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MEMORIES por Sakurako

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Notas del capitulo:

Gracias por continuar aquí. 

Disfrútenlo. 

SEGUNDA PARTE

 

-¡Ya llegué!- gritó Hideto en cuanto cruzó la puerta.

-¿Listo?- le susurró su padre en la entrada. Hide simplemente asintió. –Bien. Vamos, ponte el uniforme. Te espero en…- miró hacia la cocina y aunque comprobó que seguían solos continuó en un susurro más bajo. –En donde tú ya sabes…- se enderezó y antes de salir le gritó a su esposa. -¡Me voy al restaurante!

Desde la cocina, la mujer le respondió con un “está bien”.

-Hide, ve a lavarte las manos. Ya casi está lista la comida.

-No puedo, mamá. Tengo que ir a trabajar.- le gritó mientras subía a su habitación para cambiarse de uniforme.

-¿Qué? ¿Dónde? ¿Por qué no me habías dicho que ya conseguiste trabajo?- la mujer lo siguió por las escaleras. Hideto seguía vistiéndose mientras su madre le cuestionaba. -¿Qué se supone que harás? ¿Son buenas personas? Hide…

-Mamá, ¿quieres acompañare a mi primer día de trabajo?- le preguntó sonriente. –No es muy lejos, cruzando la calle a penas.

La madre sonrió un poco, entre conmovida y triste. Asintió. Tenía que asegurarse de que su hijo estaba en buenas manos. No lo dejaría trabajar en cualquier lado, con cualquier persona.

Salieron a la calle y Mizuki comenzó a caminar calle abajo, pensativa.

-Mamá, ¿a dónde vas?- le preguntó Hideto, de pie a la entrada del restaurante de sus padres.

La mujer se detuvo en seco y entonces miró el uniforme que llevaba su hijo, era idéntico al que llevaba siempre su esposo. Sonrió y negó divertida. Regresó unos cuantos pasos y siguió a su hijo, que ya había entrado al local.

-Pero qué rayos…. ¿este es el trabajo que conseguiste?

Ambos, padre e hijo sonrieron culpables.

-Cariño… así tú terminarás comprándole esa tonta guitarra.- señaló a su esposo acusadoramente, con fingida molestia.

-Claro que no. Yo la pagaré con mi sueldo.- intentó defenderlo el chico.

-¿Al menos te pagará lo suficiente?

Hide agitó la cabeza en asentimiento.

La mujer suspiró. Luego les sonrió resignada, volviendo a negar con la cabeza. Eran imposibles esos dos.

-A trabajar, entonces… que aquí no se le pagan a los holgazanes.

La sonrisa de Hide se ensanchó aún más al notar que contaba con la aprobación de su madre.

 

*******

 

-Hide,- le llamó la mujer desde la cocina, luego de un rato. Él estaba recogiendo una mesa. –Hide, ven.- el chico se acercó casi corriendo. –Siéntate, no has comido y se hace tarde.- la mujer le sirvió la comida y la colocó en la mesa dentro de la cocina. La misma en la que su esposo solía comer, casi siempre solo. –No debes malpasarte, necesitas fuerzas ahora que estás trabajando arduamente.

Hide le sonrió cariñosamente. Se sentó en su lugar y sin pensarlo dos veces casi se devoró el plato.

-Esto lo idearon tu padre y tú, ¿verdad?- Hide se atragantó. La mujer rió. Al chico le gustaba verla reír, rejuvenecía al menos diez años cada vez que lo hacía.

Qué extraño, a pesar de no compartir lazos sanguíneos, ese era un gesto que Hideto había heredado de ella. O eso acostumbraba decirle Hiroki, cuando estaban solos.

-Creímos que no te gustaría la idea.- confesó apenado. Con la cabeza gacha.

-No me gusta. Yo quiero que tú estudies, que nada de distraiga. Te gusta pintar, ¿no? Pues quiero que seas un gran artista.- le acercó otro poco de arroz. -Yo sólo quiero que seas feliz, Hide-chan.- a Mizuki le brillaban lo ojos cada vez que hablaba del futuro de su hijo. –O si es la música lo que tú quieres, pues, tu padre y yo te apoyaremos. Y haremos lo imposible por ayudarte, pero...

-Lo sé, mamá. Pero yo también quiero valerme por mí mismo. Además, me gusta ayudarles…- Hideto se quedó pensativo un rato. Por un momento recordó las palabras de Pero, hacía unos días. Quería preguntar, pero cómo.

-De acuerdo….- aceptó la mujer, regresando a sus quehaceres. Ignorando las dudas que acusaban a la mente de su hijo.

-¿Mamá…?- murmuró levemente. Con voz temblorosa. Con cierto miedo. Miedo que, extrañamente, no detectó su madre.

-...¿mmm?...- contestó distraídamente la mujer.

-Gracias…- se arrepintió.

-¿De qué?

-Por quererme tanto…

La mujer volvió a reír. –Cuando te pones así, te pareces mucho a tu padre, ¿sabes?- regresó la atención a los platos y vasos sucios. –Oye, ¿y qué pasó con ese chico que conociste, lo has vuelto a ver?

-No. Aunque he visto a su padre en el colegio. Creo que es rector de educación de esta zona, o algo así…

-Por qué no le preguntas por él la próxima vez que lo veas. Podrías invitarlo a casa, si quieres.

-¿Puedo?

-Claro.

-Gracias, mamá.- se levantó de la mesa, recogió su plato y le plantó un beso en la mejilla a su madre. –Debo seguir con mi trabajo, o mi jefe no me pagará el día.

La mujer negó divertida.

Por un segundo, su mirada se perdió, entre el pasado y el futuro y su mente comenzó a divagar… adoraba tanto a ese niño.

 

********************************************************************************

 

-¿Y dices que te invitó a su casa?

Yukihiro asintió no muy seguro, aunque feliz.

En cuanto llegó del colegio, se sentó a la mesa y, por primera vez, comió la cena que la Sra. Aoyagi le había preparado mientras le contaba lo que había pasado el día anterior.

Le había contado todo, con lujo de detalle. Entusiasmado. Incluso le contó lo sucedido con su padre. No podía dejar de hablar, y la Sra. Aoyagi le escuchaba encantada. Jamás lo había visto tan emocionado.

-Deberías pedirle permiso a tu padre para ir a visitarle.

-¿Crees que me deje ir?

-No veo por qué no. Además, tu padre te quiere y seguro que te da permiso. Apuesto a que él quiere que seas feliz y...

-Mejor no. Pero está bien, no te preocupes…

Yukihiro se quedó pensativo un momento. A pesar de ser un chico de apenas doce años, era bastante maduro, demasiado consciente de su entorno. Y eso no era algo bueno, en realidad.  

La Sra. Aoyagi lo miraba con cierta pena. Hacía cerca de cinco años que conocía a la familia Awaji, y esta era la primera vez que veía realmente feliz a ese chico.

Tenía que ayudarlo.

-¿Te gustaría estudiar en la misma escuela que él? Así tendrías amigos.- Yukihiro la miró atento. Sin responder. -Hagamos un trato.- ofreció con voz confidente. Acercándose para susurrarle, a pesar de estar solos.

-¿Un trato?- preguntó un poco extrañado.

-Le diremos a tu Papá que ya no puedo quedarme por las tardes a cuidarte y que tendré que llevarte conmigo a mi casa. Luego, con el tiempo, le pediré que te cambie de escuela.

-¿Qué?- no estaba seguro de lo que estaba diciendo.

-Pero, primero iremos a visitar a tu amigo. ¿Qué dices?- le dijo entusiasmada. –Ya después veremos qué hacer exactamente para cambiarte de colegio.

Yukihiro se quedó en silencio, sorprendido o emocionado o ambos. Había un ligero brillo en sus ojos, el mismo que desapareció al pensar que debía mentirle a su padre. Mentir. Mentir era algo que no le gustaba, que no se le daba, además.

-No.- Negó un poco desilusionado. –No quiero mentirle a papá.

La sra. Aoyagi desvió la mirada, se sintió un poco apenada por lo que había sugerido.

-Pero, sí me gustaría visitar el restaurante de Hideto alguna vez.

-Bueno, ¿qué te parece si vamos la próxima semana? No me mires así… no le mentiremos a tu papá.- Le sonrió divertida. –Le pediré permiso para llevarte a comer con mis hijos. Es el cumpleaños de Makoto, ¿qué dices?

Yukihiro asintió feliz.

-Entonces, llevaré un regalo para Makoto-chan.

-No será necesario…- rio.

-Claro que sí. A todos nos gustan los regalos de cumpleaños.

 

*******

 

Esa noche, Yoshiro Awaji había llegado más tarde de lo usual. Se extrañó mucho al encontrar a la Sra. Aoyagi aún en su casa.

Por un segundo le pareció que algo iba mal. Más aún cuando al saludarlo desvió la mirada y caminó hacía la cocina.

-Bienvenido.

-¿Pasa algo malo?- preguntó un poco alarmado. Siguiéndola.

-No. Yuki está bien, no se preocupe. En realidad, quería hablar con usted. Pedirle un favor, de hecho.

El hombre la miró con cierta desconfianza. Suspiró pesadamente y luego le indicó que se sentara.

Ambos se sentaron, cada uno al lado contrario de la mesa. Quedando de frente. La mujer entrelazó los dedos sobre la mesa, mirándolos fijamente, notablemente nerviosa.

-¿se trata de dinero?- preguntó el hombre con algo de desgana y haciendo el además de sacar su cartera. La mujer lo detuvo al instante.

-No, nada de eso…

-Entonces, usted dirá.

-Bueno, la próxima semana será cumpleaños de mi hijo mayor, Makoto.- Comenzó a explicar.

Ella era madre soltera, su esposo había muerto hacía ya seis años. Ella nunca pedía vacaciones o días de descanso extra, siempre estaba disponible para la familia Awaji, a excepción de los cumpleaños de sus hijos y el aniversario luctuoso de su difunto esposo.

El hombre asintió, en silencio, esperando a que ella continuara. Ahora se daba una idea de lo que la mujer quería pedirle.

-Y me preguntaba si puedo llevar al joven Yukihiro conmigo, con mis hijos a celebrar. Iremos a un restaurante, en Wakayama…

Yoshiro tensó la mandíbula. De acuerdo, eso sí que no se lo esperaba. Y tardó un poco en responder. Por un segundo la mujer tuvo la certeza de que él se negaría.

-No creo que él quiera ir. No le gustan…

-Ya le pregunté y está muy entusiasmado.- le interrumpió enseguida.

El hombre hizo un gesto de desagrado.

Aunque por otro lado, deshacerse del chico aunque fuera por un rato, no le parecía tan mala idea.

-De acuerdo.- aceptó. Se levantó de su asiento y miró a la Sra. con suficiencia. -¿Eso es todo?

-Sí, muchas gracias. Yukihiro se pondrá muy contento…- La mujer también se levantó de su lugar y comenzó a avanzar apresurada hacia la salida. –Buenas noches.- se despidió antes de salir, casi corriendo, de la casa Awaji.

 

********************************************************************************

 

-Makoto, Nao. Él es Yukihiro. – Los presentó.

-¿Tú eres al que mamá cuida todos los días?- preguntó Nao con el rostro fruncido. Al parecer el chico no era lo que él imaginaba.

Yukihiro sonrió divertido ante la pregunta y los mohines del pequeño Nao.

-Nao, ¿dónde aprendiste esos modales?- le regañó su madre, el niño simplemente se encogió de hombros y entonces Yukihiro lanzó una ligera risilla.

-Gracias por el regalo…- le saludó Makoto. Para sus ocho años intentaba ser lo más maduro posible, ayudar en lo que podía a su madre y ser un buen hermano mayor para Nao. Y su madre lo notaba y aunque a veces se reprochaba por esto, realmente se lo agradecía.

-No es nada. Feliz cumpleaños.

-Bueno, qué les parece si nos vamos.

La Sra. Aoyagi había ido a recoger a Yukihiro al colegio, luego fueron por sus hijos y ahora se dirigían rumbo a Wakayama, justo del otro lado de la ciudad.

Los tres chicos estaban emocionados, aunque cada uno por razones diferentes.

Viajaron en shinkansen, Yukihiro jamás había viajado en shinkansen, estaba encantado. Los chicos, lo miraban sorprendidos y divertidos.

Cuando llegaron al pequeño restaurante, Yukihiro dudó un momento.

-¿Qué ocurre?- le preguntó Izumi Aoyagi.

-¿Y si cree que soy raro por haber venido hasta aquí?, tal vez deberíamos…

-Deja de pensar tonterías, vamos.- lo incitó.

Cruzaron la puerta y fueron recibidos por una mujer. Yukihiro se le quedó mirando un rato. “La madre de Hideto…” pensó.

-Bienvenidos.- les saludó la mujer y les indicó una mesa. El local estaba bastante lleno. –Les daré un momento. – y se retiró.

-Bueno, ¿por qué no le preguntas por tu amigo?- le preguntó Izumi en voz baja.

-Vuelvan pronto…

Se escuchó del otro lado. Una pareja se retiraba y la mujer los despedía ahora en la puerta. Justo en ese momento, un chico delgado salió desde la cocina y comenzó a limpiar la mesa que la pareja había ocupado.

-¿Hideto?- Yukihiro lo había pronunciado el nombre sin pensarlo. Se sonrojó.

-¿Yukihiro?, ¡Hola! No pensé que vendrías. ¿Cómo has estado? ¿Ella es tu mamá? ¿Son tus hermanos? ¿Por qué no trajiste a tu papá?- Hideto realmente hablaba rápido. Yukihiro se sintió un poco mareado.

-¿Qué? No, no… ellos… ella es…

-Soy su nana.- le rescató. -Y ellos son mis hijos. Hoy es cumpleaños de Makoto.- el chico se levantó y le saludó, y Hideto le deseó feliz cumpleaños. –y él es Nao.

-Tengo hambre…- se quejó el pequeño Nao.

-Ya veo. Entonces le pediré a papá que les prepare algo especial.- Hideto se dio la vuelta iba a avanzar hasta la cocina cuando la débil voz de Yukihiro lo detuvo.

-E-en realidad, me preguntaba si podrían preparar… algo como el bento… el de ese día…- pidió muy avergonzado.

-Claro. ¿Verdad que estaba delicioso? Ahora le digo a mi mamá.- Se detuvo a medio camino. –Ahh… ¿Te gustaría conocer a mis padres?

El aludido miró a la Sra. Aogayi, como pidiendo su permiso y esta asintió.

-S-sí, me encantaría.

Yukihiro se levantó de su lugar y comenzó a seguir a Hideto hasta el fondo de la cocina. Ahí estaba un hombre, cerca del fuego, cocinando algo, bastante concentrado. El padre de Hideto se movía de una manera natural, algo fascinaste de hecho. La mujer estaba en el fregadero, lavando algunos trastos.

-Mamá,- la señora se giró y le sonrió. -él es Yukihiro. El chico del que te hablé.

-Awaji, Yukihiro.- se presentó, esta vez sin la reverencia. Aun así Hide rio divertido.

-Hola, Yukihiro, gusto en conocerte.

-Papá, él es Yukihiro, ¿recuerdas que les hablé de él?- le preguntó a su padre. Hiroki le lanzó una mirada superficial, algo distraída antes de volver a lo suyo y contestar sin mucho interés.

-Ah, sí. Mucho gusto.

-Papá…- le regañó. –Es mi amigo.

Cuando Yukihiro le escuchó decir que era su amigo, se sintió realmente feliz. Jamás había tenido un amigo.

-Lo siento, lo siento.- se disculpó y se giró hacía el chico, lo miró atento y sonrió. –Mucho gusto.

-El gusto es mío, señor.- Saludó sonriente.

 

*******

 

La tarde pasó de prisa.

Comieron encantados, todo estuvo delicioso. Y el lugar era realmente acogedor. Tenía la calidez de un verdadero hogar. Comieron, hablaron, rieron y celebraron, y de vez en cuando Hideto se les unía.

 

-Yu-chan, llevaré a los niños al parque al final de la calle. Puedes quedarte con tu amigo si quieres…

-Gracias.- Asintió realmente agradecido.

Ambos estaban sentados en una mesa cerca de la barra, platicando y riendo. Habían descubierto que tenían muchas cosas en común. A ambos les gustaba el mismo estilo de música. Ambos eran fanáticos del Heavy Metal. Y el animé, esa era otra pasión que compartían.

-¿Me enseñas tus dibujos?- le preguntó el rubio con los ojos luminosos y llenos de emoción.

-Claro. ¿Por qué no vienes mañana? Así yo traeré mi libreta de dibujo. No es porque yo lo diga pero soy muy bueno. Aunque no tan bueno como mi papá, deberías ver sus cuadros, son geniales…- Lo dijo orgulloso.

Su padre era un gran artista. En sus ratos libres adoraba pintar. Desde pequeño, Hideto había sentido una fascinación por el arte de su padre. Y por supuesto le había rogado para que le enseñara. Hiroki lo hizo gustoso.

-…Mmm…- Yukihiro bajó la mirada un poco avergonzado. No sabía si podría volver a visitarlo. Aunque, quería regresar. Ahora la idea de Izumi no le parecía tan descabellada… ¡No! Mentirle a su papá no era una opción.

-¿Pasa algo?- preguntó preocupado. Su amigo se quedó callado, pensativo, con una expresión cercana a la angustia.

-¿Qué? No, nada. Es sólo que… me encantaría regresar pero… no sé si papá me deje…

-Si quieres, yo puedo hablar con él.- Ofreció el chico. – O mejor aún, puedo pedirle a mi papá que hable con él…

-No.- respondió enseguida. Incluso parecía asustado con la idea. Hideto se sorprendió. –No, gracias. Vendré, no sé cuándo, pero vendré…

-De acuerdo.

Hideto comenzaba a intuir que algo no estaba bien. Yukihiro parecía temerle a su padre, pero… ¿cómo era eso posible? Se trataba de su padre. Sentía mucha curiosidad, él era una persona curiosa por naturaleza. Aun así, no dijo nada, no se conocían lo suficiente como para hacer preguntas al respecto.

-¡Yukihiro! ¡Es hora!- se escuchó la voz de la Sra. Aoyagi desde la puerta. Yukihiro se volvió y asintió.

-Debo irme…- se puso de pie, pero no avanzó. Permaneció frente a su amigo, pensativo, dándose valor para hacer la pregunta. Abrió la boca pero las palabras se atoraron. Hideto le miró expectante y cuando notó que su amigo se sonrojaba sonrió algo enternecido. –Yo… me preguntaba si…- las palabras dejaron de brotar. Hideto asintió, dándole ánimos para que continuara. –si… si puedo llamarte?

-Por su puesto.- Sonrió divertido por el nerviosismo de su amigo. -Te daré el número…

Hide casi corrió hasta la cocina en busca de papel y un lápiz. Anotó los números telefónicos de los Takarai, tanto del restaurante como el de su casa, y esperó paciente a que Yukihiro escribiera el de la suya.

Yukihiro se despidió de los padres de Hideto frente a la puerta del restaurante. Salió encantado, con una gran sonrisa en el rostro. Había sido la tarde más divertida de toda su vida.

 

-¿Y…?- preguntó la Sra. Aoyagi. Sacándolo de su ensoñación.

-¿Tú crees que papá me deje regresar?- preguntó esperanzado.

-Podemos preguntar…- La mujer dudó.

Yukihiro bajó la mirada. La sonrisa que había mantenido toda la tarde, desapareció en ese momento. Conocía a su padre y conocía, de antemano su respuesta.

¿Por qué su padre no era un poco como los padres de su amigo? Jamás había dudado que su padre le quisiera, jamás, no importaba cómo lo tratara. Pero ahora…

Su pecho dolió… una ligera punzada… una ligera certeza… un ligero temor…

 

*******

 

-Tu amigo es muy lindo…- repuso Mizuki en cuanto regresaron los dos a la cocina.

-¡Mamá, los amigos no son lindos!- rezongó Hideto.

Su madre rió ligeramente y le lanzó un guiño, divertida por el rostro de repulsión que su hijo había hecho.

-Aunque parece un poco triste. ¿No te parece?

-No, bueno, tal vez, un poco… ¡No sé mamá, yo no me fijo en esas cosas…!

Se sonrojó. De hecho sí lo había pensado.

Se giró y se marchó a atender a los nuevos comensales que ingresaban al establecimiento…

 

Fin del primer capítulo...

Notas finales:

¿Les gusta cómo avanza? espero que sí. 

Continuará...


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