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Polos opuestos por gorgobina

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos!

Aquí os dejo el segundo capítulo :D. He conseguido no tardarme mucho en escribirlo, apenas una semana que creo que está bastante bien jaja. ¡Espero que os guste y lo disfrutéis!

CAPÍTULO 2: Socios por interés. 

La mañana del día siguiente, el sagitariano no despertó de muy buen humor. Se había pasado toda la noche dando vueltas en la cama, pensando en el trato al que había llegado con Shura. Ser su sirviente...No quería llegar a imaginar qué planes tenía el español al decirle eso, y le asustaba el solo pensarlos. Además seguía con la incertidumbre de si le haría caso y acudiría al instituto con el uniforme.

- Aioria, tenemos que irnos ya - le dijo a su hermano pequeño desde la puerta de la calle.

- ¿Qué te ocurre? - le preguntó el leonino mientras ya salía de la casa por la puerta principal - Siempre estás animado y hoy te veo muy decaído.

- No he pasado una buena noche, apenas he dormido...

- Es cierto - admitió Aioria, que se había acercado a su hermano para observarle de cerca - Tienes unas ojeras terribles, te ves horrible hoy.

- Gracias, tu siempre dando ánimos... - dijo Aioros, mientras los dos emprendían su camino hacia el instituto.

Cuando llegaron al instituto, se repitió la misma escena de siempre. Aioros se dedicó a saludar a todos, mostrando su mejor sonrisa a pesar de que aquél día estuviera hecho polvo, y Aioria se desentendió rápidamente yéndose con sus amigos.

- Aioros, ¿has hecho los deberes de inglés? - le preguntó un compañero mientras iban por el pasillo de camino a su clase.

- Sí, claro.

- Pues yo no los he hecho - dijo otro - Me daba mucho palo. Espero que el profe no me los pida a mí.

El sagitariano no mostraba mucha atención a la conversación con sus compañeros pues no paraba de buscar con la mirada a Shura. El español iba a su clase, así que tarde o temprano tendría que verle por ahí.

Sus compañeros comenzaron a entrar en clase mientras que él se quedó afuera en la puerta.

- ¿No entras, Aioros?

- No, voy a quedarme aquí un rato.

- Uh, está esperando a alguien. ¿Será algún ligue? - cuchicheó uno de los compañeros mientras se adentraban en la clase.

El castaño se apoyó en el marco de la puerta de brazos cruzados y esperó mientras observaba todo el pasillo. Tenía puestas todas sus esperanzas en ver tarde o temprano a Shura aparecer con su uniforme vestido, pero a quién vio dirigirse hacia él fue a Saori.

- Bu-Buenos días Aioros - saludó la chica sonrojada, e inclinándose a modo de saludo.

- Buenos días Saori - saludó el sagitariano con una sonrisa amable - ¿Cómo estás hoy?

- Muy bien, gracias. ¿Y tú?

- Bueno...Más o menos, no he dormido mucho esta noche.

- Es cierto...Tienes ojeras - dijo Saori preocupada.

- Sí, pero no te preocupes. Aun así estoy bien - respondió con otra sonrisa tranquilizadora.

- Esto...¿E-Estás esperando...a alguien? - preguntó la virginiana muy nerviosa y sonrojada.

- Amm... Bueno sí, estoy esperando a un compañero pero todavía no ha venido.

- Ah, ya veo - respondió la japonesa aliviada, pues llegó a pensar que quizá estaría esperando a alguna chica - Bueno entonces será mejor que vaya entrando.

- Vale, nos vemos ahora.

Saori también entró en el aula, dejando de nuevo al sagitariano solo que ya comenzaba a desesperarse porque Shura no aparecía, y seguramente muy pronto llegaría el profesor y tendría que meterse en el aula.

Vio venir por el pasillo también a la delegada de clase, Shaina, y un escalofrío le recorrió todo el cuerpo al recordar la escena del día anterior. No sabía si debía saludarla o si sería mejor no decir nada, pero cuando la delegada fue a entrar se le quedó mirando fijamente y el castaño comenzó a sentir sudores fríos de lo nervioso que comenzaba a ponerle, por lo que finalmente se vio obligado y decidió arriesgarse.

- Buenos días Shaina... - dijo bastante nervioso.

La italiana le echó un último vistazo y después miró hacia el frente con una sonrisa.

- Buenos días, encargado de la disciplina - dijo antes de entrar en clase como si nada.

La gente quedó muy sorprendida al ver que la tan temida delegada había saludado a Aioros.

- ¡¿Cómo?! ¡Shaina ha saludado a Aioros!

- ¡Es cierto! ¡¿Será que ha bajado la guardia con él?!

- Eh...Pero...Espera...

- ¡¡¿¿Encargado de la disciplina??!! - comenzó a preguntarse todo el mundo.

- Bueno... - dijo Aioros rascando su cabeza, pues comenzaba a ponerse nervioso de que la delegada hubiera soltado algo así sin más y que se estuviera armando todo aquél jaleo con eso.

- ¡Shaina! ¿Es eso verdad? – preguntó un compañero acercándose a la delegada.

- ¡Sí, explícanoslo todo! – reclamó otro que comenzó a tirar de la chaqueta de Shaina para que hablara.

La italiana miró de reojo cómo tiraba de su chaqueta y le lanzó una mirada asesina a la cara antes de pegarle un puñetazo en toda la jeta.

-      Ni se te ocurra volver a tocarme… - masculló muy mosqueada.

El otro compañero que antes le había estado pidiendo que le contara se apartó lentamente, pues no quería acabar igual de mal que el otro.

-      Lo único que sé es que ayer el director nombró encargado de la disciplina a Aioros. No puedo decir nada más.

-      ¿Entonces es verdad, Aioros? – preguntó otro.

-      Bueno… La verdad es que sí… - respondió el sagitariano tímidamente.

-      ¿Vas a ser estricto con nosotros? – preguntó una de las chicas.

-      ¡No! Vamos chicos, no os preocupéis, no me veáis como alguien a quien temer, simplemente trataré de que todos nos portemos bien para que nuestro tiempo en el instituto sea agradable – respondió Aioros con una sonrisa.

Todos sonrieron más calmados y de repente, sorprendiendo al castaño, comenzaron a aplaudir muy contentos.

-      ¡Con Aioros al mando el instituto será mejor! – exclamó alguno.

-      ¡Opino lo mismo!

-      ¡Un hurra por Aioros!

Aioros no podía estar más sorprendido al ver cómo todos le aplaudían cuando de repente se encontró a su profesor detrás suyo que acababa de llegar.

-      Es bueno saber que los alumnos aceptan a su nuevo disciplinario – dijo con una sonrisa – Ya puedes sentarte Aioros, la clase está por comenzar.

-      Sí señor.

El castaño se dirigió a su sitio y todos dejaron de hacer ruido al ver que el profesor acababa de entrar al aula.

-      Buenos días mis tan adorados alumnos – saludó el profesor irónico – Por favor, abran el libro por la página 83.

Aioros rebuscó en su cartera el libro y cuando lo dejó abierto sobre su mesa giró la vista hacia atrás para observar el pupitre vacío de Shura. ¿Le habría engañado el español y el día anterior tan solo se estaba burlando de él? Pues…No había asistido a la primera clase.

~~

 

Cuando el timbre anunció el final de esa hora, el profesor marchó del aula y todos los alumnos comenzaron a esparcirse por la clase para charlar antes de que llegara el siguiente docente. Aioros seguía con la cabeza perdida en sus pensamientos, pensando si finalmente Shura asistiría vistiendo su uniforme como le prometió.

-      Oye Aioros, ¿y cómo es que eres el encargado de la disciplina? – le preguntó un compañero colocándose delante de su pupitre.

-      Ayer el director me llamó a su despacho y me contó que todos los profesores habían comentado que hacía falta uno y se ve que todos coincidieron en que yo era perfecto para ese puesto – respondió el castaño con dejadez, pues no estaba especialmente animado ese día.

-      ¿Y cómo es que aceptaste? ¿No es un cargo demasiado aburrido?

-      Lo sé, pero… Todos los profesores habían depositado su confianza en mí, no podía simplemente negarme. Hubiera quedado muy mal.

-      Ya veo… ¿Así que solo lo haces para mantener una buena reputación con los profesores?

-      Sí, aunque… Tampoco me molesta hacerlo, al fin y al cabo la mayoría de los alumnos cumple con sus deberes… - y acto seguido, el castaño pensó – Excepto uno que ronda por ahí con su pandilla de amigos y son un poco problemáticos…

-      Bueno entonces si no te causa molestia supongo que está bien.

-      Hum – respondió el castaño asintiendo, y acto seguido se levantó de su silla – Disculpa pero… Tengo que ir un momento a un sitio. Ahora vuelvo.

Aioros abandonó la clase y corrió por el pasillo en busca del español. Aun no podía creerse que se estuviera burlando así de él. ¿Realmente no iba a asistir en todo el día?

En su carrera terminó por llegar hasta las taquillas, donde se paró y llevó sus manos a las rodillas mientras respiraba agitado, pues se había pegado una buena carrera.

-      ¿Acaso estabas buscando a tu amo?

Abrió los ojos como platos y alzó su vista al frente para ver a Shura que le observaba con una sonrisilla. Se incorporó de nuevo, asombrado de ver que finalmente había asistido.

-      Shura…

-      Vaya, no sabía que te alegrarías tanto de verme, teniendo en cuenta que vas a ser mi sirviente.

-      Pensaba que ya no vendrías y que te estabas burlando de mí, por eso te estaba buscando.

-      Oye, puedes pensar de mí lo que quieras, pero soy un hombre que cumple sus promesas – respondió el español mosqueado y de brazos cruzados.

Aioros sonrió contento, finalmente Shura no le había mentido y había acudido a la escuela vestido con el uniforme como le prometió. Aunque toda su felicidad se esfumó al ver cómo lo llevaba.

El español no vestía la chaqueta del uniforme, tan solo la camisa abierta y remangada hasta los codos, sin siquiera llevar la corbata, además de que también llevaba una de las piernas del pantalón remangada.

-      ¿Q-Qué es esa forma de llevar el uniforme? – preguntó el castaño, tratando de no sonrojarse, pues el fondo creía que Shura se veía muy sexy así.

-      Lo llevo como a mí me da la gana. ¿Tienes algún problema con eso?

-      ¡Pues claro! Soy en el encargado de la disciplina y… Debo pedirte que vistas tu uniforme apropiadamente.

-      Óyeme querido – dijo Shura mientras le cogía de la corbata y le empotraba contra las taquillas - ¿Ya has olvidado quién es el amo y el sirviente aquí? No puedes darme órdenes.

-      Pero… Hicimos un trato… Tú cumplías mis normas y entonces yo aceptaba tus órdenes – respondió Aioros, tragando saliva por la proximidad entre ellos.

-      Y he cumplido tu norma. He asistido a clase y encima visto el uniforme. Como yo quiera llevarlo ya es otra cuestión así que no vuelvas a oponérteme, ¿entendido?

-      Pero…

-      ¿Aun después de eso te atreves a tener más “peros” para mí? Realmente tienes agallas – dijo Shura divertido.

-      Es que… Te agradezco haber asistido a clase, pero tendrías que comenzar a hacerlo desde primera hora.

-      ¿Otra pega más? A ver cómo te lo explico para que lo entiendas… Vestir el uniforme correctamente y asistir a primera hora es para frikis, así que no pienso hacerlo. Nunca he venido al instituto a primera hora y no pienso hacerlo, ¿te queda clarito?

Aioros asintió rápidamente, pues estaba muy asustado y no quería buscarse problemas con Shura.

-      Bien… - dijo el español mientras se separaba y le lanzaba su cartera a Aioros en la cara – Ahora llévame mi cartera, paso de cargar con ella yo mismo.

El castaño volvió a asentir y vio como Shura comenzaba a dirigirse hacia clase.

-      Oye, y…

-      ¿Aun tienes más preguntas? – dijo Shura girándose hacia él – Cielos… No sabía que podías ser tan pesado.

-      Es que… ¿Y tus amigos? ¿No vienen?

-      No, ellos han pasado de venir ahora, lo harán a tercera hora o quizá en el recreo. Yo hubiera hecho lo mismo pero tenía cierta promesa que cumplir con un encargado de la disciplina – respondió el capricorniano con una sonrisa – De no ser por ti no hubiera venido, puedes estar satisfecho.

Aioros abrió los ojos como platos mientras que Shura seguía caminando. ¿De verdad había acudido solo por él? Vale, solo había sido por esa estúpida promesa, pero aun así el saber que Shura estaba ahí por él le hacía tremendamente feliz.

-      ¡Oye! ¡Tú cartera no pesa nada! ¿Qué llevas ahí dentro? – preguntó el castaño con una sonrisa.

-      Tú lo has dicho, nada.

-      ¿Absolutamente nada? ¡¿Y tus libros?!

-      ¿De verdad me ves trayendo libros al instituto? – preguntó el español mientras reía – Tan solo traigo la cartera para guardar el móvil y esas cosas.

-      Pues como encargado de la disciplina debo pedirte que a partir de mañana traigas tus libros a clase.

-      De verdad que este chico no aprende… - murmuró Shura para sí mismo mientras caminaba con una sonrisa – Está claro que vas a ser un sirviente un tanto rebelde, Aioros… Pero es justo lo que quería.

Varios minutos después, los dos llegaban a clase. Algunos compañeros se sorprendieron al ver que Aioros llegaba con Shura, siendo éste considerado el macarra de la clase, pero prefirieron no decir nada.

El castaño le acompañó hasta su sitio y depositó en el pupitre la cartera del español, mientras algunos cuchicheaban y se preguntaban por qué Aioros llevaba la cartera de Shura.

-      Bueno, me voy a mi sitio – anunció el sagitariano – Durante la clase estate calladito y atiende, ¿eh?

-      Sí, sí… Tranquilo que voy a estar calladito… - respondió el español mientras colocaba sus brazos en la mesa y agachaba la cabeza hasta ellos para usarlos de almohada y poder dormir.

-      ¡Oye! – exclamó Aioros zarandeándole la cabeza.

Para sorpresa suya. Shura le cogió la muñeca y alzó la vista hasta él.

-      ¿Y ahora qué quieres? Ya estaba preparado para echarme una siesta.

-      ¿Qué te he dicho? Atiende y estate calladito. Con eso no me refería a que te durmieras.

-      ¿Tú eres demasiado exigente, no crees? ¿Encima que vengo hasta el instituto, que visto mi uniforme y que entro a clase, me pides que tengo que atender?

-      Sí, no puedes dormirte.

-      Tú sueñas mucho, chaval.

-      Muy bien, si no lo haces dejaré de ser tu sirviente.

-      Guay, entonces podré dejar de venir y de usar este uniforme.

Aioros chistó con su lengua molesto. Estaba claro que Shura le había atrapado bien, no solo tenía que ser su sirviente sino que encima tenía que resignarse a que le cumpliera las normas pero a su manera, lo que quería decir que las cumplía a medias.

Sin poder decir nada más, se soltó del agarre del español y volvió a su sitio. Acto seguido, el profesor llegó al aula y comenzó la clase. El castaño sacó sus libros de la cartera y cuando giró su vista hacia atrás para ver cómo Shura dormía, se sorprendió al verle despierto, incorporado, y mirando por la ventana calmadamente.

Sonrió al ver que por fin le había hecho caso y continuó contemplándole hasta que Shura se giró hacia él y sus miradas se encontraron. El español parecía divertido con la idea de que le observaba pues le sacó la lengua de forma divertida.

Inmediatamente las mejillas del sagitariano se volvieron muy rojas y no le quedó otra que girarse rápidamente hacia el frente y posar sus manos en ellas para contener su sonrojo. El corazón le palpitaba muy rápidamente en ese momento, casi parecía ir a un ritmo desbocado.

-      ¡Cielos! ¿Por qué ha hecho eso? ¿Podía verse más tierno? Casi me da algo… Por dios Aioros, contrólate…

-      Aioros, ¿saldrías a la pizarra para corregir el ejercicio 3 de la página 39?

-      ¿Eh? – preguntó confuso, pues aún estaba descolocado por la escena anterior con el español - ¡S-S-Sí! ¡Claro! ¡Voy! – respondió muy agitado.

Inmediatamente se levantó de un salto de su sitio y cogió su cuaderno con las manos temblorosas. Avanzó hasta la pizarra y antes de llegar a ella se tropezó con el escalón y por poco cae al suelo. Algunos alumnos rieron discretamente mientras que el español le observaba detenidamente.

-      Por dios Aioros, ten más cuidado – le pidió el profesor.

-      Lo siento, señor.

El castaño comenzó a escribir el ejercicio en la pizarra mientras que Shura seguía observándole en silencio. Apoyó una mano en su barbilla mientras parecía reflexionar al observar de arriba abajo a Aioros que estaba de espaldas.

~~

 

Un tiempo más tarde, llegó la hora del recreo y todos los alumnos comenzaron a dispersarse por el aula o a salir al patio para disfrutar del buen día que hacía. Aioros se dirigió hasta el pupitre de Shura que al parecer continuaba despierto, algo milagroso.

-      Vaya, parece que finalmente me has hecho caso y no te has dormido – dijo Aioros con una sonrisa.

-      No he podido después de que entorpecieras mi descanso.

-      Ya, claro… - dijo el castaño divertido – Bueno, espérame en la puerta. He de ir a buscar algo, pero enseguida vuelvo.

-      Espérame dice. ¿Tú crees que los amos esperan a sus sirvientes? Ni hablar – exigió Shura.

-      No morirás por cinco minutos. Ahora vuelvo.

El castaño se marchó del aula y Shura resopló fuertemente. Se fijó en que algunos compañeros les habían estado observando, pues seguían sin poder comprender cómo es que de repente esos dos se llevaban bien.

Giró su vista hacia ellos y les lanzó una mirada fría.

-      ¿Qué estáis mirando? Largo de aquí.

-      ¡S-Sí! ¡Lo sentimos! – dijeron bastante asustados y se fueron corriendo del aula.

-      Malditos curiosos… - masculló para sí mismo mientras se levantaba y se colgaba la cartera al hombro – Encima ahora éste me dice que me espere… ¿Qué clase de sirviente hace esperar a su amo? Tiene demasiado morro…

El español salió de la clase y se apoyó contra el marco de la puerta para esperar a Aioros, hasta que minutos después éste apareció con una bolsa llena de cosas.

-      Has tardado demasiado, no es bueno que me hagas esperar – se quejó Shura.

-      No te preocupes, ya podemos irnos.

-      ¿Qué se supone que llevas en esa bolsa?

-      Enseguida lo verás – respondió el castaño con una sonrisa.

-      Exijo que me lo digas.

-      No seas impaciente.

Los dos atravesaron todo el pasillo de punta a punta hasta llegar a las taquillas, donde en ese momento no había nadie pues era la hora del recreo.

Aioros se agachó para dejar la bolsa en el suelo y sacó de ella un bote de producto de limpieza y una bayeta que entregó a Shura.

-      ¿Qué quieres que haga con esto? ¿Acaso tengo que restregártelo por la cara? – preguntó el español divertido.

-      ¡Claro que no! – exclamó el sagitariano molesto – Es para que limpies la pintada que hiciste ayer en esa taquilla – añadió mientras la señalaba.

-      Ja, ja, ja. De verdad que eres muy gracioso, Aioros. ¿En serio te piensas que voy a limpiarla? Ni en sueños.

-      ¡No puedes negarte! – dijo Aioros cruzándose de brazos para dar un aire más estricto – Debes cumplir las normas como acordamos, y manchaste esa taquilla así que tienes que limpiarla.

-      ¿Ah sí? Muy bien, entonces esa taquilla estará limpia.

-      ¿En serio? – preguntó emocionado.

-      Claro, mi sirviente la limpiará por mí ya que yo se lo ordeno – respondió Shura con una gran sonrisa mientras le entregaba a Aioros el bote y la bayeta – Vamos, rapidito que quiero ir al patio.

-      Ese truco no es válido – reprochó Aioros.

-      ¿Cómo que no? Lo es perfectamente, yo tengo una orden y se la paso a mi sirviente para que la cumpla, no veo el problema – dijo Shura, a la vez que cogía a Aioros por la cabeza y le colocaba el rostro justo enfrente de la taquilla – Y si no haces caso a tu amo no solo te seguiré obligando a hacerlo sino que encima tendrás que limpiarla con la lengua. ¿Entiendes?

Aioros abrió los ojos como platos al encontrarse la taquilla justo de frente, pues el movimiento de Shura le había sorprendido. ¿Cómo el español podía ser tan cruel con él? Una cosa era que aceptara ser su sirviente y otra que le tratara así de mal. ¿Cómo es que había llegado a enamorarse de alguien así? No… El Shura del que él se enamoró no era así, sin duda estaba claro que en aquél entonces no le conocía, pues nunca vio una faceta tan malévola de él.

En ese momento sentía ganas de llorar, y su cuerpo comenzó a temblar al intentar reprimir sus lágrimas. Si Shura de verdad era así de cruel…no quería seguir enamorado de él.

-      ¿Qué pasa? ¿Acaso vas a ponerte a llorar? – se burló Shura.

El castaño comenzó a apretar sus puños, bastante molesto, y cogió rápidamente el bote de limpieza y se lo estampó fuertemente a Shura en la cara.

El español retrocedió mientras tocaba su cara adolorida y Aioros consiguió levantarse.

-      ¿Qué coño crees que haces? – masculló Shura muy cabreado, y cogió las dos muñecas del sagitariano para empotrarlo contra la taquilla fuertemente - ¿Que acaso quieres que te pegue, imbécil?

-      ¡Pues pégame si te atreves! – exclamó Aioros con los ojos brillosos, a punto de llorar, pues sus sentimientos acababan de ser hundidos - ¡Me da igual lo que hagas ya, no pienso quedarme simplemente callado con algo así! ¡¿Quién te crees que eres?! ¡Una cosa es aceptar ser tu sirviente y otra muy diferente es que me trates así! ¡¿Soy persona, sabes?! ¡Y no dejaré que me trates de una forma tan cruel!

El español pareció quedar muy sorprendido ante las palabras de Aioros y su ira. Nunca creyó que ese castaño pudiera llegar a ponerse tan furioso, él, que parecía no haber roto nunca un plato. Sin duda lo había subestimado desde el principio, y lo cierto era que esa faceta de él le había impresionado mucho.

-      Siento haberte tratado tan mal – admitió el español mirando hacia el suelo y soltándole las muñecas lentamente – Te había subestimado, Aioros.

El sagitariano observó sorprendido cómo se alejaba de él y cogía el bote  de limpieza para comenzar a rociarlo por la taquilla y limpiarla él mismo.

-      ¿Qué…haces? – consiguió preguntar.

-      Limpiarla, ¿no lo ves?

-      Sí, pero…

-      No te acostumbres, solo lo haré por esta vez. Es mi forma de disculparme – admitió Shura – Sé que soy una persona difícil de tratar, que siempre voy a mi bola en todo y que soy muy exigente, pero tampoco quiero me veas como una persona cruel. Admito que te he tratado mal y no tenía ningún derecho a hacerlo.

Aioros no podía creer las palabras de Shura. ¡¿Realmente se estaba disculpando?! No comprendía las idas y venidas del español y desde luego estaba muy confuso. ¿Debía o no amar a Shura? ¿Realmente era buena persona o seguía siendo cruel?

No dijo nada hasta que el español terminó de limpiar la taquilla y le miró fjamente.

-      ¿Esto lo has pillado de conserjería? – preguntó refiriéndose a los productos que había usado.

El castaño asintió levemente, pues seguía sin palabras.

-      Bien, pues espérame aquí.

Shura desapareció y a los pocos minutos volvió, habiendo dejado ya los productos de limpieza.

-      Oye, ¿vas a estar todo el día sin hablarme? Ya te he pedido disculpas, no sabía que fueras tan orgulloso – se quejó Shura.

-      ¿Eh? No… Es solo que me has sorprendido… - admitió.

-      ¿Por qué? ¿No pensabas que pudiera ser bueno contigo? No es que sea buena persona pero tampoco soy malo. ¿O acaso no recuerdas la vez que te ayudé a recoger los libros que se habían caído de tu taquilla?

-      ¿Recuerdas eso? – preguntó muy sorprendido.

-      Pues claro, por ahora no me falla la memoria – respondió el español con una sonrisa – Venga, vámonos.

Los dos salieron al patio, donde todos los alumnos ya paseaban o jugaban a futbol entre otras cosas. Cuando pasaron cerca de las pistas, Aioros se paró pues por ahí es donde solía reunirse con sus amigos a la hora del recreo.

-      Bueno, yo me voy por aquí. Nos vemos más tarde – se despidió con una sonrisa.

-      ¿A dónde se supone que vas? – preguntó el español confundido.

-      Pues… Con mis amigos – respondió Aioros sin entender.

-      ¿Qué dices? Tú te vienes conmigo – dijo Shura cogiéndole por el brazo y arrastrándole con él.

-      Pero… A la hora del recreo siempre estoy con mis amigos.

-      Pues eso va a cambiar. ¿Acaso quieres dejarme todo el recreo sin sirviente?

-      Tampoco es como si fueras un niño pequeño, supongo que sabes cuidarte solo…

-      Claro que sé, pero como sirviente tu obligación es quedarte junto a tu amo.

Las mejillas de Aioros se volvieron rojas mientras era arrastrado del brazo por Shura. ¿En serio no quería que se separara de él? Era todo irreal, desde hacía meses había soñado con eso y ahora estaba ocurriendo.

Cuando llegaron a la valla del instituto donde Kanon y Aldebarán estaban sentados, éstos alzaron la vista y vieron a Shura llevar arrastrando a Aioros.

-      ¿Qué haces Shura? ¿Has secuestrado al encargado de la disciplina? – se burló Aldebarán.

-      Más o menos, ahora es mi sirviente.

-      ¡¿Qué?! Esto se pone bueno – añadió Kanon con una sonrisa maligna – Podremos hacerle muchas cosas malas* a “Don Perfecto”.

Un escalofrío recorrió la columna vertebral del sagitariano. ¿Qué querían hacerle aquellos dos?

-      ¿De qué habláis? Él es mi sirviente así que me pertenece, y solo yo podré hacer lo que quiera con él.

Aioros volvió a ruborizarse nuevamente. ¿Que le pertenecía a Shura y que podría hacer lo que quisiera con él? No, no, no. En ese momento sacudió su cabeza de un lado a otro. Sin duda el español estaba hablando en otro contexto y no en el que él creía.

-      Qué aburrido que eres Shura… - masculló Kanon.

-      ¿Y cómo es que ha llegado a ser tu sirviente? – preguntó Aldebarán, que no acababa de comprender toda aquella situación.

-      Fácil. Él me sirve a mí y yo a cambio cumplo con las normas.

-      ¿Tú cumpliendo las normas? ¿Qué se te ha pasado por la cabeza? – preguntó el gemelo menor que estaba alucinando con todo aquello.

-      Pues que así tengo un sirviente al que le puedo pedir lo que sea. ¿Acaso tienes algún problema con eso Kanon que por eso reprochas tanto?

-      No, no… - respondió el geminiano sin decir nada más.

-      Ven Aioros, siéntate – le pidió Shura, que se acababa de sentar junto a Aldebarán y le dejaba un hueco libre a su otro lado.

El sagitariano asintió sin decir nada y se sentó junto a Shura. Después de verlos, comenzaba a comprender que el español era el cabecilla del grupo y que todo lo que dijera iba a misa, pues Kanon no se había atrevido a reprocharle más cosas. Eso en parte era bueno, pues parecía que aquellos dos le tenían ganas y que quizá querrían pegarle, pero al no permitirlo Shura, era intocable para ellos. Lo que no le quedaba claro era qué clase de planes tenía el español para él.

-      Oíd, me he repensado lo que dijisteis ayer sobre el sábado y creo que iré – anunció Shura mientras sacaba un cigarrillo del paquete de tabaco que tenía en el bolsillo.

-      ¿En serio? ¡Genial! ¡Los tres juntos lo pasaremos mejor! – exclamó Aldebarán muy contento.

-      No – negó el español a la vez que llevaba el cigarrillo a su boca y le pasaba el mechero a Aioros – Iré si también va él – añadió refiriéndose a Aioros, y después le miró – Dame fuego.

El castaño le miró muy sorprendido y prendió el mechero para encenderle el cigarrillo. Enseguida le vino todo el humo a la cara y comenzó a toser además de tratar de esfumarlo con la mano.

-      ¿A dónde quieres que vaya? – preguntó después de tal ataque de tos.

-      Estos quieren ir el sábado a cazar chicas – dijo el español con una sonrisilla – Y he creído que será más entretenido si vienes tú. Por eso solo aceptaré ir si vas tú.

-      Pero Shura, ese sitio no es… - reprochó Aldebarán.

-      Shht – le silenció Shura, que aun miraba al castaño con una sonrisilla impaciente.

-      Lo siento, pero no iré a un sitio de esos… Yo no hago esas cosas – respondió Aioros.

El español volvió a sonreír y se acercó al oído de Aioros para susurrarle algo.

-      ¿Acaso desobedecerás a tu amo? No te he pedido opinión, que vengas es una orden.

Shura se separó de él mientras que Aioros le miraba preocupado y simplemente asintió, pues no le quedaba otra y no tenía ganas de discutir con él delante de Aldebarán y Kanon.

-      Bien, Aioros irá así que dad por hecho que yo también.

Los dos amigos del español también asintieron y no dijeron nada más al respecto. Cuando el recreo finalizó, se dirigieron a sus respectivas clases pues no iban a la misma que Aioros y Shura, y éstos dos últimos se quedaron solos de vuelta a clase.

-      Oye… ¿Por qué tengo que ir el sábado? – preguntó Aioros – No quiero ir y no puedes obligarme.

-      Está bien, entonces te lo plantearé de otra manera. No es que solo seas un entretenimiento, realmente quiero ir contigo. Aldebarán y Kanon son muy aburridos, siempre hacen lo mismo: acaban bebiendo más de la cuenta e intentan tirarse a cualquiera que pillen. A veces lo consiguen y otras reciben varias bofetadas en la cara. Pero tú eres diferente, así que estoy seguro de que lo pasaré mejor contigo. Además, ya es hora de veas otro ambiente y te desinhibes un poco.

-      No me convence, Shura…

-      No te preocupes, no pasará nada, estaré contigo.

-      ¿Y se supone que eso me tiene que tranquilizar?

-      Pues… Bueno, al menos soy mejor que aquellos dos – dijo refiriéndose a sus amigos.

Poco tiempo después, entraron a su primera clase después del recreo, y al terminar toda la clase comenzó a charlar unos con otros antes de que llegara el siguiente profesor.

Aioros se disculpó con sus amigos por no haber estado con ellos en el recreo y después fue a hablar con unos alumnos de la última fila que tenían un comportamiento sospechoso. Reían fuertemente mientras observaban algo con mucho afán.

-      ¿Qué está ocurriendo por aquí, chicos? – preguntó con amabilidad.

-      Nada… - dijo uno de ellos ocultando algo entre sus piernas.

-      Vamos, dame lo que ocultas.

El chico dudó, pero finalmente se lo acabó dando. Aioros al verlo observó que era una revista porno y bufó mientras negaba con la cabeza.

-      Chicos… Ya sabéis que está prohibido traer revistas de esta clase al instituto. Voy a tener que confiscárosla.

-      ¡No, por favor! Vamos Aioros, haznos la vista gorda. A cambio si quieres te dejamos mirártela. La chica de la página 34 tiene unas tetas de escándalo.

-      No gracias… No me van este tipo de cosas… - respondió el castaño riendo – Lo siento chicos pero queda confiscada. La próxima vez no traigáis cosas así a clase o me veré obligado a quitároslo.

-      ¡No! – se quejó el chico, cayendo abatido sobre la mesa.

Acto seguido, el sagitariano notó como le tiraban algo a la cabeza. Al caer esto al suelo observó que era una bola de papel y se giró hacia atrás. Había sido Shura, que le reclamaba para que fuera con él.

Le miró extrañado y rápidamente acudió a su lado.

-      ¿Qué te ocurre?

-      ¿No tengo un sirviente para nada, no? Encima que me haces venir a clase, al menos entretenme y no te vayas por ahí, que me aburro mucho. Por cierto, ¿qué es eso? ¿Ahora le das a la manita? – preguntó el español divertido al observar la revista que llevaba el sagitariano.

-      ¡No! – exclamó Aioros poniéndose más rojo que un tomate – Es una revista que le acabo de confiscar a unos alumnos.

-      ¿Y qué vas a hacer con ella? Ahora está en tu poder, puedes quedártela perfectamente.

-      Es obvio que no me la quedaré – respondió muy avergonzado – La llevaré a dirección ya que es un objeto confiscado.

-      Qué aburrido que eres, Aioros… Desde luego vaya soso, no le pones chispa a tu vida. Eres demasiado perfecto.

-      Yo soy como soy. ¿Acaso tú miras cosas de éstas?

-      Nah, no las necesito. Paso a la acción directamente – respondió el español mientras le miraba con una sonrisilla – Quizá tú también lo hagas el sábado.

-      ¡¿Qué?! ¡Ni hablar! – exclamó poniéndose aún más rojo – El sábado me tomaré algo con vosotros y luego me iré, no pienso quedarme a ver cómo os emborracháis o tenéis sexo con alguien.

-      Eso es lo que dices ahora… - respondió Shura riendo, y observó como Aioros volvía a su sitio.

Se sentó junto a su pupitre y guardó en su cartera la revista de contenido pornográfico.

-      Oye Aioros… - le susurró Saori tímidamente.

-      Ah, hola Saori – le saludó amablemente, pues en todo el día casi no había hablado con ella - ¿Qué ocurre?

-      Es que…bueno…casi toda la clase se pregunta cómo es que ahora de repente te llevas tan bien con Shura…pero nadie se atreve a preguntártelo.

-      Ah, bueno… Simplemente trato de que cumpla las normas como nuevo encargado de la disciplina.

-      Ya veo, así que solo es eso… ¿No sois amigos ni nada?

-      Hmm… No – reflexionó el castaño, pues en realidad no sabía qué eran él y Shura. ¿Amo y sirviente? Pero algo así no se lo podía explicar a Saori pues se asustaría.

-      Qué alegría, me alivias bastante – admitió la virginiana contenta – No quería que pudiera influenciarte mal o algo así.

-      No, tranquila.

El resto de las clases transcurrió con normalidad y al finalizar la jornada, Shura y Aioros volvían juntos a casa, el castaño llevando la cartera del otro, por supuesto.

-      Al parecer ahora toda la clase se pregunta si somos amigos o algo – dijo Aioros.

-      ¿Y qué? ¿Te molesta que te relacionen conmigo?

-      No… Es solo que entiendo su confusión, así tan repente… Saori también me ha preguntado si eras mi amigo.

-      ¿Y qué le has respondido?

-      Pues…que no… Es que realmente no sé cómo llamar a nuestra relación. ¿Qué somos?

-      Supongo que podríamos dejarlo en…socios por interés. No le cuentes a nadie que soy tu amo, eso es un secreto.

-      Vale.

Cuando llegaron a un cruce, Aioros fue a entregarle su cartera a Shura para despedirse e irse a su casa, pero nuevamente el español no le dejó irse.

-      Será mejor que me acompañes hasta casa, así sabrás donde vivo y si algún día tengo que pedirte algo podrás venir.

-      ¿En serio querrás que vaya a tu casa? ¿Y tus padres?

-      Mi madre siempre está trabajando o por ahí con amigos y mi padre… Murió cuando tenía un año, así que no le recuerdo. Por otra parte soy hijo único así que la mayoría del tiempo mi casa está vacía.

-      Vaya… Lo siento mucho… - respondió el sagitariano apenado.

-      No te preocupes, no llegué a conocerle así que no pasa nada – respondió el español.

-      Debió ser duro para ti crecer sin un padre.

-      Quizá un poco, pero acabas acostumbrándote, al fin y al cabo es algo que nunca tuve.

Unas manzanas más allá, llegaron a la casa de Shura y finalmente Aioros le entregó su cartera.

-      Bueno, con esto ya eres libre por hoy – dijo el español – Y ya sabes dónde vivo. Por cierto, toma mi número para que pueda llamarte cuando te necesite – añadió pasándole una hoja con un número.

-      De acuerdo… Nos vemos mañana en el instituto… - se limitó a decir el sagitariano mientras observaba la hoja con el número de teléfono.

-      Vale, hasta mañana.

El capricorniano se encerró en la casa y Aioros echó a andar hacia la suya mientras miraba al cielo pensativo. Seguía sin comprender a Shura. A veces parecía bueno y a veces malo. ¿Realmente quién era ese chico? Al menos, un buen punto era que después del incidente de la taquilla no le había vuelto a tratar así de mal. Algo era algo. 

Notas finales:

*hacerle cosas malas a Aioros: Cuando Kanon y Aldebarán hablan sobre esto, se están refiriendo a pegarle o burlarse de él entre otras cosas y no en el contexto de violarle como se podría entender y como el mismo Aioros malinterpretó al decir Shura que era él el que podía hacer lo que quisiera con el sagitariano jaja. Lo aclaro para que no hayan malentendidos pues se puede confundir fácilmente :).

Deseo que os haya gustado el capítulo y hayáis disfrutado la lectura, y también agradezco mucho a todas las personas que le dieron una oportunidad leyendo el primer capítulo y que me dejaron comentarios tan bonitos :D.

¡Muchos besos y abrazos a todos y nos vemos en el próximo capítulo :)!


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