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Polos opuestos por gorgobina

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos!

De nuevo he vuelto a tardarme en actualizar, pero esta vez tenía mis razones y era porque estaba dejando un poco de tiempo para que todos pudiérais votar en la encuesta.

La verdad es que ha habido una de las opciones que ha superado por mucho más de la mitad de votos a las otras, pero antes que nada he de aclarar algo, y es que obviamente, las tres cosas que puse van a salir en la historia, porque sí o sí, los dos se han de besar en algún momento, sí o sí Shura le tendrá que confesar sus sentimientos a Aioros, y sí o sí, le tendrá que contar lo de la borrachera, pero lo que quería con la encuesta, era que me ayudaráis para saber qué de las tres cosas tenía que hacer Shura en ese momento, porque es muy distinto que le bese sin más a que primero se confiese, las reacciones son totalmente diferentes.

No sé si me he explicado con todo esto, quizá me haya explicado un poco mal, pero espero que lo hayáis entendido. Simplemente necesitaba saber qué de las tres cosas tenía que hacer primero en ese momento, pero os aseguro que las tres pasarán, simplemente que la más votada es lo que ocurre primero. 

Y sin enorrollarme más, os dejo ya con la historia, que me he puesto muy pesada jaja. Espero que lo disfrutéis :). 

El español apretó los puños fuertemente, estaba tan avergonzado en esos momentos que no era capaz de mirar a Aioros a la cara. Sin embargo, lo hecho, hecho estaba, y en ese momento, debía enfrentarse a sus problemas de una vez por todas.

Alzó la vista, y miró muy decidido a los ojos al sagitariano, que estaba más que sorprendido con todo eso y encima no sabía cuál iba a ser el siguiente paso del español. ¿Por fin le iba a contar todo?

~~

CAPÍTULO 6: Sentimientos encontrados.

Shura dio un paso al frente, mirando fijamente a Aioros que parecía más confundido que nunca. Seguro que en esos momentos estaría pensando qué demonios estaba tratando de hacer, pero seguro que nunca podría adivinar lo que iba a pasar a continuación.

Shura era consciente de que era completamente imposible que Aioros le rechazara por el simple hecho de que él fue el primero en confesarse, pero aun así eso no hacía que sus nervios desaparecieran.

Su mente en esos momentos estaba bloqueada. Incluso había perdido la cuenta de los minutos que debía llevar mirando a Aioros sin decir nada mientras que éste esperaba muy confundido, pero su corazón ya había hablado, y se había apoderado de su cuerpo y su mente con una sola idea que debía realizar sin importar nada más.

Acto seguido, acercó su rostro al del sagitariano, rompiendo cualquier distancia que hubieran podido mantener entre ellos, cerró sus ojos, y encontró los labios de Aioros, suaves, cálidos, dulces… Ya conocía esos labios, pero poder volverlos a besar era una de las cosas más increíbles que había hecho hasta ahora, y sin contar que en estos momentos estaba sobrio y podía sentirlo todo con plenitud.

El griego casi se echa hacia atrás cuando recibió los labios del español, pues el pobre no entendía nada, estaba más confuso que nunca, y no había podido evitar abrir los ojos como platos durante el principio del beso, pero a medida que éste iba avanzando y se intensificaba, se dejó llevar y saboreó los labios de Shura con mucha avidez. Había soñado durante mucho tiempo con aquél momento, lo había deseado, se lo había imaginado, había incluso fantaseado con él…pero lo más extraño de todo, era que los labios de Shura le resultaban conocidos, como si ya hubiera tenido la oportunidad de probarlos anteriormente.

Por un momento, separaron sus bocas para respirar. Aioros aprovechó ese momento para intentar decir algo, pues a pesar de que había sido un momento increíble, seguía sin comprender cómo es que el español le había besado, pero cuando fue a hacer su intento, Shura le rodeó el cuello con los brazos y volvió a besarle con mucha más intensidad que antes.

Le acarició el cabello, y buscó con su lengua la del otro, que al parecer respondía a sus caricias. Aioros no pudo reprimir un gemido, y cogió la cara de Shura entre sus manos de forma muy delicada, mientras que sus labios seguían saboreándose.

Una vez que se separaron de forma definitiva, los dos respiraban muy agitados, y se miraban mutuamente, llenos de pasión. Sentían sus labios hinchados después de ese beso tan fogoso, y sus corazones latían muy rápidamente. El momento era único.

-      Shura… Vas a tener que explicarme esto – rogó Aioros con dificultades pues le costaba respirar después de haber vivido una mezcla de sentimientos entre la emoción y el nerviosismo.

-      Lo sé, lo siento, me he dejado llevar por un impulso, pero creo que lo mejor será que comience por el principio.

-      Sí, por favor.

-      ¿Te importa si nos sentamos? Aquí en el medio es un poco cutre.

-      Me parece bien.

Los dos se dirigieron al parque de al lado del instituto y se sentaron en un banco que había un poco apartado de la multitud para poder hablar con tranquilidad.

-      Todo comenzó el sábado que salimos a tomar algo con Kanon y Aldebarán.

-      ¿Ocurrió algo malo esa noche?

-      Yo no lo llamaría algo malo exactamente, pero… Cuando nos quedamos solos, empezamos a beber mucho y tú te desmadraste bastante.

-      Lo intuyo, la prueba es que no recuerdo nada.

-      Ya. Pues te saqué del local y fuimos a un parque donde nos sentamos y nos despejamos un poco.

-      Ahora entiendo por qué recuerdo algo de un parque.

-      Sí, pero… No recuerdas lo que pasó ahí. Aioros…me confesaste tus sentimientos.

-      ¿Qué…? – preguntó el sagitariano incrédulo, y acto seguido comenzó a ponerse rojo como un tomate, pues no podía creer que se le hubiera confesado sin más y que Shura se lo hubiera estado guardando todos estos días. Lo cierto es que, ahora que se lo había contado el español, conseguía que algunas imágenes comenzaran a venir a su mente.

-      Lo que oyes. Imagina mi cara cuando me lo dijiste, no me lo esperaba para nada y nunca lo había sospechado.

-      E-Esto… Bueno… ¿Y qué pasó después?

-      Te abalanzaste sobre mí y comenzaste a besarme y a manosearme. Creo que, si no hubiera llegado a frenarte, habríamos tenido sexo allí mismo.

-      ¿Pero tú, o sea…te dejaste llevar? – preguntó Aioros incrédulo.

-      Sí, la verdad es que yo también estaba bastante ebrio y al principio me costaba asimilar lo que sucedía.

-      ¿Por qué me has ocultado todo esto hasta ahora?

-      Porque no quería que te murieras de la vergüenza, y porque necesitaba reorganizar mis sentimientos.

-      ¿Pero entonces tú…?

-      Sí, soy gay – admitió el español, sin ningún tipo de vergüenza.

-      Nunca lo hubiera imaginado, no lo pareces…

-      Tampoco tú lo pareces. ¿Acaso hay que tener una apariencia específica?

-      No, pero… No sé, es que todo esto me choca mucho.

-      Lo entiendo. A cualquier persona le chocaría, por eso siempre lo he mantenido en secreto. Eres el único que lo sabe.

-      Ya veo… Comienzo a entender por qué llevas toda esta semana tan raro.

-      Estaba confundido, no sabía qué hacer, y… No soy una persona fácil de entender, cuando estoy así lo único que deseo es aislarme del mundo y reorganizar mis sentimientos yo solo, sin que me molesten. Además me cuesta mucho expresar mis sentimientos.

-      Pero entonces… ¿Lo de antes…?

Shura soltó un suspiro y bajó su mirada hacia el suelo mientras entrelazaba y desentrelazaba sus manos.

-      Esta semana me ha ayudado a reflexionar sobre lo que ocurrió, me ha ayudado a entender mejor mis sentimientos, a poder observarte, a descubrir cómo puedo reaccionar en según qué ocasiones… Lo que quiero decir es… - Shura soltó un suspiro bastante profundo y tembloroso que dejaba entrever sus nervios – Lo que quiero decir es…que me he enamorado de ti.

Se produjo un gran silencio en ese momento. El español no podía hacer otra cosa que mirar al suelo avergonzado, pues era la primera vez que se le confesaba a alguien, y Aioros sentía una mezcla de euforia infinita y de nervios por todo el cuerpo. ¡Joder, Shura acababa de confesársele! ¡Llevaba soñando con eso demasiado tiempo, nunca creyó que podría pasar y sin embargo ahí estaba! ¡¿Cómo debía actuar ante tal situación si aún no podía creérselo?!

-      Bueno… Di algo, ¿no? – preguntó Shura muy avergonzado y sin mirarle, ya que el sagitariano se había quedado callado ante su confesión, y mira que le había costado muchísimo que esas palabras salieran de su boca - ¿Aún sigues enamorado de mí?

-      Perdona Shura, es que me cuesta creerlo todavía…

-      Ah… Idiota.

Shura se abalanzó de nuevo sobre él y besó sus labios con una pasión desbordante. Sus lenguas se encontraron, y comenzaron a intimar la una con la otra. Aioros colocó sus manos en la robusta espalda del español y estrujó la camisa con sus manos. Deseaba a aquél hombre con todas sus fuerzas, y que le besara de aquella forma le volvía loco.

-      Supongo que eso es un sí – dijo Shura una vez que se separaron, aunque apenas lo habían hecho unos centímetros y sus bocas casi seguían rozándose.

-      Sí… Dios mío, claro que sí – respondió Aioros sonrojado, y acto seguido besó de nuevo a Shura. Ahora que los dos sabían que el sentimiento era mutuo, no podían parar de besarse y acariciarse, pues era un goce poder disfrutar del otro al fin y sin ningún tipo de vergüenza – Pero espera – añadió separándose de él - ¿Eso quiere decir que ahora somos novios?

-      Claro. Si tú estás de acuerdo.

-      Totalmente – respondió el griego que no pudo evitar besar de nuevo al capricorniano. Temía agobiarle, pero es que en esos momentos no conseguía reprimir toda la pasión y la euforia que estaba sintiendo por dentro, aunque el español no hizo ninguna queja al respecto, simplemente se dejaba llevar.

Mientras, no muy lejos de allí…

El timbre acababa de sonar y ahora se encontraban en el descanso entre clase y clase. Nuestro querido trío de espías, había salido al pasillo en busca del hermano de Aioria para poder seguir con sus grandes investigaciones, pero por más que buscaban no los encontraban.

-      Se los ha tragado la tierra, tío – dijo Aioria desesperado, pues se habían recorrido el pasillo como tres veces ya.

-      Ni siquiera estaban en clase, es extraño – comentó Milo.

-      ¿Qué tal si preguntamos a algún compañero suyo? – propuso Camus.

-      Tienes razón, creo que será lo mejor – respondió Aioria.

Los tres entraron en la clase del sagitariano. Algunos compañeros los miraron con una sonrisilla pues era obvio que eran más pequeños que ellos e igual querían hacerles alguna jugarreta, pero en cuanto vieron la mirada asesina de Camus, que no estaba para bromas, giraron la cara y no hicieron nada más.

-      Takahashi – dijo Aioria, colocando una mano en el hombro del nombrado para que se girara pues estaba hablando en un grupito. Tenía confianza con él pues había ido muchas veces a su casa para estudiar con Aioros o jugar a la play.

-      Hola Aioria, dime.

-      ¿Has visto a mi hermano?

-      Hmm… Pues la verdad es que estaba antes, pero de repente se ha ido corriendo del instituto.

-      ¿Qué se ha ido del instituto? – preguntó el leonino, extrañado.

-      Sí, sin avisar. No sé si es que se encontraba mal o por qué… No ha dicho nada a nadie.

-      Qué raro… Bueno, gracias igualmente.

-      De nada.

Acto seguido, Aioria regresó con sus amigos que se habían quedado un poco apartados para que pudiera hablar tranquilo.

-      Dice que se ha ido antes del instituto y sin avisar. Ni siquiera sabe la causa de su marcha.

-      Qué extraño… - comentó Camus.

-      No sé si os habéis fijado, pero Shura tampoco está – dijo Milo, apuntando a la mesa vacía del español.

-      Buena observación, Milo – le felicitó Camus.

-      Eso nos lleva a pensar que lo más probable es que se hayan ido juntos – dijo Aioria.

-      Sí – contestó Camus.

-      Tendremos que averiguar qué ha pasado, pero por ahora no podemos hacer nada más – opinó Milo.

-      Sí, volvamos ya a clase – dijo Aioria.

El trío de espías salió de la clase del sagitariano y caminaron por el pasillo hasta su clase, aunque el escorpiano se frenó a mitad de camino.

-      Chicos, voy un momento al lavabo antes de clase.

-      Vale, pero date prisa o llegarás tarde – le recomendó Camus.

-      Sí mamá.

El acuariano hizo una mueca de fastidio y continuó junto a Aioria mientras que Milo daba media vuelta para ir a los baños. Lo que no se esperaba era que al girar en una esquina, chocaría por accidente con una chica de cabello verde.

El escorpiano retrocedió, mientras que a ella se le cayeron al suelo todos los papeles que llevaba en las manos.

-      Joder, qué cabeza más dura… - se quejó Milo tocándose el pecho adolorido, pues al ser muy alto, la cabeza de ella le llegaba por esa altura.

-      ¿Encima me llamas cabeza dura? ¡Mira todo lo que has liado! ¡Me has tirado todos los papeles al suelo! – se quejó la chica furiosa, quien resultó ser Shaina.

-      Oye, tranquilita, que no es como si lo hubiera hecho a propósito. Ha sido un accidente.

-      ¡Ya, claro! ¡Todos decís las mismas excusas y luego vais burlándoos!

El escorpiano vio como Shaina se arrodillaba en el suelo y comenzaba a recoger los papeles.

-      Menudo genio… - pensó - ¿Por qué se ha puesto tan a la defensiva conmigo? ¿La tratarán mal en clase?

Acto seguido y sin pensárselo dos veces, él también se arrodilló y la ayudó a recoger.

-      No tienes por qué ayudarme, puedes seguir tu camino como si nada – dijo Shaina muy malhumorada.

-      ¿Por qué te pones así? Encima que te estoy ayudando – respondió Milo, que comenzaba a cabrearse pues él lo estaba haciendo de buena fe, además de que también tenía parte de culpa de que se hubieran caído.

-      Porque sé que lo estás haciendo por obligación. Además, quién sabe si luego no vas a ir con tus amiguitos y te vas a burlar por esto.

-      Otra vez de nuevo con eso. ¿Por qué piensas que me voy a burlar de ti? Ni siquiera te conozco.

-      Todos lo hacen en clase, así que uno más, uno menos… Yo que sé – siguió Shaina malhumorada – Ya me da igual.

Milo no pudo evitar mirar fijamente a la ariana mientras recogían. ¿Qué se burlaban de ella en clase? ¿Por qué? No había nada raro en ella, simplemente era una chica normal y corriente, aunque debía admitir que le había parecido toda una belleza desde el primer momento.

Cuando terminaron de recoger los papeles y los pusieron en un montoncito de nuevo, Shaina fue a cogerlos para llevárselos, pero Milo se le adelantó y los cogió todos mientras se levantaba.

-      ¿A qué clase vas?

-      ¿Qué haces? No necesito tu ayuda, ya los llevo yo a mi clase – reprochó Shaina con el ceño fruncido.

-      Lo de antes no lo he hecho por obligación sino porque me ha dado la gana hacerlo – dijo Milo muy serio – Y esto de ahora también lo hago porque quiero. ¿A qué clase vas? – repitió.

-      A 3C.

-      Pues vamos.

El escorpiano se adelantó un poco mientras que Shaina le seguía por detrás. Estaba muy sorprendida y sin palabras, era el primer chico aparte de Aioros que no la juzgaba de buenas a primeras y que quería ayudarla sin ningún tipo de interés y sin burlarse de ella.

Cuando llegaron a la puerta de su clase, Milo depositó cuidadosamente en sus manos todos los folios.

-      Aquí tienes, ten cuidado de que no se vuelvan a caer – le dijo Milo con una sonrisa – Y siento lo del accidente.

-      No importa, perdona tú mis palabras tan ofensivas, es que…en clase he de estar siempre a la defensiva y pensaba que querías burlarte de mí.

-      No te preocupes, no pasa nada. Por cierto, soy Milo – dijo el escorpiano, ofreciéndole su mano.

-      Yo Shaina, la delegada de clase – respondió la italiana, aceptando su mano y estrechándosela.

-      Algo así he intuido. Bueno Shaina, debo ir a mi clase, un placer.

-      Igualmente.

El escorpiano dio media vuelta mientras que Shaina entraba a clase con una sonrisa. Aunque esa bonita sonrisa se desvaneció cuando sus compañeros vieron las fichas que llevaba en la mano y que iba a repartir.

-      ¡Joder! ¿Otra vez con ejercicios de esos? ¡Qué pesada eres, siempre estás trayendo lo mismo! – dijo uno de ellos.

-      ¡Sí, no nos des eso, pesada!

Aquello era su pan de cada día. Shaina ya no sabía si reír o llorar, pero tenía que ser fuerte, no les iba a dar ese gusto, así que simplemente decidió callarse y comenzó a repartirlas.

Sin embargo, Milo, que aún seguía en el pasillo, no había podido evitar escuchar los gritos de los compañeros hacia Shaina, que le habían tocado bastante la moral.

Apretó fuertemente los puños, muy enrabietado, y dio media vuelta para entrar en la clase de la ariana, aunque se quedó en el portal de la puerta.

-      Oye, vosotros dos – dijo muy cabreado y llamando la atención tanto de los nombrados como de Shaina, que no daba crédito al verlo ahí.

-      ¿Qué te pasa? – preguntó uno de ellos.

-      No quiero volver a oír cómo tratáis así a esta señorita. Ella está haciendo un trabajo que le han mandado y no tenéis derecho a meteros con ella. Y menos cuando precisamente ella se está encargando de hacer eso y vosotros estáis ahí sentados como dos putos vagos y sin hacer nada.

-      ¡Oye tío, pero esto no te incumbe, ni siquiera estás en esta clase así que lárgate a la tuya!

El escorpiano se enrabietó aún más y se adentró en la clase para acercarse al que llevaba la voz cantante y así poder cogerle fuertemente de la camisa, elevándolo incluso de la silla.

-      Como no la dejes en paz te juro que pagarás las consecuencias – dijo Milo amenazadoramente.

El amigo del chico se acojonó al ver a su amigo así, mientras que el que estaba cogido, le miró, y luego miró a Milo atemorizado. Parecía que el escorpiano iba muy enserio, y no sólo atemorizaba su mirada fría e intimidante, sino que también parecía fuerte a juzgar de que los bíceps se le marcaban a través de la camisa. En una pelea no tendría nada que hacer contra él, así que no tenía otra escapatoria que rendirse.

-      Va-Vale… L-Lo siento, no volveré a decirle nada.

-      Así está mejor – dijo Milo soltándole, y luego miró a Shaina – Si vuelven a molestarte avísame.

La ariana asintió muy sorprendida y acto seguido vio cómo Milo se marchaba de la clase. Se había quedado sin palabras, y lo único que consiguió fue repartir todas las hojas en silencio y luego sentarse en su asiento apoyando su barbilla en una mano.

¿Todo eso había sido un sueño? Qué chico tan increíble, nunca nadie le había defendido de esa manera, aparte de Aioros al que apreciaba mucho. Sentía una sensación extraña en esos momentos, aparte de que estaba muy agradecida con él, pero una cosa que sabía con certeza, era que quería volver a verle.

Algunos de la clase la miraban de reojo, pues también habían quedado muy sorprendidos después de la que había liado el escorpiano. Shaina no pudo reprimir una leve sonrisa al recordarlo. En ese momento le daba igual que la miraran o lo que pensaran los demás al respecto de lo que había pasado. Ella se había sentido muy feliz al ver cómo Milo la había protegido. Que alguien que no la conocía hubiera luchado y dado la cara por ella la había emocionado, y era lo único que le importaba.

Lo que no sabía en ese momento, era que durante el resto de la clase no podría atender ni un momento al profesor pues estaría todo el rato pensando en Milo.

Y a unos pasos de allí…

Milo volvía a su clase con una sonrisa en los labios también. ¿Qué había sido ese impulso repentino? Él siempre era muy protector con los demás y para nada soportaba las injusticias, por lo que daba la cara por ellas, pero en este caso, ni se había pensados dos veces enfrentarse a esos chicos por Shaina, y eso que la acababa de conocer. Le hubiera dado igual meterse en un lío por ella, simplemente lo había hecho porque era lo que el cuerpo le pedía en ese momento.

Cuando regresó a su clase, la puerta ya estaba cerrada y todo el mundo dentro. Al final Camus había tenido razón en lo de que llegaría tarde, aunque había sido por una buena causa. Picó a la puerta e inmediatamente la abrió, mientras que el profesor se giraba para mirarle.

-      Disculpe, llego tarde – dijo el escorpiano.

-      Lo siento Milo, la clase ya ha comenzado hace rato. Me temo que no puedo permitirte entrar, quédate en el pasillo durante el resto de clase, así la próxima vez tendrás más cuidado en no llegar tarde.

El escorpiano fue a protestar, pero sabía que la opinión del profesor no cambiaría, así que asintió levemente. Vio a Camus y Aioria mirándole desde sus sitios, el leonino parecía apenado por que no pudiera entrar, y Camus simplemente rodaba los ojos en señal de que era algo que ya se esperaba que pasaría.

Acto seguido cerró la puerta y se apoyó en la pared del pasillo con las manos en los bolsillos. Se perdería esa clase, pero daba igual, para él, merecía la pena haber llegado tarde y haber sido castigado si a cambio había podido ver la sonrisa de la ariana y su impresión al haberla defendido.

En otra parte de la ciudad…

La pareja había decidido irse del parque e ir a casa del sagitariano, pues en una hora salían todos los alumnos del instituto y era muy repentino que ya los vieran juntos, preferían esperar.

Por la calle, habían ido cogidos de la mano sin ninguna vergüenza. Se sentía un poco extraño todavía, pues apenas acababan de comenzar, pero tampoco se sentían incómodos, sino felices. Al llegar a casa de Aioros, que estaba vacía, los dos se sentaron en el sofá, abrieron dos latas de CocaCola y pusieron la primera película que pillaron por la tele.

-      ¿Cuánto hace que estás enamorado de mí? – preguntó Shura, pues le intrigaba saberlo.

-      Desde hace un año.

-      ¡¿Un año llevas enamorado de mí?! – preguntó el español sin casi creerlo, pues eso era demasiado tiempo - ¡Pero si hasta hace unas semanas no hemos empezado a hablar!

-      Sí, pero… Ya habíamos hablado en una ocasión anteriormente, ¿no lo recuerdas?

En resumidas palabras, el sagitariano le explicó el encuentro que tuvieron hace un año en las taquillas del instituto y que desde aquél entonces estuvo enamorado de él en secreto.

-      Es cierto, lo recuerdo. Pero no entiendo que pudieras enamorarte de mí por una tontería así.

-      Fue algo extraño, pero simplemente sucedió.

-      Ya veo…

-      A ti no te hace falta que te pregunte cuando te enamoraste de mí – bromeó el sagitariano, a lo que Shura también sonrió – Pero sí me causa curiosidad saber cuándo descubriste que eras gay.

-      Hará un par de años. Verás, antes de darme cuenta de que era gay siempre me liaba con tías. Sabía que algo fallaba pues nunca estaba satisfecho y tampoco me entusiasmaba, pero no le hice caso porque suponía que ya se me pasaría. Pero entonces una noche, un gay intentó ligar conmigo. Me tiró los tejos, y le dije que no lo hiciera porque yo era heterosexual, pero me dijo que algo en él le decía que yo tenía sus mismos gustos y que ni me había dado cuenta. Sin previo aviso se me abalanzó encima y comenzó a besarme, y fue entonces cuando me di cuenta que aquello realmente sí que me satisfacía, así que aquél tío tenía razón y yo era gay.

-       Menuda historia… ¿no?

-      Pues sí. ¿Y tú qué? ¿Cómo lo descubriste?

-      Pues…la verdad es que fue más sencillo. Ya desde más pequeño nunca me atrajeron las chicas así que nunca me he liado con ninguna. No le di importancia, pensaba que el amor no estaba hecho para mí, hasta que el año pasado comencé a sentir algo por ti.

-      ¿Me estás diciendo que soy el primero del que te enamoras en toda tu vida? – preguntó Shura muy flipado.

-      Emm…Sí – respondió Aioros, un poco avergonzado.

-      Vaya…eso me halaga – reconoció el español, que acto seguido sonrió y besó a su ahora novio en los labios – Tendré que estar a la altura, entonces.

-      Lo estás – dijo Aioros- En realidad, el que debe estar a tu altura soy yo. Tú ya estás experimentado en esto y yo…bueno, eres mi primer novio, todo esto es nuevo para mí.

-      No te preocupes, tu amo cuidará bien de ti.

Aioros puso cara de embobado, y dejó que Shura volviera a besarle de una forma muy pasional.

-      Oye, ¿pero entonces puede dejar de ser tu sirviente ya, no? Ahora soy tu novio – dijo el sagitariano.

-      Pues claro tonto, era solo una broma. Ahora somos novios. Pero algo que sí que necesito pedirte es que no nos besemos ni nada en el instituto.

-      ¿Por qué?

-      Kanon y Aldebarán no saben que soy gay, y si lo descubren, estoy seguro de que empezarán a reírse de mí o aun peor, quizá no quieran volver a saber nada de mí.

-      Tampoco seas tan dramático, son tus amigos, yo creo que lo entenderán. Además, tendrán que acabarse enterando tarde o temprano.

-      Sí, pero déjame buscar el momento adecuado para decírselo. Así que tú tampoco se lo digas a nadie más, por favor.

-      ¿Ni siquiera a mi hermano?

-      No. Va a nuestro instituto, y podría escapársele con sus amigos.

-      Está bien, pues no diré nada de momento.

-      Gracias.

Los dos se besaron de nuevo a la vez que se acariciaban mutuamente, y cuando se separaron, Aioros consultó su reloj de muñeca.

-      Pues…me da que deberías de irte ya. A estas horas, mi hermano estará saliendo del instituto y pronto llegará a casa. Y si te ve aquí…

-      Está bien, igualmente ya es la hora de comer así que tenía que volver.

Los dos se levantaron del sofá y Shura cogió su cartera que reposaba sobre la mesa del comedor. Acto seguido se dirigieron a la puerta y Shura se la abrió.

-      Nos vemos mañana, entonces – dijo el español.

-      Claro.

Shura se acercó para darle otro dulce beso en los labios, y sin que el otro se lo esperara, introdujo una mano en uno de los bolsillos posteriores del pantalón del sagitariano y le tocó el trasero. El griego abrió mucho los ojos y se puso rojo como un tomate, para ver a continuación como Shura se separaba de él con una sonrisilla y seguidamente se alejaba de la puerta para irse a su casa.

-      Es una pequeña venganza por lo de la última vez – le dijo el español, ya a unos metros de él.

-      ¿Qué…?

-      El sábado de borrachera, tocaste algo que no debías – respondió Shura, mientras señalaba sus partes bajas.

Eso hizo que el sonrojo de Aioros aumentara, y Shura no pudo evitar comenzar a reír. Acto seguido se despidió con un gesto de mano, y se alejó de la casa, mientras que Aioros entraba dentro y cerraba la puerta tras sus pasos.

Sentía sus mejillas ardiendo, al igual que todo su cuerpo. Solo había sido un tocamiento, pero había sido suficiente razón como para excitarle. De pronto comenzó a imaginarse cómo sería el sexo con Shura. Si el español ya le parecía excitante ahora, no quería imaginarse cuando lo tuviera desnudo frente a él. Pero quizá aún era un poco pronto para pensar en eso, pues acababan de empezar a salir, así que mejor dejar eso de lado por ahora.

Y en otra parte de la ciudad…

Las clases al fin habían terminado y todos los alumnos ya marchaban a sus casas. El trío de espías no era la excepción, y estaban ya saliendo a toda velocidad del centro para poder ir a sus casas y comer.

-      Mira que te lo he dicho, Milo – le regañó Camus – Sabía que llegarías tarde a clase.

-      Tampoco he llegado tan tarde, el profesor ha exagerado – se quejó el escorpiano.

-      Pues te has perdido un montón de cosas que ha explicado y que saldrán en el próximo examen – añadió Aioria.

-      Bah, qué más da, ya le pediré los apuntes a alguien de clase – dijo Milo, sin ninguna preocupación.

-      Pues sí, porque yo no pienso dejártelos – aseguró Camus – Así aprenderás.

-      Qué malo eres, Camus. Llegar tarde a clase no es el fin del mundo.

-      Es algo importante no llegar tarde a clase. Además, no se tarda tanto en ir al baño, me pregunto qué has estado haciendo.

-      Sí, es verdad. ¿No habrás estado dándole a la manita? – preguntó Aioria, con una sonrisa pícara.

-      No tonto, lo que pasa es que he tenido que ir al baño que estaba más lejos, porque el de nuestro pasillo lo estaban limpiando las de mantenimiento – mintió Milo.

-      Pues qué gafe… - comentó Camus.

Sus dos amigos siguieron charlando mientras que Milo les miraba de reojo con una sonrisa. Sí, les había mentido. No era que no quisiera contarles lo de Shaina, simplemente lo que le pasaba era que había sido un momento tan especial para él, que por ahora prefería atesorarlo solo para sí y que nadie más conociera su secreto. Llegado el momento ya les contaría. Y es que no tenía intenciones de dejar escapar sin más una chica tan increíble como Shaina.

-      Oye Milo, ¿estás escuchando? – preguntó Aioria.

-      ¿Qué pasa?

-      Ah… - suspiró Camus irritado, llevando una mano a su rostro – Siempre a su bola…

-      Estábamos diciendo que hay que seguir investigando lo de mi hermano. Ahora cuando llegue a casa le preguntaré por qué se ha ido tan de repente, y si me entero de algo os informo – dijo Aioria.

-      Vale, por mi bien.

~~

 

Un rato más tarde, Aioria llegó a casa y el sagitariano comenzó a hacer la comida, pues como sus padres nunca estaban en casa solía ser él quien la hacía al llegar del instituto.

El leonino había subido a su cuarto para dejar la chaqueta y la cartera y acto seguido había bajado a la cocina para hacer compañía a su hermano y porque además tenía unas preguntas pendientes.

-      Antes he ido a buscarte a clase y no estabas – dijo Aioria.

-      Sí, como ya has visto me he venido a casa antes – respondió Aioros.

-      ¿Por qué?

-      Me encontraba un poco mal… Aunque ya estoy mejor – mintió.

-      Ah… ¿Pero sabes? Me ha parecido extraño ver que tampoco estaba Shura.

-      Me encontraba tan mal que me ha acompañado hasta casa.

-      ¿Shura haciendo una buena acción? Me parece extraño – opinó Aioria.

-      Aio, es mejor persona de lo que crees. No te creas todo lo que dicen de él en el instituto, la gente no le conoce y por eso solo dicen habladurías.

-      Vaya… No, si aún tendré que conocerle para poder confirmarlo.

-      Quizá algún día.

El sagitariano continuó haciendo la comida en silencio mientras que Aioria le observaba fijamente. No sabía por qué, pero le daba la sensación de que, o su hermano le había mentido, o no le había contado todo lo que había ocurrido, porque no era capaz de creerse esa historia. Tendría que seguir insistiendo en otro momento, a ver si soltaba algo.

-      Aio, pon la mesa, esto ya casi está – le avisó Aioros.

-      De acuerdo.

El hermano pequeño, cogió los cubiertos y servilletas y se fue al comedor para poner la mesa. Mientras, Aioros terminó de hacer la comida y la sirvió en los platos, a la vez que su cabeza no podía parar de pensar en mil cosas.

Le sabía muy mal no poder contarle la verdad a su hermano. Nunca le había gustado mentirle, pero si Shura le había pedido que por ahora no dijera nada no lo haría, esperaría al momento adecuado para poder darle la noticia. Pero que eso le entristeciera, no quería decir que en esos momentos no se sintiera el chico más feliz del mundo, pues en un solo día, había descubierto que el amor de su vida le correspondía, y además estaba saliendo él. Sin duda, había sido un día insuperable y lleno de felicidad.

~~

 

A continuación os dejo un Omake sobre el trío de espías dedicado a Nyx Dellamorte, que ha sido quien me ha dado la idea, y a Ashmina, porque sé que le encanta este trío jaja.

 

-      Milo, habíamos quedado ay media. Son y cuarenta, la película empieza en veinte minutos – se quejó Camus.

-      No me agobies, me he quedado dormido y ya, pero tampoco te sulfures, aún queda mucho tiempo para que comience la película.

-      Bueno… Lo cierto es que aún no nos hemos aclarado con la película – comentó Aioria.

-      ¿Aún tenéis dramas? – preguntó Milo, sorprendido – Os dije que fuéramos a ver esa de miedo. Dicen que es muy buena.

-      Yo no quiero ver esa, no me gustan las películas de miedo – dijo Camus muy serio.

-      Ah, ya veo… Así que a Don Gruñón le aterran las películas de miedo… Muy gallito para quejarte y siempre estar mandando, pero luego te acobardas por una película… - dijo Milo con una sonrisilla.

-      Milo, como no te calles te pego un puñetazo – aseguró el acuariano.

-      Oh, vamos chicos, no os peleéis… - intentó apaciguar Aioria – Yo había pensado que podríamos a ver esa peli que han sacado de espías. Quizá incluso nos dé ideas para mejorar en nuestras investigaciones, tenemos que admitir que somos penosos como espías.

-      Yo lo veo buena idea – aseguró Camus.

-      Bueno, pues nada, vayamos a ver esa, no vaya a ser que veamos la de miedo y el nene se orine encima… - dijo Milo, refiriéndose al francés.

El acuariano rechinó los dientes y le dio un fuerte pellizco en el brazo a Milo.

-      ¡Ay! – se quejó el escorpión, pegando un salto en el sitio - ¡No hacía falta ser agresivo!

-      Pues tampoco hacía falta que tú fueras tan desagradable – opinó Camus.

Aioria prefirió ignorarlos totalmente y se dirigió a la entrada del cine, pero antes de atravesarla, vio de refilón a dos chicos y abrió los ojos como platos.

-      ¡Oíd! ¿Aquellos no son mi hermano y Shura? – preguntó acercándose a los otros dos, que ya estaban por tirarse de los pelos.

-      No estoy seguro, Aioria. No llevo puestas mis gafas de ver… - se disculpó Camus.

-      Bueno, de espaldas son bastante parecidos, pero no sabría decirte con certeza… - dijo Milo.

-      ¡Será mejor que vayamos a investigar! ¡Si están juntos es nuestra oportunidad para seguirles! – exclamó Aioria, que los cogió por los brazos y los llevó a rastras.

Los tres siguieron a esos dos chicos por toda la calle, escondiéndose entre los arbustos, detrás de las farolas, en tiendas... Vamos, ya casi parecía que ellos mismos podrían haber rodado la película que querían ir a ver porque actuaban como tres profesionales del oficio. Pero una vez que consiguieron acercarse más a la pareja para verles las caras, sus expresiones cambiaron completamente.

-      Aioria, creo que te has equivocado… - dijo Camus.

-      ¡Eres inútil, tío! – exclamó Milo muy enfadado, pegándole una colleja al leonino - ¡Todo este seguimiento para nada! ¿Qué les veías de parecido a tu hermano y a Shura? ¡Si deben tener como cuarenta años!

-      Oye, te recuerdo que tú también me has dicho que se parecían… - se quejó Aioria.

-      Pero yo les he visto de espaldas.

-      Bueno oye, todo el mundo tiene derecho a equivocarse – le reprochó el castaño.

-      Ay… Está claro que sí que somos penosos como detectives – opinó Camus – Anda, volvamos al cine y veamos esa película, a ver si aprendemos algo, porque tal y como vamos…

Los tres agacharon la cabeza, y dieron media vuelta para volver al cine, pero una vez dentro, cuando miraron las salas de las películas, vieron que la de espías ya no estaba disponible, pues acababa de empezar.

-      ¡Mierda, hemos llegado demasiado tarde y ya ha empezado! – masculló Aioria.

-      Anda, de quién será la culpa… - dijo Milo con una sonrisilla.

-      Deja ya de meterte conmigo, al igual tú nunca te equivocas…

-      Bueno, dejad ya el tema, me estás agobiando – dijo Camus – Se mira otra película y punto, no pasa nada.

-      Sí Camus… Ya sabes que peli iremos a ver entonces, ¿no? – respondió el escorpión con una sonrisilla socarrona.

El acuariano no respondió, solo se dedicó a mirarle con temor.

-      Veamos si eres tan valiente y consigues aguantar la película.

-      Se puede ver cualquier otra, no tiene por qué ser esa – opinó Camus.

-      Nah, será mejor que vayamos a ver esa, será más emocionante.

Camus se cruzó de brazos sin decir nada más, y el escorpión dio un paso al frente para dirigirse a las taquillas y poder comprar las entradas, pero no se dio cuenta de que disimuladamente, Camus le había puesto la zancadilla, así que acabó pegándose un hostión contra el suelo.

-      Vaya Milo… Puede que yo sea un miedica, pero tú eres muy torpe, ¿eh? Te acabas de comer todo el suelo, hay que ver… - dijo Camus con una sonrisilla.

-      ¡Maldito, me las vas a pagar! – exclamó el escorpión, levantándose del suelo muy cabreado.

Camus sonrió y acto seguido comenzó a correr, pues sabía lo que venía después. Milo fue tras él y los dos comenzaron a dar vueltas como un par de tontos alrededor del sitio, uno persiguiendo a otro. Aioria suspiró, se encogió de hombros, y simplemente se dedicó a ir hacia las taquillas para comprar él las entradas. Si es que…sus dos amigos no tenían remedio. 

Notas finales:

Bueno, espero que os haya gustado el capítulo jaja. A mí personalmente me ha encantado escribirlo, pues es muy bonito que por fin estén saliendo :). 

Aquí os dejo el resultado de la encuesta por si os crea curiosidad, pero ya digo que la del beso se ha llevado más de la mitad de los votos:

- Shura, sin decir nada más, y siguiendo sus instintos, besa a Aioros apasionadamente (62,9%).

- Shura decide confesarle sus sentimientos a Aioros directamente (8,6%).

- Shura decide que debe darle una explicación a Aioros y le cuenta todo lo que ocurrió esa noche de sábado en la que los dos se emborracharon (28,6%).

Y eso es todo, nos vemos en el próximo capítulo, muchas gracias por leer y por haber dejado vuestros votos en la encuesta. ¡Os mando muchos besos y abrazos :D!


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