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Paraiso Robado. por Seiken

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Paraíso Robado.

Resumen:

En el santuario de Athena la perfección del amor se confirmaba con el nacimiento de niños deseados y el paraíso era pertenecer a quien amabas, pero cuando eso no ocurría, bien podrían decir que el paraíso se te había sido robado.

*** 43***

Unas horas antes en el templo de Leo, dos santos esperan ansiosos por recibir noticias, uno de ellos temiendo lo peor, el otro sintiéndolo en el centro mismo de su alma.

Dohko había observado como la locura de Shion iba transformando a su amigo en una criatura que no reconocía, la crueldad con la cual trataba a Manigoldo, la forma en que usaba cualquier excusa para que pudiera reunirlo con géminis, como ignoraba el amor que Albafica sentía por el cangrejo.

Las palabras de Hasgard eran tan dolorosas como ciertas, que importaba si se trataban de dos omegas, dos alfas o un alfa y un omega, si ellos se amaban deberían estar juntos, permitirles encontrar su propio paraíso.

Shion le había ordenado custodiar a Regulus, hacerle regresar al santuario y evitar que saliera del templo de Leo, creyendo que el joven santo traicionaría al santuario sólo para brindarle ayuda a su tío, a quien acusaban de ser un traidor.

Pero quien acusaba a Sisyphus de ser un traidor era su amigo, el que veía descender en el fondo oscuro de la locura, el que estaba malherido, pero no demasiado para lo que pudo presenciar, las heridas profundas en el cuerpo de su patriarca.

Las que le recordaban a las que resultaban de sus propias espadas, como si hubieran usado su armadura para lastimar a Sage, haciendo que dudara de momento, si en verdad Sisyphus, quien tuvo la fuerza de voluntad para darle la espalda a su omega en medio del celo, sería capaz de lastimar a su diosa.

Él era un buen hombre, el mejor de todos ellos, así que la duda se estaba comiendo su corazón, pero aun así al ser un santo de Athena, debía obedecer las órdenes que se le eran otorgadas, sin importar las consecuencias.

Regulus caminaba de un lado a otro, sus ojos fijos en el suelo, por alguna razón que no alcanzaba a comprender se sentía demasiado inquieto, como si una parte de su alma, un pequeño trozo se revolviera en las entrañas de la muerte, sentía miedo, dolor, estaba cansado, pero al mismo tiempo sabía que eso no le estaba pasando a él, sino a alguien más, un ser cuya vida era parte de la suya.

— ¿De qué se me acusa?

Volvió a preguntar, pero Dohko no tenía el corazón para decirle que Hakurei creía que le ayudaría a su tío a lastimar a su diosa, ni que habían enviado a Géminis y Capricornio a darle caza como si se tratase de un traidor.

Mucho menos quien era aquel que lo acusaba de serlo, porque en ese momento, conociendo al joven león, usaría su gran poder para buscar a su tío, pero sobre todo para socorrer a Cid, quien sabían estaba en celo, su cosmos debilitándose con forme pasaba el tiempo.

Era bien sabido que un omega en celo no podía realizar cualquier clase de misión, estaban en peligro, no porque pensaran que un alfa los tomaría cuando tuvieran la oportunidad, sino porque, su cosmos estaba demasiado débil.

— Dime que está pasando o yo mismo iré a preguntarle al patriarca que está pasando.

De pronto, sin que se anunciaran Asmita y una sombra que caminaba a sus espaldas, oculto detrás de una máscara, ingresaron en el templo de Leo, tanto Regulus como Dohko no supieron que estaba pasando, ni quién era el silencioso personaje que se asemejaba tanto a Aspros como dos gotas de agua.

— Aspros y Cid le están dando caza a Sisyphus, ya que Shion lo acusa de traicionar a nuestro santuario, secuestrando a nuestra diosa.

Regulus negó aquello inmediatamente, su tío era incapaz de hacer algo como eso, de levantar su mano en contra de su diosa, ella era solo una niña y Cid, él estaba en celo, no debía salir del santuario hasta que sus niveles de cosmos fueran los normales, su amigo estaba en peligro, acaso no le importaba al patriarca.

— Cid está en peligro.

Pronuncio de pronto, Asmita asintió, lo mejor era que tanto Dohko, como Regulus, siguieran el rastro de sus aliados, de tener fundamento los temores de Sage, Hakurei había caído en una trampa.

— Sage me nombro su sucesor unos meses atrás, pero yo le pedí que no lo hiciera público hasta que comprendiéramos que clase de oscuridad estaba cerniéndose en el santuario, no es como cualquiera que haya visto nunca, tampoco nuestro patriarca.

No debieron mandar a Cid, ni a cualquiera de sus omegas de élite, pero Kardia estaba seguro en compañía de su alfa y Manigoldo con su rosa, el único que carecía de su compañero era la espada, él que sería un sacrificio ideal para las fuerzas que estaban moviendo los hilos invisibles que corrompían la cordura de los habitantes del santuario y solo un ser, una criatura de semejante poder, era capaz de provocar aquella locura.

— Deben alcanzarlos y después de eso, buscar a Kardia, ninguno de los omegas de élite puede salir del santuario.

Asmita en ocasiones se comportaba como si no fuera un humano, como si sus sentimientos no existieran y en otras ocasiones, Regulus en verdad creía que el santo de virgo era un ente ajeno a la humanidad, la clase de criatura de la que hablaban en los mitos.

— ¿Qué está pasando?

Pregunto Dohko, demasiado molesto al ver que se les había ocultado información, que tal vez había una oportunidad que no quisieron utilizar con su buen amigo Shion, pero sobre todo, que se suponía que ocurría en ese momento para tener que proteger a sus omegas, aquellos cuyo cosmos era tan inmenso como el de cualquier alfa.

— Lo mismo que desencadeno la guerra de Troya, pero Sage pensaba que aun estábamos a tiempo de evitarlo.

Regulus camino en dirección de Asmita, pero la sombra le detuvo de acercarse más al hombre más cercano a dios, haciendo que apreciaran mucho más el parecido con Aspros, solamente el color de su piel era incorrecto.

— Cid salió hace bastante tiempo ya, si queremos alcanzarlos, deben partir en este instante.

Dohko asintió respirando hondo, Regulus apretando los dientes, tratando de no sentir temor, de no pensar que había perdido a su amigo, al hermoso omega de su tío, por quien él, aunque aún fuera demasiado joven, daría su vida sin pensarlo dos veces.

— ¿Qué haremos si algo malo le ha pasado?

Pregunto el mayor, no quería pensar que Aspros fuera capaz de lastimar a Cid, pero las órdenes de Asmita le hacían pensar lo peor así que debían estar preparados.

— Oremos porque no sea así.

Kardia había perdido a su pequeño en las peores circunstancias, pero al mismo tiempo fue una bendición que ese niño falleciera en su vientre, porque su cosmos era tan grande como el de aquella entidad que se estaba moviendo a su antojo en el santuario.

Tal vez su pequeño no pudo nacer porque su cuerpo no estaba preparado para resistir ese cosmos o el daño que un nacimiento de aquella clase ocasionaba en un omega, lo que fuera que ocurrió, salvó la vida de Kardia, aunque perdiera la vida de su pequeño.

Sage no le dijo que era y los libros que hablaban de aquella entidad fueron robados, lo supo cuando ingreso en la cámara del patriarca para ofrecerle su ayuda a Hakurei, al mismo tiempo que Defteros buscaba lo que aquel anciano ya le había mostrado.

— ¿Qué hay de Athena?

Pregunto Regulus, Asmita no se preocupaba por ella porque estaba en las manos de Sisyphus, el arquero jamás permitiría que cualquier clase de daño le pasara, protegerla era su razón de ser, ella era su vida, aunque tuviera un omega que le amaba, su amor por Athena era mucho mayor aun.

— Sisyphus le protege, ella estará bien.

*********

Tras decir aquellas palabras partieron en busca de Cid y Aspros, siguiendo su rastro sin perder un solo instante, seguros que darían con ellos, encontrando en cambio un campo destrozado, los restos de un combate sangriento.

Pero no había rastro alguno de Aspros o Cid, era como si de pronto hubieran desaparecido, Dohko se agacho para observar un puñado de tierra, el combate duro poco tiempo, la sangre podría ser de ambos.

— Regulus…

Susurro Dohko, pensando que el muchacho había llegado a la misma conclusión, pero el joven león se mantenía firme, sus ojos cerrados, tratando de no perder la razón al pensar que el omega de su tío estaba en peligro.

— Tenemos que buscar a Sisyphus.

Regulus abrió los ojos, observándole de reojo, sus dientes apretados, preguntándose que ganarían con eso, su tío estaba protegiendo a Sasha, a él no le importaba su omega, pero a él sí, el joven león amaba a Cid, lo sabía aunque fuera demasiado joven para comprenderlo.

— El vio quienes son nuestros enemigos, así podremos seguir un rastro.

Sin embargo, Regulus escucho un sonido, el canto de un ave que solamente él podía ver, un pavorreal de plumaje resplandeciente, como si estuviera hecho de gemas preciosas.

— Tú busca a mi tío, yo tratare de dar con Cid…

Dohko sostuvo entonces el brazo de Regulus, lo que planeaba hacer era una locura, una absurda pérdida de tiempo, por lo cual tenía que hacerlo recapacitar.

— Sí en verdad te importa Cid, sí en verdad lo amas, debemos actuar con prudencia.

Regulus negó aquello con un movimiento de su cabeza, no era momento de actuar con prudencia, era el momento de actuar con rapidez, sólo así podría dar con su amado, el poderoso Cid, la espada que su tío despreciaba.

— No, sé que sufre… sé que tiene miedo…

De alguna forma lo sabía, su dolor, su desesperación, tenía que dar con él sin importar lo que pasara, no obstante, con un solo movimiento, Dohko le golpeo por sorpresa, llevando su cuerpo a su hombro, era el mayor, Regulus era demasiado joven para comprender la desesperada situación en la que se encontraban.

Si algo había logrado ocultar el cosmos de quien ataco a Sage con tanta facilidad, moverse en las sombras, enloquecer a los alfa más poderosos para que buscaran omegas igual de fuertes, en ese caso, no sería tan fácil dar con Cid.

Pero si sabían de quien se trataba su enemigo, al menos, quienes actuaron como peones en el golpe contra Sage sabrían hacia donde apuntar, por eso, lo mejor era dar con Sisyphus, saber quiénes eran sus enemigos.

*********

Fue así que llego la noche y un cosmos familiar se anunció, suponía que ese guerrero silencioso era el hermano de Aspros, su parecido era innegable, pero aun así lo que le sorprendió fue ver al santo de Piscis cubierto por una manta, inconsciente, igual que Regulus.

— Shion lo ataco y aunque Albafica es el alfa de ese cangrejo, él está empecinado en que sea su omega.

Dohko jadeo al escucharle decir eso, su amigo sabía que los dos se amaban y aun así los ataco, era imposible, pero era igual de improbable que traicionaran al santuario, sólo por un omega.

— Manigoldo permanecerá en el santuario, uno de los nuestros debe estar al tanto de lo que hacen los traidores…

Después de pronunciar aquellas palabras le dio la espalda, abandonando a la rosa de su mejor amigo a su cuidado, haciendo que Dohko se preguntara como podría dar con Sisyphus si tenía que cargar con dos santos renuentes a darle la espalda a sus compañeros, o al menos, a la persona que amaban.

*********

— Espero que Albafica sea más prudente, sino, estoy solo…

Pronuncio varias horas después, aun sentado en el prado, sus ojos fijos en sus compañeros de viaje, preguntándose en qué momento la locura se apropió del santuario de Athena y porque el único ciego era el que podía ver con mayor claridad.

— Esto no debería estar pasando…

Se quejó con amargura el santo de libra.

*** 44***

Itia logro salir del santuario sin ser visto y llegar al sitio en donde aquella criatura alada le prometió que recibiría ayuda, con la condición de permitirles encerrar a los dioses gemelos, no pelear contra ellos, sino por el contrario, ayudarle a conseguir la caja.

Esa dimensión fue visitada con ayuda de Kairos, quien según decía era una de las múltiples ramificaciones de su futuro, el cual no le interesaba en lo absoluto, sólo obtener el poder para seducir a su omega.

Eros comprendía todo sobre el amor, que tan lejos podría llegar un dios o un mortal con tal de conseguirlo, de tener a su amado entre sus brazos, él mismo dijo sufrir aquel dolor, ya que su tesoro le fue arrebatado de la manera más cruel por intervención de su madre y los dioses patrones del Olimpo.

Itia no dijo nada, no le interesaba realmente, pero cuando dieron los primeros pasos en dirección de su objetivo descubrió que se trataba del castillo Heinstein en donde pensaban encontrar la caja de la mujer llamada Pandora.

No pudo asegurarlo pero el dios de fuego, ya que su aliado estaba ocupado capturando a su espada, sonrió al ver que nada había cambiado, espectros débiles estaban apostados en ese sitio protegiendo a la niña bruja, Kairos mantendría la puerta de los mundos abierta y ellos buscarían la preciada caja de Pandora.

— Existen diferentes dimensiones, Thanatos puede verlas y Kairos abrirlas, pero él carece del cosmos necesario para viajar directamente a ellas, por eso necesita de ayuda.

Itia asintió, atacando a los primeros espectros que se les enfrentaron al mismo tiempo que el gigante alado fijaba su atención en la torre en donde los esperaba Pandora, Kairos dijo que ese mundo era el mejor de todos para robar la caja, ya que el perro guardián de la hermana de Hades ya no existía más.

— Yo me encargare de Pandora, tú al ser un patriarca, mata a todos los espectros que veas.

El gigante se alejó volando, empujándolo con la fuerza de sus alas batiendo, haciendo que retrocediera un solo paso, para después relamerse los labios, llevaba años sin mancharse las manos de la sangre de los espectros, ese enfrentamiento sí que lo disfrutaría.

Itia era poderoso y un gran guerrero, tenía sabiduría y odiaba a los espectros, era después de todo un santo de Athena, o suponía que ya no, su diosa no podría perdonarlo, pero su amor era una fuerza mucho más poderosa aun, su necesidad por tenerle entre sus brazos.

De esa forma fue limpiando el castillo hasta detenerse frente a un espectro de cabello blanco que cubría la mitad de su rostro, lo recordaba de guerras pasadas, era el grifo de Hades, un ente sádico cuyo poder era temido por más de un reino.

— ¿Qué opinas hermanito?

Le pregunto a otro espectro de mayor tamaño, cuyos ojos amarillos carecían de cualquier clase de brillo, a él también lo recordaba, era sin duda el Wyvern, pero cuando lo enfrento se trataba de una fuerza de la naturaleza, en ese momento se veía roto.

— ¿Nos divertimos primero con este bastardo?

Itia entrecerró los ojos relamiéndose los labios, no era esa la primera vez que enfrentaba un espectro con esa fuerza, pero si sería la primera vez que pelearía con ambos jueces al mismo tiempo, eso sería interesante se dijo.

— Juega con él, hermanito, entretenme.

Minos le hizo una señal a Radamanthys para que lo atacara y eso hizo, impactando su puño en contra de su mejilla, golpeándolo con suficiente fuerza que si su señor no lo hubiera bendecido con un cuerpo nuevo, mucho más fuerte que en el pasado, le habría provocado suficiente daño.

— Si eso es lo que deseas.

Respondió, al mismo tiempo que Minos observaba la torre del castillo preguntándose que estaría pensando la señorita Pandora y quien era ese soldado que los atacaba, cualquiera pensaría que un ejército sería el indicado para intentar ingresar en el castillo Heinstein.

— Mi señor Minos.

Minos sonrió complacido cruzando sus brazos delante de su pecho, relamiéndose los labios, creyendo que así de fácil se dejaría derrotar cuando algo tan valioso como su amado omega estaba en juego.

— ¿Que te he dicho Radamanthys?

Le pregunto, provocando que el espectro rubio se descuidara de pronto y recibiera un tajo con sus cimitarras a la altura del cuello, el cual no pudo herirlo, pero si destruyo parte de su armadura dejando ver un collar negro con una pequeña cadena colgando por debajo de su armadura, arriba de su ropa negra.

— ¿Quieres que juguemos un poco cuando haya matado a este insolente bastardo?

Itia al escuchar esa pregunta se dio cuenta que era su esclavo, tal vez se trataba de un omega y era suyo el collar dorado que presumía el espectro de cabello blanco, pero porque distraer a su aliado en medio de una batalla se dijo, notando que el guerrero de cabello amarillo iba perdiendo algo de terreno.

— Claro que no y te prometo que no lo haremos si eres tu quien matas a ese bastardo.

Radamanthys en ese momento gruño, casi rugió y comenzó a atacarle con mayor ímpetu, logrando impactar varios puñetazos en su torso, en su rostro, utilizando su Gran Caución y su lanza.

— Sí, querido hermano, no te fallare.

De haber peleado con él sabría que no era la mitad de poderoso de lo que fuera cuando estaba libre o bajo los cuidados de su dulce avecilla, cuya muerte lo quebró de tal forma que ya no era más que una carcasa del hombre que fue en el pasado.

Itia seguía perdiendo terreno, sin importar cuanto dolor recibiera ese espectro o cuánto daño le provocara, no había forma de detenerlo, parecía que estaba en un estado de trance, que se había convertido en un berserker, un soldado que solo pensaba en la muerte y la destrucción de su enemigo.

Pero de pronto, después de lo que podría haber sido una hora escucharon un grito proveniente de la torre del castillo, ese no era el de Pandora pero si era su cuerpo aquello que caía sin gracia tras atravesar las ventanas de aquel hermoso castillo.

Distracción que utilizo para encajar su espada en el costado de Radamanthys, quien llevo una de sus manos a este, sus ojos amarillos fijos en la sangre que manaba como en ríos.

— Parece que has perdido Espectro de Hades.

Minos ignoro las heridas de su aliado para posar su mirada en lo que fueran los restos de su ama, preguntándose quien podría ser el causante de aquella destrucción sin sentido, observando de pronto que un gigante alado salía por la misma ventana que atravesó el cuerpo de su señora para aterrizar a pocos metros con un estruendoso estallido.

— Es hora de irnos...

Sin embargo, se detuvo a la mitad de su frase, sus ojos fijos en el espectro rubio que portaba el collar negro en su cuello, sus ojos amarillos carentes de vida, la herida de la espada atravesando su costado, al mismo tiempo que Minos, ese espectro sádico que hasta ese momento parecía impávido, de pronto apretaba los dientes con furia contenida, llamando la atención de Itia, ya que en todo ese tiempo no mostro ningún sentimiento, como tampoco le brindó ayuda a su aliado, a su esclavo y a su omega.

— Hermano...

Susurro Radamanthys, levantándose con demasiado esfuerzo, Minos le devolvió la mirada, sin sentir piedad por la niña bruja, después de todo su deber había sido realizado, ya no la necesitaban en el inframundo.

— Mataron a una niña indefensa, deben sentirse orgullosos...

Eros, el dios de fuego por un momento poso su mirada en ambos e Itia comenzaba a preguntarse qué estaba pasando por su mente, que le hacía dudar en atacarlos, como si no comprendiera lo que estaba viendo, uno era un alfa y el otro un omega, ese era el orden natural de la vida.

— Querrás decir una bruja sin corazón y un dios que no protege a sus soldados.

Respondió el gigante de fuego lanzando la caja para que Itia la sostuviera, Minos por un momento quiso interceptarla, sin embargo, Eros ataco de nuevo, con furia descarnada usando sus flechas y su cosmos en contra de aquellos espectros, en especial aquel de cabello blanco, inmovilizando al rubio que ya estaba demasiado herido.

— Llévate esa caja y reúnete con tus amos, ya te buscaremos cuando sea el momento adecuado.

Itia así lo hizo, se marchó sin mirar atrás, seguro que pronto vería a sus benefactores, los que no eran los dioses gemelos sino esos tres dioses que le darían lo que tanto deseaba, le regresarían a su amado Sage, su juventud, su inocencia, su cuerpo perfecto.

*********

Quien por fin estaba recostado en su cama, aunque aún era un anciano de cabello blanco y apariencia cansada, el que soñaba con el pasado, con la primera ocasión en que pudo ver a su alfa, un santo de bronce de una estatura interesante, demasiado fuerte para ser un aldeano, pero demasiado débil para ser un santo.

El que al terminar sus entrenamientos abandonaba el santuario para buscar un poco de paz, Sage al principio quiso ignorarlo y lo logro con bastante éxito, pero después, comenzó a preguntarse qué hacia ese joven aspirante, a donde se dirigía a esas horas.

Por lo cual, escapando de sus lecciones, las que eran impartidas por el patriarca en persona, le dijo a su hermano que le cuidara la espalda, que no dijera a donde había ido ni con quien.

La imagen que recibió era una por demás curiosa, el enorme aspirante estaba hincado en un jardín de flores silvestres, recogiendo algunas en una canasta para llevarlas a lo que después sabría, era la tumba de su omega, quien pereció de fiebre de parto, una enfermedad muy común entre betas y omegas.

Pero el joven aspirante no solo estaba recogiendo flores, sino que también se alejó lo suficiente para entrar en el pueblo, un acto que podía ser castigado, ya que generalmente cuando salían era una señal de que no habían soportado el entrenamiento.

Y la traición estaba penada con la muerte, siendo el cangrejo el que generalmente actuaba como el verdugo, aquel destinado a llevar las almas de los traidores al Yomotsu con sus propias manos.

— Abandonar el santuario es considerado como una traición.

Le comento antes de saltar a extrañas conclusiones que lastimarían a un inocente, él creía que siempre debían concederse segundas oportunidades, después de todo, los aspirantes aun eran jóvenes, algunos no eran tan fuertes, pero no significaba que fueran traidores.

— Y la traición al santuario significa la muerte.

El muchacho que tenía las flores en sus manos dio la vuelta sorprendido, preguntándose si en verdad ese niño lo mataría, quien le sonrió ladeando la cabeza, siendo una de las sonrisas más hermosas que jamás había visto.

— Yo tenía un poco de hambre, por eso baje al pueblo, juro que regresare al santuario enseguida.

Sage se rio cubriendo su boca, esa respuesta era inaudita, arriesgar la vida por comida, era en verdad extraño, se dijo al ver que ese otro muchacho, quien tenía unos dos años más que él, se sonrojaba mirándolo de pies a cabeza.

— ¿Qué hay de las flores?

El muchacho se rasco la cabeza, su cabello era café y le llegaba a la cintura, no era muy atractivo, sus cejas estaban unidas en una sola, sus rasgos eran duros, masculinos diría Sage cuando hubiera madurado un poco más.

— Me gustan las flores, además, estas si las preparas como una infusión te ayudan a recuperarte del dolor muscular, cuando lleguemos al santuario si así lo quieres puedo prepararte un poco.

Sage arqueo una ceja, acción que sonrojo aún más a ese joven alto, quien se rasco la punta de la nariz, demasiado nervioso para decir más que eso, pero el joven aspirante a cangrejo suspiro pensando en que hacer.

— Esa infusión de la que hablas debe ser muy buena y la comida mucho mejor si pones en riesgo tu vida por ello.

Ya había captado su curiosidad y ya estaban los dos fuera del santuario, así que porque no probar la bebida de la que hablaba ese aspirante, además, deseaba probar algo nuevo, después de todo, lo único que había saboreado hasta ese momento era la comida de Lemuria, la que parecía no era sabrosa, aunque sí muy nutritiva.

— Quiero probarla, así decidiré si le digo a los mayores que has abandonado el santuario o no.

Poco después comenzó a reírse de nuevo cubriendo su boca, no era de buena educación que un omega riera en compañía de un alfa, su hermano le llamaría la atención y de estar en Lemuria, su llamada de atención sería mucho peor.

— Solo estoy bromeando, no le diré a nadie...

*********

Aquel recuerdo de pronto se disolvió en la nada cuando sintió un cosmos del pasado que le atemorizaba, haciendo que se viera a si mismo corriendo en un pasillo oscuro, con esa criatura siguiéndolo, apunto de atraparlo.

— Sage...

Esa voz le erizaba el cabello, le causaba tanto miedo que por un momento olvido que se trataba del patriarca del santuario y podía verse a él mismo como un joven omega, asediado por un alfa que tenía el control de su destino.

— Despierta mi dulce cangrejo.

*** 45***

— Despierta mi dulce cangrejo.

******

Hola, espero que la historia siga pareciéndoles entretenida y ya sé que prometí el nuevo capítulo, sin embargo, queda mejor si es en el siguiente.

Pero aun así, espero que les haya gustado este capítulo.

Ahora, les tengo las mismas preguntas:

¿Hasta el momento que pareja es su favorita?

¿Cuántos quieren que Aspros, Oneiros, Minos o Shion tengan un poco de paraíso?

¿Cuantos prefieren a Degel, Albafica, Sisyphus o Valentine?

Aunque según parece los alfas del principio van ganando, con algunas excepciones, estas son Oneiros y Regulus, pero, no se preocupen, dentro de algunos capítulos empezara a brillar Sisyphus, como Albafica ya lo hace.

Y ahora una nueva, de los posibles villanos.

¿Quién es su favorito?

No se normalizo mi carga de trabajo, pero, de todas formas seguiré subiendo la historia, por lo que ahora las publicaciones serán entre los lunes o martes, y entre los jueves y viernes, siendo esta la que será publicada de manera forzosa, los lunes en ocasiones habrá un capitulo en otras no.

Sí les gusta la historia y las parejas, déjenme saberlo, ya saben que sus comentarios, kudos, favoritos y todo eso me anima a seguir con esta locura.

Muchas gracias, nos vemos el próximo capítulo.

 


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