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Paraiso Robado. por Seiken

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Disclaimer: Estos personajes no me pertenecen y por lo tanto no gano dinero haciendo esto, solo la satisfacción de recibir sus comentarios, quejas o sugerencias…

 

Avisos:

 

Esta historia como todo lo que escribo es del genero yaoi, Slash u homoeróticas, pero si estas en esta página estoy segura que ya lo sabías de antemano, en este universo un tanto dispar al de la serie del Lienzo Perdido de Saint Seiya existen algunos personajes que serán alfas, otros omegas, otros betas, pero se les llamara Hijos de Zeus e Hijos de Hera, pero las partes importantes de la serie estarán intactas en su mayoría, sólo que esta historia se sitúa cuando Sasha aun es una pequeña, por lo que los personajes son un poco menores y todos siguen vivos.

 

Hace casi un año estuve investigando sobre el universo Alfa/Omega y me gusto lo que vi por lo que ahora quiero hacer mi propia versión de esto, por lo cual contiene mpreg, pero no se basa exclusivamente en eso sino en la desigualdad del genero de cada personaje,  por lo que si no te gusta el mpreg, puedes leerlo con confianza.

 

También quisiera decirles que es un mundo ciertamente oscuro en donde los papeles están definidos desde el nacimiento y es aquí en donde nuestros protagonistas tratan de escapar de su destino al mismo tiempo que cumplen con sus deberes en el santuario o el inframundo y respecto a las parejas tendremos Albafica/Manigoldo, Aspros/Manigoldo, Degel/Kardia, Valentine/Radamanthys, Minos/Radamanthys, Regulus/Cid, Sisyphus/Cid, Oneiros/Cid, Shion/Albafica entre otras.

 

Sin más les dejo con la historia, espero que les guste y mil gracias de antemano.

 

Paraíso Robado.

 

Resumen:

 

En el santuario de Athena la perfección del amor se confirmaba con el nacimiento de niños deseados y el paraíso era pertenecer a quien amabas, pero cuando eso no ocurría, bien podrían decir que el paraíso se te había sido robado.

***24***

 

El intruso en el santuario abandono el templo de su amada espada y descendió varios más, deteniéndose en la entrada del templo de Géminis, recibiendo un fuerte golpe del pobre idiota que creía que el santo de belleza innombrable sólo protegía a su compañero omega, no que ese omega era de hecho, el amante y el alfa de su amado cangrejo.

 

— ¡No sé cómo has entrado pero no te permitiré llegar más lejos!

 

El espectro ya no estaba cubierto con una túnica, sino con su armadura, una con varias alas que de vez en cuando era surcado con líneas de cosmos ajenas al inframundo, señal de la protección divina que poseía en esos momentos.

 

El dios menor del sueño, Oneiros no respondió a la amenaza del santo de géminis, del hombre que se llamaba Aspros y decía estar enamorado de Manigoldo, tanto que moriría o mataría por mantenerlo seguro.

 

Como todo alfa con su omega, le deseaba de tal forma que ningún sacrificio era pequeño por la gloria de protegerle, una que hasta el momento le era negada.

 

— ¿Cómo no permitiste que otro alfa se robara a tu omega?

 

Pregunto el dios del sueño, esperando dañar la psique de Aspros, quien ya se tambaleaba en la locura, una impuesta por el dios Kairos, el dios del tiempo que se movía entre mundos a su antojo, libre de cualquier atadura o sentido.

 

No sabían porque les estaba ayudando en ese momento de oscuridad, pero su poder y su conocimiento eran recibidos, porque a fin de cuentas cosecharían el amor de sus omegas, podrían protegerlos, como este alfa deseaba cuidar de su cangrejo.

 

Aspros no supo que decir, pero respondió de la forma en que Oneiros supuso que lo haría, de pronto, ya no lo ataco, sino que su cuerpo se petrifico, apretando los dientes, observando a lo lejos el brillo de las rosas del templo de piscis, en donde su amado conejito se ocultaba de su afecto.

 

En donde era demasiado fácil imaginarse a los dos santos juntos, en un lecho envenenado, a Manigoldo pereciendo en los brazos de la sirena, Albafica usando su belleza como un arma que derroto a su paciencia, en donde Aspros, estaba seguro la mañana siguiente o cuando por fin su  estúpido omega cometiera el último de sus errores, amanecería una doliente rosa con el cuerpo de su amado entre sus brazos.

 

— ¡No tengo porque escuchar tus palabras!

 

Grito de pronto negándose a sucumbir a sus propios temores, Manigoldo tarde o temprano le reconocería, en ese momento comenzarían su vida como una pareja y la rosa se perdería en el olvido.

 

No tenía porque preocuparse, no debía temer ni morirse de celos cada vez que los veía juntos, cuando recordaba que de pronto Manigoldo ya no lo buscaba, sino a la rosa, haciéndolo un intruso en su paraíso, el que le fue arrebatado a él.

 

Oneiros esquivo varios golpes más, sin duda este santo era poderoso, pero la noción de perder a su omega en los brazos de alguien más le obligaba a cometer demasiados errores, tal vez, lo único que le hacía moverse como lo hacía era su lealtad a su diosa, la que no era demasiada, por lo que podía ver.

 

— ¡Tus odiosas mentiras!

 

Pero de pronto, otro santo, el que había dudado de su propia información detuvo al mayor sujetándolo por la espalda, tratando de tranquilizarlo, ese era Shion de Aries, quien después de ver la barrera que Albafica había creado para proteger a Manigoldo supuso que lo que le decía su corazón era cierto, esos dos, de alguna forma habían logrado esquivar el veneno, usando su conexión como medio para lograrlo, una que le parecía blasfema y odiosa.

 

— No son mentiras, en este preciso momento…

 

Shion tuvo que callarse, no podía pronunciar lo que sabía como una verdad, era demasiado repugnante, su amigo, su rosa, Albafica, estaba en compañía de Manigoldo, ese omega testarudo y grosero, ese bastardo, ese intruso que se coló en su relación con su amado compañero de armas, que en ese momento permitía que su pobre amigo creyera sus mentiras, que ellos estaban hechos para estar juntos, que su resistencia al veneno era la prueba de aquello.

 

— ¿Pero el veneno…?

 

Pregunto Aspros sin saber porque no atacaba a ese espectro de negra armadura, porque Shion lo detuvo de los brazos y sobre todo, que haría si lo que decían era cierto, si su amado cangrejo nunca debió ser suyo, si esa rosa había logrado encontrar una forma de utilizar el veneno a su antojo, por descabellado que eso fuera, si usaba su sangre como arma, porque no usar el veneno como lo deseara, ni siquiera Lugonis sobrevivió a su toxica existencia.

 

— Ustedes comprenden mi dolor, mi compañero es un santo dorado, el más leal a la diosa de la sabiduría…

 

El espectro al ver que Aspros ya no se movía, que la lujuria podía más que su lealtad sonrió, mostrándoles a los dos una pequeña perla, una pieza que tenía desde la concepción de su espada, un regalo que usaría para reclamar a su amor de los brazos de la diosa de la tierra y de ese santuario.

 

— Esto es la prueba de mi derecho sobre Cid, yo soy su alfa y el debería estar a mi lado.

 

Aspros no dijo nada, pero Shion asintió, recordaba haber visto eso mismo en el cuello de Albafica, mucho antes de que ese oportunista llegara al santuario, por lo cual siempre creyó que se trataba de un omega, sin embargo, dos omegas no debían estar juntos.

 

— ¿A qué te refieres con eso?

 

El santo de géminis parecía a punto de dar la alarma, pero no sería necesario, su desesperación le hacía escucharlo, de lo contrario ya lo habría hecho, Shion por otra parte observaba el collar con detenimiento, como si creyera que la rosa era en realidad un omega, el collar colgaba en su cuello después de todo.

 

— Sí encuentran el collar de su omega, este les pertenecerá, eso significa que es un mandato de la diosa Hera.

 

Shion ya había tomado la decisión de brindarle ayuda a ese espectro para que pudiera llegar a su compañero, si a cambio le decía la forma en la cual podría tener a su amada rosa consigo, a su omega confundido, porque el collar colgaba de su cuello, el único que no lo entendía era Manigoldo, quien lo acusaba en un principio de habérselo robado.

 

— Manigoldo no tiene un collar, un engendro como él, después de sobrevivir a la masacre de su pueblo seguro lo perdió entre las ruinas, sin embargo, el insiste en que mi collar, el que siempre ha portado Albafica es el suyo.

 

Aspros nunca había escuchado eso, sabía que su cangrejito había sobrevivido a la matanza de los suyos, pero no que hubiera acusado a Albafica de robarse su collar, tal vez, con la intención de dárselo a él.

 

Pero recordaba muchas ocasiones en las cuales ataco al alumno de Lugonis tratando de usar su fuerza para robarle algo a la rosa, la cual peleaba con ímpetu, tratando de mantener aquella diminuta posesión en sus manos.

 

Sí lo pensaba bien, podía recordar que cuando estaba a su lado Manigoldo siempre le sonreía, lograba sentirse seguro, pero de vez en cuando se escabullía al doceavo templo, ni siquiera Sage parecía comprender cuál era la razón.

 

No obstante, de pronto una de sus múltiples peleas tuvo sentido para él, quien buscaba a Manigoldo para preguntarle como había sido su entrenamiento en el Yomotsu y porque Sage parecía molesto por su fuerza, que pudiera vapulear a sus enemigos era un acto que debía ser admirado, pero por el contrario, supo que el patriarca le hizo ir a verlo.

 

No supo bien la razón, pero escucho decir a Hakurei que ese día fue la primera ocasión en que su cangrejito visitaba el Yomotsu, seguramente portaría su armadura dorada antes de tiempo, era fuerte y muy hábil.

 

Ante sus ojos era hermoso, demasiado lindo para ser tan violento y lo mejor de todo sería que su casa, el templo que custodiaría seria el que estaba junto al suyo, como si la misma diosa Athena lo pusiera a su alcance, bajo su cuidado.

 

— ¡Eres un maldito ladrón!

 

Escucho el grito de Manigoldo, a esa hora del día su amado omega debía visitar al patriarca, pero no lo hizo, en vez de eso regreso al templo de Piscis, de nuevo ese testarudo cangrejo ingreso en el doceavo templo ignorando las rosas venenosas, pero por suerte él ya lo buscaba se dijo apresurando el paso.

 

Observando a Manigoldo sentado sobre Albafica, buscando lo que decía la rosa le había robado, un pequeño objeto que mantenía en sus manos, sus ojos fijos en su omega como si le admirara, su conejito furioso, a punto de usar su cosmos para recuperar aquello que pensaba era suyo.

 

— ¡No soy un ladrón!

 

Fue la respuesta de Albafica, aparentemente Lugonis no se encontraba presente porque de estarlo trataría de calmar a esos dos, por lo cual era su deber evitar que Manigoldo resultara herido por culpa del veneno, la sangre de la rosa o su jardín.

 

— ¡La diosa Hera me lo dio a mí! ¡Es mi regalo!

 

Albafica tenía el pómulo inflamado, pero no se detenía en su intento por aferrarse a lo que tuviera en sus manos, Manigoldo arriba del futuro santo de Piscis apretaba los dientes al ver que tenía que esforzarse para derribar a un pequeño de apariencia femenina, tratando de arrancarle lo que fuera que sostenía.

 

— No tienes derecho a tenerlo, no es justo… eso… eso no es tuyo.

 

Aspros en ese momento sostuvo a Manigoldo de los brazos, alejándolo del peligro cargándolo usando su fuerza, preguntándose qué era lo que deseaba de Albafica y porque parecía que el joven alumno de Lugonis en vez de agradecerle su oportuna llegada, sentía desagrado por su persona.

 

Tanta que no dijo nada observando fijamente a su conejito quien comenzó a retorcerse en sus brazos ordenándole que lo soltara, Albafica por un momento pareció que lo atacaría, pero de pronto, simplemente volvió a guardar su collar en su ropa, mirando fijamente a su cangrejito como si en verdad estuviera muy triste de verlo a su lado.

 

— Manigoldo quería recuperar su collar.

 

Pronuncio de pronto Aspros, comprendiendo que era lo que deseaba Manigoldo, porque insistía en recuperar su tesoro, uno que no debería estar en las manos de Albafica, sino en las de su lindo conejito para que pudiera entregárselo a él.

 

Seguramente, creyendo que de esa forma podría mostrarle cuanto valía, pero cuando la rosa no quiso devolverlo, porque una perla que tuviera la esencia de ese veneno debía ser de color negro o de algún tono desagradable, no del hermoso azul que le hacía pensar en su amado omega, pensó que debía entregarse al dueño de su alma, ese era Albafica, ese maldito ladrón.

 

— Los ancianos me ordenaron guardar silencio, Aspros, porque sabían que ese bastardo ya estaba lo suficiente perturbado para creer en sus acusaciones, porque de que otra forma, si no son simples delirios, su collar de nacimiento llego al jardín de rosas.

 

Pero Albafica solo era un oportunista, uno que no amaba lo suficiente a su conejito, porque de que otra forma se atrevía a arriesgar su vida como lo hacía, el veneno de su sangre podría matarlo en cualquier momento, sólo habían tenido suerte hasta entonces y si el Gran Patriarca permitía que eso pasara, que la rosa pusiera en riesgo la vida de su alumno, eso significaba que le daba más valor al campo de rosas que al pasaje al Yomotsu, después de todo, él y su hermano podían ingresar en esa dimensión, solo tenían un rosa venenosa.

 

— Albafica matara a Manigoldo…

 

Susurro Aspros, llegando a una conclusión que a Shion no le interesaba, tratando de sopesar que valía más, la seguridad de Manigoldo o del santuario, si debía alertar a los demás, hacerles saber que un espectro había ingresado o callarse.

 

— Lo hará si tú no haces algo por su bienestar, si no lo cuidas como es tu deber, tú eres su alfa, es tu trabajo evitar que cualquiera le haga daño.

 

Eso era cierto, pero que había de Cid, él sabía que Sisyphus y el tenían una conexión profunda, sus instintos le decían que debían estar juntos, que eran alfa y omega, por lo que separándose de Shion, enfocando su vista en el espectro quiso saber qué pasaría con él.

 

— ¿Qué hay de Cid?

 

Shion arqueo una ceja, el espectro entrecerró los ojos ligeramente, esperando comprender de que hablaba ese santo dorado, quien parecía a punto de rechazar el regalo que le ofrecía, todo por el bienestar de su colega, arriesgando la vida del que decía sería su omega.

 

— ¿Qué harás con él?

 

El espectro sonrió entonces, diciéndose que si este santo, este supuesto alfa enamorado, dispuesto a lo que fuera para proteger a su omega, no aceptaba brindarle su ayuda, en ese caso, el santo de Aries debería realizar aquella técnica aprendida en secreto, aquella que solo un patriarca conoce.

 

— Yo lo amo tanto como tú amas a Manigoldo, estoy seguro que entenderás mi desesperación al ver que un alfa que no se lo merece, que lo desprecia, puede arrebatármelo.

 

Aspros respiro hondo, pero aun así, negó aquello con un movimiento de la cabeza, no estaba dispuesto a traicionar a sus colegas, no por la perspectiva de tener a Manigoldo, sin importar que tan hermosa la pareciera.

 

— Que comprendes que yo solo quiero protegerlo y que si él me acepta, yo le daría mi lealtad a cualquier deidad que hiciera eso posible, aun a la diosa Athena.

Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, un lacerante dolor cruzo su pecho al mismo tiempo que Shion tomaba una decisión, una completamente diferente a la de Aspros, a él no le interesaba lo que tuviera que hacer para recuperar el amor de Albafica, a quien tuviera que matar o que dios tuviera que adorar.

 

Su compañero de armas no se merecía vivir un engaño como el que Manigoldo le hizo creer y aunque no lo fuera, no permitiría que le olvidaran, al que siempre había estado a su lado, al que lo amaba como a nadie, el que veía como una flecha dorada atravesaba el pecho de su próximo aliado, la cual tenía una punta con forma de corazón, una curiosa apariencia para estar tan afilada.

 

— No supuse que nos visitarías tan pronto.

 

En ese momento espero ver una criatura alada, un gigante de ojos rojos con un iris cuya peculiar forma se asemejaba a un corazón,  el que portaba un arco casi de su tamaño y a sus espaldas, un carcaj con más flechas negras o rojas.

 

— Supuse que necesitarías ayuda, Oneiros.

 

Sin embargo, no había nadie, ni siquiera una sombra de esa criatura de ojos rojos como las llamas, lo que significaba que la flecha había sido disparada desde un lugar diferente o el mismo dios del tiempo seguía acosando al santo de géminis.

 

— Nuestro amigo no se encuentra, ya sabes que por el momento no dejara su puesto, pero me dio esa flecha para que la usara a mi disposición.

 

Era una flecha de Cupido, una reliquia de la era mitológica que primero provocaba el amor incondicional en algunos, la lujuria desquiciante en otros y una mezcla de ambas en todos ellos cuando se enterraba en el pecho de su víctima.

 

— Yo sólo tuve que detenerla en el tiempo, lástima que solo quiso darme una, el bastardo no confía en mí como lo hace contigo.

 

Tal vez porque ambos compartían el mismo sufrimiento se dijo Oneiros, sonriendo al ver que el santo de géminis caía al suelo con los ojos cerrados, para después abrirlos con un ligero tinte rojizo, el color de la ira y la lujuria.

 

— ¿Qué debo hacer?

 

Pregunto Aspros de pronto, levantándose con lentitud, esperando escuchar sus órdenes para poder ser el dueño de su conejito, recuperar lo que esa rosa le había robado.

 

**25**

 

A la mañana siguiente en las afueras del templo de Piscis Albafica aun esperaba por su cangrejo.

 

— Es bueno verte Albafica.

 

Justo en ese momento, a esa hora del día y a punto de salir con Manigoldo al pueblo, Shion era una de las personas que menos quería ver, puesto que se daba cuenta del desprecio oculto detrás de las acciones del benevolente santo de Aries, cuya cultura sexista le hacía actuar de aquella forma, pero no por eso era correcta ni la permitiría por más tiempo, de no ser que su omega le solicito que no hiciera nada, que él podía manejarlo.

 

— ¿Acabas de llegar?

 

Pregunto tratando de tocar su cabello, pero como respuesta a esa intrusión no deseada, retrocedió varios pasos, rechazándolo de aquella forma, asintiendo una sola vez, no quería decirle que había llegado la noche anterior, usando su cosmos en lugar del cómodo transporte que arreglo para él.

 

— De haber sabido que llegarías antes te habría esperado en las puertas del santuario, pero… ya será la próxima vez.

 

Shion sólo quería ser amable se dijo Albafica, forzándose a sonreírle con amabilidad, aunque no le agradaba del todo su constante intrusión en su templo, mucho menos el trato que tenía para con todos los omegas, suponiendo que sus atenciones se debían precisamente a eso, a su equivocada suposición de su estatus.

 

— Debes estar hambriento, porque no vamos a Rodorio, yo te invito a comer a la taberna.

 

Eso no podría ser posible se dijo Albafica, ya tenía una cita con Manigoldo, pasarían todo el día juntos en la aldea y eso le apetecía mucho más que la compañía de Shion, quien se esforzaba demasiado por cautivarlo, pero ya tenía un compañero, al que no cambiaría por nada.

 

— Lo siento, pero ya sabes que cuando estoy en el santuario, paso los celos de Manigoldo a su lado, es la única forma en la que se siente seguro y es mi deber protegerlo, ahora mismo se está dando un largo baño, saldremos en cuanto termine de arreglarse.

 

Shion no supo que responder, no así su otro visitante quien carraspeo un poco para llamar la atención de los dos santos, quien había buscado por Manigoldo en todo el santuario y justo, cuando estaba a punto de ingresar en el templo de Piscis, las rosas con sus endemoniadas zarzas le cerraron el camino.

 

Aunque aun tenía esperanzas de recuperar aquello que la rosa trataba de robarle, pero debía ser paciente, actuar como lo haría de no saber que Manigoldo lo engañaba con el hermoso Albarica, que esa sirena logro seducirle, despojándole la virginidad de su precioso omega.

 

— Supongo que debo darte una advertencia Albafica de Piscis, ustedes dos no pueden estar juntos, sólo será peor al final, cuando Manigoldo lo comprenda y se entregue a mí, porque no lo dejas ir y te refugias en tus rosas, como es tu deber.

 

Llevaba años viendo a este monstruo acechar a su amigo, colega y compañero, a su dulce cangrejo, pero su omega tenía razón, si los ancianos sabían la verdad, que su veneno cedía en ciertas ocasiones o que ambos estaban juntos, ordenarían que se separaran, no querrían perder a dos santos, uno porque perecería en sus brazos de cometer un error y él porque se quitaría la vida cuando eso pasara, un mundo sin su omega no tenía sentido para Albafica, sólo porque su cuerpo les decía que debían estar juntos.

 

— Manigoldo es demasiado importante para mi Aspros y estaré a su lado el tiempo que así lo quiera, protegiéndolo de alfas que no entienden un no por respuesta, los que son capaces de hacerle daño, mi deber, como santo de Athena es evitar que un inocente sufra, ya sea un civil o uno de los nuestros.

 

Aspros no lo veía de aquella forma, siendo que él sería al final el alfa de Manigoldo, su deber sería protegerlo, no el de la rosa, quien se atrevía a enfrentarse a él, intentando robarle a su futuro compañero con sus engaños y sus mentirosos cantos de sirena.

 

— Es una empresa loable, nosotros debemos consagrar nuestras vidas al bienestar de los demás, pero está en específico, me temo que no resultara como tú lo esperas, Manigoldo comprende su deber y aunque por el momento no desea tomar un alfa, tarde o temprano lo hará, su maestro le insistirá en ello, o sino, el primero, él que es mucho más sensato que nuestro patriarca le hará ver razón.

 

La seguridad de las palabras de Aspros logró que Albafica quisiera arrebatársela con sus rosas o sus puños, no sería esa la primera vez que podía enfrentarse a uno de sus enemigos con una lucha cuerpo a cuerpo, sin embargo, debía recordarse que Manigoldo no quería que nadie supiera que estaban juntos, al menos no hasta que pudiera explicarle sus acciones a su maestro, esperando que les diera la bendición para estar juntos como era su derecho, una bendición que le pediría al finalizar su celo.

 

— ¿Quién diablos te dijo que necesito un alfa que me domine Aspros?

 

Manigoldo prendía un cigarro entre sus manos, ya no temblaba y se le podía ver mucho más seguro que durante el día anterior, fresco después de un largo baño con jabones que no olían a flores, pero que ocultaban su aroma perfectamente, mucho mejor que su cigarro.

 

— ¿Y quién te dice que no tengo ya uno que tu no conoces?

 

Manigoldo se detuvo a la altura de Albafica, dándole otra bocanada a su cigarrillo, relamiéndose los labios, antes de dárselo al santo de piscis quien se limitó a sostenerlo por él, un acto que no podía pasar desapercibido, mucho menos comprendiendo cual era su verdadera relación.

 

— O en todo caso, si yo no puedo elegir un alfa, entonces yo seguiré los pasos de mi maestro, me consagrare en cuerpo y alma a nuestra diosa.

 

Albafica detestaba el aroma del cigarrillo y sin que Manigoldo se diera cuenta lo tiro al suelo, pisándolo inmediatamente, no le diría que hacer, pero como un favor personal, tendría que dejar de fumar al menos durante ese día.

 

— Pero no me entregare a ti, seas patriarca o no, Aspros.

 

Después de sonreírle a los dos con una mueca que hablaba de burla, comenzó a descender las escaleras, haciéndole una señal a su alfa para que lo siguiera, quien lo hizo sin decir nada más, sin despedirse de Shion, quien observo el intercambio con molestia, con tanta furia que por un momento quiso separarlos con sus barreras, pero no se movió sintiendo que perdía la razón, no era esa la primera vez que los dos santos pasaban esa fecha juntos, ni la primera que lo ignoraban y ahora entendía la razón detrás de tan monstruoso acto.

 

— Como me gustaría que Manigoldo dejara tranquilo a Albafica, no es justo que lo convenza de este engaño.

 

Aspros pensaba exactamente lo mismo pero sus temores le decían que moriría, que su conejito perdería la vida en los brazos de su verdugo, esa rosa que le robo a su compañero, pero aun estaba a tiempo de recuperarlo, de salvar su vida, de comenzar la suya a su lado.

 

— Tienes razón, no es justo.

 

***26***

 

Pasaba de medio día y Kardia, apenas cubierto con una camisa blanca desabotonada, comía una manzana esperando por que Degel terminara de darse un baño, maldiciendo en voz baja que tuvieran que ver al patriarca para recibir los últimos detalles de su misión, de otra forma hubieran podido bañarse juntos.

 

***

 

Hola, ya sé que dije que actualizare los jueves y eso hare, sin embargo, los primeros de cada mes, agregare un capitulo extra como agradecimiento a sus lecturas, comentarios y kudos.

 

Además, les tengo unas preguntas.

 

¿Hasta el momento cual es su pareja favorita?

 

¿Por qué les gusta o no el omegaverse?

 

Otra pregunta.

 

¿De los alfa no correspondidos cual es su favorito hasta ahora?

 


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