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Te contaré por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi gente linda~

 

¿Cómo están?

Me demoré... creo, la verdad ni idea, pero estoy en exámenes y como me fue mal en todos... *suspira* me desquité con este capítulo

Aquí mis querid@s se acaba todo, el último capítulo, fue un placer estar con ustedes en este fic, me alegro mucho cada vez que releo sus review, hasta me da ganas de llorar... mi primer fic largo de Haikyuu T-T   fue hermoso

Con este capítulo completo las exigencias de este pedido, Valeryn si estás por allí me encantaría saber si cumplí con todo jejejej

Espero sinceramente que lo disfruten, el capítulo es bastante sencillo, largo y ya veremos que tal les parece

 

PD: mucho m-preg XD

 

 

 

Tsukishima Kei tenía 21 años cuando logró escucharlo por completo, era el mismo hechizo que años atrás escuchó en la pelea de Hinata y Kageyama, con una pequeña variante

 

Completos debemos estar, unidos por la eternidad, un fruto a de surgir, y eso significará prosperidad…. del amor a nacido, de la luna es una parte, del lazo ha surgido… en el cuerpo de la estrella se esparce

 

Tsukishima sonreía al recitar ese conjuro en un susurro mientras observaba de lejos a Yamaguchi, quien ayudaba a uno de los maestros en la universidad con los libros que trasladaba de oficina. Luna y estrella, que ridículo sonaba y a la vez era perfecto, acabó de escucharlo la semana anterior… pero le faltaba una parte y eso le llegó en un susurro cuando terminaba su última clase del día

 

Para terminar de unir sus características un beso deberán dar, entrelazar sus dedos y sus frentes deberán juntar… su amor fuerte debe ser, y la decisión de ambos también. Un hijo forjará cuando el momento correcto se presente,  su felicidad será inminente.

 

Era tan extraño que las instrucciones le llegaran de esa forma, pero después de esos años conviviendo con rarezas, se terminó acostumbrándose. Ahora estaban estudiando en la misma universidad, Yamaguchi estudiaba literatura y él eligió idiomas, carreras sencillas, agradables, sacrificadas a veces, pero las amaban a eso se sumaba que les daba tiempo para seguir en contacto. Vivían juntos en Tokio, rentaban un departamento ni muy grande, ni muy chico, suficiente para los dos. Habían discutido sobre sus futuro, una vida sencilla era lo que querían, después de todo les bastaba con tener una vida simple, sin preocupaciones y que les dejara tiempo para tratar su otra labor con los hechiceros. Ahora que lo recordaba, tenía que viajar el próximo mes, cuando su semestre se terminara, también se reunirían con Hinata y Kageyama pues era un trabajo bastante grande. Sería fastidioso compartir sus días libres con ese par, que de alguna forma lograron ganarse una beca deportiva y que estudiaban en la universidad de Nagoya… suertudos idiotas

 

-Tsuki, ¿vamos a asistir a festival de verano? – el pelinegro tenía una sonrisa amplia mientras se acomodaba la maleta al hombro

-si – fue su respuesta seca pero…

-genial, nos pondremos yukata – adelantaba su paso un poco al ver el restaurante cerca – vamos Tsuki

-cálmate – sonrió de lado al verlo ingresar emocionado, una cosa que le gustaba de esa época era ver a Yamaguchi en yukata, era de fácil acceso a la hora de tener intimidad… ese sería el plan crucial de esa noche

-Tsuki, algo me dice que ya descubriste todo ¿verdad? – comentaba mientras observaba a su pareja, según decían, cuando el lazo se fortalece con los años, los destinados en ocasiones pueden saber qué es lo que piensa el contrario o simplemente intuirlo… tal vez eso era lo que pasaba ahora

-pero no lo más importante – terminó de consumir el jugo de naranja helado, le refrescaba el cuerpo entero en esa época del año

-¿qué cosa?

-¿cómo vas a tener un hijo mío?

-… - Yamaguchi se atoró con la bebida, tosió varias veces y el rubio tuvo que ayudarlo. Llamaron la atención y Yamaguchi terminó sonrojado hasta las orejas – Tsuki… eso lo sé… pero…

-no me digas que tendré que esperar varios años para escucharlo – hizo una mueca de desagrado pues a veces la espera era tan tediosa que preferiría ya no saber nada

-no… eso si te lo puedo decir – sonrió tímidamente mientras evitaba la mirada dorada

-me lo dirás – afirmó sin darle oportunidad a reclamo, eso facilitaba las cosas

-es vergonzoso, pero es simple… es como un embarazo normal – susurró con vergüenza – pero no diré nada más si estamos aquí – con timidez repasó la mirada por el local, estaba lleno y no quería correr el riesgo de que alguien lo escuchara

-entonces vamos a casa

-tengo clases

-hoy faltarás… te haré confesar y estoy dispuesto a usar todos los métodos posibles – susurró mientras besaba los labios de Yamaguchi. Al rubio le importaba un comino que los demás vieran ese pequeño gesto de cariño, si les incomodaba, que se fueran al demonio, pero a Tsukishima le encantaba demostrar que el pecoso era suyo

-Tsuki… no hagas eso – rojo como un tomate alejó al rubio unos centímetros, sentía las miradas sobre si y eso era incómodo

-vámonos – ordenó al mismo tiempo que se encaminaba a la salida del restaurante familiar

 

 

La idea era sacarle la verdad a como fuera lugar, pero terminó descontrolándose y devorado a su novio apenas llegaron a casa, se le olvidó lo importante… las pecas sensuales tenían la culpa  de todo. Cómo podía resistirse a esa piel clara pidiendo ser mordida, esa cintura delgada que tentaba para que sus dedos se incrustaran mientras lo embestía con fuerza, escuchar esos soniditos agudos que Tadashi solía soltar cuando su punto dulce era torturado, como su magia solía desbordarse en ocasiones, pues su mente y cuerpo parecían no concordar al momento del orgasmo… todo eso era simplemente adictivo

 

 

 

Viaje, fin de semestre, festival y… desorden

 

 

 

Prometió ir al festival de verano, era de noche, el calor seguía pero no había problema porque su ropa era fresquita, a Tsukishima no le gustaba llevar yukata por lo que terminaba usando bermudas y alguna playera delgada. Otra historia era Tadashi quien entusiasmado se colocaba uno de esos yukatas de color blanco, con pocos adornos celestes en forma de flores, eso resaltaba los sonrojos del menor, así que el rubio a propósito lo molestaba, esa su pequeño placer personal. Kei solo siguió las ocurrencias de Tadashi, quien emocionado quería probar cada puesto que allí había, parecía un niño pero el más alto no se quejaba, le agradaba verlo sonreír…

 

-Tsuki… ¿quieres un poco? – ofrecía la manzana acaramelada que recién había comprado

-cómetela – acarició la cabeza del más pequeño quien ni corto ni perezoso mordió el dulce. Tsukishima escuchó un leve suspiro de satisfacción por parte de Tadashi… era definitivamente solo un niño

-ya nos hacía falta este descanso – sonreía mientras disfrutaba del caramelo que se derretía en su lengua

-¿cuál es nuestro siguiente destino?

-Alemania – sonreía mientras se alejaban de los puestos para llegar a la cima y encontrar un lugar apropiado para ver los fuegos artificiales – el idioma será un reto

-¿no hay hechizos para eso?

-los hay, pero entre los que nos recibirán no hay quien pueda aplicarlo… a menos que Kageyama o Hinata lo sepan

-eso lo dudo

-entonces no tenemos opción más que hacernos entender en alemán o inglés… es bueno tener un traductor – sonreía divertido mientras miraba al rubio y le picaba las costillas – Tsuki será quien nos guie

-mi alemán no es tan bueno, me faltan algunos niveles

-pero sabes inglés y hasta te escuchas como esos reporteros de televisión internacional – se burlaba pues ya muchas veces lo había comparado con uno de origen estadounidense

-cállate Yamaguchi –

-lo siento Tsuki – cuando empezó a estallar las primeras luces sujetó la mano de su novio para escalar la pequeña colina y no perderse nada, era un lugar en medio de los árboles más altos, si subían podrían apreciar todo con calma

-sujétate – no le dio tiempo a Tadashi para que reaccione cuando sosteniéndolo como princesa se elevó hasta las ramas altas de uno de los árboles, su brisa primaveral había mejorado su nivel, y esas cosas eran solo un juego de niños ahora

-me asustaste – se quejó cuando ya se acomodaba en la rama para ver el espectáculo, por más que estuviera relacionado con la magia no se acostumbraba a usarla con naturalidad, solo en casos específicos, y cuando el rubio la usaba era… impactante, en ocasiones hasta olvidaba que era un hechicero – siéntate Tsuki, ¡mira eso! – meciendo sus pies se quedaba embobado por el destello de colores en el cielo oscuro, era una de las cosas más bonitas que podía ver

-Tadashi… – llamó la atención del menor quien aun sonriendo le puso atención

-sí, Tsuki

-te amo – susurró cerca de los labios del pelinegro, el menor se ruborizó de inmediato, mostrando esas mejillas de tono rojizo que contrastaban con el color de su atuendo. Pero aun así  acortó la distancia y besó a su novio con timidez

-también te amo Tsuki – enredó sus brazos en el cuello del rubio para continuar con su beso, lento, agradable, dulce… con sabor a caramelo, sentía la lengua ajena recorrer su cavidad con habilidad, de tal forma que su aliento se desvanecía – Tsu… Tsuki… espera – protestó cuando ya sentía las caricias en sus piernas

-¿por qué? – sonrió burlón, él solía hacer lo que quería sin restricciones, Tadashi debió haberse acostumbrado pero… era lindo escucharlo tan pudoroso en ocasiones

-porque estamos en la rama de un árbol – se reía bajito por la obvia explicación

-entonces te hundiré en una de mis ilusiones – sonrió con malicia pues ver a Yamaguchi retorcerse de placer solo por aquel juego mental era erótico, lo había hecho a veces para castigarlo, hacer que se corriera sin ser tocado – ¿qué me dices?

-no por favor – se abrazó al mayor suplicante pues no le gustaba cuando eso pasaba, se llenaba de frustración por no sentir los besos del rubio, sus caricias, nada, un placer vacío – yo quiero tocarte y que me toques – susurró con cierta vergüenza mientras  deslizaba su mano por el vientre del rubio, pero antes de llegara su objetico escuchó algo…

-demonios – gruñó al escuchar el crack  de la rama y luego sentir el aire golpeándolos debido a la caída, el juego estaba siendo interesante pero claro… ¡la maldita naturaleza iba en su contra!

-LOS TENGO – esa voz los sacó de su pequeña ensoñación mientras recitaban un conjuro sencillo para usar el viento como… - ¡¿POR QUÉ DEMONIOS ESTABAN ALLÍ?!

-¿Hinata? – Yamaguchi suspiró aliviado al ver la pequeña cobija de brillantina dorada rodearlo y llevarlo al suelo a salvo – pensé que nos veríamos en Alemania

-quería venir al festival y de paso visitar a los senpais – sonrió mientras abrazaba efusivamente al pelinegro para terminar golpeándolo levemente con su codo – eso es peligroso – se quejó mirando la rama que se balanceaba en lo alto

-¿interrumpimos algo? – se burló Kageyama al ver el ceño fruncido de cierto rubio que observaba el cristal a su alrededor desaparecer, el mismo que hace pocos segundos lo salvó de la caída – deberías agradecer que paré tu caída

-miren a quien tenemos aquí – dijo con burla – al enano y al adicto al sexo en los lugares menos oportunos – pues el rubio muchas veces escuchó a esos dos siendo protagonistas de escenas para adultos en el centro comercial, en vestidores, camerinos, ¿en donde más?... cierto, en los aseos de un restaurante… y ni se diga cuando los interrumpió en medio de un río al cual tenían que descontaminar, recuerdos que desearía borrar de su cabeza

-¿lo dice el que atacaba a Yamaguchi en un árbol a no sé cuántos metros del suelo? – gruñó Tobio con molestia mientras ignoraba los recuerdos de aquellas veces en que el idiota aparecía a interrumpirlo… por casualidad o mala suerte siempre era Tsukishima quien los encontraba en esas situaciones – que fetiches tan raros

-¿en serio lo iban a hacer ahí arriba? – interrogaba el pelinaranja a un abochornado Yamaguchi que quería que la tierra se lo tragara – eso es peligroso – se reía bajito al ver la vergüenza de su amigo

-ya basta – bufó Yamaguchi golpeando la frente de Hinata

-supongo que ustedes venían a algo parecido – se quejó el rubio mientras seguía retando con la mirada al antiguo armador de Karasuno

-que te importa

-entonces no juzgues a los demás

 

Tsukishima y Kageyama permanecieron peleándose verbalmente un rato más, retándose con la mirada, bromeando como buenos amigos… los otros dos, al ver que esa noche se quedaría allí, mejor se alejaron, después de todo, un karaoke sonaba más tentador que quedarse allí a verlos pelear. Ya tendrían tiempo para todo lo demás en medio del viaje, un paseo que sonaba prometedor.

La noche les trajo una sorpresa más, dos figuras conocidas los encontraron en medio del camino fuera del festival, eran Asahi y Yuu que de la mano caminaban por las calles, se los veía muy felices juntos, habían estado saliendo desde ese incidente en donde el suero de la verdad logró que muchos en el gimnasio se confesaran. Aunque nadie, a excepción de los hechiceros, supieron la razón de aquel día tan raro, lo agradecían ya que eso fue el detonante para la vida que llevaban en la actualidad “Asahi y yo nos mudaremos a Tokio, tenemos un par de trabajos allí… empezaremos una vida de pareja formalmente” fue la feliz noticia que dio el antiguo líbero de Karasuno, una sonrisa enorme, un leve sonrojo y una leve risita por parte del antiguo as que se veía radiante y ya no tan frágil como antes. Fue divertido compartir con ellos una noche de divertidas canciones, comida y bebida… una amistad duradera

 

 

 

 

La mañana del viaje fue agitada pues llevaban el equipaje más o menos necesario para un mes de estadía, lo demás lo comprarían allá. Según les explicaron había un mago oscuro haciendo de las suyas en ese país, los destrozos se iban acumulando y tenían que repararlos mientras que otro grupo de magos experimentados daban caza a la amenaza. Yamaguchi agradecía que solo era un trabajo de reparación, el trauma que tuvo era fuerte aun en esos días y ver el desastroso en los pueblitos alejados de las ciudades más productivas, era deprimente. Cosechas totalmente muertas, animales enfermos, tierras infértiles que se extendían por kilómetros, incluso el cielo era negro en sectores y en otros no había rastro de lluvias. Ese trabajo les tomaría todo el mes, más si es que no paraban al mago oscuro, pero era su tarea, una muy importante, no se podían quejar

Para ellos cuatro era como un trabajo de niños, con sus destinados, años de práctica y habilidades natas, reparaban cada daño con cautela, pero lo difícil era hacerlo de poco en poco para que las personas no notaran que de pronto todos los desastres desaparecían, su magia no debía ser rebelada, era mejor solo hacer parecer como que fue una mala época. Tsukishima y Yamaguchi se las pasaban restaurando las corrientes de los ríos por debajo de la tierra para que de a poco todo volviera a renacer. Hinata y Kageyama se encargaban de los nutrientes de la tierra y de los cultivos, se distribuían el trabajo equitativamente, lo hacían de lunes a viernes mientras a su vez convivían con aquellas personas afectadas. Se mostraban como viajeros temporales, el fin de semana era descanso total pues el agotamiento era en ocasiones peligroso. Todo era trabajo, pero claro, ellos eran jóvenes y sabían planificar bien sus días

El pacto era que el fin de semana era de ellos, libres de ataduras, y claro, cada pareja tomaba destinos distintos y se entregaban a las actividades de diversión… en eso se hallaban cierto par que estrenaban su nueva habitación por ese fin de semana, estaban en Leipzing, una ciudad llena de cultura y verdes jardines extensos que planeaban visitar… pero primero harían otra cosa igual de provechosa…

 

-mgh… ah… mgh – la mirada de Yamaguchi conectó con la dorada de su amante mientras se separaba un poco

-Tadashi… más te vale terminar – gruñó mientras sentía como aquellas manos se movían sobre su falo con habilidad, acarició la mejilla de su amante quien se relamía los labios, esa mirada vidriosa era hermosa

-si… Tsuki – Tadashi jadeó antes de acercarse de nuevo y succionar la erección del rubio, quien soltaba un leve gruñido. Deslizó el prepucio para lamer con vehemencia aquella zona que soltaba el presemen. Metió el pene en su boca con paciencia, de nuevo empezó con su felación, deslizando su lengua con cuidado, rodeándolo de la mejor manera, masajeando los testículos y logrando que el vientre del rubio se contrajera debido al placer. Rozó levemente con su dientes antes de volver a meterse el miembro tan profundo como su boca lo permitía, un vaivén apresurado debido a la exigencia del mayor, succionó la punta una vez más antes de sentir como aquel liquido empezaba a salir llenando su boca por completo – ah… – soltó un gemido al ver como Kei sonreía de medio lado, el cálido liquido se resbaló por la comisura de sus labios mientras se tragaba lo demás

-buen… trabajo – su respiración agitada debido al orgasmo era la prueba de que lo disfrutó, ¿cómo no disfrutar de aquella boquita que lo acogía cuando él quería?... la que marcaba el ritmo impuesto sin queja alguna – limpió los labios del pelinegro, recogiendo su propia semilla con sus dedos – ábrela – obediente el menor lo hizo, el rubio metió sus dedos para que Yamaguchi terminara de tragarse esa blanca sustancia, aquella lengua repasaba sus dedos con gula, sin desperdiciar nada

-Tsuki… Tsuki – susurró sin gota de pudor mientras con la mirada pedía ser atendido también – yo…

-sube – se recostó en aquella cama, vio a su amante levantarse del suelo en donde estaba arrodillado, estaba completamente desnudo pues era la segunda vez en esa mañana que harían el amor – que linda expresión – susurró mientras atraía al menor para poder besarlo… sintió el peso extra en su vientre, su miembro empezaba a ser masajeado una vez más por el propio Tadashi quien gemía bajito entre el beso, adoraba cuando su pecoso era totalmente honesto con las sensaciones que recorrían su cuerpo

-Tsuki… yo quiero… yo quiero – estaba perdido en la excitación, dejando que su magia se desbordara pues sus ojos cambiaban de color, cuando eso pasaba era porque la excitación excedía su control

-Tadashi – susurró mientras deslizaba sus manos por aquel firme trasero, apretándolo y haciendo que el menor gimiera sonoramente – quiero ver tus ojos… controla tu magia – le exigió mientras tiraba suavemente de sus cabellos. Era verdad que su magia volvía el orgasmo el doble de placentero pero también hacia que esa mirada que adoraba cambiara de tono, prefería al pecoso de siempre

-lo siento… Tsuki – suspiró tratando de controlarse – pero… es difícil – hizo un leve puchero mientras seguía con su tarea manual, quería que Tsuki sintiera tanto placer como el que le era proporcionado a él

-prepárate – ordenó y vio el sonrojo intenso de Yamaguchi, seguía siendo tan… adorable

-es vergonzoso – se quejó, pero aun así levantó sus caderas un poco y dirigió sus dedos a su entrada, masajeó levemente antes de ingresar el primer dedo, soltó un gemido sonoro pues estaba demasiado sensible

-¿está húmeda? – Kei sonrió observando mientras él mismo se masajeaba su miembro, le gustaba ver a Yamaguchi haciendo aquello

-si… ah – todavía tenía el semen de su amante en aquel lugar… ingresó su segundo dedo moviéndolos para que su entrada se expandiera, jadeó mientras se acercaba al rostro de Tsukishima y lo besaba – Tsuki… quiero que me embistas – susurró avergonzado pues ya introducía su tercer dedo y aun así no era suficiente

-entonces hazlo tú mismo – su miembro ya estaba erguido nuevamente, eso sí era magia, claro que la imagen lasciva que Yamaguchi le mostraba era como un afrodisiaco, esos labios separados, rojos, brillantes… la mirada llena de deseo, los gemidos que soltaba, esos botoncitos endurecidos

-agh… ah – se posicionó encima del erecto miembro del rubio, separó sus nalgas mientras llevaba aquel falo  a su entrada, se auto penetró con lentitud, disfrutando de cómo sus entrañas aceptaban al intruso – caliente… - susurró cuando ya estaba completamente lleno… cálido, duro, palpitante esas eran las mejores palabras para describir al duro miembro en su interior. Tadashi se estremeció al ver la sonrisa lasciva del rubio, se avergonzó al ver que él era el más excitado y ansioso – yo…

-eres lindo – gruñó mientras empujaba un poco más adentro escuchando el jadeo de su amante – empieza… mgh – él daba las órdenes pero quien ponía el ritmo, era el pelinegro. Su pecoso  se movía con cuidado al principio, lo cabalgaba a su gusto y Tsukishima tenía que aguantarse las ganas de tomarlo por las caderas y exigir mayor rapidez

-Tsu…ki…ah.. Tsu…ki – se perdía en las sensaciones mientras se arqueaba levemente al dejar que aquel falo llegara al fondo de su ser, sus lágrimas se desbordaron y… – yo te… amo – confesó

-yo también – tumbó al pelinegro sobre aquella amplia cama, no salió de aquel cálido interior y lo embistió fuerte, hizo que aquellas piernas lo rodearan, tomo posesión de aquellos labios que soltaban gemidos llenos de placer – Ta… da…shi – impuso un ritmo acelerado, disfrutando de las contracciones que daba el cuerpo delgado del menor, trataba de llegar a aquel punto que hacía que las paredes lo apretaran deliciosamente. Mordió el cuello expuesto, deslizo sus manos apretando los pezones erectos, se hundió una y otra vez en aquellas entrañas que lo succionaban, se dejó llevar por la necesidad de sentir placer

-Tsuki… ah… ah – se abrazó al mayor arañando esa espalda, dejaría marcas… dejaría constancia del placer que sentía. Gemía sin control, pedía más sin vergüenza, llevado por el placer, quería estar así con una sola persona y tenía la gracia de hacerlo… Tsuki era su más grande amor, su complemento y su familia. Llegaron al orgasmo al mismo tiempo, ambos soltaron un sonoro gemido lleno de satisfacción, se abrazaron mientras sentían los temblores, se quedaron así un buen rato, no tenían apuro alguno.

 

Tenían planeado una vida juntos y los hijos llegarían con el tiempo, cuando ambos lo decidieran, cuando estuvieran preparados, cuando hayan disfrutado de su carrera, de su vida, de sus proyectos, de su magia, de su libertad… y al final no tendrían que arrepentirse de nada

 

 

Su familia…

 

 

 

Yamaguchi tenía 25 años cuando recitó el conjuro de fertilidad, esa noche en donde el par de amantes unían sus cuerpos, donde no se separaron hasta que recuperaron sus respiraciones, en donde la rima fue dicha al mismo tiempo, sus ojos azules dominados por la magia que recorría por sus cuerpos, se abrazaron cerrando sus ojos, pegaron sus frentes mientras empezaban

 

Completos debemos estar, unidos por la eternidad, un fruto a de surgir, y eso significará prosperidad…. del amor a nacido, de la luna es una parte, del lazo ha surgido… en el cuerpo de la estrella se esparce

 

Entrelazaron sus dedos sonriéndose, se dieron un beso dulce, moviendo sus labios con suavidad, disfrutando del contacto, volvieron a juntar sus frentes sonriéndose cómplices. De sus manos surgió un par de luces brillantes, sus marcas, una luna y una estrella brillaban con especial fulgor. El par de lucecitas revoloteó a su alrededor unos segundos mientras se volvían cada vez más grandes, después descendieron entre ellos y se introdujeron en el vientre de Yamaguchi que sintiendo un cosquilleo soltó una risita baja. Una vez más se besaron y después el menor se desmayó… el rubio no sintió que fuera algo malo, con cuidado salió de aquel interior cálido, lo limpió con suma dedicación, besó la piel delicada, durmió abrazado al pecoso quien susurraba algunas cosas y se acurrucaba mejor.  Habían decidido tener un hijo, un pequeño que llenara su hogar, ya habían cumplido sus metas, graduados, trabajando, con una casa en su ciudad natal, sus padres estaban felices de verlos realizados. Yamaguchi daba clases en la universidad, Tsukishima trabaja en una empresa vía conferencias en línea, siendo negociador en varios países, estaban completos y su hijo sería el broche de oro para marcar su felicidad.

 

El rubio estaba enterado de lo que pasaría después, sería un proceso completo, con todas las de ley. Con el primer mes completo las náuseas llegaron, los mareos, los desmayos, con la única diferencia que Tsukishima compartía los síntomas, era gracioso pues el malestar era para ambos a diferencia de los embarazos en  personas normales. Los hechiceros unían más que solo sus cuerpos, unían sus almas, unían sus destinos, unían sus genes y al final ese era el resultado. Después llegaron los antojos y el cansancio, Yamaguchi seguía en su trabajo al igual que Tsukishima pero no apaciguaban sus malestares, tal vez los síntomas no eran exagerados pero si molestos. El tercer, cuarto y quinto mes sucedieron cosas similares

 

No eran los únicos que esperaban un retoño, aunque pareciera increíble, aunque fuera cosa de dementes, aunque… ya se esperaban algo así, pero jamás pensaron que sería tan pronto. Fue cierto día en donde para cumplir un par de antojos decidieron salir de paseo por el norte de la ciudad, caminaban con calma eligiendo un buen lugar para disfrutar de un almuerzo que incluyera postre de fresas y una malteada de chocolate, tomaron asiento, hicieron su pedido, y en medio de todo lo vieron…

 

-Guchi-chan es una sorpresa verte por aquí – la voz cantarina de Oikawa los interrumpió en medio de su comida – que lindo te vez~

-Oikawa-san, es un gusto verlo – sonrió con sinceridad pues hace mucho no lo veía, el castaño residía en otra ciudad y solo se encontraban cuando eran reuniones generales entre los hechiceros en Japón

-parece que estás bien acompañado – ignorando el disgusto del rubio se sentó junto al pecoso, sonreía abiertamente mientras pedía un poco de la malteada que Yamaguchi tenía

-perdone la indiscreción – el pecoso se veía asombrado y el rubio no entendía por qué – pero ¿le puedo preguntar algo?

-claro – murmuraba mientras seguía succionando la bebida mediante la pajilla – ¿qué quieres saber?

-usted… ¿ha engordado? – lo dijo sin malicia, con extrema curiosidad y…

-que malo eres – se quejó el castaño derramando lágrimas de forma dramática y haciendo un puchero

-deja de hacer tonterías Kusokawa – la otra voz interrumpió la disculpa que inmediatamente iba a dar el pecoso – perdonen la interrupción – se disculpaba Iwaizumi con una leve inclinación de su cabeza

-Iwa-chan… acaban de decirme gordo… y tú no me defiendes – sollozaba bajito mientras se mordía el labio inferior

-Toru es normal en tu estado – bufó molesto pero después solo suspiró antes de forzar una sonrisa y tirar del brazo de aquel castaño que seguía sollozando ofendido, y a su vez estaba terminándose la malteada del pecoso

-así que los rumores son verdaderos – sonrió Yamaguchi mientras un desinteresado Kei seguía degustando de su pastel, el mismo que alejó de las manos de cierto castaño que empezaba llevarse el plato sigilosamente – felicidades Oikawa-san, Iwaizumi-san

-no sé cómo pudo pasar esto – murmuró Iwaizumi – aun no me lo creo

-Iwa-chan va a ser papá – sonreía el castaño mientras esculcaba en la bolsita que anteriormente llevaba Hajime, la misma que tenía el logo de cierta pastelería popular en la zona – no me creyó cuando le dije que yo podía hacer que algo así sucediera

-así que lo engañaron, Iwaizumi-san debió investigar la rareza de estas personas primero – comentó Tsukishima mirando el leve ceño fruncido del mencionado – aunque yo si estoy feliz – no mostró emoción en sus facciones pero en verdad lo estaba, era obvio que le hacía ilusión ser padre

-que tierno – ahora eran dos las personas que soltaban lagrimitas emocionadas mientras comían unos panecillos dulces – tienes suerte Guchi-chan… Iwa-chan no me ha dicho nada de eso en estos siete meses 

-es verdad – Tadashi se limpió las lágrimas con la manga de su saco… a veces maldecía sus cambios emocionales momentáneos – pero Iwaizumi-san también se ve emocionado

-lo estoy – susurró con un leve sonrojo al verse descubierto

-Iwa-chan~… – el castaño se lanzó a los brazos del mayor, sollozando bajito pero sonriendo a la vez – quiero sushi – susurró al final mientras tomaba el brazo de su pareja, se despedía con una sonrisa y salía de inmediato del local… todo fue tan raro y rápido a la vez, que al par de chicos que seguían en la mesa, los dejó shockeados

-Yamaguchi… ¿cómo que siete meses? – el rubio no pudo evitar preguntarlo, simplemente era imposible – Oikawa apenas tiene una pequeña barriga, como si hubiese engordado y…

-así es – sonrió mientras llamaba a la camarera para que le trajera otra malteada – así será, mi barriga no crecerá demasiado

 

 

Una mujer embarazada tenía un vientre bastante grande al sexto mes, pero en los hechiceros varones era diferente, apenas tenía una pelotita, como si solo hubiese engordado, una curvita suave. Tadashi se veía más delicado, el aura que despedía era  adorable, daba ganas de abrazarlo cada vez que lo veía, y no solo el rubio se veía atraído por esa sensación, muchas personas lo notaban. A pesar de que las ansias por la intimidad eran nulas, a Kei le bastaba con dormir apegado al cuerpo delgado, acariciando aquella pequeña barriguita que crecería un poquito más según le comentaron

Séptimo y octavo mes llenos de antojos y malestares para el pecoso, quien ya tenía que guardar reposo y con un permiso médico renunció a su trabajo, aunque claro allí le dijeron que en cuanto pudiera regresar, las puertas estarían abiertas. Tadashi quería disfrutar el noveno mes en casa, aumentándole al menos seis meses más para cuidar del pequeño, una renuncia temporal que hasta los alumnos iban a lamentar pues el pecoso era el maestro nato, consentidor y amable. Algo que le preocupaba a Tsukishima era el parto, pues según Hinata y Kageyama quienes ya tenían a su primer hijo; un varoncito bastante enérgico con la cabellera de Shouyo pero los ojos de Tobio, que rodeaba los ocho meses; era una labor complicada, agotadora y dolorosa para ambos. Las palabras específicas fueron “El dolor del parto se comparte y deben tener ayuda extra para que los asistan en el conjuro final, puedes pedirle ayuda a tu madre, ella seguro te ayuda con gusto Yamaguchi”. Kei solo esperaba que ese momento no llegara en medio de la noche, porque llamar a alguien a esas horas era complicado

 

 

Se completaban los nueve meses, los días decisivos y la madre de Yamaguchi llegaba a vivir con ellos pues no se arriesgaría a dejar a su hijo solo en ese momento. Tadashi con un pequeño bultito en su estómago, que en una mujer representaría alrededor de los cuatro o cinco meses, ya sentía la pesadez de todo su cuerpo. Era media mañana cuando un dolor horrible azotó el cuerpo del pecoso, llamó a Tsuki de inmediato y por el ceño fruncido del rubio que bajaba del segundo piso, supo que el dolor le llegó también. Ambos bajaron a la habitación subterránea que tenían lista, ambos padres del pecoso ya estaban listos. Pasaron dos horas de dolores y contracciones,  Yamaguchi reposaba en una amplia tina de agua que contenía un hechizo que hacia el agua brillar levemente, solo usaba un short de color azulado, el resto de su piel estaba plagada de sudor debido al esfuerzo. Tsukishima sostenía a Yamaguchi en un abrazo cálido, estaba arrodillado fuera de aquella tina, besaba las mejillas, quitaba el sudor de la frente de su pareja, soportaba el dolor que su cuerpo también tenía, pero suponía que era apenas la mitad de lo que soportaba el menor, quien soltaba pequeñas lagrimillas y grititos ahogados que con el pasar del tiempo se volvían más agudos y dolorosos.

Un grito largo hizo que el rubio se asustara, la presión en su mano era dolorosa, también sentía esa oleada de dolor recorrerle el estómago y la columna pero podía soportarlo, en cambio el pelinegro parecía sufrir mucho. La madre revisó el agua que ahora tenía un color amarillo, brillante, casi tanto como la arena que surgía de las manos de Hinata, pero esto parecía destellar e iluminarse, parecía tener vida propia

 

-es hora, tu hijo viene – habló la mujer quien veía el vientre de su hijo brillar, desde el centro se formaba una figura extraña, parecía una escritura antigua, de esos jeroglíficos de las antiguas civilizaciones, el rubio notaba la semejanza pero….

-¿qué es esto? – preguntó el pelinegro quien apretaba fuertemente el brazo de su pareja para contrarrestar el dolor – que…

-¿es normal? – preguntó el rubio al ver que aquellas figuras se movían en el vientre abultado, parecían danzar despacio, al final formaron una medialuna junto a una estrella, eran iguales a las marcas que ellos presentaron cuando forjaron su lazo de vida

-claro que lo es… sus genes se están juntando – sonreía la mujer debido a lo gracioso de la expresión asustada de su actual yerno – es normal

-me… duele – se quejó una vez más Yamaguchi, que sosteniéndose del filo de la tina e incrustando sus dedos en el brazo de Tsuki, lanzó un grito desde lo más profundo de su garganta, inclinándose levemente mientras lloraba

-los hombres no aguantan nada – se quejó la mujer mientras obligaba a su hijo a quedarse erguido – sostenlo – y el rubio la obedeció abrazando a Yamaguchi por la espalda y evitando que se retorciera o inclinara

-solo falta poco – susurró Kei con cariño en el oído de su amante, de su compañero, de su todo – aguanta un poco

-no te atrevas a desmayarte como cuando nació Tadashi – le advirtió la mujer a su esposo, que silencioso y tenso solo obedecía las ordenes y asentía de vez en cuando… se lo veía pálido

-¿te desmayaste? – sonrió el pecoso mirando el leve rubor de su padre… era divertido, pero su rostro cambió a una mueca cuando de nuevo el dolor se hizo presente

-agh… esa fue fuerte – se quejó el rubio mordiéndose el labio, sintió una enorme presión en todo su cuerpo

-vamos es hora – la mujer ingresó sus manos al agua, ordenó que su esposo hiciera lo mismo y repitieron en extraña sincronía – tú que fruto de la unión has sido creado, ven al mundo que ha sido modelado, protección te ofrece tu padre la luna cambiante, amor y armonía promete tu padre el astro titilante… honesto es el sentimiento… duro y difícil es el crecimiento, recompensa eterna por tu vida, muéstrate y con tu sonrisa inunda… la soledad que de este par quiere alejar

- agh… agh – el dolor intenso recorrió el cuerpo del pecoso, sus lágrimas brotaron mientras escuchaba la rima, el rubio a su lado sentía algo parecido, sufriendo el dolor en su cuerpo entero, el sudor por su frente se deslizó en suaves gotas, pero ni así dejó de apretar la mano de Yamaguchi para acompañarlo en el proceso – AAAAH – un grito largo hizo que el agua brillase, la madre ingresó sus manos posándolas en la barriguita que tenía ambas marcas, el padre se concentraba en seguir recitando esa larga rima una y otra vez hasta que todo terminara. Los gritos del pecoso cesaron, los gemidos de dolor del rubio también se detuvieron, la madre se reía bajito mientras en el agua el color brillante iba desapareciendo, el silencio total invadió la habitación, uno… dos… tres, cuatro, cinco segundos, seis, siete… Yamaguchi se asustó al no escuchar nada, ocho, nueve… la mujer se reía con dulzura mientras entre sus manos algo se movía pero todavía estaba debajo del agua que aun brillaba levemente, diez, once, doce…

-¿qué pasa? – susurró el rubio temeroso

-ma… mamá – se quejó el pelinegro mientras veía con pánico el agua volverse cristalina, la marca de la luna en su vientre había desaparecido, el bulto que por meses largos había acariciado ya solo era una leve y pequeña curva – ¡mamá!

-espera un poco… no te asustes – miró a su hijo con dulzura mientras levantaba el pequeño cuerpo desde el fondo del agua – debe absorber la magia que ustedes le han cedido

-que… – una manita apareció de entre tanta agua, brillaba levemente y la mujer lloraba de emoción – Tsuki – Tadashi llamó al rubio quien concentrado veía ese pequeño ser surgir de entre el agua

-mira esta belleza – la mujer al fin sacó al bebé que pataleando abandonaba el agua – ¡ya eres abuelo! – el llanto del pequeño ser invadió la habitación, Yamaguchi lloró de emoción, el rubio no se creía ver aquel pequeñito ser vivo que hacia muecas y movía sus bracitos mientras la mujer lo levantaba hasta mecerlo en su pecho – oye ya eres abu… – se giró dispuesta a mostrarle a su esposo tan pequeño ser y lo que vio fue a un hombre en el suelo inconsciente… – típico de tu padre – se reía la mujer mientras se acercaba a la pareja

-mamá – sollozó el pelinegro cuando al fin sostuvo a la pequeña criatura entre sus manos

-es tu hija – sonrió la mujer acariciando las mejillas húmedas de su hijo – sostenla con cuidado – ayudaba a su inexperto hijo a cargar a la pequeña quien inquieta se removía pero al sentir a su progenitor, el astro titilante, paró de llorar y solo bostezó acurrucándose en el pecho del jovencito

-que pequeña – sonrió emocionado mientras con sus dedos repasaba la fina figurita, manos pequeñas, carita redondita, unos mechoncitos pelinegros sobresalían, un solo mechoncito rubio se distinguía al frente

-y tu reacciona – la mujer golpeó levemente la cabeza de Tsukishima, quien absorto en la imagen de su familia, se había quedado callado

-se parece a ti – susurró Kei cuando al fin encontró su propia voz, sonrió con ternura al ver a la pequeña abrir levemente sus ojos, solo un instante para luego acurrucarse de nuevo en el pecho de su papi –… y tiene mis ojos – apenas los vio pero si, eran suyos, dorados, brillantes, intensos pero muy gentiles, inocentes… una combinación extraña y bella, esa era su pequeña

-¡ya soy abuela! – sonreía la mujer quien feliz acariciaba la mano de la pequeña – de una hermosa, linda y chiquita señorita… espero que tenga tu carácter Tadashi – bromeaba… en realidad lo decía en serio, pero eso era secundario – la voy a llevar a la reunión del siguiente mes, le enseñaré magia medicinal, le pondré un lindo vestido rosa y cuando sea mayor le regalaré un auto en su graduación – la risita de Yamaguchi y de su madre adornó el ambiente

-tómala – susurró Tadashi mirando al rubio dudoso de cómo responder, extendió a la pequeña hasta que Kei al fin quiso tomarla en brazos – es tu hija… es nuestra hija – se corrigió cuando vio sonreír al rubio mientras sostenía a la pequeña analizándola con cuidado

-no sé cómo algo… como tú pudo caber en ese bultito – sonrió Kei divertido al ver como la nena fruncía su ceño, tal vez heredaría su carácter… ojala que no

-es magia – explicó la mujer que ahora al fin le ponía atención a su esposo en el suelo, dándole ligeros golpecitos en las mejillas para que despertara – oye debes despertar… ¡maldita sea despierta! – se enfureció golpeándolo hasta que lo vio levantarse y mirarla

-¿qué pasó?

-todavía no terminamos –

-ugh… agh… que… – Yamaguchi empezó a sentir de nuevo el dolor recorrerle, hizo un par de muecas y un cosquilleo se extendió por su vientre – ma… ¿mamá? ¿Qué pasa?... agh…

-pensé que me estaba imaginando cosas – suspiró la madre mientras volvía a revisar al chico

-no me diga que – el rubio sostenía a la pequeña pero en seguida el padre de Yamaguchi le quitó a su nena – ugh… – el mismo dolor de antes le recorrió el cuerpo… ¡no podía ser verdad!

-todavía  falta un pequeño ser más – explicó el hombre mayor mientras arrullaba a su nieta sonriendo al verla hacer muecas. La dejó en una cunita cercana, posó su mano en la frente de la pequeña y susurró – duerme dulce ángel – casi al instante la pequeña pelinegra bostezaba y se quedaba quietita, tapada con una mantita reposaba ignorando que alguien más pronto la acompañaría

-¿de qué hablas mamá? – preguntó el pelinegro al ver que su madre volvía a conjurar algo para que de nuevo el agua empezara a brillar

-¿cuantas luces vieron?

-dos – respondió el rubio mientras besaba la mejilla del pecoso que temeroso temblaba agarrándose de la tina – fueron dos...  pensé que era normal

-no es común, no es nada común… pero la marca en tu vientre lo dice todo – la mujer sonrió mientras acariciaba la leve curva en el vientre de su hijo – las marcas siempre se unen, pero las tuyas están separadas... así que sufrirás un poco más

-pero – suspiró profundo al sentir una nueva contracción y gimió de dolor mientras se aferraba a la mano del rubio que frunciendo el ceño solo aguantaba – son dos… – sonrió mientras se mordía el labio – Tsuki… son dos –

-aguanta un poco – besó los labios de su pareja mientras soportaba de nuevo esa molestia, podía ver a los dos mayores posicionarse de nuevo, debía aguantar ese proceso tedioso una vez más, pero… tendría dos hijos, ¡dos hijos!... ¿debería ser feliz o volverse loco por el futuro que tendría? – pueden apresurarse… – gruñó cuando de nuevo el dolor lo invadía… esa palabra se tatuaría en su alma, dolor, dolor, dolor, dolor… jodido dolor

-vamos viejo – la mujer frunció el ceño al ver a su esposo temblar levemente – que no lo puedo hacer sola – suspiró profundamente mientras de nuevo profundizaba sus manos en el agua

-si… si… tú que fruto de la unión has sido creado… - todo pasó de nuevo, tal como lo hizo con la pequeña, aunque en esta ocasión el padre de Tadashi estuvo a punto de desfallecer cuando el agua brillaba y Tadashi gritaba de forma desesperada. El segundo ser tardó mucho más en absorber aquella brillante energía, incluso la mujer que sostenía a la criatura estaba preocupada, pero así debía ser… la marca de Yamaguchi, la estrella, desapareció en cinco minutos exactamente, el mismo tiempo en que el travieso tardó en absorber la magia que formaría parte de su vida

-ya viene, ya viene – susurraba la mujer al ver que los deditos sobresalían del agua – te tardaste – se burlaba al ver cómo ni bien el cuerpito salió del agua, el llanto fuerte casi los dejó sordos – mi cielo… eres un escandaloso – se reía mientras ahora ni siquiera se fijaba en su esposo que de nuevo estaba en el piso

-es un niño – se ilusionó Tadashi viendo que su madre asentía, lloró como nunca lo hizo en su vida, lo sostuvo en sus brazos a pesar de lo cansado que estaba, ya no tenía señales del embarazo, ya no había marcas en su vientre, ya no había dolor, ya no había curvatura – hola pequeño – sonrió al verlo, era exactamente igual a la nena, con el cabello negro y un mechón rubio, con la mirada dorada, pero más activo y no se calmaba con nada

-dámelo – susurró el rubio al ver que los ojos de Yamaguchi se cerraban – debes descansar… – susurró mientras besaba la fuentecita de su hijo y lo escuchaba sollozar cada vez más bajito

-ve a sostener a Tadashi… la abuelita se hace cargo – tomó al pequeño y empujó al rubio – ¡apúrate!

 

Kei apenas logró sostener a Tadashi cuando este se deslizó en el agua, con mucho cuidado lo sacó de la tina, lo cargo como a una princesa y chasqueó la lengua al ver al padre de su pecoso tendido en el suelo, no pensó ver en esa faceta a su suegro. El dolor valió la pena, pero su pecoso sufrió mucho más que él, eso era obvio. Kei besó la frente de un Yamaguchi que suspiraba entre sueños, todavía existía un rastro de lágrimas en esas mejillas, lo secó con cuidado, lo cambió por algo más cómodo, no quería dejarlo, pero tenía dos pequeñas cositas que atender ahora, lo revisó una vez más dejándolo cobijado, un beso en su frente y un “gracias Tadashi” fueron suficientes para demostrar su gratitud

 

-¡hey... recién estrenado padre! ¡Muévete que tu hijo no se calma!… creo que éste pequeñito te dará problemas – se reía la recién estrenada abuela al ver que el rubio bajaba, ella ya tenía a ambos niños en dos pequeños moisés para bebés, además de que colocó a su marido recostado en el sofá… quien todavía estaba inconsciente

-parece que usted lo disfruta más que nadie – el rubio tomó al pequeño en sus brazos y como por arte de magia los grititos del bebé cesaron

-definitivamente él es como Tadashi – se reía mientras besaba la frentecita de la niña que fastidiada hacia muecas y fruncía el ceño – y esta hermosa es como tu… pero el mal carácter que tú tienes… eso sí que no lo permitiré, como sea la corrijo – se reía al ver el ceño fruncido de su yerno

-creo que usted me sigue odiando

-eso tenlo por seguro – miró al muchacho rubio quien acariciaba las mejillas de su hijo – jamás te perdonaré por robarte a mi pequeño Tada-chan y después hacerlo pasar por un parto doble, el sufrió más que tú – reclamó con un leve puchero mientras mecía a la nena en sus brazos

-no sabía que eso fuese así de doloroso

-y eso que no lo tuvo por parto normal como una mujer – sonrió la abuelita que feliz de la vida hacía muecas observando a su otro nieto – eso duele cinco veces más… tal vez por eso le afecta tanto estar en los partos – decía eso mientras palmeaba las mejillas de su esposo inconsciente – pobrecito… lo que tuvo que soportar cuando tuve a Tadashi y eso que no fue el mismo dolor que el mío  

-no quiero imaginarlo – hasta un escalofrío le recorrió, si le dolió el proceso… mejor alejaba esos pensamientos de su cabeza

-vale la pena… esa es la mejor de las magias –

-debo agradecerle por traer al mundo a Tadashi

-entonces déjame decidir el nombre de tus hijos – sonrió con emoción, sacaría provecho de la situación

-supongo que es justo, un trueque

-al menos eres razonable Kei-chan – colocó a la pequeña de nuevo en el moisés, le quitó al niño y sonrió con arrogancia, juntó a los pequeños y se quedó pensando, ambas caritas dormidas eran tan bellas – quien será valiente en la vida, Yuuki – susurró acariciando la manita del pequeño que bostezaba – y la niña de siete mares, siete tipos de belleza, Nanami – soltó una risita divertida al ver a la nena chuparse los dedos entre sueños – mis pequeños nietos… ¡los amo!

 

 

 

Seis años después…

 

 

 

-¡Vamos, es hora de desayunar! – Tadashi estaba en medio del patio, acomodaba la mesa en conjunto con otro pelinegro

-¡vamos! – un coro escandaloso se escuchó detrás de los arbustos con forma redonda

-¡corre Nanami! – un pequeño pelinaranja corría velozmente seguido por un pequeño pelinegro con un mechoncito de cabello rubio que contrastaba con el resto de su cabello

-no haré eso – la niña caminaba con calma tomada de la mano de su padre – son unos revoltosos

-no seas aburrida – se quejaba el más grandecito de los niños – se devolvió para tomar las manos de la pequeña y la jaló para que corriera

-suéltame, Yushin – se quejó pero solo fue liberada cuando ya estaban en la mesa

-no fue difícil, ¿no? – se acercó al rostro de la pequeña y sonrió ampliamente

-estas muy cerca – Nanami empujó al mayor huyendo hasta colocarse junto a su hermano – tonto – decía con un ligero sonrojo mientras se acercaba a su otro progenitor – oto-chan… quiero jugo

-definitivamente es como Tsukishima – se burlaron Kageyama y Hinata que observaron todo en silencio

-aleja a tu hijo de mi hija – advirtió el rubio que llegaba a la mesa después de mandar a los niños a lavarse las manos

-ja… ¿miedo a que te roben a tu pequeña? – comentó Tobio sonriendo con superioridad – mi hijo puede hacer lo que quiera

 

Una pequeña pelea se daba entre los mayores, los otros dos simplemente los ignoraron y siguieron preparando todo, un desayuno  simple, pero amplio en variedad, los pequeños llegaban a armar alboroto, las risas, los pucheros, los reclamos y las bromas, eran dos familias conviviendo antes de…

 

-¡entrenamiento! – sonreía Yushin cuando ya estaban en medio del patio rodeado de flores – vamos oto-san, oto-chan… vamos, practiquemos, ¡practiquemos!

-¡será genial! – apoyaba Yuuki que sonreía mientras tomaba la mano de su hermana y la levantaba con las suyas – ¿verdad, Nanami? – la pequeña solo asintió levemente y apoyó a su hermano en la muestra de emoción

-hoy será… ¡barrera de protección! – levantó Hinata sus manos y los pequeños lo siguieron

-OSU – gritaron mientras se reían, nada mejor que practicar desde que eran muy pequeños para que sus habilidades progresaran más rápido

-no te sobre esfuerces Shouyo – se quejaba cierto pelinegro que evitaba que su pareja corriera – recuerda que tienes a alguien ahí adentro, no seas imprudente – regañaba mientras acariciaba la suave curva que el más pequeño tenía

-lo olvidé – sonreía mientras se encaminaba a paso normal – pero… ¡tengo ganas de pastel!

-acabas de comer – comentó Kageyama

-pues tengo hambre de nuevo

-después – pero el golpe en su estómago le decía que las réplicas no valían… así que Tobio suspiró antes de volver a la casa detrás de ellos

 

 

-no sé si es buena idea dejarlos con los niños – bufó Tsukishima cuando junto a Yamaguchi tomaban las cosas necesarias para ir a cumplir con su trabajo en la asociación de hechiceros

-estarán bien – sonrió Tadashi mientras veía a Hinata agitar las manos explicando la  forma de realizar el hechizo en el que forjaban un pequeño escudo de cristal, de aire o de arena según correspondiera, pues los pequeños aprendices aun no sabían cuál era su elemento y ese día lo iban a descubrir – Tsuki, se nos hará tarde

-no confió en ese par

-Nanami estará bien, puede defenderse sola y sino Yuuki saldrá a defenderla, ya sabes cómo son – sonreía divertido al ver el ceño fruncido del rubio, ya sabía lo celoso que era Kei con su pequeña

-no me convences

-Tsuki… vamos, necesitamos irnos… además po-podemos ir a pasear un rato

-¿eso es una sugerencia?... ¿o simplemente quieres que nosotros tengamos sexo en la montaña?

-¡Tsuki!... nos pueden escuchar – susurró avergonzado

-entonces hay que irnos – definitivamente lograron convencerlo, miró al par de idiotas que se entretenían mostrando sus habilidades, solo por esta vez les confiaría a sus dos pequeñas luces

-pero primero tenemos que cumplir con la tarea – aceleró su paso hasta alcanzar al mayor, con una sonrisa se despidieron de sus dos pequeños y se encaminaron fuera de aquella enorme casa que era su hogar en esos días. Habían viajado al norte de Francia, ayudaban en la reconstrucción de un bosque debido a un incendio forestal y el ambiente en esa primavera era sumamente agradable

 

Esos años habían sido muy agitados, criar a dos pequeños no era nada fácil, muchas veces se frustraban pues si no era uno de sus pequeños era el otro, y en los casos más extremos eran ambos los que pedían atención. Las ojeras en los primeros meses, el cansancio en los siguientes, incluso Yamaguchi debió pedir ayuda a una niñera para poder cuidar de sus pequeños y Kei disminuyó sus horas laborales. Fue difícil, pero cuando los pequeños cumplieron un año las cosas mejoraron, el menor logró volver a su trabajo, el mayor seguía en el suyo. Forjaban una vida normal como hechiceros, si es que a eso le podían llamar normal. Su vínculo con Shouyo y Tobio había mejorado considerablemente, pues con el tiempo, los años, su magia compaginó de forma increíble, eran ellos los que lideraban los proyectos más grandes, pero ahora tenían licencia y solo estaban allí para organizar todo como las mentes maestras. El embazo de Shouyo fue sorpresivo para todos, pues pensaron que no volverían a tener hijos. Pero ya llevaba cuatro meses, era interesante ver lo sobreprotector que mostraba Tobio en estos casos, consintiendo cada capricho del menor y a su vez sentir ternura de Yushin, quien ansioso esperaba la llegada de su hermano menor 

 

Por su parte Kei y Tadashi seguían con sus dos pequeños, no pensaban tener más, al menos hasta que sus dos niños estuvieran ya suficientemente grandes, preferían disfrutar de la calidez de su pequeña familia de cuatro, sufrir los problemas que conllevaban tener gemelos, pero que al final traía satisfacción por partido doble. ¿Cómo olvidar las primeras palabras?... las primeros pasos, las travesuras, el primer hechizo que hacía a las flores abrirse a partir de capullos, todo eso era maravilloso y daban gracias a la vida por esa oportunidad.

 

 

Pocas eran las veces que estaban lo suficientemente en paz como para intimar y en esa ocasión debían aprovechar, tener hijos era hermoso pero conllevaba a la falta de privacidad, y a pesar de eso se daban formas para seguir amándose y desbordando sus pasiones. Todo era como la primera vez, la intensidad en los besos, el descaro de las caricias, las marcas nunca faltaron, los gemidos dulces, los gruñidos graves, la piel sudorosa, la pasión desbordante, el orgasmo sublime, se amaban y era la forma  física de demostrarlo. Llevaban años juntos y la intensidad se elevaba… era amor de verdad, eran destinados

 

 

 

En la noche…

 

 

 

-gracias – susurró Tsukishima mientras abrazaba a Tadashi por la espalda cuando de vuelta en casa preparaban la cena

-¿por qué? – sonrió al sentir el beso en su nuca

-por todo

-Tsuki… yo te amo – se ruborizo levemente, nunca podía decirlo sin avergonzarse, giró para encontrarse con esos ojos brillantes y esa sonrisa pequeña

-yo también – susurró mientras besaba los labios del menor quien se aferraba a su pecho y respondía con el mayor cariño que podía

-¿y nosotros? – la vocecita de cierto pequeño hizo que se avergonzaran y separaran para voltearse a mirar a Yuuki que ingresaba en la cocina – yo también quiero un beso de oto-chan – se quejaba mientras se abrazaba a las piernas de Tadashi

-yo también – la pequeña Nanami se unía a su hermano pidiendo que la cargasen

-yo los amo mucho, no tienen idea – sonrió el pelinegro cargándolos de una sola vez, cada uno en cada brazo – están pesados… – se quejó al tenerlos cerca de su rostro, los beso en las mejillas sonriendo al ver esas caritas levemente ruborizadas

-amo a oto-san también – sonría Yuuki lanzándose a los brazos del rubio que con gusto lo recibía acariciando sus cabellos – oto-san ama a oto-chan… y Nanami y yo amamos a oto-san y oto-chan – se abrazaba al rubio mientras se reía al sentir que Nanami lo jalaba de la camiseta exigiendo la misma atención

-deja que oto-san me cargue – la pequeña hacia un mohín mientras se lanzaba a los brazos de su padre rubio

-de verdad están pesados – se quejó Kei al tenerlos aferrados a su cuello – me saldrá una hernia

-jajaja – la risa de Tadashi logró hacer que los tres lo miraran – son tan lindos, sus ojos del mismo color son preciosos

-silencio, Yamaguchi

-lo siento Tsuki… pero debía decirlo... ¡necesito una cámara! – empezaba a buscarla pues no quería perderse esa imagen

-me adelanté – sonreía Tobio ingresando a la cocina con cámara en mano – jamás pensé ver al señor sarcasmo cuidando de su dos retoños cariñosos

-¿y tú qué? – se quejó el más alto mientras veía como Yushin trepaba por la pierna del pelinegro, Hinata lo ayudaba hasta que el pequeño estaba en los hombros del actual camarógrafo

-yo no me quejo y lo disfruto – sonreía Tobio mientras acariciaba la cabeza de su hijo que reía bajito mirando las imágenes de la cámara digital

-y pronto tendremos otro – decía Hinata o trataba de decirlo mientras también probaba una manzana que encontró… ni idea de donde salió

-espero que no tenga la mala cara de Kageyama – se burló Tsukishima

-yo también lo espero – dijeron Shouyo y Tadashi a coro, terminando riéndose ante la cómica escena y el ceño fruncido de Kageyama

-mi hermanito será… - Yushin se quedó callado cuando su barriguita sonó – ups

-tu panza ruge – se reía Yuuki haciendo que su padre lo bajara – ¡eres raro!

-tengo hambre – se quejó el pequeño pelinaranja bajándose de un salto de hombros de su padre

-yo… yo también – susurró Nanami quien avergonzada mostraba un sonrojo al escuchar el rugido de su propio estómago,  picó la mejilla de su padre – oto-san… quiero comida

 

 

 

Esa era su vida en familia… esa fue su maravillosa vida… y ya lo demás, no se tenía que contar…

 

 

FIN

 

 

Notas finales:

¿cómo estuvo?

Bueno la idea era hacerlos reir, traumarse, sentir ternura, no se si lo logré, ustedes me dirán~~

Traté de hacer felices a mis lectores, muajajjaa soy malvada y no haré nada más por el momento, aunque claro si tienen algún pedido los leeré y veremos si en un futuro me arriesgo de nuevo jejejeje

Fue un placer estar aquí, escribir esta pequeña historia, enamorarme de nuevo de mi OTP (AsaNoya), enamorarme del TsukiYama, del DaiSuga, del IwaOi, del KageHina de TODOOOOOO jajajjaa

Bueno me despido... por cierto, sus reviews los contestaré mañana, cuando ya me libere del ultimo examen y del proyecto... 

Favor de dejarme un review haciendome saber si les gustó el final, lo apreciaría mucho, me sube el ánimo y me inspira a seguir con este pequeño hobby

LOS AMO A TODAS Y TODOS (no se si hay algún varón que lea esto pero bueno~~)

MUCHOS BESOS!!!!

Nos veremos e otra oportundiad 

 

*se va dando vueltitas*


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