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Paraiso Robado. por Seiken

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-Minos…

 

Minos se levantó con ayuda de Aquiles y caminó hasta donde se encontraba Radamanthys, quien lo abrazó con fuerza, permitiendo que el tambien lo rodeara con sus brazos, ocultando su cabeza en su pecho. 

 

-Todo… todo saldrá bien… 

 

Susurro aliviado, pensando que era ridículo que lo estuviera confortando por la muerte del ladrón de nidos, pero aquí estaba él, abrazando a su omega que lloraba la muerte de su enemigo, su omega a su lado, quien también abrazo a Radamanthys, que se veía demasiado triste. 

 

-Todo saldrá bien, te lo prometo. 

 

Fueron sus palabras, tratando de sonreír, aunque estaba nervioso, porque no sabía que sucedería con él, cuando regresara a su mundo, si este seria diferente, si tan siquiera existiría o recordaría algo de lo que había pasado. 

 

-Eres… eres… eres el, eres mi omega… 

 

Escucharon de pronto, sus padres sorprendidos por esas palabras, Minos dispuesto a apartar a ese alfa de su pequeño, aunque ni siquiera podía moverse, Radamanthys recuperándose de su dolor, únicamente, para colocar a su dragón a sus espaldas, como si tuviera que protegerlo de sus manos. 

 

-¿Quien eres tu? 

 

Pregunto Radamanthys, al mismo tiempo que Itia recordaba el acoso interminable al que sometió a Sage, quien le temía, quien le odiaba, con justa razón, Sage, que ya no era tan perfecto ante sus ojos, ni tampoco se comparaba a la belleza de Aquiles, que le miraba con desagrado. 

 

-No es nadie, no es nada, solo un alfa demente que torturó a un omega, un soldado que peleaba por Zeus, no es mi alfa. 

 

Susurro, recordando el rechazo inicial, lo poco que sabía de Itia, que retrocedió algunos pasos, aceptando esas palabras, porque se lo merecía, había realizado demasiados actos despreciables y no se merecía el perdón de nadie, mucho menos de su omega, al menos, no en ese momento, porque hasta donde sabía, su omega apenas estaba gestándose en el cuerpo del soldado rubio. 

 

-Tu collar cambio cuando yo lo toque… 

 

Quiso recordarle, pero sin acercarse a él, comprendiendo que en ese momento no sería aceptado por nada del mundo, que había perdido a su omega y que este seria como Sage, pero tal vez, con un poco de suerte, podría seducirle en el futuro. 

 

-Los collares no significan nada, solo son rocas, nada más… 

 

Para Minos había  significado el mundo entero, su lazo con su omega, la única prueba de que podían amarse, que debían estar juntos, pero no dijo nada, porque, aunque castigaba a quienes separaban a las parejas formadas por los dioses, su hijo, su orgullo, tenía el derecho a decidir por su cuenta. 

 

-Y mi alfa es Tifón… y Ouficus… ellos son mis alfas, no tu. 

 

Lune veía esa discusión en silencio, sin comprender cómo era posible que de un momento a otro su batalla se hubiera terminado, cuando el mismo Eros se mato, quien estaba a punto de matar a Defteros, que les veía en silencio. 

 

-Mi señor Minos… parece que ha recuperado a su nido. 

 

Itia después de escuchar esas palabras, les dio la espalda, cuando su armadura lo abandonó, después de todo, Eros había muerto, ya nada podía hacerse, nada más allá de esperar por su omega, tener un poco de suerte, porque no aspiraba a ganarse el perdón de Sage, ni siquiera regresaría a atormentarlo, y el santuario ya no era su hogar, él estaba solo. 

 

-Me alegro mucho por usted. 

 

Defteros estaba a su lado, así que de pronto Lune volteo a verle, con una sonrisa, que Minos jamas habia visto, el pensaba que su subalterno no sabía cómo sonreír, al menos, no sin verse amenazante, aun para él, que sonreía todo el tiempo, con una expresión algo desquiciada. 

 

-Y sobre ti, estrella de la desgracia, segundo nacido de géminis… 

 

Recordaba esas palabras y las encontraba divertidas, porque no pensaba que tuviera ninguna clase de sentido, al menos para ellos, así que, relamiendo sus labios con algo de nerviosismo, le quito la mascara, para ver su rostro, uno tan hermoso como el de su antiguo dios Hades, como el de Apolo o Adonis. 

 

-Te has ganado una oportunidad para cortejarme, pero, si te conviertes en un problema o una carga, te marcharas. 

 

Defteros al principio no entendió muy bien sus palabras, pero al ver que lo aceptaba, sonrió, con esos hermosos colmillos afilados que le daban la apariencia de un felino, para después, besar el dorso de su mano, como lo haría todo un caballero. 

 

-Te prometo que no te arrepentiras. 

 

Un omega y un alfa se habían encontrado en esa batalla, los dos sirviendo en ejércitos distintos, así como una familia, parecía tener una oportunidad de recuperar lo perdido, por mediaciones divinas, sin embargo, aún estaba por verse, si podrían permanecer juntos, si podrian perdonarse. 

 

-No hagas promesas, sino que demuestralo. 

 

Al mismo tiempo Radamanthys con ayuda de Aquiles, sostenían a Minos, para que pudiera caminar, suponiendo que el mejor sitio para curar sus heridas era el santuario de Athena, a donde, debían dirigirse y donde se encontraban los alfas de su polluelo. 

 

-Debemos marcharnos. 

 

*****

 

En el momento en el que Minos comenzó a pelear con Dohko, Sylphide no lo entendió, porque no eran aliados y él pensó por momento, destruirlo en su cama, cuando estaba inconsciente, antes de que su alfa llegará a él. 

 

-¡No me quitaras a mi omega! 

 

Las flechas que disparaba el dios Eros no había sido el arma que lo corrompieron, no, él actuaba así, por alguna otra razón, pero, no dejaría que lo apartaran de su omega, que debido al miedo que sentía, porque su veneno era inútil con el guerrero del tigre tatuado en la espalda, no podía moverse. 

 

-¡Solo porque el tuyo no te acepta! 

 

Minos estaba seguro que su omega lo aceptaría cuando regresara a su mundo, cuando por fin su pesadilla se terminara, así que llevando una mano a los hilos donde colgaba la perla de su omega, se dio cuenta que ya no estaban presentes, los había perdido. 

 

-Que… 

 

O eso pensó al principio, con terror, porque era lo único que le quedaba de su omega, no obstante, había un peso nuevo en su cuello, su collar, con su perla con la forma del grifo blanco, viva, como su omega, como su pequeño hermano. 

 

-Eso es una mentira, mi omega está conmigo, el me ama. 

 

Y solo eso le dio la fuerza suficiente para seguir con esa batalla, esperando el momento glorioso en el cual regresaría a los brazos de su omega, de su pequeño Radamanthys. 

 

-Y tú, tú tendrás que apartarte de este omega. 

 

Era una orden, que llevaría a cabo, aunque tuvieran que obligarlo y como muestra, golpeo el estomago de Dohko, escuchando un gemido de dolor, para después, golpear su rostro, un golpe recto, que impactó en su pómulo. 

 

-¡No lo haré! 

 

Fue la respuesta de Dohko, que seguía atacando sin siquiera pensar en las consecuencias, de una forma que era especialmente desagradable, como si estuviera poseído, como si no fuera capaz de razonar por sí mismo. 

 

-¡No lo haré!

 

Volvió a gritar, utilizando el dragón naciente, todo su cosmos, que brillaba como las estrellas, con la fuerza de la cascada milenaria, hiriendo al viejo grifo, que cayó a pocos metros, levantándose con un poco de esfuerzo. 

 

-Eres muy fuerte, pero nadie me apartara de mi omega. 

 

Le advirtió, escuchando entonces como dos personas se acercaban a ellos, a un paso rápido, eran Asmita, quien insistia en quitarle a su omega y ese pequeño renacuajo, el espectro miniatura. 

 

-Dohko… tu no eres de esa forma, deja de aterrorizar a ese niño. 

 

Porque en realidad era un niño y Dohko era una buena persona, que nunca había defendido a Manigoldo de los avances de Aspros, mucho menos detenido a Shion, cuando le ordenaba apartarse de su rosa, asi que, Asmita comenzaba a preguntarse, si acaso estaban equivocados. 

 

-Tu ya tienes a tu omega Asmita, porque intentas quitarme al mio… 

 

Kagaho corrió hasta donde se encontraba Sylphide que sin su veneno, se sentía indefenso, observando como Dohko, parecía estar en sus cabales, en control de sus emociones, escuchando las palabras de su alfa con desagrado, pensando que era un monstruo. 

 

-A menos que lo desees para ti. 

 

Minos se levantó con esfuerzo, pero aún estaba en condiciones para pelear, notando como Dohko no estaba fuera de si, no era un demente como lo pensó en un principio, tal vez, alguien embrujado por el dios del amor, pero no, no se trataba de eso, así que, qué era aquello que le hacía comportarse como un depredador. 

 

-Te preguntaría si acaso has perdido la razón, pero se que no es asi, tu no has perdido la razon, tu, como Shion, piensan que los omegas son objetos, por eso no lo dejarás ir no es verdad, porque ese pobre chico es tu omega y eso lo convierte en tú propiedad. 

 

Asmita no espero una respuesta de Dohko y atacó, al mismo tiempo que Minos, pero este soldado era uno de los más poderosos, uno de los más fuertes, era igual que Shion, un demonio, casi tan poderoso como Aspros, que era un dios por sí mismo, un ser invencible. 

 

-Solo quiero que mi omega esté conmigo, no es mucho pedir. 

 

Era demasiado para ese pobre omega aterrado, que se preguntaba si tendría que ser un esclavo por el resto de su vida, que temía por primera vez a la reencarnación, encontrar a Dohko de nuevo, para que en su siguiente vida si pudiera hacer con él aquello que deseaba. 

 

-¡Lo es para ese omega! 

 

Le gritó Minos, usando su alas, su onda de choque, al mismo tiempo que Asmita, con demasiada pena, infligia el tesoro del cielo en su aliado, que no pudo moverse a tiempo para esquivar la poderosa técnica del grifo, sin embargo, aún estaba vivo. 

 

-No soy tan inutil, no necesito mis cinco sentidos para derrotarlos, y tu deberías saberlo Asmita. 

 

Dohko aun seguia moviendose, esquivando un segundo aleteo, para sostener a Minos del cuello y golpearlo contra el suelo, escuchando algunos huesos crujiendo, notando como el collar, un collar, colgaba de su cuello. 

 

-Vaya, otro alfa interesado en mi omega. 

 

Sylphide llevo una de sus manos a su boca, cuando Dohko estaba a punto de encajar su puño en el pecho de Minos, pero Asmita lo detuvo, atacando, usando su cosmos que era el más cercano a un dios, escuchando un quejido de ese alfa demente. 

 

-No… no seré suyo… 

 

El basilisco empezaba a pensar que no había una forma de huir de Dohko, que matarían al alfa de su amigo y al compañero de su señor por culpa suya, así que retrocedió, tragando un poco de saliva, respirando hondo, sin saber muy bien qué hacer. 

 

-No sere su esclavo… 

 

Y tal vez, tal vez, si nunca salía del Inframundo, podría resistirse a su llamado, ser libre de ese monstruo de fuerza sobrehumana, ese guerrero que podía enfrentarse con Minos y Asmita al mismo tiempo, sin sus sentidos, pues no le eran necesarios. 

 

-No lo seré. 

 

Y antes de que Kagaho pudiera evitarlo, el mismo Sylphide corrio en direccion de la técnica de Dohko, el dragon naciente, quitándose su armadura, para que su brazo atravesara su tórax, en vez de Asmita, salvando su vida, ofrendando la suya, recibiendo un golpe mortal, que daño su cuerpo al punto de no retorno, al ser tan pequeño, al ser tan joven, al recibir esa técnica sin resistencia alguna. 

 

-No seré tu esclavo… 

 

Pronunció en el suelo, cuando Dohko le veía sin comprender qué estaba pasando, sosteniendo su cabeza, como si por primera vez pudiera respirar con tranquilidad, pensando, sintiendose el de nuevo, no aquello que solo pensaba en su omega, recordando un golpe, poco después de negarse a pelear por Shion, poco después de que atacara a su omega. 

 

-Sylphide… 

 

Susurro, viendo la sangre del omega en su brazo, el agujero en su pecho y como estaba feliz de morir, para escapar de su lado, escuchando de nuevo las palabras de Shion, como le advertía que su omega nunca le corresponderia, que siempre huiria de su lado, pues lo consideraba un monstruo. 

 

-Yo no… 

 

Un monstruo creado por otro más, por aquel sujeto que lo atacó por la espalda, sin un motivo, más allá de tratar de sumir al santuario en la locura, pues deseaba a un omega, deseaba a su conejito a su lado y no le importaba a quien tuviera que dañar, a quien tuviera que matar, no lo perdería. 

 

-No te mueras… 

 

Dohko quiso decirle, pero el omega de cabello blanco, se apartó aterrado, buscando refugio en los brazos de cualquiera, aun el grifo, que lo sostuvo con piedad, con demasiada tristeza, cargandolo en sus brazos, para protegerlo de los suyos. 

 

-No era yo… no era yo… 

 

Pero quién podría creerle, que debido al satán imperial, buscaba el amor de su omega sin importarle nada más, sin importarle a quien mataba y eso sucedía, porque, Aspros, deseaba una distracción. 

 

-Ya le hiciste suficiente daño, dejalo ir, al menos deberías otorgarle una muerte pacífica. 

 

Dohko ya no dijo nada, hincado en la tierra, con la sangre de su omega en sus manos, quien prefirió morir, a estar a su lado, y como no hacerlo, cuando no le importaba en lo absoluto su decisiones, su seguridad, solo su deseo por el, nacido de un amor corrompido, supuso. 

 

-Ustedes… reencarnan, en ese momento… en ese momento yo acudiré a su lado. 

 

Minos negó eso, era su forma de pensar, no dejar ir a Radamanthys y solo por un milagro, era que su omega le había aceptado a su lado, así que pensaba, que Dohko tendría que atravesar todo un infierno, si acaso su omega alguna vez dejaba de tenerle miedo. 

 

-Dohko, tu armadura te ha abandonado, esta simboliza la justicia, asi que tus actos han sido lo contrario, has actuado como un demente y debo llevarte a una celda, espero que no causes problemas. 

 

Dohko le observo, pensando que si se dejaba encarcelar, no volvería a ver a su omega, porque sería ejecutado, así que negó eso, no lo llevarian a una celda sin pelear, sin embargo, antes de que pudiera decir cualquier cosa, el joven Bennu, atacó al guerrero de las cascadas, no usando su satan imperial, pero el era tan fuerte, que logró golpearlo de tal forma que lo noqueo. 

 

-Yo… 

 

Kagaho no pudo terminar sus palabras, llorando la pérdida de su amigo, que había perecido en los brazos de Minos, rodeando la cintura de su alfa, que acariciaba su cabeza con delicadeza, dándose cuenta que el combate, por el momento, había terminado, pero, no estaba del todo seguro, no sabía que sucedería después de esa calma. 

 

-Descuida… tu amigo regresara a este mundo y será libre de Dohko, la traición, se paga con la muerte en el santuario. 

 

*****

 

Las flechas en el cuerpo de Aspros dejaron de existir, en el momento en el cual Eros pereció, evitando que el santo de géminis finalizara su técnica, la explosión de galaxias, con la cual pensaba destruir a Tifón, que esperaba el golpe final, pero, al menos, había conocido a su omega y a su alfa, que despertaba de su letargo, curado, pero sin una traza de veneno. 

 

-Conejito… 

 

*****

 

Hola chic@s, espero que les guste este capitulo, yo disfruté bastante el escribirlo. Muchas gracias por sus comentarios, por sus estrellas y por sus lecturas, l@s adoro. SeikenNJ.


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