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MEMORIES por Sakurako

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Notas del capitulo:

Me quedó muy largo. 

Disfrútenlo. 

SEGUNDA PARTE

 

-Tardaste mucho, Yu-kun….

-Lo siento.- Bajó la mirada avergonzado. -¿A dónde iremos, Otsuka-san?

-Morrie. Prometiste llamarme Morrie, ¿recuerdas?- El hombre le sonrió acusadoramente al momento que ponía una mano sobre el hombro del chico. Yukihiro asintió y sonrió algo intimidado por la cercanía del mayor.

-“Morrie…”- susurró. El tipo amplió la sonrisa y murmuró un “así está mejor” y se puso en marcha.

 

*******

 

Luego de la cena en casa de los Awaji, Otsuka se había encargado de averiguar todo acerca de Yukihiro Awaji; dónde estudiaba, los lugares que frecuentaba, quienes eran sus mejores amigos, cuáles eran sus sueños, sus pesadillas… todo acerca de él.

Las pesadillas. Estas solían serle muy útiles con chicos ingenuos, justo como Yukihiro Awaji.

Morrie era un hombre sumamente atractivo, guapo y con una posición social envidiable. Así que cuando se trataba de “romances” no tenía ningún problema. Sin embargo, era la primera vez que se interesaba por un chiquillo de 17 años, y que fuera el hijo de uno de sus subordinados, complicaba las cosas.

No obstante, para Morrie, esto no era más que un desafío. Debía esforzarse un poco más que con sus anteriores conquistas, pero el chico valía la pena.

Una tarde, Morrie apareció en la entrada del colegio.  Se ofreció amablemente a llevar al chico a su casa. Yukihiro se negó. Pero, Morrie no desistió. Desde entonces, al menos tres veces por semana, aparecía en su coche a fuera de la escuela. Yukihiro simplemente lo ignoraba.

Así, repentinamente una tarde, el hombre dejó de aparecer. Al principio Yukihiro se sintió muy aliviado. Pero el alivio le duró poco, pues empezó a aparecerse en el restaurante de los Takarai.

“-¿Qué hace usted aquí?- preguntó Yukihiro con el ceño fruncido al ver al hombre sentado en el banco justo afuera del local.

-Me recomendaron este lugar…- apuntó con un ademán hacía el interior mientras encendía un cigarrillo. –¿Tú qué dices, es bueno?

Pero Yukihiro no contestó. Se quedó parado, inmóvil, sopesando sus posibilidades. No podía entrar y arriesgarse a que ese hombre supiera que trabajaba ahí, podría decírselo a su padre y…

-Así que, ¿qué dices? No le diré nada a tu padre si me consigues un buen descuento, ¿eh?- Morrie lo sacó de sus reflexiones.

-¿Qué…?- se asustó.

-Vamos, entremos. – le instó al tiempo que él mismo avanzaba hacía la entrada.

Yukihiro decidió arriesgarse y entrar. Fue él quien atendió al sr. Motoyuki y entonces no le pareció tan mala persona. El hombre había sido muy amable y generoso con la propina. Además, se había ofrecido a llevarlo a casa. Y lo hizo, Yukihiro por fin aceptó.

Durante el recorrido, el Morrie había intentado entablar una plática con él. Intentó hacerlo sentir cómodo. Pero nada, Yukihiro estaba tenso, era muy tímido y le costaba trabajo seguirle la corriente. Pero a Morrie le gustaba eso del chico, la facilidad con la que se sonrojaba y el esfuerzo que hacía por ocultar su vergüenza. Era simplemente adorable.

Al poco rato, Yukihiro se sintió más tranquilo, más cómodo, sobre todo al repetirle que no le diría nada a su padre, que su trabajo en el restaurante sería un secreto entre los dos. Eso lo hizo sonreír.

Luego de esto, Morrie comenzó a pasar por él otra vez al colegio, y ahora Yukihiro ya no se negaba, de hecho, ahora lo esperaba con ciertas ansias.

Morrie, poco a poco se ganaba la confianza del chico. Al principio, como prometía, lo llevaba directo a su casa. Luego, comenzó a invitarlo a un helado, una rebanada de pastel de chocolate, o de vez en cuando a comer y el chico aceptaba dudoso, pero cada vez se sentía más cómodo con ese hombre.

Tal vez, el punto clave para ganarse su confianza, para que Yukihiro comenzara a considerarlo algo más que “el jefe de su padre”  incluso, tal vez, algo más que un amigo, fue su cumpleaños.

Al día siguiente de su cumpleaños, afuera de su colegio, como venía haciendo hace tiempo, estaba Motoyuki Otsuka esperándole, sonriente. Una sonrisa diferente a la que le había visto hasta el momento.

-Hola, Yukihiro-kun…

-Otsuka-san…- se sorprendió. Hacía una semana que no lo veía. -Creí que hoy tampoco vendrías.

-¿Cómo crees, Yu-kun? Tenía que verte, aún no te felicito por tu cumpleaños y tampoco te he dado tu regalo…- dijo mientras sacaba un sobre del bolsillo de su chaqueta y se lo entregaba al muchacho.

-No debiste, Otsuka-san…- Cuando Yukihiro estiró el brazo para tomarlo, Morrie lo sujetó de la mano y tiró de él para abrazarlo, susurrándole un “feliz cumpleaños” al oído. –G-gracias…

-¡Ábrelo!- le animó.

A Yukihiro se le desorbitaron los ojos al ver de qué se trataba. –E-entradas para el concierto de Metálica en Tokio...- balbució sorprendido al verlos. -¡Gracias!- gritó feliz, y sin poderse contener, volvió a abrazarlo.

-¿Te gustaría ir?- preguntó con una sonrisa maliciosa, enorme. La que aminoró al ver el rostro ahora triste del rubio. -¿No quieres?

-Me encantaría, de veras. Pero… - Yukihiro bajó la vista.

-¿Pero?

-Mi padre…

-No se lo digas…- Yukihiro lo miró a los ojos sorprendido, a lo mejor un poco asustado. –Vamos, es tu banda favorita… es por tu cumpleaños y te lo mereces… - le alentó. Pero a Yukihiro no le agradaba mentirle a su padre, a pesar de todo lo que ya le ocultaba. –Bueno… entonces, ¿qué te gustaría que te diera por tu cumpleaños?- le preguntó repentinamente, arrebatándole suavemente los boletos y volviéndolos a meter en el bolsillo de la chaqueta. –¿Qué te parece si te llevó a comer a tu restaurante favorito?...

Pero Yukihiro no respondía. Su mente había comenzado a divagar… a recordar…

Yoshiro siempre “olvidaba” el cumpleaños de su hijo; no era simplemente que no le importara, sino que esa fecha le recordaba la muerte de su querida esposa. Y la odiaba.

En esta ocasión, Yoshiro llegó muy noche. Yukihiro lo escuchó, pero no se atrevió a salir de su habitación. Su cumpleaños, normalmente era el peor día de su vida.

Aunque la Sra. Aoyagi le había preparado su pastel de chocolate favorito, y aunque Hyde le había regalado un par de baquetas y había reído mucho cuando leyó la tarjeta con la frase “Ya sólo te falta la batería”, y aunque había sido lo mismo de cada año, no pudo evitar sentirse triste.

Pues, como siempre, esperaba que el siguiente cumpleaños pudiera pasarlo con su padre. Al menos, que le deseara un feliz cumpleaños, que le abrazara y le deseara felicidad… sería tan feliz con sólo eso…

Un año, hace mucho tiempo, se atrevió a entrar en el estudio de su padre donde se había encerrado a trabajar para evitar verlo, y se había lanzado a sus brazos, feliz porque la Sra. Aoyagi le había dado un regalo en su nombre. Pero Yoshiro, lo había alejado, lanzándolo furioso, le había gritado con lágrimas en los ojos que lo aborrecía, que era su culpa, que si él no hubiera nacido, ella, su madre, estaría viva…

Yukihiro tenía ocho años en ese entonces, y lo comprendió todo. Todo…

 

-…- dudó un momento. –Supongo que… que podría decirle que pasaré la noche con Izumi-san. Y podría decirle a Izumi-san que pasaré la noche con Hyde…

-¿Eso significa que iremos al concierto?- preguntó sonriente, triunfante. Y Yukihiro asintió un poco inseguro.

 

*******

 

Se despidió de Izumi. Ya se habían puesto de acuerdo con lo que ella le diría a Yoshiro. Ya estaba todo listo. Se suponía que esa noche la pasaría en casa de los Takarai.

Cuando salió de casa, a unas cuantas cuadras, el lujoso automóvil gris de Motoyuki Otsuka, estaba esperándolo.

-¿Listo?- le preguntó una vez que Yukihiro abordó. El chico simplemente asintió con una sonrisa nerviosa. –En marcha, entonces…

Manejaron todo el camino, llegaron a Tokio cerca de las seis de la tarde, se habían detenido para cargar combustible en una ocasión y llegaron a dos restaurantes que quedaban en el camino. Era obvio que Morrie quería pasar todo el tiempo posible con el chico.

El viaje fue ameno, por horas, Yukihiro incluso se olvidó de esa sensación de culpabilidad. En cuanto llegaron a Tokio, se registraron en un hotel bastante lujoso, cerca del lugar donde se llevaría a cabo el concierto.

Yukihiro pensó que pediría habitaciones separadas, pero Otsuka pidió una suite con dos camas. Se sintió apenado. Más cuando la recepcionista los miró con sospecha, Yukihiro simplemente se sonrojó.

Una vez que terminaron de instalarse, salieron rumbo al teatro. Cuando llegaron al recinto, Yukihiro no podía dejar de sonreír, de templar de emoción. Su banda favorita, la que sólo en sueños imaginó ver en vivo, estaría allí.

Cuando la banda salió al escenario, el mundo de Yukihiro se oscureció, sólo existía Metálica, frente a él y nada más… fue una experiencia increíble, inolvidable…

La tocada había durado cerca de tres horas y al rubio le había parecido como si todo hubiera terminado en un suspiro.

Cuando salieron, la energía aún recorría el cuerpo de Yukihiro, la adrenalina, la emoción… No podría dormir esa noche, estaba demasiado excitado.

-¡Gracias, gracias! Este ha sido el mejor regalo de mi vida. De verdad, gracias… Otsuka-san- no dejaba de repetir, de agradecerle a su amigo.

-Me alegra que te hayas divertido.- Respondió gustoso, por fin había dejado de ser Motoyuki-san. –¿Te gustaría ir a cenar? ¿Tienes hambre?

-Estoy demasiado emocionado, mejor vayamos al hotel. Quisiera darme una larga ducha y descansar…

-Como tú quieras…

Cuando Yukihiro salió de la ducha, encontró a Morrie comiendo, recostado en su cama, y sobre la suya, una charola con un tazón de arroz frito y una taza de té.

-Me habías dicho que era tu platillo favorito, así que…- le invitó con un gesto.

-Gracias…

Mientras comían, comenzaron a hablar sobre tonterías. Yukihiro no podía parar de contar anécdotas acerca de su banda favorita.

En algún punto de la plática, habían terminado sentado ambos en el piso, muy cerca uno del otro. Y en medio de las anécdotas, Morrie se había acercado mucho a Yukihiro y lo había tomado del mentón y lentamente, lo había besado.

Yukihiro estaba en shock, pues lejos de molestarle, el beso le agradó.

Cuando Morrie se separó, Yukihiro bajó el rostro apenado. Otsuka sonrió divertido al notar la vergüenza del chico. Era realmente adorable.

-Lo siento, no quise… perdóname es sólo que te veías tan lindo que no pude resistirme…- le ofreció una falsa disculpa. –No me odias, ¿o sí?

-No, es sólo que…

-Nunca antes habías besado a nadie…- terminó la frase por él. –Este fue tu primer beso…- Yukihiro no estaba seguro si era una pregunta o una afinación, pero se sonrojó aún más al pensar que el hombre había notado su inexperiencia. –Me siento afortunado.- le sonrió. Pero Yukihiro no contestó, se quedó en silencio, mirándole sorprendido. –Soy el primero en probar tus labios…

-Otsuka-san…

Morrie había vuelto a besarle. Y esta vez se atrevió ir un poco más lejos, el beso era más profundo, más demandante. Yukihiro se estremeció al sentir la lengua del hombre intentando abrirse camino en su boca. Se asustó y se separó casi violentamente de él.

-Perdóname, me dejé llevar…- se disculpó. Pero esa sonrisa sínica le asustó, Yukihiro sintió un nuevo escalofrío recorrerlo. –Será mejor que durmamos.- Se separó del rubio y le besó la frente dulcemente.  -Mañana tenemos que salir temprano o tu padre va a descubrirte…

Pero, a pesar del cansancio Yukihiro no pudo dormir. ¿Qué era esta sensación?

Así había comenzado todo.

 

*******

 

-Tardaste mucho, Yu-kun….

-Lo siento.- Bajó la mirada avergonzado. Pero con una tierna sonrisa. -¿A dónde iremos, Otsuka-san?

-Morrie. Prometiste llamarme Morrie, ¿recuerdas?

-“Morrie…”- susurró.

Luego de un rato de dar vueltas, cerca de la prefectura de Nara, se detuvieron afuera de un restaurante, uno muy lujoso. Algo extravagante para el gusto de Yukihiro, que seguía mirándolo algo curioso.

-¿No te gusta el lugar?

-No es eso, es sólo que… hay mucha gente y…

-No te preocupes. Aquí hay cubículos. Tendremos bastante privacidad, te lo aseguro…- le guiñó un ojo de forma juguetona.

Aun así, Yukihiro no estaba muy convencido. No es que pensara que hiciera mal. Pero la gente… su padre… ¿qué pensaría su padre si se enteraba…?

-Vamos…- le rogó Otsuka. Se había inclinado para quedar frente a frente con el rostro apenado del chico. Yukihiro sonrió tímidamente, y en ese momento, Morrie se acercó para besarlo en los labios. Le acarició la mejilla y le peinó el cabello, que ya rosaba sus hombros, y los acomodó detrás de su oreja. Entonces asintió gustoso.

Entraron juntos al restaurante. Yukihiro miraba de reojo a Morrie… sonreía, Morrie sonreía. Parecía orgulloso de ir con él. De que Yukihiro estuviera con él.

A Yukihiro le gustaba todo esto, le gustaba estar con Morrie, le gustaba que le besara, todas estas sensaciones eran nuevas… y realmente le gustaban… la atención, sentirse querido, deseado; porque podía notarlo en los ojos de ese hombre: lo deseaba. Y si debía ser sincero, él también quería ir más allá de sólo besos.

¿Curiosidad? Tal vez, después de todo estaba en la etapa de la adolescencia y la curiosidad era normal. Pero él quería pensar, le gustaba pensar que, tal vez, era cariño. Tal vez era que ellos en verdad se querían. Tal vez…

-Estás muy callado, Yu-kun…- Morrie lo sacó de sus pensamientos.

-Mmm…- negó.

Se sentaron lado a lado, en uno de esos cubículos. Ordenaron y en cuanto la mesera se fue, Otsuka se acercó más al chico y lo atrajo tomándolo de la cintura, para luego besarlo, ahora, más intensamente.

En medio del beso, Yukihiro sintió como Morrie colocaba una mano en su rodilla y comenzaba a acariciar su pierna; Yendo hacia arriba, por el lado interno del muslo. Se tensó.

-Morrie… aquí no…- susurró bajo.

-¿Te gustaría que fuéramos a otro lugar?- Yukihiro sabía a dónde y qué harían en ese otro lugar.

-Otro día, ahora tengo hambre…- “Sí” era su respuesta, pero… era Yukihiro, era tímido por naturaleza y, además estaba la maldita consciencia… ¿Por qué demonios tenía que pensar tanto las cosas? Se mordió el labio…

 

********************************************************************************

 

-No me has dicho qué te pareció Ken…- preguntó Hyde mientras afinaba su guitarra. Y Yukihiro leía una de las novelas de vampiros que a Hyde tanto le gustaban y que le había prestado con la condición de que la leyera ahí.

-Pues, está bien…- respondió distraídamente.

-¿Bien?- repitió Hyde dejando la guitarra de lado y observándolo atentamente. -¿Bien para qué?

-Pues, no sé… ¿qué quieres que te diga, Hide? Apenas y lo vi un par de segundos...

-Es tu culpa. Nos dejaste ahí… sin más…

-Tenía un compromiso…- se disculpó. Y un sonrojó apareció al recordar el día que pasó con Morrie. Se habían pasado la tarde en ese restaurante, besándose.

-Pero no es sólo ese día, ya casi no te veo, a penas y vienes al restaurante y...

-Tengo cosas qué hacer…

-Mmmm….- Hyde se acercó más al rubio y lo miró con sospecha. -¿Cómo se llama?

-¡¿Qué?- se sorprendió. -¿Quién?¡- desvió la mirada. Hideto tenía una mirada muy fuerte.

-No te hagas el tonto… la chica. ¿Quién es?

-No sé de qué hablas.- intentó evadirlo.

-……….-Hyde seguía mirándolo, en silencio, sonriéndole socarronamente. Y  su mirada, al igual que sus gestos era difícil de ignorar.

-Basta, Hideto. No hay nadie.

Yukihiro regresó a su lectura, intentando concentrarse en ella. Pero la mirada de su amigo era…. Su sonrojó se intensificó. Suspiró con fastidio.

-Ajá…

-Basta.- repitió.

-Pero si no estoy haciendo nada…- dijo lanzándole una ligera risilla burlona.  

-Hide, no puedo decirlo, ¿está bien?- Y no resistió más.

-¿Por qué? ¿Es un amor prohibido?

-¿Qué? No, pero…-Yukihiro rió ligeramente. Risa de nervios. -Es mayor que yo, y… - “Y es un hombre… y es el superior de mi papá…” pensó con cierta malicia.

-¿Una mujer casada? Ten cuidado, Yuki…

-No es una mujer casada, es…- bajó el rostro apenado. –Hyde… tú y Megumi lo… hicieron…?- susurró lo último.

-Sexo..?

-¡Cállate!- Yukihiro miró a todos lados, en especial al pequeño jardín donde Hiroki trabajaba en su cuarto. Seguía bastante concentrado, así que no debió escuchar nada. Suspiró aliviado.

-No, no lo hicimos…- susurró muy bajo. En realidad se burlaba de su amigo.

-No sé por qué te pregunto a ti…- negó cansado.

-Es en serio. No lo hicimos.- se acomodó mejor en su lugar y habló con voz sabia. –Sabes, yo hablé con mi padre sobre eso y me dijo que si no estaba seguro, no debía hacerlo. Dijo que siempre era mejor esperar hasta el momento adecuado. Yo le pregunté cuándo sería eso, y él me contestó que cuando no sintiera la necesidad de preguntarle… dijo que yo lo sabría en su momento.

Yukihiro se quedó pensando. “El momento adecuado” Él se sentía listo… ¿o no?

-Entonces, ¿me dirás quién es?

-No…- Regresó a su lectura, dando por terminada su plática.

-¡Yukihiro!- le gritó berrinchudo como siempre. Odiaba quedarse con la duda…

 

********************************************************************************

 

El tiempo es flexible y extraño, puede ser tu aliado, o tu enemigo. Y para Hyde, en este momento era su peor enemigo.

Casi terminaba el curso escolar, Ken se graduaría en un par de semanas y se iría, y le dejaría, y él aún no le había dicho nada. Aunque, ¿qué tenía que decir? Suspiró.

-Estás muy callado, enano.- Ken le miró atento, quizá un poco preocupado. Hyde no solía ser muy serio o silencioso.

-Es que ya me aburrí. Mejor vayamos a tomar algo…

-Tú no puedes, eres menor…

-Pero tú sí, eres un anciano.- Contestó. -Puedes compartir tus bebidas conmigo.

-Ni loco. No pienso arriesgarme a que entre tu papá y el mío me encierren por pervertir a menores…- Hyde frunció el ceño notablemente enojado. Y a Ken no se le ocurrió nada mejor que lanzarse a reír.

Ken había pasado por Hideto a su casa más temprano que de costumbre, para dirigirse al garaje de Hiro, dónde solían ensayar tres veces por semana. Pero ese día se habían desviado un poco, Ken le había pedido que le acompañara al juzgado. Debía hablar con su padre; “un último intento” había susurrado su amigo.

Hyde esperó en el vestíbulo, supuso que Ken tardaría mucho, pero en realidad apenas y se sentó cuando Ken salió furioso de la oficina de su padre.

-¿Todo bien?- preguntó Hyde, casi corriendo para alcanzar a su amigo.

-Sí. No importa.- Ken estaba mucho, muy, demasiado serio. Le asustaba.

Llegaron al garaje y por un tiempo permanecieron en completo silencio. Hyde quería preguntar qué había pasado, pero temía incomodar a su amigo.

 

-Ken, ya hablando en serio. ¿Qué pasó con tu padre?- se atrevió a preguntar al notar a su amigo más relajado.

-No fue nada….- dijo y permaneció un par de minutos en silencio, pensando antes de suspirar pesadamente y entonces decidirse a hablar. –Hyde, ¿tú sabes qué será de tu futuro?

-¿Qué?- Hideto preguntó extrañado.

-Eres bueno en la música y es obvio que tienes talento con la pintura. ¿Qué harás con tu vida?

-Pues, no lo sé… no lo había pensado….

-Pero tus padres, ¿ellos qué dicen?

-La verdad, no me preocupo mucho por eso… Pero yo sé que no les molestará lo que elija…

-¡A eso me refiero!- Ken exclamó con cierta desesperación. –Yo no quiero ser abogado, no soy como mi padre o mi hermana… yo…- lanzó un gran suspiro lleno de exasperación.

-¿Qué es lo que quieres hacer?

-Eso es lo peor de todo… Ni siquiera sé qué es lo que quiero…

-Bueno, sabes lo que NO quieres. Ese es un comienzo…- Hyde le sonrió compresivo. Ken retribuyó la sonrisa. –Además, no puede ser tan malo. Lo que pasa es que a tu padre le gustaría que siguieras sus pasos.

-Tú no entiendes, Hyde.- sonrió afligido. –No es sólo eso…  nunca puedo complacerlo, no importa lo que diga, haga o elija. Siempre me equivoco.- se le volvió a escapar un gran suspiro.

-Cuando era niño, durante un fin de semana, fuimos a visitar a mis abuelos al campo,- repentinamente, Ken comenzó a relatar una historia. Hyde lo miraba un poco maravillado; a su amigo se le había iluminado el rostro. –Allí conocí a un hombre, un anciano que construía un puente para conectar el pueblo con una pequeña isla… le tomó cinco años, pero lo consiguió, él solo, bueno, con la ayuda de algunos aldeanos, incluyendo a mi abuelo… desde entonces yo siempre quise ser arquitecto,  pero mi padre…

En ese momento los ojos de Ken se empañaron y Hyde quiso abrazarlo y consolarlo, o al menos decir algo pero, alguien los interrumpió, Hiro llegó. Y entonces, regresó el Ken de siempre, el chico alegre y grosero al que nada le importaba… Hyde sintió su corazón encogerse.

 

*******

 

Como dije antes, el tiempo es muy elástico, y las dos semanas pasaron en un abrir y cerrar de ojos.

Ken debía partir mañana a primera hora a Nagoya, para estudiar derecho. Viviría allí, en un pequeño departamento que sus padres pagarían.

Y Hyde aún no se había confesado.

Esta sería la última tarde que pasarían juntos. Por un momento había pensado que podrían organizarle una fiesta de despedida en el restaurante de sus padres, con Yukihiro y con Hiro presentes, tal vez su hermana y su novio, pero... la verdad, esa tarde, la última tarde, lo quería para él solo.

Quedaron de verse en la tienda de instrumentos. Luego irían al cine. Tal vez irían a cenar, aún no lo habían decidido, y entonces, a un bar. Quería entrar con él a un bar. Quería compartir su primera borrachera con él…

-Hola, enano. Perdón por llegar tan tarde, mi hermana quería acompañarme… ya la conoces, a veces es muy molesta…

-Ella sólo quiere pasar tiempo contigo. Va a extrañarte…- dijo en tono suave, él también se sentía triste, él también le extrañaría mucho.

Se quedaron un rato en la tienda de instrumentos, viendo y probando cuanta guitarra se les antojaba, haciendo enfurecer a la dueña del local. Fueron al cine, pero la película no era muy interesante. O tal vez era que no podía concentrarse en ella, en nada, Hyde estaba muy al pendiente del tiempo.

Decidieron que no irían a cenar, y aunque Ken se mostró renuente, Hyde se las arregló para convencerlo de ir a un bar. Obviamente no les permitieron la entrada. Aunque fue muy divertido ver a Hyde lanzarse al hombre de seguridad cuando le dijo a Ken “tu novia y tú, tendrán que ir a otro lugar…” Ken prácticamente atrapó a Hyde en el aire cuando este saltó directo a su rostro.

No podían parar de reír.

Luego de vagar un rato, al ver el rostro de decepción en Hyde, Ken se detuvo en una vinatería y compró el vino más suave que encontró y se dirigieron al parque cerca de la escuela. Buscaron el lugar más escondido y se sentaron juntos, debajo de un árbol.

-Prométeme que no le dirás a tus padres de esto, enano… la Sra. Mizuki va a matarme si se entera.- Rió Ken al momento que sacaba la botella y le servía un poco en el vaso desechable que había recogido en la vinatería.

Hyde asintió emocionado y melancólico a la vez.

-Claro que no les diré nada.- aseguró al momento que sorbía un poco. –Está amargoso. ¿Así saben todos?- hizo un gesto de desagrado y luego volvió a tomar otro poco.

-Oye, despacio. Tienes que saborearlo, sentirlo, apreciarlo. El color, el aroma… no puedes simplemente tragarlo...

Hyde lo miró ceñudo y le tendió el vaso para que le sirviera otro poco.

Al rato ya les quedaba menos de media botella. Ken volvió a servirse un poco y el resto se lo sirvió a Hyde.

-Debemos irnos, Haide. Pasan de la media noche y estoy seguro que tu madre debe estarte buscando por todas partes...- de repente lanzó una ligera risilla. –Mi padre ya debe haber llamado a todas las comisarías, buscándome…- dijo pensativo.

-Un rato más, ¿sí?- bajó la mirada avergonzado. –Sólo hasta que la termine…- le mostró el vaso con lo poco de bebida que aún le quedaba.

-Debiste haber invitado a tu mejor amigo, así no estarías tan callado…- le reprocho el moreno.

-No estoy callado, estoy pensando. Y Yuki tiene mejores cosas qué hacer que estar aquí con un par de borrachos.

-¿Ah, sí, qué cosas?

-Tiene novia…- Ken rió ante el tono de hastío.

-Ah, sí, tienes razón, imagino lo que estará haciendo en este momento…- dijo con un tono lascivo. Hyde hizo un gesto de indignación y le golpeó el hombro juguetonamente. -¿Es por eso que estás tan triste? ¿Por qué tu querido amigo te abandonó?

-No, claro que no. Es sólo que… realmente voy a extrañarte, Ken…- dijo en tono sombrío.

-Vamos, Hide-chan. No te pongas así.- Ken pasó el brazo alrededor del cuello de Hyde y lo atrajo hacía sí para poder hablar más íntimamente. -Vamos a seguir en contacto, y yo vendré de vez en cuando a verte y…

-Ken… - le llamó con el rostro aún más bajo, sobre encogiéndose. –Voy a hacer algo… algo muy estúpido, y tal vez no quieras volver a verme después de esto, pero no me importa. Porque si no lo hago ahora, me arrepentiré toda la vida…

-¿A qué…?

Pero Ken no pudo pronunciar una palabra más. Hyde se había lanzado sobre sus labios y ahora lo besaba. Bueno, besar… en realidad sus labios se posaban sobre los de su amigo, sin moverse…

Ken estaba sorprendido, y tardó un poco en reaccionar. Cuando lo hizo, cerró los ojos y correspondió el beso.

Hyde se sorprendió mucho cuando sintió que los labios de su amigo se movían e intentó seguirle el ritmo. Pero el contacto sólo duró un par de segundos… Fue Ken quien lo terminó. Estaba sorprendido.

-Hide-chan…- susurró Ken.

-…L-lo siento…- y salió corriendo de allí. Tenía tanta vergüenza… Temía lo que Ken pudiera decirle… y huyó…

Por un segundo, Kitamura pensó en seguirlo, pero se arrepintió. Sabía que Hyde estaba confundido así que lo dejaría aclarar un poco sus pensamientos. Debía aclarar un poco sus propios pensamientos, también.

 

*******

 

Se escuchó el azote de la puerta principal, Mizuki asomó la cabeza desde la cocina y sólo logró percibir la figura de alguien subiendo a prisa por las escaleras; sabía que se trataba de Hide.

-¿Todo bien hijo?- preguntó de pie en el último escalón.

-Sí, mamá…- se escuchó la voz un poco fastidiada.

Mizuki avanzó un par de escalones cuando la voz de su esposo la detuvo.

-Déjalo cariño. Ya sabes que no le gustan las despedidas…- le pidió el hombre desde el pequeño jardín donde acostumbraba trabajar en su pintura. Su esposa se volvió resignada, sin responder y regresó a sus quehaceres.

Más tarde, cuando Hide creyó que sus padres dormían, bajó a la cocina, se sirvió un poco de leche tibia y se dirigió al pequeño estudio donde su padre guardaba todas sus pinturas.

Estaba tan absorto admirándolas que no notó a su padre sentado en el rincón leyendo todavía.

-¿No puedes dormir?- Al escucharlo, Hyde se sobresaltó y casi tira su leche sobre una de las pinturas. Su padre se echó a reír. –Lo siento, no quise asustarte…

-Está bien.- Hyde negó con una sonrisilla agradable. –Creí que estarían dormidos…

-Quería terminar este libro…- se lo mostró. –Es bastante bueno, aunque la historia es un poco lenta… ¿seguro que estás bien?

-Papá, ¿qué esperan de mí? Mamá y tú…- preguntó repentinamente serio.

-¿A qué viene eso?- Hyde no dijo nada, simplemente lo miró suplicante, quería una respuesta. –Pues… tu mamá y yo sólo queremos que seas feliz…

-Eres un artista, papá. Pero atiendes un restaurante…

-Hide-kun, ¿alguna vez escuchaste la frase “no hagas lo que amas, ama lo que haces”?- le miró dulcemente antes de seguir. –Yo siempre quise ser pintor, montar una gran exposición en Francia… pero tu abuelo quería que fuera cocinero, lo que él nunca pudo ser, así que, ya lo vez…

Hyde seguía mirándolo con cierta pena.

-No me malinterpretes, soy feliz. Jamás dejé mi arte,- abrió los brazos mostrándole los cuadros a su alrededor. –gracias a la cocina conocí a tu madre, te tenemos a ti… ¿qué más puedo pedirle a la vida?

Hyde seguía sin decir nada, escuchándolo atentamente. Así que su padre prosiguió.

-Soy tu padre, y quiero lo mejor para ti. Pero eso no quiere decir que yo elija por ti.- Hyde le sonrió. –Sólo quiero una cosa, sin importar qué camino siguas, quiero que seas el mejor. Si decides dedicarte a limpiar baños, seas el mejor limpiador de baños que Japón haya visto jamás…

Hyde no pudo evitar hacer un gesto de asco ante la mención. Ambos estallaron en carcajadas.

-Jamás, nunca, por ningún motivo me sentiría decepcionado de ti… no importa qué camino decidas tomar…

Hiroki sabía, había notado en el semblante de su hijo, el miedo a la decepción. A decepcionarlos a ellos, sus padres. Porque conocía a su hijo. Y su hijo era sí, siempre pensando en los demás. El señor se levantó de su asiento, se acercó lentamente a su hijo y lo abrazó fuertemente. Le besó la frente y le deseó buenas noches.

Pero antes de que saliera del pequeño estudio, la voz suave de su hijo lo detuvo.

-Esta noche… besé a Ken….- su padre se detuvo en seco. Eso no se lo esperaba.

-¿Le molestó?- Preguntó al fin luego de un largo silencio que asustó al chico. Hyde negó débilmente.

-Me correspondió…

-Genial…- suspiró aliviado. Hyde levantó la mirada sorprendido. ¿A caso no estaba enojado con él? -entonces no tienes de qué preocuparte…

-Pero… ¿no estás enfadado?

-Bueno,- se acercó otra vez a su hijo y lo tomó por los hombros, obligándole a devolverle la mirada. –Ken Kitamura, no es precisamente la nuera con la que todo padre sueña…- Hyde rio divertido y tranquilo a la vez.

-¡Papá…!- le reclamó falsamente ofendido.

-Te lo dije, Hide-kun: lo que tú elijas, para mi está bien…

-Te quiero papá…- abrazó fuertemente a su padre, aliviado. La verdad, había tenido tanto miedo de lo que pudiera pensar de él.

-Será mejor que vayas a dormir, mañana tienes que ir a despedirlo a la estación.

Hyde asintió en medio del abrazo. Había pensado en no ir a la estación. Pero ahora, luego de la charla con su padre, se sentía más confiado, más seguro. Iría a despedir a su amigo.

 

*******

 

Cuando llegó a la estación, le extrañó un poco notar que solamente la madre y hermana de Ken se encontraban allí, quiso preguntar por el Juez Kitamura, pero se arrepintió.

-Vaya, enano, creí que no vendrías…- Ken casi corrió para abrazarlo.

-No podía dejarte ir así…- correspondió el abrazo.

-Iré a checar tu boleto…- se escuchó la voz de su madre. –Kaori, ¿me acompañas?- la hermana asintió.

En el momento en que perdió de vista a su madre y hermana, se separó ligeramente de Hyde para poder mirarlo a los ojos, y de paso, besarlo. Lo tomó de la mejilla y le besó suavemente en los labios.

-Dejé un regalo para ti, Kaori te lo dará… lo habría traído conmigo pero en serio creí que no vendrías.

-¿Por qué pensaste eso?- preguntó completamente sonrojado. Estaban en un lugar público y su amigo lo había besado.

-Anoche saliste corriendo…

-Ah, eso… bueno… yo… lo siento…

No pudieron seguir hablando, el altavoz anunciaba que los pasajeros a Nagoya debían abordar, el tren saldría en tres minutos.

Siguió con la mirada a su amigo, a través de las ventanas, mientras este buscaba su lugar entre los asientos. Cuando lo encontró, se acercó lo más que pudo a la ventilla y se despidió de todos. Hyde, Kaori y la sra. Kitamura lo despedían desde la plataforma, agitando la mano y sonriendo, deseándole buena suerte y esperando que volviera pronto.

Hyde se tocó los labios y se preguntó por qué no lo había besado antes… ahora sentía que había perdido mucho tiempo. Que se había perdido de muchos besos.

Sonrió. Ojalá y pudiera recuperarlos…

 

Notas finales:

¿Demasiado largo? Cuentenme.

Continuará...


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