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Polos opuestos por gorgobina

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos! Al fin puedo subir este capítulo, siento haberme tardado un poco, pero para recompensarlo, este capítulo es un poco más largo que el anterior. 

¡Espero que os guste :)!

 

CAPÍTULO 4: Confusión y… ¿celos?

 

A la mañana siguiente, ya era domingo. Aioros no recordaba muy bien lo que había ocurrido la noche pasada, pero se acababa de despertar con un resacón del quince. Le dolía muchísimo la cabeza, y se sentía como si estuviera en un barco, todo le daba vueltas, y vueltas, y vueltas…

-      Ugh… ¿Dónde estoy? – pensó.

Comenzó a levantarse poco a poco y se sentó en la cama, aunque enseguida se llevó una mano a la cara pues estaba mareadísimo.

-      Estas no son mis sábanas… - pensó, mientras miraba las finas sábanas blancas que cubrían la cama.

Acto seguido suspiró y comenzó a masajearse la cabeza, pues le dolía muchísimo. Luego apartó las sábanas y se levantó de la cama para salir de la habitación. Dado el estado en el que se encontraba, lo último que podía hacer en esos momentos, era tratar de identificar donde estaba, pero atravesó el pasillo tambaleándose un poco y luego comenzó a bajar las escaleras al primer piso muy despacio.

Para su sorpresa, Shura se encontraba sentado en un sofá y mirando la televisión. Cuando notó su presencia, puso en silencio el aparato y le miró.

-      A buenas horas te despiertas, son las dos del mediodía.

-      ¿Dónde estoy? – preguntó con el ceño fruncido y llevando una mano a su frente, pues la cabeza le seguía doliendo a horrores.

-      ¿Tan mal estás para no reconocer mi casa? – preguntó el español, incrédulo – Ayer estabas tan mal que no me quedó más remedio que traerte aquí.

-      Te lo agradezco, Shura… Si mis padres llegan a verme así… Pero… ¿Entonces he dormido en tu habitación?

-      Sí, sin que mi madre se haya enterado, hemos tenido suerte.

-      ¿Y…tú?

-      Pues he tenido que dormir contigo, qué remedio.

-      Ah… Lo siento – se lamentó el sagitariano.

-      Oye Aioros, sobre lo que pasó ayer…

-      ¿Qué?

El español le miró incrédulo, pues parecía demasiado tranquilo para lo que había ocurrido.

-      ¿Recuerdas algo de lo que pasó? – preguntó primero Shura.

-      No… Lo siento, iba demasiado mal. Recuerdo estar bebiendo en la barra los cuatro, y que luego Kanon y Aldebarán se fueron. Creo que cuando me acabé mi bebida me fui a bailar pero la verdad es que recuerdo poco más… Algo de un parque, y que bebíamos agua…o yo qué sé.

Shura abrió los ojos como platos, no pudiendo creerse nada de lo que estaba escuchando. Eso quería decir que Aioros no recordaba nada de su confesión ni de los besos que se dieron.

-      ¿Por qué? ¿Pasó algo o hice algo raro que no recuerdo? – preguntó el castaño preocupado.

-      … No, tranquilo… - dijo Shura, prefiriendo no contarle nada entonces – Tan solo comenzaste a desmadrarte un poco, estabas muy eufórico y no parabas de pegar saltos y de bailar…

-      Me lo imagino, por eso no quería beber mucho… Cuando voy borracho me pongo demasiado eufórico y empiezo a hacer locuras de las que ni yo mismo soy consciente…

-      No, si ya lo veo… - pensó Shura.

-      Pero aun así pensé que un día era un día y que necesitaba pasármelo bien por una noche. Supongo que fue mala idea, siento haberte causado tantas molestias – se disculpó el sagitariano.

-      No te preocupes…

-      Regresaré a mi casa entonces, deben de estar preocupados.

-      Vale. Tienes tu cartera y tu móvil encima de mi mesita.

-      Vale, muchas gracias.

Aioros subió rápidamente al cuarto de Shura para coger sus pertenencias y acto seguido se marchó de la casa despidiéndose del español, que había quedado muy perplejo con todo aquello.

En su interior se debatían miles de cuestiones sobre la noche anterior. Aioros no recordaba nada, y eso quería decir que todo quedaría a cargo de su conciencia. ¿Qué haría a partir de ahora? Estaba claro que no podía olvidar algo así… Y… ¿Sería verdad lo que Aioros le había confesado? Dicen que los niños y los borrachos no mienten, así que…tendría que ser cierto. Pero lo más importante de todo y lo que más le atormentaba la mente era el pensar si todo lo ocurrido la noche anterior podría haberle hecho sentir algo, pues él tenía una propia confesión que nunca le había dejado oír a nadie.

Al día siguiente…

Otra vez lunes, vuelta a la rutina. Una nueva semana se levantaba en el imperio del sol naciente, y ellos ya estaban preparados para ir a su instituto. Bueno, solo uno, el otro estaba a medias.

-      ¡Aioria, son las 7:50, más te vale salir ya o me voy sin ti! – amenazó Aioros.

-      ¡Bien por mí, no tendría que aguantar tu desfile cada vez que llegas al instituto! ¡Casi pareciera que todo el mundo estuviese saludando a la mismísima reina Victoria! – exclamó Aioria desde dentro de la casa, a punto de salir.

-      Bueno… Tampoco creo que sea para tanto… ¡En fin, que salgas ya!

El leonino salió a regañadientes, colocándose bien su corbata, y cerró la puerta de la casa para reunirse con su hermano.

-      ¿Por qué siempre vas con el tiempo pegado al culo? – preguntó Aioros mientras emprendían el camino al instituto.

-      Porque me levanto más tarde que tú.

-      Claro, si no durmieras tanto…

-      Lo siento, a algunos nos gusta dormir, no todos somos tan perfectos como tú. Aunque…hablando de perfecciones… Aun no me has contado por qué el sábado por la noche no dormiste en casa y viniste el domingo a las dos del mediodía. Por lo que tengo entendido, mamá y papá te echaron una buena bronca.

-      Sí… La verdad es que bebí un poco de más con Shura y me encontraba muy mal por lo que me llevó a su casa. Pero eso no volverá a repetirse, no puedo permitirme algo así.

-      Últimamente siempre estás con Shura, y sigo sin entender por qué…

-      Ya te dije que era difícil de explicar…

-      Pues no entiendo por qué. ¿Acaso estáis saliendo?

-      ¿Qué dices? ¡Claro que no!

-      ¿Entonces?

-      Dejémoslo en que somos como una especie de amigos, ¿vale?

-      …

Aioria miró muy malhumorado a su hermano en silencio, pues éste seguía sin querer contarle lo que se traía con Shura por más que le insistía.

-      Si no quieres contármelo no me va a quedar otra opción que espiarte definitivamente hermanito… Y esto lo hago por tu bien – pensó.

Cuando llegaron al instituto ocurrió la escena que a Aioria le gustaba llamar “El saludo a la reina Victoria”. Todo el mundo comenzó a saludar al sagitariano mientras que el castaño menor se escabullía con sus amigos de nuevo.

-      Definitivamente a partir de hoy, vamos a espiar a mi hermano.

-      ¡Bien! – exclamó Milo, que estaba ansioso por un poco de emoción.

-      Mal… - masculló Camus – Ya os lo dije, no me uno a vuestros planes.

-      ¡Que sí, que sí! ¡Tú te vienes con nosotros! – dijo Milo, rodeando los hombros de su amigo con un brazo.

-      Ni en sueños…

Minutos después, todos entraban al instituto y se dirigían a sus respectivas clases. Aioros ya había aprendido la lección, y en vez de esperar a Shura se dirigió directamente a clase, pues sabía que el capricorniano no vendría hasta segunda o tercera hora.

Al entrar, fue a sentarse en su sitio, pero alguien le agarró por el brazo y no pudo seguir avanzando. Al girarse se dio cuenta de que era Shaina, y un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, pues la delegada realmente le imponía mucho respeto.

-      Ho-Hola Shaina… ¿Q-Q-Qué quieres? – preguntó muy asustado.

-      Oye, no te pongas como si fuera a matarte – dijo la delegada un poco molesta, y le mostró una hoja – Ten.

-      ¿Qué es esto?

-      Un informe. El director quiere que se lo entregues mañana rellenado. Como ya llevas una semana en el puesto de encargado de la disciplina, quieren que hagas un informe sobre ello, explicando el comportamiento de los alumnos y demás.

-      Ah… Pero…

-      Me ha dicho que te ayudara si lo necesitabas. Y como veo que andas un poco perdido, si quieres nos podemos quedar después de clases y lo hacemos juntos.

-      Bueno… Tampoco es necesario, ya sé que al ser la delegada debes tener otras muchas cosas que hacer y…no querría molestarte.

-      No, no te preocupes, hoy no estoy tan ocupada y puedo hacerlo. A no ser que te asuste quedarte conmigo.

-      ¿Eh? ¿P-Por qué tendría que asustarme? – preguntó el sagitariano, que le corrió otro escalofrío por todo el cuerpo.

-      Bueno, a juzgar de cómo te has puesto nada más verme…

-      N-No, para nada, tranquila, lo haré contigo.

-      De acuerdo. Entonces lo hacemos después de clases.

-      Vale, muchas gracias por tu ayuda Shaina.

-      No hay de qué.

Acto seguido, Shaina se sentó en su sitio así que Aioros decidió hacer lo mismo y comenzó a sacar sus libros y el estuche mientras que Saori también llegaba y se sentaba a su lado.

-      Buenos días, Aioros – dijo tímidamente.

-      Buenos días, Saori – respondió con una sonrisa - ¿Qué tal tu fin de semana?

-      B-Bien… Fui a algunos parques a pasear y para poder inspirarme en mis dibujos.

-      Oh, ¿en serio dibujas? – preguntó el sagitariano sorprendido.

-      Sí… Me gusta dibujar paisajes – respondió muy sonrojada.

-      No lo sabía. Pues algún día podrías enseñarme alguno de tus dibujos, me encantaría verlos.

-      ¿En serio te gustaría ver mis dibujos? – preguntó muy ilusionada y más sonrojada por momentos.

-      Claro que sí – respondió Aioros con una gran sonrisa – La verdad es que ahora que lo pienso…no sé muchas cosas de ti, Saori, como siempre nos vemos aquí en el instituto…

La virginiana se quedó mirándole muy sorprendida. ¿De verdad quería saber más cosas sobre ella? Apretó fuertemente sus puños que estaban sobre su falda, mientras miraba al suelo avergonzada, pues necesitaba reunir valor.

-      Vamos Saori, puedes hacerlo… - pensó – Si no lo haces ahora no lo lograrás nunca. Y si no tratas de dar un paso más siempre estaréis igual, y os quedaréis estancados en la misma relación siempre. ¿Es eso lo que quieres?

Trató de alzar un poco la vista y vio como Aioros pasaba las páginas de su libro para ubicar en cuál se habían quedado la semana pasada.

-      Aioros… - le llamó con un tono muy suave de voz, casi inaudible.

-      Dime.

Notaba su respiración muy acelerada, el corazón le latía demasiado rápido y sus mejillas estaban ardiendo. Seguramente estaría roja como un tomate, y le daba vergüenza que Aioros la viera así, pero en esos momentos nada importaba, solo reunir valor.

-      ¿T-Te…gustaría que fuéramos a-a dar una vuelta juntos un día de estos? – consiguió preguntar, aunque se puso más roja de lo normal - ¡No! ¿Por qué he tartamudeado? Y encima me temblaba la voz… Va a pensar que soy tonta. De seguro que no querrá salir conmigo – pensó.

-      ¡Claro! ¡Eso estaría genial! – exclamó el castaño, muy ilusionado al parecer, y sorprendiendo mucho a la japonesa - ¡Cuando tú quieras!

-      Entonces… - dijo, tan ilusionada que casi ni le salían las palabras - ¿Te p-parece bien hoy por la tarde?

-      Oh… Bueno, es que hoy me tengo que quedar a hacer un informe para el director… - respondió un poco apenado – Pero mañana estaría bien.

-      E-Entonces quedamos mañana, por mí ningún problema.

-      Vale. ¿Te parece bien quedar a las cinco en el parque de aquí al lado?

-      Sí.

-      Guay – dijo el castaño, muy sonriente.

El profesor entró en el aula y todos los alumnos dejaron de hablar para centrarse en la materia. Saori tenía las mejillas sonrojadas y una leve sonrisa de felicidad mientras pasaba las hojas de su libro. ¡Al fin había conseguido pedirle una cita a Aioros!

Una hora más tarde…

La primera clase finalizó y todos los alumnos se dispersaron por la clase para charlar mientras que esperaban al siguiente profesor. Aioros se levantó de su sitio y salió rápidamente de clase, pues como ya era habitual, iba a buscar a Shura a la entrada.

Pasó rápidamente por el pasillo, pero ni siquiera se inmutó de que su hermano y sus amigos estaban por ahí, aguardando a que saliera para seguirle.

-      Ahora, sigámosle – dijo Aioria.

El castaño se escabulló y comenzó a perseguir a su hermano, resguardándose entre la multitud, mientras que Milo también le seguía y Camus, que era arrastrado por el escorpiano.

-      Milo, déjame en paz, no pienso seguir vuestros jueguecitos. Esto no está bien, no quiero espiar la vida del hermano de Aioria – se quejó Camus.

-      Vamos, un poco de aventura no te hará daño – respondió Milo con una sonrisilla.

-      Te odio por obligarme a hacer esto.

Los tres siguieron a Aioros hasta la entrada del instituto, donde estaban las taquillas, y se resguardaron en uno de sus pasillos, mientras que el sagitariano estaba en otro, justo al lado de la taquilla de Shura.

El español entró al instituto bostezando y al ver a Aioros le entregó su cartera, cosa que extrañó mucho a los tres chicos.

-      Buenos días Shura.

-      Buenos días… Agradezco que hoy no te hayas atrevido a despertarme a las ocho.

-      Lo sé, ya he aprendido la lección, no puedo hacerte entrar a las ocho – dijo el sagitariano mientras se colgaba la cartera del otro y se dirigían a su clase, siendo de nuevo seguidos por los tres pequeños, que escuchaban con mucho detalle toda la conversación.

-      Exacto, muy bien.

-      Sin embargo, todo esto tendré que ponerlo en el informe.

-      ¿Qué informe? – preguntó el otro, extrañado.

-      La delegada me ha dado antes un informe de parte del director para que escriba en él todo lo que haya ocurrido la semana anterior. Incumplimientos de las normas y eso. Como entenderás, Shura, estos detallitos no voy a poder dejarlos pasar.

-      Entonces… ¿Vas a hacer quedar mal a tu amo después de todo lo que se ha esforzado por mejorar? – preguntó el otro con una sonrisilla, pues se notaba que le daba igual todo eso. Siempre incumplió las normas y nunca pasaba nada.

-      A ver, seré sincero en el informe. También remarcaré todas las cosas que has empezado a hacer bien, pero como entenderás también he de poner las malas.

-      Haz lo que quieras, total, no me importa en absoluto.

Acto seguido, los dos entraron en su clase y los otros tres se vieron obligados a quedarse afuera e irse a la suya.

-      ¿Habéis escuchado lo mismo que yo? – preguntó Milo, incrédulo.

-      Por desgracia…sí… - dijo Camus, cerrando los ojos y cruzándose de brazos.

-      ¿Amo? ¿Qué querrá decir Shura con eso? – preguntó Aioria asustado.

-      Yo creo que está bastante claro… - dijo Milo – Básicamente, tu hermano le está haciendo de perrito faldero a Shura y hace todo lo que le mande.

-      ¿Pero por qué? – preguntó el leonino, desesperado – Mi hermano no es así. Aunque no lo parezca, tiene mucho carácter, y sé que no se dejaría acobardar por alguien como él. Lo peor de todo es que además parece que se lleven bien, como si no le importara hacer todo eso para Shura y encima le cayera bien. No entiendo nada.

-      Tendremos que seguir investigando… - opinó Milo.

-      La verdad es que, como ya he dicho antes, no quiero espiar la vida privada de tu hermano, pero he de admitir que esto es un poco preocupante… - dijo Camus.

-      Entonces, ¿nos ayudas a seguir investigando? – preguntó Aioria.

Camus miró a cada uno de los dos y acto seguido lanzó un largo suspiro.

-      Está bien, contad con mi ayuda.

~~

 

-      Shura, despierta – le dijo el sagitariano zarandeándole.

Ya había llegado la hora del recreo, y Shura se había quedado dormido encima de su mesa durante toda la clase, por lo que ahora Aioros trataba de despertarle.

-      ¿Qué pasa?

-      Ya es la hora del recreo.

Aioros se agachó y apoyó los brazos en la mesa del español, estando justo enfrente de él, para poder verle de cerca.

-      Vamos – insistió, zarandeándole más - ¿O quieres quedarte aquí toda la hora del recreo?

El español comenzó a levantar la cabeza, viéndose obligado a dejar su placentero sueño, cuando se encontró de frente y a pocos centímetros la cara del sagitariano, que le miraba con una sonrisa.

Acto seguido abrió mucho los ojos y se echó hacia atrás en un impulso, además de estar muy sonrojado.

-      ¿Qué te pasa? – preguntó Aioros muy extrañado.

Shura sentía su corazón ir desbocado en esos momentos. Había estado tan cerca… Al verle, no había podido evitar acordarse de los besos que se dieron el sábado anterior, y es que aquello seguía atormentándole, pues había ocurrido, no podía olvidarlo, y encima tenía que cargar con eso él solo.

-      N-Nada… No me pasa nada…

-      Pues entonces vamos. No querrás desperdiciar el poco tiempo libre que tenemos – dijo Aioros, que se levantó y comenzó a dirigirse hacia la puerta.

Shura se lo quedó mirando en el sitio, y no pudo evitar echar un repaso de pies a cabeza al escultural cuerpo del griego. Acto seguido zarandeó su cabeza muy sonrojado, pensando en por qué demonios se ponía a mirar esas cosas, y se levantó para seguir al griego rápidamente.

Minutos más tarde, se reunieron con Aldebarán y Kanon en el sitio de siempre, y todos comenzaron a comer sus almuerzos, mientras que unos pasos más allá, detrás de un árbol, el trío de espías los observaba sigilosamente.

-      De nuevo pasa la hora del recreo junto a Shura… - comentó Aioria – Ya nunca va con sus amigos…

-      ¿Podría ser que Shura le esté obligando a ir con él? – preguntó Milo.

-      Es posible… Aioros no parece el típico que deja de lado a sus amigos por otra persona… - apuntó Camus.

-      Y créeme, no lo es – dijo Aioria – Todo esto es sumamente extraño… Parece que se lo esté pasando bien con esa gente.

Los otros cuatro seguían charlando y riendo sin siquiera darse cuenta de que estaban siendo espiados.

-      El sábado fue increíble – dijo Kanon – Al fin pude conquistar a la camarera del bar y tuvimos una fogosa noche de sexo.

-      ¿Al fin? – preguntó Aldebarán, extrañado.

-      No era la primera vez que hablábamos, llevaba tiempo charlando un poco con ella para ver si me era receptiva, pero siempre se resistía un poco. Parece que quería hacerse la difícil y finalmente no pudo resistirse a mis encantos.

-      Pues me alegro por ti, tío.

-      ¿Y tú qué, Alde?

-      Tampoco estuvo del todo mal. Invité a aquella chica a tomar algo, empezamos a hablar, también bailamos un poco y luego me dio su número.

-      ¿Qué? ¿No te acostaste con ella?

-      No, al parecer tenía que irse pues se ve que es de otra ciudad y solo estaba aquí de visita. Pero aun así me dejó su número para que nos viéramos otra vez.

-      Pero a ver Alde, ¿quedar con ella ya no es como algo más formal? Ya no es solo un lío de una noche.

-      Lo sé, pero… ¿Sabes? No me importa. Creo que comienza a gustarme aquella chica, era muy especial y me gustaría volver a verla.

-      Esto es nuevo… - dijo Kanon - ¿Y vosotros qué? ¿Qué hicisteis? – añadió, refiriéndose a Shura y Aioros.

El español había estado callado todo el tiempo, pues no le apetecía tener que hablar de aquella noche que seguía torturándole. Ya ni siquiera podía mirar a Aioros con normalidad, pues de alguna forma u otra acababa acordándose de aquello. Seguía preguntándose por qué le daba tanta importancia. ¿Sería que de verdad le gustó?

-      Pues…realmente yo no me acuerdo mucho… - admitió el sagitariano – La verdad es que bebí bastante y acabé emborrachándome – admitió un poco avergonzado, aunque con una sonrisa.

-      Hombre, pero quién lo diría – dijo Kanon con una sonrisilla – Parece que estás avanzando encargado, por fin un poco de marcha.

-      Bueno, la verdad es que espero que aquello no vuelva a ocurrir… - admitió Aioros.

-      Pero entonces… ¿qué ocurrió, Shura? – preguntó Aldebarán.

El capricorniano dio un leve respingo en el sitio y acto seguido comenzó a sentir un sudor frío por todo el cuerpo y cómo cada vez se ponía más y más nervioso.

-      En realidad no pasó nada… - dijo, tratando de calmar sus nervios – El tonto este se emborrachó y acabé llevándomelo a casa para que no le vieran sus padres.

-      ¿Pero no conseguisteis ligar con nadie? – preguntó Aldebarán.

-      No, Aioros me tuvo totalmente ocupado con su borrachera.

-      Ya veo… - dijo Aldebarán – Bueno encargado, entonces la próxima vez trata de no liarla tanto.

-      Lo sé…

El timbre que anunciaba el final del recreo sonó y los cuatro se levantaron del sitio para dirigirse a clase. Shura volvió a perder se en sus pensamientos mientras que los otros tres charlaban animadamente.

Mientras, detrás del árbol, el trío de espías ya se veía libre de salir y también emprendieron el rumbo a su clase.

-      Así que al parecer, mi hermano el sábado se puso como una cuba… - dijo Aioria, extrañado.

-      Y lo peor de todo, también salió con Kanon y Aldebarán – añadió Milo.

-      Cierto… Las cosas cada vez se ponen peores…

Horas más tarde, en clase…

El profesor Tanaka estaba en ese momento escribiendo unos ejercicios en la pizarra mientras que todos los alumnos copiaban muy atentos y callados. Shura, por supuesto, no estaba haciendo nada, ni siquiera tenía algo en la mesa para disimular.

Su cabeza había estado en otra parte ese día, y no podía pensar en otra cosa que en el sábado por la noche. Apoyó los codos en la mesa y comenzó a estrujarse el cabello fuertemente, pues se estaba comiendo el coco con eso y Aioros en el fondo estaba la mar de feliz pues no sabía nada.

Levantó la vista y miró al sagitariano. Estaba muy atento al profesor y copiaba rápidamente. Parecía tener destreza al copiar y por lo que creía recordar tenía muy buena letra. Apoyó su cabeza sobre una mano, y se dedicó a observar su espalda. Era ancha y musculosa, y eso le hizo acordarse de aquél torso firme y tan suave al tacto.

Se vio sonrojándose en aquél momento e inmediatamente apartó la vista muy enfadado, pues aquello no podía estar pasando. Iba a tratar de distraerse con otra cosa que no fuera Aioros cuando observó que la chica del cabello lila miraba disimuladamente al castaño y también se sonrojaba. Lo hizo repetidas veces y con mucha discreción, para que el otro no lo notara. ¡¿Quién era esa?! Creía recordar que se llamaba Saori, o algo así, pero… ¡¿Le gustaba Aioros?!

-      Bueno chicos, la clase termina por hoy. Nos vemos mañana – dijo el profesor, justo después de que sonara el timbre.

Todos comenzaron a irse, pues ya era hora de irse a casa, y el castaño se levantó de su asiento y comenzó a recoger.

-      Amm… Nos vemos mañana…Aioros – se despidió Saori antes de irse.

-      ¡Hasta mañana, Saori!

Enseguida también se le acercó Shaina, que le puso una mano en el hombro.

-      Te espero en el aula de enfrente, allí estaremos más cómodos ya que tiene mejor iluminación y ventilación.

-      De acuerdo.

Cuando terminó, el castaño se colgó la cartera al hombro y luego se giró para mirar al español. Éste estaba de brazos cruzados y perdido en sus pensamientos.

-      Shura, ¿sigues ahí? – preguntó mientras pasaba una mano por delante de su cara.

-      Sí, ¿qué pasa? – preguntó el otro, reaccionando.

-      La clase ya ha terminado, podemos irnos.

El capricorniano se quedó mirando a Aioros detalladamente sin poder evitarlo. Esos ojos verdes… Esos labios rosados y suaves…

-      Oye… Me estás mirando fijamente… - dijo Aioros, que se estaba sonrojando un poco - ¿Te ocurre algo conmigo?

Por suerte, el español pudo reaccionar a tiempo y se levantó rápidamente para ir a la puerta.

-      No me ocurre nada, vámonos a casa.

-      Bueno… Hoy tendrás que irte solo… - se disculpó el sagitariano, una vez que habían salido al pasillo.

-      ¿Por qué? – quiso saber Shura, sorprendido.

-      Tengo que hacer el informe del que te he hablado antes… Y Shaina como es la delegada se ha ofrecido a ayudarme. Así que me quedaré con ella para hacerlo.

-      Os vais a quedar… ¿aquí solos? – preguntó Shura, que no parecía muy contento con eso.

-      Sí… Al principio me daba un poco de cosa por el carácter de Shaina, pero creo que a veces puede ser simpática. No te preocupes, estaré bien.

-      No, si yo no me preocupo… - dijo el español desviando la mirada – Ts, si al fin y al cabo solo eres mi sirviente.

-      De acuerdo, entonces te veo mañana, Shura – se despidió Aioros, y se metió en el aula de enfrente.

Shura se quedó mirando la puerta muy pensativo y finalmente suspiró y se fue escaleras abajo.

Cuando Aioros entró en el aula, se encontró a Shaina ya sentada en una de las sillas y revisando unos papeles, aunque al escuchar la puerta alzó la vista hacia él.

-      Ah… Hola Aioros.

-      Hola Shaina.

El castaño cogió la silla de la mesa que estaba delante de la de Shaina y la giró para poder sentarse frente a la italiana, los dos en la misma mesa. Acto seguido, sacó el informe de su mochila junto a un bolígrafo y lo colocó en la mesa.

-      Bueno – dijo Shaina, dejando los papeles a un lado y centrándose en el informe de Aioros - ¿Tienes más o menos una idea de qué escribir?

-      Eh… Bueno, supongo que tendré que escribir los incumplimientos de normas de los alumnos de toda esta semana.

-      Sí, pero antes de empezar… Pon aquí tu nombre y tus apellidos… - dijo mientras le señalaba el sitio de la hoja – Y aquí el número de los días de esta semana.

-      Vale.

El castaño comenzó a escribirlo detalladamente mientras que la delegada le observaba.

-      Vaya… No me había dado nunca cuenta de que eres zurdo…

-      Sí, poca gente lo nota – dijo el castaño sonriendo, mientras que acababa de escribir – Y ahora… ¿Pongo lo que he dicho antes?

-      Sí, aquí abajo escribes el nombre del alumno y su clase, y a continuación su infracción. Y cuando acabes con todos, abajo escribes los objetos que hayas requisado y al lado la persona a quién se lo has quitado. Y ya está, no creo que debas poner nada más.

-      Ah, entonces no era tan complicado como parecía…

-      No, podrías haberlo hecho perfectamente sin mi ayuda, aunque creí que tampoco te vendría mal un poco de ella en tu primer informe… - dijo Shaina sonriente.

-      Sí, en verdad te agradezco tu ayuda – dijo Aioros con una gran sonrisa – Además… Creo que es una de las pocas veces que te veo sonreír y he podido llevarme eso. Tienes una bonita sonrisa, Shaina, ya te lo dije.

La italiana se sorprendió ante el comentario de su compañero, pues no lo esperaba, y comenzó a sonrojarse. Mientras, Aioros iba redactando el informe mientras pensaba que poner.

-      Iwahashi Yamato, clase 3C, ha leído una revista de contenido no autorizado en clase… - pensaba Aioros mientras escribía – Jukodo Ai, clase 3C, lo mismo… Shura García, clase 3C… - el sagitariano suspiró antes de escribir – Uso incorrecto del uniforme, falta a clase a primera hora de la mañana todos los días, duerme en clase… Será mejor que no escriba que ha fumado en el patio a la hora del recreo o le echarán definitivamente.

-      ¿Sabes Aioros? Sobre lo que decías antes… Yo… no soy tan mala como todos creéis…

-      ¿Cómo? – preguntó el castaño, alzando la vista por un momento.

-      En el fondo es todo una máscara tras la que me oculto… - dijo un poco avergonzada, mientras que apoyaba su cabeza en una mano y miraba hacia el pupitre.

-      ¿Por qué…me cuentas esto a mí? – preguntó Aioros, confuso.

-      Porque veo que eres buena persona y amable, alguien que no hace las cosas por interés, que es honesto y…entre toda esa panda de niñatos que hay en clase, tú pareces alguien maduro y confiable.

-      Bueno… La verdad es que me halagas diciéndome todo esto, pero sinceramente… no creo que sea tan perfecto como tú me idealizas.

-      Puede que tengas tus defectos, pero si te digo estas cosas es porque las he podido observar con mis propios ojos… ¿Sabes? En el fondo estoy más sola de lo que todos creen… Yo no soy tan mala ni tan borde como todo el mundo piensa, pero es una máscara tras la que debo ocultarme aquí en el instituto para hacerme respetar. Si no tratas de ser una chica fuerte y guerrera, los demás no te cogen respeto, y así sería imposible poder ser la delegada de clase porque nadie me haría caso.

El sagitariano escuchaba muy atento y sorprendido, no pudiendo creer todo aquello.

-      Pero… A pesar de que no lo parezca… Soy sensible… y tengo sentimientos – dijo Shaina cabizbaja. No podía creer que estuviera a punto de llorar, sin embargo, una lágrima traicionera rodó por su mejilla – Sé que todos creen que carezco de ellos pero no es así. Cualquier crítica mala o insulto me afecta, y aunque aquí no tengo más remedio que aguantarme y hacer ver que no me importa, muchas veces cuando llego a casa rompo a llorar sin poder evitarlo. Si al menos… Todos consiguieran respetarme tal y como soy, no tendría que mostrarme tan dura.

La ariana se llevó las manos a la cara pues no quería que Aioros la viera llorar, pero el sagitariano se las apartó y le limpió las lágrimas con su propia mano.

-      Escucha Shaina… Yo no creo que no tengas sentimientos, ahora mismo me estás demostrando que los tienes. Y creo que estás haciendo un gran trabajo como delegada que los demás no son capaces de valorar. Entiendo tu postura y sé que si no fueras así no podrías hacerte respetar por los demás, pero los demás no tienen ningún derecho a insultarte tampoco después de todo lo que haces por la clase.

-      Ellos me insultan porque…soy fría y un tanto intimidante, pero si no fuera así…No podría ser delegada. Para serlo tienes que tener madera de líder, tratar de llegar a todos y hacerte escuchar y valer – dijo la italiana mientras lloraba.

-      Yo creo en ti – dijo Aioros muy decidido – Y no lo estoy diciendo porque ahora me estés contando esto, sino que es algo de lo que ya me había dado cuenta hace tiempo, aunque al principio me dieras un poquito de miedo… - bromeó el griego, cosa que hizo reír a Shaina – Creo que eres una persona admirable Shaina, fuerte, con mucho valor, que se preocupa por los demás, pero a la vez con un toque sensible. Y créeme, no es nada malo ser sensible sino al revés, es algo bueno. Si los demás no quieren ver lo maravillosa que eres es su problema, pero yo lo veo, lo creo y lo siento. Y te prometo que a partir de ahora no estarás más sola, te voy a ayudar, al igual que tú me estás ayudando, y te apoyaré y defenderé de quién sea, no pienso permitir que vuelvan a insultarte.

-      Muchas gracias, Aioros – dijo Shaina, tratando de parar de llorar aunque no podía – Aunque ahora siento que en parte te he forzado un poco a que te compadezcas de mí.

-      Para nada, en parte me alegra que hayas depositado tu confianza en mí como para contármelo.

-      Gracias por tu amabilidad, Aioros… Estoy contenta de habértelo contado…

El sagitariano le sonrió mientras que la italiana acababa de limpiar todas sus lágrimas y se tranquilizaba un poco.

-      Uff… He de admitir que me ha venido bien llorar – dijo Shaina mientras reía – Tenía todo eso metido ahí dentro y necesitaba sacarlo.

-      Lo sé…

-      En fin, será mejor que sigas, no quiero entretenerte más con tu informe.

-      No te preocupes.

Aioros volvió la vista a la hoja de papel y comenzó a escribir otra lista con los objetos confiscados.

-      Iwahashi Yamato, clase 3C, revista de contenido pornográfico, Yoshimura Kujo, clase 2B, consola de videojuegos, Sasaki Haruka, clase 3A, juego de cartas.

-      ¿Ya has terminado? – preguntó Shaina al ver que dejaba de escribir.

-      Sí.

-      Vale, pues ahora por último puedes hacer un apartado de observaciones si deseas remarcar algo.

-      De acuerdo…

El sagitariano quedó pensativo, y finalmente decidió hacerlo, pues creyó que Shura se merecía que escribiera los logros que había conseguido hacer.

-      El alumno Shura García ha hecho mejoras durante esta semana. Viste el uniforme y trata de no faltar a varias clases además de que tiene un comportamiento más tranquilo – escribió el castaño – Bueno, pues con esto ya está.

-      Genial, entonces mañana se lo entregas al director y ya está.

-      Sí – respondió Aioros sonriente.

Acto seguido, los dos recogieron sus cosas y salieron del aula para bajar las escaleras al primer piso.

-      La verdad es que se ha hecho un poco tarde, si quieres puedo acompañarte a casa – se ofreció amablemente el sagitariano.

-      Es muy amable por tu parte, muchas gracias Aioros.

Los dos llegaron a la zona de las taquillas donde, para muy sorpresa de Aioros, se encontraba Shura apoyado en una de ellas y cruzado de brazos.

-      ¡Shura! ¿Qué haces aquí?

-      Estaba esperando a que salieras.

-      Pero… No tendrías que haberte molestado, justo ahora iba a acompañar a Shaina a su casa…

El capricorniano los miró fijamente y sin decir nada, cosa que intimidó bastante a Shaina y la hizo sentirse muy incómoda.

-      Aioros… Creo que tu amigo prefiere irse solo contigo, será mejor que me vaya… Nos vemos mañana – se despidió la ariana, y corrió hasta la salida.

-      Pero… ¡Espera Shaina! – exclamó el sagitariano, aunque en vano pues la chica ya se había alejado del instituto.

-      Bueno… Al parecer es lista y ha captado la indirecta rápido… Ya no me cae tan mal – dijo Shura.

-      Pero Shura… ¡¿Qué has hecho?! – masculló el castaño muy enfadado - ¡¿Qué forma ha sido esa de tratar a Shaina?! ¡Esto no te lo perdono, no tenías ningún derecho a hacer eso!

-      ¿Ah sí? Igual que tú no tenías ningún derecho a abandonar a tu amo. Tendrías que haber venido a casa conmigo.

-      ¿Abandonarte? ¡Ni que fueras un perro! ¡Creo que eres lo suficientemente mayorcito como para irte solo y entender que tengo que hacer un trabajo!

-      Dime… ¿Ha pasado algo entre vosotros?

-      ¡¿Qué…?! ¡Claro que no, por favor, Shura! ¡¿Y para qué me has esperado cuando te he dicho que te fueras a casa?!

-      Pues porque… me apetecía ir contigo, ¿vale? Y ahora vámonos de una vez, llevo un buen rato esperando aquí.

Aioros miró con el ceño fruncido hacia el suelo, pues estaba muy cabreado en esos momentos. Extendió las manos para que Shura le diera su cartera, como siempre, pero esta vez no ocurrió. El capricorniano se la colgó al hombro para llevarla él y emprendió el rumbo mientras dejaba a Aioros muy sorprendido.

-      ¿Qué estoy haciendo…? – pensó Shura – La única razón por la que me he quedado era para asegurarme de que no pasaba nada entre ellos. Ya no entiendo nada de lo que hago…

~~

 

El día siguiente en la escuela transcurrió con normalidad. Shaina y Aioros fueron a entregarle el informe al director, con el cual éste quedó muy contento, y durante todo el día, la ariana y él siguieron charlando de tanto en tanto, pues parecía que desde lo del día anterior que habían cogido confianza, y poco a poco empezaban a conocerse más.

Sin darse cuenta, finalizó la jornada, y Saori y Aioros quedaron en verse en el parque de al lado a las cinco en punto. La virginiana marchó muy contenta a casa, impaciente por que llegara el momento, y de mientras Aioros se fue con Shura.

-      Parece que desde ayer que te llevas mejor con la delegada – comentó Shura, mirándole de reojo.

-      No empieces otra vez Shura, que ayer ya me tuviste bastante contento.

-      ¿Pero desde cuándo sois tan unidos? ¿Pasó algo ayer?

-      Sí, pero no es de tu incumbencia.

El capricorniano frunció el ceño muy molesto, pues Aioros no quería contarle nada, y sentía que como siguiera hablando tanto con esa chica acabaría por olvidarse poco a poco de él. Fue entonces cuando se le ocurrió que quizá podrían salir a dar una vuelta esa tarde. Así quizás Aioros dejaría de estar tan enfadado con él.

-      Oye, ¿y si vamos a dar una vuelta esta tarde? Hace muy buen día – propuso el español.

-      Lo siento Shura… Esta tarde he quedado con Saori.

-      ¿Saori? ¿Quién es esa, la del pelo lila? – preguntó Shura malhumorado.

-      Sí… Ayer me dijo que le apetecía salir conmigo y hemos quedado a las cinco en el parque. De verdad que lo siento, Shura, si quieres quedamos mañana.

-      No, no te preocupes que no hace falta. Ya veo que últimamente todo el mundo va antes que yo en tu lista. Queda con ella y que os divirtáis mucho – respondió el español muy cabreado y aceleró el paso para irse a casa sin Aioros, hasta que el sagitariano lo perdió de vista.

-      Shura… - susurró Aioros, mientras se quedaba viendo el sitio por dónde se había ido - ¿Pero qué le pasa últimamente que está siempre de mal humor?

~~

 

Eran justo las cinco en punto, y Saori ya se encontraba en el lugar acordado de pie junto a un árbol. Se había puerta un vesito de tirantes rosa pastel, un bolsito marrón y unas sandalias del mismo color.

-      Dios mío… Estaba tan nerviosa que he acabado llegando diez minutos antes. A ver, ¿tengo el pelo y las uñas bien? – pensó mientras se miraba sus uñas recién pintadas de rosa y se tocaba el pelo.

-      ¡Saori!

La virginiana alzó la vista y observó a aquél apuesto castaño de ojos verdes dirigirse hacia ella.

-      Hola Aioros… - dijo tímidamente, aunque por dentro se moría de la emoción.

-      Vaya, tenía intenciones de llegar el primero. ¿Llevas mucho esperando?

-      No, apenas dos minutos…

-      ¡Menos mal! – dijo el sagitariano muy sonriente, sonrisa que hizo sonrojar a Saori.

-      Qué guapo… - pensó.

-      Oye, ¿y qué llevas ahí? – preguntó Aioros, señalando la carpeta que la virginiana llevaba en la mano.

-      Ah, esto… Son mis dibujos. Creí que te apetecería verlos…

-      Oh, claro que sí, aunque mejor vamos a tomar algo y los vemos con más calma, ¿no?

-      V-Vale…

-      ¿Tienes algún sitio en especial donde te guste ir?

-      Pues…la verdad es que sí…

-      Entonces vamos – respondió Aioros muy sonriente.

Los dos se pusieron de acuerdo y comenzaron a emprender el rumbo hacia el café que había elegido Saori, pero lo que no sabían, era que estaban siendo espiados muy de cerca. Y no, esta vez no eran el trío de espías sino el mismísimo Shura. El capricorniano se había vestido con colores oscuros y se había puesto una gorra y gafas de sol para que no le pudieran reconocer fácilmente.

-      No lo entiendo… ¿No me confesó que estaba enamorado de mí? ¿Entonces por qué me ignora y queda con chicas? – pensaba el español sin comprender nada. Ni siquiera aun llegaba a entender por qué le estaba siguiendo en su quedada, pero lo hecho, hecho está y no podía dar marcha atrás.

Acto seguido, comenzó a seguirles sigilosamente mientras que la pareja charlaba animadamente y reía. Minutos más tarde, se pararon frente a una cafetería y el español se escondió en una esquina.

-      ¿Es aquí? – preguntó el castaño.

-      S-Sí… Si no te importa… - respondió Saori avergonzada.

-      Claro que no, además nunca he entrado a un sitio de estos, pero ahora parece que están muy de moda.

-      Sí…

-      Entremos entonces.

La pareja entró en el local y Shura les siguió rápidamente, aunque se paró antes de entrar para observar el letrero de la cafetería.

-      ¿Un neko café*? – preguntó extrañado – Oh no, no, no, no… ¿Por qué teníais que entrar aquí? – dijo desolado, pero no le quedó más remedio que entrar.

Mientras, dentro, Saori y Aioros acababan de sentarse en una de las mesas donde había un gato metido en una cestita.

-      ¡Oh, qué mono! – exclamó la virginiana, que no pudo resistirse ante aquella ternurita y lo cogió para acariciarlo.

-      Tampoco sabía que te gustaran los gatos… - dijo Aioros sorprendido, mientras la observaba jugar con el gato.

-      Me gustan mucho, tengo una gatita en casa que se llama Blanca.

-      ¿Y realmente es de ese color? – preguntó Aioros riendo.

-      Claro – respondió Saori con otra sonrisa.

Un camarero se les acercó para pedirles la orden. Aioros se decantó por un caffé latte con un croissant, mientras que Saori pidió un capuccino y un trozo de tarta de fresas. Cuando terminó con ellos, se dirigió a otra mesa para cogerle también la orden a un chico con gorra que leía un periódico.

-      Señor, ¿qué va a querer tomar?

-      Un café americano – respondió Shura, mientras miraba de reojo a la pareja.

-      ¿Quiere algo para comer?

-      Hmm… No, gracias.

El camarero se retiró y Shura volvió a esconder el rostro tras el periódico haciendo ver que leía, pues en realidad solo lo había cogido para eso. Apenas estaba unas mesas más allá de la de la pareja y podía escuchar perfectamente lo que decían, su único problema era el animalito que tenía justo al lado mirándole fijamente.

-      ¿Por qué me mira fijamente? – pensó Shura, mirando al gato de reojo - ¿No se me irá a abalanzar encima, no? …Demonios, ¿por qué tenían que venir precisamente a aquí? ¡Le tengo fobia a los gatos!

Mientras esperaban a que les trajeran la comida, Saori puso su carpeta de dibujos en la mesa y la abrió para comenzar a sacarlos y enseñárselos a Aioros.

-      Uau… Es impresionante Saori, dibujas realmente bien… - admitió el sagitariano.

-      ¿De verdad? – preguntó sonrojada – Muchas gracias, me alegro de que te gusten.

En aquellas hojas, habían dibujos de paisajes tales como prados, ríos, playas, parques… Incluso al parecer, a la virginiana también le gustaba mucho dibujar flores. Eran todos preciosos y estaban pintados con colores muy vivos y alegres.

-      ¿También dibujas personas? – preguntó Aioros.

-      Sí, aunque no lo hago habitualmente…

-      Oh, pues podrías dibujarme a mí si quieres – propuso el castaño muy contento – Me gustaría verlo, seguro que también te sale genial.

-      De acuerdo, en cuanto lo acabe te lo enseño – respondió Saori con una sonrisa. Que Aioros se lo pidiera le había ilusionado, pues aunque él no lo supiera, en la soledad de su casa ya le había dibujado más de una vez, y estaba segura de que sería capaz de hacerle otro retrato hasta con los ojos cerrados, pues le amaba tanto que tenía memorizada en su cabeza hasta el último rasgo de su rostro.

Poco tiempo después, el camarero les trajo su pedido y pasaron el resto de la tarde disfrutando de un buen café junto a una comida deliciosa, además de que pudieron jugar un poco con algunos gatos más.

Cuando ya estaba por anochecer, Aioros acompañó a Saori hasta su casa siendo seguidos muy de cerca por Shura, cómo no.

-      Gracias por esta tarde, me lo he pasado muy bien – le dijo Saori una vez que llegaron a su portal, inclinándose un poco hacia adelante en muestra de gratitud. Tenía las mejillas sonrojadas y una bonita sonrisa en los labios.

-      Gracias a ti, yo también lo he pasado estupendamente – dijo Aioros con una gran sonrisa – Incluso ir a ese café ha sido muy buena idea, he podido probar algo nuevo.

-      Me alegro mucho…

-      Ey, otro día podríamos repetir la quedada, si quieres. Aunque podríamos hacer otra cosa, como ir a la bolera o al cine.

-      ¡Me encantaría! – exclamó la virginiana muy contenta, aunque al darse cuenta de la gran emoción impulsiva que acababa de expresar llevó una mano a su boca – E-Estaría muy bien…

-      Vale, pues ya lo hablaremos en clase. ¡Nos vemos mañana en el instituto! – se despidió el sagitariano con un movimiento de mano.

-      ¡Hasta mañana, Aioros!

El castaño se alejó de la casa con las manos en los bolsillos y Saori entró en su casa muy contenta. Por otro lado, Shura, que estaba tras una farola, salió de ella y suspiró.

-      Por fin… Después de la tardecita que me han hecho pasar… Supongo que ya puedo irme a casa… - pensó el capricorniano, y dio media vuelta y se dirigió a su casa.

Aioros, de mientras, iba muy pensativo con todo lo que había ocurrido ese día. Se lo había pasado muy bien con Saori y debía admitir que era una chica muy alegre y agradable, un poco tímida quizá, pero eso solo la hacía ver más mona. Desde luego estaba seguro de que podrían llegar a hacerse buenos amigos.

Pero apartando eso, durante toda la tarde le había venido a la cabeza el capricorniano. Últimamente estaba muy malhumorado con él y no sabía por qué. Le había sabido muy mal tener que rechazar su propuesta de salir esa tarde. Y más cuando era la primera vez que el español le proponía pasar la tarde juntos, realmente era algo que le había sorprendido.

Sacó su móvil del bolsillo para mirar la hora en él y comprobó que no era demasiado tarde.

-      Las ocho y media… ¿Qué estará haciendo ahora? ¿Habrá cenado ya?

Le rondaba una idea por la cabeza, pero no estaba seguro de ponerla en práctica. Se lo estuvo repensando todo el camino hasta que sin darse cuenta se paró justo delante de una hamburguesería.

-      ¿Lo hago? Shura es impredecible… Quizá se enfade más o quizá se lleve una sorpresa, quién sabe…

Sin tratar de pensarlo más, entró y pidió comida para llevar. Luego se dirigió rápidamente a casa del español y picó al timbre.

-      ¿Quién es? – se escuchó por el interfono.

-      ¡Encargo a domicilio! – exclamó Aioros con una sonrisa.

-      ¿Eh?

Shura le abrió la puerta del jardín, y pasó rápidamente. Cuando llegó a la puerta de entrada, Shura la abrió muy sorprendido.

-      Aioros… Pero si eres tú… ¿Qué haces aquí?

-      Bueno pues… He pensado que quizá no hemos podido quedar esta tarde pero que podríamos cenar juntos si te apetece… - se explicó, y mostró la bolsa que llevaba en las manos – He comprado hamburguesas, patatas fritas y refrescos, además de helado. ¿Te apetece?

Shura estaba tan sorprendido que apenas podía decir algo. En ese momento le acababa de invadir un gran sentimiento de euforia y alegría al ver que el sagitariano había querido darle una sorpresa y que se había acordado de él.

-      Claro, pasa… - fue todo lo que consiguió decir.

-      Vaya… Menos mal, pensé que todavía seguirías enfadado y que no querrías.

-      Claro que sigo enfadado, lo hago únicamente porque es comida gratis – mintió el español.

-      Ya, claro… - respondió Aioros con una sonrisa.

Shura cerró la puerta y los dos se sentaron en el sofá. Shura comenzó a buscar alguna película que echaran en la tele mientras que Aioros iba depositando en la mesa de café toda la comida.

-      ¿Tu madre no está en casa? – preguntó el sagitariano.

-      No, se ha ido a cenar con sus amigas. Y menos mal, porque sino estaría todo el rato dando la lata.

-      Ya veo…

El español lo dejó en un canal donde echaban una película de acción y vio como Aioros comenzaba a atacar su hamburguesa muy feliz. Él también cogió la suya y pegó su primer bocado.

El griego observaba atentamente la película, pero él no podía evitar observarle a él, y es que finalmente se había dado cuenta de qué le pasaba con Aioros: se estaba enamorando de él. La alegría que había experimentado nada más verle en la puerta y cómo su corazón se había acelerado de repente se lo acababan de confirmar. Y todo lo que le ocurría con Shaina y Saori eran puros celos.

Ése era su gran secreto que ni siquiera se había atrevido a contarle a Aldebarán y Kanon. Era homosexual, y nunca lo había contado por temor a que se burlaran de él o le despreciaran si lo sabían. Y eso explicaba por qué siempre que salía con ellos, nunca trataba de ligar con alguna chica. 

Notas finales:

*neko café: he querido ponerlo porque la historia transcurre en Tokyo y últimamente, estos cafés se están poniendo muy de moda allí. Simplemente consiste en un café donde la gente puede ir a tomarse algo mientras que a la vez observa y juega con gatos pues todo el establecimiento está lleno de ellos. Para todos los amantes de los gatos, puede ser un sitio ideal :).

 

Y por cierto, aquí os dejo una sorpresita, y es que le pedí a mi mejor amiga Cris que me hiciera un dibujo para la historia, así podíais ver cómo son los uniformes de nuestros protagonistas. Podéis ver el dibujo aquí: http://myheartgold.deviantart.com/art/Request-Let-s-Go-To-Class-609326378  Si realmente os gusta el dibujo, os animo a que veáis los demás que tiene en la galería. Dibuja súper bien y suele hacer dibujos sobre Pokémon, Saint Seiya y Undertale :).

Espero de corazón que os haya gustado este capítulo :). Parece que por fin las cosas ya se van moviendo, pues Shura acaba de descubrir que Aioros le gusta.

Espero que pronto podamos ver qué ocurre con estos dos jaja, pero está claro que Aioros se está convirtiendo en un rompecorazones jajaja, pues ya ha robado el de Shura y el de Saori. ¿Robará alguno más? Quién sabe jeje. 

¡Nos vemos en el próximo capítulo! ¡Besos y abrazos!


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