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El Fénix del Rey por Orseth

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            -Oh mi cabeza… -pensó cuando abrió los ojos, desorientado y saber que ocurría.

            No tardo mucho en recordar que había sucedido y se sentó de golpe dándose cuenta de donde estaba y de que eso significaba haber estado inconsciente por quien sabe que tanto tiempo.

            -Calma, no debes tener esos movimientos bruscos –dijo alguien.

            Volteó y se dio cuenta de que el médico estaba a unos metros de la cama, revisando quien sabe que cosas en unos papeles.

            -¿Quién me trajo aquí, cuánto tiempo estuve inconsciente? –preguntó intentando ocultar su angustia.

            -Fue ayer, ya es medio día… sufriste un buen golpe en la cabeza, debemos vigilar cualquier síntoma que puedas llegar a presentar.

            Draco lo vio hablar muy tranquilo y eso lo calmó un poco, al parecer el hombre no había visto nada; sin embargo necesitaba un espejo, así que puso los pies en el suelo para pararse.

            -Te aconsejo que descanses, es lo mejor.

            -Sí, lo haré… solo quiero un espejo para ver como quede.

            -El golpe fue en la nuca ¿no lo recuerdas?

            -Sí, claro…

            -Pero toma, aquí hay uno –dijo el médico dándole un pequeño espejo de bolsillo.

            Draco lo recibió sin levantarse de la cama y  entonces se miró en el quedando paralizado de la impresión, pues su rostro ya no llevaba nada de maquillaje; el doctor lo miraba desde su silla viendo que el joven soldado se había puesto pálido.

            -Fui yo quien te quitó el maquillaje.

            La respiración de Draco fue acelerándose mientras se daba cuenta de todo aquello.

            -Contrólate o te desmayarás.

            Draco dejó el espejo en la cama intentando hacer uso de todo su autocontrol.

            -Yo… esto tiene una explicación.

            -Por supuesto, eres un doncel.

            -¡No!

            -No voy a entrar en un debate, solo te diré que ya reporté esto.

            Con esas palabras, Draco definitivamente sintió que si iba a desmayarse pues la respiración se le corto de golpe haciéndolo sentir mareado.

            -¿Cómo sigue? –preguntó Blaise entrando en ese momento.

            Draco vio a su mejor amigo cerrar la puerta tras él cuando lo vio despierto y por su cara pudo darse cuenta de a quien lo habían reportado.

            -Blaise… -dijo viéndolo acercarse- así que ya lo sabes…

            Blaise no dijo nada, ni cuando lo vio levantarse y caminar hasta él.

            -Puedo explicarlo…

            -¡No me toques! –exclamó cuando Draco puso su mano en su hombro.

            -¿Por qué te pones así?... entiendo que estés impactado, pero ya te dije que puedo explicarlo –dijo sintiendo la boca seca e intentando parecer despreocupado.

            -¿Explicar qué? –Dijo Blaise frunciendo el ceño mientras daba un paso atrás- ¿Cómo vas a explicar que deshonraste al ejército del rey?

            -¿Qué?

            -¿Cómo vas a explicar que te burlaste de todos nosotros?... ¿de mí?

            -¿Burlarme de ustedes?... ¡yo no me burlé de nadie, mucho menos de ti!

            -La tropa será el hazmerreir de todo el ejercito cuando se enteren que nuestro capitán era un doncel –dijo como si hablara de lo mas asqueroso del mundo- pronto las mujeres querrán enlistarse.

            -Pero no soy una mujer –exclamó incrédulo.

            -Es lo mismo –respondió Blaise haciendo un gesto despectivo con ambas manos mientras le daba la espalda.

            -¡No, no es lo mismo, yo soy un hombre! –dijo exasperado mientras le daba la vuelta bruscamente

            -¡No eres un hombre, eres un doncel! –Respondió dándole un fuerte empujón que lo hizo trastabillar- un doncel que se coló en el ejercito engañando a todos, un doncel que ha traído deshonor al ejercito… un doncel y una mujer valen lo mismo.

            Draco se quedó callado, no porque no tuviera nada que decir, sino porque el desprecio que vio en los ojos del que creyó su mejor amigo, le partió el corazón.

            -Blaise… -dijo con voz baja- entiéndeme, yo nunca pretendí engañarte.

            -Pero lo hiciste y no solo a mí, sino a todos esos hombres que están afuera y que confiaron en ti.

            Draco fue inclinando la cabeza al ver que no iba a lograr convencerlo de ninguna manera.

            -Está bien, me iré y no volverás a saber de mí.

            -¿Irte?... ¿y quién diablos dijo que te podías ir?

            El capitán levantó la cabeza mirándolo con ojos muy abiertos de la impresión.

            -¿Qué quieres decir?

            -Lo que hiciste fue un grave delito.

            -Pero… yo me iré y nadie tiene porqué enterarse.

            -Lo siento Draco, pero ya lo reporte al General y me ha dicho que te arreste hasta recibir nuevas órdenes.

            -Espera no… -exclamó sonriendo nerviosamente- tú no puedes arrestarme.

            -Por lo pronto quedarás confinado aquí para que el médico supervise tu recuperación, pero habrá un guardia en la puerta vigilando, te lo digo para que no intentes ninguna tontería –concluyó dándose la vuelta para irse de ahí.

            -¡No, no puedes hacerme esto! –dijo tomándolo de un brazo.

            -Agradece que no seas apedreado en la plaza pública –respondió soltándose bruscamente.

            Después de que Blaise salió, Draco quedó de pie a media habitación, viendo la puerta cerrada frente a él.

 

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            Cuando el príncipe Harry llegó al palacio, se dirigió a la cocina para pedir algo de comer, pero fue interceptado por su madre, quien al saber que había llegado fue a buscarlo.

            -Hola mamá.

            -¡Harry, rápido ven, tu padre quiere verte!

            -¿Y ahora que hice? –preguntó con fastidio.

            -¡Son buenas noticias mi amor, ven rápido!

            Frunciendo el ceño de extrañeza, Harry siguió a su madre hasta el estudio de su padre, quien estaba con Dumbledore.

            -¿Qué pasa papá?

            -Hijo… -respondió James radiante, sorprendiendo a Harry- Dios y el profeta Merlín por fin han escuchado nuestras oraciones.

            -¿De qué hablas, alguna concubina está embarazada de nuevo?

            -¡No, es algo mucho mejor que eso!

            -Pues cuenta –respondió sonriendo mientras se sentaba.

            -Hijo… encontramos un doncel.

            -¿Qué?

            -¡Un doncel!

            -Ya sé que es un doncel, pero no entiendo lo que dices, hace más de cien años que se supo del último nacimiento de uno.

            -¡Por eso es un milagro de Dios! ¿No lo entiendes? ¡Es la solución que necesitamos!

            -Hijo –intervino Lily tocándole un brazo- los donceles solo conciben hijos varones, no niñas.

            -¿En serio?

            Harry sabía que los donceles eran hombres que podían concebir, pero como no existían ya, nunca se preocupo de saber más de ellos.

            -Sí Harry –dijo su padre- él nos dará el heredero que necesitamos, así que lo tomarás como concubino.

            -Espera… -exclamó sonriendo- ¿Qué edad tiene?

            -No lo sé a ciencia cierta, pero creo que es un doncel joven.

            -¿Y donde lo encontraron?

            -Eso es lo más increíble y presenta un problema más.

            -¿Por qué?

            -Era capitán de tropa.

            -¿Qué? ¿Hablas en serio?

            -Sí, al parecer oculto sus marcas todos estos años.

            -¿Pero cómo se atrevió a hacer algo así?... eso es una gran deshonra y dice mucho de él.

            -En eso estoy de acuerdo –intervino Lily consternada- los donceles deben ser recatados y discretos, el libro sagrado lo dice… me pesa el corazón al imaginar que ya no es virgen ¡estuvo en el ejercito!... es como imaginar que Luna o Pansy se enlisten en las filas de los caballeros del desierto fingiendo ser hombres ¡todo un escándalo! ¿Cómo es que sus padres lo permitieron?

            -Bueno, eso tiene solución y así se lo haremos saber a los padres del chico cuando vengan al palacio.

            -¿Los harás venir? –preguntó Harry.

            -Por supuesto, hay que convenir como será esta transacción.

            -Bien ¿y cuándo llegarán ellos y el doncel?

            -En unas semanas.

            -Muero de impaciencia, pero lo que no me explico es ¿Cómo lograron ocultarlo, como es que nadie vio sus marcas?

            -Bueno, eso es sencillo –respondió Dumbledore- las grecas de un doncel solo se hacen visibles cuando entra a la pubertad.

            -Ah… entonces todos lo veían como un hombre normal.

            -Así es.

            -Sí, ya quiero saber qué explicación darán los padres.

 

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            Días después, cuando Blaise entró a la habitación de Draco, le arrojó ropa para que se cambiara.

            -Toma, vístete, nos vamos.

            -¿A dónde?

            Blaise ni siquiera se tomó la molestia de responder, solo se dio la vuelta para salir otra vez.

            -Espera, ya tengo ropa ¿Por qué me das esto?

            -¿Acaso crees que te dejare seguir vistiendo el uniforme del ejército?... si fuera por mi tampoco te dejaría usar el turbante, pero morirías de insolación, además las mujeres también lo usan cuando están fuera.

            -Pero yo soy un hombre.

            -No, eres un doncel.

            -¡Es lo mismo!

            -Mejor cállate Draco –respondió haciendo un evidente acopio de paciencia- y vístete, que saldremos de la ciudad en una hora.

            -¿Y a donde vamos?

            -A la ciudad principal de Hogwarts… Gryffindor.

            -¿Por qué?

            -No tienes derecho a cuestionar nada, por primera vez en tu vida respétate siquiera un poco y asume tu lugar.

            -Pero…

            -¡Cállate ya!

            -¡No me hables así, soy tu capitán!

            -No… -respondió viéndolo con desprecio- solo eres un doncel.

           

 

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            Cuando un aviso oficial llego a la casa de los Malfoy, Lucius y Narcisa adivinaron de inmediato el motivo de la llamada del mismísimo rey al palacio.

            -Era cuestión de tiempo ¿verdad? –dijo Narcisa triste viendo a su esposo.

            -Sí.

            -Mi pobre hijo.

 

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            Los padres de Draco llegaron primero a la ciudad principal y fueron conducidos de inmediato ante la presencia del rey y su hijo y después de los saludos correspondientes, los invitaron a sentarse en los mullidos y lujosos sofás que había en esa enorme habitación que fungía como estudio privado del rey.

            -Ante todo ¿Por qué ocultaron que su hijo es un doncel? –preguntó James.

            -La ley no nos obliga a notificarlo majestad –respondió Lucius- en ese sentido no cometimos un delito.

            -No, pero su hijo si al infiltrarse al ejercito ¿Qué edad tiene el chico?

            -Tiene veintitrés años.

            -¡Vaya, es joven! –respondió complacido.

            -Sí… majestad, con todo el respeto y humildad ¿Qué castigo le dará a mi hijo?... sé que no debió hacer lo que hizo pero suplico clemencia para él.

            El rey podía ver claramente la angustia en aquellos padres, pero eso no quitaba en absoluto la falta cometida.

            -¿Tienen más hijos?

            -No, él es el único.

            -¿Tienes concubinas?

            -No mi señor, solo tengo a mi esposa.

            -¿Qué tipo de educación le dieron para permitirle unirse al ejercito?

            Lucius y Narcisa se  vieron entre sí sabiendo que no había palabras que explicara el amor que le tenían a su hijo, que la dinámica de su pequeña familia era distinta a la de las demás familias.

            -Mi hijo siempre deseo ser un caballero del desierto –respondió Lucius- fue su sueño desde niño, enlistarse y servir al rey.

            -Eso puedo entenderlo ¿pero qué paso cuando aparecieron las marcas en su cara?

            -Eso fue algo un tanto tardío en él… paso a los quince años.

            -¿Y?

            -Majestad, él es mi hijo muy amado, no podía romper sus sueños prohibiéndole hacer lo que siempre soñó.

            -En cambio era mejor dejarlo llevar deshonor al ejército ¿no?

            -Mi rey, por favor… -exclamó Narcisa llorando mientras juntaba sus manos- tenga compasión, los responsables fuimos nosotros al permitirle hacer cosas para las que no estaba destinado, si ha de castigar a alguien, que sea a nosotros.

            -Ciertamente ustedes merecen un castigo –respondió James- pero podemos llegar a un acuerdo que nos beneficiará a ambos, todo depende de las condiciones en las que él llegue.

            -¿Condiciones? –repitió Lucius.

 

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            El matrimonio Malfoy fue hospedado en una de las tantas habitaciones del palacio hasta que su hijo llegara, cosa que sucedió dos días después.

            -¿Ya llegaron? –preguntó Harry saliendo justo al mismo tiempo que su padre.

            -Sí.

            Vieron a un grupo de caballeros del desierto entrar por la enorme puerta principal, era un grupo de once personas, diez de ellos vestidos con el típico ropaje negro del ejercito de Hogwarts, pero había uno que vestía ropa azul turquesa e iba en medio del grupo; cuando llegaron a ellos, el que iba a la cabeza se adelanto para hablar con el rey y su hijo, hizo una reverencia y comenzó a hablar.

            -Mi nombre es Blaise Zabini majestades y traje al doncel tal y como lo solicitaron.

            -Bien hecho soldado –respondió James- tráelo aquí y después vayan a descansar.

            Blaise regreso e hizo bajar a Draco del camello y tomándolo del brazo los llevó hasta ellos.

            -Aquí esta, mi señor.

            Harry vio a los hombres acercarse, pero lo único que estaba visible eran los ojos grises del de azul, pues recién llegaban del desierto y todos iban cubiertos.

            -Entrégalo al guardia y ve a descansar.

            -Gracias Alteza –respondió Blaise dándole a Draco a un guardia que se acercó.

            Sin siquiera mirar a nadie, Draco se dejó conducir hacia el interior del palacio.

            James y Harry se miraron y sonriendo entraron también.

           

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            Draco fue conducido a una habitación en donde al entrar, el guardia cerró la puerta y hecho llave; ya dentro Draco dejó escapar todo el estrés encorvando el cuerpo y exhalando un suspiro.

            -Maldición… -pensó recargando sus manos en sus rodillas, como si hubiera corrido un maratón- mierda, mierda…

            Se sentía perdido, como alguien que despierta de pronto en un mundo distinto y eso le hizo recordar lo que había pasado hacía unos días, cuando salió del cuarto del médico en donde había estado detenido; su tropa lo miró con desprecio, como su hubiera cometido el peor delito; recordó cuando iba en camino y se detuvieron a acampar, que Durban le acercó un plato con comida.

            -Durban…

            -Ni siquiera me hables –respondió el soldado mirando a otro lado.

            -Durban por amor de Dios, soy yo, Draco Malfoy, tu capitán.

            -No… -respondió mirándolo esta vez- tu solo eres un doncel, es como si mi hermana o mi esposa hubieran decidido comandar mi tropa… es tan vergonzoso… gracias por humillarnos públicamente.

            -No digas eso, yo…

            -Ya cállate o dejaré que te mueras de hambre.

            Tragó en seco al recordar la mirada dura y fría que su soldado le había dirigido en ese momento.

            -Esto no puede estar pasándome… -pensó enderezándose y caminando por la habitación- es una maldita pesadilla.

            Entonces la puerta de la habitación se abrió y Narcisa y Lucius entraron por ella.

            -¡Hijo mío! –exclamó Narcisa corriendo a abrazarlo.

            -¡Mamá!

            Lucius cerró la puerta y caminó hasta ellos dejando que su esposa abrazara a su hijo.

            -¡Oh Draco, temí tanto por ti!

            -Tranquila, estoy bien –respondió abrazándola.

            Narcisa se quitó el velo e hizo que Draco se lo quitara también para ver su rostro y tomarlo entre sus manos.

            -Hijo, el momento tan temido llegó… lo sabía, sabía que algún día alguien lo iba a descubrir.

            -Lo siento tanto –dijo tomando las manos de su madre pero mirándolos alternativamente- nunca desee causarles este pesar, nunca fue mi intención llevar deshonor a la familia.

            -El ejército está indignado, el rey está indignado… -respondió Lucius- hemos caído de la gracia de todos.

            -Perdóname padre –dijo Draco afligido dejando a su madre e hincándose ante Lucius tomándole las manos e inclinando la cabeza- los he humillado, perdónenme…

            Lucius exhaló un suspiro al tiempo que tocaba la cabeza de su hijo.

            -El rey envió por nosotros –dijo Narcisa.

            -¿Y qué sucederá ahora? –Preguntó Draco sentándose sobre sus talones mientras su padre iba a sentarse a un sofá- yo aceptaré la totalidad de mi culpa, ustedes no son responsables de mis actos.

            -No lo entiendes hijo –respondió Lucius recargando sus codos en sus muslos mientras inclinaba la cabeza- si lo somos.

            -¡Claro que no! –Exclamó poniéndose de pie- fui yo quien decidió entrar al ejercito.

            -Pero eres un doncel y como tal nosotros somos responsables de ti.

            -Pero papá, eso nada tiene que ver.

            Lucius alzó la cabeza para ver a su hijo y comprendió que el futuro tan temido por fin los había alcanzado.

            -Pero hay esperanza… muy buenas noticias en realidad –dijo Narcisa sonriendo mientras lo tomaba de la mano y lo sentaba entre ella y Lucius.

            -¿Buenas noticias, de que hablas?... ¿van a dejarnos ir?

            La sonrisa titubeó en los labios de Narcisa.

            -No exactamente.

            -Claro, sería demasiado bueno ¿no?

            -Hijo… como un favor especial le pedimos al rey dejar que nosotros te diéramos la noticia.

            Draco frunció el ceño mientras su madre hablaba, pues un presentimiento nada bueno se le hizo presente.

            -¿Qué noticia?

            -Draco –intervino Lucius entrecruzando sus dedos, viéndolos fijamente como si con ello se diera valor para hablar- el príncipe te tomará como su concubino.

            Draco se levantó de golpe sin decir nada, boquiabierto mirando a su padre mientras éste levantaba el rostro para mirarlo.

            -El príncipe Harry necesita un heredero varón y ni su esposa ni ninguna de sus concubinas ha podido dárselo.

            Draco movió los labios mientras hacía gestos en un intento de darle sentido a las palabras que acababa de escuchar.

            -Tú eres el único que puede ayudarlos… tú puedes darle ese hijo varón que el reino tanto necesita.

            -No… -balbuceó sonriendo como idiota sin lograr asimilar lo que su padre le había dicho- es un error… todo esto es un error…

            -Hijo mío –dijo Narcisa- esto es un gran honor, más de lo que siquiera alguno de nosotros pudo imaginar, tendrás un buen marido y quedaras protegido por la familia real.

            -¿Están locos?... –dijo al fin dando un paso atrás- ¿se dan cuenta de la locura que acaban de decir?

            -Tú esposo te proveerá y te protegerá –dijo Narcisa.

            -Pero yo no lo necesito, soy un soldado.

            -No… -dijo Lucius volviendo  mirar sus manos- eres un doncel.

            Esas palabras salidas de la boca de su padre, le dolieron más que lo que le pudo decir cualquiera de su tropa.

            -Papá… no puedes decirme eso… tú menos que nadie.

            -¿Y por qué no? –respondió mirándolo de nuevo- eso eres hijo… por más que lo niegues, por mas años que hayas servido al rey en el ejercito, al final del día esas marcas de tu rostro no desaparecen; duermes con ellas, amaneces con ellas y cuando combates, peleas con ellas aunque no sean visibles… solo el maquillaje las oculta, pero no quita lo que eres.

            Draco lo miró sintiendo que su corazón se partía en dos, pues esas palabras dichas con tanta serenidad las sintió como una bofetada en pleno rostro.

            -Pero no todo está resuelto aún –continuó Lucius ante el silencio de Draco- serás concubino del príncipe con una condición.

            Draco no respondió, solo se desplomó en el otro sofá.

            -Hijo… -exclamó Narcisa- serás tomado como concubino solo si eres virgen.

            -¿Qué? –dijo frunciendo el ceño y cerrando los ojos, en un claro gesto de incredulidad.

            -Pero si no lo eres… -continuó ella- aún así tendrás a su hijo, pero formarás parte de la servidumbre, no tendrás lugar en los aposentos reales de las concubinas.

            -Por mi pueden mandarme al establo a vivir si con ello me dejan en paz –dijo levantándose y alejándose de ellos.

            -Hijo… -dijo Narcisa temiendo claramente hacer la pregunta- ¿aún eres virgen?

            Draco se volvió a mirarla claramente ofendido.

            -¡Eso no es de tu incumbencia!

            -¡Draco, no le hables así a tu madre!

            -¡Es que eso no le incumbe  a nadie, es mi cuerpo, es mi vida, eso no les interesa!

            -¡Claro que nos interesa! –Dijo Lucius poniéndose de pie- ¡es tu honor y el nuestro del que estamos hablando!

            -¡Es de mi vida privada de lo que estamos hablando!

            -No es así… tu virginidad es propiedad  de la familia y símbolo de honor.

            -¿Desde cuándo?... eso no importo cuando me dejaste enlistarme en el ejercito ¿Qué cambió ahora?

            -Cambia el hecho de que me equivoqué… nunca debí educarte como un hombre.

            -¡Soy un hombre!

            -Eres un don…

            -¡Eso es una mierda! –interrumpió.

            -¡Cállate! –Exclamó Lucius dándole una bofetada- nunca debí dejarte crecer con una mentalidad que no es tuya.

            -¿Qué no es mía? –respondió sobándose la mejilla, dolido de que era la primera vez de que su padre le pusiera una mano encima- Tú me enseñaste todo lo que sé, el valor de ser uno mismo, de luchar por lo que uno quiere… esos valores son míos ¿Cómo dices ahora que esa mentalidad no me pertenece?

            -¿Entonces hijo? –Dijo Narcisa acercándose a él y tomándole un brazo- dime… ¿eres virgen aún?

            -Ya lo dije y lo volveré a decir… -respondió mientras se soltaba suavemente de las manos de su madre- eso es cuestión mía y de nadie más.

            -Hijo…

            -No me uniré al príncipe, no le daré un hijo… pueden mandarme con la servidumbre o a la horca si quieren, pero no pueden obligarme  a hacer algo que yo no quiero.

            -Pero tú no puedes decidir –respondió Lucius- soy tu padre, yo puedo decidir por ti y lo mejor es que seas concubino del príncipe.

            -¡Pero yo no quiero!

            -¡Deja de ser tan egoísta! ¿¡Puedes dejar de pensar solo en ti siquiera por un minuto?!... ¿¡has pensado en el deshonor que has traído a la familia, a nosotros tus padres?!

            Draco iba a responder, pero no pudo… lo que decía su padre era muy cierto.

            -No pienses ni por un instante que no me duele lo que te está pasando –exclamó Lucius con ojos llorosos y  voz quebrada- pero yo como tu padre sé lo que es mejor para ti, así que está decidido… serás concubino del rey te guste o no.

            -No lo rechaces hijo… -dijo Narcisa llorando- todo esto es por tu bien, hazlo por nosotros… no me causes más dolor…

            Draco torció la boca alejándose de ellos unos pasos, sentía que iba a enloquecer, por lo que solo deseo estar solo.

            -Nos vamos –dijo Lucius adivinando los pensamientos de su hijo- dejaremos que te serenes y  veas que esto es lo mejor para ti.

            Haciéndole una seña a Narcisa, salió de la habitación seguido por ella.

 

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Notas finales:

Es todo por hoy, de verdad espero que les guste, yo me entusiasme mucho al idear el concepto, en fin... hasta la proxima, besos!!


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