando arrebatárselo. Pero Hyde fue más rápido y lo esquivó. Aunque Hideto estuvo a punto de lanzarse a reír, se aguantó, le gustaba molestar a su nuevo amigo.

-No.- respondió secamente. Ignorándolo por completo. Con la vista clavada en la pintura, pero con una ligera sonrisa burlesca.

-¡Por favor…..!- le rogaba, puchero incluido.

Hyde rodó los ojos con fingido fastidio. Le era difícil creer que ese tipo, más alto que él, más fornido que él,  mayor que él… se comportara también, mucho más infantil que él.

-Sólo… no lo toques, ¿sí? No quiero que lo arruines, Kitamura….

-¡Vaya, enano, realmente eres bueno en esto!- le alabó maravillado. -¿Dónde aprendiste?

-Bueno… mi papá me enseñó…

-Ahh casi lo olvido… comenzaremos esta noche con las prácticas de guitarra. No podrá ser en mi casa, si mi viejo se entera que aún tengo la guitarra, me echa a patadas… será en casa de Hiro. ¿No te molesta o sí?

-¿Esta noche? No puedo. Hoy es el cumpleaños de papá. Hemos planeado la cena desde hace meses…

-…Mmmm….- hizo una mueca de decepción, para luego sonreír ampliamente, con los ojos brillantes y esperanzados. -¿Puedo ir también?

-¿Qué?

-Van a festejar, ¿cierto?- Hyde asintió. –Habrá comida y pastel y regalos y…

-¿Y…?

-Y prometo llevarle un regalo también… ¿sí?

-No.- y regresó su atención a la pintura.

-¿Por qué? Prometo portarme bien, ¿sí?- Hyde seguía ignorándolo, conteniendo la risa. -¡Ándale, enano, llévame, ¿sí?! ¡¡Deja de ignorarme, Akuma del demonio!!

En ese momento, Hyde estalló en carcajadas. –De acuerdo. Pero, llevas regalo, ¿eh?- Ken sonrió agradecido, le abrazó feliz. Realmente se comportaba como un niño.

 

*******

 

“¡Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños Papá querido, feliz cumpleaños a ti….!”

Hiroki Takarai reía encantado, divertido, emocionado.

Esa mañana, nadie le había felicitado y, aunque sabía que tal vez le preparaban alguna sorpresa, no pudo evitar sentirse un poco decepcionado.

Había esperado que su hijo lo despertara muy temprano para felicitarlo, como hacía cada año. Que su esposa apareciera con el desayuno servido en charola. Era como un rito, ella preparaba el mismo desayuno para el cumpleañero cada año; café con leche, jugo, fruta picada en un tazón y una rebanada de pastel de chocolate. Pero nada.

Todo había sido demasiado normal. Hideto se marchó temprano a la escuela, su esposa se dispuso a limpiar la casa y prometió que en cuanto terminara, iría a ayudarle al restaurante.

Se sintió triste, pero conocía a su familia y supuso que le tenían algo preparado. Pero cuando Hideto llegó al restaurante luego de la escuela y no dijo nada, o cuando Yuki avisó que no podría ir a ayudar, y su esposa parecía tan normal, entonces se resignó; lo habían olvidado.

Cerraron el restaurante un poco más temprano de lo normal, después de todo había estado muy solo. Hiroki se dirigió al salón con una taza de café en una mano y sus pinceles en la otra. Se sentó frente al caballete, colocó los pinceles en su lugar y se dispuso a continuar con la pintura en la que venía trabajando dese hacía un mes.

Se encontraba distraído, con la mirada perdida en el cielo, intentando recordar la sensación que le había generado ese sueño hacía un mes, un sueño demasiado extraño que le había despertado de repente, y que intentó plasmar en su pintura. En el momento justo en que tomó el pincel, antes de estampar el trazo, los escuchó entonando la canción y cruzando la puerta con el pastel en las manos.

Sonrió emocionado.

-Muchas felicidades, cariño…- le deseó su esposa, abrazándolo y dejando un ligero beso en los labios de su esposo. Hideto los observaba maravillado, le gustaba saber que sus padres realmente se amaban.

-Felicidades, papá.- Hideto le abrazó también.

-Sí que me hicieron sufrir…- les reclamó con fingida molestia. Pero con una sonrisa enorme.

-Pero la sorpresa fue mayor, ¿o no?- le preguntó Hideto, alegre, feliz.

En ese momento alguien tocó a la puerta. Mizuki atendió.

-Muchas felicidades, señor Takarai.

Era Ken.

Hiroki lo miró curioso, elevando una ceja, ¿quién era ese chico? Ken se sintió intimidado, el señor Takarai parecía molesto. De hecho, esa era la impresión que la gente tenía de él a primera vista.

-Él es Ken, Papá. Kitamura Ken. Lo invité, ¿no te molesta o sí?

-Claro que no.- le miró serio, examinándolo. Hideto rio un poco divertido por la cara de espanto que Ken había puesto. Su padre era el ser más gentil que jamás haya conocido, y cualquier persona que le conociera un poco, daba fe de ello. Pero su expresión dura, realmente imponía. –Los amigos de Hide-kun son bien venidos.- Le dijo finalmente, estrechando su mano.

En ese momento Ken le tendió un paquete. –Es un pequeño regalo. Hyde me contó que usted es pintor… es un libro con las pinturas más famosas de la historia…

-No debiste molestarte, pero gracias…-

-Y este es de parte de Yuki…- Hideto le tendió otro paquete. –Te manda felicitaciones y una disculpa por no poder estar aquí.

-Muchas gracias, pero de verdad, no debieron…

-Y este es… es de mi parte…- le tendió el cuadro, envuelto en una manta. Se sentía avergonzado e ilusionado al mismo tiempo.

-¿Puedo abrirlo ahora?- preguntó su padre con una suave sonrisa. Hideto asintió. –Es maravilloso… ¿cuándo lo hiciste? ¿Cuándo comenzaste a pintarlo? ¿Por qué no te vi trabando en esto? ¿A qué hora, siempre estás muy ocupado? Entre la escuela, el restaurante y tus prácticas con la guitarra…

-Lo hacía durante los recesos en la escuela.- le interrumpió Ken. –Si lo hubiera visto… concentrado en lo que hacía. Hyde realmente se esforzó.

-¿Hyde?- preguntó su madre, con el rostro constreñido. Hacía rato que se había sentado en el sofá más alejado, observándolos, disfrutando del espectáculo.

-Mamá…- le rezongó Hideto, avergonzado.

-Tu nombre es Hideto, no Hyde…

Ken y Hiroki rieron divertidos por el rostro de fastidio que había puesto Hyde.

-¿Ken, dónde vives? Se hace tarde y no quisiera que…

-No se preocupe, señora. Vivo a tres calles de aquí. En la casa del centro.

-¿De verdad? ¿Hace cuánto que se mudaron? Según recuerdo esa casa estaba vacía desde hacía más de tres años.- preguntó Mizuki.

-Nos mudamos apenas hace tres meses.

-Y… ¿A qué se dedica tu padre?- siguió la mujer con el interrogatorio.

-Mamá, ya déjalo en paz…- le pidió Hideto. Ken y Hiroki volvieron a reír.

-Es abogado… bueno, era. Ahora es juez. Fue asignado a esta zona y bueno… aquí estamos.

-¿Tu padre es el Juez Kitamura?- ahora quien preguntó un poco sorprendido fue el padre de Hideto.-He escuchado que es un hombre muy rígido…- Ken hizo una mueca de disgusto y asintió.

-¿Cuántos son en tu familia?- Mizuki Takarai se había dado cuenta de la incomodidad del joven al mencionar el trabajo de su padre, así que desvió un poco el tema. Aunque no mucho.

-Somos cuatro: Mi padre, mi mamá, una hermana mayor y yo…

 

Se entretuvieron un poco más hablando y otro tanto admirando las pinturas del señor Takarai, y ayudaron a colgar el cuadro que Hideto le había regalado.

-Es tarde, enano y debo irme…- le susurró el moreno a Hyde.

-Vamos, te acompaño.

Ken se despidió de los padres de Hyde y ambos se retiraron.

-¿Tienes una hermana?- preguntó Hyde de repente. Ken asintió. -¿Por qué no me lo habías dicho?

-…Mmmm…- se encogió de hombros. -Oye, ella tiene novio, ¿eh?

Hyde rió divertido. -¿A caso estás celoso, Kitamura?- bromeó el pelilargo.

-Tal vez… yo te vi primero, así que me perteneces…- respondió Ken seriamente. Hyde se detuvo en seco, sorprendido o asustado, no estaba seguro. –Oye, sólo bromeo…

Hyde rió nervioso, sin ganas y casi corrió para alcanzar a su amigo, con la vista puesta en sus zapatos.

 

Desde aquel día, o mejor dicho, desde aquella noche Hyde se comportaba de manera extraña, ya que cada vez que Ken se le acercaba, él se ponía nervioso… Y se había vuelto una situación difícil para él, pues ambos se habían vuelto inseparables. Casi no se veían luego de la escuela, pero en ella se la pasaban todo el tiempo juntos.

Hide, a pesar de ser una persona muy sociable, no contaba con muchos amigos. Además de Yukihiro y Ken, también estaba Hiro, otro chico con el que ensayaba guitarra en su casa. A parte de ellos tres, sólo hablaba con chicas, pues era muy popular entre las chicas. Aunque no tanto como Ken; y eso le fastidiaba.

Hyde se había preguntado muchas veces qué era esa sensación que ese chico extraño y desvergonzado le generaba, lo suponía y temía preguntar; temía estar en lo correcto.

 

Otro que actuaba bastante raro últimamente era Yukihiro. Para empezar ya casi no iba al restaurante, y cuando se presentaba, apenas se quedaba un par de horas y siempre parecía algo nervioso.

Yukihiro siempre había sido muy tímido, reservado pero desde hace tiempo, lo era aún más. A pesar de su timidez, Yukihiro hablaba mucho con Hyde, le tenía mucha confianza, pero, a pesar de que Hideto le preguntaba qué le atormentaba, él simplemente contestaba que todo estaba bien. Hyde supuso que se trataba de su padre, pero… no estaba seguro.

Hideto también había querido contarle sobre su confusión, pero ni siquiera había podido presentarle a Ken.

Así que, primero lo primero: debía presentarle a Kituamura….

 

-¿Seguro que no se enojará, Enano?

-Que no…- respondió molesto. –Yuki es mi amigo y quiero que lo conozcas…- El chico miró a ambos lados de la calle, más que nada para ocultar su incomodidad.

Ken y Hyde se encontraban a fuera del colegio al que Yukihiro asistía, esperándolo. El rubio le había dicho que esa semana no podría ayudar en el restaurante y que su padre había cortado la línea telefónica, así que tampoco podrían estar en contacto, de manera que decidió ser él quien lo visitara.

Tampoco había podido avisarle, así que debían interceptarlo. 

-¿Debo sentirme celoso?- Ken estrechó los ojos con sospecha. Esas eran bromas típicas del joven, bromas que sólo ayudaban a aumentar la confusión de Hyde.

-Idiota… cállate que ahí viene…

Y en efecto, en ese momento, Yukihiro cruzaba la reja.

El muchacho caminaba con la vista gacha, totalmente retraído. Parecía triste o preocupado o ansioso, no estaba seguro pero Hyde lo notó y se inquietó aún más. 

-¿Cuál es?- preguntó Ken, mirando a todos lados.

-¡Yuki!- Le gritó Hyde. –Es ese… el de la bufanda roja…- se dirigió a Ken. Señalando a un chico entre la multitud.

-¿El del cabello largo?- volvió a preguntar.

Hace tiempo, Hideto y Yukihiro decidieron que se dejarían crecer el cabello. Al estilo de sus ídolos del rock. Había sido un pacto entre amigos.

-Sí…- respondió mientras se adelantaba a su amigo y cruzaba la calle. -¡YUKI!- volvió a gritar.

Yukihiro se giró extrañado, sin duda había reconocido la voz.

-¿Hide-chan? ¿Qué haces aquí?

-Bueno, como tú no puedes ir a casa, yo vine a verte.- le sonrió feliz. –Además, quería presentarte por fin… al vago este…- señaló a Ken que se encontraba detrás de él. –Es Ken. ¿Recuerdas que te conté de él?

-S-sí, claro…- A penas y cruzaron miradas. Yukihiro se notaba realmente nervioso.

-Por fin te conozco, Yuki. Hyde no deja de hablar de ti…- le tendió la mano para saludarlo. Yukihiro, entre los nervios, no supo qué hacer. Ken recogió su mano un poco incómodo.

-M-mucho gusto…- murmuró finalmente.

-¿Qué les parece si vamos al parque que está justo al otro lado?

-Lo siento, no puedo, Hide-chan.- Yukihiro observó fijamente el auto que se había detenido justo enfrente. Ahora sí se notaba ansioso. –Vinieron a recogerme…

-¿Izumi-san está aquí?- preguntó Hyde mirando a todos lados, tratando de encontrarla.

-N-no, es… un amigo de papá…- explicó y en ese momento se escuchó el claxon del automóvil, indicándole que debía apurarse. –Lo siento, debo irme ya.

Yukihiro se despidió con una reverencia antes de echarse a correr rumbo al costoso auto.

Hyde y Ken se le quedaron mirando muy extrañados. Hyde, un tanto preocupado, ¿Quién rayos era ese tipo y por qué Yukihiro jamás lo había mencionado?

-Oye, tú amigo es extraño…

-Sí, bueno… suelo atraer gente rara…

-Sí…- el chico alto asintió divertido. -¡Oye!- y luego se ofendió. Había captado la indirecta.

Hyde comenzó el camino de regreso, ignorando por completo a su amigo. Riendo juguetón ante el rictus de molestia mal fingido de Ken. 

 

Notas finales:

¿Muy extraño? Sí pueden regañarme la historia comenzará con un KenHyde (no supe cómo se abrevia)... 

¿Qué les parece?

Continuará...


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