Agarró el suéter de Kakashi para seguirle el paso. Obviamente ese hombre era más alto que el castaño y al parecer sus pasos tenían mayor alcance, pero claro, cuando Kakashi se dio cuenta de la dificultad del más joven, disminuyó el ritmo. Iruka le agradeció con una sonrisa mientras recuperaba el aliento perdido, de ese modo se sentía en plena capacidad de usar su bastón para identificar cualquier obstáculo que se le presentara, pero ni así soltó al mayor
—No te preocupes, no te voy a dejar en medio del camino – comentó el peliblanco al notar lo tenso que el chico estaba, el firme agarre de su suéter mostraba lo inseguro de aquel muchacho
—Ah… lo siento – dijo mientras lo soltaba de inmediato – no es que desconfíe de usted, pero…
—No te preocupes – sonrió, aunque la bufanda en su rostro ocultara ese gesto y además… esos ojos negros no lograran verlo – permíteme – murmuró mientras tomaba el brazo del más joven y lo enlazaba al suyo – sostén mi brazo, es mejor así y se ve menos raro
—Lo siento – se reía bajito pues no tenía idea de qué clase de expresión tendrían las demás personas al verlo comportándose como un pequeño niño asustado – solo estoy… un poco asustado, he de admitir
—Lo imagino – acarició los cabellos ajenos para darle confianza – si quieres puedo ayudarte siempre que necesites
—No quiero molestarlo – sonrió con vergüenza, pensando mentalmente que era un idiota por demostrar cierta parte suya que no era aceptada socialmente… – ya ha hecho mucho por mi… yo…
—Sólo te estoy llevando a casa – pues ya estaban cerca de la dirección que le dieron. Kakashi veía las calles, las reconocía pues hace mucho las transitó en uno de sus paseos – déjame guardar el número de contacto – sacó su propio celular y guardó el número de Iruka, llamándolo para que el número quedase registrado en el teléfono del castaño… siempre era bueno ayudar a alguien y a la vez formar una amistad
—En verdad se lo agradezco… me gustaría charlar con usted en otra oportunidad – seguía su paso mientras tocaba las paredes y reconocía la estructura de la salida de su casa… es decir, la casa de su padre
—Pactemos una reunión entonces – decía mientras guiaba al muchacho que buscaba el letrero marcado con el nombre de… ¿Hyuga?
—Sería genial – tocaba las letras de metal, esa era la casa que ahora lo acogía – pero como no sé dónde vive usted… pues, puede buscarme en la ruta desde ésta casa al centro de ayuda para discapacitados visuales, paso allí la mayor parte del tiempo
—Te visitaré en alguna de estas oportunidades… ¿en verdad vives aquí? – charlaron sobre muchas cosas, pero fue poco acerca de sus familias… ahora tenía muchas preguntas y solo por ver un simple apellido familiar
—Sí... es la casa de mi padre – explicó con rapidez
—Pero pensé que eras Umino… no Hyuga
—Larga historia – sonrió cuando se soltó para posarse en la entrada – podemos platicar de eso en otra ocasión… le añadimos un par de cervezas y de nuevo tendrá que traerme a casa, Kakashi-san – se rieron por la pequeña broma, era increíble lo bueno que era Iruka para matar esos incómodos momentos
—¡Ni-chan! – la voz de cierta pequeña los interrumpió. Kakashi se acomodó mejor la bufanda mientras retrocedía un par de pasos para no causar alboroto – ¿dónde estabas? ¡Llamaron del centro y dijeron que no llegaste!... no te llevaste el celular y yo… yo…
—Lamento haberte preocupado – el castaño estiró su mano tratando de ubicar a la menor hasta que Hanabi se acercó a abrazarlo, la pequeña sollozaba bajito – disculpa… sucedieron muchas cosas
—Pensé que… te pasó algo – se mordió el labio para no romper en llanto, estaba preocupada… era mucho estrés para una pequeña
—Me perdí, pero un buen hombre me ayudó a regresar… quiero presentarte a Kakashi-san – se giró a donde se suponía estaba el peliplata, pero…
—El señor ya está lejos – dijo Hanabi mientras observaba la espalda de la única persona que caminaba por esas calles – ¿quieres que lo traiga? – se limpiaba con disimulo las lágrimas que se le escaparon
—Déjalo así… pero debes ayudarme a mandarle un mensaje de agradecimiento – sonrió tomando la mano de la pequeña. Entendía que Kakashi respetó su momento familiar, además que… seguramente se sentía inseguro al ver a otras personas
Dentro de casa todo seguía más o menos igual. Hinata también se sobresaltó al ver a su hermano llegar a esas horas, pues sin pensarlo ya eran pasadas las cinco de la tarde, las dos jovencitas de la casa abrazaban y pedían explicaciones. Iruka relató los hechos guardándose algunos detalles para él pues su experiencia era un regalo personal. Con sencillez, mostrando un aura calmada y disculpándose por preocuparlas, mantuvo la paciencia necesaria para seguir con la explicación e ignorar los leves chasquidos que daba Sakura
Otro asunto era la dueña de casa, que ignoró el hecho de ver llegar al intruso nuevamente, o, mejor dicho, quien se quejaba entre dientes de ver de nuevo a Iruka. Bajo la complicidad del cuarto del hermano mayor, los tres jóvenes platicaron, la castaña menor ayudó a Iruka a teclear un mensaje al número que reconoció como el de Kakashi y mientras eso sucedía platicaba con las dos pequeñas sobre aquel interesante hombre que conoció, el mismo que como negocio administraba un bar en el centro de la ciudad.
Hiashi fue informado por las dos pequeñas apenas llegó a casa, preocupado habló con su hijo, le recomendó que se asegurara de llevar al menos el celular, el bastón, o que solicitara su ayuda en las mañanas, pero como siempre Iruka solo aseguraba que fue un simple descuido, nada más. Eso era como una charla de un padre preocupado por su pequeño hijo de diez años, pero… para Iruka eso no tenía sentido alguno. Hace mucho que alcanzó su mayoría de edad, maduró mucho antes de lo que debió ser normal debido a la necesidad, aunque deseara olvidar aquello, era imposible
—Gracias por tu preocupación… pero puedo notar tu razón escondida – su voz serena a veces era desesperante para Hiashi
—Eres mi hijo y…
—Sientes culpa – lo interrumpió mientras terminaba el té que le preparó Hanabi antes de que se fuera a dormir
—En verdad me preocupas – tenía una mueca de temor, de angustia, veía el vacío de los ojos negros que tenía Iruka, nunca pensó verlo de esa forma… sumido en una oscuridad ilimitada
—También me tienes pena – volvió a interrumpir el monólogo de su padre – eso lo entiendo. Me dejaste a mi suerte desde que tengo memoria y ahora que pasó este accidente sólo tratas de enmendar una vida llena de errores – su rosto no mostró enfado, ni arrepentimiento por la dureza de sus palabras, no sentía nada al decir la realidad de las cosas – no pienses que te estoy sacando en cara todo el dolor que pasamos por situaciones diferentes… sólo quiero que entiendas que eso ya pasó, ya no interesa
—¿Me perdonarás algún día?
—Desearía decir que sí… pero no tengo ninguna intención de hacerlo
—Amé a tu madre – el dolor en sus palabras se reflejaba en los ojos cristalinos, rodeados de ojeras y un par de arrugas debido a la edad y a los años de malas decisiones
—Y sólo por ella yo jamás dejé de cuidarte y mantenerme en contacto – pues desde que recordaba, llamaba a su padre, aunque sólo para preguntar cómo estaba. Unas diez palabras intercambiadas bastaban – pero… las cosas no son fáciles, padre
—Cuando me llamas así… siento la distancia
—Así ha sido siempre, padre – se levantó en dirección del mayor, estiró su brazo hasta acariciar la mejilla de su progenitor – las cosas se han distorsionado, las cosas ya no tienen remiendo… nos ignoramos mutuamente por años y ahora retomar el lazo familiar… es casi imposible
—Podemos intentarlo -
—Tú tienes tu familia… yo tengo mi vida. Ahora vivo entre tinieblas, pero es mi vida y nada más – se acomodó sus cabellos largos en una coleta alta, escuchaba el suspirar de su padre, pero no sentía pena alguna… ya no creía más en esos lamentos
—Es tu familia también – Hiashi mordió su labio mientras se acercaba a su hijo, el que era la viva imagen de su primera esposa
—No te mientas a ti mismo… sabes que aquí solo soy un intruso, sólo llegué porque no tengo a quien más recurrir por el momento
—No te tengo conmigo para expiar culpas, sino porque eres mi hijo, quiero cuidarte, quiero forjar el lazo que nunca pudimos…
—Nuestro pasado es una condena difícil de sobrellevar, padre… lamento decirte que yo no estoy dispuesto a luchar por romper esta muralla… estoy cansado y ahora incapacitado
—Seguiremos buscando soluciones en los hospitales
—Gracias… pero ya escuché las opiniones de los médicos… no hay forma
—Un especialista
—Mi jefe ya buscó algunos… no hay caso – Iruka suspiró pesadamente, las malas noticias sólo lo dañaban más, quería vivir en paz
—Entonces trata de aceptar que ésta es tu familia ahora – odiaba la terquedad de su hijo, el mismo que ya muchas veces se negó a vivir con ellos antes
—No lo haré… amo a mis hermanas, lo respeto a usted… pero jamás aceptaré a otra mujer como mi madre – no señor, nadie ocuparía jamás el puesto de su madre. Yuka Umino era la única mujer a la que amaría a excepción de sus dos hermanas… y por eso…
—Sakura es mi esposa – impuso su autoridad, ya discutieron mucho por eso, pero nunca faltaba una repetición
—Por favor no insistas, sabes que nosotros no nos llevamos bien, existe una historia que nos enfrenta… no quiero mentirte, yo no tengo intenciones de quedarme mucho tiempo
—¿A dónde irás entonces? -
—No lo sé aun… pero tengo que independizarme – Iruka se encaminó hacia la cocina con la taza en las manos – no molestaré más
—No puedes hacerlo, no así… estás ciego y…
—Pero tengo manos y piernas, una compensación mensual por accidente laboral y las ansias de libertad, la misma que siempre ha sido mi motivación de vida – se puso serio, nunca dejaría que su padre lo encadenara
—Pero estás encadenado a una oscuridad absoluta
—Ya veré que hacer… pero quedarme en un solo lugar… no es mi estilo, padre
—Qué terco eres – se quejó mientras veía a su hijo alejarse
—Igual que mi madre – sonrió al recordar la sonrisa de la mujer que le dio la vida. Los pocos recuerdos en conjunto con las fotografías que tenía, le daban hermosas imágenes que invadían su mente
Siempre era la misma discusión, siempre era la misma plática. Iruka fingía no darse cuenta de las verdaderas intenciones de su padre, trataba de pensar que estaba imaginándose cosas. Seguía con su vida compleja, esperando cada día que algo le diera luz a sus ojos, alguna cosa para poder defenderse solo. Recibía algunas llamadas de sus compañeros de trabajo, de su jefe, de sus amigos preguntando como estaba o al menos una dirección específica para visitarlo, pero Iruka siempre los evadía. El castaño se escapó cuando le dieron de alta en el hospital, mejor dicho, le pidió a su padre que lo ayudara a escapar. Ese día por casualidades de la vida, Hiashi Hyuga lo encontró en un hospital, su padre era abogado y analizaba un caso, escuchó el accidente de cierto joven y… las cosas se dieron. Iruka estaba ciego, Hiashi trataba de expiar las culpas, se dieron la mano, tomaron la oportunidad, fue simple… y terminó mal, después de todo no contaron con que el odio entre la dueña de casa y el hijo del primer matrimonio se diera en silencio, una batalla detrás de las apariencias. Sakura fingía que simplemente le molestaba la presencia de un extraño en casa, nunca daba señales del maltrato que ella le brindaba al castaño, daño moral hacia un chico que no tuvo la culpa de nacer antes que sus hermanas, de ser concebido en un matrimonio que llegaba a su fin… él no tenía la culpa de nada, pero la pelirosa se negaba a ser razonable
Sucesos…
Iruka no contactó personalmente con Kakashi durante la semana, a pesar de que se mandaban textos y cabe decir que sus tutores en el centro eran sus compinches para mandar dichos mensajes, no pactaron nada. Los chicos que eran los guías querían agradecerle al extraño por ayudar a Iruka, el castaño quería invitarlo a comer para platicar, pero nada se daba como se desearía… todo tenía motivos y en esa ocasión parecía que ese encuentro, sólo fue una casualidad dada de vez en cuando, la misma que no se repetiría jamás… pero…
Una mañana cálida, una brisa leve y agradable, una caminata segura y un pensamiento amable. Al fin pactó un encuentro con cierta persona. Kakashi lo llamó la noche anterior, aceptó ir a comer y ser ayudante por unas horas para guiarlo en nuevas calles y lugares. Sería bueno para ambos, pues el uno tenía complejos y el otro tenía ataduras. Una amistad basada en pequeñas pláticas por celular y llamadas, una amistad forjada en tres semanas…
—Al parecer mi insistencia rindió frutos – se reía Iruka cuando sentía el aroma conocido llegarle, pactaron encontrarse unas cuadras más allá de la casa del castaño – perdón por ser tan insistente, pero tenía que agradecérselo correctamente
—Supongo que no tenía como negarme
—Seguro piensa que soy molesto – y a pesar de eso la sonrisa no se le borraba
—Para nada – contestó Kakashi un poco extrañado al recibir esa sonrisa. Estaba tan acostumbrado a que la gente le rehuyera debido a las marcas que tenía en su rostro, que sentirse bien tratado era raro ahora – creo que será divertido salir un rato
—Habla como si fuera una de esas personas hurañas o de las que se encierran en sus casas como si el mundo afuera les fuera a devorar – arrugó un poco su nariz al recordar que él pasó por una etapa así, cuando pasó por una depresión al ser un adolescente sin familia cercana
—Algo así – confesó mientras se rascaba la mejilla – pero veamos… ¿a dónde quieres ir?
—¿Le parece un buen almuerzo? – Ladeó su cabeza mientras pensaba… y sí, se le olvidó preguntar a su hermana por un buen lugar – será a su elección pues no recuerdo… tampoco sé de un lugar aceptable. No conozco casi nada de esta ciudad
—Entonces caminemos un poco – se acercó al castaño ofreciendo su brazo como guía para el menor – una buena plática siempre es buena
—Me roba mis diálogos – se reía Iruka, quein nunca pensó sentirse así de cómodo con alguien a quien no veía el rostro
Como imaginó la plática fue interesante nuevamente, era fácil charlar con el mayor, un hombre experimentado y cuya vida fue bastante activa hasta antes de que sufriera un asalto y terminara con cicatrices arruinando su apariencia. Kakashi había estado casado una sola vez, sin hijos y se divorció cuando su esposa ya no soportó las miradas atraídas por la apariencia del peliplata. Iruka maldijo mil veces a esa mujer pues su despreciable mentalidad acabó con la poca felicidad que a Kakashi le caracterizaba anteriormente, el propio peliplata lo comentó. Terminaron sentados en una de las mesas de una cafetería, el castaño siempre hablando para que Kakashi no se cohibiera por las miradas sobre él, pues, aunque Iruka estuviera ciego, podía predecir las reacciones de las personas y del propio Kakashi. Quería ayudarlo, eso era todo, quería mostrarle que no todos son unas malditas ratas que se guían por lo que sus ojos ven. Logró hacer que su acompañante se concentrara en su plática, reían muchas veces, disfrutaron de una grata compañía por una hora, hasta que decidieron seguir con su camino. Regresaron al mismo parque solitario en donde se conocieron y ahí la vida del castaño empezó a ser escrutada…
—He hablado mucho de mí… ¿pero tú? – Kakashi estiraba sus brazos sentado en esa banca, con las flores cercanas meciéndose con la brisa
—Ya le resumí mi vida – sonrió mientras hacía que su bastón se doblara hasta alcanzar una forma más fácil de llevar – soy bastante joven así que no he hecho mucho más que cumplir con mis estudios y trabajo… soy bastante simple
—¿Simple?… estás loco – se reía pues ser un guardaespaldas no era nada simple – el hecho de que hayas trabajado para empresarios importante, que viajaras por el mundo protegiendo a personas de alta sociedad aunque sea por unos meses, es extremadamente interesante… puede decirse que has vivido más que yo
—… no es así — rió con ganas — además sólo pasaba siguiendo a esos tipos millonarios, cumplía órdenes y de vez en cuando participaba en rescates. Soy solo un trabajador que sigue órdenes… es decir, lo era
—No deberías deprimirte – comentó observando la serenidad de su acompañante que jugaba con el bastoncito entre sus dedos – supongo que no todo fue trabajo… ¿has tenido alguna novia?
—Nunca
—No bromees
—No lo hago
—¿Por qué?... eres joven, supuse que tendrías algunas experiencias amorosas
—Y las tuve – Iruka habló con cierta duda, pues no sabía cómo reaccionaría Kakashi… no quería perder esa agradable amistad
—¿Quieres decir que sólo… eran relaciones de una noche?
—No es eso – suspiró mientras apretaba el bastón – tuve relaciones sentimentales, pero jamás con una mujer… es porque soy gay – admitió y por primera vez maldijo estar ciego, pues le mataba la curiosidad cuando el silencio lo invadió. Quería ver la expresión de su acompañante
—No lo imaginé – soltó mientras se enderezaba
—Lamento si esto lo incomoda, pero es lo que soy y no lo voy a negar – habló con seriedad
—No pienses que soy de las personas que discriminan – se explicó de inmediato observando como el otro soltaba el aire – sólo que… pues… me sorprendiste un poco
—¿Es tan raro?... bueno no sería la primera vez que alguien se aparta solo porque les explico que prefiero salir con hombres
—¿Puedo preguntar algo? – cuando el castaño afirmó con la cabeza, Kakashi continuó – ¿has intentado salir con una chica?
—Un par de veces permití que se me acercaran y trataran de enamorarme, pero… simplemente no me agrada
—¿Las odias?
—No es eso… supongo que es algo mío… no quiero tener una relación con una mujer, no le veo caso, no me siento a gusto. Pero si es una amistad o hermandad las cosas cambian
—Así que no te gustan en un toque romántico
—Supongo que desde que perdí a mi madre las cosas son así
—No soy quien para juzgar tus gustos
—Gracias — una leve sonrisa adornó su rostro
—No debes agradecer
—Entonces… podemos seguir en contacto – fue una afirmación antes que una pregunta – no se preocupe, no intento nada con segundas intenciones
—No pensé en eso – Kakashi mintió pues la idea si se le pasó por la cabeza
—Digamos que le creo – se reía al sentir el leve saltito que dio el peliplata – pero mi intención es integrarlo a la sociedad nuevamente y de paso conseguirme un guía temporal
—¿Un guía?
—Salgamos por allí, es bueno que usted se abra al mundo y yo que conozca el lugar… un paso a la vez, empecemos con esta amistad
—Creo que tienes dotes de psicólogo
—Supongo – agarró su bastón acomodándolo nuevamente y levantándose – ¿quiere bailar?
—¿De dónde vino eso?
—En el centro estamos aprendiendo a bailar – golpeó el suelo un par de veces con el bastón – el ritmo que nos imponen nos ayudan a seguir con la coreografía, los tutores son agradables y supongo que agradecerían la ayuda
—Así que quieres que baile con ustedes
—Eso es… además supongo que a usted no le molestará acompañar a muchas personas que igual que yo, jamás juzgarían a alguien por su apariencia
—Bueno…
—Vamos, anímese – Iruka insistió – es buena oportunidad, así se distrae y relaja
—Bien – sonrió, pues no perdía nada – hay que intentarlo
—Le va a gustar
Continuará…