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Polos opuestos por gorgobina

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos ^^'!

No puedo creerlo, ¡casi un mes sin publicar! :O Dios mío, esta vez no tengo perdón, lo sé, me siento horriblemente mal, pero es que tuve una crisis de inspiración que ha durado demasiado. Sabía perfectamente lo que tenía que escribir, pero no sabía cómo empezar a redactarlo. Me suele ocurrir muchas veces, pero en fin, finalmente he conseguido salir de ese hoyo negro y aquí os traigo el nuevo capítulo. Como recompensa, es mucho más largo que el anterior.

¡Espero que lo disfrutéis! Y perdón de nuevo... ^^'

CAPÍTULO 7: Todo el mundo guarda secretos.

 

A la mañana siguiente…

Ese día, Aioros despertaba de muy buen humor, y no era para menos después del inolvidable día anterior.

-      ¡Aioria, tenemos que irnos! – exclamó el sagitariano, abriendo la puerta del cuarto de su hermano y encontrándoselo todavía abrochándose la camisa y sin pantalones.

-      De verdad que eres molesto… ¡Ya voy, pesado! – gruñó el leonino, y le cerró la puerta en las narices.

-      ¿Cómo es posible que aún estés así? Cada día vas más lento.

-      ¡Y tú cada día eres más odioso!

Aioros rodó los ojos y esperó apoyado contra la puerta de su hermano y de brazos cruzados. Cinco minutos después, Aioria abrió la puerta de golpe y sin que lo esperara, por lo que el sagitariano cayó hacia atrás llevándose a su hermano y acabaron los dos por los suelos.

-      ¿Eres idiota o qué? – preguntó el castaño menor muy mosqueado.

-      Lo siento, no esperaba que fueras a abrir tan de repente… - se disculpó Aioros con una sonrisa boba.

Aioria se levantó y ayudó también a hacerlo a su hermano.

-      ¿Qué te pasa? Desde ayer que tienes esa sonrisa boba en la cara y estás en la inopia.

-      Yo no estoy en la inopia, y tampoco tengo una sonrisa boba en la cara…

-      ¿Ah no? ¿Entonces por qué ayer te quedaste con el grifo abierto durante una hora en la ducha? Mamá te echó una buena…

-      Me distraje un poco pensando en cosas…

En ese momento, los dos hermanos salieron de la casa y emprendieron su camino habitual hacia el instituto.

-      ¿Y en qué pensabas si puede saberse?

-      Estás demasiado preguntón Aioria, ¿a ti qué te importa?

-      No sé, eres mi hermano… ¿Sabes? Es normal que me preocupe si te veo más despistado de lo normal. Nunca has sido así…

-      Lo siento Aio, he sido brusco contigo – se disculpó el castaño mayor – Simplemente pensaba en mi puesto como encargado de la disciplina y eso… - mintió el sagitariano – Es bastante duro…

-      Entiendo… - contestó Aioria, pero miró a su hermano de reojo pues algo le decía que nuevamente le estaba mintiendo, y efectivamente así era. No sabía bien cómo explicarlo, era una sensación, la expresión de su rostro o algo, pero siempre adivinaba cuándo su hermano mentía. Es lo que tiene llevar la misma sangre.

Una vez que llegaron al instituto y el sagitariano hubo hecho su saludo habitual a sus fans, todos comenzaron a entrar en la institución menos Aioros, que acababa de recibir un mensaje de Shura para que no entrara.

-      ¿No entras? – le preguntó Aioria cuando pasó por su lado junto a sus dos amigos para entrar.

-      Enseguida lo haré, Aio.

-      ¿Esperas a alguien?

-      Sí, pero no te preocupes, tú entra.

El trío de espías se miraron entre sí y, sin pronunciar una sola palabra más, entraron en el centro.

-      Tu hermano oculta algo – dijo Camus, mientras iban hacia clase.

-      Lo sé. Desde ayer que le estoy preguntando si tiene que contarme algo y me miente todo el rato. No quiere decirme qué ocurre.

-      Ya me veo espiándole de nuevo… - dijo Milo.

-      Sí… Al fin y al cabo es lo que llevamos haciendo desde hace tiempo – respondió Aioria, y los tres entraron en clase.

Mientras, afuera…

El sagitariano esperó pacientemente afuera hasta que vio a Shura llegar en una moto, y éste le hizo señas para que se acercara.

-      ¿Ahora vienes al instituto en moto? – preguntó Aioros con una sonrisa.

-      Lo cierto es que preferiría venir contigo, pero siempre vas con tu hermano…

-      Es lógico, vivimos en la misma casa. Sería de tontos no ir juntos.

-      Lo sé, no te preocupes… - respondió el español, que enseguida se acercó a él y le dio un dulce beso en los labios – La verdad es que he venido en moto porque no tengo intenciones de entrar al instituto.

-      ¿Vas a hacer novillos de nuevo? – preguntó el castaño con el ceño fruncido y cruzándose de brazos.

-      Sí, pero voy a hacerlos contigo – respondió el capricorniano mientras sonreía.

-      ¿Qué? ¿Pretendes que falte a clase? – preguntó el castaño, incrédulo.

-      Pues…sí.

Aioros miró fijamente a su novio, y luego se giró para echar una ojeada al instituto. No le gustaba mucho volver a faltar a clases, pero entre eso y Shura, estaba claro qué elegiría.

Sonrió, y se subió detrás de Shura, aferrándose a su cintura.

-      Está bien, pero no vayas muy rápido por favor. Nunca había subido en una moto.

Shura tan solo sonrió, y arrancó la moto rápidamente para salir pitando de allí, pues no sería bueno que un profesor los viera.

Mientras, en clase…

Saori miraba tristemente hacia el sitio vacío de Aioros. ¿Otra vez estaba faltando? ¿Qué le ocurría a Aioros que últimamente faltaba tanto a clase? No era algo habitual en él, y no creía que estuviera enfermo pues el día anterior se veía radiante.

Lanzó una mirada hacia Shaina, que simplemente estaba distraída en su sitio y repasando unos apuntes, ya que el profesor todavía no había llegado. Odiaba tener que hacer eso, pues la consideraba su peor enemiga y una rival después de ver cómo Aioros la había defendido y lo cercanos que eran, pero era absolutamente necesario hacerlo.

Se levantó de su sitio aprovechando que aún no estaba el docente, y se dirigió hacia la delegada para hablar con ella.

-      Hola Shaina – saludó sin más. Ni sonrisas, ni nada.

-      Eh…Hola Saori – correspondió la ariana un poco confundida, pues la japonesa casi nunca hablaba con ella, tan solo por cosas de clase o porque ella era la delegada.

-      ¿Por casualidad no sabrás por qué está faltando tanto Aioros?

-      ¿Cómo? ¿Hoy tampoco está? – preguntó Shaina, y miró hacia el sitio del sagitariano para comprobarlo.

Saori apretó los dientes un poco enrabietada. ¿Cómo era posible que no se hubiera dado cuenta de su ausencia? Le parecía una grave ofensa y una falta de respeto hacia Aioros que no hubiera reparado en él. Lo que la virginiana no sabía y no podía comprender, era que Shaina no había reparado en él simplemente porque desde el día anterior que estaba en la inopia pensando en Milo.

-      Sí… Hoy tampoco está, por eso te lo preguntaba – respondió, tratando de calmar su enfado.

-      Pues… No tengo ni idea, la verdad.

-      Vale, gracias – respondió Saori secamente, y volvió a su sitio.

Igualmente, la italiana se quedó mirando el sitio de Aioros muy pensativa, pues era verdad que su amigo estaba faltando mucho últimamente.

-      Aioros… ¿Qué estarás haciendo para faltar tanto? No es propio de ti – pensó.

En otra parte de la ciudad…

-      ¡Espera Shura, vas muy rápido! – gritó Aioros, que se abrazó fuertemente al torso de su amado pues la moto iba a una velocidad vertiginosa por una carretera de las afueras de la ciudad - ¡¿Y a dónde me llevas?! ¡Esta carretera está desierta!

-      ¡No seas tan preguntón y tan miedica! – exclamó Shura con una sonrisilla.

-      ¡¿Miedica?! ¡¿Tú has visto a qué velocidad vas?!

-      ¿Para qué quiero una moto así si no la disfruto alcanzando altas velocidades? Sería ridículo utilizarla solo para dar paseítos por la ciudad.

-      ¡Vale, entiendo, pero eso hazlo tú solo, no conmigo! – gritó Aioros.

-      Escucha cariño, si tan solo dejas a un lado el miedo y te paras a disfrutar la experiencia, te gustará. Yo estoy contigo, sabes que no dejaría que te pasara nada.

Aioros alzó la vista y le miró sorprendido. Luego, comenzó a recapacitar un poco más las palabras de Shura y, aun teniendo miedo, se irguió un poco, y colocó sus manos en la cintura de su novio en vez de abrazarle tan fuerte.

Notó como el viento golpeaba su cara y mecía su cabello al compás, como si estuvieran danzando juntos. Sentía un sentimiento extraño, como… ¿Libertad? Sí, era eso. ¿Cuánto tiempo hacía que se sentía así de libre? ¿Que no dejaba todas sus preocupaciones a un lado y simplemente se relajaba y se dejaba llevar?

Cerró sus ojos, y poco a poco se fue soltando de la cintura de Shura y alzó sus brazos hacia los lados. No podía disfrutar más del momento, se sentía libre, sin tener que preocuparse por nada, y, por una vez en mucho tiempo, podía gozar y dedicarse un rato a sí mismo.

El español se giró para mirarle, pues había notado que se había soltado, y al verle disfrutar tanto esbozó una gran sonrisa. Por fin Aioros se permitía mimarse un poco a sí mismo.

-      Oh, cariño… Esto es increíble – dijo Aioros, que notaba como el viento golpeaba todo su cuerpo.

-      Lo sé, pero es mucho más increíble si te veo tan feliz.

Después de un buen rato, y de que Aioros consiguiera liberarse, el español aparcó la moto un poco apartada de la carretera, y los dos se bajaron.

Frente a ellos tan solo tenían una playa desierta.

-      Aquí no hay nadie, cariño – dijo Aioros.

-      Lo sé, por eso es el sitio perfecto – respondió Shura, que estaba sacando una mochilita del maletero de la moto. Luego lo cerró y se acercó a Aioros con una sonrisa – Te has despeinado con el viento, y tienes todos los pelos de punta.

-      ¿En serio? Qué vergüenza… - dijo Aioros, llevándose las manos a la cabeza.

El capricorniano se las apartó y le peinó un poco con la mano mientras le miraba con una sonrisa tierna.

-      Vamos. Quítate los mocasines o te los llenarás de arena – le advirtió Shura, que ya se había adentrado en ella.

El castaño no pudo evitar quedarse ahí parado y solamente mirándole, muy sorprendido. ¿Shura había sido siempre así de tierno? Cuando no estaban saliendo, no mostraba ese lado tan adorable, siempre era un poco rudo y agresivo. Pero si iba a ser siempre así, solo conseguiría robarle todavía más el corazón.

-      ¿Vienes o piensas quedarte ahí todo el día? – preguntó Shura, que se había girado para mirarle y le había visto todavía ahí parado, aunque al segundo reparó en algo y esbozó una sonrisilla – Oye, ¿no me estarías mirando el trasero?

-      ¡N-No! – exclamó Aioros muy sonrojado, que se quitó los mocasines rápidamente y corrió para alcanzarle y posicionarse a su lado.

Cuando ya estaban cerca de la orilla, Shura sacó de su mochila una toalla bastante grande y la colocó sobre la arena. Luego se sentaron, y también sacó unos sándwiches, y varias bolsas de refrigerio variado.

-      ¿Así que querías hacer un picnic en la playa? – preguntó Aioros.

-      Sí. Espero que no hayas desayunado mucho…

-      No, no mucho la verdad…

-      Perfecto.

El español le entregó uno de los sándwiches y abrió una bolsa de patatas. Se estaba muy bien allí, disfrutando de la brisa, escuchando el sonido del mar, y sentados en la arena deleitándose de un buen picnic.

-      Ha sido un gran detalle por tu parte organizar todo esto – dijo Aioros con una sonrisa.

-      Aun no me conoces del todo, soy muy detallista con las personas que quiero.

-      Eso no lo dudo.

Shura también sonrió y luego le miró fijamente los labios.

-      Tienes…un poco de mayonesa en la comisura de los labios – le advirtió.

-      ¿Dónde? – preguntó Aioros.

-      Espera…

El español se inclinó hacia él y lamió la mayonesa de los labios de su novio mientras que el castaño le miraba sonrojadísimo. Todavía no conseguía acostumbrarse a las caricias de Shura, y es que aún era increíble para él la noticia de que estuvieran saliendo.

-      Estás más rojo que un tomate, ¿qué ocurre? ¿No me digas que aún te cortas conmigo? – preguntó el español con una sonrisilla.

-      Pues… Es que…

-      Y yo que tenía planeado darnos un bañito después…

-      Pero… No llevo bañador – se excusó Aioros.

-      Ya, yo tampoco, ahí está la cuestión – respondió pícaramente.

Aioros tragó grueso y le miró sonrojándose más por momentos.

-      ¿Quieres bañarte en cueros?

-      Bueno, no había pensado llegar tan lejos. Yo hablaba de bañarnos en ropa interior, pero si lo prefieres así…

-      L-La verdad es que no sé qué decir… - respondió Aioros muy ruborizado.

-      Cariño… Vamos, es nuestra primera cita y estás demasiado tenso. No voy a obligarte a hacer nada que no quieras o para lo que no te sientas preparado. Simplemente, deja que todo surja espontáneamente y si algo no te gusta lo dices y punto. ¿Qué quieres hacer?

El sagitariano comenzó a respirar agitadamente y desvió su mirada hacia otro lado, avergonzado.

-      E-En el fondo la idea del baño no me parecía mala…

Shura se colocó frente a su rostro y le miró con una sonrisilla.

-      En el fondo creo que eres peor que yo… Vamos, soy todo tuyo, encargado de la disciplina – le susurró – Demuéstrame tus más ocultos deseos.

Aioros le miró sorprendido, y rápidamente se acercó a él para besarle en los labios de forma desenfrenada. Se quitó la chaqueta del uniforme, y no tardó mucho en arrancarle su camiseta a Shura y en obligarlo a sentarse para colocarse sobre él. El español simplemente se dejaba hacer sin rechistar, pues quería ver cuáles eran los deseos que Aioros había reprimido durante tanto tiempo.

-      Quítame la camisa… - le ordenó Aioros entre jadeos, y sin poder parar de besarle.

El español obedeció, y desabrochó rápidamente los botones de la camisa del sagitariano, que acabó cayendo al suelo, y no tardaron mucho en deshacerse de los pantalones, a petición del castaño también.

Una vez en ropa interior, caminaron hasta la orilla, donde se deshicieron de lo poco que les cubría, y entraron desnudos al agua. Aioros rodeó el cuello de Shura con sus brazos y comenzó a besarle muy lentamente mientras que sus manos bajaban por toda la espalda del español y acababan acariciándole el trasero.

-      Mi único deseo es que me hagas el amor – dijo Aioros, mirándole con ojillos tiernos.

-      ¿Estás seguro, cariño? Es tu primera vez, y ésta es tan solo nuestra primera cita, así que… No me gustaría que te arrepintieras de haberlo hecho tan pronto.

-      Eres mi primer amor, y llevo amándote en secreto desde hace más de un año. Es lo que siempre he deseado, así que estoy completamente seguro.

-      Entonces ven – dijo Shura con una sonrisa, que le cogió de la mano y lo llevó hasta la orilla donde se tumbaron, ésta vez, el español encima del griego.

Shura comenzó por besarle lentamente en los labios mientras que Aioros se aferraba a su cabello. No podía negarlo, estaba muy nervioso, ya que era su primera vez y estaba seguro de que dolería, pero confiaba en Shura, y eso era lo que había deseado desde hacía mucho.

El español comenzó a bajar sus labios por el cuello del griego, besando cada rincón de aquella tersa piel. Deseaba hacerle el amor a su novio, deseaba oírle gemir bajo sus caricias y ser consciente de que era él quién las provocaba. Además, era su primera vez, y quería estar a la altura de las expectativas y que el castaño no olvidara jamás ese momento.

Mordisqueó el cuello mientras notaba cómo sus miembros se acariciaban, y el sagitariano suspiró placenteramente mientras arqueaba su cabeza hacia atrás. Oírle excitó mucho a Shura, que bajó por los fornidos pectorales de su amado y siguió en su labor lamiendo y mordisqueándole los pezones.

Aioros apretó sus labios y comenzó a respirar agitadamente. Nunca había experimentado un festival de sensaciones como aquél. Notaba cómo su cuerpo empezaba a temblar de excitación de la cabeza a los pies, era como si una agradable brisa eléctrica recorriera todo su cuerpo.

El capricorniano le acarició la cintura, como si su cuerpo se tratara de una pequeña flor muy delicada a la que tuviera que cuidar, y acabó por bajar a los genitales el griego e introdujo el miembro en su boca para comenzar a hacerle una felación muy lenta. Aioros, muerto de la vergüenza y con las mejillas sonrojadas, cerró los ojos fuertemente al igual que apretaba sus labios, y cerró los puños, estrujando la arena en sus manos.

-      Vamos, no te hagas el difícil… Quiero oírte gemir – le ordenó Shura con voz serena pero carraspeada por la excitación, lo que la hacía muy excitante.

El griego siguió resistiéndose a sus gemidos, hasta que no aguantó más y comenzó a gemir sin parar al notar como su miembro entraba y salía de la boca del español y era humedecido por su lengua que a la vez jugaba con su glande de una forma muy excitante. Tanta era su fogosidad, que sin quererlo acabó por llegar al orgasmo.

Miró al capricorniano muerto de vergüenza, pues no había sido su intención no avisarle, pero observó como éste le miraba fijamente mientras bebía de su néctar de una forma muy lasciva, lo que le produjo escalofríos.

-      Eres demasiado malo, Aioros… - dijo Shura mientras acercaba su rostro al de él – Mira que no avisarme…

-      Lo siento, no era mi intención – respondió el griego, que tenía las mejillas exquisitamente sonrojadas para gusto de Shura.

-      No, al contrario… Solo has conseguido encenderme más – dijo de forma seductora – Te voy a dar la mejor experiencia de tu vida. Así que… Ponte a cuatro patas – ordenó de forma exigente y demandante, cosa que no pudo excitar más a Aioros que comenzaba a levantársele de nuevo solo de ver lo sexy que podía ser su novio, y rápidamente se colocó a cuatro patas en la arena.

El español le acarició los glúteos con lascivia y luego le dio una cachetada y un pellizco.

-      ¡Ay! – se quejó Aioros, mirándole muy sonrojado.

-      Lo siento cariño, tienes un trasero delicioso – respondió Shura, que acercó sus labios a la entrada de su novio y comenzó a lamerla delicadamente.

Aioros gritó de placer, pues no lo esperaba, y enseguida se vino abajo y agarró fuertemente con sus manos la arena. ¿Era posible experimentar algo así? Se moría de placer, y lo peor era que no podía escapar, pues su novio le tenía bien cogido por la cadera.

-      Tranquilo cariño, no te escapas… - dijo el capricorniano.

El español comenzó a masturbar su propio miembro mientras humedecía la entrada de su novio que además se iba abriendo poco a poco a causa de la excitación. Cuando se vio preparado, introdujo sus dedos para abrirla todavía más y asegurarse lo suficiente de que a su novio no le dolería.

-      Me haces daño… - se quejó Aioros.

-      Lo siento cariño, solo duele un poco al principio. Si no hago esto, después sufrirás más.

-      Entiendo… - respondió el griego, tratando de aguantar.

Poco después, el capricorniano retiró sus dígitos y preparó su miembro erecto frente a la entrada.

-      Vale, ¿estás preparado, eh?

-      Sí… - respondió el castaño, muerto de nervios.

-      Si te duele mucho dímelo o alza una mano.

-      De acuerdo.

Shura comenzó a introducir su miembro poco a poco y sin prisas. Enseguida notó como las paredes de su novio se abrían poco a poco a su paso, además de apretarle su propio miembro exquisitamente. Se mordió los labios, y trató de ir aumentando el ritmo cada vez un poco más, pero Aioros alzó una mano.

-      ¡Duele, duele, duele!

-      Está bien, iré más lento – respondió el español con una sonrisa, y acarició la espalda de su novio para tranquilizarle.

Volvió a un ritmo lento, mientras notaba como la entrada cada vez se iba abriendo más y más. No aceleró el ritmo de sus embestidas, pero trató de que fueran más profundas y certeras. En una de esas embestidas, toco placenteramente algún punto del sagitariano y éste comenzó a gemir tímidamente. De nuevo, trató de acelerar sus embestidas y los dos comenzaron a gemir de placer. Aioros parecía preparado, así que Shura se aferró fuertemente a su cadera y embistió cada vez más y más rápido, haciéndolos a los dos gritar sin descanso. Cuando ya sentía que estaba por terminar, el español cogió el miembro de Aioros y lo masturbó al ritmo de sus embestidas, por lo que los dos llegaron al orgasmo poco tiempo después, y se tumbaron en la arena.

Respiraban agitadamente, y notaban como sus pechos comenzaban a inflarse y desinflarse sin parar. Los dos se giraron para mirarse, y enseguida Shura buscó la mano de su amado y las entrelazaron.

-      Ha sido increíble, solo de pensarlo vuelvo a excitarme de nuevo – admitió el capricorniano.

-      Sí – asintió Aioros muy rápidamente, que aún no conseguía creer todo lo que había vivido, y se colocó encima de su novio para besarle fogosamente en los labios – Te quiero – dijo mientras le miraba con ojillos y le acariciaba el robusto y fornido torso, y es que su novio estaba demasiado bueno.

-      Yo a ti también, cariño – respondió el español con un brillo especial en los ojos – Demasiado, no podría describir con palabras lo mucho que te quiero.

Aioros bajó su cabeza para recostarla en el pecho de su amado, y el español le abrazó comenzando a acariciarle la espalda. Una ligera y brisa fría corría tratando de enfriar sus cuerpos desnudos, aunque era algo imposible dada la ardiente pasión de la que rebosaban éstos, y en ese momento tan solo se podía escuchar las olas del mar, y el fuerte latido de sus corazones enamorados.

En otro lugar muy lejano…

El timbre que anunciaba el final de la clase acababa de sonar, y todos los alumnos recogían ya sus libros y comenzaban a charlar, mientras que el profesor se acercaba a la mesa de la delegada.

-      Shaina, veo que Aioros está faltando hoy también. ¿Por casualidad no sabrás a qué se debe su ausencia?

-      No tengo ni idea, señor, aunque… - la delegada miró hacia el sitio de su amigo, y rápidamente trató de pensar alguna excusa para que el docente no pensara que estaba faltando por cualquier tontería – Lo más probable es que esté enfermo, últimamente está algo acatarrado.

-      Sí, eso explicaría por qué falta tan a menudo… - reflexionó el profesor – Bueno, si hablas con él deséale de mi parte que se mejore, pero aun así dile que tendrá que presentarme un justificante firmado por sus padres.

-      De acuerdo.

El profesor se retiró y Shaina terminó de recoger sus libros pensativa. Necesitaba hablar con su amigo en cuanto le viera y explicarle todo, y además le debía una explicación también a ella, pues al fin y al cabo era su amiga y le estaba encubriendo de lo que fuera que estuviera haciendo.

Sentía algo de sed, así que abrió su cartera para beber un poco de agua, pero enseguida comprobó que se había dejado la botella en casa.

-      Mierda… Tendré que ir a la máquina.

Se levantó rápidamente de su sitio y salió al pasillo para ir a la máquina de refrescos que estaba junto a las taquillas.

Y apenas a unos pasos de allí…

-      Corred, antes de que empiece la clase tenemos que ir a comprobar si mi hermano ha vuelto – dijo Aioria, ya que los tres iban rápidamente por el pasillo.

-      Sí, pero… ¿Qué haremos si no ha vuelto? – preguntó Camus.

-      Estar atentos y seguir vigilándole. Mi hermano está siendo cada vez más sospechoso, y esto no me gusta nada… - respondió el leonino.

El escorpiano les miraba aburrido y tan solo se dedicaba a seguirles en silencio. Tenía su mente en otra parte, hasta que vio pasar por el pasillo y a gran velocidad una chica de cabellos verdes. Sonrió al darse cuenta de que ella era la causante de que estuviera en las nubes.

-      Chicos, seguid sin mí, enseguida vuelvo – les dijo Milo, que enseguida comenzó a alejarse.

-      ¿A dónde vas ahora? Tenemos una misión – dijo Aioria.

-      Lo siento, voy al baño – se excusó el escorpiano.

Los dos se quedaron mirando fijamente cómo se alejaba por el pasillo, sobretodo Camus que se subió un poco las lentes.

-      Este chico tiene un problema de vejiga – concluyó el acuariano, y cogió a su amigo por el brazo para arrastrarle rápidamente a la clase del sagitariano.

Mientras tanto Milo, había vuelto a localizar a la ariana justo en la máquina de las bebidas. Estaba muy reflexiva mientras trataba de escoger qué bebida quería, por lo que no se había dado cuenta de su presencia.

-      Vaya, parece que hemos tenido la misma idea – dijo Milo, apoyando una mano contra la máquina y sorprendiéndola.

La italiana pegó un saltito de la sorpresa y al verle comenzó a sonrojarse, aunque desvió su mirada tratando de que él no lo notara y no ser así tan obvia.

-      Si tú también tienes sed, sí.

-      Sí, estoy sediento. ¿Qué vas a coger? – preguntó el escorpiano con una encantadora sonrisa.

-      Todavía no lo sé…

-      Si me permites aconsejarte, creo que el té helado de frutos rojos sería perfecto para ti.

-      ¿Y eso por qué? – preguntó Shaina, mirándole provocativamente. No iba a ponérselo fácil.

-      Porque es tan dulce y embriagante como tú – respondió el otro con voz dulce y seductora.

-      Vaya, Milo… No sabía que pudieras decir cosas tan bonitas – siguió provocándole la ariana, y haciendo esfuerzos por ocultar su sonrojo.

-      Puedo hacer muchas más cosas – le aseguró Milo - ¿Me permitirías invitarte a esa bebida?

-      No, ya tengo mi propio dinero – dijo Shaina, que seguía con su provocación hacia el escorpiano – Estoy un poco de harta de eso de que siempre invite el chico.

-      Estoy totalmente de acuerdo con esa opinión, pero aun así, insisto.

-      Mira Milo, si de verdad quieres hacerte el caballero, vas a tener que currártelo un poco más – dijo la italiana, mirándole con una sonrisilla – No es suficiente con que me digas un par de palabras bonitas y me invites a una bebida.

-      Ya veo, eres exigente - respondió el escorpiano, que estaba encantado en responder a su juego, y se acercó peligrosamente a su rostro para susurrarle – Esta noche, junto al pilar de la plaza San Marco a las nueve. Te invito a cenar.

-      Vaya… ¿Vas a gastarte todos tus ahorros en invitarme a cenar o es que ya te han dado la paga del mes?

-      Ja, ja, no te burles tanto… - le respondió el escorpión con una sonrisilla – Créeme, puedo superar todas tus expectativas con creces y mucho más. Solo tienes que probarlo, te lo estoy ofreciendo.

La ariana le echó una miradita, luego echó el dinero y picó en el botón de la máquina para que bajara su bebida y finalmente la recogió.

-      Está bien, allí estaré.

-      Perfecto.

Shaina hizo ademanes de irse mientras abría su lata de té helado de frutos rojos, pero al pasar por al lado de Milo le sonrió.

-      Ah, y… Gracias por tu elección, era totalmente acertada.

Acto seguido, se marchó rápidamente por el pasillo, y Milo se giró para mirarla embobado. Le encantaba, por qué negarlo. Se lo estaba poniendo difícil, y todo lo que fuera así y supusiera un reto para él, le volvía loco. Sin duda, haría lo imposible hasta conquistar a aquella provocadora damisela. Lo tenía muy claro, sería suya.

Una vez que salió de su ensoñación, miró la hora en su reloj de muñeca y corrió hacia el pasillo para llegar a tiempo y ver cómo sus dos amigos salían de la clase del sagitariano.

-      ¿Ha llegado tu hermano? – preguntó, aparentando tranquilidad y como si no hubiera estado haciendo nada.

-      Aún no, esperaremos a ver si viene a la hora del patio- respondió el leonino.

-      Y tú deja ya de escaquearte – le regañó Camus – Ayer también estabas en el baño, ¿tienes algún problema?

-      No, veo absolutamente normal que vaya al baño si tengo la necesidad.

El acuariano divisó una leve sonrisa sospechosa en los labios de su amigo y le miró fijamente a través de sus lentes, pero prefirió no decir nada y continuar su camino hacia clase. Parecía que había algo que su amigo no les había contado…

Varias horas después…

La pareja de enamorados llegaba justo a tiempo para entrar a la hora del patio. Con todo lo ocurrido, se les había echado la mañana encima, y es que además, después de la playa habían tenido que pasar por casa de Shura para dejar las cosas, bañarse, cosa que por cierto habían aprovechado para hacer juntos, y para que el español se pusiera el uniforme, ya que antes no lo llevaba.

-      Santo cielo, nos hemos perdido toda la mañana… - se lamentó Aioros, mientras entraban al instituto para dejar sus carteras en las taquillas.

-      Muy mal, encargado de la disciplina, con tus faltas estás dando muy mal ejemplo a los alumnos.

-      ¡Serás! – exclamó Aioros, flipando - ¡De quién será la culpa de que falte tanto!

-      No te quejes tanto, o me dirás que lo has pasado mal – respondió el español, dándole una cachetada en el trasero y estrujándole fuertemente una nalga.

-      Cariño, aquí no – le regañó Aioros sonrojado – Tú mismo me dijiste que aún no estabas preparado para contarlo y que no nos podía ver nadie.

-      Lo sé, lo siento, es que no puedo evitar la tentación – se disculpó Shura con una sonrisa – Pero es verdad, a partir de ahora y mientras estemos aquí, solo somos amigos.

A continuación, los dos dejaron las carteras en sus taquillas y salieron al patio para reunirse con sus amigos, aunque por el camino se encontraron a Shaina.

-      ¡Aioros, por fin te encuentro! – exclamó la delegada con una sonrisa, pues había estado esperando ver a su amigo al fin como agua de mayo.

El español los observó callado, aunque ya no había rastro de celos en él. Aioros ya le había dejado muy claro que Shaina solo era una amiga, y además era su novio. 

-      Lo sé, siento haber faltado Shaina. ¿Me necesitabas para algo?

-      Bueno, no exactamente, pero necesito hablar contigo. ¿Podría robarte un momento?

El castaño miró a su novio buscando una aprobación, pues aun no le quedaba claro si le hacía gracia que se fuera con Shaina.

-      ¿Te importa si me voy un momento con ella?

-      Claro, no hay problema Aioros. Te esperaré en la valla con Kanon y Aldebarán, como siempre.

-      Vale.

El español se retiró y los otros dos se sentaron en un banquito que había cerca.

-      ¿De qué quieres hablar? – preguntó el sagitariano intrigado.

-      De ti. ¿Por qué te ausentas tanto? He tenido que meterles excusas a los profesores durante toda la mañana diciéndoles que estabas enfermo.

-      Lo siento Shaina, muchas gracias por encubrirme.

-      De nada, pero… A cambio, creo que merezco una explicación.

-      Sí, es cierto. Eres mi amiga y la mereces, pero… - el castaño suspiró, y comenzó a reflexionar durante unos instantes. Shura le había dicho que no contara nada a nadie, ni siquiera a su propio hermano, porque no quería que el rumor se difundiera antes de tiempo, sin embargo, estaba seguro de que podía confiar en su amiga y de que si se lo pedía no diría nada.

-      ¿Pero? – preguntó la delegada preocupada.

-      Si te explico esto, tienes que prometerme que no se lo dirás a nadie. Ni siquiera puedes decirle a Shura que te lo he contado.

-      Con esto entiendo que a él también le involucra.

-      Sí…

-      Está bien, mis labios están sellados, lo prometo – dijo Shaina, pasando la mano por sus labios como si tuviera en ellos una cremallera imaginaria y la estuviera cerrando.

-      Está bien… Si estoy faltando tanto últimamente es porque paso la mayor parte de mi tiempo con Shura, ya que…estamos saliendo juntos.

-      ¡No me digas! – exclamó Shaina, llevando una mano a su boca por la sorpresa. Desde luego no esperaba aquello.

-      Sí… Supongo que estarás muy sorprendida, siento no haberte contado antes que soy homosexual y que me gusta Shura.

-      No, no, no. No te preocupes por eso, no pasa nada… Simplemente… Bueno, me pilla por sorpresa, pero… Creo que una gran cantidad de chicas se sentirían decepcionadas al oír eso.

-      Lo sé, es una de las razones por las que aún no hemos dicho nada. Por eso, y porque Shura no sabe cómo van afrontar sus amigos esa noticia, así que estamos esperando al momento adecuado. Ni siquiera se lo he contado a mi hermano, solo a ti, así que es muy importante que me guardes el secreto, por favor.

-      Claro, claro, sin problemas. Tu secreto está a salvo conmigo.

Los dos se sonrieron, y la italiana posó una mano en la rodilla de su amigo.

-      Felicidades entonces, me alegro por vosotros.

-      Muchas gracias.

-      Sabes… A mí también me gusta alguien…

-      ¿En serio? ¿Quién?

Shaina le explicó en resumidas palabras a su amigo todo lo que le había sucedido con Milo y que tenían una cita esa noche.

-      Hmm… Ya sé quién me dices, Milo es amigo de mi hermano – dijo Aioros – Siempre me ha caído muy bien, parece muy buen chico. Si de verdad te gusta solo puedo decirte que vayas a por él.

-      Gracias Aioros, pensé que quizá sería un poco extraño ya que soy dos años mayor que él… Pero físicamente no lo parece, es mucho más alto que yo.

-      Nah, no te preocupes por eso Shaina, son solo tonterías. Primero que la gente no se dará cuenta, y segundo que el amor no tiene edad.

-      Lo sé, muchas gracias.

Los dos se dieron un abrazo, y después de intercambiar algunas palabras más, el sagitariano le dijo que tenía que volver con su novio y así lo hizo. La hora del patio la pasaron tranquilamente, y Kanon y Aldebarán no sospecharon nada.

Cuando volvían a clase por el pasillo, se encontraron al trío de espías, bueno, la pareja no estaba informada de que les espiaban así que para ellos simplemente eran Aioria, Camus y Milo.

-      ¡Hermano, por fin te encuentro! – dijo Aioria mosqueado – He estado buscándote toda la mañana y he descubierto que no habías entrado a clase. ¡Has hecho novillos! – le recriminó el leonino.

-      Sí, siento no habértelo dicho. Pero solo han sido las primeras horas, no te preocupes.

-      ¿Pero por qué has faltado a clase? Nunca lo haces, eres la persona más obsesiva que conozco respecto a la asistencia a clase y el cumplimiento de las normas. ¡No eres el encargado de la disciplina por nada!

Shura asistía a la conversación en silencio y de brazos cruzados, aunque no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa al mirar a Aioria. El leonino le miró extrañado y un pequeño escalofrío recorrió su cuerpo, ya que no entendía por qué le sonreía y le daba un poco de miedo. Lo que obviamente no podría comprender y no se le pasaría por la cabeza, era que el español sonreía debido a que le recordaba mucho a su hermano, era como un Aioros en versión un poco más pequeña, con el cabello más claro, y más refunfuñón, pero le parecía agradable.

-      He faltado porque tenía que hacer unas cosas, no te preocupes más Aioria – le respondió Aioros con una sonrisa, y le revolvió el cabello cariñosamente.

-      No quiero que me digas eso, quiero saber qué estabas haciendo – refunfuñó el castaño menor, evadiendo a las caricias de su hermano.

-      Lo siento hermano, tengo que ir a clase – dijo Aioros sin más, evadiendo sus réplicas, y cuando se iba con Shura, al pasar por al lado de Milo le dio un apretón cariñoso en el hombro y luego se fueron.

El escorpiano abrió los ojos sorprendido y se giró mirando hacia el sagitariano, sin entender nada.

-      ¿Por qué me ha dado un apretón tu hermano, Aioria? – preguntó extrañado.

-      Ni idea, quizá solo sea porque eres amigo de su hermano – respondió Camus, ya que el leonino en esos momentos no estaba disponible como para responder, más bien estaba furioso y enrabietado.

-      ¡No lo entiendo! ¡¿Por qué no quiere decirme nada?! – se preguntó Aioria muy cabreado y tirando de su cabello - ¡¿Es que ya no confía en su hermano para contarle las cosas?!

-      Cálmate Aioria, quizá ocurra algo, pero necesite tiempo para contártelo.

-      ¡Me da igual! ¡Esta tarde tenemos nueva misión, y es que vamos a seguir a mi hermano de nuevo a donde vaya!

Acto seguido, el leonino se dirigió hacia clase enfurruñado mientras que Camus le seguía sin replicar nada más, aunque Milo alzó un brazo, tratando de decir algo.

-      Esperad, pero… Yo esta tarde no puedo quedar… Tendréis que ir solos.

-      ¿Cómo que no puedes quedar? – preguntó Camus deteniéndose, y el leonino hizo lo mismo.

-      Es que… Bueno, ya he quedado con alguien.

-      ¿Con quién? – preguntó Aioria.

-      Con una chica…

-      ¿Tienes una cita y no nos habías dicho nada? – preguntó el acuariano incrédulo.

-      Bueno… Tampoco creo que sea para tanto – respondió el escorpiano, rascando su cabeza.

Tanto el acuariano como el leonino fueron a reprochar algo más, pero el timbre sonó y los tres se dirigieron rápidamente a clase.

Varias horas después…

Las clases ya habían finalizado y todos los alumnos se habían ido a sus casas para comer. Aioros y Aioria no eran la excepción, que comían juntos en la mesa de la cocina, uno enfrente de otro, un plato de sopa. El sagitariano comía bastante tranquilo mientras rememoraba felizmente todo lo ocurrido durante la mañana junto a Shura. Ahora por la tarde, habían quedado para ir a dar una vuelta, y se moría de ganas por que pasaran ya las horas para verle.

Aioria por su parte, se dedicaba a fulminar con la mirada a su hermano. Todavía seguía enfadado, y pensaba seguir estándolo hasta que su hermano se decidiera por fin a contarle lo que ocurría. O sino lo tendría que descubrir él mismo por las malas.

El castaño mayor salió de su ensoñación por un momento, y se dio cuenta de la mirada fulminante de su hermano clavada en él.

-      Aioria, así no puedo comer. ¿Vas a dejar ya de mirarme así?

-      ¿Por qué tendría que hacerlo? Mi hermano falta a la escuela, no me dice el por qué, me miente y encima no confía en mí.

-      Te estás obsesionando demasiado. Sé que soy tu hermano, pero a veces yo también tengo derecho a tener mi intimidad y a hacer mi vida.

-      ¿Y es tan importante lo que haces para que yo no tenga derecho a saberlo?

-      Pues…sí Aioria, por el momento sí.

-      ¿También es igual de importante como para faltar a clase? Nunca lo habías hecho, y como sigas así tus notas bajarán.

-      Vamos, no seas exagerado, solo han sido un par de veces. No lo volveré a hacer, ¿vale?

-      Eso espero, pero aun así, sigo sin saber nada.

-      Todo a su tiempo, Aioria. Algún día podré contártelo. Por ahora no me presiones más, por favor.

El leonino le miró muy cabreado, y acto seguido se levantó de la silla, dejando el plato a medias, y se marchó a su habitación.

-      ¡Aioria, no has acabado de comer! – le gritó el sagitariano más en vano, ya que no obtuvo respuesta. Luego meneó su cabeza tristemente, y acabó de comer para recoger todos los platos.

Muchas horas después…

El sol ya casi se ponía en el horizonte y apenas se estaba haciendo de noche. Era el momento ideal que habían escogido Aioros y Shura para quedar y dar una vuelta bajo la luz de la luna.

El sagitariano salió de casa muy contento para ir a buscar a su novio, mientras que su hermano pequeño le seguía muy de cerca y con el móvil en mano, ya que estaba mandándole mensajes a su amigo Camus para reunirse en algún sitio.

Camus: ¿Por dónde vas?

Aioria: Estamos por una de las calles cerca de mi casa aún. Ahora acaba de girar en una esquina.

Camus: Sé más específico, por favor -_-

Aioria: Espera, espera, se acaba de parar frente a una casa y ha picado al timbre, parece que está esperando a alguien. ¿Sabes el parque éste dónde hay un cerezo muy grande y que tiene un tobogán con la cara de un payaso?

Camus: Sé cuál dices, enseguida voy.

Aioria: Date prisa.

Camus: Tranquilo, estoy cerca.

Acto seguido, los dos dejaron la conversación, y el leonino esperó escondido en una esquina mientras observaba a su hermano. Enseguida salió alguien de la casa, y ése no era ni más ni menos que Shura. La pareja no se dio ningún arrumaco por el momento ya que temían que alguien conocido les viera, por lo que Aioria no pudo sospechar nada, pero aun así eso no bastó para quitarle la impresión.

Por si no fuera poco con su sorpresa al ver eso, enseguida alguien le tocó un hombro por detrás y pegó un saltito además de esbozar un pequeño grito. Su acompañante le tapó la boca y le arrastró hacia atrás, ya que la pareja había escuchado el grito y se habían girado extrañados.

-      ¿No has escuchado un grito? – preguntó el sagitariano extrañado.

-      Sí, pero no sé… Quizá era algún crío jugando – respondió Shura.

-      Eso parece, no se oye nada más.

Acto seguido, la pareja emprendió el rumbo calle arriba. Mientras, en la esquina, Aioria por fin se pudo zafar del agarre de su acompañante.

-      ¿Eres tonto? Por poco y echas a perder tu propia misión.

-      ¿Qué querías que hiciera? Estaba sorprendido al descubrir que mi hermano había quedado con Shura, y encima apareces tú por detrás sigilosamente y me tocas el hombro.

-      Oh, perdona, si quieres la próxima vez aparezco haciendo ruido y dando voces para que tu hermano se dé cuenta – respondió el acuariano con sarcasmo – En fin, vamos ya o los perderemos.

El leonino asintió y los dos comenzaron a seguir a la pareja, que por el momento estaban bastante tranquilos. Su plan era alejarse del centro para poder ir a algún sitio más escondido.

-      Oye, ¿qué opinas sobre lo de Milo? – le preguntó Camus, mientras estaban escondidos tras un arbusto y viendo como los otros dos solo paseaban por el momento.

-      ¿De qué? ¿De que nos haya ocultado lo de su cita?

-      Sí, últimamente todo el mundo parece tener secretos.

-      Ya ves… Mi hermano, ahora Milo… Al final también tendremos que espiarle a él – refunfuñó el leonino.

-      No sería tan mala idea, si supiéramos donde está.

-      Lo sé, lo suyo tendrá que esperar para otro día. Ahora me interesa más lo de mi hermano.

-      Oye, pero… ¿Tú no tendrás ningún secreto, verdad? – preguntó Camus.

El leonino se giró hacia su amigo y le miró con una cara de No, ¿en serio?

-      No me mires así, tengo que asegurarme, ya que como ya hemos dicho, ahora todo el mundo parece ocultar algo.

-      Pues tranquilo listillo, porque yo no tengo ningún secreto – respondió Aioria – Mientras no lo tengas tú…

-      Sabes que no.

Una vez hablado esto, los dos amigos quedaron más tranquilos y volvieron a centrarse en su labor de seguir a Aioros.

En otra parte de la ciudad…

El escorpión esperaba sentado en la escalinata del pilar de la plaza San Marco, mientras hacía girar una rosa roja que llevaba en sus manos y que miraba embelesado. Claramente, le recordaba a ella.

-      Siento haberte hecho esperar – dijo una voz femenina, acompañada de unos tacones negros que se pararon frente a él.

Alzó la vista, y pudo contemplar a esa chica que llevaba robando sus pensamientos y su corazón desde el día anterior. Se había maquillado un poco, y llevaba un vestido de gasa como de un color morado vino.

-      No importa – respondió el escorpión embelesado con esa aparición, y sin apartar los ojos de ella comenzó a levantarse.

-      ¿Eso es para mí? – preguntó, señalando la rosa que Milo llevaba en las manos.

-      ¿Eh? Sí, c-claro – respondió el otro, saliendo de su ensoñación, y le entregó la rosa.

-      Muchas gracias, es un detalle.

-      El detalle es que hayas aceptado cenar conmigo. Estás guapísima – la halagó Milo, que todavía no podía dejar de mirarla.

La ariana no pudo evitar sonrojarse ante un cumplido tan halagador, y es que además, debía admitir que él también iba muy guapo. Llevaba una camiseta de manga corta roja con escote de pico, unos pitillos negros con roturas en las rodillas, y unas bambas blancas.

-      Tú tampoco vas nada mal – respondió la delegada, desviando su mirada sonrojada y con una sonrisita.

-      Gracias – respondió Milo sonriente, y acto seguido le tendió su mano - ¿Vamos?

La ariana no pudo evitar quedársele mirando para ver su reacción, y el escorpiano terminó por apartarse un poco intimidado.

-      Está bien, está bien, capto el mensaje – dijo con una media sonrisa, y emprendió el rumbo hacia el restaurante.

La italiana también esbozó una sonrisita, y corrió para ponerse a su altura y cogerle de la mano, sorprendiendo a Milo.

Mientras, en otra parte de la ciudad…

-      Ya era bastante misterio ver que tu hermano se hablaba con Shura en el instituto como para descubrir ahora que también quedan fuera de él – comentó Camus, que observaba a través de unos prismáticos y detrás de un arbusto cómo la pareja se sentaba en el banco de un parque.

-      Lo sé, esto no lleva a ninguna parte, tío… Ya no entiendo qué es lo que pasa alrededor de mi hermano… - dijo Aioria, que estaba en el suelo abatido y ya ni observaba a su hermano.

-      Oh, oh… Pues no sé si te va a gustar esto – dijo el acuariano, que seguía observando.

-      ¿El qué? ¿Qué ves? – preguntó Aioria, reincorporándose a su lado y poniéndose bastante nervioso.

-      Aioria, no te va a gustar…

-      ¡Me da igual, es mi hermano! ¿Qué estás viendo?

-      Juzga por ti mismo… - respondió Camus, que le pasó los prismáticos.

El leonino se los colocó rápidamente y enfocó su vista en los otros dos. Fue tanta su impresión, que al verlo, automáticamente se le cayeron los prismáticos al suelo.

De nuevo, en otro lugar…

-      Tenías razón, este sitio es estupendo. Y la comida es muy buena – dijo Shaina con una sonrisa, mientras degustaba un plato de solomillo al vino tinto.

-      Me alegro de que te guste – respondió el escorpión, mientras la observaba embelesado con una sonrisa.

Hacía rato que habían llegado al restaurante, y ya les habían traído lo que habían pedido, por lo que mientras comían se habían dedicado a hablar sobre ellos y sus vidas para conocerse un poco mejor. La atracción que sentían mutuamente era innegable, aunque la italiana prefería seguir conservando un halo de misterio y no ponérselo fácil todavía.

-      Oye Shaina, hay algo que llevo queriendo preguntarte desde ayer… Espero que no te moleste.

-      ¿El qué? – preguntó la otra, intrigada.

-      ¿Por qué los de tu clase son tan capullos contigo? Quiero decir, eres la delegada, todo lo que haces es por el bien de la clase.

-      Sí, lo sé… La verdad es que no entiendo por qué me tienen tanta manía. Cuando empecé como delegada, trataba de llevarme bien con todos y ser amable, pero eran muy crueles conmigo y trataban de hacerme la vida imposible. Luego decidí que si de verdad quería callarles la boca debía hacerme imponer, y me volví más severa y borde con ellos, aunque realmente no soy así… Y encima creo que no ha servido de nada, solo para que me cojan miedo… Pero igualmente siguen molestándome.

-      Qué cabrones – dijo Milo enrabietado - ¿Por qué no dimites si te tratan tan mal?

-      Porque es lo que quieren, no voy a darles esa satisfacción.

-      Tienes razón, si dimitieras sería como dejarles vencer.

-      Exacto.

El escorpión siguió degustando de su plato y Shaina alzó su vista para mirarle con una sonrisa.

-      Por cierto, aún no había tenido la oportunidad de darte las gracias debidamente por lo que hiciste ayer.

-      ¿Lo que hice…ayer? – preguntó Milo desconcertado, pues no sabía exactamente a qué de todo se refería.

-      Cuando me defendiste delante de ellos. La verdad es que me hizo muy feliz, y no volvieron a molestarme en todo el día. Te lo agradezco. Bueno, también te agradezco que me ayudaras a llevar la pila de folios.

-      Ah, eso… - dijo Milo con una sonrisa y sonrojándose un poco – Escuché todo lo que decían y no pude quedarme simplemente callado, me pareció muy injusto.

-      Por eso te lo agradezco.

-      De nada.

Una sensación de euforia invadió al escorpión mientras seguían cenando. Parecía que todo iba viento en popa y que poco a poco estaba consiguiendo acercarse un poco más a esa bella italiana. Qué desgracia que una llamada entrante en su móvil tuviera que arruinar ese ambiente que estaban creando.

-      Creo que te están llamando… - dijo Shaina.

-      Sí, lo sé – dijo el escorpión, que había mirado la pantalla de su móvil pero había colgado y lo había vuelto a guardar en el bolsillo.

-      ¿No…lo coges?

-      No, tranquila, no es nada importante. Esto lo es mucho más.

La delegada agachó un poco la cabeza sonrojándose, pero de nuevo el móvil comenzó a sonar.

-      Te están llamando otra vez… Quizá sea urgente…

-      Tranquila, es que… Son mis amigos, no creo que sea nada, simplemente son muy pesados – respondió Milo, mientras volvía a colgar nuevamente.

Pero insistían con una tercera llamada, y al final Milo miró desconcertado a Shaina y se levantó de la silla.

-      Lo siento mucho… Voy a contestar porque si no…

-      Lo entiendo, no te preocupes – respondió la delegada con una sonrisa.

El griego se alejó un poco de la mesa, descolgó la llamada, y pegó el móvil a su oído.

Milo: ¿Qué demonios queréis? Estoy en medio de una cita, y no paráis de molestarme con llamadas, me lo vais a estropear todo, y no me interesa lo que Aioros esté haciendo ahora mismo.

Camus: ¡Idiota! Cuando sepas lo que ha pasado verás por qué te molesto tanto. Tengo incluso a Aioria aquí al lado que se ha quedado en estado de shock y ni habla.

Milo: Pues venga, sorpréndeme, ¿qué ha pasado? Pero créeme, como no sea algo suficientemente impactante como para molestarme por eso, lo vas a lamentar.

Camus: Hemos seguido a Aioros durante toda la tarde, y hemos visto que había quedado con Shura.

Milo: ¿Y qué?

Camus: ¡Los hemos visto besándose y darse la mano! ¡Están saliendo juntos, Milo!

En ese momento, el escorpión quedó sin habla y tieso. Ni siquiera sabía qué decir. Ahora comprendía por qué era tan importante.

Milo: ¡¡¿¿Q-Q-Q-Q-ué??!!

Camus: Lo que oyes, y ahora puedes seguir con tu cita tranquilo. Mañana lo hablamos entre los tres.

Milo: V-Vale…

El acuariano colgó la llamada, y Milo volvió a guardar su móvil en el bolsillo. También él había quedado medio en shock, pero sobretodo porque… Su teoría, aquella que le contó a sus amigos, había sido acertada. Le parecía una total locura, pero… Al final era verdad. Él había deducido que hacía unos días, Shura estaba tan raro con Aioros porque estaba enamorado de él, pero ni siquiera él mismo creía su disparatada teoría.

-      ¿Qué ocurre? Te has puesto blanco – dijo Shaina alarmada, cuando el escorpión volvió a sentarse con ella y le vio.

-      No te preocupes, estoy bien…

-      ¿Seguro? No te noto muy bien… Sabes que puedes contarme lo que sea… - dijo la ariana preocupada, que posó su mano sobre la del otro, y Milo esbozó una tímida sonrisa.

-      Tranquila, es que… Me han dicho una cosa que me ha dejado bastante impactado. La verdad es que no me encuentro muy bien…

-      ¿Quieres que pidamos la cuenta y nos vayamos?

-      Me sabe mal…

-      No te preocupes.

La italiana pidió la cuenta, y el escorpión pagó la cena tal y como había prometido. Después salieron del restaurante, y Milo le dijo que la acompañaba a casa. Cuando llegaron al portal de ella, se pararon y quedaron en silencio.

-      De verdad que lo siento Shaina, me siento idiota, después de toda la ilusión que me hacía cenar contigo y ahora pasa esto, y…

-      Oye, no te preocupes, ya habrá más ocasiones. Entiendo que si no te encuentras bien quieras irte a casa.

-      Lo cierto es que me encantaría quedarme más rato contigo, pero si lo hago me sentiría mal… No sé cómo explicarlo… Es que…tengo un amigo que está mal ahora mismo, y me remordería la conciencia saber que yo estoy aquí pasándomelo bien.

-      Lo entiendo, no hay problema.

-      ¿Estás segura de que querrás volver a quedar conmigo?

-      Claro, lo he pasado muy bien, Milo. Además…

Shaina se puso de puntillas, y envolvió el cuello del escorpión con sus brazos para darle un beso en los labios. Eso sorprendió a Milo, aunque enseguida la cogió por la cintura y la atrajo más hacia él para profundizar el beso.

Estuvieron unos cuantos minutos besándose, y cuando sintieron que ya les faltaba el oxígeno, se separaron con una sonrisa.

-      Eres increíble, Shaina.

-      Bueno, te lo has ganado. No he conocido a chico más encantador, protector, tierno, y que se preocupe por sus amigos como tú. Eres un buen chico, Milo, y aunque no te lo he puesto fácil tampoco has desistido. Al final no he podido resistirme – respondió la italiana, que comenzó a acariciar el largo cabello del griego.

-      Gracias por darme una oportunidad. Me gustas muchísimo, Shaina.

-      Tú a mí también – respondió con una sonrisa, y volvió a darle otro beso en los labios – Nos vemos mañana en el instituto.

-      Lo esperaré como agua de mayo.

Shaina sonrió y abrió la puerta de su portal.

-      Buenas noches.

-      Buenas noches, preciosa.

Una vez que la italiana ingresó en su bloque, Milo se alejó calle abajo y sacó su móvil del bolsillo.

-      Oye Camus, ¿aún estáis en la calle? … De acuerdo, voy para allá.

El griego aceleró el paso, y en diez minutos llegó al parque que le había indicado su amigo y los vio a los dos sentados en un banco. Aioria estaba con los codos apoyados en sus piernas y las manos cubriéndole la cabeza.

-      ¿Cómo está? – preguntó el escorpión al acuariano.

-      Impactado, todavía.

Milo se sentó al lado de su amigo, y le dio un fuerte abrazo.

-      Vamos Aioria, sé que es duro y difícil de creer aún, pero… Hay que aceptarlo.

-      Lo sé, pero… Es que me duele que no me haya contado algo así por más que le he insistido, y encima… Sabía que mi hermano estaba enamorado de Shura, pero nunca creí que pudieran llegar a salir juntos, al fin y al cabo Shura no parecía gay y… No sé, aun así sé cómo es y sé lo que dice todo el instituto de él. Hará daño a mi hermano, y él como está completamente enamorado no sabrá verlo.

-      Pero es lo que él ha decidido… Tienes que dejarle tomar las decisiones que él quiera, al fin y al cabo es su vida. Y si tiene que tropezarse con una piedra lo hará, hay que cometer errores para poder aprender de ellos. Y además, estarás tú para apoyarle.

-      Sí claro, pero podré hacerlo si de verdad llega a contármelo algún día.

-      Claro que lo hará Aioria, a veces la gente guarda secretos simplemente porque no encuentra el momento adecuado para contarlos. Seguramente es lo que le está pasando a tu hermano, y lo comprendo perfectamente porque es justo lo que me pasaba a mí.

-      Ah… ¿Por fin nos vas a contar qué has estado haciendo? – preguntó el acuariano molesto – Nos ha dolido mucho que no nos lo contaras.

-      Ya os he dicho el por qué, pero es el momento adecuado para contároslo. Ayer conocí a una chica, Shaina, la delegada de la clase de tu hermano – dijo, refiriéndose a Aioria – Y hoy la he invitado a cenar.

-      ¿Es por eso que ibas tanto al lavabo? – preguntó el acuariano seriamente – Porque ya comenzaba a creer que tenías un serio problema de vejiga.

-      Era una excusa Camus, no iba al lavabo.

-      Entiendo…

-      Te agradezco el habérnoslo contado, Milo – dijo Aioria – Pero ahora me siento mal, ¿has abandonado a esa chica solo para venir aquí conmigo?

-      Tampoco la he abandonado, no me encontraba muy bien y me ha ofrecido que nos fuéramos. No le he llegado a contar lo que ocurría, pero ha entendido perfectamente la situación. Es una gran chica.

-      Demasiado si acepta salir contigo y aguantar tus tonterías - respondió Camus.

-      Pues para que lo sepas listillo sí, y además nos hemos besado.

-      Una noticia buena en medio de este desastre – dijo Aioria, que palmó cariñosamente la espalda de Milo – Felicidades amigo.

-      Gracias.

Acto seguido, los tres se dieron un abrazo conjunto y quedaron así durante un buen rato. Había sido un día lleno de acontecimientos buenos y a la vez noticias malas para algunos. ¿Qué les depararía el día siguiente?

Notas finales:

Por si os entra curiosidad, el vestido de Shaina es así: http://vestidosdemoda.org/wp-content/uploads/2015/06/Vestidos-de-gasa-00.jpg

Y nada más, espero que os haya gustado :). La verdad es que ha sido un capítulo cargado de cosas y ha costado bastante escribirlo pues me hacía un lío con todo jaja.

Nos vemos en el próximo capítulo, ¡besos y abrazos!


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