Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Paraiso Robado. por Seiken

[Reviews - 236]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Sylphide veía como Dohko se encontraba en esa zona, después de espiarlo, haciéndole sentir furioso, sucio, porque hasta el momento su veneno lo protegía del peligro y estaba seguro de que ese alfa era peligroso. 
 
-¿Qué estás haciendo aquí? 
 
Le pregunto, cubriendo su cuerpo, porque le había dicho que le dejaría ir, no que lo seguiría para espiarlo mientras se bañaba, mientras se acariciaba a sí mismo, notando la forma en que ese alfa actuaba como si tuviera todo el derecho de perseguirlo. 
 
-Aunque prácticamente no vi nada, juro que me tape los ojos e intente darte un poco de privacidad, sólo que… 
 
Sylphide retrocedió en el agua, observando como el santo dorado seguía en su sitio, sus brazos cruzados delante de su pecho, con una expresión de superioridad, haciendo enfurecer, aunque no se atrevía a salir del agua que lo rodeaba. 
 
-Me consideras muy atractivo, no se que decir. 
 
Sylphide estaba comenzando a odiar a ese sujeto de cabello castaño, ese alfa que no dejaba de perseguirlo, un hombre fuerte, pero algo bajo, con una expresión de seguridad que odiaba demasiado. 
 
-Aproposito… 
 
Sylphide no sabía a qué se debía ese cambio de actitud, pero no se atrevió a salir del agua, mirándole fijamente, con una expresión que claramente decía que le gustaría que la tierra se lo tragara. 
 
-¿Que edad tienes? 
 
No iba a decirle su edad, ni siquiera por equivocación, además, qué más daba que edad tenia, ese bastardo de todas formas trataría de hacerle daño, por eso lo estaba siguiendo por todas partes. 
 
-Yo tengo dieciséis, tu que edad tienes… 
 
Sylphide entrecerró los ojos, pensando que era un año mayor que él, suponiendo que si no se acercaba a él en ese momento, probablemente era seguro salir del agua, buscar sus prendas, para alejarse de ese bosque. 
 
-Quince, tengo quince años. 
 
Dohko ladeo su cabeza, cuando le dijo que edad tenia, eran casi de la misma edad, apenas unos muchachos, sin embargo, ya tenían su armadura, ya estaban listos para enfrentarse con sus enemigos, dar su vida por sus dioses. 
 
-Nuestra vida es tan corta y aun asi deseas apartarte de mi, tu alfa. 
 
Sylphide por un momento quiso atacarlo de nuevo, sin embargo, con un rápido movimiento Dohko se detuvo a su lado, evitando que se vistiera, relamiendo sus labios, antes de besarle de nuevo, gimiendo al sentir su sabor. 
 
-Yo soy tu alfa, no quiero que nadie te haga daño y si te quedas conmigo, hasta que termine tu celo, dejaré de perseguirte como hasta ahora o sigue huyendo, yo te seguiré, no quiero que ningún alfa intente atacarte como en ese pueblo. 
 
Era gracioso que dijera eso, porque el único alfa que lo seguía como un demente era el propio santo dorado, a quien no le creía que no hubiera visto nada de su cuerpo, no hacia mas que mentir, que burlarse de él. 
 
-El único alfa cazandome e intentando usar mi celo en mi contra eres tu, basura de athena, nadie más. 
 
Dohko se encogió de hombros, no estaba demasiado preocupado por esas palabras, aunque no le gustaba que le dijera basura de Athena, no era basura, en cambio, solo trataba de mantenerlo seguro, porque podía ver, que su celo seguía su curso, lo debilitaba. 
 
-Mi nombre es Dohko, nací en china y soy tu alfa. 
 
Sylphide respondió golpeando su rostro, no le importaba si era un alfa, si había nacido en china, mucho menos su nombre, lo único que deseaba era que le dejara ir, que dejara de seguirlo. 
 
-¡No eres mi alfa! 
 
Dohko estaba a punto de recordarle que su collar había reaccionado con el suyo, pero no pudo, cuando una persona se hizo presente en ese páramo, un soldado de armadura dorada, con cabellera verde, que atacó a su omega, atravesando su frente con un rayo de energía dorado, que le hizo sostenerla con fuerza, luchando con el satan imperial al principio y después, desmayándose en los brazos del joven santo de libra, que no supo qué hacer. 
 
-Puedes darme las gracias, tu omega te obedecera, de otra forma no dejará de luchar contra ti. 
 
No era su amigo, era un hombre de unos veinte años de edad, que vestía una armadura dorada, cuya expresión era una de condescendencia, por un momento quiso atacarlo, pero no lo hizo, tenía a su omega en sus brazos, quien iba despertando poco a poco, llevando una mano a su cabeza, para después, acariciar su mejilla, como si estuviera hechizado, besándole poco después. 
 
-Y yo necesito soldados. 
 
*****
 
Manigoldo estaba agotado, recargado en el borde de la alberca que albergaba una de las habitaciones del patriarca, escuchando los pasos de Aspros, como este salía con lentitud, después de vestirse, él deseaba quedarse en ese sitio un poco más, necesitaba bañarse, quitarse el aroma de Aspros de su cuerpo. 
 
-¿Has tenido una hermosa luna de miel Manigoldo? 
 
Esa voz, era Shion, que se agacho frente a él, observando con placer su piel cubierta de algunas marcas, su desesperación, disfrutando inmensamente su dolor, especialmente al ver, que Aspros era un alfa sumamente efusivo. 
 
-Estoy seguro que en este momento deseas morir, no es verdad, o tal vez comienzas a darte cuenta que mancillar a mi rosa no fue lo mejor, solamente un capricho, por el cual, ya estas pagando el precio justo. 
 
Manigoldo desvió la mirada, sin saber que decirle a Shion, el que lo separó de su alfa, pero estaba disfrutando demasiado su tormento, el que Aspros lo violara, lo golpeara y le hiciera daño, todo porque el tenia el amor de Albafica, era su omega. 
 
-Porque nos haces todo esto, no entiendo que te he hecho… que te hemos hecho, para que nos odies de esta forma.
 
Shion solamente le odiaba a él, por atreverse a mancillar el cuerpo de Albafica, por robarselo, por engañarlo como lo hizo, pero sobretodo, por ser él que recibió el amor de esa hermosa rosa, porque no se lo merecía. 
 
-Yo amo a Albafica, es el amor de mi vida, pero a ti… 
 
Shion deseaba destruir a Manigoldo, enseñarle cuánto dolor podía soportar antes de quebrarlo y ya lo hubiera asesinado, de no ser advertido por su versión más adulta, más sabia, que seria la unica forma de hacerle salir, al atraerlo a su cangrejo, al omega de Aspros, que ilusamente confiaba en el. 
 
-A ti te odio y disfruto de tus quejidos, de tus intentos por soportar esto, el amor que Aspros te tiene. 
 
Manigoldo quiso atacarlo al principio, pero se controlo, seguramente Shion deseaba que hiciera algo parecido, que cometiera un error, al mismo tiempo que se daba cuenta, que solo estaba jugando con el, deseaba que huyera, como un cazador, usando un señuelo. 
 
-¿No vas a escapar? 
 
Le pregunto molesto, deseoso de verlo correr, usar su cosmos, su camino al Yomotsu, pero no se movió, simplemente se quedó allí, como un maldito pescado, una trucha o algo parecido, como esos peces en los barriles, haciendole enfurecer, tanto, que lo sostuvo de su cabello con fuerza, apretando los dientes, furioso. 
 
-Te he liberado de la otra dimensión, porque no huyes, porque no tratas de guiarme a la rosa, grita su nombre, llamar por él, para que pueda verlo de nuevo.
 
Manigoldo retrocedió nadando, alejándose de Shion, que le veía con demasiada furia, sin embargo, al sentir el cosmos de Aspros, como regresaba, simplemente se marchó, dejándolos a solas. 
 
-Mi conejito, si sigues en esa alberca te vas a disolver… 
 
Era una broma por supuesto, pero Manigoldo obedeció, dejando que lo cubrieran con unos lienzos de tela, para que pudiera secar su cuerpo, su piel, llevándolo a una mesa, en donde se encontraba una mesa con dos platos y el guiso que Sage le preparó a llegar al santuario, una cena idéntica a la que tuvo en ese momento. 
 
-Comamos un poco, no quiero que pases hambre o enfermes. 
 
El cangrejo sostuvo un cubierto y simplemente comenzó a comer, sin quejarse, únicamente obedeciendo sus ordenes, aquellas dadas por Aspros, que se veía ajeno a su visita, o a su dolor, dándose cuenta que Shion deseaba que su alfa fuera por él, él era la trampa que causaría la caída de su rosa. 
 
-Aspros… 
 
Pronunció de pronto, jugando con su comida, porque no tenía demasiado apetito, esperando que el santo de géminis, ahora patriarca lo escuchara, al menos que cumpliera uno de sus ruegos. 
 
-¿Tu me amas? 
 
Aspros parecía no comprender sus palabras, mucho menos su pregunta, pero, tomando su mano, beso el dorso, ignorando los moretones de sus dedos marcados en su muñeca. 
 
-Te amo con toda mi alma conejito, siempre te he amado. 
 
Manigoldo le dejó besar el dorso de su mano, sonriéndole, llevando un poco de comida a la boca de Aspros, quien la aceptó con una sonrisa, complacido con su comportamiento. 
 
-Pero me amas lo suficiente como para cumplirme un capricho importante para mi… 
 
Aspros asintió, claro que amaba a su conejito, que se veía demasiado dulce con esos lienzos cubriendo su rostro, cuya nueva ropa estaba casi lista, era el omega del patriarca, debía vestirse como tal. 
 
-Por supuesto, lo que tu me pidas yo te lo conseguiré. 
 
Manigoldo se descubrió entonces, quedando desnudo frente a su captor, que trago un poco de saliva, llevando un poco más de comida a su boca, bebiendo un poco de vino, tratando de ser dulce, de ser seductor, creyendo que lo estaba logrando. 
 
-Es Shion… 
 
Aspros arqueo una ceja, preguntándose qué había hecho él, si acaso se había atrevido a dañar a su omega, o a amenazarlo, porque no iba a consentirlo, su conejito estaba bajo su protección. 
 
-¿Te ha hecho daño? 
 
Manigoldo suponía que si, pero no de la forma en que Aspros lo pensaba, así que negó eso, levantándose de la silla, para sentarse en las piernas del mayor, que se veía demasiado sorprendido. 
 
-A mi no, pero quiere violar a Albafica, quiere hacerle daño y como nuestro patriarca, mi alfa y esposo, tú puedes protegerlo. 
 
Aspros en un principio se tenso, estaba a punto de decirle que no aceptaba esa petición, sin embargo, Manigoldo se acurruco en su cuello, acariciando su mejilla, como lo hubiera hecho para buscar el perdón de un Albafica especialmente molesto, como aquel que despertó después de pasar su primera noche juntos, quien pensaba fue un movimiento demasiado arriesgado, no quería perderlo. 
 
-Te lo imploro, ya no volveré a verlo, ya no volveré a pronunciar su nombre, pero por favor, por favor, protege a Albafica de Shion, no lo dejes caer en sus manos y si lo logras, yo te amare por siempre. 
 
Aspros quiso negarse a ello, decirle que Albafica al ser un traidor estaba por su cuenta, especialmente por poner en peligro la vida de uno de sus compañeros de armas, sin embargo, suponía que Manigoldo no aceptaría esa respuesta y volverían a pelear, lo rechazaría otra vez, por lo cual asintió. 
 
-Lo protegeré de Shion, o en todo caso, protegeré a Shion del veneno de Albafica, pero tu tendrás que cumplir tu palabra, desde este momento, él ya no existe más. 
 
No existiría, no hasta que llegara por él y lo liberara de ese infierno, así que asintió, viendo como ahora era Aspros quien le ofrecía alimento, del cual aceptó, esperando que géminis aun cumpliera sus promesas. 
 
-Gracias, mi alfa. 
 
*****
 
Unos días antes, poco después de que Shion borrara la rebeldía del basilisco, este se encontraba en un templo olvidado, enterrado por la arena, por las raíces, un templo que adoraba a Zeus, una deidad, ofendida por los mortales.  
 
-Pronto… muy pronto. 
 
Shion sabía que Dohko lo escucharía como lo hizo, era su amigo, sabía que él siempre cuidaba de sus aliados y al explicarle, que su misión había sido encomendado por Zeus en persona, simplemente supo que tenía que ayudarle, además, le ofreció algo que deseaba, que no había logrado obtener en los siguientes doscientos años, ese espectro era muy escurridizo.
 
-¿Ya encontraste a Tifón? 
 
Shion se detuvo al escuchar esa voz, buscando de donde provenía, viendo a Minos, el soldado más leal de su padre, quien tenía el cosmos de dioses, aunque, ya no era tan hermoso como lo fue en el pasado, su cabello estaba descuidado, una barba cubría su rostro, su armadura debajo de su túnica raída, le daban una apariencia, espectral, por decirlo de alguna forma, como un fantasma, un espíritu chocarrero. 
 
-Ya me imagino porque, Shion, seguramente te has entretenido buscando a la rosa de Athena, esa que mi padre no pudo traer de regreso, no sin Hades. 
 
Minos era un soldado al que todos temían, todos menos su padre, por supuesto, pero cuya lealtad era indiscutible, una que iba más allá de su omega, porque al saber que había muerto no enloqueció como lo pensaban, sino que se mantuvo firme, leal, era la clase de soldado que todo ejército habría envidiado. 
 
-Aun no nace, aún tenemos tiempo para buscarlo y matar al omega que le dará a luz. 
 
Minos dio un paso hacia, notando como retrocedía, para poco después, mantenerse firme, seguro de que estaba haciendo lo correcto, aunque el soldado que había descuidado su aspecto, que ya no buscaba los placeres de la carne, negó eso, con una sonrisa, la clásica mueca que usaba cuando era mucho más joven. 
 
-Visite el templo donde se encuentra mi padre, graciosamente, también se te fue encomendado protegerlo con tu vida, pero, ya no está, en vez de eso había una montaña y unos sellos, poderosos, la clase de sello que solamente nuestro enemigo puede colocar. 
 
Shion era odiado en el futuro, creía que en el pasado también, en su presente, porque había sido el causante de mucho dolor, de mucho sufrimiento, de tantos seres, hasta su propio dolor, porque fue él quien se lo llevó a una misión que no necesitaba demasiados soldados, para que su padre pudiera matar a su omega, pero, se controlaba de no dañarlo, aún no era tiempo para eso. 
 
-Estuve a punto de matarlo, tuvieron que escapar, está malherido, en compañía de Hefesto y también lo acompaña el segundo hijo de… 
 
Minos le sostuvo del cuello, para que no dijera ese nombre, apretando los dientes, porque no era su hijo, no era el segundo hijo del ladrón de nidos, era su polluelo, su hijo, su sangre, lo único que le quedaba de su omega. 
 
-Te lo advierto Shion, no lo lastimes, porque si le tocas uno solo de sus cabellos, te hare sufrir una tortura que no tendrá fin. 
 
Shion no luchó con él, porque pronto lo liberó de su agarre, aflojando sus dedos, para apartarse, pensando que habían pasado algunos años, más de una década de intentos infructuosos de dar con ellos, con el ladrón de nidos y polluelos, con el que se había llevado a su hijo, apartandolo del cuidado de su padre, su alfa. 
 
-Dicen que lograste que Aquiles tuviera la misma bendición que el héroe que admiras, acaso piensas que un simple lemuriano puede destruir al hijo de Minos de grifo, al traidor de tu estirpe. 
 
Minos deseaba sellar esa boca con sus hilos, coserlos uno por uno para que no la pudiera abrir, no obstante, no hizo nada, porque sabía que Zeus le dio una orden y sospecharía, si lastimaba al lemuriano, que sería uno de los muchos que recibirían su venganza. 
 
-No le dire a Zeus que te has dedicado a perder el tiempo, corriendo detrás de un alfa, por hermoso que sea, mi padre no es muy piadoso y lo sabes muy bien. 
 
Shion se preguntó a cambio de que le mostraría piedad, porque Minos era un soldado que carecía de remordimientos, de piedad o de cordura, eso último lo pensó un poco divertido, esperando las órdenes del hijo favorito de Zeus. 
 
-No obstante, en algún tiempo, en tres meses, tendrás que traerme a los soldados que has reclutado, debemos derribar la montaña de escombros, despertarlo de una buena vez, mientras más tiempo pase encerrado, más débil se vuelve. 
 
Shion asintió, nada había cambiado del pasado y como en ese momento, nada podría funcionar, Zeus se levantaria, pero, necesitaba a su rosa con el, de alguna forma, obtener su lealtad y sabia exactamente como hacerlo, porque si funciono con el espectro del basilisco, funcionaria con su rosa. 
 
-Eres un hombre amable Minos, un hombre justo y siempre te estaré agradecido por esto. 
 
Minos asintió, era un hombre justo, era un hombre sensato, era lo que no era en ese presente y cuando tuviera el verdadero poder, podría recuperar su paraíso, vengarse de todo aquel que le arrebató aquello que más amaba. 
 
-Solamente actuó como mi padre me enseñó. 
 
Tenía planes, sabia como arreglar el futuro y no le temía a nada, porque nada tenía que perder, pero, eso no lo sabía Shion, que seguía empeñado en una sola cosa, en un alfa hermoso, que no le amaría nunca, pero, eso le servía como una distracción, para moverse a sus anchas, arreglando lo que pensaba debía repararse. 
 
-Eres el mejor de sus hijos sin duda. 
 
Lo era, pero no por las razones que Minos pensaba, pero no dijo nada más, únicamente se retiro, elevando el vuelo, había otro ser que deseaba visitar, otro estupido que necesitaba un escarmiento. 
 
-Pero eres el mas estupido. 
 
Pronunció Shion, recordando como Minos apenas sospecho que su padre deseaba destruir a su omega, que le temía al amor que le tenía y como este, no se había dado cuenta aún de quien fue su asesino, porque culparon a Eros, el dios del amor, que le odiaba por asesinar a su omega, quien se robo a su hijo, solo, porque Zeus no pudo encontrarlo, ya que de hacerlo, también lo habría aplastado con sus manos, como hizo con el demente omega de su hijo favorito. 
 
-Y el más arrogante. 
 
*****
 
-¿Shion? ¿A cuál de todos planean asesinar? 
 
Albafica no tenía ganas de ser amable con nadie, ni con Degel, ni con Kardia, ni con el desconocido pelirrojo, ni con nadie mas, solo con los niños, pero porque ellos eran inocentes, los demás, creía que de una u otra forma no pudieron darles ayuda, o no quisieron, dejando solo a su cangrejo, a el. 
 
-Al joven, por supuesto que al joven.
 
Kardia había llegado poco después que su alfa, sentándose frente a ellos, observando su rostro, que estaba destruido, la mitad de él, supuso que ya no era una imagen agradable, se preguntaba si su cangrejo lo seguiría amando, después de fallarle. 
 
-Es lo mejor que podemos hacer, si matamos a Shion, tal vez sea como quitar una ficha de un juego de ajedrez, sin esta, los siguientes movimientos no pueden realizarse. 
 
Albafica encontraba un poco de sentido en sus palabras, pero no demasiado, porque si perdias una pieza, había otra que podía tomar ese lugar, y al final, el juego siempre terminará siendo el mismo. 
 
-Si dejo que Shion se acerque a mi, matara a mi cangrejo, si no me acerco a el, Aspros seguirá dañandolo, de todas formas pierdo yo, aunque, no creo que eso les interese demasiado, ustedes están aquí, cuando podrían regresar al santuario, proteger a mi cangrejo. 
 
Kardia y Degel compartieron una mirada, escuchando un bufido de Camus, que se levantaba de la mesa, enojado, llamando la atención de Albafica, que le veía con un único ojo, cargado de furia, de enojo, odio hacia todos los que le rodeaban. 
 
-Ellos tenian una mision importante, liberar a la diosa Hera y eso es lo que han hecho. 
 
Albafica al escuchar esas palabras, esa falta de sentimientos, bebió de lo que había colocado frente a él, Kardia, tratando de ser amistoso, cuando estaba cansado de todo el mundo, de cada uno de sus habitantes. 
 
-¿Y de qué nos sirve que ella esté viva? 
 
Pregunto, aunque estaba de acuerdo en matar a Shion, ya había escuchado que de acercarse a él, su cangrejo perdería la vida, estaba en una situación complicada, entre la espada y la pared, de todas formas, ellos perderian a su omega. 
 
-¿Acaso no quieres ver a la jaiba de nuevo? 
 
Kardia le preguntó, desesperado con esa actitud, Albafica siempre era por mucho más amable y pensaban, que estaría de acuerdo con destruir a Shion, pero no se movía, no actuaba, como si no quisiera matarlo, ni ver a su omega de nuevo. 
 
-¿Y creen que el quiera verme de nuevo?
 
Les pregunto, temeroso, porque ya no era hermoso, lo unico que tenia que ofrecerle a su omega había desaparecido y temía, que de llegar con el, Manigoldo ya no lo desearía, no podía tocarlo, no podia amarlo, no podían estar juntos, no pudo protegerlo, ya ni siquiera era hermoso. 
 
-¡Le fallé, le fallé de todas las formas posibles! ¡No puedo complacerlo y no pude protegerlo! ¡El no querra nada de mi! ¡Como podria perdonarme! 
 
Albafica lloraba, angustiado, creyéndose el peor de los alfas, el mas inutil de todos ellos, sin perdonarse por sus fallas, sintiendo de pronto la mano de Kardia sobre la suya, quien llamó su atención. 
 
-Manigoldo te ama, seas hermoso o no, eso no le importaría, es mas, podrias ser tuerto… bueno, eso ya lo eres, jorobado, cojo, no importa, el te amaria igual. 
 
Degel por un momento estuvo a punto de reprenderlo, si Albafica no hubiera sonreído como lo hizo, pensando que tal vez, su cangrejo había muerto, por dejar pasar tanto tiempo y que si atacaban en ese momento, cambiando el destino, podrían rescatarlo.
 
-Quiero la cabeza de Shion en una pica, quiero que sufra, que pague por sus crímenes, solo así les ayudaré. 
 
*****
 
Hol@ chic@s, espero les guste el capítulo de hoy, como ven, Shion y Minos tienen una misión que realizar. Aunque ya existe un plan, de ambas partes. Muchas gracias por leer esta historia. SeikenNJ. 
 

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).