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Ni la oscuridad logrará separarnos por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~~~

Bueno, esto ya lo tenía escrito, así que lo corregí y pues aquí me tienen

Espero que lo disfruten 

 

 

Esa mañana, Iruka escapó mucho antes que el otro despertara. Prefería que todo terminara así, nada más que en un recuerdo de una noche de copas, algo que podría ser considerado como un sueño que jamás pasó. El castaño quería mentalizase eso, a pesar de que su corazón se estrujaba al saber la verdad. Ser un reemplazo, un consuelo, un paño de lágrimas de la persona que amas era doloroso, más de lo que alguien podría imaginar y él ya lo había enfrentado con anterioridad. Solo le quedaba fingir que estaba bien y dejar las cosas como estaban, en una bonita amistad

Demencia, eso era lo que se mentalizó en la mañana mientras salía de casa para comprar alguna cosa para el desayuno, pues suponía que Kakashi no estaría de humor para cocinar. Suspiraba cuando recordaba el aroma ajeno, a pesar de que estuviera entremezclado con aquellas sustancias agrias era reconocible. El perfume natural de Kakashi le gustaba en verdad, tanto como para suspirar con solo tenerlo cerca y eso ¡estaba mal! ¡Muy mal! porque Kakashi era su amigo, era su casero era… Kakashi era una persona que podía tener una vida normal, que podía regresar con su esposa y tener un hogar estable. Dolorosa realidad

Silencio en esa mañana. Iruka verificó que Kakashi se alimentara, que estuviera en buenas condiciones, para después,  con una sonrisa despedirse y partir. Era mejor evitar a su “amigo” un tiempo, mientras tanto se distraería en el centro con los otros chicos que prescindían de sus ojos para vivir. Tanto tiempo en esas condiciones le habían cambiado la vida, ahora ya podía guiarse, en soledad, hasta podía contar los pasos que daba hasta llegar a su destino y cuando Ten-ten le daba la bienvenida, sonreía en esplendor. Era el día de visita al orfanato, pero en esa ocasión no podría contar con Kakashi, no era el momento para importunarlo, así que decidió pedir ayuda a alguien más. Ten-ten fue la indicada, pues con ella la plática era agradable, se podía distraer sin problemas y la misma chica se ofreció enseguida

 

 

-me extraña que no venga con Kakashi-san – Naruto brillaba en esplendor, así lo describía Ten-ten e Iruka escuchaba esa vocecita espléndida

-estaba un poco indispuesto, pero la próxima vez vendrá – Iruka solo abrazó al pequeño acunándolo en su pecho y besándolo, porque sentía que ese vacío que le estaba afectando se llenaba con solo eso – cuéntame cómo estás

-pareces triste

-un poquito – sonrió forzosamente, pues en su mente las dudas se llenaban y era doloroso

-¿por qué? – Naruto miraba con atención cada expresión del castaño, no le agradaba verlo decaído

-problemas con mi familia – explicó con simpleza, mintió ligeramente, pues Kakashi era su familia ahora… pero dejaría de serlo si es que una esposa volvía a esa casa y con ello, Iruka y Naruto estarían sobrando. Iruka tendría que mudarse, eso lo llevaba a pensar en la adopción del pequeño rubio, las cosas se complicaban – pero dime… ¿cómo estás? ¿Qué haces en este lugar? ¿Has aprendido algo nuevo?

-es divertido jugar con todos, pero preferiría salir, ayudarlo a usted Iruka-san – sonreía ganándose con ello a la castaña que en silencio solo suspiraba

-eres un niño bueno. Sigue siéndolo siempre, Naruto – comentaba Ten-Ten despeinándolo un poco. No tenía mucho de conocerlo y ya lo adoraba

-le diré una cosa que descubrí – de pronto el pequeño se puso serio y se acercó a ambos adultos para contar su gran casi secreto

-dime – susurró Iruka siguiéndole el juego

-las niñas… ¡las niñas hacen reuniones secretas y conspiran contra el mundo! – decía casi en pánico mientras sostenía sus cabellos con un poco de fuerza

 

 

Iruka y Ten-ten terminaron riéndose a carcajadas por aquello, adoloridos por la falta de aire y las contracciones en su vientre. El pequeño tenía demasiada imaginación y no solo Naruto, sino todos los niños en el lugar. Ese asunto había empezado con la curiosidad de los pequeños por saber que hacían las niñas, quienes seguían reuniéndose más seguido de lo normal. Con astucia una de las pequeñas se había dado cuenta de los espías, para fastidiar a los demás planeó una broma que incluía a sus compañeras, lograron que los niños las escucharan mientras planificaban la “destrucción del mundo”. Toda una serie de planes elaborados culminaron en un juego que Iruka adoró seguir por un rato, al menos hasta que las propias niñas dijeron la verdad. Una visita en extremo adorable y dinámica

La normalidad le llegó a Iruka y Kakashi con el pasar de los días, pues al parecer lo que tenía estresado al peliblanco eran las visitas de su esposa, pero al pasar aquello, el mayor volvió a ser el de siempre. Kakashi desahogó un poco de sus frustraciones entre las pláticas que mantenían de nuevo, Iruka lo escuchaba y apoyaba con tranquilidad, en ningún momento mencionaron el incidente, no hacía falta hacerlo. Kakashi había tenido que lidiar con las visitas regulares de su esposa en el bar, durante esa semana. Contó que había charlando de cosas sin sentido y evitando la reunión a solas, pero al final encontrarse con ella en privado, había sucedido inevitablemente. Disculpas, perdones, emociones, una plática con una mujer vivida y arrepentida de todo, al final la reconciliación y la decepción de Kakashi que conllevaba al desahogo en alcohol. Ese fue el resumen de los hechos dado por el de cabellera blanquecina  

Kakashi no había mencionado lo que pasó cuando llegó borracho a casa, no sabía cómo hacerlo porque simplemente no tenía idea si estaba o no arrepentido. En medio de su inconciencia por el alcohol simplemente se dejó llevar. Recordaba claramente el rostro y gentileza de Iruka, recordaba ese beso que forzó, recuerda el toque amargo que le salía del alma por usar a su amigo como un desahogo, pero uno que ciertamente disfrutó. Kakashi recordaba la voz de Iruka, susurrante, cariñosa y cercana, desde entonces era consciente de cada cosa que Iruka hacía. Desde sus sonrisas, hasta sus muecas, suspiros, detalles como la dedicación con la que lo trataba, casi podía hacer un listado con todo, incluyendo que el castaño mantenía sus ojos cerrados la mayoría del tiempo. Adoraba a Iruka porque era una lucecita en su oscuridad, lo sacó de esa depresión y existencia llena de complejos que tenía. Kakashi ahora se sentía pleno y confiado para hacer cada cosa… Iruka era importante, el de cabellos blancos quería ser importante para Iruka también… pero ella llegó de pronto  y le trajo muchas dudas existenciales

 

 

-lamento ser inoportuna al llegar así a tu casa – una mujer de larga cabellera negra, hermosa piel pálida, ojos negros como la noche, pero que Iruka no pudo apreciar, estaba parada en la puerta de ese hogar

-es raro verte aquí – Kakashi no la iba a dejar afuera, pero sentía incomodidad al dejarla pasar y servirle un poco de té – ¿ha sucedido algo Mikoto?

-¿no puedo solo venir a visitarte? – sonrió con sutileza

-lamento interrumpir – Iruka había escuchado todo y con su oído un poco agudo, pues se sintió incómodo porque reconoció el nombre de aquella mujer. Su única opción fue salir de la cocina, presentarse y saludar con cortesía

-Iruka, deja que te presente – Kakashi hacia lo correcto al presentarlos a todos, pero Iruka no quería escuchar aquello, porque le dolió saber que esa mujer estaba en su casa… pero no podía reclamar porque el extraño era él. Así que poco escuchó de aquellas risas, de los halagos o pláticas por cortesía – prepararé todo para comer algo

-lo siento, pero debo irme. Los dejaré tranquilos para que charlen a gusto – sonrió Iruka mientras extendía su bastón guía y la mujer allí mostraba su sorpresa – iré a…

-perdona, no sabía que eras ciego y… supongo que Kakashi te acompañaría a donde planeabas ir – Mikoto entonces sentía la vergüenza por no haber llamado antes de llegar a esa casa, con las mejillas y un gesto con sus manos pedía perdón a un Kakashi que apenas la miraba

-está bien – sonrió el castaño por amabilidad – puedo defenderme solo señora Mikoto

-Iruka vas a…

-si… voy al centro – interrumpió al mayor, puesto que de verdad no quería estar con ninguno de esos dos, sería horrendo si se ofrecieran a acompañarlo – tal vez vea hoy a mi hermana, así que regresaré tarde

-lamento no poder acompañarte

-atienda a su… su esposa con calma – Iruka por primera vez sacó las gafas negras que guardaba con celo y se las colocó. Lo hizo porque sus ojos seguramente se estaban volviendo rojos, puesto que quería llorar. Esa mujer le certificaba que el beso de la noche pasada fue solo un sustituto, ya lo sabía, pero eso no disminuía el mal sabor de boca – buen día a ambos, perdonen la intromisión

-te ayudo a bajar Iruka – Kakashi estaba tan concentrado en sus debates mentales que poco se fijó en el semblante decaído de Iruka

-gracias

 

 

Era doloroso, Iruka sentía todo aquello como un deja vu, ya lo vivió, aunque no quisiera recordarlo, esa emoción la repitió junto a Mizuki y sus incontables novias y prometidas temporales. Iruka tenía bien en claro lo que era ser solo la diversión detrás del armario, también sabía cómo aparentar que todo estaba de maravilla. Sonrisas realistas, voz calmada, miradas tiernas, cortesía y morderse el interior de la mejilla para no perder la cabeza, esa era su estrategia. Así que el camino que transcurrió en soledad le sirvió para dejar que sus lágrimas se deslizaran sin impedimentos, en libertad absoluta, que su corazón sufriera lo que debía sufrir para después hacer un “borrón y cuenta nueva” y seguir con normalidad. Se metería en sus cosas para acallar el dolor de su pecho, se atiborraría de labores para mantenerse ocupado, empezaría a practicar una nueva canción para el piano y disfrutaría de las horas de desvelo en el bar, así de simple

 

Kakashi miraba  a su antigua esposa, calmada, un poco nerviosa pero con esa sonrisa que no se desvanecía. Platicaban con calma de todo y nada, de problemas de la vida de Mikoto y de él mismo. Las dudas llegaron entonces a su mente, porque ahora que tenía a Mikoto de frente, se daba cuenta de cosas que asemejaban a las de Iruka. La amabilidad, las sonrisas, el trato amable, el calor de hogar, la dulzura de la mirada y esto confundió más a Kakashi. ¿Acaso veía en Iruka el reemplazo de su antigua esposa? Todas las semejanzas y el sentimiento por cada uno se parecían, pero no quería hacerle eso a Iruka, nadie se lo merecía. Iruka era dulce, era un alma sufrida tanto como la suya, tal vez por eso se llevaban así de bien. A Kakashi le gustaba Iruka, le gustaba mucho y hasta sentía celos cuando alguien parecía interesado en el castaño, pero… ¿era un sentimiento real? ¿Estaba enamorado de Iruka? Y aunque sonara tonto… ¿estaba enamorado de otro hombre? Y cuando menos se fijó, Mikoto le daba un beso, de repente y como si nunca se hubiera separado de ella. Un ósculo cálido al despedirse, uno en que sus labios se encontraron como hace años. “Cómo en los viejos tiempos Kakashi… nos veremos pronto” su confusión aumentó con eso, porque la sensación fue diferente… los besos eran diferentes, ¿qué más era diferente?

 

 

Horas después…

 

 

Kakashi se la pasó debatiéndose mentalmente las cosas que hacían diferentes del sentimiento hacia Mikoto en el pasado y presente, así como las emociones que junto a Iruka vivía. Su mente estaba lúcida en ese momento, así que sentado en el sofá de la sala suspiraba, miraba al techo, cerraba sus ojos y pensaba. Perdió noción del tiempo y hasta del espacio que lo rodeaba, lo que le interesaba era entender qué rayos estaba pasando consigo. Kakashi quería averiguar qué pasaba por su corazón, mente, cuerpo entero. No quería lastimar a nadie importante, quería saber qué decisión era la acertada para proseguir con su vida… y era malditamente difícil darse cuenta del sendero con flores alrededor

 

 

-¿qué sucede Kakashi-san? – Iruka había llegado y Kakashi se asustó cuando escuchó los pasos acercarse. Se giró hacia el castaño cuando se sentó a su lado e hizo una mueca porque era hora de enfrentar la otra parte de sus pensamientos

-yo solo… lo que pasó… lo del otro día – empezó con frases entrecortadas pues no sabía cómo empezar esa plática

-¿el beso? – sonrió Iruka, pues la recaída de la vez anterior por parte de Kakashi, ya no tenía por qué ser justificada. Kakashi lo besó estando ebrio, despechado y frágil – yo… sé que usted sólo…

-¿yo qué? – susurró apenas, observando en detalle cada movimiento del castaño

-usted me usó como reemplazo. Le dolía saber que su esposa jamás volvería a pesar de que estuviera arrepentida – lo dijo con serenidad, jugando con sus dedos. Decidió ser directo, aclarar las cosas de un solo aventón, porque no quería complicaciones – me tenía cerca y… sólo lo hizo. No tiene que darme una explicación

-¿piensas que yo solo te estoy usando? ¿Qué me aprovecho de tus sentimientos hacia mí? – quiso evitar que Iruka pensara eso, pero al parecer las cosas se dieron a entender solas

-quiero pensar que usted no me haría eso – sonrió Iruka mientras ganaba el valor para lo que estaba a punto de decir – sé que no lo haría

-pero te besé

-necesita compañía y yo puedo ser esa compañía… es lo único que entiendo

-¿qué es lo que dices? Te refieres a… – se sorprendió por esas palabras, Iruka se veía tan serio que sus pensamientos solo se encaminaron a una sola cosa

-me refiero a que – Iruka se mordió el labio levemente. Ya lo había pensado mucho, no tenía esperanza alguna de tener una relación formal, estaba perdidamente enamorado de Kakashi, lo quería cerca y si para eso tenía que ser solo un reemplazo… lo sería – puede usarme… se lo permito… si quiere verme como un reemplazo, puede hacerlo… puede aprovecharse de lo que siento por usted

-me estás diciendo que…

-yo sé que usted quiere sólo… sexo. Soy hombre y lo entiendo – Iruka recordaba cada caricia de esa noche, cada beso, cada mordida desesperada en sus labios. Lo sabía, eso era ansiedad sexual y nada más –

-no es eso Iruka… yo solo…

-no está seguro de esto – sonrió ocultando que le dolía hablar de ese tema como si tratara de cualquier cosa. Interrumpía el discurso de Kakashi porque sabía que con solas pocas palabras podría perder el valor que le costó acumular – me mira y siente atracción pero no sabe qué siente con exactitud. Está ansioso por acostarse con alguien… y yo soy el más cercano

-¿has pensado que puedo ir por allí a buscar compañía femenina?

-pero está confundido. Además que usted no se relacionaría con alguien sin tener sentimientos, lo llegué a conocer de esa forma y no creo estar errado – Iruka se sentía malditamente promiscuo mientras seguía diciendo aquello, pero ya no había vuelta atrás – no sabe lo que siente por mí y quiere comprobarlo con…

-con sexo – lanzó una risita nasal porque jamás pensó estar en esa plática, lo peor era que hace poco estuvo pensando en eso exactamente

-si

-¿por qué lo dices así de fácil? – Kakashi no se creía que Iruka dijera eso como si tratara del clima, era un asunto serio – ¿por qué quieres que simplemente te use?

-usted quiere sacar dudas

-¿y tú, qué quieres?

-a usted – confesó sin vergüenza alguna, la verdad no estaba ni pensando mucho mientras abría la boca – sé que será la única oportunidad que tengo… la aprovecharé. Sea lo que sea que piense de mí… estoy dispuesto a hacerlo

-no deberías malinterpretarme de esa forma – con sorpresa enfrentaba aquello. Acarició los cabellos castaños para pararlo pero al parecer no había forma

-es la única que sé – susurró mientras elevaba sus manos en dirección a aquella voz que le llegaba tan profundo que sentía su estómago estrujarse – Kakashi-san… usted es increíblemente amable, ¿lo sabe? – sentía sus dedos temblarle ligeramente mientras tomaba el rostro del mayor y lo acercaba al suyo – por eso… ¿podría pedirle tan solo un beso?

-¿qué quieres probar con esto? – la cálida caricia en su mejilla era lo que necesitaba para aclarar su mente. Solo se fijaba en el rubor en esas mejillas, la calidez del calor ajeno, sus rostros tan cerca que sus alientos chocaban

-que usted me desea – susurró tan cerca que Kakashi sintió el calor emanando de esos labios – solo eso

-Iruka – susurró pero el castaño tenía razón, el deseo era potente. Tal vez era la curiosidad de experimentar algo nuevo, averiguar qué demonios pasaba con su mente en cuanto a Iruka se refería. Terminó con la distancia y posó sus labios sobre los ajenos, en un roce de segundos, sintiendo como esos labios temblaban ligeramente – no puedo – pero los labios de Iruka lo silenciaron, atrapando los suyos.

 

 

Los movimientos suaves y tiernos que Iruka guiaba, lo hicieron sonrojarse, porque expresaban un cariño infinito. Se enredaban con calma, en movimientos suaves y que parecían de inexpertos adolecentes. Kakashi aprisionaba uno de los labios ajenos entre los suyos disfrutando del sabor dulce, tal vez solo era su mente jugando con él en cada movimiento, brindándole sensaciones ajenas a la realidad. Sentía el temblor del cuerpo de Iruka  reflejado en esos labios y… perdió. Las palabras no eran necesarias en ese punto.

Mordió suavemente el labio inferior del castaño, escuchándolo soltar una leve queja y lo usurpó. Su lengua se adentró en aquella cavidad que a pesar de todo aun no exploraba por completo. Kakashi dejó de lado la dulzura, tomó el control de aquello con tan solo agarrar la nuca de Iruka y apegarlo de tal forma que no se separaran. Jugó con la lengua de Iruka con maestría, con apuro, sin cuidado, quitándole el aire pues sentía cómo las manos del menor estrujaban su pecho

 

 

-tienes razón – susurró el de cabellos blancos cuando dejó respirar a su compañero, aunque no deseara hacerlo. Escuchaba el jadear de aquel chico y solo quería más… algo más que eso

-no se detenga – pidió en un susurro, cerrando sus inservibles ojos y abrazándose a Kakashi por el cuello.  Sentía euforia por alguna razón desconocida – por favor – suplicó y estuvo tentado a gritar de la emoción cuando de nuevo sus labios se vieron dominados por los ajenos. Se aferró a la espalda del mayor con desesperación, para que no se escapara, para que todo indicara que era real… para fingir que le correspondían y por eso iban a seguir

 

 

Kakashi no dijo nada porque lo que menos quería era pensar, solo necesitaba ese calor tan agradable que provenía de su compañero. Lo jaló para abrazarlo por la cintura, delgada como para pertenecer a un hombre, delicada al tacto. Pegó sus cuerpos aun sin soltar los labios ajenos, con sutileza lo atraía hacia sí, lo obligó a que se sentara en su regazo con cada pierna rodeándole la cadera, frente a frente para disfrutar de ver cada expresión por diminuta que fuera. Se separaba solamente cuando sentía que el otro no aguantaba aquella atrevida acción y necesitaba recuperar el aliento. Kakashi lo escuchaba jadear en exceso, moviendo ese pecho sin control alguno y admiró el rostro que enrojecía cada vez más. No sabía qué tenía Iruka, una cosa mágica o un embrujo tal vez, lo que fuera que despedía para que se muriera por él, pero lo quería averiguar con aquello. Metió sus manos por debajo de la camiseta del más joven, escuchándolo suspirar y arquearse de tal forma que sus cuerpos se rozaban. Era una reacción muy linda acompañada de ese sonrojo intenso, de los labios brillantes y sonrosados. Lo mordió para escucharlo gemir por la sorpresa y sonrió divertido por la travesura

Iruka no se creía que el estar ciego le permitiera sentir cada caricia como una quemadura en su piel, le ardía, cada toque le ardía como fuego candente. Sentía aquellas manos subir por sus costados, explorando su cuerpo y lo permitía sin protestar porque de todas formas no podía. Sentía las mordidas ansiosas en sus labios, juraba que al siguiente día las evidencias le darían un regalo de satisfacción y dolor a la vez, porque eso era solo… un sueño. Sus manos acariciaron el rostro marcado y lo besó en cada porción de piel disponible, sintiendo la textura de aquellas cicatrices en esa persona gentil, deslizó sus labios por cada una, las acarició con la punta de sus dedos, amaba todo de ese hombre. Lo besó con devoción porque eso era para él, algo único que quería poseer pero que jamás sería suyo. Sus manos viajaron por el pecho de Kakashi, arañándole por encima de la ropa para incitarlo a excitarse, le rozó los pezones con disimulo escuchándolo soltar un sonido ronco. Al mismo tiempo una de aquellas manos ascendía por su pierna deteniéndose con cautela en su cadera y dudando si seguir. Iruka sonrió divertido y fue él quien tomó la iniciativa, descendió una de sus manos hasta la intimidad ajena, la deslizó con cuidado y se topó con una sorpresa

 

 

-está despertando – dijo con un sonrojo creciente mientras escuchaba el suspiro de Kakashi cuando empezó a masajearlo – es raro, ¿verdad? – susurró sobre los labios ajenos

-un poco – admitió pues una experiencia nueva era rara siempre

-puede tocarme sin problemas – sintió la respiración de Kakashi en su cuello e inclinó un poco su cabeza para darle mejor acceso. Un escalofrío le recorrió cuando aquella húmeda lengua repasó su piel con lentitud, soltó un gemido suave porque le gustaba el accionar inocente – ¿puedo tocarlo también?

-puedes – susurró sintiendo como los dedos de Iruka tiraban de la tela que cubría su torso, pecho, medio ser. Ayudó a retirar la parte de su ropa, bajo la atenta mirada de su… ¿su qué? – ¿qué miras?

-no puedo verlo – susurró y sonrió divertido porque lo que suplicaba en ese momento era que sus ojos percibieran al menos una leve imagen. Quería ver la expresión de Kakashi, ¿cuál sería? – pero quiero simplemente, imaginármelo – sus dedos viajaron por la piel ajena, tocando el pecho plano, las costillas, un cuerpo varonil en todo sentido, un cuerpo que anhelaba tener para sí. Se inclinó para besar la piel del mayor, lo acarició en el vientre, ascendiendo y descendiendo con la punta de sus dedos mientras repartía besos mariposas en ese pecho que lo acunó en su llanto alguna vez. Lo mordió con sutileza para en seguida escuchar la ronca voz salir de Kakashi. Ascendió dando una leve lamida al pezón ajeno, mordió la clavícula con ligereza y terminó en el cuello, donde su lengua repasó la manzana de adán marcada, la misma que generaba esa voz tan sensual que le hacía temblar en ocasiones

-ugh… – sentía escalofríos con cada suave toque que Iruka le daba, se sentía de cierta forma virgen nuevamente, era gracioso pues hasta estuvo casado anteriormente. Elevó ese rostro marcado por una cicatriz que atravesaba la respingada nariz y lo besó sin darle oportunidad a reclamo cuando con atrevimiento metió sus manos en la ropa ajena, arañándole levemente y sintiendo como la piel se erizaba ante su toque. Su ego subía con cada gemido de Iruka que moría entre sus bocas, dulce placer que despertaba su miembro. Lo apegó más hacia sí, ya sin detenerse, apretó esas firmes nalgas, suaves al tacto y como hechas a la perfección para estrujarlas entre sus manos. Juntó sus cuerpos con aquello y sintió que Iruka también estaba en las mismas condiciones, con una erección que era aprisionaba – demonios – susurró alejándose de esos labios adictivos y dulces, para apretar las caderas y hacer que sus intimidades se rozaran sintiendo como el otro se estremecía ante cada movimiento – no sé cómo seguir

-pues no lo piense… ah… mucho – susurró disfrutando de aquellas atenciones, feliz de saber que fue capaz de despertar a Kakashi con eso – lo único que tiene que saber – levantó el rostro de Kakashi y lo atrajo hasta besarlo castamente – es que… no soy frágil como una mujer – sonrió imaginándose la duda en el rostro ajeno – no me voy a romper si me trata con rudeza

-no haría nada que no quisieras – aquellos ojos no servían, pero anhelaba apreciar el iris negruzco que los parpados escondían.

-no se contenga entonces – susurró en el oído de Kakashi mordiéndole el lóbulo para incitarlo. Usó sus manos para memorizar detalles de ese rostro, de ese cuerpo y formarse una imagen del hombre que se había enamorado – explore cuanto desee, toque lo que quiera y yo haré el resto

 

 

Kakashi sintió esas palabras como una de las mejores seducciones de su vida, pues sintió una punzada en su miembro al saber que dar rienda suelta a sus deseos más escondidos, estaba permitido. Mordió y succionó el cuello disponible, apretó las partes que quiso mientras se levantaba con Iruka a cuestas pues no iba a hacer aquello en la sala. La calidez de Iruka se repartía por su cuerpo también, un sofocante ambiente que le estaba haciendo perder la cabeza con cada paso que daba, pues se rozaba con la intimidad ajena, ocasionando que esos labios soltaran dulces melodías que iba a memorizar. En el camino iba explorando un poco más de esa piel, deshaciéndose de las prendas que le impedían verlo completamente y sintiendo como también era despojado. Terminaba correspondiendo con suspiros largos y besos apasionados donde perdían el aliento casi completamente.

Recostó al castaño en su cama, y se dio tiempo de admirarlo un poco, piel de un exquisito tono comparable con algún chocolate mezclado con leche. Deslizó sus dedos por donde pudo mientras se posicionaba sobre él para mayor facilidad en aquel descubrimiento. Le quitó con prisa aquella ropa admirando el cuerpo cuya anatomía asemejaba la suya y poco le importó, pues al hundir su nariz en ese cuello era maravilloso, sintió al instante la fragancia propia de Iruka. Marcó esa piel sana, disfrutando de los gemidos que salían de forma aguda en ocasiones de la garganta del castaño. Sus dedos brindaban caricias un poquito rudas en el vientre, piernas y ascendían con curiosidad a aquellos botoncitos de un color más opaco que el resto de la piel. Escuchando los sinceros gemidos de Iruka podía saber los puntos delicados en aquel cuerpo, los mismos que besó, lamió y mordió. Exploró qué tan sensible era y sonrió cuando lo veía debajo de su cuerpo, jadeando y con aquellos botones rosas, duros, erectos, debido a las mordidas y succiones que había dado sin parar. Descubrió que un jovencito podía ser igual de sensible que una mujer, en eso pensaba cuando se detuvo, levantándose para admirar aquel cuerpo delgado que mostraba ya una fina capa de sudor al igual que el suyo

 

 

-no sabe cómo seguir – susurró Iruka volviendo a la realidad cuando dejó de sentir al mayor en su faena. Se había perdido disfrutando de ser acariciado y marcado sin descanso, pues estaba en extremo sensible a cada roce – Kakashi-san

-no estoy seguro – susurró viéndose descubierto, pues a su disposición tenía a Iruka, sólo usando esa ropa interior que ocultaba la última porción de piel sin descubrir

-Kakashi-san – sonrió divertido levantándose con dificultad, otorgándole al otro un beso casto y cariñoso – es mi turno ahora – sonrió y de un movimiento tenía a aquel hombre debajo de su cuerpo, bajo su dominio. En momentos como ese desearía poder ver, solo para grabarse esa imagen que seguro era sorpresa combinada con la lujuria en la mirada. Se sentó sobre el vientre del pelibanco y sonrió – no me ofenderé si no quiere verme desnudo por completo – susurró recordando que estaba acostándose con un heterosexual, al menos debía respetar eso

-¿de qué hablas? – susurró sintiendo como esos dedos se posaban en su piel descendiendo hasta sus bóxer delgados que ya ni ocultaban su erección necesitada – yo solo… ugh… agh – se mordió el labio cuando Iruka le acarició en la punta, sentía el placer de ese simple contacto

– aquí… es un poquito diferente – susurró con ansiedad contenida

-¿de qué? – apenas podía hablar y controlarse, quería saber cómo unirse a Iruka lo más pronto posible

-de una mujer – susurró mientras despojaba al mayor de la última prenda, deslizándola con sus dedos y deleitándose con los gemidos ahogados del mayor. A su vez se quitaba la última prenda de su propio cuerpo, para terminar entrecruzando sutilmente las piernas en un vano intento de cubrir su erección – porque yo… necesito preparación – explicaba con vergüenza, ¿quién sabe de dónde surgió?

-te refieres a… - tenía las ideas básicas de todo lo que se debía hacer, pero aplicarlas con otro hombre era…

-shh – le cortó el discursito con una sonrisa y un beso lleno de cariño. Una de sus manos ascendió en una caricia por la erección ajena – lo haré solo – susurró mientras empezaba con aquello

 

 

Kakashi solo observó sin saber a qué exactamente se refería Iruka, simplemente estaba admirando como el castaño se metía un dedo a la boca, lamiéndolo con calma, como si degustara de un dulce. Pero era tan malditamente sensual que se quedó viendo embelesado aquella simple maniobra mientras soltaba leves gruñidos, ya que los dedos hábiles y libres del castaño se enredaban en su erección desatendida. Dos dedos siendo ensalivados por la boca del castaño y el movimiento extenuantemente suave sobre su pene lo hacían ya ver borroso. Tres dedos que penetraban la boca de Iruka y la necesidad de tocarlo le ganó. Se elevó con ayuda de sus brazos y deslizó sus dedos por los pezones de Iruka, escuchando el gemido ahogado por aquellos dedos que entraban y salían de esa boca o eran repasados por esa lengua que se veían en extremo apetitosa. Aquellos dedos finalmente abandonaron esa cavidad, mostrándose brillantes y bien ensalivados. Kakashi no perdió tiempo y aprisionó esos labios a la vez que sujetaba las caderas del castaño por el simple placer de verlo dominado. Sentía el placer de ser masturbado por alguien ajeno y correspondido en ese beso con desesperación

Iruka estaba embelesado cuando fue obligado a pegar su cuerpo al otro, sintió las manos del mayor agarrar sus piernas, posicionándolas a cada lado de la cadera de su dueño momentáneo. Gimió cuando sus erecciones se juntaron, gimió de nuevo cuando sus propios dedos tocaban aquella parte escondida entre sus nalgas. Iruka movió sus caderas para friccionarse al mismo tiempo que un invasor entraba en su interior y gimió con fuerza cuando sintió la mordida en su cuello, lo deseaba tanto que su mente se quedaba en blanco. Sentía aquella mano tomar ambas erecciones y realizar el vaivén tortuoso, lento, dudoso en ocasiones, mientras sus cuerpos se restregaban llenos de curiosidad. Iruka sabía que debía dilatarse con cuidado pues hace mucho no hacía aquello, pero las caricias, las mordidas, los besos lo estaba desesperando. Un dedo más y sentía sus lágrimas aparecer pero no descender por sus mejillas, se aglomeraban en sus ojos. Buscó un beso fogoso que le dieron de inmediato, un tercer dedo hizo que su cuerpo temblara ansioso y allí sintió la mano ajena juntarse con la suya. Se sorprendió pero no se quejó cuando Kakashi le ayudaba en el movimiento de adentro hacia afuera para estimular y dilatar su ano. Se aferró a los hombros ajenos y gimió más fuerte, deseoso por lo que venía. Su bienestar se fue a segundo plano cuando Kakashi le incrustaba las uñas en las caderas y trataba de pegarse más

 

 

-Kakahi-san… es… ah… es sufi… ciente – susurró apenas, mientras sacaba sus dedos y alejaba la mano traviesa que la acompañaba

-¿estás listo? – su voz estaba ronca, cargada de lujuria

-esa es mi… pregunta – decía con dificultad mientras lo besaba – me… me gustaría que cerrara su ojos – pidió pues aun sentía vergüenza por lo que estaba a punto de hacer

-claro – mintió mientras se recostaba por obligación gracias a esos brazos que empujaron su pecho – Iruka… esto…

-es raro… ver a un hombre de esta forma – susurró mientras rozaba su entrada con la erección de Kakashi y abría sus piernas con vergüenza – por eso… cierre los ojos… e imagine a una mujer

-no podría

-sé que usted no…

-Iruka… eres lo que eres – susurró mientras observaba como aquel muchacho sonreía sutilmente con las mejillas mucho más encendidas que antes, mientras elevaba un poco sus caderas

-soy su amante… esta noche – declaró mientras tomaba la erección del peliblanco y la llevaba a su entrada. Respiró profundo y empezó a introducirlo, lento, disfrutando del dolor punzante en esa zona de su cuerpo, gimiendo leve por el dolor que le azotaba – duro… muy duro – susurró y se autopenetró de una sola vez arqueándose por la incomodidad y placer que forzaron a sus lágrimas a brotar

-agh… Iru… joder – sentía como aquellas paredes apretaban su miembro tan deliciosamente que su respiración se cortó. Kakashi apretó esas piernas y respiró profundo mientras veía a Iruka lagrimear – ¿e-estás bien?

-no se… mueva – susurró apenas, mordiéndose el labio inferior y dejando sus lágrimas deslizarse. Soltó jadeos débiles, sintió la dicha del dolor en sus entrañas aunque sonara extraño. Gimió por la contracción que sintió y a la vez por la emoción – no… no tiene porque… reconfortarme – susurró cuando sintió las caricias en su mejilla, retirando sus lágrimas y luego unas en descenso a su erección – no…

-Iruka – susurró elevándose para besarlo mientras movía su mano en la intimidad del castaño – yo…

-ya puede – suplicó embelesado por aquel simple acto de cariño. Kakashi intentaba relajarlo, era un hombre gentil, eso ablandaba el alma de cualquiera

-pero aun parece dolerte – susurró sobre los labios de Iruka, sosteniéndolo por la cadera

-no importa – susurró suplicante mientras llevaba esas manos a sus caderas para que fueran apretadas. Lo que menos quería era ser tratado con gentileza, solo quería… placer, uno que le impidiera pensar en sus sentimientos – ya puede… ah… ah – sintió el leve movimiento y gimió satisfecho. Le dolía porque hace mucho que no lo hacía, y aun si lo hubiera hecho dolería de igual forma, pero eso pasaba, pasaba rápido y sus lágrimas terminaban de salir

-estrecho – susurró cuando Iruka tomando soporte sobre su vientre empezaba a moverse por sí solo, auto penetrándose. Aquel interior estaba apretado, era cálido y… acogedor. Kakashi se mordía el labio al escuchar los gemidos de Iruka y lamió aquellas lágrimas que le sabían a gloria en ese instante – Iruka…

-ah… mgh… ah – gemía porque no sabía qué mas decir, porque su mente estaba poniéndose en blanco – Kakashi – susurró tan débilmente que dudaba haber sido escuchado y siguió dándose placer con el duro miembro en su interior. Lo estaba disfrutando porque era con Kakashi con quien hacia eso – Kakashi

-espera – no dio tiempo a pensar porque su cuerpo actuó solo. Dejó a Iruka debajo de su cuerpo, lo besó mientras él tomaba el control de las estocadas, escuchando los gemidos suaves que de a poco se hacían más intensos y audibles. Se sentía en el cielo con tan apretada cavidad estrujando su pene, sus dedos apretaban esas piernas abriéndolas un poco más, para arremetiendo sin cuidado alguno. No estaba pensando más que en su placer personal hasta que escuchó a Iruka soltar un sollozo leve – Iruka… lo siento – se asustó porque no pensó en su amante. ¿Aún le dolería aquello?

-no pare – jadeó sosteniéndose de los hombros ajenos – no pare… Kakashi… no… no

-siento que te daño – pero sus caderas solo se movían, con fuerza y ganaban velocidad. Veía al otro derramar finas lágrimas con los ojos cerrados, los labios separados y soltando gemidos tan dulces que podía volverse adicto a ellos – Iru… ka

-no lo hace… ¡ah!... mgh… ah – lo abrazó con sus piernas, rodeándole la cadera para que llegara a lo más profundo de su ser. Gemía sin vergüenza para darle confianza y acelerar aquello, porque el placer podía estallar en cualquier momento si se tocaba el punto correcto – aaah… no se… contenga – susurraba como suplica pues se sentía maravilloso ser ultrajado de esa forma. El dolor había pasado… ahora solo sentía su piel estremecerse con cada roce por mínimo que fuera

 

 

Kakashi estaba muy perdido en el placer como para preocuparse de esas lágrimas, sólo quería su satisfacción. Terminó olvidando ser gentil, penetrándolo cuanto quiso, al ritmo que quiso, agarrándole las caderas sin cuidado, marcándole sus dedos en la piel y dejándose llevar por los gemidos cada vez más audibles. Iruka solo pedía por más, en susurros, en gemidos, en rasguños en la espalda del mayor, sus lágrimas aun caían pero no eran las mismas que antes. Dolía, pero no su cuerpo sino su alma, porque a pesar de estar disfrutándolo… en el fondo de su mente turbia sabía que sería la única ocasión de ser tan dichoso. Iruka lloraba por placer culposo y aun así solo pedía por más… más rápido, más fuerte, más de esa perdición. Rogaba por perderse en ese acto carnal y su súplica fue escuchada

 

 

-AAAH… AH… AH – se retorció al sentir aquella oleada de placer que le hizo abrir los ojos y dilatar sus pupilas

-¿estás… bien? – sentía una punzada cuando ese interior lo estrujó de improvisto, el grito salido de labios ajenos lo hizo ser consciente de lo que hacía

-ahí… ahí – susurró pues sabía que era su punto de pecado, su punto de gloria, de todo

-aquí – Kakashi sonrió y dio en ese lugar nuevamente, comprobando que le otorgaba un apretón delicioso y ocasionaba el delirio ajeno

-KAKASHI… DAME AHÍ – suplicó a viva voz, ya sin pensar en prudencia. Se abrazó al mayor con desesperación, arañándole la espalda, rogando un beso que no le cedieron

-entonces – tomó las muñecas de Iruka y zafó el agarré en su cuello – así – le dio vuelta a su amante, hasta observar esa espalda  con piel de porcelana y estrujó esas nalgas entre sus dedos. Escuchaba a Iruka gemir con fuerza y mover las caderas con sutileza. Una invitación a la gloria que Kakashi no dudó en tomar. Lo penetró con fuerza, de una sola estocada

-AAAH… que rico – soltó esa expresión entre su letargo, pues su punto dulce fue impactado con fuerza. Se arqueó, elevando su rostro y su cuerpo. Sus labios le temblaban levemente, sus lágrimas salían, su mente volaba. Todo el mundo le tembló tan malditamente delicioso que sus brazos y piernas casi colapsaban, al mismo tiempo su interior se contraía dándole placer a su amante también

-joder – le agarró de esas caderas y se inclinó para morderle el cuello mientras sus embates tomaban fuerza y velocidad. Disfrutaba escuchándolo casi gritar y sintiendo esas paredes contraerse con insistencia

-más… más – susurraba cuando sus brazos le fallaron y su rostro golpeó el colchón sintiendo las embestidas claras, el agarre en sus caderas y las mordidas en su espalda. Estaba a punto, lo sentía tan maravillosamente cerca que ni siquiera podía retener la saliva entre sus labios. El orgasmo le nublaba la vista y sus lágrimas brotaban de nuevo. Descendió su mano para dar placer a su olvidado miembro y gemía con fuerza contra las cobijas

-Iruka – solo escuchó el grito que ocasionó que lo apretaran con fuerza y obligaran a derramarse también. Lanzó un gruñido mientras la explosión de satisfacción lo dejaba sin palabras siquiera

 

 

Un orgasmo tan satisfactorio que su cuerpo entero tembló y sus uñas clavaron esa piel antes de rendirse al agotamiento y derrumbarse sobre el cuerpo que aun convulsionaba levemente. Suspirar, regularizar su respiración, descansar en silencio sin moverse de esa posición pues no había reclamo alguno, sólo un suspiro suave. Kakashi disfrutó de ese pequeño tiempo de recuperación, aspirando el aroma Iruka, del ambiente opacado por acto carnal que predominaba en la habitación. Se encontraba ajeno de lo que alguna vez pensó pasar junto a su… ¿su qué? No podía definirlo pero quería hacerlo. El mayor salió de aquel interior con sumo cuidado, reposando junto al cuerpo que desnudo se mantenía inmóvil, con la respiración suave

 

 

-¿estás bien? – se atrevió a preguntar cuando ya dudaba si el otro seguía despierto

-si – susurró sintiendo cierta molestia en su garganta – solo… agotado

-Iruka… tenemos que hablar

-por favor no diga nada – se removió un poco hasta darse vuelta y dirigirse a Kakashi – así está bien – sonrió con sutileza

-no está bien – admiraba el rostro aun sonrojado de Iruka y entendió una sola cosa. No quería alejarse de él, mucho menos ahora

-lo sé… sé que no está bien y asumo las consecuencias – acercó sus dedos hasta hallar el rostro ajeno, acariciándolo con ternura culposa. Se guió con terror al rechazo hasta depositar un beso casto y sonrió. No había nada más que decir, porque se conformaría con aquello

 

 

Continuará… 

 

 

Notas finales:

Wow, gente ahí está su lemon... y la verdad no me acuerdo si puse advertencia... ya lo revisaré ^^

Muchas gracias a las personitas que me dejaron review, jajaja pensé que no iba a tener ninguno por mi desaparición, pero wow... me hacen feliz. Les contestaré el fin de semana, porque esto lo hice de contrabando... debería estar estudiando para mi examen... 

Supongo que ya se imaginan de donde sacaré a Sasuke... ¿o no?

muajajjaja esta mujer se va satisfecha porque desde hace mucho que no hago un lemon, fue como reencontrar mi inspiración perdida. Aunque aun no lo hago como se debería, creo que me falta aprender algunas cosas pero bueno... algunas somos inexpertas en esos temas :v

Muchos besos~

Nos veremos~~


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