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Legado y Maldición por Nagii Rokudo

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Notas del capitulo:

muchas gracias por darle una oportunidad a mi fanfic ¡he aqui el segundo cap!

Supongo que el prologo fui muy inespecifico en relación a ciertas cosas, estoy segura que conforme va avanzando van a sorprenderse de quienes aparecen y que papel ocupan

Antes de empezar, quiero comentarles que estaba pensando establecer una fecha de entre de los caps. Como ahora me encuentro de vacaciones estaban pensando subir dos por semana; martes y jueves; pero entre clases seria mas practico los viernes

Por otro lado, tambien espero entienda la demora pues el capitulo necesitaba editrse y edisión

Sin más que agregar, espero que les guste y lo disfruten

Capítulo 1 – Sombras y Siluetas

Eran las tres de la mañana y un azabache se revolvía en su cama, su rostro reflejaba aflicción, su respiración agitada y su piel perlada por el sudor. Al despertarse se dio cuenta de que era otro día, otro día más que había soñado con  esa absurda pesadilla. Después de calmarse, se levantó y viendo que le falta para ir a su colegio, se dirigió a su escritorio y tomando un viejo libro que tenía ahí comenzó a leerlo con el fin de matar el tiempo.

No podía dormir, ya no tenía ganas de dormir y el libro era de lo más aburrido que en ese momento podía ser así que poniéndose una muda deportiva, el azabache se dirigió hacia el patio para comenzar a entrenar, sin percatarse que tres atentas miradas lo observaban minuciosamente.

-¿Seguro que es él? – pregunto el menor de los supuestos espías

-¡Ha… y yo cuando me equivoco! – Exclamó con sorna el acompañante de este – se nota que te falta entrenamiento – volvió a decir dibujando una sonrisa maquiavelica

-“Hmp” – respondió el otro mientras dibujaba una mueca de disgusto

-De todas formas tenemos que vigilarlo – termino diciendo el mayor de los dos para así dar por finalizada la conversación -*además parece que alguien ya se dio cuenta de nosotros*- pensó mientras esbozaba una sonrisa casi imperceptible para su alumno y compañero

 

***************

 

-Kyo-kun El desayuno se enfría- desde el primer piso se escuchó la suave voz de una mujer

-Voy mamá… -respondió el azabache mientras agarraba su maleta y salía de su cuarto dispuesto a bajar al comedor

-Buenos días hermano- detrás de él una voz bastante grave y que denotaba más edad y experiencia le tomo desprevenido al azabache -¿hoy tampoco pudiste dormir bien?- pregunto entre preocupado y divertido

-“Hmp”- respondió el azabache ignorando al mayor mientras bajaba a comer, ya con el tiempo se había adaptado perfectamente ese monosílabo a su muy recurrente vocabulario

-¡¡¡Hermanito!!!- gritó un rubio, abalanzándose sobre el azabache, pero fue esquivado muy hábilmente cayendo de cara al suelo mientras el mayor de los tres se reía sonoramente -no te burles hermano- exclamó mientras se sobaba el rubio

-Desde hace tiempo que el ya no es pequeño Dino- replicaba entre risas el mayor -además hace mucho que ya no es tierno- volvió a decir y ambos hermanos soltaron sonoras cargadas ganándose miradas de odio por parte de su hermano menor y burla de ambos

-¡Ah! que tiempos cuando era chiquito y me llamaba “onii-chan”- comento el rubio recordando la niñez de ambos -era tan lindo y tierno- volvió a decir mientras un hilito de sangre salía por su nariz recordando al pequeño Kyoya de niño en trajecitos vergonzosos mientras el mayor solo se reía a pierna suelta

-Y siempre pedía que lo abracemos y que durmamos juntos- dijo el mayor -“onii-chan” esto, “onii-chan” lo otro, que adorable hermanito- volvió a decir y ambos hermanos se rieron aun con más ganas

-¡Tsk… malditos!- exclamó furico el azabache dispuesto a arremeter contra sus hermanos pero una dulce voz perteneciente a una mujer de unos 40 y tantos, piel blanca y cabello negro con ojos verdes, tan verdes como la esmeralda los tomo por sorpresa desde la entrada del comedor cargando una bandeja con algunos platos en ella

-Ya… muchachos no molesten a su hermano- exclamó la mujer con una sonrisa mientras ambos jóvenes respondían con un “sí señor” en pose militar ganándose una carcajada por parte de su madre -Fon me ayudas a traer lo demás- volvió a decir con su tan encantadora sonrisa. La mujer era encantadora, a sus 40 y tantos, desprendía un aura de madurez pero no por eso dejaba de ser amable y eso se notaba con cada acto que ella realizaba. Mimaba mucho a sus tres hijos y los quería más que a nada y siempre se preocupaba por ellos.

-Deja mamá, ya lo hacemos nosotros- la voz del mayor sonaba segura y autoritaria pero no por eso con menos cariño, y así se hizo, los tres hombres se hicieron cargo del desayuno y entre risas y gestos, el desayuno paso sin contratiempo.

 

***************

 

-Bueno mamá, ya me voy- habló el mayor, su madre le dio un bezo en la frente y se despidió de él desde el marco de la puerta de entrada

-Mamá, yo también ya me voy- dijo su rubio hijo y a lo que ambos se marchaban, despidiéndose, les dijo que tuvieran un buen día que no salieran a tomar mucho, pues como todo estudiante universitario, las salidas era lo que más habían y ambos asintieron con una gran sonrisa

-Nos vemos – se despidió de su hermano menor el Azabache

-Adiós ¡¡¡Kyo-chan!!!- gritó el rubio desde lejos ganándose una mirada de odio del azabache y unas risas por parte del hermano mayor y su madre

-Bueno, yo ya me voy, hasta luego mamá- se despido el menor denotando un deje de frialdad en su voz, muy típico de él, su madre asintió y besándolo en la frente le dijo -ten cuidado- y el menor salió con dirección a la preparatoria

-*Por favor no hagas nada arriesgado*-  más que pensarlo lo murmuro mientras veía como el último de sus hijos se dirigía rumbo al colegio. Ella sabía que sus hijos eran fuertes, pero la diferencias es que de los tres, el menor fue a quien más le había afectado la pérdida de su padre y que desde aquel fatídico día, el pequeño había cambiado y no para mal, sino que siempre buscaba volverse más fuerte y eso la angustiaba, pues su pequeño estaba buscando un camino que lo absorbería por completo, acabando consigo mismo, pero solo de él dependía salir de ese vacío que lo estaba tragando como si de oscuridad se tratase

 

***************

 

-¡Buenos días, Kyoya-sama!- un grupo de estudiantes con uniforme diferente al de los estudiantes corrientes saludaba con reverencia al azabache en la entrada del colegio, ¿la razón? Muy sencilla y es que se trataba del comité disciplinario saludando a su líder y compañero mientras cuidaban que todos estuvieran bien uniformados y no llegaran tarde o causaran problemas

Todos los estudiantes les temían, eran los más poderosos del colegio de Namimori y su líder era un fanático de las peleas, por lo que los estudiantes le apodaban “el demonio de Nami-chu” por su brutal fuerza. Ellos cuidaban de la paz del colegio. Toda esta rutina diaria paso siendo observada atentamente por un par miradas muy atentas. Así el día termino sin mayor percance que del de costumbre, unos cuantos brabucones molestando a débiles y siendo apaleados por los del comité disciplinario mientras que su líder desquitaba toda su frustración cuando los golpeaba. Después de todo, por algo se había ganado el apodo de demonio.

 

***************

 

Era ya entrada la noche y poco sabia el de lo que acontecía a su alrededor, como era ya su costumbre, se había quedado revisando algunos efectos de los estudiantes de su tan amada escuela. No presto atención cuando sus subordinaros se marcharon, y no es que no le importara, solo que pensaba que era “inútil” perder el tiempo en algo tan simple como despedirlos además de que su naturaleza reacia se lo impedía agritos y ¡vaya que eran fuertes!

Con pesar se estiro en su asiento dejando salir un largo bostezo, sin duda lidiar con los asuntos de esos “mocosos” le fastidiaba pero le agradaba de sobremanera ser el demonio de Nammi-chu, por lo que ningún papeleo aburrido lo alejaría de ahí. Miro la hora y tomando su celular de la pequeña mesa adjunta empezó a teclearle a la única persona a la que sería capaz de demostrarle su amor y respeto

«Estoy en la oficina del comité, no vi la hora discúlpame, enseguida voy para la casa»

Y con esas simples palabras logró hacer sonreír a la mujer que amaba en este mundo

«Está bien, no te tardes, tus hermanos aun no llegan, si te los encuentras no pelees, ven pronto que ya es muy noche y cuídate por favor. Te ama mamá»

El azabache salió notoriamente feliz de su oficina, y por más que lo negara, su madre, era la única persona a la que actualmente amaba, no es que no quisiera a sus hermanos, es solo que a veces, uno odia lo molestos que pueden llegar a ser. Empezó a caminar por las frías y solitarias calles de Namimori, y era de esperarse, pues a esa hora ningún alma decente estaría fuera, claro a excepción de él y unos cuantos estudiantes universitarios que llevaban una vida muy ajetreada

Siguió caminando despreocupadamente ya largo rato hasta una presencia lo invadió, no es no supiera cuidarse, pero estar aleta nunca iba de más y menos si de una presencia hostil estamos hablando. Y no era para menos, después de todo, él no era quien para caminar por ahí ignorando la cantidad de enemigos que había conseguido con los años y con su puesto

Llegó hasta el parque donde se puso de espaldas al gran árbol que nacía del centro del lugar y con una mirada furiosa encaro a su asechador -¿Quién eres y qué quieres conmigo?- habló sin pizca de duda en voz pero no obtuvo respuesta –no lo repetiré infeliz, ¡sal y enfréntame como hombre!- pero el resultado fue lo mismo, he iba a volver a inquirir pero una pequeña he irritante voz invadió el amplio lugar

-no eres más que un idiota inexperto que piensa con los puños- habló esa misma suave voz, algo tersa pero que dejaba denotar furia y rencor

-quien quiera que seas te destrozare ¡ya lo veras!- en el fondo lamentaba no poder cumplir con lo que su madre le pedía, pero sabía que poco le importaría si era para defenderse

-¡tranquilo mocoso!, no vamos a hacerte nada- de entre las sombras apareció un azabache bastante peculiar, usaba un traje negro que resaltaba su alta y esbelta figura, llevaba un sombrero negro con una franja naranja en medio, muy particular, y sobre la solapa delantera de este, un pequeño camaleón de un verde simpático lo miraba atento. Esto lo dejo desconcertado, de hecho ¡muy desconcertado!

-aunque quisiera matarte- resopló la otra voz, la misma de antes en un suspiro resignado –mi sangre no me deja- igual que su antecesor, apareció de entre las sombras pero llevaba una pose felina sobre una de las ramas del gran árbol, obligando al azabache a voltear ligeramente. Era castaño de baja estatura y mirada afilada como un depredador se posaba en espera de una indefensa presa que devorar

-¿Quiénes son y qué quieren?- habló aun desconfiado de sus nuevos acompañantes

-La verdad, se supone que aún no tenías que conocernos, pero este idiota se delató- la voz ruda y varonil del mayor de alguna forma le inspiraba confianza, pero rápidamente negó esos pensamientos –¡en fin!, supongo que es mejor así- sonrió de forma algo macabra al inclinarse en forma de saludo –Mi nombre es Reborn y estamos aquí para cumplir con tu destino- habló sonriente pero de alguna forma perturbador. Kyoya no pudo menos que sentir como un escalofrió recorría su espalda. No supo que contestar y solo se limitó a observar

Aprovechando este momento, Reborn jalo a su atolondrando alumno hasta su altura –y este- señalo al muchacho -es mi estorbo personal- se mofó del menor, muy al contrario de su aterradora y contrariante apariencia, podía llegar a ser alguien bastante burlón y pesado

-no te alegres, no tenía intenciones de conocerte- habló muy de mal humor el castaño, de alguna manera, desde que lo vio por primera vez se sintió irritado solo de ver como se desenvolvía, había algo que le hacía sentirse incómodo frente a su presencia

-¿Y eso porqué me importa?- habló por fin el azabache saliendo de su estado de pausa momentánea he ignorando completamente al castaño

-Bien supongo que por ahora no- hablo el mayor –pero pronto lo necesitaras y tú ya tienes ganado un castigo mi mocoso amigo- ¡oh no!, sin duda no le dejaría pasar nada, por más desconocidos que fueran –solo vinimos a advertirte que tengas cuidado, hay quienes te siguen y no son tan agradables como nosotros- y diciendo esto volvió a esbozar esa sonrisa característicamente suya y desapareció entre las sombras así como había aparecido.

Kyoya bufó con fastidio, sabía que debía cuidarse, no necesitaba que ningún “asomado de por ahí” le dijera eso, pero sin duda su presencia le estremeció y perturbo, se notaba que era alguien con quien valía la pena enfrentarse. Pero lo que más le perturbo de aquel irreal encuentro fue que no noto cuando desapareció el castaño

Volvió a suspirar y empezó a caminar de vuelta a casa, no se lo contraía nadie, sin duda era algún loco que se escapó de su sanatorio, o en este caso un par de locos.

Estaba caminando ya más tranquilo cuando un fuerte sonido lo hizo ponerse alerta, pero contrario a lo sucedido hace algunos instantes, esta vez se puso a la defensiva en vez de ponerse en guardia, no era para menos, pues en cuestión de segundos un rubio yacía de cara contra el piso, y es que muy hábilmente el azabache había logrado esquivar aquel efusivo ataque

-te dije que terminarías mal- se mofó el acompañante de este –ya no es ningún niño que corre a nuestros brazo- siguió caminando Fon restándole importancia el ridículo que hacia sus dos hermanos

-¡no ed judto!- habló el rubio con la cara todavía pegada al piso

-deja de molestar idiota o terminaras con la cara plana- se volvió a burlar –y tu Kyoya deja a Dino, que no ven que me avergüenzan- Fon puso cara de drama totalmente sobreactuada

-pedo si no hay nadie- volvió hablar desde el suelo el rubio

-incluso los enemigos sienten vergüenza sabes Dino- siguió caminando como si nada pasara pero a la vez negaba con la cabeza

Para Kyoya, que entendía muy  la referencia, inmediatamente soltó a su hermano comenzando a caminar como si no hubiera pasado nada, de entre todas las cosas que sentía por sus hermanos, respetaba mucho al mayor, y no solo porque tomo el lugar de su padre cuando este murió, sino que además, sabía bien que era alguien fuerte y digno de respeto, y aunque de vez en cuando, o más bien todo el tiempo se burlaba de él, sabía que si la situación lo ameritaba él podía llegar a ser tan serio como el mismo o incluso más, no por nada era ahora el hombre que llevaba como estandarte el apellido de los Hibari y que orgullosamente lo representaba

Dino por el contrario se levantó y corrió hasta el par de azabaches que tenía por hermanos y esbozando una sonrisa empezó a conversar amenamente con su hermano mayor, aunque casi siempre hablaba más idioteces que coherencias. Desde siempre su rubio hermano le pareció un simplón, un payaso en toda la extensión de la palabra, pero en toda su seriedad Kyoya había aprendido a quererlo, aquel loco que con sus ocurrencias lo animaba cuando se deprimía. No es que no lo soportara, bueno de hecho no lo soportaba pero tampoco concebía su vida sin su hermano el rubio tonto. Contrario al mayor de los Hibari, Dino era alguien más relajado y alegre y jamás se metía en problemas, bueno al menos no como los de él, no en ese sentido, pero siempre lo vio enredado en algún lio con una que otra señorita y eso además de hacerlo enojar también le daba gracia. No entendía como su hermano, un excelente estudiante de medicina a veces podía llegar a ser tan idiota

-¡Te apuras mocoso!- aquel fuerte grito de su hermano mayor hizo que saliera de sus cavilaciones, no supo cuándo ni como pero se había quedado atrás. Sonrió de forma divertida, sin duda sus hermanos eran un caso perdido, pero eran sus hermanos, y después de su madre, era lo que más valoraba en esta vida. Camino hasta ellos con una imperceptible sonrisa en sus labios y sin decir una sola palabra. No era necesario, ya lo sabía y sus hermanos lo sabían

Dino paso su brazo por su cuello y lo aprisionó en uno de sus tantos momentos de “molesta al hermanito” para despeinarlo a la vez que Fon solo sonreía y entonces, como en antaño, los tres juntos regresaban a casa sonriendo, aunque claro, unos más que otros

Lo que no sabían o que ignoraban, es que desde la oscuridad de la noche una sombra los observaba con cierto recelo y rabia en sus ojos –disfruta esta noche, ¡porque será la última que tendrás!- aquel sujeto empezó a reírse de forma muy perturbarte, y para quien le oyera, sería motivo de pesadillas por algún tiempo

 

***************

 

Eran cerca de las siete de la mañana y como de costumbre Kyoya se encontraba en su oficina revisando algunos documentos de los estudiantes, al ser el delegado de la disciplina tenia ciertos privilegios como el hecho de que era el que revisaba y llevaba los expedientes de todos, incluidos los profesores pues ni ellos se salvaban de la tremenda golpiza, o bueno no exactamente golpiza, pero sin duda si faltaban en algo también se enfrentaría a la ira del terrible demonio de Nammi-chun

Esa semana estaba revisando unos expedientes, sin duda le encantaba ver que todos eran disciplinados. Pasó entre documentos y vio un folder de color amarillo un tanto peculiar, sin duda diferente al montón de papeles a los que estaba acostumbrado. Abrió el folder y grande fue su sorpresa cuando dentro contenía toda la información de ese niño afilado con el que se topó hace ya algunas noches. Empezó a leer con detenimiento la información que contenía esta, pero lo que más le llamo la atención fueron los datos de aquel muchacho

Datos Personales:

Nombre:                    Arcobaleno Tsunayoshi

Edad:                        17 años

Representante:            Arcobaleno Reborn

Nacionalidad:              Austriaca

Estatura.                   1.60 mts

Perfil médico:             Estado de salud excelente

Estudios:                  Primaria-        Scuola Ruggero Bonghi,  Italia

                              Secundaria-    Ogarev Mordovia State University, Rusia

                              Superior-         Universidad FH de Aachen, Alemania

Perfil Académico:       Estudiante destacado, con promedio superior a           la  media.  Ganador de becas de estudio tanto olímpicas como académicas. Deportista excelente y habilidoso científico.

Conducta:                   Rebelde y caprichoso con ínfulas de superior. No compensa sus notas con su actitud

Kyoya estaba concentrado en su lectura, sin duda para ser un perfil pequeño era bastante claro y no espero saber que el “enano” tendría la edad de él, bueno bien que la disimulaba pues según el azabache, este no pasaba de los 12 años, aunque claro, exageraba

-Vaya parece que te gustó su perfil- la voz grave venia de la pequeña entrada del lugar, Kyoya ni siquiera había sentido cuando el mayor se había acercado –¿o es su foto?, debo admitir, que su cara de muñeca jamás cambio- sonrió mostrando sus blancos dientes

-¡No me llames muñeca maldito Reborn!- otra voz más suave se escuchó desde el marco de la ventada

-¿cómo demonios entraron aquí?- Kyoya estaba muy molesto

-Venimos a presentarnos… otra vez…, es que acaso no sabes de modales- el mayor alzo una ceja con una cínica mueca –Soy Reborn, el mejor Hitman de mundo y este enclenque con cara de niña es mi seguidor- el azabache se quitó su sombrero haciendo una pequeña reverencia –y hemos venido a velar por ti de las sombras- terminó volviendo a colocarse su tan amada “fedora”

-quita esa cara de estúpido, quiere decir que venimos a salvarte el trasero de los malos- al ver que Kyoya no se atrevía a hablar el menor empezó primero

-me importa una mierda eso, ¿Qué hacen en Nammi-chum?- directo al punto, para Kyoya, que ellos estén ahí poco le importaba, o a decir verdad, ignoraba totalmente su situación

-¿qué acaso no es obvio? Tienes en tus manos mi curriculum, he venido para estudiar- el castaño camino hasta el escritorio del azabache sentándose en este

-debes estar jodiendome- habló este con una sonrisa cínica

-nop grandote, usa tu pequeño cerebro y razónalo, sino porque otra cosa estaríamos aquí- sonrió de manera muy alegre el castaño

Kyoya estaba por mandarlo a volar al menor cuando por fin Reborn, que se había mantenido al margen escuchándolos, decidió intervenir –de ahora en adelante, la muñeca será un estudiante más y yo seré su nuevo profesor de matemática y física-

-¡qué no me digas muñeca!, tu maldito…- pero Tsuna no termino pues un escalofrió le recorrió la espalda –espera… ¡tú! ¿Profesor de ma-ma-matemática?- le tembló la voz

-¿tienes algún problema con eso? mocoso- Reborn se acercó a Tsuna que seguía sudando solo recordando parte de su niñez –ahí tienes la autorización del director, nos vemos en clase Kyoya- salió el azabache arrastrando al menor que todavía no se recuperaba de su shock

-¿pero qué demonios acaba de pasar?- giró su rostro molesto Kyoya, que apenas y entendía lo que había pasado momentos antes en su oficina. Llevó una de sus manos a su rostro y después de respirar profundamente, salió de ahí en dirección de la oficina del director, ¡oh no!, esto sin duda no se quedaría así. Al gran Hibari Kyoya nadie le daba órdenes y menos los mismos “aparecidos” de días antes

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer y espero que me dejen sus comentarios con critas y recomendaciones. Sus opiniones son muy importantes para mi, asi que no duden en dejarlas

Para terminar, quiero saber una cosa por parte de ustedes ¿la extensión de los capitulos esta bien? me refiero a que si les gusta como va el largo, o si les parece que mas corto seria mejor y mas leible.

En fin, otra cosa, ¿que les parecio la redacción?, estube trabajando en eso para corregir mi forma de escribir y expresarme, queria adaptarme a las personalidades de cada personaje pero es mejor asi, con sus propias debilidades y fortalezas

De nueva cuenta, gracias por leer y espero leerno en el siguiente cap. Matta ne ;)

 


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