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Para no caer en tentación por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Espero que les este gustando esta historia media loca, porque se empieza a poner un poco mas... descontrolada XD. Como he dicho, me he puesto a experimentar con mas cosas, y pues espero que les gusten los resultados.


Por ahora, les dejo mas tonterias de Deccal.


 


------------------------->Portada<-------------------------------

O como no confiarte de los demás

 

 

Ha pasado una semana desde que Deccal se está quedando en mi casa. Las cosas han ido más o menos bien desde entonces. Deccal acepto quedarse en la habitación libre que hay en la casa, así que ahora mismo estoy rezándole a todo dios conocido por que a nadie se le ocurra mudarse por estos días.

— oye…

— ¿ahora qué?

— ¿Por qué te largaste pronto hoy? Iba a llevar el auto.

— no quiero usar ese auto, no es tuyo.

— Es mío si así lo quiero— me dice, sonriéndome con superioridad— puedo hacer que el dueño se olvide de él, y listo. Aunque a lord Astaroth no le hará mucha gracia—  estoy llegando a casa, y Deccal está en sofá, con la televisión encendida y una bolsa de papas fritas grande a un lado.

— hablas mucho de ese lord Astaroth.

— ya te dije que es mi jefe, de hecho es el jefe de casi todos. Es quien se encarga de llevar la contabilidad del infierno. Es un pesado que solo se la pasa hablando de lo que hará cuando regrese al cielo y esas cosas del paraíso.

— ¿Y está enojado contigo?— quizá si le ayudo a resolver sus problemas se marche más pronto, es una idea que he tenido hace unos días, pero Deccal no me ha dado muchas oportunidades de hablarle civilizadamente.

— ah… bueno… algo así.

— ¿algo así?

— no te interesa como humano. A decir verdad, solo se molesto porque le dije que el trabajo es basura y que debía cambiarme a otra área— Suspiro, sentándome en otro sofá.  Con lo poco que le he oído hablar del infierno me imagino algo como un montón de oficinas corporativas.

— creo que no eres muy serio en tu trabajo… digo, no es que me moleste pero imaginaba que un demonio seria mas… aterrador— incluso me rogo que le dejara quedarse, cuando debería estar llevando mi alma al infierno.   

— lo sería si fuera un demonio con más poder. Podrías considerarme un demonio menor.

— ¿Cómo la cosa esa con la hablaste aquel día?—  Deccal me mira por primera vez, arqueando una ceja y llevándose una papa a la boca.

— estas muy curioso el día de hoy— eh, bien si me la pase toda la semana evitándolo el mayor tiempo posible y ahora de buenas a primeras le hablo claro que parece sospechoso. Pero en serio quisiera librarme de esta lo más rápido antes de que termine enloqueciendo, que ya de por si siento que he perdido la razón y Deccal no es más que un producto de mi imaginación. De no ser porque se apareció en la universidad en ese auto de lujo…

— solo siento que debería saber un poco más.

—  uh, bien. No como ese, ah ¿Cómo te lo explico? No soy un demonio de jerarquía alta, así que por tecnicismo puedes decir que soy un demonio menor, pero los demonios menores ni siquiera tienen cuerpo humano ni usan lenguaje sofisticado como nosotros.

— entiendo, entonces eres de baja categoría.

— Odio que lo digas así— gruñe.

— ¿y cómo subes de categoría?

— no puedes. Eres lo que eres y ya. Por eso detesto tanto ser lo que soy, no puedo tener algo mejor pero si algo peor.

— suena bastante mal…

— es el infierno ¿Qué esperabas? ¿Caminitos de dulces y arboles de chocolate? Es el infierno, y aunque seas un demonio y vivas ahí sigue siendo el infierno— su tono es algo amargo, como si no quisiera hablar de eso. Nunca había visto las cosas de esa manera,  siempre lo vi como algo natural, como cuando eres rubio o moreno. Creo que cualquiera puede estar inconforme con su situación, así seas un demonio.  

— como te decía antes, ya no vayas a la universidad en el auto es demasiado llamativo.

— ese es el punto ¿a que ahora eres la persona más popular de tu aburrida escuela?

— eh… pues algo así, pero no me gusta tanta atención. Todos me preguntan por ti, y la verdad ya no sé qué decir

— ah, estas mintiendo. Eso es un buen inicio.

— no estoy haciendo nada malo. Además si digo que  eres en verdad pensaran que estoy loco o les estoy jugando una broma— a todo el que me ha preguntado le he dicho que “Derik” es un amigo mío que viene de vacaciones.  

— Solo quiero mostrarte todo lo que podrías tener con tan solo pedirlo— me dice, sin prestarme atención— también puedo hacer que tu novia tenga pechos y sea bonita.

— ¡No digas esas cosas de Sharon! Ella no es mi novia además— siento que me he puesto rojo, ah no soy nada convincente con lo que digo. 

— entonces puedo hacer que sea tu novia.

— tú no tienes remedio. Además ¿Qué no eso no se puede? Creí que estaba prohibido— o algo así recuerdo de los cuentos de mi niñez.

— eso no. Puedo hacerlo porque no soy un genio, soy un demonio— con una semana viviendo con él me he medio acostumbrado a verlo como tal, sus cuernos ya no me incomodan y creo que también se debe a que ya no trata de llevarme al infierno cada cinco minutos. Ahora Deccal es la viva imagen de la desfachatez. Al menos no tengo que mantenerlo. No sé de dónde saca la comida, ni la extravagante ropa que usa y no me interesa saberlo— ah, por cierto, tu amigo está escuchando desde hace rato— dice, como quien comenta algo sin importancia que sucedió durante el día.

— ¿QUE?—  me levanto, mirando hacia todos lados como demente— ¿Por qué no me dijiste?

— no creí que fuera importante.

— No creíste… no… ¡Maldito bastardo!— exclamo, sacando el atomizador que uso como arma y lanzándole un chorro de agua bendita. En la semana he ido a seguir llenando mis botellas de agua bendita para evitar que Deccal se salga de control.

— ¡Ah! TU ¡Deja de hacer eso!— dice, saltando del sofá como si le hubiera dado una descarga eléctrica.

— ¿Quiin?— Neil sale del pasillo, con el rostro serio como siempre— me tiene muy preocupado ¿ha ido a ver un doctor?

— no estoy enfermo.

— ah. ¿No es algo mayor para tener amigos imaginarios entonces?

— ¿Amigo imaginario?— Deccal aún está sacudiéndose el agua del cabello, pero mira a Neil con una sonrisa de burla—  ya verá que tan imaginario puedo ser.

— No harás nada o iré a la iglesia de nuevo— amenazo, apuntando el atomizador de nuevo.

— tsk, pero él inicio.

— me está viendo hablar solo ¿Qué crees que va a pensar?— le gruño, aun apuntándole. Neil solo me observa con una ceja levemente arqueada.

— ¿Ha sufrido un colapso? ¿Llamo a un psiquiatra?

— ¡No, no! Todo está bien… esto es…— me callo, aun viendo a Neil. ¿Le puedo decir? No sé cómo lo tomara pues no lo conozco muy bien que digamos, solo sé que es mi compañero de casa y algunas otras cosas que aprendí viviendo juntos. Neil es muy serio así que no creo que se lo tome como una broma, por la amistad que hemos tenido tampoco me gustaría mentirle, y definitivamente no quiero que piense que estoy perdiendo la razón.

— ¿tiene que ver con que se está comportando raro últimamente?  

— Deja de hablarme así, me pone nervioso que seas tan formal— Neil ni se inmuta, me sigue observando de forma obstinada. Estoy seguro de que será un excelente abogado— ah, al diablo, se lo contare. 

—  Pff ¿Al diablo?— Deccal estalla en carcajadas, dejándose caer al suelo. Yo solo ruedo los ojos.

— Quizás quieras sentarte— le digo a Neil, quien se acerca hasta sentarse en el sofá más cercano a él y que esta algo retirado de donde yo estoy— ¿Recuerdas a Luke?

— Si.

— bueno, hace una semana organizo una pequeña fiesta aquí,  quiso jugar al póker y el perdedor tenía un castigo… perdí y Luke me hizo leer un libro de invocaciones de demonios… en un cementerio.

— ¿Fue a un cementerio?

— si… cuando volví aquí, resulto que… eh, el  conjuro funciono e invoque un demonio— digo, soltando una risa nerviosa. Mis palabras suenan tan irreales que hasta yo no me creo. Suena más a algo que alguien inventaría para una novela o una película.

— ¿Ya puedo llamar al psiquiatra?

— Neil, es verdad. Desde la semana pasada he estado soportando los acosos de un demonio que quiere llevarse mi alma al infierno.

— Oye, yo no te he acosado en ningún momento.

— Cállate, solo me vas a distraer. ¿No ves que Neil quiere enviarme a un manicomio?— a estas alturas ya da igual si Neil me ve hablando solo aparentemente.

— sí, lo veo.

— Quiin, debería tomar un medicamento para que se sienta mejor.

—Neil…— gimoteo.  

— Es por su propio bien— dice, marcando un número en el teléfono.

— ¡Tu! ¡Haz algo!— me giro a ver a Deccal con un gesto desesperado, que observa todo con calma desde el otro extremo, recargado en la pared.

— No, esto se pondrá muy divertido— claro, el único que se divierte en esta situación es Deccal.

— No si me mandan en una camisa de fuerza a un psiquiátrico—  Deccal suspira, como si le acabara de quitar la diversión, y casi estoy seguro que así es.

— ¿Eh? ¿Se descompuso?— la pregunta de Neil me devuelve a él, que mira de manera extraña su teléfono mientras presiona las teclas una y otra vez. Cuando me acerco, solo puedo ver que los números en la pantalla solo son 3, 666. Cada vez que intenta marcar un número solo tres 6 aparecen en la pantalla.

— ¿En serio?— murmuro.

— tú dijiste que hiciera algo, no dijiste que.

— Eso no hará que me crea—  le dirijo una mala mirada. Sí, he aprendido a sentir compasión de él, pero también me hace sentir que estoy tratando de hacer algo imposible. ¿Qué tan idiota puedes ser siendo un demonio?

— ya, ya.  No tienes sentido del humor— dice, negando. Se desaparece unos segundos de mi vista, y solo escucho un leve jadeo de Neil que me hace voltear para ver que se lleva la mano a la oreja, como si algo le hiciera cosquillas.

— ¿Deccal?— pregunto, al ver una especie de pánico en la cara de Neil, algo difícil de asegurar porque Neil sigue siendo muy inexpresivo.

— ¿Ahora qué? Estoy arreglando esto por ti— dice, apareciendo justo a un lado de Neil. Ah, entonces si estaba con Neil.

— ¿Qué rayos…? ¿Qué le estás diciendo?

— nada importante…— dice, desapareciendo de nuevo, para reaparecer en el sofá donde estaba comiendo papas.

— ¿Neil?

— Solo pregunto si quería vender mi alma también— dice, serio y sin mirarme, de hecho sus ojos siguen los movimientos de la mano de Deccal al llevarse las papas a la boca.

— ¿Puedes verle?— pregunto, exaltado y sintiéndome aliviado de que ya me cree. 

— ahora si— murmura, sin apartar la mirada de Deccal. Ahora también le ve… me siento contento de que al fin termino el habla en voz baja. Pero también siento una leve punzada de celos. ¿Celos? Si, de pronto he dejado de sentirme especial…. ¿¡Especial?! ¿Qué tiene de especial ser acosado por un demonio? Debo estar perdiendo la cabeza.

— hola, amigo aburrido de Eizam.

— uh, hola.

— ¿entonces qué dices? Puedo hacer un 2x1.

— no, gracias.

— entonces también puedo hacer otras cosas, tú sabes…

— ¡Deja de decir hacerle proposiciones indecorosas a las personas!— exclamo, lanzándole chorros de agua que el evita con gracia. ¿Cómo puede decirle esas cosas a las personas así nomás? Ah… eso me ha hecho recordar la noche que él… que él… me sonrojo violentamente al recodarlo.

— ¿Estás celoso?— siento unos brazos alrededor de mi pecho, al tiempo que la voz suena quedito en mi oído.  Siento que me quedo en blanco, mientras las manos me acarician y no es hasta que siento una mordida en mi oreja y un gemidito escapa de mis labios que reacciono, sonrojándome más si es posible y soltando un codazo a la cara de Deccal. 

— No-no digas tonterías…— mi voz no sale para nada fuerte, pero al menos mi golpe me ha liberado. 

 — Auch… yo sé que me amas en realidad.

— calla.

— baja esa maldita cosa— me dice, poniendo detrás de Neil cuando le apunto con el atomizador. Neil sigue sin moverse, observando todo tranquilamente.

— Así que eso era— murmura, asintiendo— Quiin, debió haberme dicho antes. Pensé que estaba perdiendo la cordura.

— lo siento, aun me cuesta trabajo creerlo a mí.

— ¿ya pidió ayuda para librarse de él?

— eh, bueno…

— ¿¡porque todos quieren deshacerse de mí?!— chilla Deccal con dramatismo. Ajustándome los lentes, respiro profundo para calmarme.

— Ahora estamos en un acuerdo, le deje quedarse porque no quiere volver al infierno— tratando de resumir lo que me dijo Deccal sobre el infierno y el cómo decidí que se quedara.

— ya veo.

— ¿lo ves? él creyó más rápido en mí que tú— se queja Deccal.  Ah, ahora que lo menciona tiene razón, Neil está muy calmado para la situación en la que se encuentra.     

— es solo que yo no lo invoque. No tengo nada que temer. Además, tengo esto— me dice sin cambiar el tono y sacando un  pequeño crucifijo del cuello su camisa de manga larga. Deccal retrocede hasta lo máximo que le permite la pared.

— ¡Guarda esa cosa!

— ah, lo siento— dice Neil, guardándola de nuevo en su cuello— como vez, no me da miedo— siento que estoy a punto de sufrir un ataque de algo. ¿Solo una cosita de esas bastaba? De haberlo sabido desde hace una semana hubiera podido evitar tantas cosas.   

— ni se te ocurra conseguir uno, o tendré que ponerme rudo— interviene Deccal, apareciendo justo frente a mi cara.

— Yo hago lo que quiera— gruño.

— ¿Podrían ser menos ruidosos? Tengo que memorizar un capitulo para mañana— ambos miramos a Neil, que se ha levantado.

— lo siento— respondo.

— ¿seguro que no quieres hacer un pacto?

— No gracias—  responde, haciendo un educado ademan con su mano antes de irse. Yo solo suspiro, pensando en lo raro que ha sido todo esto de contarle a Neil. Lo tomo todo con tanta calma, vamos incluso yo me desmaye.

— ah, mira en las situaciones que me metes.

— Pero yo no te meto nada… todavía— me toma unos segundos darme cuenta del doble sentido de sus palabras, haciendo que me sonroje.

— idiota.

— ¿Acaso te gustaría intentarlo?— me dice con lo que pretende ser un tono seductor. Por respuesta le lanzo un chorro de agua directo  a la cara— vale, entendí.

— no soy gay.

— que tengas sexo con otros hombres no te hace homo… creo— dice, y le veo ponerse serio pensando seguramente sobre esa cuestión.

— No me importa…— murmuro, sacado cualquier libro de la mochila para aparentar que nada pasa. Mis días de calma parece que han terminado.

Con todo eso que paso, el resto de día ha sido relativamente tranquilo. Deccal desapareció un par de horas en las que pude hacer mis deberes sin sus constantes preguntas o susurros sobre mi hombro que solo hacen que escriba respuestas tontas. Incluso pude darme un baño sin necesidad  de llevarme el agua bendita, aunque de igual manera use short porque Deccal tiene la mala costumbre de llegar en los momentos menos apropiados. No es hasta que estoy sentando en la sala que él vuelve a aparecer, sentado a mi lado y pasándome un brazo por los hombros despreocupadamente.   

—  Me gusta como huele tu cabello.

— aléjate de mí— gruño, buscando el atomizador… que está en la mesa más alejada de mi.

— oh, no… deja esa cosa donde esta— me dice, sujetándome.

— Suelta…— comenzamos un forcejeo en el sofá, donde intento no caer y a la vez librarme de Deccal.  Le suelto un codazo en el estomago antes de girarme, haciéndole caer del sofá— Ja— suelto, apresurándome.

— Eso debería decir yo— su mano sujeta el tobillo y me da tal jalón que termino tendido en el piso. ¡Eso debería ser trampa! Mira que eso es un golpe bajo y… y… me dejo remover cuando siento que su cuerpo me inmoviliza contra el suelo— ¿Hacemos cosas divertidas?— me susurra, y siento sus manos entrar en mi camisa. Sus manos siempre están heladas. Hay algo que no entiendo… cada que termino con él así, mi cuerpo deja de luchar, incluso en mi cabeza no hay nada… me da algo de miedo que pase eso. Y no solo es eso… mi cuerpo reacciona a sus caricias. Sé que solo es una reacción natural por las caricias que hace… pero no puedo evitar pensar…

— N-no…

— necesito practicar para cuando este en Íncubos y súcubos ¿No quieres ayudar?

— No…— sus labios besan mi mejilla— Neil… él…

— podemos invitarlo si te preocupa, yo no tengo problemas—antes de que por fin pueda gritarle por tal descaro, alguien toca la puerta. Ambos la miramos, yo muy desconcertado. Me alzo, dándole un empujón a Deccal, que solo chista los dientes.

— ¿Sí?— pregunto, abriendo un poco la puerta. Afuera ya está oscuro. No tengo una respuesta inmediata, sino que la puerta es empujada y abierta por completo. En la entrada esta una de las personas más extrañas que he visto. Con el cabello de color blanco, lo primero que pienso es un anciano, pero su rostro es muy juvenil, también de piel muy blanca. Y unos ojos azules, casi violetas que no me miran.

— ¿Tú escribiste esto?— en su mano extendida veo la nota que deje en la iglesia el otro día.                

Notas finales:

 

Sip, las consecuencias de esa nota llegaron. ¿Quien llego? eso hasta el siguiente capitulo :P

De seguro mas de uno se preguntara, ¿que rayos le pasa a Neil? Pues eso lo aclarare maaaas adelante, porque su problema sera el tema de algo mas que pienso escribir :D

Muchas gracias por leer!!


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