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Paraiso Robado. por Seiken

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Disclaimer: Estos personajes no me pertenecen y por lo tanto no gano dinero haciendo esto, solo la satisfacción de recibir sus comentarios, quejas o sugerencias…

 

Avisos:

 

Esta historia como todo lo que escribo es del genero yaoi, Slash u homoeróticas, pero si estas en esta página estoy segura que ya lo sabías de antemano, en este universo un tanto dispar al de la serie del Lienzo Perdido de Saint Seiya existen algunos personajes que serán alfas, otros omegas, otros betas, pero se les llamara Hijos de Zeus e Hijos de Hera, pero las partes importantes de la serie estarán intactas en su mayoría, sólo que esta historia se sitúa cuando Sasha aun es una pequeña, por lo que los personajes son un poco menores y todos siguen vivos.

 

Hace casi un año estuve investigando sobre el universo Alfa/Omega y me gusto lo que vi por lo que ahora quiero hacer mi propia versión de esto, por lo cual contiene mpreg, pero no se basa exclusivamente en eso sino en la desigualdad del genero de cada personaje,  por lo que si no te gusta el mpreg, puedes leerlo con confianza.

 

También quisiera decirles que es un mundo ciertamente oscuro en donde los papeles están definidos desde el nacimiento y es aquí en donde nuestros protagonistas tratan de escapar de su destino al mismo tiempo que cumplen con sus deberes en el santuario o el inframundo y respecto a las parejas tendremos Albafica/Manigoldo, Aspros/Manigoldo, Degel/Kardia, Valentine/Radamanthys, Minos/Radamanthys, Regulus/Cid, Sisyphus/Cid, Oneiros/Cid, Shion/Albafica entre otras.

 

Sin más les dejo con la historia, espero que les guste y mil gracias de antemano.

 

Paraíso Robado.

 

Resumen:

 

En el santuario de Athena la perfección del amor se confirmaba con el nacimiento de niños deseados y el paraíso era pertenecer a quien amabas, pero cuando eso no ocurría, bien podrían decir que el paraíso se te había sido robado.

***2***

 

Al salir del santuario ninguno de los dos se dio cuenta que algo los seguía muy cerca, observando cada paso que daban en dirección del santuario de la diosa Hera, sonriendo de medio lado, suponiendo que ya era hora de ingresar en el santuario, después de todo, quien supondría que uno de sus enemigos se atrevería a dar un paso con diez de los doce santos dorados presentes.

 

Kardia se detuvo de pronto, sintiendo un cosmos extraño por segundos, casi imperceptible, para después desaparecer de pronto, sin dejar un solo rastro.

 

— ¿Sentiste eso?

 

Degel no se percato de nada por lo que simplemente negó aquella pregunta con un movimiento de su cabeza, reacomodándose los lentes, no tenían tiempo que perder, si Sage creía que esa información era importante, en ese caso no podían desperdiciar tiempo valioso.

 

— Debió ser mi imaginación.

 

Pronuncio al fin, rascándose la cabeza, antes de reanudar su camino en dirección del santuario de la diosa Hera, en donde supuestamente solo una pareja completa, un núcleo podría ingresar en el sin que sus guardianes los atacaran.

 

Sería un largo viaje, pero órdenes eran ordenes y Sage, generalmente sabía que hacer o tenía razones para cada una de las misiones que les había encargado, sólo se preguntaba cuanto tiempo se tardarían en regresar, teniendo un mal presentimiento sobre esa misión.

 

— ¿Estás listo?

 

Le pregunto Degel y cuando asintió, los dos elevaron su cosmos para realizar el viaje lo más rápido que pudieran por órdenes directas de su patriarca, quien decía temer por la seguridad de sus omegas, algo estaba pasando, pero no sabía qué.

 

Por lo tanto, la diosa de los matrimonios y de los nacimientos debía comprenderlo, ella los protegía, aunque de maneras extrañas, casi como si fuera su enemigo, más que una madre protectora.

 

Mientras tanto Degel se encontraba mucho más tranquilo, por alguna razón que no alcanzaba a comprender, deseaba, no, no deseaba, necesitaba sacar a Kardia del santuario, seguro que alguna clase de peligro se cernía sobre su compañero, uno invisible que poco tenía que ver con las guerras santas.

 

Y tenía más que ver con la seguridad de los omegas, de los cuales ya solo quedaban tres en el santuario, Manigoldo, Cid y Yato, el amigo inseparable de Tenma, así como el supuesto omega de la alumna de Shion de Aries, un guerrero poderoso, pero que hasta la fecha no había logrado que ese unicornio comprendiera las señales del cortejo que ella realizaba, aunque suponia que aun eran demasiado jovenes para saber con claridad si es que debian ser una pareja o no, lo unico que deseaba era que si Yato no le correspondia, no insistiera como Aspros o su propio maestro lo hacia.

 

Pasaron horas corriendo en silencio, no a su máxima velocidad pero si lo suficiente rápido como para alejarse lo suficiente del santuario, sin mirar atrás o percatarse de otra sombra que los seguía muy de cerca o eso parecía, puesto que no le hicieron ver cuán equivocado estaba.

 

No hasta que se detuvieron en un claro, Degel respirando hondo, Kardia estirando su cuello, como si estuviera entumido antes de cortar una docena de arboles con su aguja escarlata, aguzando la vista, buscando al intruso.

 

— ¡Sal de una buena vez, ya sabemos que estas aquí!

 

El guerrero que salió a su encuentro no tenía una armadura que pudiera reconocer, esta era mucho más tosca que las que ellos portaban, su rostro sin embargo, le era familiar, demasiado parecido al de su compañero, su cabello era largo, de un tono rojo brillante, asi como sus ojos y sus uñas afiladas.

 

— Eso fue impresionante, pero que otra cosa podemos esperar de un santo dorado.

 

Kardia encontró aquel parecido como un insulto a su amado, por lo que sonriendo preparo su aguja para atacarlo nuevamente, sin embargo, Degel coloco su mano sobre la suya, desviando su arma, probablemente con la absurda idea de saber quién era ese intruso.

 

— ¿Por qué nos sigues?

 

Pregunto Degel, avanzando un único paso, tratando de funcionar como una barrera entre su compañero y el extraño visitante, quien entrecerró los ojos, observándole fijamente, como si estuviera comparándose con él, tal vez hallando las similitudes en su apariencia.

 

— Tú eres Degel de Acuario…

 

Anuncio con un tono de voz casi monótono, después, poso su mirada en Kardia, observándolo un poco más de tiempo, como si tratara de memorizar cada una de sus características, deteniéndose en la uña que brillaba, la que en ese momento ardía dispuesta a cortarlo a la mitad.

 

— Y tú debes ser Kardia de Escorpio… uno de los tres omegas del santuario de Athena.

 

Kardia apretó los dientes, tomando esas palabras como un insulto avanzando varios pasos en su dirección, sintiendo como chocaba contra el brazo de su compañero, del santo de cristal, del siempre controlado Degel, quien parecía sumamente preocupado.

 

— ¡Como diablos sabes eso!

 

El intruso no demostró temor, solo permaneció en silencio, mirándolos fijamente, como si encontrarlos fuera un pequeño triunfo personal y esperara el momento de ver alguna de sus técnicas, no obstante, al ver que Degel no lo dejaba moverse retrocedio algunos pasos.

 

— Todos han escuchado hablar de ustedes, eso no debería sorprenderlos.

 

Kardia empujo a Degel, tratando de darle alcance al impertinente guerrero que suplicaba por una muerte dolorosa, sin embargo, un aire congelado lo empujo, manteniéndolo alejado de su enemigo, no podía ver su rostro, pero el infeliz parecía sonreír complacido.

 

— ¿Quién eres?

 

El guerrero se encogió de hombros como si no fuera importante o no tuviera el mas mínimo interés en responder a su pregunta, caminando otros cuantos pasos, deteniéndose de pronto, posando sus ojos en Kardia de nuevo, solo por unos instantes y después, utilizando su cosmos, haciendolo brillar de pronto estallo una ventisca que corto su piel en algunas partes, llenandolo de escarcha.

 

— ¡Maldita sea!

 

Sin duda una forma de distraerlos para poder alejarse sin que lo evitaran, Kardia apretó los dientes, furioso como nunca antes, creyendo que ese bastardo merecía que lo cortara en pequeños pedazos.

 

— ¿Por qué no me dejaste cortarlo?

 

Degel suspiro, no creía que fuera prudente atacar a cualquier guerrero que se cruzara en su camino, pero su escorpión era un ser de instinto y generalmente acertaba cuando actuaba de esa forma tan violenta.

 

— No era prudente Kardia, lo sabes, no es así.

 

No le importaba la prudencia, solo destruir a esa mala copia que se atrevía a parecerse a su amado, quien parecía saberlo todo de su compañero y de el mismo, pero que no se molesto siquiera en darle su nombre.

 

— Ese tipo me da una mala espina, debimos matarlo cuando pudimos, se que nos arrepentiremos por esto…

 

Degel también pensaba lo mismo, la forma en que observo a su compañero no le gusto en lo absoluto, era la misma clase de mirada que tiene un hombre que ha buscado un tesoro por mucho tiempo, pero sabe que aun no puede tomarlo porque los demás lo sabrían.

 

O como lo maldijo con la mirada, sus ojos fijos en los suyos, odiándolo por ser él quien estaba acompañado de su hermoso omega, de su compañero, ese brillo, esa expresión plagada de crueldad y envidia era la misma que usaba el Santo de Aries con Manigoldo.

 

Cada vez que lo veía en compañía de su compañero y alfa, quien fingía no darse cuenta o no lo hacía realmente, porque no actuaba en represalia por ese insulto a su amado o tal vez, de la misma forma en que se dio cuenta ya muy tarde del deseo en los ojos de ese intruso, quien tal vez, probablemente quisiera arrebatarle a su escorpión.

 

Quien era tan poderoso como hermoso y seguramente, no se dio cuenta de las intensiones de ese individuo de cabellera carmesi.

 

— ¿De todas formas que clase de espectro era ese?

 

Pregunto por fin Kardia cuando se hubiera calmado lo suficiente, en esta ocasión sus ojos estaban fijos en el horizonte, esa sería sin duda una mision muy larga, demasiado inquietante, durante la cual debían estar alertas, de lo contrario, tal vez ese extraño individuo podría atacarlos cuando bajaran su guardia.

 

— No se veía como un espectro, su armadura no era negra y no parecía ser una surplice.

 

 Suponía que Degel tenía razón, esa armadura era diferente, no parecía estar hecha de las sombras del inframundo, pero al mismo tiempo no sabía qué clase de guerrero era él o a que deidad servía, porque por su experiencia propia, existían más dioses que Poseidón, Hades y Athena, demasiados para poder contarlos.

 

— Puede ser, pero de todas formas debemos estar alertas.

 

Degel en esta ocasión no quería dejar solo a Kardia, quien seguía molesto por no dejarle cortar a ese individuo, lo sabía por la forma en que trataba de ignorarlo, posando sus ojos en algo más, preguntándose en silencio, cual era la razón de aquella inesperada visita.

 

— No quiero que nada malo te pase.

 

Kardia no lo escucho y si lo hizo, simplemente no quiso responderle porque aun seguía enfocado en el camino, tratando de aguzar cada uno de sus sentidos, seguro que ese intruso los visitaría de nuevo apenas tuviera la oportunidad de hacerlo.

 

— Lo mejor sera que descansemos un poco.

 

Su compañero solo suspiro y busco un comodo asiento en una de las ramas de los arboles para observar el paisaje, para estar atento en el caso de que ese individuo volviera a buscarlos.

 

Tratando de ignorar como Kardia al ver que ya no le prestaba atención, abandonaba su asiento junto a una hoguera que habia prendido para observarlo de reojo, su respiración, las sombras que la tarde dibujaban en su rostro, sonriendo al recordar que en un principio creyó que no le interesaba al que se dijo su guardián.

 

— Siempre eres demasiado precavido, eso es bueno, pero no siempre y lo sabes no es así.

 

Kardia se levanto de su puesto y salto a la rama del arbol que uso como asiento, acortando los pocos metros de distancia que había entre ambos, sentándose a su lado para admirarle mucho más de cerca, preguntándose cómo era posible que dos personas tan diferentes podian estar tan enamoradas, porque razon la diosa Hera los había seleccionado como Alfa y Omega.

 

— ¿Estas molesto conmigo?

 

Degel no había logrado tranquilizarse, estaba demasiado preocupado por ese intruso, por los temores de su compañero, por no ser él su destino y por la molestia que poco a poco crecía en el pecho de Kardia, la que trataba de ocultarle, creyendo que no se daba cuenta de eso, de nada de lo que pasaba por su mente.

 

— Debiste escucharme, ese era un espectro y nosotros debimos matarlo, sin importar el color de su armadura, estoy seguro que sus intenciones no eran buenas.

 

El suspiro de su escorpión fue largo, sonaba cansado pero al mismo tiempo, empezó a recorrer sus cejas con cuidado, después su nariz y sus pómulos, encontrándolo simplemente hermoso, a pesar de ser un alfa.

 

— Lo sé, pero no era un espectro, esa criatura era algo mas, no sé que con exactitud, pero no me gusto la forma en que te miro…

 

El viento arrecio, agitando su cabello de color azul, amenazando con apagar su fogata, la que hubiera tratado de mantener prendida si Degel no lo hubiera sostenido de pronto, sin decirle nada, evitándole que se marchara de su lado.

 

— No quiero perderte Kardia, no quiero que nadie te aleje de mí, no podría soportarlo…

 

***3***

 

Con un solo movimiento Radamanthys se soltó de los hilos, usando sus alas y la fuerza de sus brazos para liberarse, incendiando su cosmos de la misma forma en que lo hacía con un enemigo, golpeando el rostro de Minos con el puño cerrado, aventándolo lejos poco después con una patada en el estomago que lo lanzo hacia su escritorio.

 

Minos cayó con poca ceremonia sobre su escritorio, partiéndolo en pedazos, quebrando la superficie de granito con su peso y la fuerza del segundo juez, quien camino lentamente en su dirección, deteniéndose a su lado para sostenerlo del cabello.

 

— Te retractaras Minos, le dirás a Pandora que no estás interesado y que lo mejor es que olvide esa estúpida orden.

Radamanthys no dejo que el primer juez de las almas del inframundo respondiera su orden, lanzándolo de nuevo contra sus libreros, de los cuales salieron disparada la informacion que guardaba en ellos, pergaminos y hojas de papel, información valiosa que Minos de Grifo guardaba para él, mucha de ella contada por el mismo Virgilio, sin duda una de sus almas favoritas.

 

— O te juro que te arrepentirás por ello.

 

Minos se levanto con demasiado esfuerzo, no estaba interesado en pelear con Radamanthys en ese momento, no cuando su aroma era tan fuerte, debido tal vez al temor de perder a ese falso alfa y tener uno genuino, uno poderoso, que gustaba de infligir dolor tanto como su querido colega amaba sentirlo.

 

— ¿Te pongo nervioso Radamanthys?

 

Eso debía ser, Radamanthys no sabría qué hacer si no era él quien mandaba en una relación, porque esa ave de rapiña no era más que un omega disfrazado de alfa, un hombre débil, que carecía de la fuerza necesaria para dominar al hombre de cabellera rubia.

 

— ¿O te excita el saber que pronto hallaras a alguien que logre domarte, que te brinde el sufrimiento que deseas?

 

Radamanthys se detuvo en seco escuchándolo, recibiendo un golpe de Minos, cientos de hilos rodeando sus extremidades, manejandolo como si se tratase de una simple marioneta, sufriendo en carne propia la desesperación de perder control de su propio cuerpo.

 

— No te sorprendas Radamanthys, se que te excita el ardiente sabor del látigo y el fuego, que deseas dolor, pero que esa insulsa criatura no quiere dártelo, pero yo sí puedo, yo te abriré las puertas del tormento.

 

El Wyvern lucho con mayor fuerza esta vez, cortando los hilos y su piel para liberarse, sangrando por varias heridas tan delgadas que parecían cabellos, líneas casi invisibles pero demasiado profundas, mezclando el aroma de la sangre y de su cuerpo, haciéndolo mucho más irresistible para el primer juez, quien lo ataco de nuevo.

 

Tratando de rodear el cuerpo de Radamanthys, quien sostuvo los hilos con sus manos, usándolos para lanzar a Minos de nueva cuenta contra sus libros, volando inmediatamente, cayendo en picada a un lado de su cabeza, maldiciendo cuando el juez de cabello blanco esquivo varios pisotones que destruyeron el suelo de mármol.

 

Radamanthys no se detuvo e invocando su haz de luz, corto el cabello de Minos y varios libros más, regando hojas con letras escritas por el puño del primer juez del inframundo, la madera de los muebles antiguos, los cofres, cada desafortunado trasto que se cruzaba en su camino, todo con tal de lastimar al que seguía llamándose su hermano.

 

Minos logro levantarse de un salto, pero fue demasiado tarde, demasiado lento para esquivar un golpe tan fuerte que lo lanzo al suelo, sintiendo como el hombro de Radamanthys, usando sus alas para estrellarse contra él, fracturaban algunas costillas, robándole la respiración.

 

Pero no conforme con eso, Radamanthys le sostuvo de su cabello blanco para propinarle varios golpes en el rostro y después una patada, su hermano luchaba con la misma intensidad con que lo haría con uno de los santos de Athena, pero lo golpeaba con mucha más saña, tal vez creyendo que eso sería suficiente para que se retractara.

 

— Te lo advierto Minos, te arrancare cada parte de tu cuerpo con el cual oses tocarme.

 

Minos detuvo el último golpe de Radamanthys, torciendo su brazo con sus hilos, rodeando su cuello con uno de sus brazos, tratando de inmovilizarlo, pero casi era inútil, por más que lo intentara no podía enfrentarse contra la furia encarnada de su hermano en medio de una pelea.

 

— Deberías aceptar que yo seré tu amo, Radamanthys, mientras más rápido lo hagas será mejor para ambos y para el reinado del dios Hades, no lo crees así, hermanito.

 

De pronto Radamanthys sintió como Minos lamia su mejilla, gruñendo por lo bajo e intentado romper los hilos de nueva cuenta, sin importarle que por culpa de los constante cortes de aquellas filosas armas invisibles, sangraba profusamente, casi demasiado como para mantener aquel ritmo, en un combate entre iguales.

 

— ¡No soy tu hermano!

 

Casi grito el juez rubio, liberándose de un solo movimiento, sintiendo como su brazo estuvo a punto de romperse, pero logro resistir el daño, mirando de pies a cabeza a Minos, el que también estaba bastante magullado, pero mantenía esa odiosa sonrisa, la que juraba muy pronto le arrancaría con la fuerza de sus puños.

 

— En ese caso no debo sentirme culpable por desearte en mi cama, eso me alegra, porque la señorita Pandora ha decidido que se realizara una justa, pero que será Valentine quien se enfrente a mí, porque de otra forma, tu dulce arpía sería humillada.

 

Radamanthys gruño por lo bajo y en vez de atacarlo, simplemente le dio la espalda, seguro que solo una entidad podría detener ese absurdo, esa era el mismo Hades, quien se había recluido en una de sus múltiples habitaciones, un acto que nunca había realizado, pero que esperaba suspendiera unos minutos para recibirlo.

 

—Yo te liberare de tu promesa mi querido Omega.

 

Minos sabía que le costaría mucho más trabajo del que supuso al principio domar a Radamanthys, tan siquiera llegar a su arpía, pero al menos había comprobado que su cosmos no era tan fuerte como el de hacía un mes, o unos pocos días antes de su celo, como cada omega, su energía vital se veía mermada para poder preparar su cuerpo para la concepción.

 

Aun estaba a tiempo de domarlo, sólo era cuestión de asesinar a ese bastardo de cabello rosa para poder reclamar a su omega para sí mismo, quien probablemente lo buscaría para advertirle del peligro, tratar de protegerlo, pero sería inútil, Pandora mandaba en ausencia de Hades y ella odiaba tanto a Valentine como él, por diferentes razones pero allí estaba el odio en su corazón, el deseo de purificar el ejercito de su hermano, de hacerlo mucho más poderoso.

 

— Aun sigues siendo demasiado predecible querido Radamanthys… como un libro abierto.

 

No había cambiado demasiado en aquellos milenios, Radamanthys era un hombre que mantenía su palabra, sin importar cuánto le doliera su promesa ý sólo por eso, para mantener el juramento que realizo demasiadas vidas atrás, a pesar de que su señor estaba encerrado en sus habitaciones, el juez de cabello rubio se atrevía a buscarlo en ellas, esperando ser recibido.

 

— Nuestro señor Hades no recibe a nadie, lleva semanas encerrado en aquella habitación, aun vive, pero no quiere ver a nadie.

 

Radamanthys detuvo su mano, estaba a punto de abrir la puerta, cuando escucho aquellas palabras, sintiendo un cosmos poderoso, uno que no pensaba haber conocido antes, pero al verlo, suponía que eran hermanos del mismo dolor.

 

— Tú eres Kagaho de Bennu, el que se dice el espectro más leal a nuestro señor Hades.

 

El espectro de cabellera oscura asintió, caminando en su dirección, deteniéndose a unos pocos centímetros, notando como sangraba y portaba muchas marcas de un enfrentamiento, el que parecía haber ocurrido poco tiempo antes, tal vez unos cuantos minutos.

 

— Tú eres Radamanthys de Wyvern, quien porto ese titulo antes que yo.

 

Radamanthys entrecerró los ojos ladeando un poco la cabeza, había algo en la mirada de ese joven espectro, en ese niño, en la manera de su andar, en lo mucho que se cuidaba de no ser visto, siempre cubierto de polvo, humo o sangre que lo delataban, aromas que sin duda podrían ocultar uno mucho más personal, que algunos llamarían dulce.

 

— Supongo que tratas de insultarme con esas palabras, pero me alegra saber que nuestro señor Hades posee la lealtad de un espectro tan poderoso como tú, no solamente yo, pero… él sabe que eres uno de los hijos de Hera.

 

Kagaho abrió los ojos, parecía sorprendido de que Radamanthys lo supiera, quien hasta hacia poco tiempo sólo era uno de los jueces, pero que gracias al espectro de nombre Cheshire y la orda de Minos, ahora muchos de sus colegas lo deseaban como si se tratase de un mero premio, todos ellos demasiado asustados del juez Minos, quien había dicho que el segundo juez, el espectro más leal del ejercito del dios Hades, era suyo, porque Pandora así lo había dictado.

 

— No te sorprendas, nosotros sabemos reconocernos.

 

Acto seguido golpeo la puerta cerrada, anunciando su presencia, esperando que su dios pudiera sentir compasión y al mismo tiempo cumpliera su promesa, él estaba seguro del honor de su señor, pero no, sí aquella tarea que realizaba a solas podía interrumpirse por algo tan insignificante como la locura de Minos.

 

— Ya te lo dije, nuestro señor Hades esta enclaustrado, no recibirá a nadie, ni siquiera a la señorita Pandora, es inútil que trates de interrumpirlo.

 

Radamanthys maldijo en silencio, recargando su frente contra la puerta, si ese mocoso decía que Hades no abriría, seguramente estaba en lo correcto, dándose cuenta que estaba solo y que la única forma de proteger a Valentine, era que no se separara de su lado.

 

— Minos dijo ser tu alfa.

 

Aquello recibió una mueca de disgusto del segundo juez del inframundo, quien estaba a punto de marcharse, pero se detuvo para corregir esa errónea idea, ese joven era demasiado inexperto por lo que se veía, estaba seguro que ni siquiera habia sufrido su primer celo, no entendía que todos mentían, en especial los espectros y mucho más aun Minos, el demente cuyo inquebrantable sentido de la justicia le consiguió el puesto del primer juez del inframundo.

 

— Minos miente, mi alfa se llama Valentine, el espectro de la arpía.

 

Kagaho se cruzo de brazos, observando el suelo, parecía que ansioso de hacerle otra pregunta, la que Radamanthys adivino mucho antes de que pudiera realizarla, por lo que acercándose unos cuantos pasos, quedando prácticamente a centímetros de distancia busco el collar que él tuvo la suerte de conservar, sólo porque nació en una de las familias más poderosas de Inglaterra.

 

— Veo que has perdido tu collar, eso es una bendición, así no tendrás necesidad alguna de tener un alfa cuando aun eres demasiado joven para saber qué hacer con él.

 

El espectro de cabello negro quiso interrumpirlo, pero Radamanthys no lo permitió elevando la voz, mirándolo de pies a cabeza.

 

—  Pero te aconsejo esto, Kagaho, mata a cada alfa que intente llegar a ti o consigue uno que puedas controlar.

 

Así que eso era, aceptaba consigo a ese otro espectro únicamente porque podía controlarlo, no porque lo amara o deseara a su lado, pero Radamanthys se equivocaba si creía que permitiría que cualquier sucio alfa intentara domarlo.

 

— Aunque también puedes buscar algo tan patético como el amor, pero no lo encontraras en cualquiera de nosotros, no estamos hechos para eso, gracias al dios Hades.

 

Radamanthys de pronto le dio la espalda, alejándose a un paso acelerado, probablemente buscando a ese espectro de cabello rosa, quien se había ganado la enemistad de Pandora y el recelo de su dios.

 

— No necesito un alfa, ni un amante, eso sólo es para los débiles.

 

Pero el juez del inframundo pudo escuchar sus palabras y de nuevo se detuvo, esta vez mirándolo con algo parecido a la piedad, recargándose en la puerta, recordando que una ocasión él dijo algo similar, cuando aún era el emperador de Creta.

 

— Espero que sigas firme cuando llegue el primer celo Bennu.

 

Kagaho nunca había sentido un celo, creía que se trataba del collar o por la clase de vida que tuvo, siempre hambriento, siempre solo, sumido en la peor de las pobrezas, sin embargo, solo era demasiado joven para eso, pero su cuerpo tarde o temprano presentaria su maldicion para muchos, bendicion para unos cuantos.

 

— Pero si no lo haces, ven a buscarme, yo te diré como esconderlo por un tiempo, aunque siempre habrá un alfa que se dé cuenta de tu maldición.

 

***4***

 

Habían pasado algunas horas desde la última vez que habían visto a Sisyphus, cuando Regulus y Cid comenzaron a entrenar, el santo de capricornio parecía tranquilo, como si no le hubiera afectado en lo absoluto ver a su alfa alejarse de su lado.

 

 

***

 

Me gustaria saber que opinan de la historia, como va hasta el momento, ademas, que parejas prefieren de las que mencionare y porque razon lo hacen.

 

Albafica/Manigoldo, Aspros/Manigoldo, Degel/Kardia, Valentine/Radamanthys, Minos/Radamanthys, Regulus/Cid, Sisyphus/Cid, Oneiros/Cid, Shion/Albafica.

 

Aunque por el momento Minos, Aspros, Oneiros y Regulus tienen muchos votos a su favor.

 

Pero que hay de los otros alfas, Albafica, Degel, Sisyphus o Valentine.

 

¿A quien prefieren?

 

¿Cuántos quieren que Aspros, Oneiros, Minos o Shion tengan un poco de paraiso?

 

¿A cuantos les gustan las parejas originales?

 

¿Quiénes quieren leer un poco de mpreg?

 

Sin más me despido.

 


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