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Para no caer en tentación por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

 

Pues seguimos con este fic ahora que termine si no eres tu, Tengo varias sorpresas preparadas para esta historia, con eso de que me dio por intentar cosas nuevas, habra muchas cosas diferentes por aca.

 


O como convivir con un demonio y no perder tu alma en el proceso. 


 


La puerta cerrada de mi habitación es lo primero que veo cuando despierto, aunque no la veo del todo bien.  Ah,  anoche tuve un sueño de lo más extraño. Soñé que un demonio con el cabello de color rosa llegaba a mi casa para llevarse mi alma, y como me negué se había comenzado a quedar en mi casa.  Que sueño tan loco.


— ¿Por qué sonríes? ¿Tienes un sueño agradable?


— ¡AHHHHH! —  ruedo sobre la cama cuando siento la voz en mi oído y como algo me estruja contra él. La cama termina, y caigo al suelo con fuerza, enredándome en las cobijas.  Una risa socarrona es lo que se escucha en la habitación.


— ¿te asuste?


— ¡¿Qué estás haciendo en mi cama?! —  grito, completamente alarmado. Solo puedo ver una sombra borrosa y un manchón rosa sobre mi cama.


— dormía. ¿Qué más?


— no puedes entrar así a mi habitación. ¿¡No conoces la privacidad?! ¡La puerta estaba cerrada!


— no. Y la puerta siguió cerrada, no ocupo una puerta para entrar. Estamos a medio contrato, así que puedo seguirte a donde sea. 


— ¿AH? Y hasta ahora me lo dices… ¡Deja de acosarme!


— ¿Quiin? ¿Se encuentra bien?- los golpes en la puerta me hacen girar la cabeza aterrado.


— ¿Tenemos visitas?


— shh, cállate— susurro, tratando de dirigirle una mala mirada, aunque sin mis lentes no estoy seguro de poder lograrlo— estoy bien, no te preocupes— ante mi horror, la puerta se abre con un sonoro clic. 


— ¿está seguro?... ¿Qué hace ahí?—  Neil Hawree es mi compañero de piso. Estudia primer semestre en derecho. Es un poco más alto que yo a pesar de tener solo 18 años. Casi siempre lleva abrigos, o camisas blancas elegantes. Neil es una persona muy seria, nunca lo he visto sonreír, ni sorprenderse ni nada.  Sus ojos miel siempre lucen aburridos, enmarcados en un cabello oscuro con reflejos rojizos.


— eh…— ¿acaso no está viendo al sujeto de cabello rosa y cuernos que está en mi cama?


— ¿sigue dormido? debería dormir más adecuadamente…— dice, entrando sin más a mi habitación. Yo no puedo articular ninguna palabra, solo sigo su borrón hasta la mesita de noche.


—quita esa cara, parece que te encontró haciendo cosas sucias en la cama.


— ¿¡qué?!


— él no puede verme si no quiero. Y no quiero que me vea aun— dice riendo. Ah, con que eso era… al menos no tengo que preocuparme por eso. Neil regresa, extendiéndome algo en su mano, yo solo alcanzo a ver el contorno de mis lentes.


— gracias.


— No vuelva a moverse tanto en la noche— me dice en tono monótono antes de salir. Yo suspiro, dejándome caer en el suelo. Un silbido en la cama me hace voltear.


— chico lindo, un poco raro. ¿Crees que también quiera hacer un trato conmigo?


— No me importa, haya tu si quieres preguntarle— anoche no escuche a qué hora llego Neil ni siquiera recuerdo haberme dormido. Me cuesta mucho creer aun en lo que me he metido, a pesar de que no le  puedo quitar los ojos de encima.


— ¿Qué? ¿Ya decidiste que pedirás?


— No pediré nada— los cuernos y la cola siguen ahí, pero las alas han desaparecido. No tengo ni la menor idea de qué pasa con este sujeto. Desde que tengo quince no leo nada que no esté probado científicamente, no soy fanático de la literatura fuera de los tratados de química.   Es imposible que siga así por más tiempo…


— ¿A dónde vas?-


— Lejos de ti— respondo, cerrando la puerta cuando salgo. Aún estoy asustado de tener a un demonio en casa, pero su comportamiento es tan distinto a lo que se sobre demonios, que no he salido huyendo. De seguro ayer también me desmaye o algo así cuando me fui a la cama.


— ¿sabes que eres muy calientito? El clima de Inglaterra es algo frio.


— cállate,  pareciera que eres un acosador. Entrar a mi habitación de esa manera es desagradable me gusta mi privacidad y estar solo…


— pues no parecía. Anoche te abrazaste con mucha fuerza mientras dormías, casi ni podía moverme de tan…


— ¡No digas esas cosas!—  exclamo, lanzándole un puñetazo a la cara, que le toma desprevenido. Nunca pensé que podría llegar alguna vez a un demonio. Algunas veces cuando estoy muy nervioso o algo me saca de mis casillas término haciendo algo como esto. Lo que me sorprende es el hecho de que mi puño se estrella con facilidad en su rostro, haciéndole caer hacia atrás.


— Por Lucifer ¿Qué carajos tienes con los golpes?- su voz amortiguada por sus manos llega dolida.


— lo siento… ah… no esperaba darte…


— ¿no esperabas darme? tsk… en este cuerpo soy casi tan humano como tú. Y duele, joder— dice, frotándose con fuerza la parte donde le golpee.


— Es tu culpa por hacer cosas que no debes— gruño, tomando un suéter y colocándomelo. Más que sentirme arrepentido de haberle golpeado, me estoy molestando cada vez más.  La presencia de este tipo me molesta, y eso que acabo de despertar. Amo mis rutinas tranquilas, y no soy muy sociable como se habrán dado cuenta, mis amistades se limitan a unos cuantos y tengo casi nulas capacidades de socialización.  


— soy un demonio, vivo de hacer cosas que no debo por si no lo has notado. ¿Ya decidiste que pedirás para que pueda irme?


— No estoy interesado— respondo, saliendo. Aún es temprano, y es sábado por la mañana.


— ¿A dónde vamos?


— Yo iré a dar una vuelta— como la persona de ciencia que soy, de hecho me dirijo a la biblioteca de la universidad que abre mediodía los sábados.  Las respuestas a mis problemas casi siempre vienen en los libros, y como yo no sé absolutamente nada de demonios que no sea en  las escasas películas de terror que he visto, y las cuales no terminan para nada bien, lo mejor puedo hacer ahora es investigar algo en la biblioteca.  No quiero que Deccal me siga, pero tampoco quiero arriesgarme y decirle que se quede y lo tome como una petición.    


— ¿respirar un aire industrial? ¿Por qué no? Sigue siendo mejor que el infierno— tal y como esperaba, Deccal me alcanza a penas llego a la calle.


— creí que te querías ir pronto al infierno— murmuro, desganado. 


— ah sí, pero solo era para callarle la boca a lord Astaroth. No me importa quedarme más tiempo por acá— dice, caminando despreocupadamente a mi lado. Lo miro de reojo. Lo único que puedo recordar de los demonios es que antes fueron ángeles y que fueron castigados por revelarse ante dios… ¿así luce un ángel caído?- ¿Qué? ¿Estás pensando cambiar de opinión?


— No—  llegar a la biblioteca no me toma mucho tiempo, pues es una de las ventajas del lugar donde vivo.  Las calles que hay desde mi casa hasta la universidad son muy coloridas, llenas de casas con patios amplios, autos yendo y viniendo por las calles. Las personas pasean tranquilamente en las tardes y en las mañanas andan apresuradas hacia sus destinos. 


— ¿no dirás nada más? Hey, chico... ¿me estas ignorando?—  como en las calles aún hay personas que dan un paseo matutino, he decidido no decir nada o me vería como un completo demente hablando a solas.


— no voy a hablarte en la calle. La gente no te ve, y no quiero llamar la atención— le digo en un momento en el que no encuentro más personas a mi alrededor.


— oh, es eso— Deccal suspira con aburrimiento. Yo estoy bastante nervioso, no estoy acostumbrado a que alguien me siga,  mucho menos si es alguien que no conozco. No confió del todo en Deccal, no deja de ser un demonio y uno que quiere llevarme al infierno.


La biblioteca siempre ha sido para mí un lugar tranquilo y esta no es la excepción. Aquí es más fácil para mí ignorar todo lo que pasa a mí alrededor. El lugar es cálido, y el olor a libros me inunda apenas abro la puerta.   Estoy muy familiarizado con el lugar, así que me dirijo automáticamente a los catálogos virtuales para buscar lo que quiero.


— ¿Qué hacemos aquí?—  la voz del demonio suena muy alta en mis oídos, y estoy a  punto de chistar para que baje la voz cuando recuerdo que solo yo puedo oírle.


— quiero consultar algo. Voy  a tardar— le digo, con la intención de que se marche ante la idea de quedarse aquí todo el tiempo.


— ah… suena aburrido, sigue siendo mejor que el infierno— ¿Qué clase de lugar es el inferno que hasta los demonios no quieren estar ahí? Lo ignoro de nuevo mientras obtengo los resultados que quiero y los anoto con cuidado en una hoja de papel. La biblioteca está sola a esas horas, casi acaban de abrir.  Con paso lento me dirijo a los estantes donde están los libros que marque. Deccal se pierde entre los pasillos, pero no me interesa a donde va.


— ¿Hola?—  murmuro, cuando siento que alguien se acerca, pero no hay nadie más. Ah, estar unos momentos con ese demonio ya me está afectando. Todos los libros que tengo son sobre demonios, algunos un poco viejos. Incluso tengo un ejemplar de la biblia.


— ¿Qué es todo esto?


— libros.


— ¿acaso tanto te intereso?


— quiero deshacerme de ti.


— aww, que tierno. Solo tienes que pedir algo y me iré— me dice, acostándose sobre el espacio sobre la mesa que no tiene libros— vamos, pide algo. ¿Quieres ser la persona más inteligente del planeta?


— No— me estoy conteniendo para no alzar la voz, así que solo abro el primer libro que tengo a la mano. Uno tras otro, voy hojeando los libros en busca de algo que me ayude para no ir al infierno. La verdad me pierdo en algunos, pues es muy interesante lo que dicen sobre los demonios.


— uh, ¿quieres intentar eso?—  me dice Deccal, en mi oreja e inclinándose para ver el libro, donde hay una imagen de un demonio en medio de una orgía. Mi brazo se mueve rápido, dándole un codazo en el estómago que le hace separarse de mí— entiendo…


— ¿si me pongo a rezar te iras? ¿O te molestaras?


— ninguna de las dos… bueno, me iré si comienzas a rezar, pero volveré cuando termines. Y como no creo que puedas rezar todo el tiempo, mejor no lo hagas.


— esto te está divirtiendo ¿no?


— estaba muy aburrido en el infierno. Y aunque no tienes ni un poco de sentido de la moda, has despertado mi curiosidad.


— Ah— gimo, apoyando la cabeza en la mesa. Deccal ríe socarronamente. Lo que viene en los libros no es de mucha ayuda, aunque todos coinciden en que la única forma de deshacerse de un demonio es con un exorcismo.  Me levanto, tomando los libros para irlos a depositar en los carritos de recolección.    


— ¿nos vamos?


— Si— bien, no hay más que decir. Nunca he sido creyente, y quizá por eso si yo intento algo no funcionara. Pero ahora estoy más que decidido para alejarme pata siempre de este demonio.  Cuando salgo de la biblioteca me dirijo con la mayor rapidez posible a la única iglesia que conozco y eso solo porque paso seguido frente a ella. Para mi gran decepción la iglesia está cerrada, así que paso de largo, suspirando. No quiero que Deccal se dé cuenta de mis intenciones antes de tiempo así que solo me queda fingir que nada paso.


— ¿No te da vergüenza?


— ¿Qué? ¿Por qué debo sentirme avergonzado?—  pregunto, confundido.


— por andar en la calle con esas ropas.


— ¿Qué tienen de malo mis ropas?


— ¿En serio te atreves a preguntar?- dice, y se adelanta unos pasos, caminando hacia atrás mientras sigo avanzando—  Primero, esa ropa te queda muy grande. Los colores no quedan con tu piel. Y ese estilo dejo se usarse hace unos tres años— suelta, dándome una mirada conforme va nombrando lo que tengo mal— y esos zapatos tampoco combinan con la ropa— por unos momentos creo que es otra más de sus incoherencias.


— mi ropa no tiene nada de malo.


— sabía que eras medio ciego, pero esto es demasiado…


— ¡Oye!... Ah, no era a usted, disculpe— exclamo cuando veo que un señor voltea a verme. Deccal comienza a reír cuando ve la situación en la que me metió— deja de burlarte, solo falta que digas que también mis lentes son feos.


— No, de hecho es lo único que tiene sentido en ti. Deberías combinar todo en base a tus lentes.


— ¿Aparte de demonio resulta que eres asesor de moda?- murmuro, caminando rápidamente hasta mi casa, que queda hacia el otro lado de la iglesia.


— No hay mucho que hacer en el infierno en estos días, así que me entretuve leyendo revistas de moda que encontraba por ahí—   dice, sonriéndome muy confiando. Yo por el contrario estoy muy desconfiado, lo que leí en los libros me dice que los demonios no deben ser así, que debe ser aterrador, engañoso. ¿Deccal me está engañando? Quizá solo quiere que baje la guardia para poder llevarse mi alma— ¿No quieres que te ayude con tu apariencia?


— No…


— Que va…-  durante todo el camino de regreso se la pasa hablando sobre lo mal que se ve mi ropa, la mala elección de colores y mi “desarreglado” cabello. Cuando llego a casa estoy a punto de sufrir un colapso nervioso.


— ¡¿Quieres callarte de una vez?!—  grito, cerrando la puerta de la entrada de un portazo y dejándole afuera.


— que grosero, ¿es por eso que no tienes amigos? ¿Quisieras tener más amigos?- de la nada vuelva a aparecer, esta vez, sentado con desfachatez en el sofá.


— No quiero más amigos, yo tengo muchos…


— aja, y yo soy un demonio… no espera, si lo soy…


— ¿Quinn? ¿Pasa algo?— Neil usa la habitación de abajo, así que no es raro que haya escuchado todo lo que grite. 


— Nada.


— has estado extraño desde esta mañana, creo…


— son solo imaginaciones tuyas.


— oh. Bueno— dice, dándose la vuelta sin decir nada más.


— ¿Le pasa algo a ese chico? Su cara es como la de un muñeco, ni siguiera una ceja mueve. ¿Él es amigo tuyo?


— Algo así…—  ¿Qué se supone que haga con es te tipo? Es molesto tenerlo todo el tiempo al pendiente de lo que hago, y no me atrevo a pedirle nada. ¿Qué clase de castigo es este? ¿Acaso ya estoy pagando por los pecados que cometí?


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Menudo humano me ha venido a tocar. A parte de tener un nulo sentido de la moda, parece que solo se la pasa en casa y si sale es para ir a la biblioteca. Su teléfono no suena en todo el día. ¿Acaso no puedo divertirme ni siquiera aquí? Este aburrido humano se ha puesto todo el día a escribir o transcribir un montón de fórmulas químicas en diferentes papeles.


— ¿vas a terminar pronto?


— no.


— Tsk— si hay algo que moleste aparte de ser un demonio es que me ignoren como este insulso humano lo está haciendo desde las diez de la mañana.  Ah… esto se está haciendo demasiado pesado. Con un movimiento de mi mano, el estéreo enciende reproduciendo estruendosamente la música que tenía el día de ayer. Me acuesto en la cama, cantando en voz alta la canción de rock pesado que tanto me encanta con una sonrisa de burla. No pasan ni diez segundos cuando siento que toca el hombro para llamar mi atención.  Humano idiota, si crees que dejare pasar el hecho de que me ignoraras todo el día estás muy equivocado.


— Baja el volumen— me dice, pero yo solo finjo que no le escucho— ¡baja el volumen!


— No puedo oírte— respondo, sin mirarlo. Eizam sigue diciendo que le baje al volumen, así que no presta atención cuando tocan la puerta, aunque de hecho no podría escuchar por la música que puse.  Cuando ve que no hay manera de que cambie de opinión, el mismo va hacia el aparato y trata de apagarlo, claro que eso no va a funcionar. La puerta se abre, y el otro chico que vive aquí entra.


— ¿Eizam?— con una mirada divertida hago que la música cese justo cuando él le llama. Eizam pega un brinco, girándose con la cara algo pálida.


— lo siento, un accidente con esta cosa— murmura, y me dirige una mirada que me hace entender que no habla del aparato. Suelto otra risa. Sé que el hecho de que solo él me vea y me escuche le hace perder los nervios.


— no sabía que te gustaba el rock pesado.


— me gusta… si un poco— se apresura a responder.


— mentiroso. No tienes tan buen gusto, apuesto a que solo escuchas música clásica— me ve de mala manera. Cada vez tiene menos miedo de mí, pero la verdad no estoy interesado en asustarle. Como dije, no me gusta mi trabajo y esto básicamente es tener vacaciones en el trabajo. No es un viaje a las vegas, pero tampoco soy exigente.   


— ah, ya veo. Estoy estudiando así que no subas mucho el volumen— dice el otro chico, saliendo.


— tu... Deja de hacer esas cosas— susurra Eizam, un siseo como el de un gato enojado.


— Gatito, gatito—  digo, haciéndole una seña con los dedos para que se acerque, tal y como lo haría con un gato. El chico solo se ajusta los lentes y se va con paso molesto al escritorio, donde sigue escribiendo con gesto enfurruñado. A pesar de su mal carácter y su ropa fea, Eizam es de hecho bastante lindo también.  Quizá pueda tentarlo de otra manera…


— ¿vas a quedarte ahí? Esa es mi cama, y ya quiero dormir— me dice, después de un rato. Eizam no me ha dado ninguna petición, ha sido muy cuidadoso con lo que dice delante de mí, puedo saber cuánto se está esforzando.  


— ah, claro— respondo, levantándome. Eizam me ve, mirándome confundido. ¿A que no esperaba que accediera tan fácil? Antes de que dé un paso hacia la cama, le abrazo por la espalda, cayendo con en sobre el colchón— pero podemos usarla los dos ¿no?- susurro sugerentemente, mordiendo su oreja. Un gemido ahogado escapa de él. ¿Miedo, placer?  Quien sabe…


— no…


— ¿No que, Eizam?—  pregunto, metiendo mis manos en su camisa y acariciando despacio. Eizam se estremece. ¿Qué? Mi plan es bastante sencillo, y divertido.  Niega con la cabeza, llevando sus manos a su boca. Ah...  y yo que quería que me pidiera algo ¿acaso no ve que tiene las de perder? Suelto una risa— ¿quieres que me detenga?- pregunto, bajando mi mano hasta sus pantalones. Eizam se retuerce cuando desabrocho el botón— ¿no dirás nada, Eizam?—   pregunto otra vez, mordiéndole el hombro, y metiendo la mano en sus pantalones. Solo recibo un jadeo de respuesta. Se terminó el tiempo, humano.


Su pene esta algo erecto cuando lo acaricio. Eizam ha dejado de retorcerse, y sus manos aun acallan los jadeos de su boca mientras mi mano sube y baja con lentitud, endureciéndolo. ¿Por qué no entienden que haría un excelente trabajo en íncubos y súcubos?


— Mal… maldito…


— Así soy yo, cariño— le digo, girándole un poco con mi mano libre para besarle. Le tomo desprevenido unos momentos, pues luego gira la cara. Eizam se pone rígido, y unos segundos después mi mano se humedece— eso fue rápido…— le digo, dándole otro beso rápido en la boca mientras jadea.


— ¡Maldito demonio homosexual!—  exclama, levantándose con la cara roja, los ojos llorosos. Le lanzo un beso, antes de que salga corriendo de la habitación. Apenas se cierra la puerta suelto una carcajada, estirándome en la cama.


— esta noche me quedo con la cama— si, si no podía quedarme con su alma con eso, al menos podría usar la cama para mí solo esta vez. Mis planes son infalibles. 

Notas finales:

*errores en el texto son sin querer.

No saben como me divierto con esto, desde buscar las frases para los titulos hasta las ocurrencias de Deccal. Me esfuerzo mucho en hacer un demonio diferente :D

Gracias por leer


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