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Shift por shipa-chan

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Desde pequeño mi vida ha sido regida de una manera estricta, mi profesión la cual en un principio odie debido a que fue impuesta por la influencia de mi padre termino siendo mi penitencia, cuando avance esos tres metros que separaban mi asiento hacia el documento que me otorgaba el titulo como médico mis días de rebeldía terminaron y mis opiniones se fueron por el drenaje, ahora era una nueva persona, mi meta, salvar a cuantas personas pudiera, decidí seguir adelante y no me detuve. Escalón por escalón logre superar a quienes alguna vez perdieron la fe en mí, me gane el respeto de mis colegas y mi familia, sin embargo todas esas palabras aduladoras e hipocresía por la comunidad medica y social término por crear a un nuevo ser oscuro que no tardo en salir en cuanto tuvo oportunidad. Con cada elogio mi personalidad se volvió más fría, aquel sentimiento que en mis primeros días de novato me motivo a seguir con esta carrera se volvió proporcional al dinero y estatus que podría darme el paciente. Fue un día antes de enterarme de las inclinaciones sexuales de mi hermano pequeño, tenía demasiado trabajo, por alguna razón no dejaban de llegar pacientes con graves quemaduras y lesiones en partes vitales, la policía rumoreaba que los ataques eran provocados por sectas de algún culto oscuro, en ese entonces procuraba atender aquellos que poseían un estatus alto en política o bien en cuyos familiares realizaban generosas donaciones al hospital.

Esa noche en especial el personal estaba escaso, lo único que quería era volver a casa, Arthur nos había reunido para hablar de algo importante, solo esperaba que no hubiera cometido algún error con alguna mujerzuela, en fin ahí estaba yo saliendo de una cirugía de tres horas, no importa cuántas veces intentáramos sellar la herida en el hígado del paciente esta simplemente se volvía abrir, por un momento creímos que se trataba de alguna reacción alérgica a el material de cirugía, después que se trataba de algún toxico untado en el arma que le había apuñalado, había tantas posibilidades y tan poco tiempo, desgraciadamente el paciente murió por pérdida de sangre. Me encontraba a unos pasos de llegar mi pequeña oficina cuando escuche un gran escándalo al otro lado del pasillo, al acercarme me topé con una situación muy desagradable.

Dos hombres entraron a emergencias con severas quemaduras en más del cincuenta por ciento de su cuerpo, el más joven apenas y podía mantenerse consiente lo cual era increíble dado el estado en el que se encontraba, el mayor, talvez su padre, recibía técnicas de resucitación , por un momento pensé girarme, no poseían un atuendo o rastro que indicaran poseer algo de valor, lo más seguro es que alguna vecindad hubiera sufrido algún incendio y ellos eran solo victimas de su mala suerte.

Pero no pude, simplemente no logre girar la mirada, al menos no cuando el hombre aun consiente me miraba de una forma tan extraña, no era odio, tampoco desesperación, su mirada demostraba tristeza o tal vez lastima pero no por el mismo sino por mi, ¿Cómo era eso posible?

Fue entonces que aquel sentimiento olvidado regreso en mí, antes de darme cuenta mis pies se movían hacia ellos, sin perder tiempo aparte a los internos y continúe con la resucitación, debieron pasar varios minutos ya que las enfermeras intentaban detenerme, sabía lo que pensaban "está muerto" a pesar de eso no me detuve, seguí intentándolo, bajo mis manos enguantadas podía sentir aun el calor de su cuerpo, aun había esperanza, finalmente me detuve cuando la voz gruesa y afónica del segundo hombre con quemaduras me pidió que lo dejara.

-¡No!... aun puedo traerlo…-

-¡Es imposible! llevamos más de media hora con la reanimación además su cuerpo ya está lo suficientemente dañado como para intentar eso, solo sería una pérdida de recursos del hospital-

…¿Recursos? …

No pude evitarlo, antes de darme cuenta mi puño se había estrellado en la cara de aquel interno el cual cayó de espaldas como si de un frágil palillo se tratara, a pesar de esto aun tenía ganas de golpearlo, mejor dicho estuve a punto de hacerlo pero mi segundo paciente comenzó a tener convulsiones. Me negaba a perderlo a él también. Sinceramente no se qué fue lo que me paso, tal vez fue una reacción causada por la mujer que falleció en el quirófano o tal vez fue la mirada de aquel hombre que ahora se retorcía sin cesar. Finalmente aquel hombre también falleció por una insufisencia cardiaca.

Cuando llegue a casa de mis padres para la estúpida reunión de Athur las cosas solo empeoraron, el muy imbécil declaro su homosexualidad y no solo eso, también menciono el nombre de su amante, un bastardo francés del que por medio de varias pacientes y chismes del hospital sabia era un mujeriego que se encontraba comprometido con uno de los principales lame culos del país. A decir verdad ya sabía lo de Arthur, a pesar de mi relación pesada y comentarios fríos el estúpido conejo era mi hermano menor y por ende trataba de mantener un ojo sobre el al igual que con mis otros hermanos, odio admitirlo pero sentía celos de él, ya que había logrado lo que yo nunca pude, independizarme del yugo de mi padre, hacer y creer en mis ideales dejando de lado lo que los demás pensaran sobre sí mismo, sin embargo aquella noche no pude otorgar mi apoyo, decir que estaba cansado y deprimido por lo acontecido en el hospital seria solo una mentira, aun ahora me culpo por mi forma de actuar, esa noche el pequeño vinculo de hermanos se rompió.

La noche siguiente me encontraba frente a la morgue del hospital, no sabía porque estaba ahí exactamente, simplemente sentía que debía estar ahí, no había nadie, era muy tarde y los forenses ya se habían ido a sus hogares, la sensación agria en mi boca no se había ido, había dicho cosas tan crueles, el rencor de toda mi juventud tuvo que ser arrojado hacia Arthur, su mirada triste, abandonada, me destrozo sin embargo el entrenamiento espartano de mi padre me impidió demostrar una pizca de arrepentimiento.

Cuando estaba por abrir la puerta de la morgue me quede paralizado, una sombra enorme había pasado frente a la pequeña ventana de la puerta, fue rápido pero juraría que se trataba de un animal salvaje. ¿un tigre? ¿un león acaso? Era imposible, tal vez el zoológico había perdió alguna de sus atracciones pero si es el caso entonces no debería de estar abriendo la puerta, una persona con buen juicio la bloquearía para impedir que el animal dentro no saliera hacer de las suyas y atacara a mas pacientes, sin embargo el rostro de aquel chico de la pasada noche se mantenía fresca en mi mente "su cuerpo está ahí…esa bestia se comerá sus restos" el miedo fue remplazado por ira y adrenalina, no había podido salvar a ninguno de ellos entonces me encargaría de que sus cuerpos no se convirtieran en la carroña de una bestia salvaje, al menos merecían un funeral decente.

Decidido abrí la puerta y lo siguiente que supe es que unos enormes ojos amarillos me veían fijamente, era un perro, no, no era un perro tal vez un lobo pero este era más grande a comparación con los que había visto en cualquier zoológico o museo de la ciudad, podía sentir sus fauces en mi cuello, por un momento creí que mi vida terminaría ahí, mi cuerpo no se movía aunque mi mente le ordenaba que luchara. Cerré mis ojos al entender que este era mi fin, sin embargo un grito al final del pasillo llamo y alerto la mirada de aquel enorme animal, el cual no dudo en dar un gran zarpazo en mi costado para finalmente salir huyendo, solo puedo recordar a la enfermera gritando histéricamente antes de finalmente perder la conciencia.

Desperté tres días después en una de las habitaciones del hospital, me sentía mareado y demasiado caliente, algo extraño considerando que estábamos en invierno, de manera torpe y estúpida intente levantarme pero la mano de alguien me detuvo.

-Deberías mantenerte recostado, la herida podría abrirse-

-Conejo – susurre un poco sorprendido al reconocerlo.

-Madre se fue a cambiar, volverá en unas horas-

-¿Por qué?-

-Bueno ha estado todo este tiempo aquí, necesitaba un baño para refrescarse-

-Sabes que eso no es lo que quiero decir imbécil-

-Parece que estas mucho mejor de lo que creí- dijo con sarcasmo- Eres una mierda como hermano pero aun si poseemos la misma sangre-

-Creí que no volverías-

-No pensaba hacerlo, pero tuve una discusión con Francis-

-ugh no quiero saber las porquerías que haces con la ramera francesa-

-¿Eres consciente de que puedo asfixiarte con una almohada y nadie lo notaria?-

-¿Y tú eres consciente de que esta estúpida herida no me impedirá aventarte de el balcón?-

-Buen punto-

-…-

-…-

-Quiero un cigarrillo-

-El está comprometido-

-…lose…-

Mi respuesta lo sorprendió pero pronto su expresión cambio a una amarga. Después de eso comenzó a llorar, lo odiaba por eso, el bastardo solo necesitaba hacer un puchero y automáticamente entraba en modo hermano sobreprotector, aunque claro a mi propia manera. Lleve mi mano as u cabeza y revolví su cabello el llevo sus manos a su rostro y se inclino hacia mi regazo. Esta posición me recordaba tanto a un conejo cuando limpiaba se cara y orejas.

-si llenas mi sabana de mocos te romperé la nariz-

Los siguientes días fueron de lo más frustrante, Arthur me visitaba más a menudo, claro siempre evitando los horarios de visita en los cuales mi padre me visitaba. La herida comenzó a sanar de manera sorprendente, como medico entendía la sorpresa en el rostro de mi colega al retirar mis vendajes, he de admitir que soy alguien que no tiene problemas para recuperarse de heridas como estas debido a mis años de rebeldía, pero esto era simplemente absurdo, casi terminábamos el mes y la herida ya mostraba signos de cicatrización en fase final, algo sumamente imposible ya que había sido sometido a un trasplante de riñón. Mi madre le restaba importancia a este hecho y alegaba como buena religiosa que esto era obra de un ser supremo.

Más tarde que temprano me encontraba fuera del hospital, algo irónico ya que en unos meses tendría que volver a trabajar, sin embargo por el momento debía reposar en casa y asistir a mis revisiones, no pude evitar aprovecharme de la ayuda y bondad de los gemelos, debido a su trabajo me visitaron en muy pocas ocasiones, mi hermana Alice se encontraba en el extranjero estudiando y por cuestiones académicas no podía venir a ver cómo iban las cosas pero por sus cartas podía sentir su presencia a pesar de la distancia.

Fue una noche de luna llena cuando por alguna razón comencé a sentir mucho calor y dolor en mis extremidades, vivía solo así que no tenía a quien pedir ayuda, era tan fuerte y agonizante el dolor que cuando mi brazo choco contra el suelo solo pude rezar para que la entrometida de mi casera viniera a darme su charla sobre su juventud perdida, finalmente me desmaye y al despertar me encontré completamente desnudo y cubierto de lodo y sangre en el zoológico de la ciudad. Completamente aturdido por la situación no medí mi fuerza y al levantarme algún tipo de resaca atormento mi cabeza enserio dolía como nunca antes, entonces como si se tratara de alguna película de terror comencé a vomitar, me sentí tan débil y frágil, no pude evitar soltar algunas lagrimas "¿Qué diablos me había pasado?" el sabor amargo de la bilis y la sangre en mi boca solo me asustaba más de lo que ya estaba, cuando logre juntar suficiente valor me levante y Salí de aquel área sin embargo eso solo empeoro las cosas, había restos de carne de lo que alguna vez fueron cebras " Por todos los cielos ¿Qué había hecho?".

Lo siguiente que supe es que me encontraba en los vestidores del personal de trabajo, tome uno de los uniformes y me apresure a llegar a mi casa solo para encontrarla patas arriba. Mantuve en secreto aquel "incidente", pase seis días intentando no dormir por medio de volver a aparecer en el zoológico o peor aun en la casa de alguien.

Debo decir que no era un hombre muy creyente en lo que se refiere a lo paranormal o místico, pero los constantes antojos por carne cruda, la comezón proveniente de mi cicatriz cubierta de pelo y mis constantes pesadillas sobre lo ocurrido aquella noche en la morgue fueron mi motivación para comenzar a investigar un poco sobre mi situación, a decir verdad varios de los libros de la biblioteca personal de mi padre me hicieron reír de desesperación e ironía cuando en algunos de los relatos intuían que mi condición era causada por un ser que para muchos es solo un mito y algo que como medico se le considera una enfermedad que solo siquiatras especializados pueden hacerse cargo.

-Licantropia-

¿un lobo?¿yo? esto tenía que ser un mal chiste, así que después de de acabar con la mitad de una botella de ron tome mi abrigo y pedí a un chófer que me llevara al hospital, tenía que estar seguro de una cosa.

-Doctor Kirkland, es bueno verle de nuevo y buen color-

-Gracias, Disculpe pero me gustaría ver mi informe médico-

-Florence es el encargado de archivo, ¿Ocurre algo malo?-

-Estoy bien, es solo que me gustaría saber un poco más sobre mi donador.-

Tres horas más tarde una chica bajita y de antejos de botella me entrego mi carpeta con toda la información de mi operación, estuve varias horas en la cafetería leyendo cada renglón, revisando cada radiografía y procedimiento medico que se tomo, y una vez terminado aun mi pregunta no era contestada, según el registro yo debería haber muerto, no solo mi hígado sino también parte de mi pulmón derecho y algunas costillas habían sido dañadas de manera crítica, como era posible que me encontrara en tal estado cuando solo recuerdo que aquella criatura me había golpeado en un solo lado del cuerpo inclusive me encontraba en shock cuando entre al quirófano y aunque me sedaron lo suficiente como para poner dormir a un león yo había despertado varias veces en medio de la operación atacando a las enfermeras y medico algo que no recordaba, regrese las paginas para leerlas de nuevo, en busca de algún detalle que hubiera dejado pasar y entonces lo vi.

-Michael Terrence-

Aquel hombre que había intentado resucitar sin descanso, esa persona con grandes quemaduras había sido mi donador de riñón e hígado, jamás olvidaría el nombre de ese hombre lose porque yo mismo escribí la hora de su muerte.

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Esto era una maldita broma de mal gusto, debo estar soñando o más bien el golpe que me di cuando caí de la cama debió haber alterado mi visión, se que deben estar pensando que rayos puede seguir saliéndome mal y porque, tal vez solo sea eso que llaman karma y solo estoy pagando el precio de mi soberbia, sea lo que sea aun así esto no debería de ser verdad. Frente a mi hace tan solo unos segundos un vagabundo choco conmigo en una esquina, pese a lo tarde que me encontraba para llegar a mi primer día de regreso al hospital me detuve para hacer algo que en el pasado era impensable, ayude a levantar a ese pobre muchacho, el cual al chocar mirada con migo me robo el aliento, un escalofrió recorrió mi columna y sentí como las fuerzas de mis manos me abandonaban, mis pies jamás se sintieron mas pesados y aun así mis ojos no se apartaban de su mirada.

-Tu-

-Perdóneme por favor…no mire por donde iba- su voz era tan rasposa y cansada para alguien de su edad.

-…Tu…-y aun así repetí la misma palabra de manera estúpida.

-Lo siento mucho espero no haberlo ensuciado-

-T-tu…es imposible-

Y como si la fuerza llegara de nuevo mis manos tomaron sus hombros impidiéndole marchar. Lo veía y aun así no lo creía por dios estaba a punto de un colapso nervioso.

-¿S-señor?-

-Y-o te vi…estabas muerto…pero ahora estas aquí…yo te vi morir –

Era el no podía equivocarme incluso ahora teniéndolo tan cerca podía ver aquellas cicatrices de quemaduras bajo su cuello, mis palabras parecieron hacerlo retorcer del miedo y no puedo culparlo, probablemente esté pensando que soy algún sicópata o peor aun uno de los dementes que últimamente han estado creando disturbios en la ciudad.

-¿Quién es usted?-

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Debo decir que la forma en cómo la vida te lleva a conocer a personas que pueden hacer cosas que solo creerías en las mas locas fantasías creadas por el alcohol es increíble. Valla que me eh perdido de tanto, este debe ser mi cuarto vaso de ron y aun así el hombre frente a mi sigue tan real como en la primera copa, Vincent Terrence mi nuevo "amigo" resulto ser aquello que los libros de mi padre describían, y al parecer su tío quien "amablemente" dono algunos de sus órganos para que pudiera sobrevivir también compartía su misma "fisionomía", después de algunos tragos mi buen "amigo" revelo que aquella noche fatídica en la que creía que había muerto, su cuerpo de alguna manera reacciono a la luna llena sin embargo por su estado crítico no era consciente de lo que hacía, a decir verdad si despertara con una manta blanca sobre mi cara rodeado de varios muertos también estaría asustado, sin embargo eso no justifica que me haya usado de rascador personal cuando abrí la puerta de la morgue. ¿No lo mencione? Oh perdón, al parecer mi amigo Vincent era aquel ser que me dejo en cama en el hospital varios días.

Pasamos toda la tarde hablando sobre su "origen" y como es que llego a la ciudad, también me conto sobre el grupo de cazadores que perseguían a los de su clase, antes de que me diera cuenta Vincent me había respondido a todas mis dudas y para esto ya había olvidado mi octavo vaso de ron sobre mi mano. Debí tener una expresión muy tonta ya que aquel muchacho cambio su semblante serio a fastidiado.

-¿Cómo se que esto es verdad?-

-ya experimentaste el cambio ¿no es así?

-¿El cambio?

-Los de tu tipo no pueden controlarse, se basan solo en sus instintos primarios-

-¿Qué?-

-¿No lo entiendes? Eres uno de los míos ahora…no precisamente uno de sangre limpia pero aun así eres de los nuestros-

-¿Insinúas que a partir de ahora correré por el bosque y aullare a la luna?

-No es gracioso, en estos momentos corres peligro, tú eres lo que llamamos un tabú en nuestra sociedad-

-¿Un tabú?-

-Eres un hombre mitad lobo, un convertido, un ser que con el paso de cada luna llena perderá parte de su humanidad.-

-…Mi humanidad…-

-Existen cosas peores que los cazadores que nos buscan, nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos, si no controlas a la bestia en tu interior esta terminara por consumirte, no dejara ni un solo pedazo del tu actual.-

-…Tu…esperas que me crea todo esto- mi risa comenzó hacer eco alrededor de la taberna-…enserio crees que algo así es posible…-

-El cambio ya comenzó, tú no puedes verlo aun pero puedo asegurarte que la próxima vez lo veras por ti mismo-

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Oh Vincent bastardo infeliz, como te detesto en estos momentos, la sangre en mi boca y cuerpo así como el olor inconfundible de mi padre me recuerda mi pecado, yo, aquel que por años jure deshacerme de mi progenitor por la vida que me había impuesto, ahora no paraba de llorar frente a mi reflejo en el rio, ahí entre la tierra y hojas secas me encontraba desnudo y frágil ante este bizarro momento de aparente calma.

Por dios ¡Que he hecho!

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No sé quien soy ahora mismo, no importa cuántas veces me vea frente al espejo, ¡no soy yo!, ahora mismo lo único que me mueve es una rabia que solo es posible calmarla con ayuda de mis inyecciones de mata lobo, según Vincent esta era la única manera de no explotar y terminar por arrancarle la garganta al primero que se me cruzara.

Sé que lo que hice no tuvo perdón y fue exagerado a un punto inimaginable pero ¡él se lo merecía! Todo esto fue su culpa, tantos años intentando cumplir con sus estándares, trabajando duro para hacer de la familia Kirkland una de las mejores en la alta sociedad y el solamente de un día para otro decidió convertirse en un buen samaritano, él pensaba regalar no solo una de nuestras propiedades a unos chiquillos que encontró en las calles sino que también quería darles nuestro apellido, esos completos desconocidos entrarían a la familia, tendrían una buena posición así como si nada, ¿En verdad creyó que aceptaría su decisión? No lo permitiría, no dejaría que eso pasara.

-Entonces porque a pesar de saber esto no puedo dejar de llorar-

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Cuando me enfrente con los "intrusos" me di cuenta al momento, con solo respirar cerca de ellos, aquel apestoso olor tan inconfundible, el olor de "Vincent" ahora entendía lo que pasaba, por fin comprendí el porque mi padre quería protegerlos a toda costa, entendí el porqué de su decisión al dejarles lo que por derecho le pertenecía al estúpido conejo.

-Arthur-

Estaba en peligro, mi familia estaba en peligro, no permitiría que algo así les pasara, cambiar el testamento fue muy fácil, solo necesite del apoyo del alcalde quien había sido un paciente y debido a mi buen cuidado no dudo en ayudarme, sin embargo la intromisión de aquellos bastardos comenzó a causar estragos en mis planes y entonces tuve que utilizar a mi buen amigo Vincent, es una pena realmente comenzaba a agradarme, pero su sacrificio era necesario, solo necesite un poco de epinefrina para acelerar su ritmo cardiaco y provocar una reacción en su fisionomía, es una pena que varias personas de la taberna tuvieran que morir pero esto me ayudo para poder encontrarlos, no tardaron en hacerse aparecer, en cuanto escucharon que una bestia ataco a quince personas ellos no dudaron en acorralarle, yo solo tuve que esperar.

-Escuche que ustedes podrían ayudarme con una plaga-

-Es una lástima estamos en medio de una caza…pero tal vez podamos ayudarte en el futuro-

Increíble lo que uno tiene que hacer para crear caos y temor en el corazón de unas cuantas personas, ciertamente quemar los sembradíos repercutirá gravemente en las cuentas de este mes pero al menos eh logrado mi cometido, estos tipos eran buenos en su trabajo aunque un poco exagerados en sus métodos.

-Escuche que tienes información-

-Se donde se ocultan sus bestias-

-¿así?

-A las afueras del pueblo hay un hostal de mala muerte, escuche que unos singulares inquilinos se hospedan ahí-

-…¿qué es lo que necesitas?...-

-Es hora de acabar con todos ellos-

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La calma, aquello que viene antes de cada tormenta, fascinante como nuestro alrededor se vuelve mas etéreo, mas real, nuestros sentidos se abren e intensifican en gran medida solo para poder disfrutar de aquel momento, el calor del sol en el rostro, el olor fresco a pino, el viento rosando mi cabello y el sonido de las aves. No puedo evitar soltar un gran bostezo, quien pensara que hace tan solo unas horas estuve a punto de asesinar a mi torpe hermano o de que casi le arranque la lengua a mi entrometida madre que no sabe guardar un secreto. Si, esto es lo que necesitaba, un poco de tranquilidad.

BAM

Parece ser que este no es el lugar ni el momento adecuado para descansar, el ardor en mi hombro y la mancha rojiza impregnando mi ropa recién lavada me obliga a huir.

-Kesesese no vas a esconderte de mí-

Mis piernas se mueven con tal velocidad y forma que me sorprende, no soy alguien muy deportivo pero aun así como doctor procuro tener una rutina más o menos saludable, maldición, no debí distraerme, su tercer disparo ha dado en mi muslo lo cual me ha obligado a rodar por una vereda, ahora me encuentro contra el suelo intentando quitarme de encima a esta bestia albina.

Antes de darme cuenta me encuentro atado de pies y manos, ese bastardo realmente fue un dolor en el trasero, y aunque mi aspecto no es el mejor de todos debo decir que el suyo no es ni para menos mejor que el mío.

Aun recostado sobre la tierra y fresca hierba, intento normalizar mi respiración, el sol ya ah comenzado a caer y tras el sonido de unos arbustos y aquel singular olor me doy cuenta de que esta será mi última pelea con mi destino.

Es hora de que este pecador sea juzgado.

 

Notas finales:

Holis

Por favor no me maten , eh estado algo ocupada y el tiempo pasa mas rapido de lo que uno cree, en fin espero que la pasaran genial este inicio de nuevo año.

a decir verdad no pensaba publicar este capitulo siempre lo deje como de respaldo pero al final decidi colocarlo como una disculpa a mi falta de tiempo.

muchas gracias por su paciencia, y muchicimas mas aun por continuar con el fic. Les amo.


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