Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Rock you like a hurricane por Athena Selas

[Reviews - 42]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Rock you like a hurricane

Capítulo 14


°º¤ø,¸¸,ø¤º°`°º¤

 

Noviembre 2010

 

Kanon se encontraba sentado con bastante soltura en un cómodo sillón color maple dentro de una sala bastante bien arreglada e iluminada. El gemelo se encontraba realizando una entrevista para una famosa revista francesa de espectáculos, la cual le había pagado bastante bien para acceder a contestar algunas preguntas que fueran más allá de su vida artística. Por ello, había viajado al país galo y había sido recibido calurosamente en la ciudad de Lyon en donde le ofrecieron un delicioso almuerzo antes de dirigirse hacia la sala de entrevistas de la empresa de medios.

 

Ahí le realizaron una breve sesión fotográfica para la cual el griego no se inhibió en posar gustoso por algunos minutos, finalmente y luego de coquetear un poco con la rubia y guapa periodista, la entrevista comenzó.

 

El gemelo estaba acostumbrado ya a aquellos cuestionarios, los cuales siempre comenzaban con preguntas un tanto sosas y hasta predecibles, siempre desviándose a propósito hacia su vida artística y haciendo énfasis en preguntar cómo se veía él en futuro y cómo proyectaba a Poseidon Marines con la fama mundial que habían adquirido. Luego, era común que vinieran las preguntas sobre su familia y en este punto Kanon no permitía dedicarle más de dos preguntas en las que Saga fuera el protagonista de su respuesta. Y luego de un par de cuestiones que al cantante le parecieron bobas, vino aquello sobre lo que en realidad versaba aquel cuestionario.

 

Señor Didymoi, se rumorea que tiene problemas en su relación con la señorita Mikkelsen ¿Puede desmentir esto?

 

— ¿Con Romina? — sonrió socarronamente el apuesto hombre de cabellera azul —. No hay ningún problema con ella. Aún somos buenos amigos — admitió sin pena el griego gustoso de que los ojos azules de la periodista se abrieran de par en par.

 

¿Terminaron por aquellos rumores de que usted le era infiel a la super modelo sueca?

 

— Es usted muy atrevida, señorita — jugueteó Kanon guiñándole el ojo a su interlocutora —. Romina y yo terminamos porque nuestra relación simplemente no funcionó como esperábamos, no siempre tiene que haber un tercero en discordia atorado ¿No lo crees?

 

El griego era un buen mentiroso y, de hecho, ya casi olvidaba su pasajera e insípida aventura con Romina Mikkelsen. Para ser sinceros, mantuvo una relación con ella al mismo tiempo que empezó a perseguir a Radamanthys y, evidentemente, el cantante olvidó deliberadamente a aquel monumento de mujer esperando por él, cegado por saborear la adrenalina de aspirar tener al rubio sólo para sí mismo.

 

Comprendo ¿Ha pasado mucho tiempo desde que dejó de salir con la señorita Mikkelsen? ¿Actualmente hay alguien especial en su vida amorosa?

 

— ¡Wow! Detente querida, vas muy rápido — bromeó el hombre de mirada esmeralda.

 

Un intérprete estaba auxiliando la entrevista al traducir de francés a griego y viceversa, pues Kanon además de su lengua materna hablaba inglés, italiano y un poco de danés gracias a Thetis, pero sólo eso; de francés apenas y sabía algunas frases turísticas.

 

A decir verdad, al gemelo le gustó la palabra "especial" que tradujo el intérprete para hacerle saber la pregunta de la periodista. Cerró los ojos despacio y detrás de sus párpados le vino la imagen de unos días atrás cuando Radamanthys le besó la frente para despedirse de él.

 

— Me encanta la palabra que has utilizado: "especial". Siendo sinceros, eso es lo que he encontrado durante los últimos meses: a alguien especial — admitió con naturalidad el peliazul.

 

El hombre saboreó la emoción contenida detrás de la máscara paciente y melosamente condescendiente que la mujer llevaba puesta. Kanon percibió con malicia el erizamiento que recorrió la piel de aquella bonita francesa. Ella había conseguido rascar aquellas respuestas que esperaba obtener de él y sin duda incrementarían sustancialmente el precio comercial de la entrevista.

 

¿Ha encontrado a alguien especial? ¿Cree que su admiradoras tienen de qué preocuparse?

 

Kanon entrecerró sus ojos y afiló la mirada antes de responder.

 

— Quizás ¿Quién sabe? Creo que es muy precipitado para sacar conclusiones públicamente al respecto ¿Tú y mis fans me guardarían el secreto por ahora? — guiñó un ojo luego y fingió inocencia. La reportera soltó una risita nerviosa y asintió un poco sonrojada.

 

¿Cree que esa persona especial leerá esta entrevista? ¿Quisiera decirle algo si así fuera?

 

— La verdad, lo dudo bastante — reflexionó con calma el helénico —. Es una persona muy aburrida, no le van estas cosas; por lo que se perderá saber que admito no recordar haber disfrutado tanto con una pareja en toda mi vida…

------------------------------

 

Cuando hicieron el amor por primera vez, habían pasado dos o tres semanas desde la fiesta de cumpleaños de Radamanthys. Hubo un primer intento unos días después del evento de la fiesta de disfraces; no obstante, mientras el rubio desnudaba y besaba la piel oliva del gemelo, el abogado descubrió que en el pliegue del codo izquierdo había heridas recientes de jeringas y, sin duda, Wyvern ni siquiera se detuvo a preguntar si el cantante había donado sangre recientemente o algo por el estilo. De inmediato lo acusó de haberse drogado recientemente. Evidentemente, el momento de pasión fue destruido en un segundo y pelearon tanto aquella vez que el peliazul salió del departamento semidesnudo y permanecieron sin hablarse por días.

 

Para desgracia de ambos, su relación había llegado a una etapa en la que no podían pasar tanto tiempo incomunicados el uno del otro; por lo que si uno no cedía, el otro terminaba haciéndolo. Por lo tanto, volvieron a verse pocos días después de esta pelea.

 

Llegados a este punto, la lujuria contenida por meses definitivamente ya no podía permanecer atrapada sólo en sus pantalones y los dos se entregaron tórridamente al encanto de Eros.

 

Sucedió en el departamento del abogado un sábado por la mañana durante la cual Kanon llegó temprano, pues alegó que quería preparar panqueques para ambos. Poco tiempo duró su labor en la pulcra cocina del inglés, pues Radamanthys no se resistió el mirarlo tan concentrado en la labor doméstica vistiendo un delantal para proteger su ropa. El inglés lo abrazó por detrás, posando sus poderosas manos en la cintura del griego y luego comenzó a besarle el cuello, la mandíbula y las orejas.

 

Al cantante se le erizó toda la anatomía y sin la menor resistencia se dejó llevar por el tacto de su libidinosa pareja. Radamanthys apagó las perillas de la estufa que apenas el gemelo había encendido, luego Wyvern llevó a Kanon a una silla alta que estaba a unos metros y, sentándolo ahí, comenzó a besarle la boca con arrobo; el griego disfrutó estos momentos en los que el rubio quiso robarle todo el aliento y la cordura haciendo uso de sus labios y de su inquieta y embriagante lengua; el peliazul sentía que el mundo le daba tantas vueltas por aquellas caricias tan apremiantes, por lo que tuvo que abrazar el cuello del inglés para sostenerse un poco.

 

Poco a poco el libido comenzó a apoderarse de ambos y minutos más tarde las piernas del cantante rodearon las caderas del rubio quien deseó cargarlo hasta la mesa en donde volvió a dejarlo sentado y esta vez se puso más creativo con las manos, los dedos, su nariz y hasta sus dientes, pues desprendió a su pareja del delantal y luego de su chaqueta. Kanon se dejó hacer dócilmente, pues quería disfrutar de aquel repentino arranque de pasión de Radamanthys.

 

Sus cuerpos se frotaban el uno contra el otro en espasmos impacientes, sus bocas se mantenía unidas en un abrazo caliente y húmedo que sólo se detenía para saborear la piel ajena por breves momentos, daba la impresión que necesitaban beber constantemente uno del otro para seguir respirando. En cuestión de minutos, las manos del inglés se colaron por debajo de la camisa del peliazul y acarició incitantemente cada rincón bien marcado de aquel torso moreno, pronto atrapó los pezones de su pareja entre sus pares de pulgares e índices. El cantante se retorció en los brazos del rubio y le mordió el labio inferior.

 

— Nnngh… Radam… — le reprochó el griego entre gimoteos, pues el gemelo había recibido tal corriente de placer que algo en su entrepierna despertó como resorte. En ese segundo, una sensación de incertidumbre se apoderó de él, pues no era la primera vez que el abogado le hacía algo así para después dejarlo a medio camino.

 

— Vamos a la cama — le susurró Wyvern con sus frentes recargadas la una sobre la otra, aquellos ojos ámbar miraron fijamente a su amante y el griego saboreó la decisión y el deseo que llenaban en aquellos momentos a todos los sentidos del rubio.

 

Kanon no se hizo del rogar y en poco tiempo ambos se dirigieron a la habitación de Radamanthys. Ahí, comenzó un ritual de erotismo el cual se repetiría constantemente en aquella morada y, sin embargo, cada ocasión sería diferente, pero al mismo tiempo memorable, reconfortante y sumamente placentera.

 

Se deshicieron de sus ropas poco a poco y, aun así, con cierto deje de vehemencia cada vez que alguna prenda resbalaba de sus pieles.

 

Tirados en la cama continuaron recorriéndose mutuamente haciendo uso de todos sus sentidos: el tacto, el olfato, el oído, la vista… el gusto.

 

Hubo una pausa en su sesión de besos, mordidas, chupetones, caricias, suspiros y pellizcos eróticos, durante la cual el cantante apenas y permitió a Wyvern recuperar el aliento, pues en pocos segundos su rostro se coló en la entrepierna del inglés y lo desprendió de sus calzoncillos liberando la apretada erección enrojecida y dura frente a su rostro. A pesar de que el palpitante miembro viril exigía la inmediata y completa atención del peliazul, el griego no le prestó la atención esperada. El gemelo, acarició sutilmente la base, casi amenazándola con la uña y también se distrajo jugueteando con el vello púbico. Sin duda, el brillo triunfó en las pupilas de Kanon cuando percibió la ansiedad del inglés reflejada en su trabajosa respiración y la manera en que apretaba las sábanas bajo sus manos cuando ni siquiera habían comenzado en serio aquel acto.

 

El griego conocía las inseguridades de las que era presa Radamanthys respecto a su sexualidad pues siempre se creyó inamoviblemente heterosexual y el gemelo no deseaba que aquello interfiriera con el anhelando momento.

 

— ¿Tienes condones? — lanzó el griego de improvisto, casi neutralizando la alta temperatura de la habitación, pero la verdad lo había hecho a propósito para medir a Radamanthys quien dio un respingo por la sorpresa que le causó aquel inesperado cuestionamiento.

 

— S-sí… — respondió el inglés con las pupilas dilatadas, las cuales miraron suplicantes a Kanon quien se encontraba recostado boca abajo con el cuerpo semidesnudo, metido entre sus piernas. El abogado reaccionó rápido y bajó de la cama en un segundo, luego se dirigió a su tocador y rebuscó con apremio en un cajón del cual sacó unos tres condones y gel lubricante, entonces volvió al lecho.

 

— Gracias — añadió pícaramente el gemelo cuando recibió los preservativos.

 

De esta manera continuaron y ahora sí Kanon le regaló a Wyvern un apetitoso y delirante sexo oral durante el cual el griego no permitió al rubio venirse demasiado rápido dentro el látex del condón que le había puesto. No, aún no…

 

Kanon tumbó a su amante en la cama y volvió a llenarlo de besos y caricias, pero eso no duró demasiado, pues Wyvern quiso también tomar las riendas del acto y en un segundo invirtió los roles. A Radamanthys de alguna manera le fascinó explorar aquella perfecta piel oliva perlada de sudor, descubrió por primera vez ciertos tatuajes y perforaciones que nunca antes había admirado y, sobretodo, ciertas cicatrices permanentemente esculpidas en aquella exquisita dermis.

 

Momentos después, el rubio se hallaba sentado sobre la cama y Kanon estaba igualmente posicionado entre sus piernas permitiendo que su pareja le besara los hombros y la espalda; entonces, el inglés atrapó la erección del otro hombre y comenzó a masturbarlo con soltura, habiendo olvidado por completo todo los miedos y complejos que le provocaba la idea de tocar a otro hombre en un plano completamente sexual. Por su parte, al griego le excitó muchísimo esta acción emprendida por su amante: la simple sensación de disfrutar de esas manos abrazándole y jalándole la hombría lo volvieron loco en un segundo. Más aun sintiendo en su espalda los besos y la respiración de aquel hombre que tanto lo obsesionaba.

 

— Rada… radamanthys — comenzó a gimotear el gemelo y como premio el inglés mejoró la estimulación en su longitud.

 

No hizo falta demasiado tiempo para que la pareja comenzara a prepararse para el coito y para ello Kanon abrió el tubo de lubricante y comenzó a dilatarse con sus propios dedos, bajo la mirada atónita, pero sobretodo deleitada del rubio. La verdad, aunque pareciera que para el griego ya no existieran inhibiciones sexuales después de haber protagonizado un par de películas pornográficas, esta vez, debido a la importante persona que era Wyvern para él, se sentía un tanto abochornado por los ojos que no se perdían ni un solo movimiento de sus dedos llenos de viscoso líquido dentro de su entrada.

 

— Déjame intentarlo… — suplicó jadeante Radamanthys quien realmente no preguntó, sino avisó, pues quitó al gemelo el lubricante de las manos y se llenó la mano derecha del gel transparente, luego, sin pensarlo más, introdujo sus dedos índice y corazón en la estrechez del otro hombre. Este acto provocó un gemido casi al unísono por parte de ambos.

 

Radamanthys estaba sorprendido de sí mismo por todo la lujuria inextinguible que nunca antes había experimentando con otra persona, por su parte,Kanon comenzó a sentir cierto nivel de nerviosismo y euforia por lo mucho que había anhelado este momento y lo bien que estaba desarrollándose.

 

La verdad, al gemelo ayudó mucho a relejarse cuando Wyvern comenzó a tomar bastante iniciativa del acto, luego de lubricarlo e introducir sus dedos para abrir aquella cavidad, tuvieron una sesión de besos y caricias que llenaron el pecho y el estómago de Kanon de un golpe de calor acompañado de un cosquilleo indescriptible en sus entrañas.

 

Finalmente, se posicionaron mirándose de frente con el cuerpo del cantante debajo del rubio. El inglés no dudó en introducirse poco a poco y su amante soportó el dolor heroicamente centrando sus pensamientos alrededor de la idea de que estaba llenándose del hombre que más le gustaba sobre la faz de la tierra. La verdad, para el abogado no fue nada difícil experimentar grandes oleadas de gozo a través del sexo anal y, aunque luchó por lograr que el peliazul sintiera tanto placer cómo él, su inexperiencia para aquella práctica sexual no fue favorable para el momento. No obstante, Kanon cooperó bastante y aunque tenía todo el rostro enrojecido de dolor, no permitió que aquella lacerante sensación lo zozobrara y comenzó a balancearse al ritmo de las estocadas de su pareja mientras sus manos y luego las del rubio le ayudaban a masturbarse.

 

Aquel primer absoluto momento de coito entre ambos fue único y aunque lejos de ser perfecto, sin duda fue inolvidable, pues ambos se entregaron al otro y olvidaron las pequeñas torpezas que seguramente con la práctica eliminarían juntos. Lo más importante fue la sensación de apogeo sexual en pareja mientras se miraban fijamente a los ojos con las pupilas dilatadas, compartiendo esporádicos besos ruidosos en donde sus lenguas se llegaban a asomar y, por supuesto, juntos crearon una sinfonía erótica compuesta por gritos, suspiros y gemidos al compás del morboso sonido de sus cuerpos encontrándose cada segundo a través de la penetración.

 

Radamanthys llegó a su climax mientras gritaba el nombre de su amante y su semilla quedó atrapada en el preservativo; sin embargo, el rubio no salió del otro ni paró de estimularlo manualmente hasta que se aseguró que Kano se arqueó estrepitosamente, contrayéndose deliciosamente por dentro y finalmente se derramó en su mano e igualmente gimió el nombre de su amante con los ojos verdes llenos de lágrimas.

 

°º¤ø,¸¸,ø¤º°`°º¤

Abril 2013

 

Valentine había quedado de encontrarse con Sylphid en un pub de Barnsbury en Inglaterra, el mismo establecimiento Radamanthys y sus hombres frecuentaban desde hace años. El lugar acaba de abrir en aquel soleado día de primavera, las mopas mojadas con detergente lava-pisos habían recorrido el piso pocos minutos atrás. Harpy era el primer cliente del día y, por lo tanto, permaneció solo con su pinta de cerveza obscura frente a él, escuchando claramente el movimiento de las cocinas del pub que comenzaban a calentar sus hornos y a agitar sus vajillas y cacerolas. También podía prestar atención si así lo quería al sonido de los televisores encendidos a lo largo del establecimiento; la ronda de partidos nacionales e internacionales comenzarían todavía dentro de una hora o dos, así que los canales sintonizados eran diversos: de noticias, de espectáculos, de golf, del clima…

 

El abogado de cabellera rosada resopló molesto por la impuntualidad de su amigo, de hecho, tuvo que esperarlo por cerca de un cuarto de hora hasta que el apuesto hombre peliplateado hizo acto de aparición con fingida pena en el rostro a causa del grave retraso de su llegada.

 

La verdad, Valentine apenas y se molestó en sermonearlo brevemente por su falta de formalidad, pero la verdad era en vano, sabía que Basilisk nunca cambiaría realmente, ni siquiera todos aquellos estrictos años bajo la severa tutela de Wyvern habían hecho demasiada mella en él.

 

Luego de recibir el clásico regaño de Harpy, Sylphid pidió una cerveza para acompañar a su amigo y comenzaron hablando sobre sus vidas de manera superficial. Luego, pasaron al tema que les importaba más en aquellos momentos: su adorado superior Radamanthys.

 

— ¿Cómo ha estado él? — preguntó nervioso Basilisk mirando el borde de su cerveza fijamente.

 

— Aparentemente bien para el resto del mundo, sobre todo frente a los preparativos de la boda y con la señorita Pandora, pero… — Valentine bebió de su tarro para interrumpirse a propósito.

 

— ¿Pero? ¿Qué está mal en nuestro señor? — preguntó impaciente el hombre de cabellera plateada.

 

— ¡Todo! Absolutamente todo. El señor Radamanthys ha adquirido unos hábitos para beber alcohol terribles: desde que despierta hasta que duerme tiene whisky en la sangre; está en un estado adormecido y atontado a propósito, aunque por supuesto no ha descuidado el trabajo… demasiado.

 

— ¿¡Cuándo está con la señorita Pandora está tomado?! — exclamó pasmado Sylphid.

 

— ¡Por supuesto que no! Y cuando tiene que dejar de tomar porque sabe que la verá a ella, deja de tomar por días y cae en un estado depresivo en el que se obsesiona demasiado con el trabajo. Ha habido muchas veces en las que se ha quedado despierto toda la noche en la oficina sin parar de trabajar. Sylphid, estoy muy preocupado por él — puntualizó sumamente angustiado el pelirosa.

 

— ¿Qué es lo que sugieres? ¿Qué regrese con Kanon? — le miró con ojos afilados Basilisk.

 

— No tengo idea — admitió cabizbajo —. Sé que terminaron demasiado mal, cuando el señor Radamanthys regresó de Athenas tenía la nariz rota y el labio y la ceja partidos, además de tener el rostro lleno de moretones, pero él no quiso decir ni una sola palabra al respecto. Ni qué decir de la sombría aura que lo rodeó por semanas después de eso —

 

— Pues a Kanon se le mira bastante bien… — señaló Sylphid mirando al televisor que tenía frente a él, Valentine tuvo que girarse por completo desde su asiento para contemplar la misma escena que su interlocutor.

 

Era un extracto del último video musical de Poseidon Marines. En la producción audiovisual se miraba a Kanon recorriendo algún callejón de una ciudad en una vistosa y ostentosa motocicleta Harley Davidson en compañía de una voluptuosa super modelo pelirroja que vestía un minúsculo short y un top negro que parecía casi obsceno para ocultar sus frondosos pechos. Ambos protagonistas de la secuencia se encontraban con actores personificados como animales de la selva que intentaban atacarlos y devorarlos, pero la pareja conseguía siempre escapar ingeniosamente. El video musical tenía escenas intercaladas por la banda tocando la canción The Zoo vestidos con ropa de comando en un set bastante parecido a una selva. La verdad, la secuencia era sosa, pero la producción era bastante alta y sin duda el carisma de la banda socavaba todos los errores de creatividad de la historia.

 

Luego del video, apareció una periodista británica quien logró interceptar al famoso cantante griego al salir de un concierto hacia su vehículo: una camioneta negra blindada. Lo novedoso de la situación era que el cantante estaba acompañado por una preciosa joven rubia y ambos iban tomados de la mano.

 

— Kanon, díganos quién es esta adorable señorita, por favor — alcanzó a gritar la empedernida entrevistadora.

 

El griego llevaba unas gafas de sol oscuras y, a pesar de que los grandes lentes Ray-Ban ocultaba la mitad de su expresión, sin duda para todo el público fue clara la completa sonrisa socarrona que se asomó de sus apetecibles labios varoniles.

 

— Ella es la persona más especial en mi vida — confesó y automáticamente la cámara enfocó a la joven de ojos azules y rasgos angelicales quien sonrió fingiendo sonrojo.

 

Luego, los dos se escabulleron y sus guardaespaldas bloquearon más intromisión periodística. A continuación los conductores del programa de chismes comenzaron una furiosa discusión en la que resaltaba el mordaz comentario de uno de ellos: "¿Y qué hay de esos fuertes rumores de que Kanon Didymoi vivía felizmente con otro hombre en Inglaterra?"

 

Sylphid esbozó una expresión de asco y cuando no pudo más hizo ademán de escupir al suelo, quería soltar una serie de blasfemias hacia el griego, pero notó que la mirada de Valentine estaba un tanto aterrorizada y miraba sobre el hombro de Basilisk.

 

El hombre de cabellera plateada giró lentamente la mirada detrás suyo y no esperó encontrarse con la gran anatomía de Radamanthys quien miraba fijamente al televisor todavía.

 

— ¡Se-señor! — exclamaron los dos al unísono sin poder creérselo. Aunque resultaba algo no tan inverosímil el encontrárselo ahí mismo dados los recientes hábitos alcohólicos de su superior y que los dos se encontraban en el pub favorito del rubio.

 

— Ella es Thetis Solo, sin duda es verdad lo que dijo Kanon: es una mujer muy especial en su vida — habló Wyvern tranquilamente.

 

Los dos pupilos tragaron saliva con dificultad y nerviosos saludaron al inglés quien denotaba un aspecto físico terrible: estaba demasiado pálido y con los ojos hundidos en ojeras de meses, su cuerpo ya no era frondosamente corpulento y musculoso: de alguna forma él había adelgazado mucho. Además, a pesar de que fingía ver con naturalidad el espacio dedicado al griego en la televisión, sin duda sus ojos ámbar se empañaron con tristeza.

 

— ¿No iba a ir a Alemania este fin de semana, señor? — quiso saber Valentine conociendo de memoria la agenda de su jefe y asustándose por la sorpresa ¿Qué hubiera sucedido si su adorado superior lo descubría planeando lo prohibido: un reencuentro amoroso con Kanon?

 

— Se cancelaron los planes con la señorita Pandora, parece que surgió una emergencia en Münich ¿Puedo sentarme? —

 

— ¡Por favor! — exclamó Sylphid embelesado con la presencia de Radamanthys mientras se hacía a un lado para invitarlo a compartir el sillón gabinete con él; Basilisk adoraba tanto al rubio casi como Valentine por lo que parecía ensoñado de compartir la mesa y unos tragos con él, después de todo el peliplateado luego de vivir bajo la tutela del inglés se alejó de Elysium y trabajó por su propia cuenta en otros países, así que los momentos que podía volver a compartir con Wyvern eran de ensueño para él.

 

Harpy puso los ojos en blanco y se puso a reflexionar brevemente. Podía tomarse como una traición a Elysium y al presidente Hades el querer unir de nuevo a su señor Radamanthys con Kanon y con ello arruinar el matrimonio político y estratégico de Wyvern con Pandora; pero pensándolo profundamente aquello le importaba un bledo. Valentine era completamente leal a Radamanthys, no a los Heinstein.

------------------------------

 

Hades caminaba con apremio y majestuosa elegancia a través de los largos y viejos pasillos del castillo Heinstein. El hombre que tenía un porte casi divino mostraba una mueca de molestia en su impecable rostro de facciones sobrenaturalmente hermosas. Su larga cabellera negra se mecía suavemente detrás de su espalda al compás de sus severos pasos los cuales resonaban con mayor fuerza en las paredes de piedra entre más se sumergía en las mazmorras de la vieja construcción.

 

El actual líder de los Heinstein estaba ataviado de manera seminformal con pantalones de vestir negros y una camisa azabache de seda y manga larga. La verdad, aquellos colores obscuros contrastaban sublimemente con su piel blanca como alabastro.

 

Finalmente giró en una esquina en semipenumbra y entró de lleno a un lugar secreto del castillo: los calabozos y la sala de torturas que, de hecho, continuaban en perfecto funcionamiento.

 

El imponente hombre de ojos turquesa entró a los calabozos y se dejó guiar por el sonido de grilletes en movimientos y, sobretodo, la severa voz de su hermana mayor.

 

Pronto, estuvo en una celda en donde dos jóvenes de hallaban encadenados y con signos de maltrato físico reciente.

 

— ¡Señor Hades! — exclamaron todos los sirvientes y Pandora la unísono al chocar con la inesperada presencia de la máxima autoridad de la familia.

 

El hombre hizo caso omiso de los reclamos de su hermana mayor y sólo exigió una cosa.

 

— Liberen de inmediato a Tenma — bramó con tal autoridad que un escalofrío recorrió el cuerpo de la mayoría de los presentes.

 

— ¡Pero…! — protestó Pandora algo nerviosa.

 

— ¿Estás retándome, hermana? —

 

— ¡De ninguna manera, mi querido hermano! — tembló la hermosa mujer — ¿No escucharon? ¡Liberen al más joven de los dos!

 

En cuestión de segundos el muchacho de cabello castaño fue liberado y, aunque bastante altivo todavía a pesar de la paliza que había recibido, permaneció de pie mirando retadoramente a Pandora y luego su mirada se suavizó al tener de frente a su querido amigo; no obstante a Tenma se le hizo un hoyo en el estómago cuando aquellos ojos turquesas le devolvieron una gélida mirada, tal fue el efecto que a Tenma se le heló el corazón.

 

— Él es mi invitado de honor en este catillo ¿Entendido? — habló la profunda voz de Hades quien después de dar esta orden inapelable se giró con la absoluta disposición de retirarse.

 

— Hades, por favor, Ikki viene conmigo, no puedo permitir que nada malo le pase — intercedió Tenma por el otro joven aún apresado.

 

— Y los invitados de Tenma, son mis invitados también — zanjó con precisión el hombre de gran autoridad y finalmente salió del lugar sin permitir que nada más lo volviera a interrumpir.

 

Pandora fulminó al muchacho proveniente del Santuario y apretó sus puños con tal fuerza que se enterró las largas uñas en las palmas de sus manos.

 

— Perfecto… — habló Fénix impávido, a pesar de que tenía el rostro lleno de cardenales y sangre; por no hablar de cómo estaría seguramente su cuerpo bajo la tela de su ropa — ¿Así que soy el invitado de honor del señor de la casa? — habló su varonil voz permanentemente desafiante —. Quiero que me liberen ahora, pero exijo que Pandora sea la que me quite estas cadenas en persona… sin ayuda… —

 

— ¡Ikki! — le regañó Tenma por el innecesario atrevimiento.

 

— ¿O qué? ¿Los invitados personales de tu hermano te importan un comino? ¿No dicen que la gente rica y educada es especialmente generosa con sus huéspedes de honor?

 

La mirada violeta de la regia mujer cortó la garganta de aquel hombre en su imaginación. Aun así, orgullosa, exigió la llaves de las cadenas a uno de los sirvientes.

 

Pandora vestía una corta falda que sin duda todos disfrutaron ver recortada cuando ella tuvo que inclinarse para abrir los candados que aprisionaban a Ikki y el muchacho fue quien más saboreó el espectáculo.

 

°º¤ø,¸¸,ø¤º°`°º¤

Notas finales:

Una disculpa por la tardanza.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).