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El último partido por Fullbuster

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El viaje hasta aquella isla había sido tormentoso para ambos chicos. Neji no había parado de quejarse y eso que habían viajado en primera clase en el avión, claro que no pensó lo mismo del tren y el ferri. Kakuzu tuvo que aguantar todas sus quejas, sin embargo… por otra parte, estaba encantado al descubrir que aquella isla no sería tan aburrida como él pensaba, había gente joven.


Mientras caminaban por la avenida en dirección a la casa de la familia Uchiha, vio al menos a un par de muchachas y algunos jóvenes en el bar desayunando. Era temprano y tenía sueño, a él le habría gustado salir ese mismo día, pero Neji tenía tantos nervios, que le hizo comprar el billete de la noche para llegar cuanto antes.


Neji seguía con sus quejas y más aún cuando cruzaron por la lonja. Era demasiado temprano y los barcos estaban siendo descargados. El olor a pescado era espeluznante y Neji no lo soportaba más. Kakuzu simplemente sonreía al ver todas aquellas cajas con pescado. Él ni siquiera entendía lo complicado que era pescar aquellos manjares, lo que sufrían los pescadores y cómo arriesgaban sus vidas todos los días para traer esos peces.


- Qué olor más asqueroso – se quejó Neji.


- Desde luego.


Apenas había terminado de hablar Kakuzu, cuando una caja de madera llena de pescado chocó contra su pecho llenándole de pequeños trozos de hielo, impregnando sus ropas con aquel horrible olor y sacando una queja instantánea.


Elevó su dura mirada hacia aquel joven que se disculpaba por el golpe, por no haberle visto pero que seguía caminando para marcharse del puerto. Por un segundo, Kakuzu observó aquellos ojos extraños, de un color inusual, un tono morado que nunca antes había visto en nadie.


- ¿Qué narices…? – preguntó sin acabar la frase, viendo cómo el chico se marchaba y Neji se reía viendo sus ropas manchadas con ese olor.


- Tío… apestas – le dijo Neji riendo.


- Será desgraciado. Esto no va a quedar así – le contestó Kakuzu caminando tras el chico hasta que le dio alcance.


Por fin la intensa jornada en el barco había finalizado. Hidan estaba simplemente… muerto. Necesitaba llegar a casa cuanto antes y dormir. En su camino ni siquiera se percató de aquel chico con el que chocó y al que sin querer, le derramó parte del hielo que mantenía fresco el pescado de la caja. Se disculpó con él y continuó su camino, sin embargo, aquel chico le dio alcance y colocando su mano en el hombro de Hidan, le obligó a darse la vuelta hacia él.


- ¿Una disculpa y ya está? – preguntó Kakuzu de mal humor ante la leve sonrisa que se le escapó a Hidan.


- ¿Qué esperabas? ¿Un caramelo? – le preguntó Hidan – me he chocado contigo, ¿vale? Lo siento, otra vez tendré más cuidado. ¿Puedo irme ya? Algunos trabajamos y deseamos llegar a casa a dormir.


- ¿Quién dice que yo no trabajo? – preguntó Kakuzu.


- Por favor… ¿Has visto tus manos? Finas, lisas, delicadas… eres un chico de ciudad que no se dedica a un trabajo físico precisamente. Quizá trabajas en una oficina, no lo sé ni me importa, tampoco sé qué negocios te han traído a esta isla, pero lo que sí sé… es que yo me largo a mi casa a dormir. Hasta luego – le comentó Hidan volviendo a caminar.


- Eh – se quejó nuevamente Kakuzu – me debes una camiseta, la has arruinado y es de marca.


- ¿Sabes lo que es una lavadora? – le preguntó Hidan, a lo que Kakuzu asintió  sorprendido – entonces métela en una, tan sólo es un poco de olor, el detergente lo quitará.


Kakuzu se sorprendió todavía más, nadie se había atrevido jamás a decirle algo así y mucho menos, a dejarle en ridículo. Cuando se giró, observó a Neji riéndose sin poder parar, eso hizo que se cabrease todavía más. Detuvo esta vez el brazo de Hidan y lo empujó contra una de las paredes del exterior de la lonja. Acercó su cuerpo y su rostro demasiado a un Hidan que se rehusó a apartarle la mirada a aquel chico desafiante y prepotente.


- A mí nadie me humilla ni me rechaza, ¿lo entiendes?


- Pues puede que en la ciudad – le dijo Hidan – pero por si no te has dado cuenta, esto no es la ciudad. Aquí no hay chicas fanáticas de los capullos como tú, ni se les caen las bragas al ver a un chiquillo rico de ciudad, lo máximo que encontrarás serán ovejas y chicos como yo a los que no nos interesa quién seas o a lo que te dediques. Y ahora déjame pasar, tengo mucho que hacer.


- Ya te he dicho que a mí nadie me rechaza y mucho menos, un pueblerino como tú – le aclaró Kakuzu uniendo sus labios a los de aquel chico.


Se sentía triunfador y es que nadie se atrevería a humillarle a él ni a rechazarle, claro… que tampoco sabía con quién se había ido a meter. Un quejido salió de su boca obligándole a soltar los labios de Hidan. El muy imbécil le había mordido y se limpiaba con la manga de su camisa la saliva que aquel individuo había dejado.


- No vuelvas a intentar robarme un beso, o la próxima vez, será peor.


Aquel reto fue aún más interesante para Kakuzu, quien con una sonrisa, agarró la muñeca del chico volviendo a besarle. Para Hidan, aquello era simplemente el impulso de un chico al que jamás le habían dado una negativa, pero por las buenas o por las malas, aprendería que un no, era un no. Levantó el pie y lanzó la patada contra sus partes bajas obligándole a soltarle una vez más. Esta vez hasta Neji se quejó al ver el golpe, casi podía sentirlo hasta él y es que eso debía haberle dolido tanto físicamente como en su orgullo.


- Lo avisé – dijo Hidan marchándose de allí con su caja de pescado.


Era lo que le faltaba a Hidan, que vinieran un par de chicos de ciudad a tocarles las narices a los del pueblo. Cuando se lo contase a Naruto y al resto del equipo, no se lo iban a creer. Por otra parte, Neji no podía dejar de reír, era la primera vez que alguien se negaba a pasar un rato con Kakuzu, que le retaban con tanta inteligencia y conseguía el chico marcharse sin mayor problema.


Como todas las mañanas, Hidan dejó la caja de pescado en la nevera para limpiarlo más tarde. Su madre ni siquiera se había despertado, así que pasó primero por su habitación para cerciorarse de que estaba bien. Tenía un poco de fiebre así que la despertó para darle su medicación y volvió a dejar que se durmiera un rato más comentándole que él también se marchaba a dormir.


Para cuando despertó, su madre ya estaba abajo limpiando el pescado que su hijo había traído esa mañana. Tenía preparada hasta la comida encima de la mesa. Aquello le hizo sonreír aunque también le preocupaba la salud de su madre, llevaba ya mucho tiempo con esa debilidad.


- Mamá… deja eso, ya lo limpiaré yo luego – le comentó Hidan dándole un beso en la frente.


- No, quiero hacerlo yo. Sabes que debo mantenerme activa, el médico lo dejó muy claro.


- Sí, activa… pero puedes ir a pasear o a nadar. Mikoto podría acompañarte para que no te pase nada, para que no estés sola nunca. No sé, mamá, pero no estar aquí dejándote la espalda limpiando el pescado.


- No pasa nada, cielo, estoy bien.


- Mientras tengas el tratamiento, pero es caro, mamá y tampoco es una cura, sólo… ralentiza el problema.


- Puedo llevar una vida normal.


- Por ahora – aclaró Hidan.


- Eres un buen hijo, ¿vale? Pero necesito que confíes un poco en mí. Puedo hacer muchas cosas todavía.


- De acuerdo – sonrió Hidan – pero no te esfuerces.


- ¿Vas a ir a entrenar?


- Sólo un rato. Tengo que contarles un par de novedades a los chicos.


- ¿Hay novedades en esta isla? – preguntó su madre sorprendida.


- Al parecer han venido un par de malcriados a la isla – sonrió Hidan cogiendo una de las patatas fritas de su plato para comérsela – un par de chicos de ciudad que se creen superiores a los de aquí, al parecer…


Hidan se sentó a comer. Tenía que darse prisa o llegaría tarde al entrenamiento. Apenas le quedaba media hora para estar allí. Su madre terminó de recoger la cocina y limpiar el pescado mientras su hijo se terminaba la comida y preparaba su bolsa de deporte para irse. Para cuando llegó al campo, todos estaban ya de reunión por allí, lo que le sorprendió fue ver a Naruto sentado en el suelo con las piernas cruzadas y su hijo en medio.


- Vaya, pero si el pequeñajo ya está muy grande – comentó Hidan cogiendo al sonriente niño que se lanzó hacia sus brazos en cuanto le vio llegar - ¿Qué haces tú por aquí?


El niño no contestó, pero sonreía y jugaba a coger la nariz de Hidan mientras éste atrapaba sus deditos con los labios haciéndole reír aún más.


- No puedo entrenar – comentó Naruto – así que he decidido traerlo conmigo. Nos quedaremos aquí sentados animándoos.


- ¿Y eso? – preguntó Hidan.


- Una leve lesión de muñeca. Estaré listo para el partido del viernes, te lo prometo.


- ¿Os habéis enterado de la última noticia? – preguntó Hidan devolviendo a Kaito a los brazos de Naruto.


- ¿Que ha llegado el novio de Sasuke a la isla? – preguntó Naruto.


- Vaya, creí que era yo el único que lo había visto… espera… ¿Su novio?


- Sí, ¿por?


- Habían dos esta mañana. Uno era un capullo que se lanzó a besarme como si nada.


Todos hicieron el silencio un segundo y luego estallaron en risas. Besar a Hidan de improviso era como programar tu propia muerte. Hidan tenía un carácter de mil diablos.


- ¿En serio? – preguntó Naruto sin poder parar de reírse - ¿Aún hay gente que hace eso con desconocidos?


- Al parecer – dijo Hidan – venía muy gallito con esos aires de que era de ciudad.


- Creo que van a ser unos días movidos – comentó Deidara con una ligera sonrisa viendo cómo se acercaban por el fondo Sasuke y aquellos dos chicos de esa mañana.


- No me jodas – aclaró Hidan – ya la he tenido liada esta mañana con ellos, no me apetecía tener que volver a pegarle.


- Quizá ha aprendido la lección – aclaró Gaara.


- ¿Tú crees? – preguntó Naruto – esos chicos de ciudad no creo que piensen mucho precisamente. Están acostumbrados a tenerlo todo.


- ¿Qué creéis que les dirá Sasuke? – preguntó Deidara – se supone que no puede entrenarnos. Esos dos deben ser de su equipo.


- ¿Esos dos idiotas son de su equipo? – preguntó Hidan mirando a Dei.


- Deben serlo. Por su musculatura yo diría que juegan a lacrosse.


- Tíos… no sé qué pensáis pero… hay que ganar ese partido. Me gustaría patearles su trasero de ciudad.


- Será complicado – aclaró Deidara – pero yo me apunto al plan.


- Contad conmigo en cuanto me recupere – dijo Naruto enseñando su muñeca.


- Shh – se escuchó decir a Kiba al que acompañaba su perro – aquí vienen – sonrió.


Todos los jugadores se callaron al instante observando cómo llegaban los chicos de ciudad. Sasuke fue el primero en medio sonrojarse, seguramente avergonzado por lo que había ocurrido esa mañana con Naruto y su novio. En parte era su culpa por no haber dicho nada sobre Neji, pero tampoco era un tema que le gustase mucho sacar, ni siquiera estaba seguro de aquella boda y aún no se lo había contado a un emocionado Neji que estaba planeando todo su futuro. Sasuke ni siquiera se lo había dicho a sus padres.


- Vaya, has traído a tu hermanito – comentó Sasuke mirando a Kaito.


Todos se miraron extrañados. No entendían de qué narices hablaba Sasuke y Lee fue a contestar que no era su hermano cuando Naruto sonrió y asintió.


- Por supuesto, a mi hermanito – sonrió Naruto fingiendo.


- ¿A que es guapo su hermano? – le siguió la mentira Hidan.


- Ha salido a su padre – fingió Deidara y es que a él, tampoco le había sentado bien la mentira de Sasuke, no estaba mal pagarle con la misma moneda.


Como siempre, Kaito trataba de irse al lado de Deidara. A Naruto siempre le sorprendía aquel extraño carácter en su hijo, no entendía la obsesión que tenía por Deidara aunque éste no solía hacerle mucho caso. Lo cogió mejor evitando que saliera corriendo hacia el rubio y sonrió.


- No, Kaito, no puedes ir con Deidara, él tiene que entrenar.


- Cuando acabe vendré contigo, ¿vale? – le sonrió Deidara revolviéndole el cabello.


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