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MEMORIES por Sakurako

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Notas del capitulo:

Y bueno, parece que mis desdos tienen vida propia. Intento que la historia sea corta y fluida, pero cuando acuerdo ya escribí un montón. 

Al menos espero que no les parezca aburrido. 

Disfrútenla. 

CUARTA PARTE

 

-¡Ken!

-Kao-chan…

-¿Es él?- preguntó la mujer al mirar al niño detrás de su padre. –Tú eres Yuudai-chan, ¿cierto?- el niño asintió sin salir de su escondite. -¡Vaya, cuánto has crecido! ¿No vas a darle un beso a tu tía Kaori?

-Vamos Yuu-chan, saluda a tu tía…

El niño se acercó tímidamente y le tendió la mano para saludarle. Pero Kaori se acuclilló y le abrazó fuertemente.

-Déjame verte. Vaya, se parece mucho a ti, Ken-chan…. Pero pasen, ¿quieres algo de comer, Yuudai-chan?

Padre e hijo entraron en la casa. Ken no pudo evitar notar  que, en el pequeño mueble junto al recibidor, estaba dispuesta una fotografía de Nana-chan; la primogénita de su hermana, su sobrina. La pequeña había fallecido a los tres meses de nacida. Una extraña enfermedad le había atacado. Ken sintió un nudo en la garganta al recordar esa época. Al lado había otra fotografía, la que se habían tomado en el hospital cuando nació su segundo hijo. Dos años después.

También notó que todo estaba muy limpio y ordenado. Demasiado.

-Masato y Kosuke-chan, ¿no están en casa?

-Masato y yo tuvimos una pelea. Una grande…- enfatizó con un gesto. –él y Ko-chan están en un campamento espacial. El muy imbécil me dijo que debía quedarme y reflexionar… ¿puedes creerlo?

Ken no pudo evitar lanzar una risilla. Su hermana tenía un temperamento explosivo, por otro lado, Masato era todo sensatez.

-Ya puede esperar sentado…

-Idiota…

-Oye, no utilices ese lenguaje delante de mi hijo…- el niño rio apenado por la palabra.

Se sentaron en la mesa de la cocina, tomaron un té y comenzaron a hablar. Hacía tanto tiempo que no se veían, demasiados años, de hecho. Pero Yuudai parecía algo inquieto. Kaori le dijo que podía salir a jugar, sin importarle si Ken le daba permiso o no. El niño salió corriendo, como si hubiera sido liberado de una mazmorra en donde había pasado gran parte de su vida.

-¿Vendrá contigo?

-…Eso espero…

-¿Te perdonó?

-Aún no… pero trabajo en ello…

-Sí que tienes agallas, hermanito. De verdad espero que lo consigas, Yuki-chan siempre me gustó…

-Es por eso que necesito que todo esté listo lo antes posible…

-Pues Masato tiene los papeles ya, dijo que te los llevaría personalmente, pero ya ves, nos peleamos y seguro lo olvidó. ¿De verdad volverás a Wakayama?- Ken asintió. –Caray, y tú que decías que odiabas este lugar.

-Ya ves, uno siempre vuelve a sus raíces…- dijo, recordando la voz suave pero masculina que le repetía eso mismo en otro tiempo, en otra situación y con el único propósito de tranquilizarlo…

Luego de un rato de quejarse de todo y todos, Ken, un poco aburrido, buscó con la mirada a su hijo pero no lo encontró donde estuvo jugando antes. Kaori le dijo que debía estar en alguna de las habitaciones jugando. Ken buscó habitación por habitación y nada. Salió al patio trasero y nada. Asustado, corrió a la calle miró a ambos lados y cuando notó que no estaba su corazón dio latidos mucho más largos y pesados.

Ken comenzó a gritar el nombre de su hijo, preguntándoles a las personas que pasaban si lo habían visto y entones, de la nada, el niño salió de entre unos arbustos.

-¡YUUDAI, ¿DÓNDE DEMONIOS TE HABÍAS METIDO? NO VUELVAS A ASUSTARME DE ESA MANERA, ¿ME ESCUCHASTE? JAMÁS VUELVAS A DESAPARECER ASÍ… - casi lloró.

El niño lo miraba entre asustado y extrañado, tal vez un poco divertido.

-¿Dónde te metiste?

-Había un perrito, uno muy bonito. ¿Me compras un perro, papá?- Dijo el niño tan tranquilo.

-Hablaremos de eso después.

-Yuudai-chan, no debes asustar así a tu padre. ¿Dónde estabas?- preguntó la tía.

-El abuelito tiene un perro y me dejó darle de comer…

-¿Un abuelito? Sabes que debes hablar con extraños, Yuu-chan…- le regañó Ken.

-Pero era un perrito muy bonito…

-No te preocupes, Ken. Ese hombre es muy solitario, pero no es peligroso, te lo aseguro. No es de por aquí, pero le gusta mucho el parque de la otra calle. Allí lleva a sus perros, creo que los entrena o algo así…

-De acuerdo, tenemos que irnos.

-¿Visitarás a nuestros padres?

-No lo creo, tal vez la próxima vez.

-Nuestra madre te extraña mucho. Y Papá ha cambiado, a puesto que estará muy feliz de conocer a Yuudai-chan…

-Tal vez la próxima vez…- repitió. –Vamos, Yuu-chan, despídete de tu tía.

-Adiós tía Kaori.

-Adiós cariño. Vengan a visitarme pronto, quiero que conozcas a tu primo Kosuke.

El niño asintió y entonces corrió con su padre. Los hermanos se despidieron nuevamente agitando la mano en el aire.

-¿Tienes hambre, Yuu-chan?- preguntó cuando subieron al auto.

-Un poco…

-Te llevaré al mejor restaurante de todo Wakayama…- dijo con un brillo especial en sus ojos. El niño asintió.

 

********************************************************************************

 

De pie en el recibidor, Hyde vagó la vista por todo el lugar, recordando…

Cuando recién llegaron a Tokio, Hyde insistía que debían encontrar otro lugar para vivir, cualquier otro, menos ese, donde Takanori, antiguo enamorado de Tetsuya, había vivido. Y aunque buscaron por un tiempo no encontraron nada mejor. Nada al gusto, a veces, extravagante de Hyde. Con gracia, recordó cuando al llegar Tetsuya una de esas tardes, no pudo abrir la puerta, porque Hyde había mandado cambiar todas las cerraduras; porque, según él, Takanori aún podía guardar copias. Tetsuya había reído tanto de la paranoia de su amante…

-¿De verdad estás bien, Hyde?

Hyde se volvió un poco desorientado. Iba a decir que sí, que todo estaba bien, pero al final no dijo nada. Algo le decía que en su rostro se reflejaban sus sentimientos en ese momento.

-Ahora de verdad creo que deberías irte, Gacchan.

-Estaba pensando que tal vez sería mejor si me quedo, ¿ya sabes? Por si acaso necesitas de mi ayuda…

-No seas tonto, estaré bien.

Gackt Camui, que no había pasado del recibidor, se dio la vuelta y se marchó. No sin antes despedirse con un gesto de mano del pintor.

Hyde, al verlo partir, se dirigió directo al dormitorio, se sentía cansado y lo único que le apetecía en ese momento era dormir. Se dejó caer pesadamente en el colchón, sin siquiera quitarse la ropa. Se giró sobre su cuerpo para poder contemplar el cielo de la habitación. Su padre tenía razón, debía mantener la mente fría y hablar tranquilamente con Ogawa, todo esto debía tener una explicación; y si todo esto era por su culpa, entonces debía enmendar las cosas, pero…

Pasos… se escucharon pasos en el pasillo…

Hyde se incorporó en seguida, no había escuchado la puerta principal abrirse o cerrarse…

Los pasos se acercaron cada vez más, y entonces se detuvieron en el umbral de la habitación. Hyde se volvió con miedo hacia ahí…

-¿Hyde? Creí que te quedarías un día más en Osaka… ¿cómo está tu padre?

No pudo responderle. Un millón de palabras se agolparon en su garganta, todas ellas reclamos, así que debió retenerlas, tensó sus manos en un puño y apretó sus labios en una línea fina. Tetsuya no pareció darse cuenta de la tormenta interna que le aquejaba en ese momento; porque el diseñador pasó de largo hasta el baño, abrió el grifo para llenar la tina y volvió a la habitación, todo sin prestarle la más mínima atención.

-Tetsu…- le llamó débilmente.

-Humm…- respondió descuidadamente, sin escucharle realmente, rebuscando entre los cajones.

-¡Tetsuya, ¿podrías detenerte un momento? Necesitamos hablar…!

El castaño le miró extrañado por el tono tan agresivo que había utilizado.

-Lo siento, Hyde. ¿Qué ocurre?- dijo y se sentó al borde de la cama.

Hyde estaba recargado en la cómoda, observándolo dolido. Al notar la mirada intensa pero transparente del castaño, Hyde, nervioso, comenzó a caminar alrededor de la habitación. Aún se escuchaba el rumor del agua llenado la tina.

-Yo…- comenzó inquieto.

*******

Al salir del departamento de Hyde, mientras bajaba por los escalones, a lo lejos, Camui logró ver a Tetsuya que se dirigía al mismo lugar de donde él había salido. El diseñador lucía cansado, Gackt sonrió, no era cansancio, era preocupación, sin duda algo atormentaba a ese tipo. Y no era que a él le importara, pero pensaba aprovechar la situación.

Cuando llegó a la calle, antes de subir a su automóvil, sacó su celular y marcó un número de los que guardaba en su agenda y esperó un momento a que la voz femenina atendiera.

-Creo que deberías llamar a ese Ogawa… ahora serían un buen momento….

No esperó a que la mujer le respondiera, al decir eso Camui simplemente colgó.

*******

-¿Me dirás qué está ocurriendo?

-Hyde, no sé de qué hablas…

 -Claro que lo sabes. Dime, ¿por qué me mentiste?- preguntó Hyde con cierto dolor.

-¿Mentirte?

-Dijiste que tomarías unas vacaciones, ¿no es cierto? Dijiste que la pasaríamos juntos, que tal vez iríamos a las montañas… dijiste que podríamos viajar a Sudamérica, ¿recuerdas?

-Doiha…- le interrumpió. Hyde calló de repente, bajó la mirada y suspiró pesadamente para controlar las ganas de llorar.

Tetsuya deseó poder contarle todo lo que le estaba ocurriendo a él en ese momento, pero no podía, no sin lastimar a Hyde; y Hyde ya tenía suficientes problemas con lo de su madre. Con lo de sus pinturas. Tetsuya sabía de la última crítica que habían recibido sus pinturas y no eran halagadoras… “Inmorales” había sido la palabra que ese periódico había utilizado para describirlas.

-¿Por qué me mentiste? Si necesitabas tiempo, me lo hubieras dicho… si necesitabas tiempo lejos de mí, yo….

-No, Hyde, no es eso. Por favor, créeme… si hay alguien en este a mundo a quien necesito, ese eres tú…

-Y aun así me apartas de tu vida… ¿Entonces, qué debo pensar?

-¿Confías en mí?- preguntó esperanzado.

-Yo… no lo sé…

Tetsuya se acercó, sabía que era difícil para el pintor internar entenderle si no sabía lo que estaba ocurriendo, pero no pudo aclararlo tampoco.

-¿Es ella? Dime la verdad, ¿estás acostándote con ella?

-No. Por Dios, Hyde, claro que no.

Pero en ese momento el celular de Tetsuya comenzó a sonar.

Cuando Hyde escuchó el aparato, le dedicó una mirada llena de súplica a su pareja, en silencio le pedía que no atendiera, que por esa noche se preocupara un poco por él, que le explicara, que respondiera a sus preguntas, que disipara sus miedo, que ya no le permitiera seguir pensando, pero….

-¿Sí?- respondió.

Tetsuya tomó su teléfono y respondió con premura, ni siquiera miró la pantalla para saber quién le llamaba a esa hora de la noche.

-…Ayana, no te preocupes… no, está bien… dime…- continuó.

Al escucharlo, Hyde, molesto, tomó su chaqueta y salió del lugar.

Cuando Tetsuya lo vio pasar a su lado intentó detenerlo, pero Hyde se deshizo del agarre con violencia y sin escucharle salió de allí.

 

********************************************************************************

 

…Lo sentimos, el número que usted marcó, está ocupado o fuera del área de servicio. Le sugerimos intentar más tarde….

-¡Maldición!- juró Ken. Yuudai lo miró un poco azorado. –Lo siento hijo. ¿Qué te parece si salimos a desayunar?

-Tengo sueño…

-Vamos, no seas flojo, pasan de las nueve de la mañana… - le animó Ken. –Después te llevaré por un helado, ¿qué dices?

El niño asintió sin mucha ilusión por el helado. En otro momento tal vez se habría abalanzado a sus brazos, tirando de él enérgicamente, pero ayer habían llegado muy noche y aunque durmió algo en el coche, no fue nada cómodo.

Luego de vagar un rato en el automóvil, llegaron a una cafetería. Yuudai ya había visto ese lugar antes, aquí habían visto a Yukihiro-san leyendo un día, cuando su padre no se animaba a acercarse a hablarle y siempre le miraba desde lejos.

-¿Yukihiro-san está aquí?- preguntó el niño.

-¿Qué?- la pregunta le sorprendió. –No lo sé. No lo creo, aunque eso quisiera…- dijo inconscientemente. –Ah!!! Señorita!!! Señorita!!!- llamó a una de las meseras.

-¿En qué puedo servirle?

-Podría….- comenzó a ordenar muchos platillos. Yuudai se preguntaba si serían capaces de comerse todo eso ellos dos solos. –Por favor, que sea para llevar.

-En un momento estará listo.

-Gracias.

Luego de un rato salieron del local cargados de bolsas. Subieron al auto, pero no iban devuelta al hotel, a pesar de sus casi siete años, el niño se dio cuenta de ello.

-¿A dónde vamos papá?

Pero Ken no respondió, no hubo necesidad tampoco, pues en ese momento se estacionaron fuera de la casa del profesor.

*******

El timbre sonó muchas veces. Yukihiro juró que golpearía al desesperado que llamaba.

-¡Ya voy!- gritó.

-¡Yukihiro-san!- gritó el niño echándose a sus brazos.

-Yuudai-chan, hola… ¿qué hacen aquí tan temprano?

-Yuki, pasan de las nueve de la mañana, ¿cuál temprano? ¿Desde cuándo te volviste tan flojo?

-Oye, yo estoy de vacaciones. ¿Pero qué hacen aquí?

-Pues, te trajimos el desayuno, ¿verdad, Yuu-chan?

El niño asintió vehemente. –Papá te compró tu pastel favorito…

Yukihiro sonrió con ternura. Pasaron y mientras padre e hijo se acomodaban en el comedor, él fue a la cocina por los platos y vasos. Pasó frente al tostador, al mirar su reflejo se dio cuenta de que aun llevaba la pijama, el cabello revuelto y en la cara llevaba las marcas de la almohada.

-Ken, debiste avisarme que vendrías. No me diste tiempo de cambiarme…- dijo mientras colocaba los platos y vasos en la mesa. -por qué no empiezas a servir. Iré a cambiarme…- intentó alejarse pero la mano de Ken le sujetó de la canilla, evitando que se fuera.

-Así luces lindo…

Yukihiro se sonrojó.

-B-bueno… es que…

-Ven, desayunemos o se enfriará…

Le animó Ken. Yukihiro se sentó a su lado, frente a él estaba Yuudai ya devorando su comida.

-Intenté llamarte, pero tu celular no funciona…

-¿Qué?- respondió el rubio intentando recordar dónde había dejado el aparato.

La verdad era que a Ken le había pasado por la mente que tal vez Yukihiro no estaba solo. O tal vez no estaba en casa, tal vez J tendría algo que ver. La verdad era que Ken había ido allí sólo para comprobarlo… aunque nunca lo admitiría.

-Debí haberlo dejado en el auto de J….- dijo sin pensar realmente en lo que decía. Pero a Ken se le partió el corazón de sólo pensar qué podría haber estado haciendo en el auto con J.

Obviamente Yukihiro no se dio cuenta de nada de esto. Y se reclinó con Yuudai para ayudarle a cortar otro pedazo de pastel.

-Así que… tú y…- Comenzó algo titubeante. Yukihiro lo miró un poco extrañado por esa actitud tan inusual en él. –Digo, es que… porque tú y….

-¿Ken, de qué hablas?

En ese momento, Ken se dio cuenta del tiempo que estaba desperdiciando. Necesitaba recuperar a Yukihiro.

-¿Yuki, tienes algo que hacer este fin de semana?

-Mmm… no, en realidad no tengo nada que hacer…

-Entonces, ¿te gustaría acompañarnos? Yuudai y yo tenemos boletos para el juego de Nippon Ham Fighters contra los locales, ¿qué dices?

-¡¿Conseguiste boletos?!- preguntó sorprendido. –Escuché que estaban agotados…

-Sí, bueno… Conocer gente a veces tiene sus ventajas… Además, pronto será el cumpleaños de Yuu-chan y le prometí que asistiríamos al menos a un juego de los playoff, así que…. ¿qué dices?

-Además papá conoce a Sho Nakata…- dijo el niño orgulloso de su padre. –Y me prometió un autógrafo….

-¡¿QUÉ?! ¿CONOCES A SHO NAKATA?- Yukihiro se atragantó con el desayuno. Sho Nakata era el bateador estrella de Nippon Ham y uno de sus ídolos. -¡Claro que quiero ir! Ken… ¿crees que pueda conocerlo en persona??? Sería increíble….

Ken y Yuudai reían por la reacción de asombro y emoción en el profesor. Claro que Ken sabía que era su ídolo. Recordaba todos los gustos del rubio, todos; y pensaba utilizar cualquier medio para reconquistarlo, y bueno, esta podría ser una buena manera de comenzar, ¿no creen?

 

********************************************************************************

 

-¿De verdad puedo quedarme aquí?

-Claro que sí, el tiempo que tú quieras…

-Lo siento Sakurai… de verdad.

-Deja de disculparte. Me alegra que hayas venido a pedir mi ayuda. Eso significa que confías en mí.

-No te emociones tanto. Conozco a Tetsuya y el primer lugar donde va a buscarme es con Camui, luego, cuando no me encuentre allí, llamará a Arly y él no podría negarle nada. Entonces llamará a mi padre pensando que estaré escondiéndome allí y cuando él le diga que no sabe dónde estoy viajará hasta Wakayama para asegurarse…

-En resumen soy la última persona en quien pensaría tu querido noviecito.

-Así es…

A pesar de estar bromeando, Atsushi podía notar la tristeza en el rostro del pintor. Hyde era una persona muy expresiva. El hombre quedó fascinado, la melancolía le venía bien al pintor. Hyde parecía haber sido creado para sufrir, y aun así, Atsushi sentía esta extraña necesidad por protegerlo…

Sakurai notaba algo en sí mismo cuando Hyde sonreía, o cuando lloraba o simplemente cuando le regresa la mirada. Esas sensaciones que el pequeño pintor despierta en él, no está seguro de cómo definirlas, pues jamás había sentido algo así. Pero eran fuertes. Lujuria. Suponía que todo eso se traducía en lujuria. Sakurai estaba decido a poseer el cuerpo del pintor. Creía que una vez satisfecho su deseo todo volvería a la normalidad. Ahora que sus planes estaban dando frutos era el momento indicado para hacer sus movimientos.

-Oye, Sakurai. Atchan, gracias…

-Es extraño que te comportes tan cariñoso, Haido…

Ambos sonrieron.

-Idiota…

-Vamos, te mostraré tu habitación. Luces cansado…

El departamento de Atsushi Sakurai era enorme, su decoración moderna. Era casi como si con el entorno, el tipo intentara compensar su edad. Hyde lo pensó un segundo pero luego apartó la idea. Era horrible estar pensando esas cosas de la persona que ahora estaba dándole posada.

*******

-¡¿Dónde está?!

-¿Quién?

-¡No te hagas el idiota, Camui! ¡HYDE! ¿Dónde está él?

-¿De verdad crees que si estuviera aquí te lo diría?

Tetsuya no dijo nada más. No insistió, el empresario tenía razón después de todo. Salió del departamento del rubio. Intentó recordar a dónde se suponía que Arimatsu se había mudado, intentó recordarlo mientras conducía.

 

El timbre sonó dos veces, pero fueron suficientes para ponerle los nervios de punta a Yasu, quien se levantó molesto del sofá, donde veía televisión, para atender la puerta. Cada toque se alargó al menos cinco minutos cada uno.

-¿Está aquí?- preguntó el diseñador, irrumpiendo en cuanto la puerta se abrió.

-¿Arly?- supuso extrañado. Se apartó para que el castaño pudiera pasar.

-¡HYDE!

-Tetsuya-san, Haido-san no está aquí…

-¿Dónde está Arimatsu? Él debe saber- se volvió para enfrenarlo. -¿Están juntos? ¿Se fue con él?

-Lo siento, Arai-san llamó a Arly, se supone que debían ponerse al corriente en cuanto a las cuestiones de la compañía. Órdenes suyas, Tetsuya-san…

-¡Maldición! Es cierto…- susurró más para sí mismo. –Lo olvidé, lo siento. Esta tarde le pedí a Minoru que le llamara… lo siento… Lo siento…- repitió, pero esta vez dirigiéndose al muchacho frente a él.

Tetsuya salió del lugar. Regresó rápidamente a su auto. Tomó su celular y marcó el número de la casa de los Takarai.

-¿Hiroki-san?

-Tetsu…- respondió no tan sorprendido.

-…Hyde… Haido está con usted, ¿cierto?

-No, regresó esta mañana. Tomó el tren de las once…

-De verdad…

-¿A pasado algo?

-…Supongo que peleamos…

-¿Supones?

-En realidad él sólo se fue…

-Comprendo…

-De verdad él no está ahí, ¿cierto?

-Sabes que no te lo negaría.

-¿Aunque él se lo pidiera?

Hiroki no respondió, simplemente lanzó una carcajada. Él haría cualquier cosa que su hijo le pidiera.

*******

Su habitación era enorme, sabía que Atsushi Sakurai contaba con una cuenta bancaria nada despreciable, pero en realidad nunca se había detenido a pensar qué tanto. También sabía, por boca de Gackt, que el dinero que utilizó para iniciar su negocio de bares, no había sido ganado precisamente gracias al sudor de su frente. El alto empresario le había contado algunas anécdotas de Atsushi; como el hecho de que, en su juventud, solía acostarse con mujeres para quitarles el dinero. En realidad eso no le molestaba a Hyde, después de todo, él no era nadie para jusgarlo.

Se recostó en la cama con la mente atiborrada de pensamientos. El cuerpo pesado, cansado de tanto desgaste emocional. Sentía la cabeza embotada y aunque se moría de sueño, sabía que no podrí dormir muy bien esa noche.

Quería saber qué pasaba con Tetsuya, y se habría quedado hasta averiguar de qué iba todo eso, pero cuando escuchó ese nombre, Ayana, ya le tenía harto esa mujer. No era la primera mujer que se acercaba a Tetsuya, y sin embargo había algo en ella que ponía a Hyde en guardia. Sí, tenía miedo de esa mujer, porque ella poseía algo que las otras jamás tuvieron, algo que ni siquiera Hyde poseía, esa estúpida afinidad por la moda. (¿Afinidad? Debía llamarlo adicción).

Sin cambiarse de ropa, Hyde se fue enredando en el edredón y sin darse cuenta, al poco rato se quedó dormido. No se dio cuenta de nada hasta la mañana siguiente, cuando Atsushi le despertó, charola en mano, con el desayuno servido.

-Buenos días, Takarai…

-Odio que me llames así, Sakurai. Cuando tú lo dices suena a insulto.- se quejó al tiempo que se incorporaba para quedar sentado en la cama y tallándose los ojos inspeccionaba lo que había en la charola.

Atsushi en lugar de molestarse por el comentario, sonrió. Le causaban gracia las actitudes tan infantiles del pintor.

-Ni siquiera te pusiste la pijama…- observó.

-Tengo que salir temprano, y así ahorro tiempo.- Bromeó. Atsushi entre cerró los ojos con sospecha. Obvio no le creía y suponía que lo había dicho con sarcasmo. Pero no estaba seguro así que lo dejó así. -¿Tú preparaste todo esto?- preguntó al probar la comida.

-En realidad, fue la señora de la limpieza. Ella viene dos veces por semana y a veces también me prepara algo.

-Pues auméntale el sueldo. Esto está delicioso.

 

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Noche fría. Noche de sábado. Noche de playoffs.

-Increíble… ¡Gracias, Ken!  El juego fue genial…- realmente estaba emocionado, observando la pelota autografiada por su bateador favorito. Yukihiro no podía dejar de sonreír. Y Ken no podía dejar de mirarlo. –Jamás creí que Nakata-san fuera tan alto. Es mucho más alto que tú Ken.

-Un poco, tal vez…- respondió el moreno con una sonrisilla. ¿Hace cuantos años que no le veía tan feliz?

-¿Sabes?, nunca había asistido a los playoff. Por una u otra razón, simplemente no podía asistir. Te lo agradezco mucho Ken, de verdad…

-Basta, Yuki, no tienes nada que agradecer. Al contrario, gracias por acompañarnos…

Llegaron a la casa de Yukihiro. Cruzaron la rejilla y el rubio se apresuró a abrir la puerta. Yuudai estaba dormido, se había quedado dormido durante la novena entrada a pesar de haber estado tan emocionado también. Ken lo había cargado casi todo el trayecto. Yukihiro le había ayudado a cargarlo en ratos y sabía lo pesado que era el pequeño. Así que se apresuró a abrir para que Ken dejara al niño descansar en el sofá.

O toda la noche si Ken aceptaba quedarse allí…

En el momento justo en que Ken recostaba a Yuudai en el sofá, este despertó.

-¿Papá? ¿Y mi pelota?- preguntó amodorrado.

-Aquí tienes, Yuudai-chan…- Yukihiro le tendió la pelota autografiada.

-No, esa es tuya. ¿Dónde está mi pelota?- No había otra.

-No te preocupes. Cuando yo la necesite, tú puedes prestármela, ¿verdad?- le dijo Yukihiro.

El pequeño se talló los ojos para eliminar los restos de sueño y luego le sonrió al rubio negando sonriente.

-No, así está bien. De todas formas cuando vengas a vivir con nosotros podemos compartir la pelota….

-¡YUUDAI!

-¿Vivir con… ustedes?

-Sí, en Wakayama. Papá ya compró una casa…

-¡Yuudai siempre hablas de más…!

-Ken, ¿A qué se refiere?

-Bueno, es que yo… de hecho yo… digo, nosotros, queremos pedirte un favor…

-¿Un favor?

-Sí, bueno. Hasta hace poco Yuu-chan asistía a la escuela en Osaka, pero ahora él va a quedarse conmigo, ¿sabes?

-Mamá se casará de nuevo y vivirá en américa…- dijo el niño. Aunque lo decía decidido, era obvio que no entendía sus propias palabras, a pesar de ser muy listo e intuitivo para su edad.

-Es cierto…- le respondió Ken. –Pronto veré a un abogado para firmar los papeles…

-No entiendo, ¿eso qué tiene que ver conmigo?

-Bueno, pues me ofrecieron un puesto en las oficinas de Wakayama y acepté, necesito un trabajo estable para que Yuu-chan pueda tener una vida más… segura.- Ken estaba nervioso, Yuki podía notarlo en la forma en que divagaba. –Yo soy muy tonto Yuki y no tengo instinto para nada, y a nosotros nos gustaría que fueras a Wakayama para ayudarme a escoger una escuela para él…- señaló al niño con el pulgar.

-Ken, solo tienes que asegurarte de que sea la escuela más cercana a casa…

-Sí, bueno. Ya me conoces, estoy seguro de que puedo echarlo a perder…

-Mi papá es tonto…- afirmó el niño con una inocencia adorable. Ken le lanzó una mirada acusadora. El niño negó con una sonrisilla.

-De acuerdo…- Yukihiro asintió. Para nada era tonto y sabía de qué iba todo esto. –Mañana podemos buscar en las páginas oficiales, luego visitaremos la escuela, ¿qué dices, Yuudai-chan?

-Que tengo mucho sueño…- se quejó el niño.

-Es tarde, Ken. ¿Por qué no recuestas a Yuudai en la habitación de huéspedes? Pueden usarla si tú quieres…

Ken asintió, -¿No te molesta?- Yukihiro negó y el moreno se levantó del sofá y llevó al niño para acostarlo. Cuando regresó a la sala Yukihiro ya no estaba ahí. Por un segundo supuso que el rubio se había retirado a su pieza, pero entonces escuchó la tetera en la cocina. Fue allá.

-¿Se quedó dormido?- Preguntó Yuki al verlo acercarse.

-Eso creo.- respondió al tiempo que se sentaba en la barra.

-¿Café?

-Me vendría mejor una cerveza…

-Lo siento no acostumbro…

-Sólo bromeo. Un café está bien, por favor.

Yukihiro volvió a sonreírle. Sirvió las dos tazas de café, una se la tendió a Ken y la otra la puso frente a sí mismo.

De repente se habían quedado en silencio. Un silencio tranquilizador.

Ken sorbía la bebida caliente poco a poco, entre miradas profundas hacia el profesor. Yukihiro lucía muy lindo en ese momento, con su cabello largo sujetado en una media cola, con su playera negra desmangada, ceñida al cuerpo y dejando al descubierto sus brazos fuertes y largos. Era un sueño… Ken notó cómo el rubio tomaba la taza y la acercaba a sus labios. Por un segundo maldijo no ser esa taza…

-Ken, ¿A qué se refería Yuudai?- preguntó de repente.

-¿Eh?- le sacó de su ensoñación. -Pues…

-¿Por qué Wakayama?- le apresuró -De todos los lugares en Japón, ¿por qué en ese lugar?…- Ken no pudo evitar reír ante la pregunta. O la respuesta, no estaba seguro.

-La verdad, no sé… supongo que fue una suerte que ese fuera el ofrecimiento. Aunque, a decir verdad, yo creo que es como un día tú mismo me lo dijiste, ¿te acuerdas? Tú dijiste: todos volvemos a nuestras raíces tarde o temprano…

-Pero yo dije eso porque…. Porque tenía mucho sueño y… y tú…

-Y yo no te dejaba dormir.- lanzó una risilla más abierta, más sincera. –Sí, siempre recuerdo esa noche. ¿Tú la recuerdas, Yuki?- Yukihiro no respondió. Claro que la recordaba, pero… -Esa noche yo estaba muy triste porque Kaori había perdido a su bebé.  Y mi padre… ¿recuerdas? Me llamó para reclamar “mis obligaciones”. Y para colmo en la oficina me habían relegado…

Yukihiro lo miró a los ojos, incapaz de apartar la mirada, había tanta nostalgia en la voz, en los ojos, en todo el ambiente…

-Cuando llegué a casa esa noche, tú estabas en el sofá leyendo el ensayo de uno de tus alumnos,- continuó -yo me tiré a tu lado y me encogí en tu regazo. En seguida notaste que algo me pasaba y, como siempre, encontraste las palabras perfectas para tranquilizarme… esa noche hicimos el amor en el sofá. Nos quedamos dormidos ahí, ¿te acuerdas? Tú llegaste tarde a tus clases y el director te regañó…- otra risilla. –Me culpaste. No volvimos a hacerlo en el sofá…

-Ken…

-Yo te quiero Yuki. Te quiero mucho…

Ken se recargó en la barra, impulsándose para poder acercarse a Yukihiro, alargó una de sus manos y le acarició la mejilla con el dorso y luego se acercó más, mucho más; hasta alcanzar sus labios y besarlos suavemente. Un beso lento, temeroso, con miedo de que se alejara, de que le rechazara; porque había tenido al menos dos oportunidades para saborearlo nuevamente y él había rechazado el contacto.

Se miraron un instante cuando el beso terminó. Por un segundo, Ken estuvo seguro de que ahora sí Yukihiro se alejaría, pero no fue así. De hecho, ahora fue él quien se inclinó sobre la barra y estrelló sus labios contra los de Ken. Un beso más profundo, más apasionado, mucho más hambriento. Un beso retenido por casi siete años, detenido en el tiempo, flotando en la nada… esperando por ser liberado…

-Ken…- susurró en su boca.

-Te amo tanto, Yuki…-respondió. –Quiero que vengas con nosotros, que te quedes con nosotros…

Yukihiro retuvo el aliento un segundo. ¿Acaso escuchó bien?

 

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-¿Puedo tomar su pedido ahora?- preguntó la camarera. El hombre mayor sentado a la mesa, dejó de lado la carta para mirar a la chica.

-Sólo traiga otro café, gracias.- Pidió y en ese momento su mirada se debió hacia la entrada, donde un hombre que a pesar de pasar los treinta años lucía no más de veinte; un poco gracias al cabello rubio. Y otro tanto a su vestimenta.

-Lamento mucho la tardanza, Masahiro-san…

-Descuida, Hyde.

-Dime, ¿cómo van las cosas con los cuadros?

-La verdad es que toda esa conmoción sólo sirvió para darle más promoción a la exposición. Es increíble, casi los vendimos todos.

-Ya veo…- susurró. En ese momento se acercó la mesera y dejó la taza de café para el promotor.  –Otro café con dos de azúcar y crema, por favor…- ordenó con una sonrisa. –Y, ¿el museo…?

-Lo siento. No han dicho nada sobre tu contrato. Tal vez deberíamos buscar otro lugar, tal vez si tratamos con…

-No.- le interrumpió. –La verdad es que estoy un poco cansado. Creo que me tomaré un año sabático…

-¿Descanso? Hyde no podemos detenernos ahora. Este es tu momento, debemos aprovechar… aún estoy en pláticas con los tipos de Osaka, pero…

-No digo que vaya a renunciar, sólo, necesito descansar un poco. Recuerda que me prometiste una exposición en Latinoamérica… así que no puedo renunciar todavía…

Masahiro lo miró un poco sorprendido. Luego comprendió que tal vez era lo mejor. Las pinturas de Hyde eran demasiado en este momento, contenían demasiadas emociones y podían volverle algo confusas y en momentos, hasta perturbadoras.

-De acuerdo. Puedes tomarte el tiempo que necesites, pero… por favor, que no sea tanto, ¿quieres?- le pidió. Llegó la camarera con el café de Hyde y el manager hizo el ademán de sacar su billetera, pero el pintor lo detuvo.

-Está bien, yo invito esta vez…

-Gracias, entonces. – se despidió.

Hyde no se movió de su lugar, pronto llegaría otra persona. Había quedado de verse ahí con alguien más, y ya no debía de tardar.

Y a los pocos minutos, un hombre robusto, alto y de aspecto algo peligroso, arribó al restaurante.

-¿Ya ordenaste?- fue el saludo de Arimatsu.

-Sólo café.

-Me muero de hambre…- dijo y al momento levantó la mano para que la mesera se acercara. Cuando llegó le ordenó un plato grande de arroz con curry. –¿Ahora me contarás qué está pasando entre tú y Tetsu?

-Te lo dije por teléfono, nada.

-Nada. Y… por nada Tetsuya anda como endemoniado gritándole a cuanto empleado se topa en la compañía. Por nada tú te fuiste de casa… Ah, y por nada las hermanas de Tetsuya no dejan de llamarle al taller…

-¿Sus hermanas han estado llamándole?- inquirió sorprendido. Arimatsu asintió mientras tomaba el primer bocado.

-Sí, ¿no lo sabías? Al parecer los problemas familiares al final le alcanzaron…

Así que de esto iba todo; problemas familiares. Seguro que la familia Ogawa se había enterado de que su único heredero compartía casa con otro hombre, y seguro se imaginaban lo hacían. No debían estar muy contentos.

-¿Podrías averiguar qué está pasando?

-¿Por qué no simplemente le preguntas a Tetsuya?

-Estoy molesto con él, ¿recuerdas?

-Ah, es cierto… -El arroz con curry llegó. –De acuerdo, de ahora seré tu espía. Yasu se emocionará de verdad…

Hyde se levantó de su asiento y dejó dinero en la mesa. –Yo invito. Te lo encargo mucho…

-Descuida, jefe…

Salió de ahí.

Y mientras caminaba por las calles, se preguntaba si debía o no ir tras Tetsu, tal vez pedirle disculpas y preguntarle qué tan grave era lo que estaba pasando con su familia. Pero, desgraciadamente Hyde era una persona realmente orgullosa. Esperaría hasta que Tetsuya diera el primer paso. Seguro le encontraría en cualquier momento. Además, para facilitarle las cosas al castaño, estaba pensando en mudarse con Yasu y con Arimartsu…

 

********************************************************************************

 

La mañana fresca, típica del verano. Un manto denso de neblina cubría las calles de Kansai. Eran las cinco de la mañana. Demasiado temprano. El mundo entero parecía tan quieto, tan tranquilo… y él allí sin poder dormir, un día más que amanecía sin él, sin Yukihiro a su lado. ¿A qué había vuelto a este lugar? ¿Sabía que esto sucedería de todas maneras? Odiaba esa sensación, así que decidió salir a dar una vuelta, seguro se toparía con algún otro tan desgraciado como él, sufriendo tanto como él, recociendo las calles a las cinco de la mañana en medio de las tinieblas esperando encontrar alguien más desdichado que él…

Luego de casi una hora de vagar por… sólo Dios sabía dónde, J decidió que era hora de regresar. Tal vez empacar sus cosas y se marcharse de regreso a… ¡Un momento!

-¡…Onose-saaaan!!!

Reconoció la voz al instante.

El chico delgado, de chándal y tenis deportivos, de coleta alta y sonrisa radiante le dio alcance.

-Onose-san, sabía que eras tú…- dijo entre jadeos, intentando recuperar el aliento.

-¿Qué estás haciendo tan temprano en un lugar como este?

-Bueno, suelo correr todas las mañanas por aquel parque… ¿Y tú? A puesto a que estabas buscándome, ¿no es cierto?

-No seas tonto, claro que no.

-¿Y qué estás haciendo aquí?

-Ah… pues…

-Te perdiste.- señaló con voz triunfal. J no pudo decir que no, porque de hecho no sabía dónde estaba. –Vamos, te invito a desayunar.

-¿No tienes clases? Dijiste que estabas estudiando, ¿no es cierto?

-¡Ah, Onose-san, lo recuerdas! Que feliz me haces… Sí, pero… entonces qué te parece si te espero esta noche en el bar, yo invito la primera copa.

J lo pensó un momento. Una copa no sonaba nada mal. Además, era un buen pretexto para quedarse un día más.

-De acuerdo, ahí estaré…

-¿Lo prometes?- le tendió el dedo meñique. Y J lo entrelazó con el suyo. –Entonces te esperaré. Adiós…- agitó la mano al aire mientras retomaba su carrera.

*******

Y allí estaba, de pie frente al bar. El rumor del tocadiscos le llevaba desde dentro, algunas risas y uno que otro grito exaltado. Suspiró. Miró su reloj y notó que pasaban quince minutos después de las nueve. Llevaba quince minutos de pie, allí, sin moverse. Otro suspiro. Esta vez avanzó.

-¡Onose-san!- Un chico alegre agitaba la mano desde la barra. Pudo reconocerlo enseguida. A pesar de los gigantescos lentes de sol, a pesar de ser más de las nueve de la noche,  el cabello ligeramente ondulado y suelto caía suavemente sobre sus hombros. Además esa ropa, parecía que iba a una sesión de fotos o algo así. Le reconoció, era Aki.

J no pudo evitar fijarse en su propia atuendo, las dos veces que se habían topado, J llevaba traje, la segunda vez un par de jeans y un saco, pero ahora, llevaba unos jeans deslavados y una playera sencilla. No pudo evitar sentirse algo fuera de lugar.

El chico volvió a agitar la mano al notar que el abogado no avanzaba.

-Onose-san, por fin llegaste.- fue el saludo del chico.

-Lo siento, se me hizo tarde…- J paseo la mirada por el atuendo del muchacho, sin duda lucía elegante, y bastante lindo debía agregar. Aki lo notó, se deshizo de las gafas con un además un tanto teatral, pero que le hizo lucir en ese momento. –Luces radiante, Aki. ¿Puedo preguntar a qué se debe?

-Es que tengo una cita…- dijo. Sin darse cuenta, el rostro de J se descompensó. Aki lo notó y agregó: -Quiero decir… estoy en una cita…

J levantó la vista para mirarlo. –De haber sabido que esto era una cita, me habría vestido mejor…

-¿Bromeas?, Luces genial en ese atuendo, mucho más joven y viril…

El abogado soltó una carcajada estruendosa. -¿Al menos sabes lo que significa la palabra “viril”?

-Tengo una idea bastante clara… sí…- respondió. Aunque su repuesta acrecentaba un poco la duda del mayor.

-Oye, ¿No se molestará tu jefe que….?

-Este es mi día de descanso…- interrumpió.

Tomaron la primera ronda de bebidas. Hablaron mucho, J se extrañó de lo desinhibido que ese chico era, y por consiguiente, lo fácil que era hablar con él.

Aki hablaba mucho, demasiado, pero era agradable escucharlo, su voz, su risa eran muy agradables a sus oídos. Le habló de su trabajo como mesero en ese bar, que el dueño del lugar había sido amigo de su padre y que se había ofrecido a ayudarle. Le contó de su sueño de ser modelo profesional, de las clases de modelaje que tomaba por las tardes, de las clases de negocios que tomaba por las mañanas y cómo, de vez en cuando, conseguía algún contrato pequeño para alguna revista. Hablaba mucho de sí mismo, pero a J no le molestaba, prefería mil veces escuchar a ese chico hablar de sus sueños y anhelos antes que contarle sus penas y desamores.

En algún punto de la conversación, Aki comenzó a llamarlo “Jun-san” y para media noche, ya eran “Aki-kun y J-san”. Ni siguiera se dieron cuenta hasta que ambos comenzaron a tutearse. Para ese momento ya se habían tomado toda la exhibición de la vitrina, J no recordaba la última vez que había tomado tanto. Y  se preguntó, con mucho más énfasis, si ese chico tenía aguante, porque había tomado al menos el doble que él. Aunque le parecía graciosa la forma en que intentaba mantener la conversación, o la manera en que arrastraba las palabras, pero sobre todo, su rostro sonrojado, su mirada vidriosa y su sonrisilla estampada.

-Supongo que tienes muchas admiradoras, ¿no es cierto?

-Unas cuantas, no lo niego…

-¿Novia?

-Vamos, J-san, supongo que te diste cuenta que las chicas no me van… prefiero a los hombres maduros y “viriles” como tú…- se acercó mucho al rostro del mayor. Su voz, bajando unos cuantos grados. J sintió n estremecimiento recorrerle la espina dorsal.

-Creo que se te han pasado las copas, Aki… es hora de irnos.- J le hizo una seña al tabernero y este se acercó dándole la cuenta. -¿Sabe dónde vive? Llamaré un taxi para que le lleve…

-No hace falta. A dos cuadras, en segunda puerta  en el edificio principal. Hay un helecho en los escalones. No puede perderse. Aunque si usted lo prefiere, yo puedo llevarlo…

-Descuide, lo dejaré descansando. Pero podría visitarlo mañana por la mañana, a puesto que tendrá una terrible resaca.

-Oigan, no hablen de mí como si no estuviera presente… quieren….- rezongó.

Lo tomó del brazo y lo pasó por su propio cuello para sostenerlo. Pero el chico se resbaló, así que lo aferró de la cintura. El hombre mayor tenía razón, a dos cuadras del bar, estaban los departamentos, el segundo tenía una helecho en la escalera y en la tablilla rezaba el nombre de Ichiki en ella.

-¿Tienes la llave?- le preguntó al chico que colgaba a su lado, sólo aferrado por su brazo derecho. En chico asintió y susurró: “bolsillo izquierdo”. J se inclinó para buscar en dicho bolsillo, pero entonces sus rostros quedaron muy cerca y Aki no dudó en acercarse lo suficiente para besarlo.

J se separó en seguida.

-Lo siento…- susurró el muchacho al caer sentado en el tercer escalón. Tomándose la cabeza, completamente avergonzado.

-No te preocupes…

-¿Quieres entrar?- preguntó con la llave en la mano. J negó.

-Será mejor que me vaya. Estas muy tomado y podrías hacer algo de lo que te arrepentirás mañana… créeme…

-Creo que… me gustas, J-san.- J lo miró un tanto incrédulo, luego confundido, y por ultimo un poco asustado.

-Y yo creo que ere muy joven para tomar tanto…- intentó bromear. Se acercó para quitarle las llaves y ayudarlo a entrar a su casa. Comenzaba a arreciar el frío y él no llevaba nada más que ese sweater delgado que no le cubría mucho en realidad.

-Por favor no pienses mal de mí.- tomó su mano cuando le quitó la llave. -Es sólo que… nunca había conocido a alguien como tú… todos los tipos que conocí hasta ahora, sólo habían intentado aprovecharse de mí…

Sin decir nada, J le ayudó a levantarse, abrió la puerta y caminó a tientas por la oscura casa. Cinco o seis pasos más y toparon con un sillón, dónde dejo caer a Aki.

-Supongo que los chicos no te van, ¿cierto?- la pregunta estaba impregnada de cierto pesar que J notó. –¿O será que yo no soy de tu tipo?

-Tú podrías ser del tipo de cualquiera… eres lindo...- confesó. A Aki se le iluminaron los ojos.

-¿Pero…?

-Es complicado…

-Ah, tienes novio… ¡Ah! ¿Acaso ese tipo de la cafetería….?

-No. No es eso. -¿por qué se apresuró a responder?

-El sábado tengo una pasarela, ¿te gustaría venir a verme?

-Por supuesto.

-Será en Tokio, para una marca nueva…- la borrachera parecía estar cediendo. Ahora hablaba con mayor fluidez. -“TETSU                69” ¿te suena?- J negó. –Será otra cita…

-De acuerdo.- J sonrió. Entonces se levantó de su lado y se despidió dejando un beso en la mejilla del menor. –Hasta es sábado, entonces…

Para cuando alcanzó la puerta, notó que el chiquillo ya estaba roncando.

 

FIN DEL SEPTIMO CAPÍTULO

 

Notas finales:

Sé que J y Aki nada qué no son protagonistas en la historia, pero simplemente no pude dejar a J solito. ¿Qué dicen? ¿Les gusta la parejita? Cuentenme qué les parece, ¿siii?

 

Continuará.... 


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