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Rock you like a hurricane por Athena Selas

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Rock You Like a Hurricane

Capítulo 17


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Mayo 2011

 

Kanon había ingresado a una clínica de rehabilitación desde marzo. Este centro se hallaba en Escocia y había recibido todo el apoyo Radamanthys para comenzar su tratamiento por el tiempo que fuera necesario para renunciar a las adicciones que más daño le provocaban en su vida diaria: las drogas y el alcohol.

 

No era la primera vez que el cantante había intentado deshacerse de aquellos vicios tan crónicos, pues aquello ya había ocurrido varias veces antes, aunque ciertamente no recibió la motivación necesaria durante aquellos episodios. Por ejemplo, hace años Julián Solo lo había obligado condicionando su financiamiento para los álbumes de lanzamiento de Poseidón Marines, naturalmente aquella vez fracasó y el griego estuvo fuera de la clínica cuatro semanas después peor de dependiente a los narcóticos y a pesar de ello el millonario invirtió en la banda de Kanon; en otra ocasión tuvo que cumplir 30 días de rehabilitación como parte de una sentencia por un delito menor que cometió en Canadá y que involucraba el uso de drogas. Aunque Dragón Marino disfrutó bastante pasar un mes de vacaciones en el país del maple, sus adicciones no cedieron en lo más mínimo. Además, hubo otros dos o tres intentos similares que no valía la pena no recordar.

 

Esta vez era diferente por completo y Kanon lo saboreó desde el primer momento, pues jamás había declarado por su propia cuenta su voluntad por rehabilitarse. Así, junto a su pareja, buscaron por días un lugar que realmente gustara y acomodara al gemelo. Hubo tres condiciones que el cantante exigió para seguir adelante: la primera consistía en que el lugar contara con alberca y le permitieran practicar su deporte preferido; la segunda era que el lugar y el método de rehabilitación no parecieran una cárcel o un hospital psiquiátrico, pues Kanon había tenido pésimas experiencias con rehabilitaciones de corte militar; y por último, pero no menos importante, el peliazul exigió un lugar no demasiado lejos de Radamanthys, pues quería que su novio lo visitara al menos una vez a la semana.

 

Así, luego de una diligente búsqueda, encontraron un muy agradable lugar que se adecuaba a las exigencias del gemelo. Se encontraba muy cerca de un encantador pueblo al sur de Escocia llamado Hawick. La clínica de rehabilitación tenía la apariencia de un magnífico hotel estilo casa de campo. Desde su ingreso, Kanon se sintió cómodo y totalmente apoyado por profesionales en quienes confió para comenzar su largo camino de purga corporal y mental.

 

Recibía terapias grupales e individuales diariamente, así como seguimiento médico excepcional; había muchas otras actividades relajantes y purgatorias que ocupaban la mayor parte de su día, tales como entrenamientos de yoga, tai-chi o incluso clases de gimnasia o baile; por supuesto, había una hora al día muy bien marcada en la que al menos la mitad de la piscina era solo para su uso personal, también había talleres pacíficos de todo tipo, como arte sobre madera, corte y confección, cocina, pintura, poesía o clases de piano. Por último toda aquella gran vida se complementaba con terapias extras alternativas como masajes, saunas, baños en lodo, aromaterapia o meditación.

 

Los fines de semana recibía visitas de Radamanthys y aunque una de las reglas del lugar establecía que estaban prohibidas las muestras efusivas de amor, a Kanon no le molestaba esto y, de hecho, le entretenía encontrar lugares nuevos y privados en los que comerse a besos al abogado y meterle la mano a su pareja debajo de la camisa o el pantalón para desquitar toda la semana sin poder verlo.

 

De esta manera, con tres meses cumplidos dentro de la clínica con excepcionales avances y buen comportamiento Kanon se encontraba en una fase óptima dentro de la etapa de su rehabilitación para dejar de una buena vez sus preocupantes adicciones; sin embargo, aunque todo parecía luminoso y optimista, Dragón Marino no podía jactarse de que todo iba totalmente bien, pues por las noches, cuando su mente no estaba ocupada con las agradables actividades del lugar, los peores momentos le venían estando solo en la cama de su habitación, tan lejos de los brazos de Wyvern que tanto necesitaba. Terribles pesadillas lo acosaban, algunas recapitulando los más dolorosos y oscuros episodios de su vida y otras tantas creando ridículas pesadillas obra de la abstinencia de drogas las cuales su cuerpo y mene exigían pujantemente; pero a pesar de todo, el gemelo resistía heroicamente con lágrimas en los ojos mientras mordía y abrazaba su almohada, pues se decía a sí mismo que él era más fuerte que eso y resistiría los estragos dolorosos de la desintoxicación física y mental.

 

Los médicos de cabecera que vigilaban su rehabilitación declararon que Kanon apenas y estaba arañando la mitad de su tratamiento, por lo que a Dragón Marino aún le quedaba un largo camino por recorrer, del cual poco a poco superaba la parte más difícil que era el inicio.

 

El cumpleaños número treinta y uno de Kanon se llevó a cabo dentro de la clínica en donde le prepararon un saludable y bonito festejo en el cual hubo música de jazz suave, regalos elaborados en los talleres de la clínica por otros pacientes que se convirtieron en pasajeros amigos de terapia, así como una rica lasgna vegetariana y pastel de zanahoria. Para beber había infusión de manzanilla o ponche de frutas bajo en azúcar. A Dragón Marino no le molestó que su cumpleaños pareciera más un festín digno de asilo de ancianos si lo comparaba con la fiesta desenfrenada en un yate en el Mediterráneo que había tenido el año pasado porque esta vez a su lado se encontraba Radamanhys apoyándole de una manera que nunca antes nadie había hecho por él, ni siquiera Julián o Saga.

 

Luego de la fiesta, el gemelo lanzó una mirada coqueta a su pareja, la cual Radamanthys conocía muy bien a esas alturas y tragó saliva con dificultad, sintiendo un cosquilleo en la entrepierna.

 

Diez minutos después la pareja se encontraba encerrada en una bodega de intendencia devorándose a besos y con la mitad de sus ropas en el suelo. Kanon, completamente desesperado por tener sexo rápido de cumpleaños con su novio, palpó la entrepierna del rubio y sonrió gustoso al notar que un formidable bulto resaltara tan pronto, pues no necesitaba más.

 

— Métemela ahora — le ordenó pausando el beso húmedo y apasionado que mantenían.

 

El inglés, jadeante, ni siquiera se negó, prolongó la unión de sus ávidas bocas unos segundos más y posteriormente se separó del pelilargo con un sórdido sonido de sus bocas. En la bolsa trasera de su pantalón había metido un condón aquella mañana, previniendo que ambos llegarían a aquel punto; la utilidad de condón, a parte de protección, consistía en lubricación sencilla y eficaz, pues resultaba más práctico para las relaciones sexuales exprés que mantenían en la clínica.

 

Kanon observó hambriento como Radamanthys desabrochaba su cinturón y bajaba la bragueta de sus pantalones y unos segundos después contempló aquella apetitosa erección la cual enfundó con el condón de lubricante extra; el gemelo suspiró ansioso cuando sintió que las grandes manos de su pareja bajaban su pantalón deportivo al mismo tiempo que su ropa interior, luego Wyvern lo posicionó contra la pared de la bodega de escobas y Kanon colocó sus brazos como amortiguadores para lo que venía.

 

El abogado posó sus manos en las caderas tatuadas de aquel hombre y acercó su boca a la oreja derecha del griego, mordiéndola suavemente.

 

— Feliz cumpleaños, Kanon — jadeó el rubio en el oído de su amante justo antes de guiar el glande de su miembro hacia aquella entrada que tanto había anhelado durante toda la semana. Por su parte, el griego contuvo la respiración y mordió su labio inferior cuando comenzó a sentir la lenta invasión, en cuanto el grueso tronco comenzó a hacerse espacio la inicial sensación de dolor obligó al peliazul a contener sonido de queja alguno.

 

En poco tiempo, Wyvern estaba completamente dentro de su pareja y observó triunfal cómo el rostro del otro se escondía a propósito, pues el enrojecido rostro Kanon se encontraba sublimado por el choque de sensaciones en tan pocos segundos.

 

Radamanthys, completamente excitado comenzó a arremeter contra el festejado, sosteniéndolo por las caderas y eventualmente por el abdomen. El cantante hacía todo lo posible por suprimir su voz, pero de vez en cuando de sus labios se escapaban eróticos pujidos que encendían por completo al inglés quien incrementaba las estocadas contra la próstata del pelilargo. Kanon cedió rápidamente a la bucólica sensación de éxtasis sexual y disfrutó del apareamiento cabalmente e incluso deslizó una de sus manos hacia su propia erección, la cual saltaba al ritmo de las embestidas, la atrapó con firmeza y comenzó a masturbarse vigorosamente, incrementando por completo su cercanía al orgasmo.

 

Eventualmente aquel acto sexual culminó algunos momentos después en medio de gemidos imposibles de ahogar y que, con un poco de suerte, muy pocos o nadie habría de notar.

 

A la lujuriosa pareja sólo le tomó alrededor de veinte minutos entregarse a los brazos de Eros, aunque sin duda más de uno de los participantes en el festejo de Kanon notó que la ausencia resultó demasiado larga sólo para ir al sanitario; a pesar de esto, nadie en realidad realizó algún comentario cuando el festejado volvió radiante al salón de la clínica donde solían festejar los cumpleaños y, sospechosamente, el rubio regresó también detrás de él pocos momentos después con una sonrisa de completa satisfacción.

 

La celebración, por regla del establecimiento, no duro mucho tiempo para evitar que la convivencia fuera demasiado estimulante para los pacientes en proceso de rehabilitación. Así, Radamanthys se despidió del griego antes de las seis de la tarde, hora en que las visitas debían retirarse.

 

— ¿Cuál fue tu deseo al apagar las velas del pastel? — quiso saber Wyvern inesperadamente curioso.

 

El cantante soltó una risa traviesa y se hizo el difícil.

 

— Si te lo dijera podría arruinar mi deseo — le contestó mirándolo con aires infantiles.

 

— O quizás podría ayudarte a cumplirlo — defendió el abogado.

 

— ¿En serio? ¿Te crees tan omnipotente?

 

— Pruébame.

 

El gemelo lo miró desafiante y colocó uno de sus dedos índice bajo su barbilla para observar al otro con aire pensativo, luego de unos segundos meditándolo le concedió al inglés su petición.

 

— Deseo rehabilitarme en pocos meses y luego poder vivir bajo el mismo techo que tú como tu pareja.

 

Radamanthys arqueó las cejas sorprendido por aquella confesión tan directa y trató de digerirla un poco. Y pensándolo bien, la simple idea provocó que dentro de él explotaran una serie de sensaciones placenteras que le hicieron soltar una risa ensoñadora completamente ajena a su usual manera de ser.

 

— Pues entonces tarda en rehabilitarte lo que sea necesario porque cuando seas dado de alta vendré por ti y te llevaré a nuestro departamento a festejar este gran logro.

 

Kanon abrió sus esmeraldas ojos como plato y la respiración se le cortó con aquella respuesta tan tremendamente reveladora. Al recuperar el aire en los pulmones aspiró profundamente un par de veces y luego se abalanzó contra Wyvern, rodeó su cuello con ambos brazos y le plantó un muy largo y amoroso beso que se extendió por algunos minutos, pues para el griego aquel era realmente el mejor regalo de cumpleaños que pudo haber recibido en mucho, mucho tiempo.

 

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Junio 2013

 

Albafica arribó al aeropuerto de Athenas por la mañana. El hermoso joven se encontraba fastidiado por el retraso que tuvo el vuelo de Italia a Grecia, el cual le hizo pasar más horas dentro de la sala de espera que en el mismo avión.

 

Esperó, con el rostro fruncido en una mueca de hastío, que su equipaje llegara delante de él en la cinta transportadora de la sala de llegada y, entonces, jalando su valija, se apresuró a llegar a las puertas de salida del aeropuerto, en donde encontró el establecimiento de taxis de su confianza y comenzó a regatear el precio para que lo llevaran hasta el Santuario, lo cual le saldría bastante caro de por sí. Llevaba prisa, pues tenía que llegar puntualmente a una cita y si no lo lograba, el volver a conseguir que le agendaran un espacio podría ser complicado. Aquello era molesto, pues el retraso del vuelo le impidió trasladarse hacia su viejo hogar en autobús.

 

Minutos después abordó el taxi y suspiró calmado, pues había acordado un precio razonable por el largo traslado. Cuando el auto comenzó a moverse, sacó su teléfono móvil y llamó a Minos, fue veloz, pues el noruego se encontraba en medio del trabajo, pero Albafica se reportó y le hizo saber que estaba bien y prometió comunicarse más tarde. Finalmente, el modelo se despidió con un rápido 'te quiero' casi imperceptible, como si decir esas palabras le quemara la garganta, y entonces colgó.

 

Una hora y media después se encontró frente a la verja imponente de hierro y ladrillos con el característico símbolo de la Fundación. Realizó los protocolos necesarios para poder ingresar y exactamente al mediodía, se encontraba caminando por su entrañable viejo hogar. Aspiró profundo el característico olor de césped recién cortado de los jardines e hizo un mayor esfuerzo por atrapar el aroma del laberinto de rosas que se encontraba a unos cientos de metros de la entrada y que tanto amaba desde que era un chiquillo. La sensación le humedeció los ojos por la emoción, pero recuperó la compostura de inmediato y caminó decididamente al edificio principal del lugar.

 

En unos minutos se encontraba en el pasillo que lo condujo a las oficinas administrativas del Santuario y aun llevaba su valija consigo, pues no tuvo tiempo de pasar a sus habitaciones de huésped donde descansaría por un día o dos. Miró su reloj de muñeca y después tragó saliva nervioso, tenía cinco minutos de retraso y nunca le había gustado defraudar a aquel hombre que siempre respetó profundamente. Finalmente se posicionó frente a una gran puerta de roble tallado y barnizado, tomó la aldaba con la forma del símbolo de la Fundación y tocó tres veces. Aquella voz profunda respondió con un "adelante" y entonces se aventuró a entrar en aquella amplia y magnífica oficina llena de libreros y repisas y en cuyas paredes, techo y columnas predominaba el inmaculado color blanco. Pisó la siempre limpia alfombra de color azul marino y fue directo al fondo del lugar.

 

— Buenas tardes, Saga — saludó respetuosamente Albafica inclinándose involuntariamente ante la mano derecha del Patriarca.

 

— Hola, Albafica — contestó el mayor sonriéndole cálidamente y el hermoso joven experimentó aquella clásica sensación de confianza y dulzura que el hombre siempre transmitía a todos los habitantes del Santuario. — Por favor, toma asiento ¿Te apetece algo de beber? ¿Un poco de té y algunos bizcochos? ¿Quizás café? ¿O chocolate caliente tal vez?

 

Saga se encargó de poner cómodo al recién y el menor no pudo negarse a esta invitación pues tenía el estómago vacío y así, el aspirante a patriarca, lo envolvió en una atmósfera relajada y cómoda. El mayor llamó a través del teléfono de la oficina a la cocina y en unos minutos el ama de llaves trajo las bebidas calientes y los pastelillos para deleite de ambos.

 

El Géminis lo condujo por una conversación familiar, preguntando al hombre de cabellos celestes cómo era su vida últimamente en Italia, finalmente cumpliendo su sueño de estudiar Biología y Botánica en aquel país, felicitándolo por haber pagado los gastos con su propio trabajo como modelo unos años atrás. Saga, por su parte, le dio las últimas buenas noticias de la vida en el Santuario y contándole, sobretodo, de las novedades que los jardineros habían hecho en todo el lugar, especialmente en el laberinto de rosas que Albafica siempre amó tanto. El tiempo de duración de su entrevista con Saga se le fue en esta agradable y amena conversación sin si quiera notarlo, hasta que miró el reloj y cayó en cuenta de que le restaban quince minutos del tiempo que Saga había dedicado para él en su agenda, entonces, el aire se le vació de los pulmones y se maldijo a sí mismo por olvidar el motivo real que le hizo viajar de Italia a Grecia.

 

— Saga, he venido a hablar de tu hermano en realidad — declaró apresurado, pues ya había perdido suficiente tiempo.

 

El mayor se sorprendió por el repentino viraje de la conversación y arqueó sus pobladas cejas azules.

 

— ¿Kanon? ¿Qué pasa con mi hermano? Creía que tenías buena comunicación con él.

 

— Él no está nada bien, debes saberlo sin duda.

 

El Géminis suspiró y dejó su taza de té sobre un platito de porcelana. Cruzó sus piernas con tranquilidad y colocó sus manos sobre su regazo.

 

— Sé muy bien que atravesó por momentos muy difíciles durante los últimos meses por su separación con Radamanthys, pero me parece que era un proceso necesario y algún día aquello terminaría por reventar.

 

Albafica abrió sus grandes y hermosos ojos azules, pasmado y, asombrado, estuvo en desacuerdo por primera vez en toda su vida con Saga e incluso se sintió escandalizado por sus declaraciones.

 

— Te equivocas —. No tuvo miedo de defender su punto y su fortaleza nata lo rodeó de inmediato para enfrentar a aquel imponente hombre —. Conozco muy bien esa relación, estuve muy cerca desde que comenzó a sembrarse algo entre ellos e incluso fui testigo ocasional durante su florecimiento, esa separación tan violenta no tenía por qué suceder, fue completamente injusto.

 

Saga se tensó levemente y separó sus piernas.

 

— ¿Sabías del compromiso marital de Radamanthys con Pandora? — le enjaretó el Géminis.

 

— Por supuesto, y Kanon también lo supo desde el principio.

 

El aspirante a patriarca entrelazó sus manos sobre el escritorio y escondió su boca detrás de estas.

 

— ¿Y, por lo tanto mi hermano afrontaba las consecuencias de la infantil ilusión de vivir con aquel hombre como si fuera el amor de su vida hasta que su burbuja de fantasía se reventara al llegar la hora del matrimonio de la verdad?

 

Albafica sintió como si un veneno se inyectara por toda su sangre, quemando sus venas, especialmente las que se encontraba en la zona de su abdomen, su pecho y su rostro.

 

— Tú hermano fue lo suficientemente valiente como para decidir luchar por el hombre que ama, aún con todos los monstruosos obstáculos que aquello representaba; aún con las heridas provocadas por los errores de su pasado que lo perseguirán de por vida.

 

El ceño del griego comenzó a fruncirse lentamente.

 

— ¿Y entonces qué salió mal? — le espetó Saga.

 

— Nada salió mal realmente, de hecho, las cosas fluían como era de esperarse. Tú crees conocer a los hombres de Hades, pero te equivocas con todos ellos. Es verdad que son devotos a aquel hombre y su familia, pero también son independientes de él, sobretodo en su corazón. No podrías entender la perpetua lucha interna que sufren entre seguir a su líder religiosamente o seguir a su propio corazón y deseos.

 

— ¿Estás hablado por ti o por mi hermano? —. El mayor arqueó una ceja y casi telepáticamente Albafica leyó claramente un "Sé sobre Minos Griffon y tú" que los ojos verdes del otro le comunicaron tétricamente.

 

— Creo fervientemente que Kanon y Radamanthys pudieron haber afrontado aquella boda a su debido tiempo, juntos como la pareja espléndida que son; pero, con todo respeto, te entrometiste en donde no te correspondía, Saga, y destruiste el delicado equilibrio de aquella situación de manera irresponsable y deliberada.

 

— ¿Y tú punto aquí es…? — el aura del griego se tornó en un segundo oscura y aterradora, el joven modelo escuchó rumores sobre aquella situaciones con Saga que podrían resultar hasta peligrosas, pero no se doblegó, su intervención ahora mismo era crucial.

 

— ¿Te importa tu hermano? Hablo en serio — lo retó Albafica con el valor que lo caracterizaba.

 

— Él es la otra mitad de mi existencia, por supuesto que me interesa su bienestar.

 

— No lo creo — soltó atrevidamente. — Si fuera así, sabrías lo que representa realmente el amor de Radamanthys en su vida. Entenderías por qué aquel hombre fue el único que aceptó su existencia tal cual, algo que tú dejaste de hacer desde que eran niños. Wyvern decidió cuidarlo y protegerlo desinteresadamente, aceptando que Kanon también lo cuidara y lo protegiera a su manera. Entenderías que esos dos se complementan de una manera profundamente envidiable y sincronizada. Entenderías que el corazón de tu hermano finalmente encontró la paz y la calidez que perdió desde que cayó en el correccional de menores en la adolescencia. Entenderías por qué tu hermano dejó de buscar un desahogo destructivo en las drogas, en el sexo y en una vida vacía llena excesos que lo estaba orillando al suicidio involuntario por sobredosis. Entenderías si tan sólo hubieras escuchado a Kanon alguna vez en lugar de escucharte a ti mismo juzgando e intentando dirigir una vida que dejaste de conocer hace demasiado tiempo, cuando tu gemelo y tú todavía eran niños.

 

Saga escondió su mirada en su flequillo y golpeó firmemente su escritorio con su puño, parecía que podía partirlo en dos solo con esa fuerza.

 

— Tu tiempo terminó en esta oficina, Albafica, retírate por favor —. La voz que salió de Saga era por completo espectral y un escalofrío recorrió toda la espina del invitado.

 

El joven de cabellera celeste se puso de pie y tomó su valija para retirarse, no sin antes agregar:

 

— Si de verdad te arrepientes del daño que pudiste causar a tu hermano o de las cosas que no hiciste para ayudarlo en el pasado, te invito a ayudarme a que esos dos se hablen de frente y a solas con la mejor disposición por parte ambos. Quizás puede ser ya muy tarde para que sigan juntos pero al menos tu hermano podrá recoger los pedazos de su corazón destrozado y rehacer su vida decenteme o, quizá, tal vez, ambos tengan un final feliz juntos milagrosamente.

 

Saga no abrió la boca para nada y Albafica, satisfecho de haber desahogado hasta la última palabra de lo que tenía que decir, caminó con un hermoso contoneo natural hasta la puerta y la cerró detrás de él.

 

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Ikki se encontraba fastidiado por lo fútil que comenzaba a resultar aquella misión en el castillo Heinstein; comenzó a insinuarle a Tenma que sacarían mejores resultados saliendo de aquel lugar controlado por Pandora y sus hombres; no obstante, el muchacho de cabellos castaños le daba largas al Fénix y lo invitaba a irse del castillo si tanto aburrimiento le causaba permanecer ahí. El mayor rodaba los ojos y resoplaba molesto para después lanzar algún comentario sarcástico.

 

En realidad Ikki no se encontraba del todo hastiado, pues su pequeño pasatiempo le ayudaba a matar el tedio de su monótona vida en el castillo.

 

A parte de entrenar por un par de horas en los jardines del castillo, el Fénix se entretenía encontrando a Pandora por cualquier rincón de la vivienda que fuera de uso común, como alguna de las estancias, las escaleras, los estudios y los comedores. Ella salía todos las mañanas a trabajar a la sede matriz de Elysium y regresaba después de la hora del té para atender asuntos concernientes a la gigantesca vivienda de los Heinstein y, ocasionalmente, de su propia boda.

 

Al principio ambos se dirigían comentarios mordaces y venenosos, como era de esperarse y, al paso de los días e incluso semanas, alguna conversación más o menos decente podía salir de aquella relación de enemistad inicial. Ikki supo rápidamente que la voluptuosa mujer estaba fastidiada con la celebración de su matrimonio, pues todo el peso de la organización recayó de lleno únicamente sobre ella, ya que su futuro marido sólo asentía famélicamente a cualquier propuesta de su futura esposa respecto a los planes del festejo. Pandora, por su parte, supo que el Fénix se encontraba ahí para ser la nana de Tenma y que auténticamente los conflictos entre Saori y Hades le tenían sin cuidado, Ikki se preocupaba por personas a nivel individual, los líos políticos le tenían sin cuidado.

 

Un buen día, Pandora le ofreció tomar el té con ella, extendiéndole el plato de galletas como si acercara un tazón de leche a un gato callejero y ella rio divertida, sin un atisbo de malicia, cuando el orgulloso muchacho rechazó la oferta y salió de la habitación como un gato arisco y desconfiado.

 

Dos o tres días más tarde la bella mujer volvió a realizar la misma invitación en esa misma estancia, a la misma hora, pues sabía que el Fénix acudiría a husmear como ya era costumbre, y en esa ocasión Ikki aceptó con el ceño fruncido tomar una galleta y dos tazas de té negro sin crema ni endulzante, pues al joven no le gustaban los sabores dulces en absoluto.

 

A la semana siguiente él regresó y ella le tenía listos pequeños canapés salados por si al Fénix le apetecía acompañarla.

 

En general no conversaba mucho, pues ninguno de los dos era aquel tipo de persona elocuente y extrovertida. Eventualmente alguno lanzaba un comentario agudo como "¿No es hora de cambiarle el pañal a Tenma?" o "¿En tu boda estará lista tu escoba voladora por si tu marido decide escapar en el último segundo?". Ninguno de los dos se ofendía realmente y ahí comenzaba la verdadera conversación que no duraba más de tres o cinco minutos, sobre temas casuales, sin perder aquella nota de incordio mutuo. Luego, cuando se separaban, poco a poco los dos percibían que ambos disfrutaban de la compañía ajena.

 

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Tenma se encontraba por completo desesperado por ver a Hades, llevaban ya casi tres meses viviendo en aquella lujosa residencia sin resultados reales para su propósito. Entonces, durante dos semanas, planeo su siguiente movimiento: se colaría en el automóvil de Hades cuando él saliera como lo hacía diariamente a las diez de la mañana. Se pasó días enteros colándose a la cochera del castillo sin ser detectado y descifró la rutina de cada uno de los autos de lujo y así supo exactamente en cuál debía colarse de madrugada sin ser detectado por la seguridad y las cámaras del lugar para conseguir hablar finalmente con el hombre en cuesstión.

 

Al saber su plan Ikki se echó a reír y le declaró que lo pillarían de inmediato y que por su parte no le ayudaría en lo más mínimo.

 

El chico de ojos rojizos se encabritó un poco, pero era bastante frustrante discutir con el Fénix porque parecía una pared que no te devolvía ni el eco cuando decidía ignorarte.

 

Así, una noche caminó de madrugada por los pasillos obscuros y espectrales del castillo. La mayoría de las luces estaban apagas y algunas pocas encendidas con un tenue fulgor amarillento. El chico de cabellos castaños se escabulló silencioso como ratón, evadiendo las cámaras que tenía bien estudiadas ya, y se arrastró sigilosamente con una agilidad serpentina por las escaleras. Descendió y avanzó exitosamente por la mansión, pero conforme descendía y se alejaba de las habitaciones de descanso, las luces disminuían y la obscuridad parecía casi total.

 

No calculó la nula visibilidad y entonces tropezó torpemente y se estampó contra unos jarrones antiguos que se hicieron añicos estruendosamente.

 

Fue cuestión de segundos para que todas las luces del pasillo se iluminaran con fuerza sobre él, lastimándole la vista y en menos de un minuto, diez miembros de la seguridad del castillo lo rodearon por completo y Tenma no pudo correr porque se había lastimado la pierna con el jarrón.

 

El chico, a pesar de ello, forcejeó como loco contra sus enemigos con puñetazos y patadas de su pierna sana; no obstante, fue inmovilizado y atrapado rápidamente.

 

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Fueron necesarios tres hombres para trasladar a Tenma debido a su determinación por liberarse. Lo condujeron a una habitación desconocida para él. Los gorilas de seguridad entraron al lugar anunciando su llegada y pidiendo permiso solemnemente.

 

La habitación era más amplia que cualquiera de las estancias y comedores del castillo. De hecho sólo el gran salón de bailes podía superar sus dimensiones.

 

Los colores rojo, negro y dorado eran los que tapizaban por completo aquella recámara gigantesca, desde las paredes, el techo, las alfombras, los muebles e incluso la luz.

 

El muchacho de mirada rojiza fue depositado en una amplísima cama de dosel. Aquel lecho parecía pertenecer a la realeza debido a lo mullido que era, las colchas y cojines estaban fabricados de la tela más fina y suave que el joven había tocado jamás, incluso juraría que había detalles en hilo de oro sobre aquellas telas, sobre todo en las cortinas del alto dosel.

 

Los guardias se retiraron son celeridad y Tenma inspeccionó el lugar con sus ojos y entonces lo vio a unos cuantos metros lejos de él y la mirada se le cristalizó de emoción.

 

Hades, vistiendo una bata roja de seda, le daba la espalda y a pesar de eso, el chico lo reconoció por aquella cabellera magnífica: tan larga, negra y hermosa. El hombre observaba de pie la chimenea principal de la habitación; los fulgores rojizos del magnífico fuego bailaban incitantemente sobre la blanca piel de alabastro del multimillonario. Sus ojos turquesa relampagueaban imponentemente ante aquella luz natural y poderosa.

 

— ¡Hades! — chilló Tenma con todas las emociones desbordándose por su garganta. — Te estuve buscando todo este tiempo, finalmente te encontré —. Negó con la cabeza de cabellos castaños —. Mentira, tú me encontraste a mí…

 

El hombre no le contestó y continuó mirando abstraídamente la danza de aquellas brasas tan vivas y fascinantes.

 

— ¡Hades! Contéstame, por favor —. Se desesperó Tenma con rapidez —. ¿Hice algo malo? ¿Por qué actúas como si me odiaras? ¡Contéstame!

 

El heredero de los Heinstein hizo caso omiso a las demandas del otro un par de minutos más y de repente se giró, mirando penetrantemente a su invitado.

 

— Es verdad, Tenma, todo es verdad — hablo con su profunda voz de divinidad.

 

— ¿Eh? — exclamó confundido el determinado muchacho quien estaba a punto de levantarse de aquel lecho aún con una pierna ensangrentada.

 

— Mi objetivo es destruir financieramente a la Fundación Athena y con ello también a tu hogar, el Santuario.

La mueca de dolor y sorpresa que el muchacho esbozó fue completamente teatral, incluso su respiración, ya de por sí agitada, enloqueció al ritmo de su pulso cardiaco.

 

— ¿Sabes? Siempre he intentado escapar de los impulsos humanos más básicos, pues me parecen repugnantes y primitivos; sin embargo soy un humano al final de todo ¿No es así? A pesar de que toda mi vida intenté mantener esas odiosas sensaciones fuera de mí, pero entonces nos conocimos ¿Lo recuerdas? Hace dos años en el aeropuerto de Athenas, estabas perdido y me pareciste un incordio, pero rápidamente me conquistaste e incluso nos hicimos amigos —. Hades sonrió amargamente —. Si hubiera sabido entonces lo que me provocarías habría pedido a mis guardaespaldas que te echaran a patadas de mi presencia.

 

— ¿Pero qué estás diciendo? ¡No puede ser cierto! Tú no eres así de cruel ¿Por qué lo haces? Las señoritas Sasha y Saori son buenas personas, utilizan su dinero para ayudar a los demás y ellas son tan dulces, sabias y bondadosas ¡Hades, por favor!

 

— Exactamente, Tenma. Existe un motivo primordial para aquello y me parece tan básico y repugnante que me asqueo de mí mismo. — Hades se trasladó hasta donde se encontraba el muchacho, su mirada era peligrosa y el joven sintió sus entrañas retorcerse por precaución.

 

— ¿Ha..des?

 

El hombre alcanzó al joven y mirándolo desde arriba con satisfacción, tomó su barbilla y lo obligó a mirarlo directamente a los ojos turquesa.

 

— Te deseo a ti, Tenma, deseo que vivas el resto de tu vida conmigo.

 

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Notas finales:

Quiero aclarar que la obsesión de Hades por Tenma no es necesariamente sexual o amorosa, después de todo Tenma es muy joven aún. Dejo en claro que lo que sucede entre esos dos lo dejo a la imaginación de los lectores.

 

Cambiando de tema, los invito a a mirar un video musical de la agrupación alemana Warlock, específicamente una canción titulada All We Are ¿Qué tiene que ver eso con este fanfiction? Si tienen curiosidad, el perfomance de Kanon en los escenarios y en sus videos musicales lo imagino muy parecido a cómo lo hace la cantante de aquella banda. El nombre de ella es Doro Pesch y su larga y despampanante cabellera, el cuero ajustado lleno de estoperoles, el carisma y estilo, el movimiento de caderas, la sensación del rock ochentero, todo eso lo proyecto en mi mente cuando imagino a Kanon como estrella de rock. Si les agrada, les recomiendo otra melodía llamada Unholy Love, pero aquel performance ya es de otro estilo.

 

Espero sinceramente que mis larguísimas demoras para actualizaran no hayan ahuyentado a los seguidores de esta historia y los que aún quedan ojalá hayan disfrutado este capítulo el cual hice con mucho cariño, pues algunos lectores me escribieron por distintos medios para pedirme la continuación.

 

Gracias por su apoyo a todos los que me hacen llegar sus comentarios, créanme que este capítulo definitivamente no hubiera salido adelante sin su aliento.


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