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Paraiso Robado. por Seiken

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Paraíso Robado.

Resumen:

En el santuario de Athena la perfección del amor se confirmaba con el nacimiento de niños deseados y el paraíso era pertenecer a quien amabas, pero cuando eso no ocurría, bien podrían decir que el paraíso se te había sido robado.

***50***

— ¿Piensas que esto es un castigo?

Aquella pregunta vino de pronto, sin aviso alguno, llamando la atención de Cid, no el que yacía casi muerto en la cama del dios que decía amarlo, sino en el primero, cuyas memorias comenzaron a emerger de pronto, confundiendo al joven omega en celo, que abrió los ojos como si no comprendiera en donde se encontraba.

Cid se levantó con lentitud, llevando su mano a su pecho, observando su espada con extrañeza, llamando la atención de su alfa, un hombre de mirada amable que recorrió sus hombros con gentileza, llamando su atención.

— ¿Cid?

Lo que hubiera dado por escuchar ese tono de voz, sentir esas manos en sus hombros, preguntándose si acaso algún día ese sueño se volvería realidad, seguro que solo se trataba de una alucinación.

O tal vez, era un recuerdo, de alguna vida que nunca sería la suya, porque Aspros lo había vendido a Oneiros para que pudiera violar a Manigoldo, dejándolo a su suerte y estaba seguro que su alfa no lo buscaría, no le importaba lo suficiente para que abandonara a su diosa, ese no era Sisyphus.

El daría su vida por su diosa, pero no por su bienestar y comenzaba a preguntarse, si eso era motivo para sentirse orgulloso, o por el contrario, hacer que se sintiera tan miserable como lo hacía en ese momento.

Cuando no le prestó atención a su alfa, este recorrió su mejilla con delicadeza, ese sería el segundo día de su celo y necesitaba saber si su omega estaba contento con aquella clase de vida o la encontraba una maldición, como muchos otros lo hacían.

— ¿Piensas que esto es un castigo?

Volvió a preguntarle, obligándolo a observarle, recibiendo una mirada perpleja cuando este alfa era idéntico al suyo, el cabello, los ojos, sus gestos, por un momento Cid no pudo distinguirlos, sonrojándose inmediatamente al notar que estaban desnudos debajo de la blanca sabana que los cubría a medias.

— ¿Ser mi omega te parece una maldición?

Pregunto de nuevo, besando su espada, al menos la mano que la portaba, recorriendo su mejilla con las puntas de sus dedos, para después sentarlo en sus piernas, sosteniéndolo de su cintura para que no perdiera el equilibrio.

— No te culparía si lo pensaras, después de todo, tú eres perfecto y yo soy un asesino.

Cid frunció el ceño sorprendido por aquella respuesta, recorriendo la mejilla de Sisyphus en ese momento, llamando esta vez el su atención, recibiendo una amplia sonrisa de su amado, al notar que su amor seguía firme.

— Después de asesinar a mi familia, Zeus hizo que Hera creara un regalo para mí, ese fuiste tú, aunque no sé si me encuentres agradable o sólo me aceptes porque esto es tu función.

El arquero que lo sostenía de la cintura le sonrió con tristeza, recordando aquellos momentos, la sangre en sus manos, su desesperación y la piedad de su padre, quien después de que realizara sus doce grandes trabajos decidió que ya era momento de compensar su dolor, creando un compañero fiel, que siempre estuviera a su lado, su hermosa espada que estaba sentada sobre sus piernas.

— Dilo de nuevo.

Susurro besando sus labios con delicadeza, dejándose llevar por esa alucinación como paso en su pesadilla, cuando Oneiros poseyó su cuerpo, recibiendo más caricias tiernas, las manos de Sisyphus en su espalda desnuda, recorriendo su piel con delicadeza.

— Dime que soy tu omega y que soy tu regalo.

Eso era lo que más ansiaba escuchar de los labios de Sisyphus, pero no estaba mal que durante aquella alucinación también lo escuchara, convenciéndose que cuando su alfa comprendiera que estaba en peligro, o que le amaba, comenzaría a buscarle.

— Tú eres mi único tesoro, no me abandones nunca mi dulce espada.

Le respondió recostándolo en la cama, todo ese tiempo Cid se imaginaba que este era su arquero, que sus manos eran las que recorrían su cuerpo, como siempre lo deseo, gimiendo cuando su amante beso su cuello con delicadeza, sin dejar una sola marca en su piel.

— Eres tan hermoso y yo te amo tanto.

Pronuncio separándose solo un poco, observándole con ternura al ver que sus ojos lilas estaban posados en los suyos, que sus mejillas estaban sonrojadas, su cuerpo ardiendo pero no por el celo, sino por el deseo que sentía por su alfa.

— ¿Me amaras siempre?

Cid pregunto, sintiendo como las manos de Sisyphus recorrían su torso, llevándolas a sus caderas con demasiada lentitud, para delinear sus muslos, relamiéndose los labios con anticipación.

Todo ese tiempo Cid imaginándose que este era Sisyphus, sintiendo su calor, sus caricias, como sus dedos con la delicadeza que siempre se lo imagino comenzaban por delinear su humedad, riéndose entre dientes cuando gimió retorciéndose en su cama.

Sisyphus beso sus labios, apoderándose de ellos con algo de fuerza, pero no demasiada para ser desagradable, sino por el contrario, aquel sentimiento le éxito como nada nunca antes lo hizo, logrando que respondiera con hambre, sosteniéndose de las hebras marrones de su cabello, las que eran sedosas, arremolinándose en preciosos risos que siempre quiso sostener.

Sisyphus se separó de pronto, al escuchar un nuevo gemido, besando su torso con lentitud, un beso tras otro en dirección de su entrepierna, en donde se sumergió con delicadeza, saboreándole primero, escuchando otro hermoso gemido de sus labios.

Dándole placer, sumergiéndose en su sexo para hacerle gemir, recorriendo con suavidad sus muslos, todo ese tiempo recorriéndole con delicadeza, haciendo que Cid se sintiera en el paraíso, olvidándose de pronto que solo se trataba de un sueño, sosteniendo el cabello de su amante con ambas manos, maravillándose con la suavidad del mismo.

Sisyphus se separó de su cuerpo cuando estaba a punto de llegar al clímax, besando esta vez su miembro, el que engullo de un solo bocado al mismo tiempo que se acariciaba el mismo, brindándose placer, preparándose para poder poseer a su dulce espada.

Quien intento liberarse, soltándose de las manos de su arquero, deseaba sentirlo en él y con un gemido lastimero, sin necesitar de pronunciar nada más, su amante detuvo sus caricias, para fundirse en su cuerpo, siendo esta la sensación más sublime que jamás había sentido, creyendo que el solo pertenecerle a su alfa, el solo permanecer en sus brazos era más de lo que siempre había deseado.

— Te amare siempre.

Pronuncio, danzando entre sus piernas, sosteniéndolo de las caderas con la mayor de las delicadezas, besando sus labios poco después, jadeando en su oído, pronunciando sonidos excitantes que le brindaban placer, no solo sus manos, no solo su sexo, sino el amor reflejado en cada uno de sus movimientos.

— Sin importar lo que pase, yo te amare siempre mi dulce espada.

Finalizo llenándolo con su semilla, separándose para no aplastarlo con su peso, llevando su rostro a su pecho, rodeándolo con sus brazos, no estaba dispuesto a separarse de su lado, los dioses se lo habían prometido, a cambio de proteger a la diosa Athena, él tendría su paraíso en los brazos de su espada, nunca más volvería a estar solo.

Cid despertó en una cama mullida, a su lado estaba Sisyphus, durmiendo plácidamente a su lado, sus ojos cerrados, su rostro lleno de paz, era la imagen que siempre supuso tendría después de haber hecho el amor.

Su mano seguía intacta, pero ya no estaban en la habitación que los recibiera, sino en una completamente diferente, una mucho más sencilla, en el interior del santuario de Athena, tal vez aquella se trataba de otra vida, se dijo Cid, recordando muy bien que en ese momento habían arrancado de su mano la espada, que estaba encerrado en una habitación casi helada, en un templo que decían era de la diosa del amor y que su carcelero decía amarlo, se decía su alfa.

Cid se levantó de su cama, seguro que aún no estaba en celo, pero estaba próximo, suponía que en cuestión de horas daría inicio, por lo cual, estaba al lado de su alfa, esperando que su milagro tuviera lugar.

Escuchando el movimiento de su arquero cuando sintió que salía de la cama, rodeándolo con ambos brazos, recargando su barbilla en su hombro, besando su mejilla poco después, preguntándole de forma silenciosa que estaba haciendo.

— ¿Qué es lo que te preocupa mi espada?

Su espada, era cierto, él se trataba de su espada, su omega, no el del dios del sueño, pero se preguntaba qué clase de visiones eran estas, porque parecia que no eran sueños, sino extraños recuerdos.

— Despertar, que esto sea un sueño y de pronto despierte en otro sitio, en un infierno.

Su arquero al escucharle no supo que decirle, el también temía que aquellos momentos no fueran más que un extraño sueño del que pronto despertaría, sin su amado y sin su compañía, creyendo que su diosa de la sabiduría comenzaba a sentir celos de su amor, de la pureza de sus sentimientos por quien sería su compañero eterno.

— La guerra ha comenzado mi dulce espada, los espectros se encuentran muy cerca del santuario y temo que estén aquí cuando comience tu celo.

Cid apenas se movió, dando media vuelta, preguntándose si acaso había escuchado bien, sintiendo el miedo en su alfa, quien lo rodeo con fuerza, preocupado porque algún espectro, alguna criatura sin alma, quisiera lastimar a su espada si acaso llegaban a ingresar en el santuario.

— Pero nunca dejare que te hagan daño, mientras yo viva tu estarás a salvo.

Pero tal vez el no viviría lo suficiente, se dijo Cid, cerrando los ojos, de pronto deseaba despertar, sintiendo los brazos de su amado rodearle con fuerza, abriendo los ojos para ver como aquel cuarto sufría una nueva modificación, esta vez había regresado al gélido templo de la diosa del amor y quien le abrazaba como si fuera su derecho no era otro más que Oneiros.

— ¡Maldito seas!

Pronuncio, tratando de liberarse, apretando los dientes cuando el dolor en su muñón regreso con mayor fuerza, ya que aquella mano, o donde antes estaba su mano, fue la que utilizo para intentar liberarse usando su cosmos.

— No hagas movimientos bruscos, eso lo único que provocara será que vuelvas a sangrar.

Sin embargo, Cid logro reunir suficiente fuerza para soltarse, cayendo de la cama, para alejarse a gatas con demasiado desagrado, su rostro contorsionado por el asco que sentía por el dios del sueño.

Quien se sentó en la cama, convocando la manzana dorada, mostrándosela de nuevo para que aceptara curar su brazo, seguro que eso le haría olvidar su amor por ese malagradecido arquero.

— Cómela y te juro que serás libre de ese arquero, él no te ama.

Como única respuesta Cid negó aquello con un movimiento de su cabeza, apretando los dientes, al mismo tiempo que llevaba el muñón que quedaba de su mano a su pecho, presa de la vergüenza y el dolor.

— ¡Sisyphus vendrá por mí!

***********

Sisyphus al mismo tiempo, una vez que Sasha estaba segura en una cama dentro de la única casa en pie de una aldea que había sido atacada por los espectros, salió para tratar de despejar su mente, llevando su mano a su pecho.

Un dolor como ningún otro se había apoderado de su pecho, no comprendía cual era la razón, pero en esos momentos oscuros no dejaba de pensar en Cid, en su omega, al que amaba y deseaba tanto que él se asustaba por la intensidad de aquellos sentimientos.

Se daba cuenta que por él, sino se alejaba en ese momento en que su voluntad aún seguía firme, traicionaría a su diosa, destruiría al propio Zeus por la oportunidad de tener a su amado entre sus brazos.

Si acaso Shion le prometiera la mano de Cid, si los traidores le ofrecieran que podía convertirse en su dueño si les ayudaba, suponía, que no lo pensaría siquiera, el deseaba a su amigo a su lado, pero que pasaría con él, se convertiría en su esclavo, usaría su unión sagrada en su contra y eso no jamás lo haría, no arriesgaría a su omega por nada de ese mundo.

Pero dejarlo en un santuario poblado por traidores no era lo mejor que podía hacer, en realidad, ese simple acto se ganaba su desprecio, su odio a sí mismo, hasta el último día de su vida.

Sin embargo, Cid sería protegido por Regulus, él sería un buen alfa o en todo caso, podría tomar su lugar hasta que su diosa despertara y pudiera ser libre de sus deberes como su principal guardián.

No obstante, el solo pensar que podrían dañar a su omega, porque decidió proteger a su diosa en su lugar, ese sentimiento hacia que se maldijera en voz baja, que se llenara de rabia en contra de sí mismo, odiándose como nunca antes un hombre se había odiado.

Tratando de controlar esa desesperación, cerró los ojos, borrando esa rabia incomprensible, diciéndose que no era cierto, que su amado no estaba en peligro, abriéndolos en otro sitio, en el interior de una imponente estructura que ya había visto en otros sueños, sus ojos fijos en un hombre de apariencia imponente, ojos azules, un hombre mayor que podría abrirse paso frente a un ejército solo con la fuerza de sus brazos.

— Y tu regalo estará seguro en un templo lleno de traidores, eso es lo que piensas, hijo mio.

Sisyphus no comprendió las palabras de aquella deidad, notando que un hombre pelirrojo le servía licor en una copa, ese debía ser Ganimedes, cuyas uñas eran del color de sus ojos, los que igualaban su cabello.

Una belleza inexpresiva, cuyo destino era ser el copero de los dioses y tal vez el santo de acuario, vida tras vida, como Cid siempre seria su compañero, su hermosa espada forjada para complacerlo.

— Lárgate, muchacho, mi hijo y yo debemos conversar ahora que por fin me escucha.

Sisyphus retrocedió algunos pasos, pero no pudo moverse, porque aquel recuerdo no era el suyo, sino uno de los múltiples recuerdos de los hijos favoritos de Zeus, el segundo el rey Minos, el primero, aquel que realizo los doce trabajos.

— ¿Te complace mi regalo?

Aquella pregunta no pudo responderla, porque el gigante de cabello blanco no le permitió pronunciar un solo sonido, caminando con paso lento, dirigiéndose a la forja del deforme Hefesto, quien en ese momento creaba un dragón de escamas doradas, el segundo de los omegas, el primero siendo la espada.

— Porque no actúas como si te complaciera poseerle.

Sisyphus camino hasta llegar a una habitación, la que le pertenecía a él y a Cid, quien estaba recostado en su cama, como si esperara por su alfa, observándole fijamente para después, gatear en su dirección, aferrándose a su cuerpo.

— El papel de un buen omega es este y tú, como mi hijo, deberías brindarle lo que necesita tu espada, no abandonarlo en ese templo para que decida dejar de esperar por ti, aceptar el afecto de ese dios, que supongo, al final, será mucho más valioso para Hera que uno de mis hijos.

Sisyphus al escuchar esas palabras retrocedió algunos pasos, pensando que su amado compañero no era un esclavo, no era inferior a él, era su amigo, su igual y le amaba por su espíritu inquebrantable, no por su belleza.

— ¿De qué hablas?

Pregunto Sisyphus, reconociendo una herida en el cuerpo de Cid, la que había sido provocada por un espectro en una misión en solitario, haciendo que se preguntara si este era su amigo.

— Yo sólo crearía dos de ustedes, uno que siempre te acompañara a cambio de la perdida de tu familia en tus propias manos y otro más que soportara los castigos de mi segundo hijo favorito, pero tú eres sin duda al que más quiero.

El dios le dio la espalda, caminando en dirección de la única ventana de aquella habitación, observando cómo se acercaba la tormenta, uno de sus enemigos, el que no debería nacer si sus hijos le escuchaban.

— Pero ella vio en mi deseo una forma de castigarme por mis constantes infidelidades, usando a mis propios hijos en contra mía, tentándolos con los omegas, criaturas que no pueden rechazar, aunque se trate de una traición en mi contra o en contras de los otros dioses.

El gigante de cabello blanco, sonrió, ya era momento de abandonar aquel sueño, pero no sin antes, asegurarse que Sisyphus pudiera sentir el amor de su omega, quien beso sus labios, haciendo que el arquero abriera los ojos, jadeando.

— Cid…

Cid era su omega, su regalo y suponía que su deber era hacerlo suyo, no obstante, no deseaba un esclavo, quería un compañero, alguien que le complementara, como sabía que su espada hacía, pero al mismo tiempo, se preguntaba si su amor se le entregaría porque lo amaba o porque ese era su deber.

— ¿Qué debo hacer?

En ese momento las pequeñas manos de Sasha lo despertaron de su extraño sueño, separándolo de alguna forma de su espada, de sus labios y de su calor, regresándolo al mundo donde había cerrado los ojos, en donde no estaba Cid a su lado.

— Sasha…

Pronuncio de pronto, preguntándose si aquellos extraños sueños eran reales, sin comprender que su amado cid estaba en peligro, que lo necesitaba y que aún estaba a tiempo para salvarle.

— Tenías una pesadilla.

Suponía que eso era cierto y que debió despertar a la pequeña diosa, tal vez llamando a su espada, pronunciando su nombre, pero lo mejor era no angustiarla con sus problemas, ella era tan solo una niña pequeña en ese momento, no un ser de consciencia superior y sabiduría casi infinita.

— No, no es nada.

Susurro, sintiendo que ella se acurrucaba a su lado, cerrando los ojos para dormir en su protectora presencia, pero Sisyphus no pudo soñar, ni cerrar los ojos, su corazón, su alma, su espíritu, todo lo que le hacía existir pidiéndole buscar a su omega.

— No debes preocuparte por nada.

******

Hola, muchas gracias por sus comentarios, me hacen sentir muy agradecida y con ganas de seguir adelante con esta historia, espero les siga gustando tanto como a mí, mil gracias, además, en el siguiente viene el capítulo especial de Cid.

Después habrá otros especiales, Kardia, Radamanthys y el mismo Sage, de esos tres cual quieren leer primero.

Muchas gracias a los que me dejaron comentarios, aunque no pueda leerlos, así que las votaciones siguen, cuál será el siguiente en tener su propio capitulo, ustedes deciden.

Y continuando con las mismas preguntas de siempre:

¿Hasta el momento que pareja es su favorita?

¿Cuántos quieren que Aspros, Oneiros, Minos o Shion tengan un poco de paraíso?

¿Cuantos prefieren a Degel, Albafica, Sisyphus o Valentine?

Aunque según parece los alfas del principio van ganando, con algunas excepciones, estas son Oneiros y Regulus, pero, no se preocupen, dentro de algunos capítulos empezara a brillar Sisyphus, como Albafica ya lo hace.

Y ahora una nueva, de los posibles villanos.

¿Quién es su favorito?

Sí les gusta la historia y las parejas, déjenme saberlo, ya saben que sus comentarios, kudos, favoritos y todo eso me anima a seguir con esta locura.

Muchas gracias, nos vemos el próximo capítulo.


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