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Un diablillo se coló en mi vida. por Fullbuster

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Todos estaban en el gimnasio de la base, pero tan sólo Kagami parecía estar completamente ausente. Pese a ese extraño comportamiento y las miradas atentas hacia el pelirrojo, ninguno de sus compañeros se atrevía a pronunciar palabra alguna. Todas sabían que algo había ocurrido y lo sabían más que nada por la forma en que pedaleaba en aquella bicicleta estática de la cual… pronto acabaría echando humo si seguía así.

 

- ¿Le ha ocurrido algo? – preguntó uno de sus compañeros a Teppei.

 

- Imagino que algo con Himuro o algo con Aomine.

 

- No debe ser fácil su situación – susurró sin apartar sus ojos del pelirrojo.

 

- No. En un día todo su mundo se ha venido abajo. Démosle un poco de espacio.

 

Ambos iban a marcharse del gimnasio, dejando a Kagami a solas para que eliminase su frustración con aquel frenético ejercicio cuando la alarma de incendios sonó en el parque. Los pedales de la bicicleta estática dejaron de moverse pese a que el ruido de la cadena seguía en marcha. Todos se miraron sorprendidos, sin saber qué equipo de los del parque respondería. Teppei estuvo a punto de pasarle el encargo a otro equipo por la situación de Kagami, pero al ver que se bajaba de la bicicleta limpiándose el sudor del rostro con una toalla, suspiró y tomó la llamada para su equipo.

 

- ¿A qué estáis esperando? – preguntó Kagami al pasar por al lado de ambos chicos - ¿Vais a responder o vais a dejar que otro equipo vaya?

 

- Preferiría no ir – dijo Teppei pero Kagami se dio cuenta que era por él y su estado de ánimo.

 

- No me vengas con esas, mis asuntos personales están muy lejos de mi trabajo. Estoy perfectamente para trabajar.

 

- De acuerdo – fueron las últimas palabras de Teppei – aunque no lo parece – susurró hacia su compañero una vez Kagami se había marchado hacia las escaleras que conducían al garaje donde les esperaba el camión.

 

Todos los compañeros se habían cambiado con rapidez y entraban en el camión mientras observaban cómo Kagami y su capitán subían también algo más retrasados. Nadie estaba por la labor de decir nada al ver el rostro de Kagami. Durante el trayecto, desde base iban explicándoles el viento que había y la peligrosidad del incendio para cuando llegasen. También les explicaron por donde entrar a la calle para evitar el humo y su propagación.

 

Kagami se preparaba mentalmente para cualquier cosa en ese incendio. Una nave industrial abandonada que parecía prender con rapidez. Seguramente actuarían como de costumbre, confinar a la gente evitando que salieran de sus casas hasta nueva orden, enfriar el tejado de la nave y entrar en busca de posibles víctimas si es que les indicaban la posibilidad de que hubiera alguien, sino, simplemente tratarían de frenar el incendio y en caso de ser demasiado, evitar que se propagase hasta que las llamas consumieran por completo la edificación. Sería una larga noche y suspiró al pensarlo.

 

Era muy evidente que Kagami había pensado en mil opciones que podría encontrarse en aquel incendio, pero al bajar del camión y ver el todoterreno oscuro de la brigada de asalto de la policía, algo no le cuadró. Sus ojos se abrieron como platos y no pudo evitar fijarse en el rubio que buscaba su casco para colocárselo y en cómo montaba el arma de francotirador mientras escuchaba las explicaciones de un bajito pelirrojo.

 

- Parece que no somos los únicos a los que le ha sonado la alarma – dijo Teppei.

 

- ¿Qué estarán haciendo aquí? – preguntó confuso Kagami – no deberían estar aquí, esto es jurisdicción nuestra, ellos no pueden entrar en un edificio en llamas.

 

- Pues no creo que estén por la labor de escuchar – dijo uno de los compañeros de Kagami.

 

Teppei fue el primero en acercarse hacia el grupo de policías fuertemente defendidos con aquellos chalecos y que no parecían muy contentos. Kagami no pudo evitar acercarse también un poco para escuchar la conversación pese a que no quería estar demasiado próximo por si aparecía Aomine. Ya había tenido bastante de él aquella mañana. Le había dejado muy claro que había renunciado a su novio por una simple noche de sexo sin compromiso, algo que le dolía demasiado.

 

- ¿Qué estáis haciendo vosotros aquí? – preguntó Teppei sorprendido.

 

- Hemos venido a por uno de los nuestros. Está en el interior de la fábrica.

 

- Entonces nosotros le sacaremos.

 

- De eso nada, mi equipo está preparado para entrar y actuar.

 

- No lo pongo en duda, os entrenan para lograr los imposibles pero… el incendio es nuestra jurisdicción. Dejadnos actuar primero y luego podréis entrar sin peligro.

 

Akashi fijó sus ojos en Kagami, que parecía no querer estar muy pendiente de aquella conversación. Al ver aquello, Akashi suspiró y mandó a Kise a la azotea del edificio de enfrente por si salía alguien sospechoso. Su misión aniquilar a todo el que saliera de aquellos que habían secuestrado a su compañero. Tras informar de aquello y ver cómo Kise salía corriendo cubriendo su rostro con el casco, se giró hacia Kagami.

 

- Es Aomine el que está ahí dentro – le susurró – lo que voy a decirte es confidencial.

 

Kagami se sorprendió al escuchar todo aquello y empezó a sospechar el motivo por el que aquel moreno lo había alejado con tan poca sutileza aquella mañana. Ese desgraciado sabía algo de todo lo que estaba pasando y no se lo había dicho.

 

- Será imbécil – dejó escapar Kagami en cuanto Akashi terminó de explicarle la situación que estaba viviendo Aomine con todo aquel asunto – entraré a por él y lo sacaré de ahí.

 

- Confío en ti – dijo Akashi – porque si no lo sacas… entraremos nosotros mismos a por él pese a que no seamos bomberos ¿Queda claro?

 

- Lo sacaré – aseguró endureciendo la mirada – y tendrá que explicarme muchas cosas.

 

Por primera vez en mucho tiempo, Kagami empezaba a entender ese afán protector de Aomine. Seguía siendo un buen chico que no había dudado ni por asomo en protegerle de todo aquel lío en cuanto se enteró. Lo peor de todo, es que se sentía como un completo imbécil. Conocía a Aomine, sabía que era un chico dulce y comprensible pero aún así, había caído por completo en su juego, se había creído que era un capullo cuando tan sólo le estaba protegiendo de todo aquel problema. Se sentía demasiado estúpido en aquel instante.

 

***

 

Aomine abrió los ojos. Todo estaba oscuro en la sala donde se encontraba, sin embargo, olía a humo y podía ver tras la ranura de la puerta una luz anaranjada. Supo que el plan de aquellos tipos estaba en marcha. Se movió con brusquedad en la silla pero las cuerdas no se desataron ni se ablandaron.

 

- Joder – pensó mentalmente al no poder pronunciar las palabras por la mordaza. Se movió con fuerza nuevamente haciéndose daño en las muñecas hasta que estas sangraron, pero nada consiguió con aquellos movimientos excepto el dolor que le provocaba.

 

De reojo aún podía ver aquella escopeta cargada y dispuesta a disparar a la persona que abriera la puerta de la habitación donde él estaba retenido. Trató de mover la silla para interponerse en mitad de la trayectoria, pero las esposas atadas a su pierna y contra el radiador, le impedía atravesarse en la trayectoria de la bala.

 

Lo intentó una y otra vez, cada vez con mayor fuerza a medida que escuchaba voces por el pasillo. Alguien se acercaba e imaginaba que serían los bomberos o quizá sus propios compañeros que le habrían rastreado. El terror se apoderó de él al darse cuenta que pronto estarían tras su puerta, que abrirían sin saber lo que había tras él.

 

Su respiración se detuvo al ver cómo bajaba la manivela de la puerta, al darse cuenta que ya estaban allí y que nadie podría impedir que esa puerta se abriera. Nunca antes había sentido tanto miedo como en aquel instante. Podría ser un compañero suyo o uno de Kagami, podría ser el propio Kagami y entonces supo que quizá no había servido de nada haberle dicho todas aquellas cosas por la mañana.

 

Le había hecho daño pero era la única forma de mantenerle alejado de toda aquella situación, mantenerle separado de su familia, de esa familia a la que nunca conoció pero que siempre parecía perseguirle. Su pasado siempre estaría allí. Él tan sólo quería apartar a todos de los problemas pero no podía por mucho que lo intentase. Nunca había mantenido una relación seria con nadie preocupado por su familia, por su origen.

 

La manivela empezó a bajar y por mucho que Aomine quiso hablar, la mordaza de lo impidió. Podía escuchar el ruido del interruptor del gatillo, cedía lentamente movido por aquella cuerda atada a él y que le unía con la puerta.

 

Los ojos de Aomine se abrieron como platos al ver cómo la puerta empezaba a abrirse pero cogiendo impulso, consiguió inclinar la silla lo necesario para interponerse en mitad de la trayectoria. El disparo fue lo único que se escuchó, pero fue Teppei el primero en ver cómo aquella silla ligeramente inclinada, volvía a su posición original volviendo a tocar las cuatro patas el suelo.

 

La sorpresa le inundó al ver la escopeta tras aquel chico pero no pudo hacer ni decir nada cuando abruptamente fue apartado por un preocupado Kagami que salió corriendo hacia el moreno tras escuchar el disparo.

 

- Aomine – se escuchó gritar a Kagami quién se acercaba hasta el moreno.

 

Su mano fue instintivamente al pecho de Aomine tratando de parar la hemorragia. Había interceptado la bala que iba para ellos y ahora se desangraba en aquella silla. Ni siquiera estaba consciente, daba igual lo que le hablase, lo que le suplicase que se quedase allí con ellos, él no podía oírle.

 

- Hay que sacarlo de aquí – dijo Teppei acercándose a la silla para desatar los nudos que le retenían – avisa por radio a la ambulancia, que esté preparada para cuando salgamos.

 

- Vamos Daiki, aguanta un poco – intentaba animarle Kagami pese a que Aomine seguía inconsciente.

 

- Kagami, no puede escucharte. Haz lo que te he dicho, llama a la ambulancia. Se desangra.

 

El pelirrojo levantó la mano hacia su nariz limpiándose con sutileza el moquillo que le caía y las lágrimas que brotaban de sus ojos. Nunca jamás habría podido imaginar una situación como aquella y ese chico había preferido ponerse en medio de una bala para protegerles. Con dolor y preocupación, cogió la radio y habló hacia sus compañeros de fuera.

 

- Necesitamos una ambulancia y un equipo médico preparado a nuestra salida. Llevamos un herido de bala… se está desangrando.

 

Teppei fue quién cargó con un Aomine ya desatado y lo sacó de aquella fábrica que parecía el mismo infierno por las intensas llamas. Todos los compañeros de Aomine esperaban fuera pacientemente pese a la preocupación tras haber escuchado las palabras por la radio. El equipo médico no tardó ni dos segundos en desplegar la camilla y subir a Aomine en ella en cuanto salieron los bomberos con él.

 

Kagami aún podía escuchar todos los términos médicos que estaban empleando, las inyecciones, cómo trataban de taponar la herida, cómo intentaban reanimarle y eliminar la sangre que colapsaba su pulmón. De todo lo que dijeron, tan sólo pudo entender una cosa… estaba grave y es que la bala había atravesado su pulmón izquierdo. 


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