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Rock you like a hurricane por Athena Selas

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Septiembre 2012

Girl, it's been a long time that we've been apart

Much too long for a man who needs love

I miss you since I've been away

Babe, it wasn't easy to leave you alone

It's getting harder now that I'm gone

If I had a choice, I would start

 

Poseidon Marines realizaba un arduo ensayo en una suntuosa casa a las afueras de Londres diseñada para estos propósitos. El quinteto y su leal equipo de producción se dedicaban a perfeccionar su nuevo sencillo hasta los límites más inimaginables, pues deseaban regresar a la escena internacional después de casi dos años de inactividad. Su intención era volver a destruir las listas de éxitos de los países más importantes en cuanto a consumidores de música comercial y comenzar a arrasar la escena pública nuevamente. Deseaban demostrar que habían madurado en muchos niveles y que su música aún permanecería por algunos años más en los primeros lugares dentro de los corazones de su público.

 

No one like you era el nombre de la canción que abriría el telón de su poderoso regreso. Compuesta por majestuosos riffs de guitarra en escala perfeccionados con maestría por el joven Io acompañados por el contraste de los acordes menos veloces, pero exquisitamente sincronizados, de Isaac. Esta enérgica melodía era enmarcada hábilmente por la batería de Bian y el solemne bajo de Sorrento ¡Y la voz de Kanon! El solista lograba aterciopelar su voz en los momentos adecuados de la letra y alcanzar las notas agudas versátilmente para lograr hacer de la melodía un mosaico de tonos que erizaban la piel si la interpretación y los instrumentos lograban acoplarse en los tonos adecuados.

 

No one like you

I can't wait for the nights with you

I imagine the things we'll do

I just wanna be loved by you

No one like you

 

Terminaron de tocar la pieza por décima séptima vez aquel día. Exhaustos, los miembros de la banda decidieron tomar un merecido descanso a mitad del ensayo.

 

Julian Solo llegó a la práctica para presenciar las últimas tres interpretaciones y el joven magnate estaba por demás complacido con la nueva canción. Al arribar discretamente al inmueble, tomó asiento cómodamente en un sillón blanco, previamente colocado por sus dos guardaespaldas justo tres metros frente a la banda, para así poder observar con deleite a los músicos que su dinero había convertido en una famosa banda de rock.

 

El llamado Rey de los Mares había decidido tomarse unos días libres para apreciar a detalle el minucioso trabajo técnico detrás de la reaparición de Poseidon Marines.

 

El joven billonario era irresistiblemente apuesto con un rostro aristócrata que bien pudo haber sido trazado por el pincel de alguno de los más talentosos genios de la pintura renacentista. Sus ojos eran de un azul sumamente intenso, como la superficie del mar mediterráneo que tanto amaba; su cabellera era larga, la cual se lucía sedosa por toda su espalda y su corte de cabello era magnífico, pues le brindaba un volumen adecuado que hacía lucir con gallardía el color celeste de su melena.

 

La presencia de Julian Solo se caracterizaba también por los impolutos trajes de diversos tonos blancos ceñidos a su atractiva silueta de adonis; los accesorios que acompañaban a sus conjuntos, calzado y cinturón, siempre iban del color caramelo hasta el beige o el blanco mismos, los cuales combinaban delicadamente con el inmaculado color de su vestuario. A pesar de ser inmensamente rico, el Rey de los Mares no gustaba portar demasiada joyería ostentosa; sin embargo, sí utilizaba distintivos relojes de oro y diamantes de marcas de lujo, los cuales coleccionaba minuciosamente.

 

— ¡Maravilloso, muchachos! ¡Espléndido! — alabó sumamente satisfecho Julian mientras aplaudía sin levantarse de su asiento.

 

Cuatro miembros de la banda sonrieron gustosos a su protector, orgullosos de sí mismos por las felicitaciones personales que estaban recibiendo pues adoraban a Solo casi como a un Dios. Excepto Kanon, pues normalmente solía ser el más rebelde hacia Julian a quien muchas veces había llegado a manipular a su favor.

 

— ¿Qué sucede Kanon? ¿Por qué no luces tan animado como tus compañeros? — preguntó el joven billonario dirigiéndose al griego quien secaba el sudor del cuello con una pequeña toalla.

 

— ¿Por qué tendría que estarlo? —desafió hosco el peliazul a su interlocutor —. Odio está canción y tener que repetirla tantas veces consecutivas me enferma.

 

— ¡Kanon! ¿Quieres mostrar un poco más de respeto hacia el señor Solo? —amonestó Bian quien usualmente era taciturno, pero cuando se trataba de enfrentar al griego debido a sus frecuentes despliegues de insolencia frente a Julian, el baterista no se contenía en lo más mínimo.

 

Dídymoi puso los ojos en blanco y al percibir la atmósfera hostil que comenzaron a generar sus compañeros alrededor de él, el peliazul optó por salir de la habitación con el propósito de evadir mayores percances para los cuales no tenía el más mínimo humor.

 

— ¿Alguien quiere decirme que le pasa a nuestro querido Kanon el día de hoy? — interpeló el Rey de los Mares a todos los presentes.

 

— Es Radamanthys — habló Isaac con respeto hacia su mecenas —. Me parece que rompieron hace diez días y desde entonces Kanon ha estado insoportable.

 

— Ya veo — aseveró el joven magnate, entrelazando los dedos de sus manos frente a su boca.

 

— Tomen un descanso — ordenó Krisha, el imponente hombre de tez morena. Su objetivo era disipar la tensión del ambiente —. Reanudaremos en cuarenta minutos, les recomiendo tomar un tentempié. Los cocineros dejaron listos bocadillos y bebidas en el comedor ¿Señor Julian, quiere que encargue cocinar algo en especial para usted?

 

— No, gracias, Krishna; pero ustedes tomen un refrigerio muchachos, lo necesitan — animó Solo con una sonrisa que a la banda hechizó y sosegó como por acto de magia.


 

Kanon entró a la sala principal de la casa veinte minutos después de haber estallado el breve momento de crispación entre él y sus compañeros. Ahí estaba Julian Solo de pie frente a un gran ventanal observando el hermoso paisaje campirano inglés lleno de luz y cubierto de brezo con profundas quebradas boscosas entre las cuales sobresalía un riachuelo.

 

El griego tomaba agua mineral de una botella e ignoró a Sorrento quien también estaba en la habitación leyendo el periódico The Telegraph del día.

 

— Julian — llamó su atención el pelilargo. Solo atendió de inmediato el llamado, girando un poco la cabeza para mirar de reojo al solista.

 

— ¿Si?

 

— Lo siento, me comporté inadecuadamente hace unos momentos — El Rey de los Mares era completamente débil ante cualquier muestra de sumisión por parte de Kanon.

 

— Disculpa aceptada, mi amado Dragón de Mar — El griego lo tenía donde quería, la prueba máxima radicaba en que Solo hubiese usado aquel sobrenombre cariñoso que el mismo Rey de los Mares había puesto a Kanon y que Julian solía ronronear a su oído cuando llegaban a tener intimidad. Incluso, el pelilargo se había tatuado un dragón de mar en la curva de su cadera izquierda, todo para el deleite de su mecenas.

 

— Yo…

 

— Ssssh… — El joven billonario se acercó y colocó un dedo sobre los labios del otro para silenciarlo. — Sé lo que pasó, tranquilo, mi Dragón de Mar, estoy aquí contigo.

 

— Sé que te tomaste unos días libres para venir a Londres ¿Tienes tiempo para que podamos hablar de ello a solas?

 

Julian emitió una risita complacida y colocó la palma de su mano sobre una mejilla del solista.

 

— Siempre tendré tiempo para ti.

 

Luego de acordar los pormenores más irrelevantes de su cita, Kanon se dispuso a salir de la sala para poder tomar un bocadillo antes de retomar el ensayo. Los ojos de Sorrento estaban clavados sobre él como dagas cargadas de rencor que lo hubiesen matado de haber sido posible; el griego, cínico, dirigió una mueca burlona al austriaco quien estaba eternamente enamorado con sinceridad de Julian Solo.

 

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Diciembre 2009

 

La inminente época navideña se podía respirar en las calles de Londres, no sólo por los espectaculares alumbrados y exuberantes adornos de temporada que vestían muchas calles de la ciudad, incluyendo los grandes árboles de navidad que coronaban las principales aceras, sobresaliendo, por supuesto, el emblemático árbol monumental de Trafalgar Square. Los centros londinenses de comercio más importantes se hallaban tapizados de carteles que invitaban a disfrutar lo mejor de la época decembrina gastando tu dinero en las mejores ofertas para regalos que ofrecían Todo esto acompañado con las múltiples y diversas grabaciones de los villancicos navideños más populares de todas las épocas.

 

Además, se podía percibir y casi tocar el espíritu navideño debido a que el ansia y el entusiasmo de la mayor parte de los londinenses que gustaban de esta festividad decembrina resultaba ser muy grande.

 

Idealmente en muchas oficinas los empleadores se relajaban un poco durante las últimas semanas del año y los oficinistas se sentían más risueños. En este escenario, Radamanthys aceptó salir con sus principales subordinados unos días antes de Navidad.

 

Bajo la promesa de que todos terminaran los pendientes más urgentes a tiempo, Wyvern se comprometió invitarles algunas rondas de tragos durante la noche. Así, una helada y húmeda noche de viernes, aproximadamente una docena de hombres salieron de las oficinas de la sede London Elysium y se dirigieron en automóvil hacia un pub bien conocido por ellos, pues habían pasado memorables momentos en aquel establecimiento donde las pintas de deliciosa cerveza inglesa siempre corrían en un ambiente adulto sumamente agradable y animado.

 

El grupo de abogados tuvo que soportar el tráfico que normalmente desquiciaba a Londres y se acentuaba críticamente durante la época navideña; así que la hazaña fue grande para cruzar media Ciudad y llegar Barnsbury, en Islington; sin embargo, ellos sabían que el embotellamiento que habían padecido bien valdría la pena.


 

Pasaba de medianoche y el ambiente en el local de un suburbio de Barnsbury era inmejorable. El establecimiento ocupaba toda la planta baja de un edificio de departamentos y aunque las dimensiones del lugar podían parecer reducidas, en realidad no lo eran, pero la cantidad de mesas y sillas que se necesitaban para atender a la gran demanda del pub reducía la libertad de espacio considerablemente.

 

En una mesa repleta de hombres, la compostura que habían intentado guardar delante de su jefe se había perdido después de cuatro o cinco rondas de cerveza y algunas otras bebidas alcohólicas de por medio. Los sacos y las corbatas habían desaparecido de sus atuendos y la mayoría había desabotonado el cuello de sus camisas.

 

— Jefe… — llamó Zeros, un hombre feo y pequeño con voz gangosa.

 

Radamanthys dirigió su mirada al subordinado quien había carraspeado para llamar su atención en medio del escándalo de música, conversaciones, utensilios de cocina y risas.

 

— ¿Es cierto que hace poco salió con alguien que no era la señorita Pandora? —lanzó nervioso el hombrecillo pues tenía la sensación de sostener una bomba activa en las manos que podría estallar si no era cuidadoso. Inesperadamente la mesa guardó silencio, expectante.

 

— Sí, es verdad ¿Cómo es que te enterase Zeros?

 

Todos los hombres miraron de reojo a Valentine quien al darse cuenta de que las acusaciones cayeron irremediablemente sobre él, enrojeció por completo y el labio inferior le tembló.

 

— Señor, yo… No era mi intención yo…

 

— Tranquilízate, Valentine — Wyvern le otorgó indulto inmediato a su leal asistente —. Así es, Zeros, salí solamente una vez con alguien hace un mes y no hay nada que reportar, no volvimos a vernos.

 

— ¿Era cierto que era alguien súper famoso, señor? — se anticipó Niobe atropellando sus palabras por la emoción de que su jefe estuviera tan accesible después de algunas pintas de cerveza acompañadas con copas de whisky.

 

— ¿Famoso? La verdad no supe quién era hasta que me crucé con él por mera coincidencia ¿Ustedes lo conocen? Kanon Dídymoi.

 

Las exclamaciones de asombro en la mesa no se hicieron esperar.

 

— ¿¡El cantante de Poseidon?!

 

— ¡Claro que lo conocemos! Sobretodo Zeros porque tiene sus películas pornográficas en sus carpetas de favoritos.

 

— ¡Yo no tengo pornografía en la computadora!

 

— Claro que sí y en la del trabajo.

 

El tema se diluyó rápidamente entre las risas y bromas que rápidamente comenzaron a surgir. A decir verdad, la mayoría de los hombres presentes sintieron una clase de respeto espiritual hacia Radamanthys ¡Pero qué fuerza de voluntad tan implacable! Pensaron asombrados. Aquellos que sabían quién era Kanon reflexionaron la idea que de haber tenido la oportunidad de su jefe, hubieran hecho lo imposible por llevarse a esa celebridad a la cama aunque fuese sólo una vez en toda su vida.


 

La madrugada estaba en su apogeo y el cansancio de la dura semana de trabajo hizo efecto sobre los ebrios cuerpos de los abogados quienes comenzaron a abandonar el pub poco a poco hasta que sólo quedaron Valentine y Radamanthys.

 

— Señor ¿está listo para irse? Me comprometí a ser el conductor designado que lo llevaría a casa.

 

— Sí, Valentine, te lo agradezco mucho. Pero antes quisiera salir a fumar un poco ¿Está bien?

 

— Por supuesto, señor, estoy a sus órdenes.

 

El rubio dedicó una breve sonrisa a su asistente quien casi pierde el aliento por aquella muestra de afecto por parte de su adorado superior.

 

Wyvern salió del establecimiento después de colocarse rápidamente su abrigo y una bufanda, preparado para el cambio de temperatura que le esperaba. Ya afuera, buscó en el bolsillo trasero de su pantalón una cajetilla de cigarrillos.

 

De este modo, comenzó a consumir el tabaco al aire libre en aquella noche fría de invierno.

 

Repentinamente a un costado del establecimiento muy cerca de él, en un callejón con poca iluminación, el rubio percibió que se estaba llevando a cabo una pelea callejera debido a los gritos y golpes que se escuchaban. Sin intenciones de meterse en donde no le correspondía, el abogado se dispuso a apagar el cigarrillo y regresar dentro del pub para buscar a Valentine.

 

No obstante, en un segundo reconoció a una de las voces que bramaba violentamente en la disputa del callejón ¿Kanon?

 

Entonces, el rubio se paralizó y aguzó el oído para corroborar que efectivamente era él.


 

Las peleas callejeras carecían de reglas por excelencia Kanon había aprendido esa dura lección demasiadas veces durante su existencia desde que era un crío y escapaba constantemente de la seguridad del Santuario hasta llegar a capítulos más escabrosos de su vida en Grecia, los cuales prefería no recordar.

 

A pesar de su larga experiencia en ese tipo de situaciones, seguía encontrando sumamente cobarde que seis hombres se hubieran abalanzando contra él cuando inicialmente sólo había provocado a uno de ellos para salir del pub y entenderse con los puños.

 

Incluso con la severa desventaja acorralándolo peligrosamente, el griego había dejado fuera de combate ya a tres de los granujas como si se trataran de muñecas de trapo. Faltaban otros tres; desafortunadamente al abrirse paso en aquella pelea tan desigual había obtenido algunas heridas y golpes que mermaron su estado físico y esto le dificultaría salir airoso de aquel lío.

 

— ¿Qué pasa señoritas, mojaron sus pantalones porque su gallina plan no salió como esperaban? — se mofó el pelilargo.

 

— Te romperemos todos los huesos del cuerpo y ya no presumirás tanto tu bonita carita — le amenazaron acechándolo como buitres.

 

Con agilidad, Kanon esquivó los golpes desde los tres frentes que le rodeaban hasta dejar fuera de combate al más corpulento y a quien consideraba potencialmente más poderoso; sin embargo, debido a que quitarse de encima a esa gigantesca masa humana redujo su campo visual considerablemente, uno de aquellos individuos aprovechó la distracción para estrellar una botella de vidrio en la espalda del griego quien emitió un sonoro gemido de dolor e inevitablemente cayó sobre sus rodillas.

 

— Ya no te crees tan valiente ¿verdad, niño guapo? — habló el más flaco de los últimos dos que quedaban de pie y luego le escupió a Kanon quien se arqueó en el suelo debido al daño que le había provocado el objeto de cristal. A pesar de su clara desventaja, los ojos verde profundo del griego miraron desafiantes a aquel gusano que no se había atrevido a enfrentarlo solo. Furioso, el hombre delgado lanzó una patada al rostro de Kanon que estaba a centímetros del piso, luego continuó pateándole el resto del cuerpo, desesperado porque su rival no cedía más contra el suelo, incapaz de rendirse.

 

— Vamos Chad — apremió la sabandija flacucha al único aliado que le quedaba de pie —. Alcanza otras dos botellas para reventárselas en la cabeza a este imbécil.

 

Sorprendentemente, el pelilargo comenzó a incorporarse y atrapó una de las patadas de su rival quien comenzó a emitir chillidos de terror y sus quejidos se volvieron insoportables cuando el griego logró tirarlo al suelo debido a la fuerza con la que jaló su pierna, pero era demasiado tarde pues el tal Chad estaba ya encima de él listo para acabarlo cuando estrellara con fuerza una botella sobre su nuca.

 

Casi habría sido el final de Kanon si Radamanthys no hubiese llegado a tiempo para imposibilitar los movimientos de Chad por detrás, aplicándole una dolorosa llave que le obligó a soltar la botella, la cual se estrelló ruidosamente contra el suelo. El contrincante de Wyvern comenzó a gemir patéticamente.

 

— Escúchame, rata cobarde, si no me juras ahora mismo que te largarás y no volveré a ver tu cara de cerdo de nuevo por aquí, te romperé los dos brazos al mismo tiempo — le amenazó el rubio con una voz tan feroz que helaba la sangre y al mismo tiempo aumentaba la dañina presión a las extremidades superiores del otro hombre.

 

— Yo… — habló Chad completamente sofocado y sudando frío; luego gritó por el dolor que le infringió el recién llegado —. ¡Lo juro!

 

Wyvern soltó su agarre sin delicadeza y el hombre al que acababa de liberar lo miró horrorizado antes de salir despavorido de la escena.

 

— ¿Radamanthys? — jadeó Kanon mientras intentaba levantarse trabajosamente.

 

El rubio se acercó al maltrecho cuerpo del griego no sin antes dirigir una cruel mirada de advertencia al gusano flaco tirado sobre el piso, aquel hombrecillo estaba aterrorizado por el hecho de que hubieran llegado refuerzos para el pelilargo con la misma monstruosa capacidad de pelea.

 

— ¡Largo! — ordenó Wyvern y el individuo cobarde se levantó y se dispuso a correr, no sin antes caer absurdamente sobre la acera para ponerse de pie temblando y finalmente abandonó el callejón como un bólido.

 

— No tenías por qué ayudarme — espetó Kanon ya de pie con la boca sangrándole debido a que el piercing en forma de argolla que llevaba usualmente en el labio superior había desgarrado mucho tejido como resultado de la pelea. Igualmente su ceja izquierda sangraba copiosamente afectada por un pendiente también.

 

— Ni siquiera me voy a molestar en discutir eso contigo. Vamos al médico inmediatamente.

 

— ¿Quieres dejar de meterte en los asuntos que no te importan? Oye, lo tenía todo bajo control.

 

— Lo que tú digas, Kanon. Ahora ven conmigo, llamaré a mi asistente por teléfono para que acerque mi automóvil, si tienes problemas para moverte puedes recargarte en mí.

 

— Si no te callas y te largas te romperé la boca a ti también.

 

— Kanon —suspiró profundamente el rubio perdiendo la paciencia.

 

— ¡Señor Radamanthys! — aulló Valentine quien recién había llegado preocupado por la tardanza de su jefe. El asistente no esperaba atestiguar aquel sospechoso desastre en el callejón a medio iluminar donde yacían cuatro cuerpos inconscientes. El hombre de cabellera rosa, sumamente preocupado, se apresuró para alcanzar a su superior y corroborar que el rubio se encontraba perfectamente bien.

 

— Valentine, él es Kanon. Vamos a llevarlo a la clínica de inmediato ¿Quieres llamar a mi médico personal, por favor? Aunque tengas que despertarlo, avísale que estamos en camino, luego acerca el automóvil, subiremos enseguida.

 

— S-sí, señor — tardó en reaccionar el asistente mirando escandalizado al hombre de larga cabellera azul en un estado físico tan deplorable. Luego, echó a correr hacia el pub.

 

— Oye ¿Ese está enamorado de ti? —interrogó el griego a Wyvern.

 

— ¿Valentine? No seas ridículo.

 

Y Kanon echó a reír, pero no pudo hacerlo por demasiado tiempo porque un dolor en sus costados se atravesó en su cuerpo, obligándolo a doblarse de dolor.

 

— Vámonos ¿Quieres? — solicitó el rubio extendiendo su brazo hacia el pelilargo.

 

— Si tanto insistes — accedió Kanon pasando de lado el ofrecimiento de ayuda del otro. El peliazul caminó para salir del callejón y esperar al asistente con el automóvil a un lado de Radamanthys.


 

El alba comenzaba a despuntar detrás de las espesas nubes grises que anunciaban el inicio de otro día frío y lluvioso en la bulliciosa Ciudad de Londres. Un Mazda color plomo se adentraba en los barrios exclusivos de Highgate, al norte de la capital inglesa, el lugar de residencia temporal de Kanon como se esperaría de una celebridad de su altura. Valentine manejaba el automóvil a pesar de lo exhausto que estaba; sin embargo, no descansaría hasta cumplir su promesa de llevar a su jefe a salvo a casa, sin importar los percances que sucedieran en el intento. Incluso si esos obstáculos eran la caballerosidad que Wyvern había demostrado toda la noche hacia el griego. No sólo el rubio se había asegurado de que su médico de cabecera tratara las heridas del famoso solista, sino que había cubierto todos los gastos incluyendo las medicinas. Además Radamanthys se había empeñado a llevar a Kanon hasta la puerta de su casa para cerciorarse de que no se buscara más problemas.

 

— ¿Es aquí? — anunció Valentine al estacionarse frente a un opulento edificio residencial rodeado de verdísimos jardines bardeados por rejas y muros bastante minimalistas de color blanco perla. Un par de guardias vigilaban la entrada principal y no quitaban los ojos encima del Mazda desconocido

 

— Sí, estoy quedándome en el penúltimo piso, el séptimo. La vista es espectacular porque está dirigida a las colinas ¿No quieren pasar?

 

— No hoy, gracias, quiero dormir un poco y seguro que Valentine todavía más — respondió el rubio con franqueza.

 

Kanon se mordió la lengua, probando el artificial sabor de todas medicinas que le habían administrado, y la mordaz respuesta de "Puedes dormir conmigo en mi cama si quieres" murió en sus pensamientos.

 

— Supongo que tengo que darles las gracias a los dos por todo.

 

— Agradécenos cuando estés a salvo dentro de tu casa. No olvides tomar jugos y líquidos como te recomendó el médico. Duerme un poco y no te saltes las medicinas.

 

El griego asintió y bajó del vehículo. Luego, se identificó frente a los empleados quienes lo reconocieron de inmediato y se alarmaron en cuanto lo vieron en tan lamentable estado lleno de gasas quirúrgicas en el rostro y con la muñeca izquierda vendada. Debajo de la chaqueta de cuero, su camisa negra estaba hecha jirones, pues había rechazado contundentemente el abrigo que Radamanthys insistió en prestarle. Uno de los guardias, preocupado, lo escoltó hasta el elevador.

 

Kanon finalmente llegó a la puerta de su departamento y accedió a él a través de un lector de huella digital y el ingreso de una clave de ocho dígitos. Luego, se quitó las botas en la entrada antes de pisar la mullida alfombra color violeta, misma superficie tenía la cualidad de mantenerse siempre a una temperatura maravillosa gracias a un ingenioso sistema de calefacción de pisos.

 

Antes de dormir, el griego fue al tocador para asearse un poco y ponerse un pijama. El médico le había recomendado no tomar una ducha hasta dentro de veinticuatro horas cuando la cicatrización de sus puntos fuese más adecuada.

 

Listo para dormir, dispuesto entrar a su mullida cama Queen Size, su teléfono celular timbró, el cual había sobrevivido milagrosamente a todo el percance. Acababa de recibir un mensaje de texto y se dispuso a revisarlo antes de tocar su lecho.

 

Cejas: Si no estás en tu casa, me aseguraré de regresar para meterte por la fuerza.

 

El pelilargo experimentó una inesperada sensación de placer al leer el SMS, el cual respondió de inmediato con una gran sonrisa en los labios que no pudo evitar gesticular, aun con la sensible curación sobre sus labios.

 

Dídymoi Kanon: ¿Por la fuerza? No es para tanto. Asegúrate de regalarle un beso francés cuando menos a Valentine.

 

Cejas: ¿?

 

Dídymoi Kanon: Hazme caso, se portó muy bien esta noche, le encantará recibir tu inesperado regalo de Navidad.

 

Cejas: Buenas noches

 

Dídymoi Kanon: Son días

 

Cejas: Sabes a lo que me refiero

 

Dídymoi Kanon: La verdad no.

 

La comunicación a través de mensajería telefónica terminó por el momento porque el agotamiento obligó a ambos a ceder al descanso reparador.

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Notas finales:

Si son conocedores del rock de los ochentas se dieron cuenta de que la canción que interpreta Poseidon Marines (No one like you) es una canción de The Scorpions,una de mis bandas favoritas de toda la historia. Incluso, el título del fanfic es en honor a una  canción homónima de ellos mismos (confieso que la primer etapa del romance entre Kanon y Radamanthys en el fanfic está basado absolutamente en la letra de Rock you like a Hurricane).

 

Esta historia hará homenaje a algunas de sus grandes piezas musicales porque el soundtrack por excelencia que escucho cuando me doy a la tarea de escribir un nuevo capítulo de este relato incluye un buen número de mis canciones favoritas de The Scorpions.

 

A continuación dejo una traducción de las estrofas que Kanon interpreta al inicio del capítulo; todos los derechos de la misma pertenecen a The Scorpions y a sus sellos discográficos.

 

Girl, it's been a long time that we've been apart

Chica, ha pasado mucho tiempo desde que nos separamos.

 

Much too long for a man who needs love

Demasiado tiempo para un hombre que necesita amor.

 

I miss you since I've been away

Te he extrañado desde el momento en que me alejé de ti.

 

Babe, it wasn't easy to leave you alone

Nena, no fue nada fácil dejarte.

 

It's getting harder now that I'm gone

Cada vez se hace más difícil ahora que me he ido.

 

If I had a choice, I would stay

Si tuviera opción, me quedaría.

 

No one like you

Nadie como tú.

 

I can't wait for the nights with you

No puedo esperar para esas noches contigo.

 

I imagine the things we'll do

Sólo imagino las cosas que haríamos.

 

I just wanna be loved by you

Simplemente quiero que me ames.

 

No one like you

Nadie como tú.


¿Ahora entiende por qué Kanon odió interpretarla justo cuando acababa de romper con Radamanthys?

Gracias por leer, sinceramente no esperaba que alguien se detuviera a hacer caso a esta historia y, mucho menos, darle seguimiento.

 


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