Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Paraiso Robado. por Seiken

[Reviews - 236]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Disclaimer: Estos personajes no me pertenecen y por lo tanto no gano dinero haciendo esto, solo la satisfacción de recibir sus comentarios, quejas o sugerencias…

 

Avisos:

 

 

Esta historia como todo lo que escribo es del genero yaoi, Slash u homoeróticas, pero si estas en esta página estoy segura que ya lo sabías de antemano, en este universo un tanto dispar al de la serie del Lienzo Perdido de Saint Seiya existen algunos personajes que serán alfas, otros omegas, otros betas, pero se les llamara Hijos de Zeus e Hijos de Hera, pero las partes importantes de la serie estarán intactas en su mayoría, sólo que esta historia se sitúa cuando Sasha aun es una pequeña, por lo que los personajes son un poco menores y todos siguen vivos.

 

 

Hace casi un año estuve investigando sobre el universo Alfa/Omega y me gusto lo que vi por lo que ahora quiero hacer mi propia versión de esto, por lo cual contiene mpreg, pero no se basa exclusivamente en eso sino en la desigualdad del genero de cada personaje,  por lo que si no te gusta el mpreg, puedes leerlo con confianza.

 

 

También quisiera decirles que es un mundo ciertamente oscuro en donde los papeles están definidos desde el nacimiento y es aquí en donde nuestros protagonistas tratan de escapar de su destino al mismo tiempo que cumplen con sus deberes en el santuario o el inframundo y respecto a las parejas tendremos Albafica/Manigoldo, Aspros/Manigoldo, Degel/Kardia, Valentine/Radamanthys, Minos/Radamanthys, Regulus/Cid, Sisyphus/Cid, Oneiros/Cid, Shion/Albafica entre otras.

 

 

Sin más les dejo con la historia, espero que les guste y mil gracias de antemano.

 

 

Paraíso Robado.

 

 

Resumen:

 

 

En el santuario de Athena la perfección del amor se confirmaba con el nacimiento de niños deseados y el paraíso era pertenecer a quien amabas, pero cuando eso no ocurría, bien podrían decir que el paraíso se te había sido robado.

 

 

***16***

 

Cid sostuvo su brazo del cual brotaba demasiada sangre, levantándose con mucho esfuerzo sin demostrar cuanto le dolía que su camarada lo abandonara en esa precaria situación sólo por un collar.

 

Sabía para que deseaba el santo de géminis utilizar esa joya, con esa cosa en su cuello podría reclamar a Manigoldo, sin embargo, Shion les había dicho también que Sisyphus era un traidor, que las heridas de Sage fueron provocadas por él cuando secuestro a su diosa.

 

Eso sin duda era una mentira, pero porque razón atacarían el santuario si no era para matar a su pequeña diosa que estaba en buenas manos, eran los dioses gemelos aquellos que atacaron el santuario, debían serlo, el cosmos que sintieron era inmenso.

 

¿Pero quien los dejo entrar?

 

Tal vez el propio Shion, porque según recordaba esa noche había tres guardianes en el santuario, Aspros, Shion y Dohko, se preguntaba si el santo de libra también era uno de los traidores.

 

Oneiros se hinco junto a él para acariciar su mejilla, la cual estaba cubierta de sangre, admirando su belleza, su confusión, notando lo pequeño y frágil que era Cid a comparación suya.

 

Intentando besar sus labios pero siendo repelido por el santo dorado que intento separarse de su cuerpo, pero fue sostenido por las muñecas, gritando cuando su muñón fue oprimido por fuerza.

 

— Debes dormir, mi amada espada.

 

Le ordeno el dios del sueño y aunque Cid trato de mantenerse despierto, luchar contra los dioses, la traición de Aspros, el ser el omega de ese espectro y su derrota era un golpe psíquico demasiado fuerte para un santo que no tenía emociones, o generalmente siempre las mantenía controladas.

 

Perdiendo el sentido en los brazos de Oneiros, quien lo cargo con ínfimo cuidado al estilo nupcial, llevando la cabeza de su espada a su pecho, sosteniéndolo con cuidado de no herirlo de nuevo, desapareciendo en un portal creado con el poder de los cuatro.

 

Sonriendo al saber que su espada por fin estaba en buenas manos ingreso en el templo que tenía preparado para esa ocasión, el que no estaba en el inframundo porque no deseaba que su padre y su tío se dieran cuenta de su traición, sino que ese sitio de nubes negras de tormenta surcadas por relámpagos rojos eran los dominios del dios Eros.

 

Dominios arrebatados a su madre, los que señalaban su estado de ánimo porque hasta hacia pocos días, el cielo era azul profundo y la belleza de aquel valle se comparaba con la de los campos elíseos.

 

Algo debió hacerle enojar se dijo, pero no se preocupo por la seguridad de su espada, ese templo, ese santuario abandonado por tantos siglos que había sido olvidado por completo resistía los elementos, era una de las creaciones de Hefesto al fin y al cabo.

 

— Primero debemos curar tu brazo, no quiero que te desangres.

 

Oneiros recostó a su espada en una amplia cama con sabanas de color blanco que se fueron manchando con la sangre de su omega elegido, al mismo tiempo que el dios del sueño curaba su mano con paños humedecidos con algunos líquidos medicinales, evitando así que su hermosa espada siguiera desangrándose.

 

Quitándole la armadura con cuidado, la cual fue encerrada en un una cámara en donde yacían las armaduras de los ángeles de afrodita, las que sólo el dios del amor podía despertar puesto que su madre aun estaba sellada en su prisión de mármol blanco.

 

Ese dios se había compadecido de su dolor y siempre le estaría agradecido por ello, sin embargo, Oneiros no era ningún iluso, sabía que tarde o temprano terminaría por pedirle algo a cambio, tal vez su ayuda para despertar a su madre o algo más, pero si brindarle su ayuda le facilitaba permanecer con su espada, en ese caso tenía en él a un aliado poderoso.

 

Su ropa la cambió por una túnica romana que dejaba sus piernas al descubierto sin ninguna clase de zapato, nunca se había imaginado que ese abrigo negro fuera cómodo, parte de su espalda y pecho estaba al descubierto, un cinturón ceñía su cintura, así como dos cadenas lo sostenían de las muñecas y un poco por encima de los codos uniéndose a sus espaldas, para que no pudiera mover sus brazos con demasiada facilidad

 

Estas cadenas estaban ancladas a la pared evitándole alejarse de esa habitación, pero le permitían moverse en ella con facilidad, existía una última cadena para su cuello, pero Oneiros no quiso utilizarla, era suficiente con que su omega no pudiera usar su espada, esa poderosa arma que con cada vida era mucho más filosa, así podría  mantenerlo a su lado hasta que comprendiera cual era su destino.

 

Phantasos era la única que se atrevía a acercarse a él cuando estaba en compañía de su omega, el que era un hombre realmente hermoso, pero ella siempre había preferido a los alfa, esos guerreros que la diosa Hera creo a medias.

 

— ¿Qué harás con él ahora que ya lo tienes contigo?

 

Oneiros se sentó a su lado, en un sillón que parecía mucho más un trono, mirando a su hermana de reojo, quien aparentaba ser toda dulzura pero en realidad su mayor dolor era tener un cuerpo que no era acorde a su personalidad, a su sexo, cuando lo que más deseaba en ese mundo era ser un omega, justo como Cid, para poder ser amada por un alfa.

 

— No dejare que el arquero vuelva a corromperlo, pero tú ya conoces la respuesta Phantasos, que es lo que deseas en realidad.

 

Ella se hinco a sus pies tomándolo de la mano con delicadeza, casi con ternura, besando entonces el dorso de su mano, él era el mayor y a quien seguían por encima de su padre o su tío.

 

— Eso quiere decir que el arquero esta libre o lo destruirás como has intentado hacerlo todas estas vidas.

 

Oneiros se soltó de la mano de su hermana empujándola con la pierna para que cayera en al suelo, pero en vez de molestarse, simplemente le sonrió mirándolo de reojo, en sus manos tenía una flecha negra que en un principio hubiera sido roja como la pasión o dorada como el amor, una de las armas de su aliado.

 

— No es necesario que lo destruya, el arquero no ama a su espada, no peleara por ella ni la buscara, de eso estoy seguro.

 

Su hermana entonces cruzando sus piernas aun sentada en el suelo, usando movimientos insinuantes que exaltaban su femineidad llevo la punta de la flecha a su boca y la lamió con lentitud, como si se tratase de un caramelo.

 

— En ese caso puedo usar esta flecha con él, ya sabes que yo siempre he deseado un alfa para mí.

 

Oneiros lo sabía, su hermana que en realidad tenía un cuerpo poderoso, dolorosamente masculino, había buscado poseer un alfa que le tratara como a un omega, un extraño sueño siendo que se trataba de un dios.

 

—Amor me la dio y me dijo que serviría con cualquiera, pero como ese alfa ya no tendrá un omega, yo podría quedármelo, no crees que eso sería lo justo.

 

Oneiros asintió, que su hermana hiciera lo que deseara con el arquero y si la flecha de Cupido funcionaba con él, eso le aseguraría que estaría enamorado de alguien más hasta que pudiera encontrar la forma de romper el lazo que les unía, crear uno nuevo para que su espada fuera suya por completo.

 

— Está despertando, es mejor que te marches.

 

Ella comenzó a reírse y se fue, perdiéndose entre las sombras de ese templo blanco, cuya oscuridad sólo se incrementaba con la pureza de sus paredes, como si la resaltara, escuchando como los relámpagos surcaban ese cielo sin mostrarle piedad a las nubes.

 

— Cid… mi espada, es hora de que despiertes.

 

Cid poco a poco fue despertando, no porque Oneiros le exigiera que lo hiciera, sino porque el dolor sordo de su brazo comenzaba a volverse insoportable y sólo empeoraba con las cadenas con las cuales rodearon sus muñecas.

 

— Donde…

 

Susurro, levantándose con algo de dificultad, escuchando el repiqueteo de las cadenas, como se movían y le evitaban alejarse de la cama, perdiéndose entonces en los ojos del dios del sueño que le observaba fijamente, llevando una mano a su mejilla para besarle por sorpresa.

 

— Al fin has despertado.

 

Pronuncio antes de robar su aliento con uno de sus besos, sintiendo como Cid lo mordía, pero ignorando ese pequeño dolor por disfrutar del sabor de su amada espada, quien comenzó a retorcerse e intentar separarlo de su cuerpo utilizando su única mano.

 

— Por el momento no me recuerdas, pero sabes que soy tu alfa o tu dios, aquel que se esmera por tu bienestar, Oneiros, dios del sueño.

 

Cid observo su mano respirando con dificultad, horrorizado al ver que años de trabajo y esfuerzo se habían perdido, al verse encadenado a la cama de esa criatura espectral, que se sentó a su lado para sostener el muñón de su brazo con demasiada gentileza, haciendo que viera como lo había curado.

 

— Puedo sanar tu mano, no debes preocuparte por eso, pero no lo haré hasta que decidas ya no pelear conmigo, cuando comprendas tu lugar a mi lado mi dulce espada.

 

Cid se alejo de Oneiros apretando los dientes, sin saber que decir al respecto, reconociendo su energía como aquella que sintió en otros celos, preguntándose si esta criatura ya lo visitaba o era la primera vez que le veía.

 

— ¡No soy tu espada y tú no eres mi alfa!

 

Respondió tratando de liberarse de las cadenas, ignorando el dolor de su mano cercenada, la angustia de verse a sí mismo encadenado a una cama de un espectro, mucho más aun, reconocer su energía de una forma en la cual no debería suceder, sintiendo como esa fuerza lo tranquilizaba, negando aquel sentimiento con fuerza.

 

— ¿Quién piensas que es tu alfa?

 

Pregunto Oneiros, molesto por esa respuesta, pero no con él sino con el arquero que le hizo creer se trataba de su omega, pero siempre lo dejaba solo en sus celos, no solamente durante esa vida, sino desde la mera existencia de su omega.

 

— ¿El arquero?

 

Aquella pregunta la realizo con incredulidad, separándose de Cid para sentarse en el sillón a su lado, no quería que pensara que lo tomaría sólo porque su celo estaba en curso, porque su aroma era embriagante, no al menos cuando apenas podía compartir algunas palabras con su espada.

 

— Te diré una verdad sobre tu arquero que aun ignoras.

 

Pronuncio con tranquilidad, esperando que cada una de aquellas palabras se le grabara en la memoria, que despertaran recuerdos del pasado, de otras vidas, pero sabía que era inútil, solo los espectros recordaban fragmentos de su pasado.

 

— A tu arquero le gusta abandonarte, a él no le interesas en lo más mínimo.

 

Cid apretó los dientes, no estaba dispuesto a escucharle porque sabía que solo trataba de ponerlo en contra de su amigo para que pudiera poseerlo, aun así, su rechazo seguía fresco, este le dolía demasiado.

 

— Ese arquero tiene un omega dispuesto a complacerlo en todos los sentidos, una espada maravillosa, tan hermosa que me ha robado la cordura, que me ha hecho traicionar a mi padre sólo por tenerla conmigo.

 

Oneiros sabía que no se trataba de su omega, pero también sabía que el cuidaría mucho mejor a su espada de lo que ese arquero lo haría, su lealtad, su amor, su mera existencia estaba encadenada a la diosa de la sabiduría y ella no lo dejaría ir, haciendo a un lado a esta belleza de cabello negro, de rasgos fieros, de poder incalculable.

 

— Pero que hace este arquero… lo que hace es adorar a una diosa virgen para dar su vida por ella dándole la espalda a su omega, a su tesoro, ignorándolo en los celos como si fuera una enfermedad sin importarle que puedas sufrir por ello, que mueras vida tras vida esperando por él, cuando yo, un dios, besaría el suelo que pisas, todo por tenerte en mis brazos.

 

El no se lo merecía, ese alfa descuidaba a su omega y si no lo quería a su lado, porque no un dios que lo adoraba desde el primer instante en que se cruzaron se encargaba de su bienestar, de su placer.

 

— Sin embargo, como ya me canse de esperar por ti mi dulce espada y como no estoy dispuesto a verte perecer soñando con el amor de ese arquero malagradecido, he decidido que yo te daré mi amor y en cambio tú me darás tu devoción.

 

Oneiros al ver que no se atrevía a pronunciar sonido alguno y que la pérdida de sangre le hacía sentirse débil, se levanto de su asiento para separarse un poco de su omega, debía dejarlo dormir, en unas horas volvería a conversar con él, por el momento se conformaba con separarlo de ese arquero.

 

— Porque yo he estado contigo desde que naciste mi hermosa espada, desde tu concepción, desde que todo este odioso circulo empezó, yo he sembrado cada sentimiento de tu corazón, cada sensación que has tenido, yo me preocupo por lo que tu deseas y te lo doy, yo jamás te rechazaría como lo hace ese arquero, para mi tu eres perfecto en todos los sentidos, menos uno.

 

Oneiros acaricio entonces la mejilla de Cid que le veía con genuino desagrado, jurándose que esa mirada cambiara por deseo y devoción a su ser, dentro de muy pronto le miraría como lo hacía con ese arquero.

 

— En que aun no eres mío, pero eso podemos arreglarlo, mi dulce espada.

 

***17***

 

Itia estaba hincado a unos pocos metros de los dioses gemelos, sus ojos cerrados, esperando sus ordenes, ellos vestían sus formas humanas y estaban enfocados en el tablero de ajedrez, Thanatos realizando un movimiento por demás inesperado, pero no tanto como la repentina presencia de dos dioses menores en sus territorios.

 

Quienes ingresaron a sus habitaciones sin anunciarse, uno aterrizando con delicadeza en  el mármol, provocando que algunas cuantas grietas se abrieran de pronto, el otro de pronto apareció sentado, su mano en su chistera, mirándolos fijamente con una sonrisa que podrían llamar desquiciada.

 

Uno vistiendo la forma de un espectro vestido de traje, con barba de tres días y un sombrero de copa, una chistera ladeada que no debería poder sostenerse en su cabeza, pero lo hacia con ayuda de su cosmos.

 

El otro, un dios de fuego, con alas de plumas afiladas, cuyo rostro estaba oculto en un casco pretoriano con plumas tan negras como su armadura con tocados llameantes, como zarzas o plumas, que resplandecían al igual que si fueran un corazón.

 

— Thanatos e Hypnos, los dioses gemelos de la muerte y el sueño.

 

Pronuncio Youma, su sonrisa burlona distorsionando sus facciones, detrás suyo el dios que ocupaba su cuerpo se alzaba imponente, su rostro oculto detrás de largo cabello blanco y varios relojes, algunos de manecillas, otros de arena se movían en extrañas direcciones.

 

El dios alado no pronuncio ningún sonido, esa era la primera ocasión que salia de su escondite en todos esos siglos, pero sus ojos rojos estaban fijos en los gemelos, quienes abandonaron su tablero de ajedrez, seguros de su poder.

 

Pero no se transformaron aun en dioses, sino que permanecieron con aquellas apariencias débiles, uno de cabello negro, el otro rubio con lentes, casi como si fueran sacerdotes de alguna extraña religión.

 

Itia se levanto y desenfundo sus cimitarras gemelas, dispuesto a brindarle ayuda a sus señores, quienes lo revivieron para que pudiera cumplir su destino, para que de una buena vez por todas ese muchacho malagradecido fuera suyo.

 

— Por fin has decidido salir de la protección que las faldas de tu madre te proporcionan.

 

Pronuncio Thanatos, ansioso por hacerle pagar el insulto de antaño, cuando aterro a sus ninfas y a él, casi lo destruye, pero de pronto, como si se tratase de un mero capricho abandono los campos elíseos antes de que pudiera responder a ese insulto. 

 

El dios sin rostro, cuyo carcaj estaba a sus espaldas no busco sus armas, sonriendo ladeando ligeramente la cabeza, pero no pudieron apreciarlo porque su casco evitaba que cualquiera le observara, tan celosa era su madre que hizo que su esposo creara su casco para mantenerlo oculto.

 

— Es gracioso que los mayordomos de Hades traten de insultarme.

 

Respondió, observando a Itia, quien choco sus espadas con fuerza al mismo tiempo que caminaba rodeando esa torre, un castillo que sobrepasaba la inexistente barrera que el dios Hades creaba, el cual, seguía durmiendo, no en el inframundo sino en el cuerpo de un adolescente.

 

— ¡Quien te has creído que eres tu!

 

Youma antes de que su aliado pudiera moverse señalo a los dioses gemelos, esperaba que les brindaran ayuda o de lo contrario, tendrían que encerrarlos de nuevo y eso sería una verdadera lastima después de haber cortado la cabeza del santuario como lo hicieron.

 

— Eros no quiere brindarles una oportunidad, cree que Thanatos no podrá soportar su derrota en los campos Elíseos, pero aun así, les ofrecemos la libertad que tanto buscan, sí prometen ayudarnos con nuestra pequeña diversión privada.

 

Hypnos sonrió al escuchar esa insolencia de sus labios, Thanatos gruño furioso, cambiando ambos su apariencia, creyendo que no debían soportar los insultos de dioses menores, o en todo caso, los débiles dioses del amor y el tiempo, ambos encerrados en lo que parecía un cuerpo humano.

 

— Sus palabras son divertidas, pero veremos si tienen la fuerza para enfrentarse a nosotros.

 

Youma se encogió de hombros, era una lastima, en verdad querían darle una oportunidad a los enemigos de los dioses del Olimpo para vengar el castigo que Zeus les impuso, Eros por otra parte, deseaba destruir a cualquiera que pudiera interponerse en su meta, creyendo que los dioses gemelos no eran más que perros amaestrados del dios Hades.

 

— Sí, respecto a eso...

 

Pronuncio el padre del Pegaso, el primer dios en fecundar una humana durante la nueva Era, cuyo resultado fue uno de los asesinos de los dioses, pero necesitaban otros dos para completar su triada o en todo caso, se conformarían con que uno solo de sus hijos quisieran obedecerles.

 

— Mi amigo aquí presente ha viajado a varias dimensiones con mi ayuda, buscando algo que ustedes querrían tener en sus manos y que cierta bruja a la que odia más que a su madre, protege.

 

Y como odiaba a su madre por haberle arrebatado a su amor, todo por culpa de sus celos, por ser la prueba viviente del amor prohibido de la lujuria y la guerra, concebido en el propio tálamo creado por su esposo, Hefesto, el herrero de los dioses.

 

Insultándolo en el proceso, tal vez, siendo ella la primera criatura en ser entregada a un compañero que no deseaba y que jamas podría querer, sólo para poder controlarla, creyendo que su belleza, el poder oculto detrás de su perfecta figura, debía ser destruido.

 

Como el ser que amaba pero estaba fuera de su alcance.

 

Afrodita cuando supo de su amor por esa hermosa criatura era tal que estaba dispuesto a abandonar su templo, su protección y permanecer el resto de su existencia a su lado quiso arrebatársela, destruyéndole, pero eso no fue suficiente para borrar su amor, ni su deseo, orillándolo a traicionarla.

 

Eros, el dios del amor nacido de la diosa de la belleza y el dios de la guerra, de pronto le hizo una señal a su campeón, al patriarca que estuvo antes que Sage, cuyo nombre era Itia, quien encajando sus cimitarras en el suelo de aquella habitación, comenzó a buscar un artilugio que guardaba entre sus ropas.

 

— Parece que yo puedo ofrecerle algo que desea más que la vida eterna a su campeón, dioses gemelos, el amor.

 

Susurro, un pequeño e insignificante sello de la diosa Athena aun estaba en poder de Itia, al mismo tiempo que el dios de fuego les mostraba un pequeño artilugio entre sus manos, que no era otra cosa mas que el cofre que custodiaba Pandora, el que en ese preciso momento aun estaba en su posesión, por lo cual, Thanatos elevando su cosmos intento atacar a los dioses que visitaban su campo de juegos.

 

— Su caja esta custodiada por esa bruja, pero esta otra bruja, sin su guardián a su lado, fue mucho más fácil de alcanzar.

 

Eros recordaba aquel momento con demasiada satisfacción, el terror y la sorpresa de aquella mujer de cabello negro, quien apenas pudo comprender quien era él, porque la atacaba, creyendo que no necesitaba de su fiel guardaespaldas para sobrevivir, el que fuera entregado a Minos para que lo destruyeran.

 

— Verán, existen demasiados mundos posibles y en uno de ellos, Pandora no existe más, porque Radamanthys, ese Wyvern ha sido domesticado por un Grifo.

 

El dios del amor tenía la caja en sus manos, si Thanatos utilizaba su cosmos, podría llegar a ella con facilidad, Hypnos pensó lo mismo y sin más, los dos iniciaron un combate creyendo que podrían vencer a sus dos inoportunos visitantes.

 

Y eso hubiera sido cierto, de alguna forma, de no haber sido encontrados por eso, aquel que buscaba nacer pero no encontraba un cuerpo que tuviera la fuerza para darle a luz, ni para mantener su cosmos encerrado lo suficiente para poder abrir los ojos, no aquellos mortales, sino los de su alma.

 

Pero habiendo encontrado a Eros en uno de los múltiples campos de batalla, en un momento distante en una vida que no debió pasar, supo que estos dioses, estos tres soldados de las inagotables guerras santas serían aquellos que le servirían para su propósito.

 

El primero en encontrarlo fue Youma, el dios Kairos, el que amaba a una mujer inocente, una dulce muchacha de armadura negra como su cosmos, quien estaba fuera de su alcance, protegida por el dios Hades, pero le dio las herramientas para que pudiera alcanzarla, brindándole lo que un dios como lo era el tiempo desquiciante y sin sentido buscaba, estabilidad.

 

De su amada nació el Pegaso, uno de los asesinos de los dioses y el creyó que había encontrado un cuerpo con el poder suficiente para enfrentarse a Zeus, pero no fue así, esa criatura no pudo mantenerse en pie por mucho tiempo, así que continuo buscando aquel que pudiera darle a luz, cuyo cuerpo resistiera el nacimiento de un dios.

 

Pero los dioses eran difíciles de convencer, debía encontrar una forma de seducirles, el primero deseaba a una humana dulce, tan gentil como lo era su pequeña avecilla, pero no dieron a luz un cuerpo que pudiera utilizar, en vez de eso, el Pegaso ocupo ese avatar.

 

En ese momento Oneiros deseaba poseer a su espada, un guerrero poderoso, que tal vez tendría la fuerza para darle a luz, pero a cambio de eso, había que destruir o encerrar a sus padres, el dios del sueño y de la muerte, de cuya unión incestuosa fueron creados los dioses menores del sueño.

 

Eros estaba dispuesto a lo que fuera para recuperar a su amor de los brazos del olvido, era un dios poderoso y enamorado, cuyo afecto era una enfermedad que lo debilitaba, que le hacia propenso a la furia, tanto como la lujuria cuando perdía el control de sus emociones.

 

Su madre sabía que eso pasaría de perderse en el amor, era como ella y su padre juntos, pero aun así quiso separarlo de su objeto de deseo, con fatales resultados, puesto que las flechas en su espalda, el carcaj y el arco, eran regalos de Hefesto, capaces de vencer dioses o monstruos, de enamorar a cualquiera, encausarlos a cometer actos en contra de su naturaleza.

 

Armas que utilizo para atacar a su madre cuando comprendió que ella fue la primera en alejarlo de su amor, furioso como nunca antes, cegado por la ira, le encerró en su propio templo, junto a sus ángeles, sellando las entradas a su dominio para que nunca más pudiera dañar a su obsesión.

 

Pero cómo su poder no se comparaba con el de los dioses gemelos y él tenía de sobra, decidió bendecirlos con su protección, brindándoles parte de su cosmos para que pudieran blandir sus armas en contra del dios Hades, el primero que debía caer, si a caso deseaban destruir al regente del Olimpo, el poderoso Zeus.

 

Un error que no cometería de nuevo, porque no atacaría a ese dios a la primera oportunidad como lo hizo en el pasado, en vez de eso, primero atacaría a su esposa, después a sus hermanos y al final a sus hijos, para que nadie le brindara ayuda una vez que lo hubiera derrotado, siendo el quien debía gobernar ese mundo junto a su progenie.

 

Eros detuvo el golpe de Thanatos con ambas manos, apretando los dientes, encajando sus piernas en el mármol, al mismo tiempo que Youma atacaba a Hypnos usando su cosmos, riéndose al ver la sorpresa de los dioses gemelos que pensaban podrían destruirlos con demasiada facilidad.

 

— Parece que nuestro cosmos ha aumentado, Youma.

 

Kairos se rio entre dientes, en verdad lo había hecho se dijo con una amplia sonrisa, haciéndole una señal al supuesto campeón de los dioses gemelos, quien sabía como utilizar la caja que custodiaba Pandora, después de todo fue un patriarca, uno especialmente poderoso.

 

— ¡Cómo te atreves a traicionarnos!

 

Grito Thanatos, arrebatándole su protección al anciano patriarca, quien al perder su favor, simplemente corrió en busca de la caja de Pandora al mismo tiempo que un extraño tatuaje se dibujaba en su brazo izquierdo, el de una criatura parecida a una serpiente o un pulpo, una figura que reconocieron inmediatamente, una terrorífica amalgama de pesadilla.

 

— ¿Acaso han perdido la razón?

 

Una criatura que aun los dioses gemelos temían, que hacia temblar a todos los dioses, pero que ellos deseaban despertar, por lo que lanzando la caja que Eros custodiaba, la sostuvo entre sus manos, abriéndola para encerrar a los dioses gemelos con el poder que solo la sangre de la diosa Athena podía tener.

 

Al mismo tiempo, Eros salto varios metros hacia atrás disparando al mismo tiempo sus flechas regalo de Hefesto, unas armas negras que atravesaron la armadura de Thanatos, quien llevo sus manos a su pecho, demasiado sorprendido para saber que hacer.

 

Hypnos al ver que su hermano era herido se distrajo unos décimas de segundo, tiempo suficiente que utilizo Kairos para inmovilizarlo, detener el tiempo que transcurría en una pequeña esfera de energía que lo rodeo.

 

Itia al ver que los dioses eran derrotados y que la caja comenzaba a succionarlos en su dirección comenzó a cerrarla, adelantando el proceso de otro de los artilugios creados por Hefesto, relamiéndose los labios cuando al cerrarse, con un sonido delicado los dioses gemelos fueron encerrados en esa caja, una diminuta reliquia del Olimpo, que aun seguía cubierta con la sangre de Pandora.

 

— Quiero mi flecha.

 

***18***

 

El paso de Aspros era lento, las heridas provocadas por los dioses menores del sueño eran dolorosas, pero no tanto como saber la verdad, comprender que después de todos esos años de insoportable espera, Manigoldo le había traicionado entregándose a la rosa, a esa sirena.

 

***

 

Hola, espero que este capitulo les haya gustado y hasta el momento las parejas originales van ganando, con dos excepciones, Oneiros y Aspros, aunque Minos tiene varios votos a su favor, junto a Regulus.

 

Les tengo las mismas preguntas de antes, las que estoy tomando en cuenta para los sucesos que vienen, pero debo decirles que por el momento, todos tienen las mismas posibilidades de vencer.

 

Así que...

 

¿Hasta el momento que pareja es su favorita?

 

¿Cuántos quieren que Aspros, Oneiros, Minos o Shion tengan un poco de paraíso?

 

¿Cuantos prefieren a Degel, Albafica, Sisyphus o Valentine?

 

P.D. Si tienen alguna pregunta, con gusto puedo responderla si no contiene un spoiler.

 

Muchas gracias, nos vemos el próximo jueves.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).