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Un diablillo se coló en mi vida. por Fullbuster

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Para cuando Tetsu abrió los ojos, todo estaba oscuro y se sentía agarrado a algo. Le costó varios segundos darse cuenta de que estaba en el coche. Las iluminadas farolas pasaban a gran velocidad por su ventanilla y antes de mirar al conductor, se fijó en su cinturón de seguridad que agarraba la silla para niños al asiento trasero.


Se restregó los ojos con sus manitas observando una vez más la ventanilla. No reconocía el lugar, pero al ver a Aomine al volante, supuso al instante que iban hacia su casa. Seguramente se había quedado dormido en casa de Kagami.


- Por fin despiertas dormilón – escuchó la voz de Daiki y sonrió.


- ¿Cuánto he dormido?


- Un par de horas. Espero que luego puedas dormirte otra vez. ¿Tienes hambre? Puedo parar a comprar algo para cenar si quieres.


- Sí tengo un poco de hambre. ¿Qué vamos a cenar?


- No sé. ¿Qué quieres que pidamos?


- Hamburguesa y batido de vainilla – sonrió Tetsu.


- De acuerdo, pues vayamos para allí.


- ¿Hoy no va a venir Kagami a casa?


- No Tetsu. Kagami trabaja mañana y nosotros nos iremos en bicicleta. Kagami me ha dicho que montas muy bien, se ha echado muchos halagos diciendo lo buen profesor que era. ¿Tan buen profesor era? – sonrió Aomine sacando una gran sonrisa del pequeño.


- Sí.


- Me alegro.


Aomine detuvo el coche frente a un local de comida rápida. Pidió unas cuantas hamburguesas con patatas y volvió a conducir hacia casa. A Tetsu ya le había quedado claro… que la cocina no era algo que Aomine controlase y en parte, le hacía gracia. La ventaja para Tetsu, es que sabía que esas pequeñas diferencias es lo que acabaría ayudándole a unir a ambos. Era fácil pedirle a Kagami que enseñase a cocinar a Aomine, con tan sólo alegar a su salud, Kagami vendría todos los días y eso… era tiempo que pasarían juntos. Estaba convencido, que si conseguía que pasaran más tiempo juntos… la chispa que ya estaba surgiendo, prendería con mayor fuerza.


Una vez en casa, los dos cenaron con tranquilidad. Aomine pensaba alguna forma de abordar el tema de la familia con Tetsu, pero no quería presionar, así que allí estaba, en esa encrucijada de cómo iniciar una conversación que seguramente Tetsu… no quería sacar. Quizá debería esperar al día siguiente, con la vuelta en bici era posible que se ablandara un poco.


Esa noche, Aomine tuvo que leer el cuento como cinco veces hasta que Tetsu se durmió pese a que él estaba muerto del sueño. Mientras a él se le cerraban los ojos, ese pequeño seguía con los ojos bien abiertos y zarandeando a Daiki para despertarle y que siguiera con el libro. Al final, Daiki acabó dormido junto a Tetsu, con el libro sobre su pecho y la luz de la mesilla encendida. Tan sólo el despertador consiguió que ambos abrieran los ojos a las ocho de la mañana.


El desayuno fue completo, Aomine sabía perfectamente que les esperaba un largo recorrido con la bici, así que había que coger fuerzas. Kise fue el primero en llegar perfectamente arreglado con su vestimenta para montar en bici y subió al apartamento a desayunar con ellos. Al verle, Aomine no pudo evitar dejar escapar una sonrisa pícara.


- ¿Enserio sigues pensando en esto como una carrera? – preguntó Aomine.


- Sí, tengo que ganarte.


- Ya te lo dije, este año voy con Tetsu, de hecho ni siquiera llevo la indumentaria.


- ¿Piensas ir con esa camiseta corta?


- Sí.


- Pero no es especial para bicis.


- Ya lo sé – sonrió Aomine – pero voy de paseo, nada de competir.


Kise les acompañó al garaje para coger las bicis y los tres juntos salieron del parking ya en sus bicis. Aomine tuvo que poner su mano en la espalda del pequeño Tetsu y ayudarle a subir la rampa de salida, pero una vez arriba, al ver que el pequeño empezaba a pedalear con más suavidad, soltó su espalda colocándose a su lado.


- ¿Vas bien? – preguntó Aomine con una sonrisa. Tetsu sonrió a la vez que asentía con la cabeza.


Circulaban por la calle, terminando de rodear las vallas del parque, cuando Akashi junto al resto del equipo se unió a ellos. Kise no pudo remediar mirar aquel bote de cartón blanco con tapa transparente donde llevaba el café. Sonrió y es que últimamente, Akashi se cruzaba media ciudad sólo para ir a esa cafetería a por un café.


- ¿Tan bueno está el café de ese local? – preguntó Kise – llevo viéndote toda la semana comprar allí el café y no es que te pille precisamente cerca de tu casa. ¿Te levantas una hora antes para evitar el atasco de las mañanas y comprar el café o qué?


- Qué más te da – se puso a la defensiva Akashi.


Kise, no contento con aquella respuesta pero habiendo llamado la atención del resto de sus compañeros, se agachó levemente hasta la barra del medio de la bici de Akashi sacando el bote de café que llevaba donde debería estar la cantimplora.


- Ey, devuélvemelo – le gritó Akashi enfadado.


- Tengo que probarlo – dijo con una sonrisa dando el primer sorbo al café, sorbo que acabó escupiendo para el asombro de todos – esto es asqueroso, es el peor café que he tomado en mi vida. Esto es imposible que te guste.


- Me gusta el café – dijo Akashi levemente sonrojado.


- No es cierto. ¿Hay una chica con la que intentas ligar? – sonrió con picardía Kise – no puede haber otra excusa para que vayas todas las mañanas a comprar un horrible café. ¿Es que no sabe preparar café?


- Pues no – dijo al final Akashi – el pobre no tiene muchos clientes en su turno.


- Y no me extraña. ¿Es lástima o es que te gusta el chico? – sonrió Kise de nuevo sonrojando una vez más a su capitán.


Akashi algo enfadado y viéndose descubierto, le quitó el vaso de la mano y lo dejó nuevamente en el lugar de la cantimplora acelerando un poco el paso hasta ponerse a la altura de Murasakibara.


- ¿Se ha enojado conmigo? – preguntó Kise hacia Aomine.


- Ya sabes cómo es Akashi. No le gusta hablar de su vida privada.


- Ya pero… hoy está algo más tenso que de costumbre. ¿Habrá pasado algo con su padre?


- No lo sé. Su padre no quiere que sea policía, pero aquí está Akashi. Imagino que habrán tenido alguna de sus típicas discusiones. No le des importancia.


***


Kagami entraba a las seis de la mañana por la base. Todos sus compañeros se encontraban en los vestuarios cambiándose pero en cuanto el pelirrojo entró, todas las miradas se fijaron en él dejando lo que estaban haciendo. No era un secreto para nadie que había pedido la custodia de ese niño y se morían de curiosidad por saber cómo había ido la convivencia esos días de descanso que había tenido.


- ¿Cómo es? – preguntó Teppei agarrándole por la espalda.


- Pues… es un niño muy agradable y Aomine es… diferente a como lo esperaba.


- ¿Aomine? – preguntó Teppei confundido – espera… yo creía que Himuro y tú ibais a tener la custodia. ¿Quién es Aomine?


- Es el policía que le hizo las pruebas psicológicas a Tetsu. Es él quien tiene la custodia total, yo sólo… lo tengo a veces cuando él trabaja. Pero es un buen chico… aunque no sabe cocinar – sonrió Kagami – tuve que prepararle la cena el otro día.


Todos los compañeros se quedaron absortos un segundo sin decir lo que estaban pensando pero… ¿Cuánto tiempo hacía que no veían aquella sonrisa en Kagami? Desde luego hacía años, desde que Himuro se había centrado demasiado en su trabajo y había descuidado sin querer aquella relación que todos pensaban era muy sólida.


Kagami aprovechó las dos horas de ejercicios en el gimnasio de la base para contarles a sus compañeros las vivencias de los últimos días con Tetsu, pero a nadie se le escapó lo mucho que nombraba a Aomine y las sonrisas que dibujaba junto a ese brillo en los ojos. Aun así, nadie dijo nada. Cuando Kagami se fue a la ducha, es cuando el silencio se arruinó.


- ¿A alguien más le parece extraña esa relación? – preguntó Teppei – me suena como… si Kagami y ese tal Aomine fueran un matrimonio.


- Pero un matrimonio viviendo en casas separadas – sonrió Junpei – hacía mucho que no veía a Kagami tan animado.


- Si, lo sé. Me alegra verle así pero… creo que no se ha dado cuenta que está empezando a sentir algo por ese otro chico.


- Es mejor que no nos metamos en ese asunto – insistió Junpei – es un tema de Kagami. Todos sabemos que han pasado sus crisis, pero tanto Himuro como Kagami siempre han sabido arreglarlo. Quizá sólo esté muy animado por el niño.


- Sí, es posible… pero no sé. Habla de ellos como si fueran su familia, los dos, no sólo de ese niño.


A las diez de la mañana, es cuando cogieron uno de los coches y se marcharon a su zona a controlar. Debían estar allí preparados por si surgía algún altercado, pese a que los enfermeros estaban por todos lados y las calles cortadas al tráfico, por lo que no debería suceder nada que les concerniese a ellos, pero allí estaban, por prevención. Kagami supo enseguida que hoy… sería un día aburrido.


Llevaba casi una hora viendo pasar gente en bicicleta. Algunos aceleraban para ser los primeros y muchos otros, simplemente disfrutaban de un día en familia. A él le habría gustado tener libre y haber podido acompañar a Tetsu, pero no… él debía trabajar. Al menos se alegraba que Aomine sí hubiera podido ir. Adoraba a ese niño, los dos le adoraban. Estaba absorto en el recuerdo cuando enseñó a Tetsu a montar en bici, que tan sólo ver una mano que se levantaba entre la multitud y le saludaba le hizo salir de aquella ensoñación. Era Aomine y la sonrisa se le dibujó al instante. Elevó la mano también para asombro de sus compañeros y les saludó. Seguramente iban hacia el parque de al lado a sentarse a almorzar. Aomine llevaba esa mochila en su espalda y los que le acompañaban parecían sus compañeros, aquellos que vio en la fotografía de su casa en la cancha de baloncesto.


- Así que ese es el tal Aomine – susurró Teppei a su lado – es atractivo.


- ¿No me digas que te estás fijando en él?


- No… yo sólo digo… que es atractivo. Además yo estoy muy a gusto con Riko.


- ¿Esperabas otra cosa? – preguntó Kagami con una sonrisa.


- No lo esperaba moreno y con espectaculares ojos azules – le añadió con una sonrisa – es… atrayente, no te lo discuto.


- No me atrae – le dijo Kagami con un leve sonrojo al darse cuenta de la insinuación de su capitán.


- ¿Seguro? Sonríes cuando le ves, se te ilumina la mirada, tenéis un niño juntos – sonrió – creo que estás viendo en él la familia que tanto deseas y que tu novio se niega a darte, y lo reconozco… parece que él tiene tú mismo interés por ese niño y por la idea de formar una familia.


- No inventes cosas Teppei – sonrió Kagami – Aomine y yo somos amigos, sólo eso. Compartimos la custodia de Tetsu pero yo amo a Himuro. No siento atracción por él.


- Si tú lo dices – sonrió Teppei dándole una palmada en la espalda – pero desde aquí fuera… parecéis una familia.


- Custodia compartida ¿Recuerdas?


- Vale… podría pensar la gente que os habéis divorciado, aunque a buenas al parecer por cómo os lleváis. A todo el que le preguntases… estoy convencido que pensarían que ese chico de ahí, es tu pareja.


- No digas tonterías, todos saben que estoy con Himuro.


- Y también saben que perdiste la sonrisa con él hace mucho tiempo – susurró Teppei a su oído marchándose hacia sus compañeros, dejando a un Kagami pensativo que veía cómo Aomine ayudaba a Tetsu a subir una de las cuestas empujándole por la espalda.


Era posible que sintiera algo por Aomine, algo que se negaba a asimilar. Él siempre había amado a Himuro pero tenían razón sus compañeros, hacía mucho tiempo que no era completamente feliz, no cómo cuando iniciaron la relación. Himuro ya apenas tenía tiempo para la familia que él quería formar, tan sólo había trabajo en su vida y ahí estaba Aomine, ese chico que se había colado en su vida enseñándole ese instinto paternalista que tenía y que él buscaba. Quizá sí se sentía un poco atraído por ese moreno, por su actitud, por su forma de comportarse y tenía razón Teppei… era atractivo y eso no ayudaba a esta confusión que ahora mismo… empezaba a sentir.


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