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El Fénix del Rey por Orseth

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaaa!!! mi pc resistio otra semana y pude actualizar y como estoy de vacaciones, lo hice mas temprano, espero les guste, besos!!!

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            -¿Y bien? –pregunto Harry.

            -Aquí está la lista –respondió Ron entregándole una hoja de papel con rastros de sangre.

            Harry se sorprendió al ver escritos por lo menos treinta nombres.

            -¿Qué tan confiable es la información?

            -Tan confiable como que al final pedía morir para ya no sufrir más.

            -¿Esta muerto?

            -Sí.

            Harry leyó en silencio los nombres de los traidores mientras les daba la espalda, en tanto los tres hombres esperaban en silencio.

            -¿El ministro Bartemius Crouch? –exclamo sorprendido.

            -Sí –respondio Severus apenado- es una vergüenza que el veneno de la codicia haya penetrado hasta ese punto y también confirmó lo de la reina Bellatrix.

            Harry siguió leyendo hasta terminar.

            -¿Qué sucede? –pregunto al ver a los hombres en una actitud rara.

            -Harry –dijo Ron- lamento tener que decirte esto, pero… pero Greyback confesó haber asesinado a tus padres.

            -¿Qué? –exclamó atónito.

            -El accidente fue provocado por gente de Greyback –confirmo Severus- lo lamento majestad.

            Harry se giró dándoles la espalda, el dolor de su pérdida de repente se le hizo terriblemente presente, sin embargo ya no era tiempo de llorar a los muertos.

            -Severus, arresta a todas las personas de la lista de la manera más discreta posible, interrógalos por si hay alguien más que no esté ahí.

            -Enseguida.

            -Espera, aun debemos determinar que vamos a hacer.

            -Sentémonos entonces, esto va para largo –sugirió el ministro siendo obedecido por todos.

            -Aun no confronto a Bellatrix –dijo Harry- pero esto no puede quedarse así; aun así cualquier acción contra ella sería la excusa perfecta para que el rey Riddle nos declare la guerra.

            -Pero su fuerza militar es mucho menor a la nuestra  -dijo Cédric- sería una tontería.       

            -Pero no sabemos qué aliados pueda tener en otros países, lo mejor es terminar con el mal de raíz.

            Severus y Harry se miraron por un momento, luego los cuatro hombres comenzaron a urdir un plan que detuviera al rey Riddle de una vez por todas sin recurrir a la guerra.

 

 

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            Siendo casi medio día, Harry visitó a Dumbledore en la clínica, en donde platico a solas con él en su oficina.

            -Ya decía yo que ese medico me daba muy mala espina –exclamó enojado y ofendido- incluso se lo comente al ministro y él me dio la razón, me dijo que le insistiera a ese hombre que me dejara revisarla, pero nunca me lo permitió.

            -Ya hice sacar a las niñas y a sus madres, van a llevarlas a pasear, así podremos hacerle una visita.

            Harry fue al área de concubinas acompañado de Dumbledore y entraron a la casa de Bellatrix, quien se sobresalto al ver al médico de la familia real ahí.

            -Hola querida –saludo Harry cerrando la puerta detrás del médico- estaba preocupado por ti e hice venir a Dumbledore para que te revise.

            -¿Y eso porqué? –pregunto intentando ocultar su inquietud.

            -Por nada, no es que no confíe en Pettigrew  pero Dumbledore ha sido tu medico desde hace años.

            -Sí, pero Pettigrew es muy competente, no hace falta que otro médico me revise, querido.

            Harry sonrió y luego inclino la cabeza exhalando un suspiro mientras se ponía las manos en la cintura.

            -No he dormido en toda la noche… ¿Cómo podría cuando una traición esta gestándose en mi casa y encabezada por mi propia esposa?

            -¿Qué? –exclamó sintiendo su corazón comenzar a palpitar alocado.

            -Dumbledore… -dijo Harry.

            El médico abrió de nuevo la puerta dejando entrar a dos guardias y con su ayuda comenzaron a quitarle  a la reina su vientre falso.

            -¡No, suéltenme, déjenme!

            Cuando su engaño quedo en manos del viejo medico, ella cambio de actitud.

            -Harry… querido, déjame explicarte…

            -Creo que las explicaciones sobran.

            -¡Mi padre me amenazo, dijo que te mataría y… y… y que mataría a mi hija…!

            -Yo no te veía muy asustada.

            -¡Tú no sabes lo que he pasado, ese medico Pettigrew me amenazaba, el estaba aquí para vigilarme!

            -Tuviste muchas oportunidades para pedir ayuda.

            -No, tú no estabas en mi lugar…

            -¿Sabes cómo se castiga la traición, Bella?

            Bellatrix lo miró asustada, con ojos muy abiertos mientras la respuesta acudía a su mente.

            -No… tú no puedes… yo… yo… ¡Yo soy la reina, no  puedes hacerme nada! –gritó comenzando a sentir pánico.

            -Esa ley aplica a todos.

            -¡No Harry, tú debes creerme! –gritó corriendo hacia él y tomándolo de los brazos.

            Harry se soltó asqueado, por lo que Bella cambio de actitud radicalmente.

            -¡No puedes hacerme nada porque eso provocaría una guerra!... ¿¡Acaso crees que mi padre se quedaría tan tranquilo si me haces algo?!

            -Pero yo no te hice nada… tú moriste en el parto –dijo Harry dirigiéndose a la puerta- y por desgracia, mi hijo también.

            Ello vio atónita como su marido salía dejándola sola con el médico y los guardias.

            -¡Harry…! ¡Harry no puedes matar a la madre de tu hija, piensa en Kala! ¿¡La dejaras sin madre?!

            Dumbledore saco una jeringa de su maletín mientras los soldados caminaban hacia ella.

            -¡Harry regresa!... ¡ten piedad de mí, yo te amo, Harry! –Gritó desesperada mientras era sujetada por los guardias -¡Harry perdóname, perdóname!

            Pero Harry ni siquiera volvió la cabeza cuando salió del área de concubinas…      Iba apretando la mandíbula, con los gritos de su esposa resonando aun en sus oídos, deseaba llorar, deseaba gritar… solo el recuerdo de sus padres, aplastados por toneladas de escombros le hicieron recomponerse y seguir caminando sin detenerse.

 

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            Llegó al cuartel cuando Ron y sus hermanos gemelos Fred y George, soldados también, junto con Neville Longbottom y Cédric Diggory se alistaban para partir con el primer ministro Severus Snape, quien ya estaba preparado.

            -Majestad –dijo Severus- saldremos en cualquier momento.

            -De ustedes depende el futuro del país –respondio Harry- su misión no es nada fácil y saben mejor que yo que tal vez no regresen todos.

            -Es nuestro deber servir a Hogwarts y a la familia real –respondio Fred dando un paso adelante.

            -Confíe en nosotros majestad –dijo Neville- haremos hasta lo imposible por llevar  a cabo la misión.

            -Lo sé.

            -Estamos listos –dijo Ron- nos vamos.

            Harry les dio un abrazo a cada uno y los dejo partir, todos salieron uno a uno, pero al llegar a Cédric, quien era el último, el soldado después de abrazarlo le dio un rápido beso en los labios y le guiño un ojo diciendo:

            -Sí no regreso, déjame decirte que con gusto moriría por ti.

            Harry no pudo responder nada, solo le sonrió y le toco fugazmente la barbilla.

 

 

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            Esa tarde se dio la terrible noticia de la muerte de la reina y su bebé, una niña; el pueblo mostro su dolor y solidaridad con el rey llevando flores al palacio; las concubinas estaban impactadas y no lo podían creer, el rey mismo les dio la noticia y les pidió cuidar de Kala en tanto él se ocupaba del funeral.

            Mientras tanto había gente de confianza encargándose de los arrestos y las prisiones de Hogwarts fueron llenándose poco a poco; los interrogatorios comenzaron de inmediato revelando más traidores en otros círculos y los juicios dieron comienzo.

            Después de un mes se habían llevado a cabo cincuenta ejecuciones dando así un buen ejemplo de lo que le sucedería a todo aquel que osara levantar la mano contra el rey y el país, incluso Millicent, quien a pesar de sus ruegos fue exiliada del país.

 

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            -Mira Scorpius, ya falta poco para llegar a Hufflepuff, ahí están nuestras cosas –dijo Draco abriendo el palanquín.

            -Ese bebé ya está dormido –dijo Goyle riendo.

            -¿Ah sí? –Respondió mirando al pequeño- oh es verdad… bueno, así me deja cenar –añadió saliendo del palanquín- que bueno que vamos juntos, así puedo treparme a esta cosa, aun me duele el culo como para ir sentado por horas en el camello.

            -¿No te han dicho que das demasiada información? –dijo Crabbe rodando los ojos mientras encendía la fogata.

            -¿Y qué piensas hacer de ahora en adelante? –pregunto Blaise.

            -Lo que he venido haciendo –respondio alzándose de hombros ayudando a preparar la cena- soy comerciante y me va muy bien, criaré a Scorpius como padre viudo y ya.

            -¿Y no piensas ni siquiera visitar a tus padres?

            -Ellos son capaces de amarrarme y llevarme de regreso, no… además mi papá sabe que soy muy capaz de cuidarme a mismo, por ese aspecto debe estar tranquilo.

            Entonces el llanto de un bebé comenzó a escucharse haciendo que el rubio dejara lo que estaba haciendo y se levantara.

            -Deja, lo cargo yo –dijo Goyle.

            El soldado fue al palanquín y saco al pequeño bebé que se calmo en cuanto estuvo en brazos.

            -Eres un bribón –dijo Goyle viendo los llorosos ojitos grises- creo que heredaste lo mañoso de tu padre.

            Cenaron alrededor de la fogata, con el bebé de brazo en brazo.

            -Van a acostumbrarlo a los brazos y quien va a sufrir después seré yo –dijo Draco endulzando su té.

            -Pues te jodes –respondio Blaise haciéndole gestos al pequeño.

            Dos semanas después llegaron por fin a Hufflepuff y con ello, el final  de su viaje juntos.

            -Muchachos, yo de verdad estoy en deuda con ustedes –dijo Draco cuando sacaron sus cosas de la bodega- y es una deuda de vida, nunca podre pagarles, por lo que quiero que sepan que siempre contaran conmigo para lo que sea.

            -Quédate Draco –dijo Blaise con gesto serio- aquí podemos echarte un ojo y contaras siempre con nosotros.

            -Yo se que siempre contaré con ustedes amigos, pero debo seguir mi camino y hacer mi propia vida.

            -No sabemos en que terminará el asunto de la traición –dijo Crabbe- aquí podríamos vigilarte todo el tiempo.

            -Precisamente por eso debo desaparecer, pero no se preocupen, de vez en cuando me daré una vuelta y si ya no están aquí pues averiguare en donde están; tranquilos, siempre estaremos en contacto.

            Los soldados le dieron un abrazo y un beso al bebé que dormía en brazos de su padre, después le vieron acomodar al pequeño en una silla especial colocada en su camello e irse de ahí con su pequeña caravana.

 

 

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            Haciendo en un mes y medio lo que eran dos meses y medio de viaje, el grupo enviado por Harry a cumplir la misión más importante, por fin entraban a territorio extranjero, específicamente el país de Azkaban.

            -Bien –dijo Severus deteniendo la marcha- estamos a tres días de distancia del palacio del rey Riddle, yo me quedare aquí y me ocultare hasta que ustedes vuelvan.

            Los cinco soldados asintieron en silencio, pues ya sabían sus órdenes, así que aprovechando la noche, continuaron su camino.

            -Buena suerte –musito el primer ministro viéndolos perderse en la oscuridad.

            Tres días después llegaron al palacio y se dispusieron a cumplir su cometido.

 

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            A seis días de su partida, Severus vio parecer a lo lejos un grupo de hombres a camello, se oculto entre los árboles, pues el ecosistema había comenzado a cambiar desde que habían traspasado la frontera, haciendo que su camello se echara, entonces los reconoció… eran caballeros del desierto, pero solamente eran cuatro y al parecer un camello iba cargando algo.

            Cuando llegaron y dieron un informe de misión exitosa, el primer ministro exhalo un suspiro de alivio y sin perder tiempo y sin importar el cansancio de los hombres, dos de ellos lo acompañaron de regreso al palacio del rey Riddle, esta vez sin intentar ocultarse, cómo si llegaran por primera vez.

            Llegaron a medio día y vieron ajetreo en la ciudad y en el palacio.

            -Qué Dios y el profeta Merlín te acompañen –dijo Severus dejando su camello con sus dos caballeros y saludando a un soldado de Azkaban, que permanecía en la puerta del palacio- soy Severus Snape, primer ministro del reino de Hogwarts y solicito una audiencia urgente con el rey Riddle.

            El soldado miró a su compañero en silencio, después abrió la puerta y solo Severus entró siguiendo al guardia.

            -No sabíamos que alguien de Hogwarts vendría.

            -Esta visita no estaba programada, lamento las molestias.

            -Espere aquí, en seguida vendrá el ministro –dijo el soldado dejándolo entrar a una lujosa estancia.

            Cinco minutos después, el primer ministro de Azkaban, Antonin Dolohov y un miembro del consejo, el señor Amycus Carrow, entraron junto con una sierva llevando bebidas.

            -Qué el profeta bendiga nuestra morada con su presencia, primer ministro Snape.

            Los tres hombres se saludaron y el Severus los miró con gravedad.

            -Disculpen esta visita no programada señor Dolohov y señor Carrow pero me urge ver  su majestad el rey Riddle, mi visita no es por desgracia una ocasión feliz… debo darle malas noticias.

            Los dos hombres se miraron y luego miraron a Severus.

            -El rey por ahora no puede recibirlo, pero usted sabe que nosotros le daremos su mensaje fielmente –dijo Dolohov.

            -Lo sé y me disculpo de nuevo por las molestias ocasionadas, pero la noticia que traigo es que la reina Bellatrix murió en el parto y por desgracia tampoco su hija pudo sobrevivir.

            Los dos hombres lo miraron impactados, por lo que Severus continuo hablando.

            -Sé que será una noticia devastadora para el rey y como ustedes lo imaginaran, también lo fue para el rey Potter, está muy consternado por lo que no pudo venir el mismo a dar el pésame, espera su comprensión pues está de luto por su amada esposa.

            -Sí… si, es comprensible, no hay porqué disculparse –respondio Dolohov- es solo que… bueno, me temo que el rey Tom no podrá recibir esta noticia.

            -¿Por qué?

            -Porque hace tres días falleció.

            -¿Cómo? –exclamo Severus mirándolos alternativamente- ¡pero era un hombre muy fuerte y rebozaba salud!

            -Sí, pero a pesar de eso el profeta decidió llevárselo a los campos sagrados.

            -¿Qué sucedió?

            -Un infarto al parecer, pues amaneció muerto en su lecho.

            -Por el profeta… -musito Severus consternado- que terrible.

            -Así es.

            -Parece que también seré portador de malas noticias para mi rey… pero bueno, hablo en su nombre para ponernos a sus órdenes; sabemos que el rey Riddle era hijo único y no tenía hermanos, así que deduzco que alguno de sus hijos será el heredero al trono.

            -Así es.

            -Bueno, entonces deseo que el profeta les ayude a elegir un buen senescal en lo que el pequeño heredero crece y que sigamos manteniendo nuestras relaciones cordiales aunque ya no haya lazos familiares, estoy seguro que es el deseo del rey Potter seguir manteniendo la alianza entre reinos; es una dicha que nuestra fuerza militar, tres veces más grande que la del reino de Azkaban, ya no tenga que enfrentarse a sus soldados desde hace mucho tiempo.

            -Sí, que dicha –repitió Dolohov con una sonrisa que más bien parecía una mueca.

            -Por los demás países fronterizos tampoco debe preocuparse, todos saben del poder de Hogwarts, así que ninguno se atrevería a darles la espalda, saben que eso no le gustaría al rey Potter, porque cuando un Potter se molesta… aunque claro, no es mi deber decirles a ustedes cómo deben relacionarse con los otros países; esta de mas decir que la paz debe continuar… a nadie le gustaría una guerra sin sentido ¿verdad?

            Los dos hombres lo miraron serios para después de unos momentos sonreír como si nada; Severus se despidió cordial y se fue de ahí; si el consejo de ministros del rey Riddle estaba enterado de su conspiración o no, no habría forma de saberlo y ellos tampoco iban a revelarlo.

            El par de soldados que lo acompañaban lo vieron salir del palacio y así, iniciaron el regreso al país de Hogwarts.

 

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