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Para no caer en tentación por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

 

 

¿Quieren saber quien es el recien llegado?? Pues... aqui esta!!

O como no hacer amigos. 


 


Cuando deje aquella nota en la iglesia, completamente desesperado y con mucho más miedo del que me gustaría admitir, jamás pensé que alguien como él fuera el enviado a mi llamado.  Con la luz de la casa, una vez que entro un poco, pude ver que su cabello no era exactamente blanco, sino rubio, un rubio muy clarísimo.


— ¿Fuiste tú?— pregunta de nuevo. Lleva una bufanda gris de lana que desentona bastante con la gabardina de piel negra que trae puesta.  Sus ojos buscan dentro, recorriendo todo lo que alcanza a ver.


— eh…


— ¿Qué pasa Eizam?— Deccal, en su forma de Derik, me abraza, mirando al recién llegado— ¿y este quién es?


— dejaste esta nota hace días en la iglesia, el sacerdote me mando a llamar para solucionar tu problema— solo entonces noto la empuñadura de la espada que trae en la espalda. Una muy grande. 


— ¿Otra vez haciendo travesuras cariño?— me dice Deccal, besándome la mejilla. No parece ni un poco inmutado sobre la presencia de este chico. Él nos mira por primera vez.


— ¿puedo pasar?


— c-claro— respondo, empujando un poco a Deccal— ¿eres… sacerdote?— pregunto, cuando entra y cierra la puerta detrás de él.


— No, pero trabajamos para la iglesia si nos ocupa— el trabajamos me hace imaginar que es más de una persona a la que se refiere.  Sus pesadas botas resuenan en el piso, y su gabardina tiene algunas correas y broches decorados en color verde claro, lo que sea que trae en los bolsillos hace un ruido tintineante.  


— ah…— la mano de Deccal me presiona el brazo, y yo lo tomo como una clase de advertencia.  No tengo manera de explicarle a Deccal que esto sucedió antes de que llegáramos al acuerdo, y que me había olvidado por completo de la nota que deje.  


— ¿Qué clase de problema tienes?


— en realidad, creo que pude librarme de… eso— murmuro, siendo tan poco convincente que Deccal rueda los ojos en un gesto exasperado.


— ¿es así?


— lamento que tuvieras que venir… eh…


— Clyne— me dice. Es algo difícil pensar con claridad en esta situación,  estoy acostumbrado a pensar solo en reacciones controladas, y esto no tiene nada de control ¿tener a alguien que viene a librarme de Deccal cuando ya tengo una convivencia más o menos tranquila con él? ahora que conozco un poco de su situación, me apena mandarle al infierno. No creo que el infierno sea el lugar para alguien, y si ese alguien no quiere estar ahí…


— Sí, lo lamento— me dirige una larga mirada, antes de asentir y darse la vuelta.


—  Si necesitas ayuda no dudes en acudir de nuevo a la iglesia— justo comienzo a relajarme, pues Clyne ya se va.


— tsk, otro perro de la iglesia— murmura Deccal, un tono tan bajo que con trabajos logre entenderle. Sin embargo, Clyne nunca llega a la puerta. Se gira, con un movimiento rápido y lanza algo contra Deccal, que cae hacia atrás.


— ¿Qué…?


— ¡Joder! ¡¿Qué rayos te pasa?!— me quedo con la boca abierta, mirando a Deccal, quien ha vuelto a tener su apariencia de demonio, cabello rosa y los cuernos negros.


— ¿pensaste que me habías engañado?  Engendro de Lucifer.


— Chico, no tengo tanta suerte— responde, apartándose con gracia un mechón de cabello de la cara— si así fuera no está aquí para empezar.


— cállate. Hare que dejes de atormentar a esta pobre alma— dice, llevando su mano a la empuñadura de la espada. Ese gesto me alarma, pero también me debato entre la idea de ya no tener a Deccal todo el día en casa, acosándome.


— Pero si él fue quien me invoco primero— Deccal sigue estando calmado, pero el ambiente se está poniendo pesado, e incluso la luz parpadea un poco.


— ¿En serio vas a exorcizarlo?— pregunto.


— Si, jamás volverá a molestarte, así que retrocede un poco que las cosas se van a poner muy feas.


— espera… ¿Quizá podamos sentarnos a hablarlo?— mi propuesta es tan tonta que hasta yo me siento ridículo.  No puedo dejar que le haga algo a Deccal ¿cierto? Quizá sea un demonio, se la pase acosándome y tocándome, pero es tan idiota que no se si pueda hacer algo realmente malo por sí solo.


— ¿ah? Solo hazte a un lado.


— ¿Quiin? ¿Qué está pasando?— la voz termina rompiendo un poco la tensión. Solo un poco porque después me alarma un poco que Neil esté aquí. Neil, con su cara inexpresiva y su tono aburrido.


— ah…— la cara de Clyne cambia de una seria y un poco amenazante a una de sorpresa y emoción— tú…


— ¿también es amigo suyo?


— ¡Eres tan lindo!— casi a la velocidad de luz, metafóricamente claro, Clyne se mueve hasta quedar frente a Neil y toma sus manos entre las suyas, incluso su cara tiene un leve sonrojo. Neil no hace nada. Yo estoy sacado de onda por el dramático cambio en Clyne. Mis ojos buscan a Deccal en busca de una explicación, pero el también luce sorprendido y cuándo nuestros ojos se encuentran solo se encoge de hombros— completamente mi tipo.


— ¿Tú hiciste eso?— pregunto.


— no. Pensaba en algo más asqueroso, pero eso no está nada mal ¿eh?


— ¿Quiin? Esto se está poniendo muy incómodo, ¿podría hacer algo con su amigo?— ahora solo logro escuchar la voz de Neil, pues Clyne lo ha abrazado y frota su mejilla contra la de Neil.


— Eh… lo intentare— volteo a ver a Deccal.


— ¿Por qué me miras a mí?


— hay que ayudar a Neil.


— él quería enviarme al infierno, si se queda embobado con tu amigo mejor para mi— ash, Deccal puede ser tan infantil— bien, bien. Se me ocurre algo— y con un leve chasquido aparece atrás de Clyne— oye…— Deccal y apenas le toca el hombro pero la reacción de Clyne sigue siendo veloz, de un mismo movimiento logra poner a Neil tras él y sacar su espada apuntándola al cuello de Deccal.


— No te acerques.


— Solo quiero hablar un poco— dice, levantando las manos en son de paz. Yo estoy algo incrédulo, pues se supone que Clyne debió defenderme a mi ¿no? Yo soy quien tiene su alma en inminente peligro, no Neil.


— no me interesa lo que un sucio demonio tenga que decirme.


— en realidad, estoy muy limpio… y creo que lo que te diré te interesa mucho… ¿Cuánto tiempo te van a dejar estar aquí? Digo, porque cuando me vaya, tu trabajo va a terminar en esta casa, y te mandaran a otro lado. No es muy diferente a lo que pasa conmigo.


— ¿y eso qué?


— Que ya no vas a ver a ese amigo raro de Eizam—  una expresión casi de pánico se hace presente en el rostro de Clyne. ¿Acaso estoy rodeado de idiotas? Una cosa es tener a un demonio que no asusta y hace tontería y media, menos lo que debe hacer un demonio, y otra un supuesto exorcista que se deja manipular por semejante tontería— veo que nos estamos entendiendo.


— Oye, esto es algo…— murmuro, a decir verdad ni siquiera sé que pensar de esto.


— mira, ese chico sin sentido de la moda de allá me permitió quedarme.  El muy listo no pidió nada y no puedo irme hasta que no pida algo, así que me quedare con la condición de comportarme más o menos bien.


— ¿Cómo quieres que crea en la palabra de un demonio?


— ah, bien eso ya depende de ti. Pero yo no pienso volver al infierno pronto— Deccal se cruza de brazos— ¿así que porque no hacemos una tregua?


— ¿Tregua?— La mirada inquisitiva que Clyne le dirige a Deccal me deja muy en claro que no está convencido aun de eso, pero también le dirige una mirada anhelante a Neil. ¿Qué es lo que le pasa a esos dos?— está bien, pero no te atrevas a ponerle tus sucias manos encima.


— mis manos están muy limpias.


— Creo que acaba de pasar algo muy desagradable— la voz de Neil es apenas un murmullo acallado por los reclamos de Deccal y Clyne.  


 


Los días pasan rápido cuando hay tanto alboroto en casa. Aunque Clyne no se está quedando en la misma casa, pasa la mayor parte de la tarde ahí, vigilando que Deccal no se acerque a Neil.  Por su parte, Deccal ignora la mayor parte del tiempo a Clyne. Para ser sinceros, Deccal sigue intentando que le pida algo y así poder llevarse mi alma al infierno.  


— ¿Otra vez?— murmuro, al salir de la universidad y ver el auto en él que Deccal se pasea por ahí. Él esta reclinado, charlando con algunos curiosos que se detienen a preguntarle sobre el auto.


— Ah, ¡Eizam!— cuando está en esa forma,  Deccal parece muy humano… aunque cualquiera lo parecencia si no tiene cuernos ni cola. Es increíble cómo puede uno acostumbrarse a las situaciones más inverosímiles que hay. Me dirijo sin problemas hacia “Derik”.


— solo vámonos.


— Como digas— dice, dándoles vuelta a las llaves en su mano. El auto es increíble a decir verdad, pero aun no me llama la suficiente atención como para vender mi alma por uno así. El hecho de que ahora muchas personas me hablen tampoco me motiva mucho. De hecho, me incomoda bastante ser el centro de atención.     


— ¿A dónde vamos?— pregunto, frunciendo el ceño al notar que no es la dirección de casa.


— tu amigo salió temprano hoy, y ese exorcista está en casa. No tengo ganas de aguantarle sus descaradas insinuaciones.


— Tú eres peor— murmuro— además Clyne no está haciendo nada raro… creo. Neil es más valiente de lo que pensé— yo no soporto estar una hora con Deccal, y él no dice absolutamente nada mientras Clyne está con él, preguntando, abrazando, estrujando…


— ah, pero al menos yo lo hago en privado.


— eso no te hace mejor— Deccal suelta una risa.  No vivo precisamente en Londres, así que cuando Deccal toma el camino hacia allá, vaya, pues sé a dónde vamos.  En todo el camino el rock pesado nos acompaña.  No sé muy bien qué es lo pretende Deccal en esta ocasión, y como ya es costumbre traigo el agua bendita en el atomizador— ¿A dónde vamos?— pregunto otra vez.


— No sé, disfruta el viaje— me dice. ¿Qué me relaje? Estoy en un auto robado camino a  quien sabe dónde con un demonio, creo que no es el mejor momento para decir eso. Deccal solo se detiene cuando le digo que tengo hambre y quiero comer algo, después de eso me obliga a seguirle por las calles nubladas de Londres.


— oye, parece que lloverá.


— ¿temes enfermar? Puedo hacerte inmortal…. Por algunos años.


— ¡entonces no es inmortal!— reclamo— además ¿Quién quiere vivir para siempre?— la expresión alegre de Deccal se desvanece por unos momentos.


— Sí, ¿Quién quiere?— en esos momentos caminamos por el puente de Londres, y Deccal se detiene, reclinándose para ver cómo se reflejan las nubes—  es muy interesante esta vista. Cambio mucho desde la última vez que estuve aquí—  oh… claro, Deccal debe haber vivido muchísimos años.


— ¿Cómo es? Vivir tanto…


— triste. Todo pierde emoción con los años. Años y años de lo mismo terminan cansando. O quizá yo tengo algo mal— incluso yo puedo ver su mirada melancólica. 


— ¿no eres como otros demonios?


— eh… sí. Pero soy el único que se queja y trata de hacer las cosas distintas, no todo sale bien, pero eso es otra cosa. Se supone que debemos estar conforme con lo que somos, pero rayos…


— ¿no quieres… no quieres ser un demonio?


— ¿tú lo querrías? Suena interesante cuando ves películas o lees libros humanos, pero es distinto cuando sirves a los regentes del inferno.


— lo siento…


— aun voy a llevarme tu alma.


— Cállate— le doy un golpe, pero no muy fuerte. Antes ya había notado que Deccal no era muy convencional para un demonio y que no estaba conforme con lo que hacía, pero esto… debe ser muy difícil,  siento algo de pena por él.


— eres realmente imposible. Como un reto… pero eres agradable cuando no me rompes la nariz o me bañas en agua bendita.


— no lo haría si te comportaras— gruño.


— nunca me había quedado con un humano tanto… con un humano que sepa que es lo que soy.


— ¿no pueden?


— Nadie  nos dice que no, pero trabajo es trabajo— dice suspirando— es bueno tomarse unas vacaciones— su sonrisa reaparece, pero yo ya no estoy tranquilo ¿Cómo estarlo cuando sé que Deccal no hace otra cosa más que fingir? Ahora que se  un poco más sobre él, es obvio que su sonrisa es falsa. Por muy malo que sea, nadie debe sufrir eso…— vayamos a comer algo por ahí.


— no traje mucho dinero, lo gaste en la parada.


— eso no sería problema si pidieras ser millonario.


— No voy a pedir nada de eso— repito, esa frase la he repetido tanto últimamente que ya se siente como un buenos días.


— como digas, yo invito esta vez.


— eso va a costarme después ¿no?


— quizá. No te preocupes por el futuro— cuando Deccal me pasa el brazo por los hombros, ni siquiera siento que sea un demonio.


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  Ni los demonios ni los ángeles podemos estar mucho tiempo con los humanos. No porque sean malos o buenos, ni porque tengamos otras cosas que hacer.  Los humanos son libres… y eso es algo que envidiamos los demonios. Muchos solo lo ignoran y se limitan a seguir con la misma rutina de hace milenios.  Los humanos pueden ir a donde quieran, cuando quieran. Pueden elegir en donde quieren trabajar y cuando dinero tener. Con quien dormir, con quien hacer una familia.


— ¿Deccal?


— Odio la salsa captsu— respondo, aun si no es lo que Eizam me pregunto.  Todo mi problema inicio de observar mucho a los humanos, de ver lo que ellos hacían y yo no podía. Por eso los odiaba, me causan desprecio. 


— A mí tampoco me gusta— nunca había vivido de esta forma, y ahora más que nunca odio mi trabajo. No porque Eizam sea una buena persona, sino porque él no tiene nada que rendirle a nadie. Eizam tiene un alma bastante noble para un humano, o quizá aún es muy ingenuo, o yo ya he visto de todo.


— Será mejor que nos vayamos ya, llegaremos de madrugada y con suerte ese perro de la iglesia ya se habrá ido—  me di cuenta de cómo era Eizam a los días de que tenía viviendo aquí, como a pesar de ser lo que soy,  me trata como un… humano. Dejo de tenerme miedo, y mi presencia a penas y lo altera. No es el único, con mi apariencia humana en esa escuela, he hablado con más humanos de los que puedo recordar. Todos son agradables, sin preocupaciones sobre lo que pasara cuando llegue el momento de regresar al infierno— me apena sacarte vestido así.


— no me hubieras sacado.


— No tengo otros amigos— no sé si exista algo como la amistad entre los demonios, digo, somos demonios, nuestra naturaleza es todo lo contrario a cosas como la bondad, amistad, amor.


— ¿amigos?


— supongo que eres algo así ¿no? Derik es tu amigo.


— oh, eso— el regreso en el auto súper rápido es en silencio, ni siquiera pongo la música— yo tampoco tengo muchos amigos— me dice, ya cuando estamos entrando a la casa, que esta oscura, sola.


— eso lo pude ver desde que llegue.


—  oh, calla, lo que quiero decir es que no se necesita tener muchos amigos… y tú no eres tan malo.


— ¿tan malo? Oye, eso es un insulto— digo, burlándome de él. Su expresión se pone angustiada unos momentos, antes de que note que solo estoy jugando.


— No eres para nada como un demonio. Eres muy idiota y haces todo sin pensar, quizá por eso las cosas no te salen bien— le observo mientras levanta un poco los lentes y se frota los ojos, bostezando— estoy feliz de que no te lleves mi alma— una sonrisa aparece en sus labios. ¿Por qué es amable conmigo? Yo no podría ser amable con nadie, en realidad. Ni siquiera en estos momentos que me quedo con él, solo pienso en mi propio beneficio. No me preocupa si su alma va al infierno o no.


— creo que estas muy dormido ya.


— si… voy a dormir— su cara es de sueño total, y camina tambaleándose por las escaleras. Yo no necesito dormir expresamente, pero es agradable hacerlo.  Es raro lo que pasa ahora conmigo, como si quisiera sentir algo que no puedo, y que al final me termina resultando desagradable. Hace mucho que me termine acostumbrando a mi vida, pero eso no impide que trate de hacer cosas diferentes cada vez que puedo.


— pero que…— la puerta del cuarto del amigo de Eizam esta bañada en agua bendita y tiene dos crucifijos clavados en la entrada. Ese exorcista… como si sintiera el mismo interés que él por ese chico.


Me sorprende el hecho de que nadie más haya aparecido por aquí en busca de mi, conociendo a lord Astaroth. Debe estar verdaderamente ocupado para que no haya reparado en mi prolongada ausencia. Y ahora mismo yo quiero experimentar más en el mundo humano. Acostado en la cama, medito sobre la última charla con Eizam… es el primer ser pensante que escucha mis reclamos sin burlarse o regañarme. Ja, que humano tan simpático.


— Deccal…


— ¿Qué quieres, Unsere?— la aparición de Unsere, como salida del aire no me sobresalta.


— vuelve al infierno.


— ¿volver? No, aun no tengo el alma de ese humano.


— acabo de ver lo que hiciste… las cosas no saldrán bien, Deccal. Regresa ahora y pídele a lord Astaroth otra oportunidad— su tono es serio, no sé lo que piensa al respecto sobre lo que hago pero sé que no tiene interés verdadero en mí, algo más debe estarla inquietando.


—no voy a pedirle nada a nadie. No  volveré aun.


— Deccal…


— ¿puedes ver el futuro? No, déjame en paz.


— Te lo advertí— susurra antes de desaparecer.  Suspiro, dándome la vuelta en la cama. Yo seguiré haciendo las cosas no a la manera de Unsere, o lord Astaroth. Las cosas las hago a mi manera.      


 

Notas finales:

 

Bueno, espero no decepcionarles XD, porque ya que estamos haciendo las cosas diferentes, pues todo de una vez :P. ojala les guste.

Muchas gracias a las personas que comentan ^^, me hacen muy feliz con sus comentarios :D, tambien gracias por leer.

Hasta la proxima!!


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