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Un diablillo se coló en mi vida. por Fullbuster

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Incluso para un niño de seis años, era visible aquel tenso ambiente. Algunas veces ya había pensado que él podía ser el problema en las familias que visitaba. Podía quedarse unos meses y todos parecían contentos, pero siempre llegaba un día en que le hacían recoger sus cosas, hacer las maletas y regresar al orfanato. ¿Por qué cambiaban las familias de opinión respecto a él? Quizá por eso ya no había deshecho la maleta en la casa de Aomine, temía que él también lo echase como hacían los demás. Ahora mismo en la casa de Taiga, veía exactamente lo mismo que en el resto de familias en las que había estado. Los rumores, las conversaciones en privado, los secretos… eso sólo significaba una cosa, que no era bien recibido.


- Siéntate, Tetsu, será sólo un momento – comentó Taiga indicándole el sofá.


Kagami acompañó a Himuro hacia la cocina y cerró la puerta corredera de cristal tratando de evitar que se escuchase mucho, aun así, Tetsu podía oír algunas palabras. El pequeño miró el sofá y luego a “Tetsuya dos” y decidió que prefería no sentarse en el sofá por miedo a que también le riñeran a él por hacer algo incorrecto o estropear algo de la casa. Se sentó en el suelo y esperó a que el perro fuera hasta él y se sentase a su lado lamiéndole la mejilla.


- ¿Un perro, Kagami? ¿Cómo se te ocurre traer un perro a mi casa?


- Oh, discúlpame, creí que era nuestra casa. Lamento la confusión.


-  Kagami – trató de arreglar Himuro bajando el tono de voz – sí, vale… lo siento, es nuestra casa, pero debiste consultarlo.


- Lo intenté, pero tu secretaria tenía órdenes tuyas de no pasarte llamadas.


- Estaba en una reunión importante.


- ¿Más importante que yo y los asuntos de familia?


- No es un asunto de familia – aclaró Himuro – no es nuestra familia, Kagami, fíjate bien, ese chico tiene un tutor legal y no eres tú ni yo, es ese tal Aomine.


- Pero está bajo mi cuidado y responsabilidad en los turnos, por lo que me gustaría que tuviera una estancia agradable mientras esté por aquí. Vamos… tú mismo me apoyaste en la decisión.


- Sí – comentó Himuro – pero esperaba que me dieran algo más de tiempo para acostumbrarme a la idea.


- ¿La idea? ¿Por qué no quieres tener un hijo? Dios… sabes que llevo años detrás de ti intentando que tengamos un hijo y siempre te niegas.


- Porque estamos bien así, además, van a hacerme socio del bufete en breve, no puedo desperdiciar esta oportunidad.


- Siempre pones el trabajo por delante.


- Te dije que podíamos tener la familia una vez fuera socio.


- Himuro…tú siempre tendrás algo más que alcanzar en tu trabajo y retrasar la familia. Vamos… es ahora o nunca.


- Sabes que mi trabajo requiere mucho tiempo y esfuerzo, me gusta llegar a casa y descansar, tener tranquilidad, esa clase de tranquilidad que no da un niño.


- Sólo necesito que hagas un pequeño esfuerzo.


- Lo intentaré. Pero haz el favor de avisarme cuando vayas a traer a un perro a la casa. No esperaba encontrarme con uno.


- Es de Aomine y a Tetsu le encanta estar con el perro. ¿Qué querías que hiciera? ¿Que dejase al perro en la casa de Aomine y Tetsu aquí en la nuestra solo? Pensé que quizá con el perro se sentiría más cómodo. Somos unos desconocidos para él, el perro podría ser una vía de relación con él, conseguir incorporar algo conocido en su vida en una casa donde para él es todo desconocido.


Kagami sonrió al ver cómo el enfado de su novio bajaba paulatinamente y abrió sus brazos para indicarle que se acercase a él. Himuro lo observó con ciertos toques de duda en su mirada, pero al final, acabó acercándose dejándose abrazar y reconfortar por su novio. En aquel momento, los dos se sorprendieron al escuchar la puerta de la calle, eso ya no era tan normal.


- Tetsu – exclamaron los dos a la vez soltando el abrazo y saliendo corriendo para ver que, efectivamente, Tetsu no estaba en el salón y tampoco el perro.


- Voy a buscarle – dijo Himuro al final.


- Vamos los dos.


Himuro abrió la puerta principal y dejó pasar a un Kagami que fijó sus ojos en el pequeño niño que caminaba con la mochila a hombros y con el perro a su lado llegando al final del pasillo. Sonrió, ese chico tenía su temperamento.


- Tetsu, ¿adónde vas? – preguntó Kagami con una sonrisa.


- A casa de Dai-chan – dijo con su típica seriedad mirando al pelirrojo que se acercaba a él por el pasillo.


- Ven un segundo, pequeño, habla conmigo.


Tetsu se apartó del botón del ascensor y miró a Kagami esperando a que él empezase a hablar. Aquello sorprendió a Kagami, quien pensaba que el chico tendría algo que decir, pero no, parecía muy convencido con las decisiones que tomaba.


- Verás… Aomine está trabajando en este momento.


- Le esperaré en el portal – dijo sin más sorprendiendo a Kagami.


- Tetsu… - se arrodilló frente a él para tenerle a la altura – verás… no es bueno que un niño como tú esté sólo en la calle a estas horas. Entra conmigo a casa y te prometo que mañana avisaremos a Aomine para que venga a por ti.


- No quiero entrar, no me queréis en la casa.


Kagami se vio un poco pillado con aquello. No esperaba que Tetsu fuera tan directo y dijera las cosas tan claras. Nunca en su vida se había cruzado con un niño como él, pero seguramente sería por las experiencias que habría vivido en el orfanato. Le había tocado espabilar y no tenía pelos en la lengua para decir las cosas. Himuro al ver aquello, se acercó hacia ellos y se agachó un poco para mirar a Tetsu.


- No es eso, Tetsuya – le remarcó el nombre correctamente tal y como Tetsu se lo había pedido con anterioridad – claro que te queremos en la casa. Disculpa mis arrebatos, pero no esperaba tener un  perro, me ha pillado por sorpresa.


- Estabais discutiendo – dijo Tetsu – y lo hacíais por mi culpa.


- Oh, no, no discutíamos – comentó Himuro – pero a veces los adultos hablamos de cosas. Me había pillado por sorpresa que Kagami trajera un perro, quería hablarlo con él, nada más.


- ¿Por qué? – preguntó Tetsu ahora haciendo honor a su edad y las típicas preguntas de los niños.


- Pues porque… - empezó Himuro.


- Porque tenía que haberle avisado de que traería un perro a la casa – arregló Kagami – y se me olvidó hacerlo. Se ha asustado, nada más. Ahora ya está todo arreglado. Vamos, ven con nosotros a casa, nos lo pasaremos bien.


Tetsu miró a los dos, primero a Kagami con esa sonrisa y esos ojos sinceros de total preocupación y luego a Himuro, que intentaba arreglar el error con él.


- ¿Te gusta el arroz al curry? – preguntó Himuro – Kagami hace el mejor de toda la ciudad – le sonrió.


- Me gustan los batidos de vainilla – explicó pero luego sonrió – y también el arroz al curry.


- Genial, vamos, intentaremos convencerle para que nos lo prepare ¿qué te parece? – le preguntó Himuro – Mañana por la mañana, antes de irme a trabajar… puedo pasar por la tienda de abajo que hacen unos buenos batidos. Te subiré uno de vainilla.


- Vale – sonrió al final Tetsu acompañando a los mayores de vuelta al interior del apartamento.


Una vez en el interior, Himuro sacó un par de juegos para entretener a Tetsu mientras Kagami cocinaba y les sonreía al observarles. Para Kagami, aquello era todo un sueño hecho realidad, hacía años que deseaba formar una familia y ahora tenía la oportunidad, pero pese a ver esa escena, algo le extrañaba en Himuro, quizá el gran esfuerzo que le suponía tratar de distraer a un niño cuando a Aomine le resultaba tan natural. Ni siquiera sabía por qué pensaba en Aomine en aquel momento, quizá porque aquella única conversación con él había sido reconfortante. Había seguido su consejo, le había hecho caso y puede que sí, que las cosas no se arreglasen de la noche a la mañana, Himuro no conseguiría encontrar en una sola noche ese sentimiento paternalista que Kagami tanto buscaba y deseaba en él, pero Aomine tenía razón, allí estaba Himuro tratando de hacerle feliz porque se lo había pedido. Era la primera vez que se tomaban unos segundos para hablar de algo importante, de un futuro del que nunca hablaban, tan sólo el presente les había importado.


Aun así, era un comienzo. Ver a Himuro sonreír mientras jugaba con Tetsu le hacía feliz. Quizá con el tiempo Himuro pudiera comprender esa necesidad de Kagami por ser padre, por formar una familia. Una vez lista la cena, Kagami le dijo a Tetsu que se marchase a lavarse las manos antes de sentarse, mientras, Himuro y Kagami terminaron de recoger las fichas del juego.


Kagami depositó un suave y dulce beso en la mejilla de Himuro mientras dejaba una copa de vino a su lado encima de la mesa. Himuro sonrió subiendo su mano por la nuca del pelirrojo. Hacía mucho tiempo que no estaban tan cariñosos. El sexo últimamente era algo rutinario, una forma de eliminar estrés, pero no algo que ambos deseasen al mismo tiempo y disfrutasen.


- ¿Y esto? – preguntó Himuro mirando la copa, sorprendido por lo cariñoso y atento que estaba Kagami con él.


- Por intentarlo por mí. Sé que es algo nuevo, que tener un niño por aquí te altera, pero me ha hecho muy feliz verte intentarlo. Te lo agradezco de verdad.


- Supongo… que podrías agradecérmelo mejor mañana – susurró Himuro dándole un beso en los labios antes de que Tetsu saliese – mañana – le volvió a repetir.


- ¿En serio? ¿Me vas a dejar hoy todo el día así?


- Es lo malo de tener niños en casa – le susurró Himuro con una amplia sonrisa – a cenar.


Kagami observó cómo Himuro se levantaba para ir a la mesa en cuanto Tetsu salía del baño para ir hacia la mesa. El chico sonreía y movía sus pies colgando en la silla. Parecía tener hambre, porque se comió todo lo que preparó Kagami.


- ¿Te gusta, Tetsu? – preguntó Kagami con una sonrisa a su lado.


- Sí, es mejor que la comida de Dai – susurró comiendo aún feliz.


- ¿Es que no cocina bien?


- Comimos fuera, suele pedir comida a domicilio.


- Típico de los polis – aclaró Himuro observando cómo Kagami le insistía con la cabeza en que no dijera nada inadecuado.


- Seguro que estaba muy liado.


- Creo que sí, no sé – dijo Tetsu mientras seguía comiendo – sus amigos estuvieron en casa y trajeron muchas cosas.


- ¿Muchas cosas? – preguntó Kagami extrañado. Himuro le observó y encogió los hombros ante la duda.


- Cosas de gimnasia, creo.


- Oye, Tetsu… ¿Te apetece que mañana vayamos a la tienda de animales y le compremos una cama para “Tetsuya dos”? – preguntó Kagami.


- Podríais aprovechar cuando yo esté en la oficina y luego por la tarde, haríamos algo – comentó Himuro pero los dos se paralizaron.


- Himuro… mañana por la tarde le toca con Aomine. Sólo estará aquí esta noche y mañana.


- Oh… vaya metedura de pata – se quejó Himuro – supongo que tendré que acompañaros en otro momento entonces.


- ¿No puedes tomarte un día libre?


- Mañana no y no con este poco tiempo para avisar. Tengo un juicio importante mañana. Lo lamento.


Al terminar la cena, Kagami fue quien se ocupó de meter en la cama a Tetsu y contarle un cuento hasta que se quedó dormido. No pasaba desapercibido para ninguno de los dos la ausencia y el esfuerzo que tenía que hacer Himuro por compartir a Kagami en esos momentos. Veía los ojos de Himuro cuando Kagami le prestaba atención a él y no terminaba de gustarle, pero sin embargo, tampoco parecía un mal chico. Para Tetsu todo era extraño. No era la primera vez que sentía esa sensación pese a que no podía identificarla del todo, esa mezcla de saber que sólo eres importante para alguien cuando realmente… eres importante para la persona con la que estás. Eso es lo que sentía un poco con Himuro, pensaba que era amable, simpático, pero también sentía que no le apreciaba a él, sino lo que él podía hacer para facilitarle tener contento a Kagami.


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