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Polos opuestos por gorgobina

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos!

Al fin puedo actualizar, siento haber tardado tanto pero entre que estuve un poco ocupada la semana pasada y que he estado un poco bloqueada con este capítulo pues me he tardado bastante en subirlo :(.

Aun así espero que os guste y lo disfrutéis :D. 

CAPÍTULO 3: Noche de hombres.

Al día siguiente, todo transcurría con la misma “normalidad” que habitualmente había. Aioros y Aioria caminaban juntos hacia el instituto como cada mañana, el sagitariano esta vez lo hacía más feliz pues comenzaba a acostumbrarse a su nueva situación y esa noche había podido dormir tranquilo.

-      Oye hermano… - dijo Aioria.

-      Dime.

-      Corre por el instituto el rumor de que ahora te has hecho amiguito de Shura. ¿Es eso cierto?

-      Vaya… Parece que los rumores se crean y corren como la pólvora.

-      ¿Pero es eso cierto? – le preguntó el leonino, mirándole fijamente.

-      Es difícil de explicar… Le estoy ayudando a cumplir las normas, como ahora soy el nuevo encargado de la disciplina…

-      ¿A cambio de qué? Hay gente que te ha visto llevándole la cartera a Shura, o yendo a la hora del patio con él, y dicen que hasta ayer le acompañaste a casa.

-      ¿Pero en esta escuela qué son, ninjas? – preguntó el castaño bastante mosqueado.

-      No lo sé, Aioros, es lo que he oído, y como hermano creo que merezco una explicación.

-      No puedo dártela, lo siento.

-      ¿Por qué?

-      Es algo…privado.

-      ¿En serio? ¡Soy tu hermano!

-      Ya te he dicho que es privado. Mejor no quieras saber más.

El leonino fue a reprochar de nuevo, pero entonces se dio cuenta de que ya estaban llegando al instituto y sería mejor no comenzar a discutir con él delante de todos.

Como siempre, Aioros se dedicó a saludar a sus fans mientras que el castaño menor se escabullía para ir con sus dos amigos: Milo y Camus.

-      Ey, Aioria, ¿has conseguido sacarle algo? – le preguntó Milo.

-      Qué va, no quiere contarme nada. Dice que va con Shura para ayudarle a cumplir las normas, pero no cuenta nada más. Supongo que tiene miedo a que si lo cuenta acabe enterándose todo el instituto.

-      Bueno, es que de alguna forma acabaría enterándose todo el instituto – opinó Camus.

-      No lo sé, pero esto no me da buena espina. Mi hermano se está metiendo en terreno peligroso, y eso no me gusta nada.

-      ¿Y qué quieres hacer al respecto? – preguntó Milo.

-      Podríamos…espiarle cuando va con Shura.

-      Eso no estaría tan mal, me gusta esa idea – dijo Milo.

-      Pues a mí no, eso es violar la intimidad de una persona – dijo Camus.

-      ¡Anda Camus, no seas tan soso! – le riñó Milo, rodeándole los hombros con un brazo amistosamente.

-      Lo siento, pero no contéis conmigo para eso – dijo el acuariano, que se zafó del agarre de Milo y entró solo al instituto.

-      Bueno… ¿Entonces qué? ¿Lo hacemos nosotros dos? – le preguntó Milo a Aioria con una sonrisilla.

-      Siento que de alguna forma todo esto te divierte…

-      Un poco, he de admitirlo.

-      Ah… - suspiró Aioria – Y yo aquí preocupado por mi hermano…

Poco tiempo después, todos los alumnos comenzaron a entrar al instituto, aunque Aioros decidió quedarse en la puerta para esperar al español.

Al ver que no llegaba, decidió enviarle un mensaje, y como seguía sin contestar comenzó a insistirle mucho.

Aioros: Shura, ¿cuándo piensas venir?

Aioros: ¿Shura?

Aioros: ¡Shura!

Aioros: Shura.

Aioros: Shura.

Aioros: Shura.

-      ¡Oh, ya está escribiendo! – pensó el sagitariano, feliz de que al fin fuera a contestarle.

Shura: ¿Qué coño te pasa?

Aioros: ¿Cómo que qué? ¿Cuándo vas a venir?

Shura: ¿Tú eres tonto o qué? ¡Ya te dije que yo no entraba a las ocho, que eso es para frikis! Si será posible…me acabas de despertar a las ocho de la mañana solo por esta mierda.

Aioros: ¡Ya te dije que tenías que entrar a primera hora!

Shura: ¡Que no pienso entrar a las ocho! Es más… Ahora creo que no voy a ir en todo el día, ya que me has despertado y no he podido dormir más… Ale, adiós.

Aioros: ¡¿Qué?! ¡Shura espera!

Sin embargo, por mucho que siguió enviándole mensajes, el capricorniano no volvió a contestar. Aioros se quedó sin saber qué hacer, pues ya no podía contactar al español, pero tampoco podía dejar que faltara todo el día a clases.

En ese momento, vio cómo el conserje del instituto se dirigía hacia la puerta de entrada para cerrarla pues el timbre que anunciaba el comienzo de las clases estaba ya por sonar. Apretó fuertemente los puños, consciente de lo que iba a hacer, y antes de que el conserje le viera echó a correr, alejándose del instituto.

-      Maldición Shura… Esta es la primera vez que hago novillos…y todo por tu culpa.

Mientras, en clase…

-       Iwahashi Yamato.

-      ¡Presente!

-      Jukodo Ai.

-      ¡Presente!

-      Kafkis Aioros.

Nadie respondió, y todos miraron hacia el sitio del sagitariano, que estaba vacío, incluida Saori, que lo miró con tristeza.

-      Juraría haberle visto antes en la entrada… - pensó Saori - ¿Le habrá pasado algo?

-      Falta… - murmuró en voz baja el profesor mientras apuntaba en su libreta de asistencias – Kido Saori.

-      Ehm… Presente… - dijo la virginiana, levantándose con timidez y con un tono de voz muy suave, a la vez que alzaba una mano.

En ese momento, en otra parte…

El sagitariano había corrido hacia la casa de Shura lo más rápido que sus piernas le habían permitido, y al llegar, picó una vez al timbre, pero al ver que el español ni contestaba ni aparecía, comenzó a picar con insistencia.

-      ¡¿Quién es?! – se escuchó gritar por el interfono.

-      Soy Aioros – respondió el otro, acercándose al aparato.

-      Ah… - suspiró Shura – Pasa anda…

El castaño abrió la puerta que daba paso al jardín, y cuando llegó a la de entrada de la casa esperó a que Shura le abriera. Cuando lo hizo, no se esperaba que el español aparecería con el pantalón del pijama y sin camiseta, por lo que se puso rojo como un tomate y tapó su cara con las manos.

-      ¡Lo siento! ¡No sabía que estarías así, lo siento mucho!

-      ¿Y a ti qué te pasa ahora? – preguntó el español extrañado.

-      ¡Estás semidesnudo!

-      ¿Te avergüenzas de ver a otro hombre sin camiseta? – preguntó Shura, aún más extrañado que antes – De verdad que eres más raro…

Aioros seguía con la cara tapada y estaba temblando a más no poder, aunque conseguía ver un poco a Shura a través de las rendijas de sus dedos.

-      Anda entra – le dijo el español, que lo agarró de la chaqueta y lo metió de un tirón dentro de la casa, cerrando la puerta cuando terminó.

-      ¿Eh? ¿Qué pasa? ¿Por qué quieres que entre?

-      Con el numerito que estabas montando cualquiera que pasara por ahí llegaría a pensar que te voy a violar o algo. ¿Y quieres dejar ya de taparte la cara? – preguntó el español molesto, que le apartó las manos de la cara – No sé por qué te avergüenzas de ver a otro hombre sin camiseta…

-      Es que contigo es diferente… - pensó Aioros, un poco sonrojado.

El español comenzó a subir las escaleras al segundo piso, y al ver que el otro no le seguía se giró hacia él a mitad de camino.

-      ¿Subes o piensas quedarte todo el día en el rellano?

-      Ahm…sí, ya subo.

Los dos subieron hasta el segundo piso y Shura le hizo pasar a su habitación, la cual estaba perfectamente ordenada y limpísima, para asombro del sagitariano que no pudo evitar quedarse con la boca abierta.

-      Esta ordenada y…muy limpia.

-      Pues claro, ¿qué te pensabas? – preguntó el español, sentándose en su cama mientras que Aioros se sentaba en una silla – Ya te lo dije que no soy como crees. Todo el mundo me juzga mal de buenas a primeras. Porque sea un mal estudiante no quiere decir que sea un delincuente.

-      Bueno, un poco agresivo sí que eres… - opinó Aioros.

-      Solo cuando se es necesario.

Shura estiró el brazo hasta su mesa y alcanzó un paquete de tabaco que tenía en ella. Sacó un cigarrillo y lo llevó a su boca, pero antes de prenderlo miró al sagitariano.

-      ¿Te importa que fume?

Aioros se quedó mirando el cigarrillo y se limitó a encogerse de hombros. Shura acercó el mechero para encenderlo pero volvió a mirar Aioros y finalmente desistió, dejando el cigarrillo en la caja otra vez, pues sabía que en el fondo le molestaba.

-      Da igual… En fin, estando aquí a estas horas puedo suponer que has hecho novillos.

-      Sí, precisamente por tu culpa – se quejó el sagitariano.

-      ¿Por mi culpa? Yo no te he pedido que faltes a clases para venir hasta aquí.

-      Pero me has dicho que no irías al instituto en todo el día…y eso no podía permitirlo.

-      ¿Y has venido hasta aquí para convencerme?

-      Sí. Tenemos un trato, Shura, así que tienes que ir a clase.

-      No sé yo si ese trato es válido cuando me has despertado a las ocho de la mañana. No me ha gustado nada ese detallito.

-      Si no vienes conmigo a clase no iré el sábado por la noche con vosotros.

En ese momento, Shura se quedó callado y mirándole fijamente, pero acto seguido sonrió.

-      Está bien, tú ganas, iré a clase.

-      Gracias.

-      Tendré que ponerme el uniforme.

El capricorniano se levantó de la cama y se dirigió al armario para sacar su uniforme. A continuación, comenzó a quitarse los pantalones del pijama mientras que Aioros se sonrojaba y decidía mirar hacia la ventana, aunque la tentación le pudo y acabó por mirar de reojo como el español quedaba en ropa interior y luego comenzaba a ponerse los pantalones negros del uniforme. Acto seguido comenzó a abrocharse la camisa, aunque se la dejó un poco abierta y además se la remangó, igual que una de las piernas del pantalón. Finalmente se colocó la corbata y los mocasines.

-      Ya estoy – anunció, y finalmente Aioros pudo mirarle con normalidad, y sin que su corazón fuera desbocado.

-      Otra vez remangándote una de las piernas del pantalón. ¿Qué manía tienes con eso?

-      Ninguna, simplemente, ya sabes que las normas no van conmigo, y si encima me haces llevar el uniforme pues al menos quiero darle un toque personal. Que no se pierda mi esencia.

Aioros suspiró y, sin contestarle, se levantó de la cama y volvió a colgarse su cartera al hombro que anteriormente había dejado sobre la mesa.

-      En fin, vámonos ya al instituto – concluyó el sagitariano.

-      Qué remedio…

Los dos salieron de la casa del español y emprendieron su rumbo al instituto.

-      Mañana ni se te ocurra volver a despertarme a las ocho – le advirtió Shura mientras bostezaba – No te quejes, ya da gracias que entro a las nueve.

-      Soy el encargado de la disciplina, es mi deber encargarme de que acates todas las normas.

-      ¿No se te está subiendo a la cabeza tu nuevo cargo? ¿Cuántas veces me habrás dicho ya eso? – preguntó Shura – Soy el encargado de la disciplina, y mi deber es hacer que cumplas las normas, bla, bla, bla, bla – se burló Shura, imitando la voz de Aioros.

Eso hizo reír a Aioros, que negó con su cabeza mientras continuaban caminando. Sin embargo, de un momento para otro comenzó a notar algo frío en su cabeza y luego una gota de agua en la nariz.

-      Me están cayendo gotas en el pelo y en la nariz – afirmó el sagitariano.

-      A mí también.

Los dos miraron hacia el cielo, y en cuestión de segundos comenzaron a caerles un montón de gotas de agua que acabaron por convertirse en un buen chaparrón.

-      ¡Me cago en la puta! – masculló Shura, y comenzaron a correr hasta el primer edificio que vieron que tenía balcón para resguardarse bajo él.

La lluvia caía con muchísima fuerza, y por un momento, Aioros se paró a observarse, tanto a él como a Shura. Estaban los dos empapados de pies a cabeza, tanto, que la camisa del español se le había pegado al cuerpo y transparentaba todo su pecho y abdomen. El sagitariano dirigió de nuevo su vista al cielo y suspiró.

-      Es por esto que odio la lluvia – se quejó Shura – Siempre tan repentina, llega sin avisar y para cuando ya te has dado cuenta te está cayendo la del cristo.

-      Pues a mí me gusta… - opinó Aioros – Me da…sensación de libertad caminar bajo la lluvia. Ahora mismo no me importaría estar mojándome si no fuera porque llevo la cartera, y no quiero que se mojen los libros.

-      Si te apasiona pescar un resfriado… - se burló Shura – Aun así, querido encargado de la disciplina, se te acaba de chafar el plan. No sé cómo quieres que vayamos a clase tal y como estamos.

-      Ya… Supongo que tendré que desistir por hoy.

Shura se giró hacia él y le observó con una sonrisilla.

-      Tu primera vez haciendo novillos… Felicidades, encargado de la disciplina, por fin te estás rebelando.

-      No me estoy rebelando – reprochó Aioros – Pero es imposible asistir a clase así… Vayamos a mi casa, no queda muy lejos de aquí.

-      Vale, el problema será llegar hasta allí.

-      Ponte la cartera en la cabeza, al fin y al cabo no llevas nada dentro – dijo el sagitariano mientras se quitaba su chaqueta.

-      ¿Y tú qué?

-      Me pondré la chaqueta en la cabeza, la cartera no que se mojan los libros.

Los dos se prepararon y en cuanto estuvieron listos echaron a correr hasta que cinco minutos después, ya habían llegado a casa del sagitariano, en la que entraron corriendo.

-      Salvados de la lluvia – dijo Aioros.

-      Sí, y más mojados que antes – masculló Shura, y acto seguido estornudó – Esto no hubiera pasado de no ser por tu estúpida idea de ir a clase.

Acto seguido, los dos se quitaron los zapatos que dejaron en la entrada y subieron también al piso de arriba, donde Aioros le entregó dos toallas a Shura.

-      Ten, puedes ir a ducharte. El baño está nada más salir, la primera puerta a la izquierda. Yo de mientras te buscaré algo de ropa limpia que puedas usar.

-      Vale.

El español se fue a duchar mientras que Aioros se quitaba la chaqueta, la camisa y la corbata que estaban completamente empapadas, dejando su torso completamente al descubierto, y acto seguido se puso a revolver en su armario, buscando algo de ropa limpia para él y para Shura, hasta que en cuestión de minutos encontró algo para los dos.

-      Ya estoy – dijeron a sus espaldas.

Aioros se giró con la ropa en las manos, y al ver a Shura completamente desnudo, solo con una toalla atada a la cintura y secándose el pelo con la otra, quedó totalmente impresionado, tanto, que se le cayó la ropa al suelo.

-      Se te acaba de caer la ropa – indicó el español, señalando al suelo.

-      Oh… Sí, lo siento – se disculpó el sagitariano rojo como un tomate, y se agachó para comenzar a recogerlas.

-      ¿Qué te pasa hoy? Estás muy raro conmigo – dijo Shura muy extrañado.

-      ¿Ah sí…? – preguntó el otro, haciéndose el desentendido – No sé… Y-Yo estoy bien, no me pasa nada.

-      ¿Seguro?

-      Sí.

Aioros terminó de recoger la ropa que se le había caído y le entregó a Shura un vaquero y una camiseta.

-      Toma. Lavaré tu uniforme así que puedes ponerte esto mientras se seca.

-      Vale.

-      Bueno, me voy a ir a duchar yo también. No sé, quédate aquí en mi habitación, puedes ponerte la tele si quieres.

-      De acuerdo.

Pero en ese momento, Aioros pareció quedar petrificado mirando algo que había detrás de Shura. El español se extrañó al verle así y también se giró.

-      ¿Qué pasa…?

Justo en el umbral de la puerta estaba Aioria, que acababa de llegar y parecía estar muy sorprendido al ver a Shura desnudo, solo con la toalla, y a su hermano semidesnudo, y encima los dos solos en la casa. 

-      ¿Qué está pasando…? – preguntó Aioria.

-      Lo siento Aioria – dijo Aioros cortado – N-No es lo que piensas, es que…e-es difícil de explicar, no hemos ido a clase y nos ha pillado la lluvia, por eso hemos venido a ducharnos.

-      ¿Que no has ido a clase?

-      No…

Shura hasta el momento había permanecido callado, y se había dedicado a observar fijamente a Aioria. El leonino lo había notado y eso comenzaba a incomodarle, pues ya era bastante conocida la fama de Shura.

-      ¿Es tu hermano? – le preguntó a Aioros.

-      Sí… Es mi hermano pequeño, Aioria – respondió el sagitariano – Por cierto, Aioria, ¿qué haces aquí?

-      Venía a buscar mi libro de inglés que me lo había dejado, pero ya me voy – respondió el leonino cortante y bastante incómodo, por lo que acto seguido se retiró, y segundos después escucharon cómo se cerraba la puerta de la calle.

-      Bueno… Voy a echar nuestros uniformes a lavar y me voy a duchar – dijo Aioros.

-      ¿No le caigo muy bien a tu hermano, no? – preguntó Shura.

-      ¿Eh? ¿Por qué lo dices?

-      No es que me mirase con simpatía precisamente…

-      Bueno…ya sabes la fama que te precede, Shura – dijo el sagitariano, y acto seguido salió al pasillo para ir al baño.

-      ¿Y tú qué piensas de mí? – preguntó el español, saliendo rápidamente a la puerta para alcanzarle.

-      Pues…la verdad es que ahora que empiezo a conocerte creo que no hay que juzgarte mal de buenas a primeras, no eres todo lo que dicen las apariencias.

Shura sonrió ante eso, y sin decir nada más volvió a meterse en la habitación para vestirse mientras que Aioros iba a la ducha.

Un tiempo después, el uniforme de los dos ya estaba seco y limpio, así que Shura pudo ponerse su ropa de nuevo y marchó a casa.

~~

 

El resto de la semana transcurrió con la normalidad de siempre, y para cuando se dieron cuenta ya era sábado por la noche y faltaba poco para que los cuatro se fueran a “cazar”.

Aioros estuvo dándole vueltas al tema de qué ropa ponerse, pero finalmente decidió no matarse mucho y optar por una camisa blanca, unos vaqueros pitillo y deportivas, pues al fin y al cabo su única intención esa noche era tomarse algo con ellos e irse cuando las cosas pasaran a otro nivel.

Sin embargo, el que parecía muy indeciso era Shura, que le envió un mensaje diciéndole que fuera a su casa urgentemente.

-      ¿Qué? ¿Me estás diciendo que de verdad ésta era la urgencia?

-      Sí – respondió el otro tajantemente – Dime, ¿camisa azul o verde?

-      Pff… Azul, supongo.

-      Vale.

Shura dejó la camisa de color caqui sobre la cama y se puso por encima la que le había dicho Aioros, por lo que iba vestido con una camiseta de manga corta negra, encima llevaba abierta la camisa azul marino de manga corta que se acababa de poner, conjuntado con unos pantalones negros y deportivas.

-      Nunca hubiera imaginado que tú tuvieras dramas con la ropa…

-      Bueno, no es una noche cualquiera, así que me gustaría ir un poco mejor vestido. Pero venga, vámonos que aún se nos hará tarde.

Los dos salieron de la casa de Shura y se dirigieron al lugar de encuentro con Kanon y Aldebarán. Éstos no tardaron en llegar y cuando lo hicieron, todos pusieron rumbo al bar donde pasarían la noche.

El bar elegido resultó ser uno de los más céntricos de la ciudad, por lo que siendo sábado noche, estaba atestado de gente, pero aun así consiguieron encontrar un hueco en la barra para los cuatro.

-      ¿Qué queréis de beber? – les preguntó Kanon.

-      Yo quiero un gin tonic – dijo Aldebarán – Tampoco quiero pasarme para empezar.

-      A mi me pides un daiquiri – dijo Shura.

-      Joder, este sí que empieza fuerte – dijo Kanon, y luego miró al sagitariano - ¿Y tú, Aioros?

-      Yo…quiero solo una cerveza – respondió el castaño tímidamente.

-      Vamos, ¿me lo estás diciendo en serio, Aioros? ¿Te traigo hasta aquí para que te tomes una cerveza? ¡Anda, pídete algo más fuerte! – masculló Shura.

-      Pero es que no quiero beber mucho…

-      Salir por la noche para tomarte solo una cerveza es una tontería.

-      Bueno, está bien… - dijo Aioros mientras meditaba – Tomaré un vodka con naranja, entonces.

-      Ahí – dijo Shura, complacido, y se giró para observar como Kanon pedía sus bebidas.

La camarera se acercó al geminiano ya que este reclamaba su atención.

-      Hola guapa, nos pones un gin tonic, un daiquiri, un vodka con naranja y para mí un cubalibre – añadió con un guiño de ojo.

-      De acuerdo – le respondió la chica con una sonrisa, y se alejó para prepararles las bebidas.

-      Kanon, que acabamos de llegar. ¿Ya estás ligando con la camarera? – se quejó Aldebarán.

-      ¿Y por qué no? Está muy buena, hay que aprovechar todas las oportunidades que se puedan.

-      Relájate que acabamos de llegar.

Kanon le sacó la lengua molesto, y Aioros no pudo evitar reírse ante la escena que estaba contemplando, pues a pesar de que todo el mundo los describía como gente peligrosa, en el fondo podían ser buenos.

-      Aquí tenéis, chicos – les dijo la camarera una vez que tuvo sus bebidas, entregándoselas.

-      Muchas gracias preciosa – dijo Kanon con una encantadora sonrisa.

La camarera le lanzó una miradita, y acto seguido se fue a otra parte.

-      La tengo en el bote – aseguró el gemelo menor.

-      Joder, a este paso como no me mueva, no pillo – se quejó Aldebarán, que comenzó a echar una ojeada a propuso Shura.

-      Sí, eso puede funcionar… - meditó el taurino, y acto seguido se levantó y cogió su bebida – Voy a intentarlo, os veo luego, chicos.

Los tres vieron como Aldebarán se iba y en pocos minutos se sentaba junto con una chica y comenzaba a hablar con ella. Pidieron otras dos bebidas para los dos, que por supuesto pagó Aldebarán, y más tarde se perdieron entre la multitud que bailaba al fondo del bar.

-      Pues creo que yo haré lo mismo, ¡hasta luego! – se despidió el geminiano, y le vieron irse con su bebida hasta otro lado de la barra para comenzar a charlar con la camarera, que parecía encantada de que un chico tan apuesto hubiera tomado la iniciativa de conquistarla.

En cuestión de unos pocos minutos, Shura y Aioros se habían quedado solos en la barra y con sus bebidas. Aioros ya había dado dos sorbos de la suya, pero era bastante fuerte y él no estaba acostumbrado a beber, por lo que prefería hacerlo poco a poco.

-      ¿Ves? Esto es lo que ocurre cada vez que salgo con ellos – dijo Shura, que daba vueltas con su dedo al borde de su copa.

-      ¿Por eso querías que viniera?

-      Sí…

-      Pero… Yo… No suelo salir casi nunca de noche y creo que soy bastante aburrido como para estar conmigo aquí – se lamentó el sagitariano.

-      No. Aunque no lo creas, eres la mejor compañía que puedo tener ahora. En un mundo así, creo que nunca va mal un poco de paz y tranquilidad. Y a la vez opino que a ti también te iría mejor un poco más de chispa. Creo que ese tonto pacto que hicimos puede llegar a beneficiarnos mucho, Aioros. Los dos podemos aprender mucho del otro – admitió Shura.

Aioros se inclinó hacia él y le miró de cerca.

-      ¿Ya estás borracho?

-      ¿Qué? Claro que no – dijo el otro ofendido.

-      Es que… No te entiendo, Shura. A veces eres arrogante conmigo y otras amable.

-      Lo sé, es mi forma de ser.

-      Ya veo…

Los dos tomaron otro sorbo de sus bebidas, aunque esta última recayó muy mal en el sagitariano, que ya se había tomado la mitad.

-      No lo tomes con la pajita – le aconsejó el capricorniano – Sube más rápido.

-      ¿En serio?

-      Sí.

Aioros volvió a tomar de su bebida, esta vez sin la pajita, y comenzó a notar como poco a poco le entraba un calor inmenso por todo el cuerpo y unos ánimos y una alegría que no tenía antes.

-      Oye Shura, ¿y cómo es que tú no intentas ligar con nadie? – preguntó mientras seguía bebiendo de su vodka, pues a cada sorbo lo encontraba más rico.

-      No me apetece en este momento, además, tampoco podría dejarte aquí solo, no soy tan cruel. Al fin y al cabo, quién sabe que te pasaría sin tu amo – añadió el español con una sonrisilla.

-      Oye, ¿y por qué…por qué no vamos a bailar o algo? – preguntó Aioros muy animado, que se levantó de su taburete y cogió su bebida para darle el último sorbo.

-      Aioros, ¿te estás emborrachando? – le preguntó Shura mientras le miraba fijamente y muy extrañado.

-      ¿Yo? ¡Qué va! – exclamó el sagitariano – Pero ya que estamos aquí me apetece hacer algo, vamos a bailar.

-      Pero…

Shura no pudo añadir nada más, pues el sagitariano se le había escapado hacia el fondo del bar.

-      Me cago en… No pensé que fuera a darme problemas – masculló Shura, que cogió su bebida, se la acabó de un trago y corrió en busca de Aioros.

Comenzó a apartar a empujones a la multitud, aunque en el fondo él también comenzaba a encontrarse un poco mal pues ese último trago de golpe no había sido muy buena idea, pero aun así se mantenía estable.

Acabó encontrando al sagitariano al lado del estéreo, y precisamente se encontraba bailando muy feliz con una chica.

-      Pero… ¿Qué coño hace? – masculló Shura, que entre el agobio de la multitud, y que iba un poco bebido, comenzaba a enfurecerse, y sin saber bien, bien por qué, ver a Aioros bailando con una chica le había enfadado aun más. Quizá por el hecho de que le había dejado solo para irse por ahí con una tía – Aioros, ¿qué haces? – preguntó una vez que llegó junto a ellos.

-      No sé, me ha dicho que quería bailar conmigo, y como tú no querías… - respondió el sagitariano muy contento, mientras que le hacía dar una vuelta a la chica.

-      ¡No puedes estar bailando con ella! ¿Qué pasa conmigo? – preguntó Shura molesto, y los separó.

-      ¿Eh? – preguntó Aioros sin comprender.  

-      Oye tío, ¿y a ti qué coño te pasa? – preguntó la chica molesta - ¿Por qué no puedo bailar con él?

-      Porque no, búscate a otro.

La chica chistó con la lengua y se piró por ahí, mientras que Shura cogía a Aioros del brazo y lo arrastraba fuera de allí.

-      ¡Oye Shura! ¡¿Qué te pasa?! ¡¿No me habías dicho que ligara esta noche?! Aunque…ella realmente no es lo que busco, ¡pero bueno, lo estaba intentando!

-      ¡Porque no! – exclamó el otro molesto - ¡¿Qué pasa conmigo entonces?! ¡Me quedo contigo para que no estés solo y ahora eres tú el que me abandonas!

-      ¡No hay quién te entienda! ¡Me dices que ligue y ahora no me dejas!

-      ¡¿Eres mi sirviente, no?! – preguntó el capricorniano mientras se giraba para mirarle - ¡Pues si ahora te digo que no puedes ligar con esa es que no puedes! Y ahora vámonos… El alcohol me está haciendo decir y hacer cosas estúpidas. Ya no tengo tanto control de mí mismo.

-      ¡Pero no nos vayamos aun! ¡Yo quiero bailar más!

Aioros volvió a escaparse del español y fue corriendo hasta la barra donde se pidió un roncola. Shura suspiró, y no le quedó más remedio que ir con él.

-      Aioros, ¡¿quieres parar de beber?!

-      ¿Por qué? No pasa nada por una copa más – dijo el sagitariano contentillo mientras bebía.

-      ¿Ya llevas suficiente dinero para pagar todo esto?

-      Pues no lo sé, la verdad...

-      Anda, vámonos ya – ordenó Shura, que le quitó la bebida de las manos para dejarla en la barra, pero luego pensó que era un desperdicio y se la acabó él de otro trago antes de salir del local.

Cuando los dos salieron de nuevo a las calles, ya era bien entrada la noche. Shura hacía grandes esfuerzos por mantenerse estable y entender bien lo que ocurría a su alrededor mientras parpadeaba seguidamente, y Aioros estaba tan feliz que no podía parar de decir tonterías y brincar por ahí.

-      Así no podemos ir a casa… - dijo Shura, tratando de pensar – Ven Aioros.

-      ¿A dónde vamos ahora? – preguntó el sagitariano muy feliz.

-      Vamos a hacer un descanso a ver si nos despejamos un poco.

-      ¿Por qué? ¡Yo me encuentro genial! – aseguró Aioros.

Shura comenzó a cabrearse y cogió a Aioros del brazo para que no se le escapara y lo llevó arrastrando hasta un parque.

-      Esto tiene tela… Se supone que eres mi sirviente y he acabado haciéndote de niñera… - masculló Shura, que lo hizo sentarse en el césped del parque – Quédate aquí, voy a por algo de beber, ¿vale?

Aioros asintió muy sonriente, y Shura comenzó a alejarse de él aunque mirando todo el rato hacia atrás para controlar que no se le escapara. Llegó a una máquina de refrescos y pilló una botella de agua que le entregó a Aioros cuando regresó con él, y se sentó a su lado en el césped.

-      Bebe, puede que te haga sentir un poco mejor.

El sagitariano cogió la botella de agua, que estaba muy fría, y comenzó a beber, dejando que toda aquella corriente de frescor recorriera su garganta. Le sentó bien, aunque parecía seguir igual que antes, es decir, seguía igual de desmadrado.

-      Oye Shura, ¿qué vamos a hacer ahora?

-      Yo por el momento tratar de despejarme.

-      ¿En serio? ¡Qué aburrimiento! – se quejó el castaño.

-      No me lo puedo creer… - masculló Shura en voz baja – Y se suponía que yo era un delincuente…si en este momento, de no ser porque yo tengo un poco de cabeza, este estaría más desmadrado que, que…que yo que sé…

-      ¿Qué dices? – preguntó Aioros, gritando un poco nada.

-      Nada, nada…

-      Oye Shura, tengo mucho calor.

-      Es por el alcohol, no te preocupes.

-      Ya…pero…

-      ¿Pero qué?

El sagitariano comenzaba a notarse muy extraño. Sentía un calor inmenso emanar de su cuerpo en ese momento, y su euforia producida por el alcohol comenzaba a aumentar cada vez más, tanto, que se le estaban pasando ideas loquísimas por la cabeza.

-      ¿Qué te pasa, Aioros? – insistió Shura al ver que el otro no le contestaba, y se giró para ver cómo el sagitariano se estaba desabrochando los botones de la camisa - ¡¿Pero qué demonios haces?!

-      Es que me estoy muriendo de calor… - respondió Aioros, que ya casi se la había desabrochado toda la camisa y dejaba al descubierto su firme torso.

-      ¡Pero no empieces a desnudarte aquí en medio! ¡Que estamos en un parque!

Aioros se acercó al español inesperadamente, apoyándose con una mano en el suelo e inclinándose hacia él, y le miró directamente a los ojos.

-      Shura, estoy enamorado de ti – confesó, empujado claramente por la euforia del momento.

Shura se quedó sin saber qué decir en ese momento, estando totalmente impresionado, y cuando por fin pareció ir a decir algo, sus labios quedaron atrapados por los de Aioros, que comenzó a besarle muy fogosamente, casi sin dejarle respirar.

El español trataba de asimilar en su estado qué estaba pasando, pues tampoco es que él estuviese muy bien, pero entendía que Aioros le estaba besando y él instintivamente se estaba dejando llevar. Los besos del sagitariano eran húmedos y fríos, seguramente por el agua que acababa de beber, pero sin duda eran exquisitos. Cuánto más le besaba más se dejaba embaucar por esos besos y esos labios de caramelo.

No sabía si debía parar todo aquello, pero realmente no quería, y dejándose llevar tanto por la situación como por el alcohol, comenzó a acariciar el pecho desnudo del sagitariano. Era terso, y muy firme, demasiado apetecible.

Fue a bajar sus labios por el cuello del sagitariano, pero notó como Aioros, inesperadamente, comenzaba a tocar unas partes que quizá no debiera, y abrió los ojos como platos mientras que el otro continuaba besándole.

-      Aioros, ¿qué se supone que estás tocando? – preguntó, comenzando a excitarse.

-      ¿Eh? – preguntó el castaño muy agitado, mientras seguía besándole y tocándole.

Shura notó como comenzaba a excitarse demasiado, pues al parecer el sagitariano estaba tocando sus partes íntimas, y acabó por empujar a Aioros contra el césped para colocarse encima de él y comenzó a lamer su pecho mientras que el otro gemía.

El español trataba de centrarse y pensar un poco en lo que estaban haciendo a pesar de que la embriaguez y la excitación le estuvieran dominando por completo. Notaba cómo su corazón iba a un ritmo desbocado y se sentía demasiado acalorado.

Trató de concentrarse mucho y que la sensatez le dominara, hasta que se separó del sagitariano y se quedó sentado de rodillas encima de él.

-      Aioros para, no sabes lo que haces – dijo muy agitado.

-      Claro que lo sé… - respondió el otro, tratando de alcanzar el torso de Shura para acariciarle.

El capricorniano cogió la botella de agua fría y se la echó por encima tanto a él como al sagitariano. Eso le hizo sentirse menos acalorado y pudo centrarse un poco más al fin, pero Aioros se separó de él y salió corriendo.

-      ¡Qué frío, qué frío, qué frío! – exclamó mientras pegaba saltos en el sitio.

-      Lo sé, pero te hará centrarte un poco.

Shura se levantó y fue al lado de Aioros, el cual se estaba muriendo de frío. Se quitó su camisa y se la puso por encima a Aioros antes de rodearle los hombros con un brazo.

-      Anda, será mejor que nos vayamos, no estás bien, Aioros.

El sagitariano no dijo nada al respecto y obedeció sin rechistar, pues al parecer estaba más concentrado en el frío que tenía que en cualquier otra cosa, y juntos se alejaron del parque para volver a casa. Puede que esa noche no fueran muy conscientes de lo que acababa de ocurrir, pero quizá al día siguiente tengan muchas cosas de que hablar. 

Notas finales:

Bueno, bueno, bueno, ya vemos que al parecer por fin estos dos han tenido su primer roce jajaja. A saber lo que hubiera pasado de no ser porque Shura tuvo un poco de conciencia. Esos dos se han intercambiado los papeles en esta ocasión, al parecer Aioros cuando se emborracha es todo lo contrario a lo que es siempre, es un completo desmadrado, y Shura ha sido el que tenía más sensatez cuando se supone que es el rebelde de los dos :P. 

En el próximo capítulo veremos qué ocurre con todo eso. ¿Qué pasará al día siguiente cuando recuerden todo lo que ocurrió la noche anterior? Jeje. Y por si fuera poco, Aioros se ha confesado a Shura en un impulso provocado por su embriaguez XD. 

¡Muchas gracias por leer y nos vemos en el próximo capítulo, besos y abrazos!


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