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Un diablillo se coló en mi vida. por Fullbuster

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Kagami leía aquel cuento por quinta vez, ése que el pequeño Tetsu había traído en su pequeña mochila, pero el niño no parecía querer dormirse. Se agarraba con fuerza al brazo del pelirrojo, apoyando su rostro en él y mantenía el silencio atento a la voz del mayor.


En la séptima vez que leía el libro, Kagami observó finalmente cómo Tetsu había cerrado los ojos rendido por el cansancio de aquel día. Todo era extraño en su vida ahora mismo. Desde que el orfanato se incendió, Tetsu había pasado por las manos de los servicios sociales, por Aomine y ahora por la casa de Kagami. Era todo un jaleo y ese pequeño debía estar muy cansado de tanto movimiento.


Himuro estaba apoyado en el marco de la puerta, observando la escena. Reconocía que Kagami sería un gran padre, pero lamentablemente, él seguía sin verse como padre, todavía no. Siempre se había marcado metas en la vida, sus estudios, la casa, el trabajo… la familia venía bastante después de haber obtenido sus metas y aún no había logrado ser socio en el bufete. Ese sentimiento paternalista que Kagami ya tenía, no le había alcanzado aún pese a que la escena le conmovía.


- Deberías dejarle descansar, está agotado – susurró Himuro hacia Kagami.


-  Sí.


Terminó de colocarle mejor en la cama y lo arropó antes de dejar el libro en la mesilla. Apagó la luz de la pequeña lámpara a su lado y salió del cuarto sin hacer mucho ruido. Cinco minutos fue lo que le costó ponerse su pijama y acostarse al lado de Himuro. Por una parte, Kagami deseaba estar con su chico, ese sentimiento familiar le había hecho estar más sensible, pero Himuro no estaba por la labor, él seguía leyendo ese documento que tenía que defender al día siguiente ante el tribunal.


- Kagami… déjalo ya, no puedo concentrarme – sonrió Himuro intentando apartar aquellos sensuales labios de su cuello.


- Venga, te lo sabes de memoria. Lo harás genial y yo puedo relajarte. ¿Qué te parece? – preguntó pasando su mano por la cintura del moreno mientras le acariciaba intentando apartar la camisa del pijama.


- Me parece que te estás olvidando que tenemos un niño en la habitación de al lado.


- Pero duerme con un angelito.


Himuro accedió finalmente a darle un beso, tan sólo uno y luego lo alejaría para seguir con su trabajo. Era un caso muy importante y tenía que salir perfecto. El puesto de socio del bufete pronto sería suyo, estaría fijo en la empresa y entonces, podría relajarse, pero no podía permitirse distracciones hasta entonces. Himuro cerró los ojos dejándose llevar por aquel beso, beso que sabía que debía romper en algún momento pero que era incapaz. Amaba a Kagami y era difícil decirle que no pese a la cantidad de trabajo, pero cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe, ambos se separaron al instante recolocándose lo mejor que pudieron antes de fijar sus ojos en aquel chico y su perro.


- ¿Qué ocurre, Tetsu? – preguntó un alterado Kagami - ¿No puedes dormir?


Tetsu movió la cabeza negativamente. El resoplido de ambos adultos no se hizo esperar, pero para sorpresa de Himuro, Kagami sonrió moviendo la mano y golpeando la colcha en medio de ambos indicándole a Tetsu que subiera con ellos.


- Cielo, no creo que sea buena… - Himuro no pudo acabar la frase cuando Tetsu ya se había subido y se había colocado en medio de ambos agarrándose con fuerza a Kagami.


Otro resoplido sonó, esta vez de Himuro que no podía creerse todo aquello. Suspiró y trató de relajarse, pensó que sólo era una noche y que el chiquillo había pasado por muchas casas, así que era normal que quisiera estar con alguien conocido, debía tener un poco de paciencia, pero cuando vio que el perro cogía carrerilla también para subir, se apresuró a lanzarse hacia él para impedírselo.


- No, no, no, ni se te ocurra. En la colcha nueva no – gritó pero el perro ya estaba encima de la colcha y se había tumbado dispuesto a dormir en los pies de ambos –oh, venga ya – dijo resignado y ofuscado.


No hubo mucho que hacer. Aquella noche, Kagami, Tetsu y el perro durmieron a las mil maravillas como toda una familia feliz, pero Himuro acabó marchándose a media noche a dormir a la habitación que le habían ofrecido a Tetsu.


Por la mañana cuando Kagami despertó, lo único que encontró fue una nota al otro lado de la almohada. Estaba claro que su novio se había marchado a trabajar. Decidió levantarse sin hacer mucho ruido y preparó el desayuno para Tetsu, el perro y para él. No pudo evitar reír al ver a Tetsu con el cabello revuelto, casi daba miedo cuando despertaba, pero se lo recolocó con la mano como pudo y le sentó en la mesa a desayunar. No fue hasta casi las dos de la tarde, cuando Aomine pasó a recogerles.


***


Aomine estaba terminando de cambiarse en el vestuario, cuando en las noticias salió la ruta en bicicleta que tenían previsto para ese fin de semana en la ciudad. Muchas familias asistirían a la celebración. Akashi observó durante un segundo a Aomine, demasiado atento a unas celebraciones a los que ellos solían ir por el mero hecho de competir contra toda aquella gente y llegar los primeros.


- ¿Vas a ir este año, Dai? – preguntó Akashi con cierta sonrisa.


- Claro que va a ir – dijo Kise – este año le ganaré.


- La verdad… es que sí me gustaría ir, pero lo siento, no voy a competir, iría con Tetsu. Creo que es una buena oportunidad para ir conociéndonos. Cogería una mochila con bocadillos, unos refrescos y podríamos ir junto al resto de los participantes a paso tranquilo y comer en algún parque cuando acabásemos.


- ¿Vas en serio? – preguntó Kise frustrado - ¿Día familiar en vez de competir contra nosotros? Qué aburrido te estás volviendo Dai.


Aomine sonrió. Kise había sido su mejor amigo desde hacía años, el chico que siempre trataba de competir contra él por cualquier cosa, de vencerle en todo pero a la vez… siempre se preocupaba por él. No podía tener un mejor amigo, Kise era su mayor apoyo y el que conseguía sacarle una sonrisa cuando lo necesitaba. Era un bromista y le gustaba siempre molestar a Aomine.


- ¿Tenéis una bicicleta que os sobre? – preguntó Aomine.


- ¿Para ti? – preguntó Kise.


- No, para Tetsu.


- Aquí nadie tenemos niños pequeños – dijo Kise con una sonrisa.


- Eso lo dirás tú – le sonrió Aomine y Kise se sonrojó al instante pillando la indirecta – con todas las chicas con las que sales… no me extrañaría que tuvieras algún hijo por ahí.


- No bromees con esas cosas – se sonrojó aún más Kise.


- Hablo en serio. ¿Tendrías una bicicleta para un niño de seis años?


- Pregunta en el equipo uno, hay un par de agentes que tienen niños pequeños, seguramente tendrán alguna bici que puedan dejarte – le respondió Akashi.


Por suerte para Aomine, sí tenían una bicicleta de sobra. El hijo de uno de los del equipo uno había crecido y le habían comprado otra bicicleta acorde a su altura, así que cuando salieron del trabajo, Aomine pasó por su casa un momento a recoger la antigua bicicleta, ahora sólo esperaba tener tiempo para enseñar a montar a Tetsu si es que no sabía montar.


Durmió toda la mañana pero colocó el despertador a la una para poder arreglarse e ir a recoger a Tetsu, puesto que había quedado con sus compañeros a comer a las dos y media en un local del parque. Para cuando llegó a la casa de Kagami, ambos estaban jugando a un juego de mesa de seguir pistas, pero Tetsu lo dejó todo a un lado en cuanto le vio aparecer por la puerta, saliendo corriendo y lanzándose a abrazarle.


- Ey, ¿cómo te lo has pasado con Kagami? – le preguntó con una gran sonrisa - ¿Le has dado una buena paliza a los juegos?


- Sí, Kagami es muy malo siguiendo las pistas – dijo Tetsu sonriendo.


- Bueno… es que es bombero, no policía.


- Oye – se quejó Kagami de ambos con una sonrisa.


- Ve a recoger tus cosas que nos vamos. He quedado con los amigos a comer.


- ¿Con Kise y Akashi? – preguntó Tetsu sonriendo.


- Sí y con el resto del equipo a los que te presentaré.


En cuanto Tetsu salió por el pasillo a buscar sus cosas, Aomine se incorporó colocándose a la altura de Kagami y sonrojándose levemente.


- Gracias por cuidarle. Espero que no te haya causado muchos problemas.


- Descuida, es un encanto de niño.


- ¿Y con tu pareja todo bien? ¿Hablaste con él?


- Sí, pude hablar con él y bueno… al menos hablamos que ya es algo. Tenías razón, entendió mi versión.


- Me alegro – sonrió Aomine.


- De hecho… quería agradecerte el consejo que me diste y te compré algo cuando fui con Tetsu.


- Oh, no hacía falta.


- Es una chorrada, en serio – sonrió Kagami buscando entre sus cosas hasta encontrar la bufanda azul marina que había comprado – el invierno vendrá pronto, así que… espero que la utilices.


- Por supuesto, muchas gracias. Yo… me quedaría más rato a hablar contigo pero… mi equipo me estará esperando.


- Sí, tranquilo. Otro día tomamos un café o algo.


- Claro.


Los dos se miraron fijamente, con una elegante y sugerente sonrisa en sus rostros, una tímida sonrisa que no pasó desapercibida para el pequeño Tetsu. Para él, era obvia la atracción que unía a ambos, pero esos dos estaban ciegos. Cansado de verles allí paralizados como dos tontos mirándose, decidió ponerse manos a la obra y pasó detrás de Aomine empujando a éste hacia Kagami. Aomine perdió el equilibrio al instante en cuanto Tetsu dobló la parte de atrás de sus rodillas pero, por suerte, Kagami lo cogió a tiempo acercándole contra su pecho. El moreno sólo era unos centímetros más alto que Kagami pero apenas notaban la diferencia, ninguno podía perder el contacto visual ni se había percatado de la nula distancia que les separaba, hasta que la alarma del reloj de Aomine sonó rompiendo aquel momento.


- Yo… lo siento, tenemos que irnos.


- Ya, claro – dijo Kagami sin soltarle por alguna extraña razón.


- Eh… ¿Kagami? – sonrió Aomine – Necesito que me sueltes para poder irme, a menos que quieras venirte – le aclaró pero Kagami con un gran sonrojo y una tonta sonrisa, le soltó al instante.


- Lo siento.


Aomine se incorporó en cuanto Kagami le soltó y le tendió la mano a Tetsu para marcharse. A Kagami le costó poco cerrar la puerta en cuanto salieron de su apartamento, con ese sonrojo era mejor perderles de vista cuanto antes por si acaso podían malpensar cosas que no eran. Aun así, reconocía que Aomine tenía un “algo” especial, era inteligente, atractivo, quizá muy serio en la primera impresión pero cuando se le conocía… era tierno y dulce, un chico muy agradable y sobre todo… era muy familiar, algo que añoraba en su actual pareja pese a amarle como lo hacía.


- ¿Te lo has pasado bien entonces con Kagami? – preguntó Aomine en el ascensor.


- Sí, aunque él y su pareja discutieron.


- ¿Cómo que discutieron?


- Sí, por mi culpa. Creo que Himuro no me quiere en esa casa.


- ¿Te ha dicho algo extraño?


- No. Ha sido muy amable conmigo, pero parece que le cuesta aceptarme. Creo que no le gustamos mucho ni “Tetsuya dos” ni yo.


Aomine y Tetsu salían ya del apartamento. Aprovecharon el rato de paseo hasta el parque para que Tetsu le contase exactamente todo lo que había pasado en aquella casa y Aomine sonrió incrédulo, ya sabía lo que ocurría y desde luego no era culpa de ninguno de ellos. Al llegar al bar y ver que nadie había llegado aún, Aomine sentó a Tetsu frente a él.


- Ven, voy a tratar de explicarte lo que ocurre, ¿vale?


- ¿Es que he hecho algo malo? – preguntó Tetsu sonrojado y con un leve puchero.


- ¡Dios! ¡NO! – sonrió Aomine – verás… la vida de los adultos a veces es complicada o más bien nosotros nos la complicamos. Kagami y… ¿Era Himuro?


- Sí – afirmó Tetsu.


- Pues Kagami y Himuro no estaban discutiendo por ti ni por el perro, es algo más complejo que eso. En la vida, todos tenemos nuestros sueños y deseos, Kagami tiene el suyo y Himuro otro diferente, ha sido sólo un cambio de opiniones.


- No lo entiendo – dijo Tetsu.


- Verás… a Kagami se le ha levantado un afán por formar una familia, es muy cariñoso y sensible, te ha visto como a un hijo, te adora, pero Himuro no está preparado para tener una familia pero ama a Kagami, así que lo intenta. No es fácil cambiar tus prioridades. Himuro desea ser el mejor en su trabajo y créeme que lo entiendo, yo era como él.


- ¿Y por qué ya no eres como él?


- Porque… sucedió algo en mi vida que me hizo darme cuenta de que no quería estar toda mi vida solo, me llegó el día en que pensé en que me gustaría tener una familia y mi prioridad cambió.


- ¿Entonces Kagami y Himuro no tienen la misma prioridad?


- No, no tienen la misma, pero eso no significa nada, sólo que Kagami tendrá que ser paciente y Himuro tendrá que adaptarse a las necesidades de su pareja. ¿Le tendrás un poco de paciencia a Himuro?


Tetsu pareció pensar aquello. Reconocía que Aomine era bueno, no había quién le discutiese las cosas y pese a que deseaba decirle y gritarle que prefería verle a él con Kagami, no tuvo más remedio que aguantarse, entendía que Kagami quisiera a Himuro, pero él estaba empeñado en conseguir cambiar eso. Quizá no hoy… ni mañana… pero un día lo conseguiría.


- Pero…


- ¿Pero? Himuro lo está intentando, ¿no? Trató de jugar contigo y de acercarse a ti, ¿o me equivoco? Quizá no sabe cómo hacerlo. ¿Le ayudamos un poco y le tenemos paciencia?


- Está bien – dijo resignado Tetsu.


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