Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un diablillo se coló en mi vida. por Fullbuster

[Reviews - 73]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

A Tetsu no le quedaba más remedio que resignarse porque en el fondo sabía…. que Aomine tenía parte de razón. Himuro lo había intentado, apenas lo conseguía, pero al menos era educado y honesto. De todas formas, pese a entender ese amor de Kagami por su novio y las palabras de Aomine, para Tetsu no dejaba de estar clara esa atracción que sentían ambos cuando estaban cerca, lo parecidos que eran en sus gustos e intereses y no entendía cómo dos personas tan compatibles no podían estar juntas.


Estaban esperando en la mesa a que los demás vinieran, cuando una chica se acercó hasta ellos comentando lo adorable que parecía Tetsu. Al principio el pequeño sonrió creyendo que iba por él, pero pronto se dio cuenta de algo, aquella mujer trataba de ligar con Aomine al pensar que era un padre soltero. El muy tonto de Daiki ni siquiera se había dado cuenta de las intenciones de la mujer, pero Tetsu hizo un puchero enfadado. No estaba tratando de separar a Kagami de su pareja para que ahora Daiki se pusiera a buscar pareja, ya tenía suficiente con que uno la tuviera.


Una cosa le quedó muy clara al pequeño Tetsu, Aomine no estaba nada acostumbrado a que le ocurrieran esas cosas. Se había sonrojado y seguramente sería porque todo el mundo creía que él era un chico serio, arrogante y que daba miedo, nadie se había acercado a conocerle, pero ahora que le veían con un niño, la visión de la gente sobre él cambiaba, le veían atractivo, dulce, responsable y sobre todo… sin anillo en su dedo. Se dio cuenta de que él era precisamente el problema de haber convertido al invisible Aomine, en un chico cotizado por las mujeres. Apoyó la espalda contra el respaldo y cruzó sus brazos en el pecho intentando pensar en algo para alejar a las chicas de Aomine sin que él se diera cuenta y entonces… apareció su solución. Kise apareció en su rango de visión, venía caminando con su sonrisa y en los ojos de Tetsu, brilló la maldad.


Kise era el mejor amigo de Aomine, lo sabía, les había visto tratarse y con el incentivo suficiente, quizá podía hacerles pasar por pareja sin que ni siquiera ellos dos se dieran cuenta. Todo tenía que estar perfectamente calculado, porque a Kise le encantaban las mujeres, debía tener mucho cuidado y hacer creer a todos, que realmente le gustaba Aomine aunque no fuera así.


- Yo… tengo que ir un segundo al baño – comentó Aomine observando que Kise se acercaba, por lo que le hizo una señal para que vigilase a Tetsu pese a la distancia.


Kise sonrió al verle, alzó la mano saludando y afirmó con la cabeza para indicarle que le había entendido. Vigilaría a Tetsu mientras él se ausentaba un segundo. La mujer que había tomado hasta asiento al lado de Aomine metiéndose en medio de Tetsu, miró entonces al pequeño sonriendo.


- ¿Intentas ligar con papá? – preguntó Tetsu de forma descarada al ver que Aomine ya no podía escucharle. La chica se tensó un segundo.


- N-no – respondió la mujer algo cohibida.


- Mejor, porque papá Kise es muy celoso – le dijo Tetsu indicando hacia un sonriente Kise que estaba a punto de llegar a la mesa.


El primero en llegar a la mesa fue Akashi, a quien Tetsu no había visto a su espalda hasta aquel momento, pero lejos de decir la verdad pese a haberle descubierto, sonrió y colocó sus manos en los hombros del pequeño. Apenas entabló conversación con aquella extraña mujer un par de segundos, más por preguntarle si podía ayudarle o si se le había perdido algo en aquella mesa. La mujer enseguida se vio cohibida y se levantó chocándose contra Aomine que volvía del baño.


- Vaya, lo siento. Yo… tengo que irme.


- De acuerdo, espero que le vaya bien con la encuesta – comentó Aomine pero la mujer le miró extrañado.


Akashi y Tetsu sonrieron sin poder evitarlo. La mujer se había acercado con el pretexto de que estaba haciendo una encuesta sobre algo y el pobre Daiki no tenía ni idea de las verdaderas intenciones de la mujer, algo que causaba gracia a ambos chicos, que le miraban incrédulo por su inocencia. La pobre mujer, nerviosa como iba, se chocó contra Kise consiguiendo ponerse aún más nerviosa, temiendo que ese chico fuera tan celoso como le había soltado el pequeño, por lo que se fue lo más rápido que pudo disculpándose con un asombrado Kise que no entendía cómo no había intentado ligar con él, todas las chicas lo hacían. La mujer aún se giró una vez más para comprobar que realmente Tetsu le había dicho la verdad y ahí estaba, ese chico rubio de amplia sonrisa pegándole una palmada en el trasero a Aomine. Aquello fue lo que la convenció definitivamente para marcharse, pese a que en la mesa, el ambiente era muy distinto.


- KISE, deja de hacer esas cosas – le gritó Aomine.


- Venga ya, Dai… siempre tan serio. Diviértete un poco.


- ¿Por qué no se lo haces a Akashi?


- Porque es más serio y es mi capitán – dijo mirando hacia Akashi – quiero conservar mi trabajo, gracias. Por cierto… ¿Desde cuando eres tú el que ligas? – preguntó con una amplia sonrisa mientras tomaba asiento y le miraba – ni siquiera ha esperado a que yo llegase, me la habría ligado.


- Creo que huía de ti – dijo Akashi sabiendo la verdad de la mentira de Tetsu. Aquello hizo tensarse al pequeño, pero enseguida comprobó que Akashi estaba de aliado suyo, porque no le dijo nada más a Kise. Su mentira seguía bien a cubierto.


- No puede huir de mí, mírame – sonreía Kise – estoy como un tren. ¿Qué le has dicho de mí? – le preguntó hacia Akashi quien sonreía aún más.


- Que a saber cuántos hijos tienes por ahí, ligón – sonrió antes de pedir una cerveza al camarero que venía a tomar los pedidos.


Aomine no pudo evitar sonreír ante aquello mientras pedía también una cerveza para él y un batido de vainilla para un sonriente Tetsu que se había cambiado de sitio en cuanto la mujer se había levantado para poder estar al lado de su “padre”.


Midorima y Murasakibara tampoco tardaron mucho en llegar, ambos discutiendo sobre una caja de pasteles que traía Midorima para después de la comida y que se negaba a dejarle probar a su compañero en ese instante.


Durante la comida, todos miraban asombrados a Aomine comiéndose sus yakisoba, esos tallarines cuyo sabor era muy complicado de definir pero que al moreno le encantaban. El resto había preferido pedir gyozas y tempura. Tetsu comía con ilusión su empanadilla mirando también sorprendido a Aomine.


- Oye, Tetsu – rompió Kise la conversación de adultos para dirigirse al pequeño - ¿Sabes montar en bici?


- ¿En bicicleta? No, nunca he tenido una.


- Pues alguien va a tener que enseñarte a montar en bici. Cuando aprendas podrías venirte conmigo de paseo – sonrió Kise una vez más.


- No le hagas caso, Tetsu – le dijo Aomine – él siempre va a toda velocidad como si fuera una carrera, no sabe relajarse.


- Eso es mentira, puedo ir de paseo.


Todos le miraron incrédulos, sabían lo competitivo que era Kise, siempre empeñado en ganar a todos, en ser el mejor. Aquella mirada sobre él le hizo sonrojarse.


- Todos los años hacen una ruta en bici – explicó Aomine hacia Tetsu – sólo es una actividad para que la familia aproveche para estar junta y hacer algo diferente a la rutina. Cierran algunas calles y permiten la circulación de bicis. Se sale de un punto y hay que ir hasta donde te marquen, a tu ritmo.


- ¿Y vas a participar?


- No, Tetsu, vamos a participar, porque esperaba ir contigo. Eres de la familia, ¿no?


- Pero… yo no sé ir en bici y tú trabajas los dos próximos días.


- Eso será un problema – aclaró Aomine - ¿Quieres que se lo pidamos a Kagami? Él tiene libre, no trabaja hasta el fin de semana.


- Vale – sonrió Tetsu.


Por la tarde, Aomine y Tetsu se marcharon a casa a descansar aunque Daiki estaba preocupado por la cena, mirando entre los diversos folletos qué pediría para cenar. Tetsu le miraba intrigado sin entender por qué siempre pedía comida a domicilio.


- ¿Qué te apetece cenar hoy, Tetsu? ¿Tailandés? ¿Arroz? ¿Tallarines? Quizá algo más occidental como unas pizzas o hamburguesas – sonreía Aomine tumbado en el sofá, pero Tetsu le miró sin dejar de tocar a “Tetsuya dos” sentado a su lado en el sofá de enfrente.


- ¿Por qué no cocinas tú?


El rostro de Aomine fue todo un poema. ¿Cocinar? ¿Cocinar él? Tetsu no sabía en el peligroso terreno en el que se estaba metiendo al pedir algo como aquello, todos corrían peligro si él se acercaba a esos fogones que durante años, había mantenido bien apagados.


- Créeme… es mejor que yo no cocine – le dijo Aomine con una sonrisa – si lo hiciera, seguramente tendríamos que llamar a Kagami para que viniera a apagar el fuego en la cocina.


Aquello hizo sonreír a Tetsu. Aún recordaba lo bien que cocinaba Kagami y eso le hacía pensar que quizá Aomine se sentía mal porque su comida no era tan y tan buena, pero tampoco podía ser tan y tan mala.


- Por favor… - susurró Tetsu tratando de convencer a su “padre” con ojillos de cordero degollado, algo a lo que al final, tras varios resoplidos, Aomine aceptó.


- De acuerdo, cocinaré algo.


Aomine miró en el armario y en la nevera. Apenas había alguna verdura que estaba a punto de pasarse y pasta en el armario. Pensó en hacer unos simples tallarines con algo de verdura y ya está. Cortó las verduras metiéndolas en la sartén para saltearlas mientras la pasta se hacía en una olla. Mientras todo se hacía, aprovechó en fregar los platos bajo la atenta mirada de Tetsu y el perro, ambos mirándole por encima del respaldo del sillón. El timbre sonó en aquel momento y Tetsu se lanzó a abrir la puerta, pero Aomine, se quitó el trapo del pantalón secándose las manos y lo dejó en la encimera para ir a abrir. Para cuando llegó a la puerta, observó con una sonrisa cómo Tetsu intentaba llegar al pomo poniéndose de puntillas.


- Ya abro yo, Tetsu – le comentó Aomine abriendo.


Para la sorpresa de todos, Kagami apareció al otro lado del rellano trayendo el libro que a Tetsu se le había olvidado “accidentalmente” meter en su mochila. Su plan empezaba a funcionar, poco a poco conseguiría que esos dos fueran coincidiendo cada vez más.


- Vaya, no te esperaba – aclaró Aomine.


- Se dejó el libro y créeme… vas a necesitarlo – le dijo Kagami sonriendo – lo leí siete veces anoche hasta que cayó rendido. ¿Estás cocinando? – preguntó cuando cierto aroma conocido llegó a sus fosas nasales.


- Sí, por petición de Tetsu, aunque me viene bien que estés aquí, por si acaso.


- ¿Por si acaso quemas la cocina? – preguntó Kagami divertido entrando con rapidez y apartando el trapo que empezaba a quemarse con el fogón y metiéndolo bajo la pila con agua.


Aomine se puso rojo como un tomate. Era cierto que había dejado el trapo en la encimera, pero tanta prisa había tenido por abrir la puerta, que no se percató de que una mínima punta del trapo estaba rozando el fogón.


- Mierda – susurró Aomine.


- También se te está quemando la verdura – sonrió Kagami observando la sartén. No cocinas mucho, ¿no?


- Se me da fatal cocinar.


- Déjame a mí, prepararé algo.


Kagami se acercó a la nevera quedándose helado al ver que estaba prácticamente vacía. Desde luego no es que no cocinase mucho… es que no cocinaba nada.


- Lo siento, está un poco vacía – sonrió Aomine sonrojado por la vergüenza que estaba pasando.


- ¿Un poco vacía? – sonrió Kagami – si… supongo que sólo un poco. Vale, no pasa nada, para un buen chef como yo no hay problema, la improvisación es lo mío. Dame un segundo que mire qué tienes y haré algo delicioso.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).