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Ni la oscuridad logrará separarnos por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Hola~~~

Bueno de verdad que no puedo actualizar seguido, pero en verdad aprecio a cada persona que lee este pequeño fic, muchas gracias por sus reviews 

Ahora los dejo disfrutar de este pequeño capítulo ^^

 

Quién lo ayudó fue alguien del centro al que asistía. La chica nueva, Ten-Ten, quien era una persona decidida, llena de vida, con sueños, pero amable a la vez. Ella lo llevó al edificio del centro de no videntes para que durmiera allí esa noche, fue un ángel caído del cielo y que como extra le dio unas mantas y una almohada para que el sofá no le provocara algún tipo de dolor… en medio de su oscuridad ella fue una estrella

 

 

—Lo siento, Iruka-kun, pero no puedo llevarte a mi apartamento, lo comparto y no…

—No te preocupes – sonrió amablemente al escucharla un poco desesperada – ya me has dado mucha ayuda hoy. No quiero crearte más problemas

—Para nada. Sólo eres un buen chico en un mal día – Ten-Ten le mostró todo el segundo piso para que pudiera orientarse en la noche mientras estaba solo, prometió regresar muy temprano en la mañana para ayudarlo

 

 

Pero Iruka no quería causar más problemas, así que no le dio detalles del porqué estaba con maletas en medio de la calle, llorando desconsolado y sin saber qué hacer. Cuando la chica se fue del sitio, él solo se recostó en el sofá encogiendo sus piernas en posición fetal y siguió derramando lágrimas, muchas más de las que ya derramó pues estaba destrozado. Cuando era pequeño su padre le dijo que los hombres no lloraban… ¡que se fuera al diablo! pues los hombres eran humanos y lloraban cuando la tristeza, desesperación, miedo, lo que fuera que lo agobiaran de tal forma que se sintieran perdidos, los abrumaba. Iruka en ese momento se sentía así… perdido completamente. Recordaba las últimas fotos que vio de sus hermanas, Hanabi era linda, cabello castaño, ojos grises y vivaces… Hinata tenía el cabello azulado y con esos mismos ojos… por Dios, se enamoró de sus hermanas ni bien supo que existían, las quería proteger de todo… pero ahora fue rechazado, insultado, despreciado por la familia, por Hinata… y si no hacía algo, Hanabi también lo haría y eso terminaría por destrozarlo

Se quedó dormido pensando en aquello, en la situación de su errática familia, la misma que no era suya sino de Sakura y eso le daba rabia. No supo qué hora era cuando despertó sintiendo la molestia en sus ojos debido al llanto. A tientas buscó el baño y lavó su rostro quitando esas lágrimas secas que le estorbaban y se quedó allí, sintiendo el frio recorrerle. No quiso hacer nada, solo… volver a recostarse. Estaba oscuro, su vida, sus ojos, todo estaba oscuro, negro… se desesperó al punto que necesitó comenzar a tararear algo para quitarse la ansiedad y tener un ataque no era bueno en esos momentos. Respiró muchas veces logrando que su latir se controlara, y al fin su mente se enfrió.

Tenía un problema que resolver, uno muy grande y era dónde vivir desde ese momento. No podía usar ese sofá toda su vida, ese lugar era ajeno, usado para que los trabajadores tomaran un pequeño descanso antes de seguir, para albergar a no videntes que necesitaran charlar con alguien para desahogar sus miedos y frustraciones. Simplemente debía encontrar un lugar adecuado, no tan lejos del centro, no tan lejos de su antigua casa… no tan lejos de las cosas que aprendió a adorar, como la compañía de Kakashi y… ahora recordaba que no le avisó que faltaría a su trabajo. Quiso llamarlo, pero se detuvo al darse cuenta que estaría molestándolo con sus problemas. Su mente le decía que debía ser maduro y no escapar, iba a llamarlo, pero su jefe le ganó la partida

 

 

—¿Iruka? ¿Cómo estás? – el castaño escuchó esa voz y su corazón se relajó un poquito pues no era nadie a quien no quisiera escuchar… pero después un dolor le recorrió el pecho y lo hizo temblar

—Bien – sonrió para sí pues fue la peor cosa que pudo decir – bueno yo…

—No me mientas, no has venido a trabajar… acabo de cerrar el bar, son las tres de la mañana – hablaba con seriedad, preocupación también – ¿qué pasó?

—Me fui – se sinceró suspirando cansadamente – porque las acusaciones se pasaron de tono y…

—¿Te echaron? ¿Pero cómo?... son tu familia y… – su desesperación hizo que Iruka se sintiera apreciado, adoloridamente apreciado

—No son mi familia – Iruka habló con melancolía al recordar aquello – es la familia de mi padre, yo solo estaba siendo un inquilino… y ya no debía molestar

—¿Dónde estás?

—En casa de un amigo, no te preocupes… perdona, me muero de sueño… hablamos mañana

—Iruka, si necesitas ayuda sólo dímelo – Iruka quiso decirle que lo viniese a ver para al menos así tener con quien desahogarse, pero se negó a hablar… ser una molestia no era su estilo

—Tranquilo, estoy bien

 

 

¿Cómo iba a molestarlo con sus problemas? No podía. Kakashi debería tener sus propios problemas, añadirle más era cruel e injusto. Iruka se quedó allí con los ojos abiertos como si lograra ver en medio de tanta negrura. Pensaba en qué iba a hacer, la verdad rentar un departamento sería difícil, más porque no eran nada baratos y además estaba con una discapacidad, casi nadie quería tratar con alguien de ese tipo, los no videntes eran discriminados de manera dura. Buscar una fundación que lo apoye sería un trámite largo y hasta eso se quedaría en la calle, podría llamar a algún amigo, pero nadie vivía cerca, así que regresó al mismo punto… sin saber qué iba a hacer

 

En la mañana, muy temprano, Ten-Ten llegó a ayudarlo, tal y como lo prometió. Iruka le agradeció infinitamente porque le costaba moverse en el nuevo lugar, su orientación aun no era totalmente buena y se perdía con facilidad. Charlaron un rato y decidieron preguntar a alguien del centro para tratar de ayudarlo. Pero parecía mala suerte, un cúmulo de lamentables situaciones, en ese momento nadie podía acogerlo momentáneamente en su casa. Una oferta llegó sola por parte de una de las chicas más maduras que acababa de llegar al centro, tal vez un poco más de par de días de amable acogida e Iruka aceptó con una sonrisa, estaba desesperado… además tuvo que contarles el por qué dejó su hogar y bueno… hizo que todos odiaran a su familia y eso que no les contó con detalles. Aunque sabía que sus mejillas estaban inflamadas por los golpes, sus ojos levemente hinchados por el llanto, sus tutores se darían cuenta, así que no sería difícil adivinar que lo agredieron, pero por ahora estaba bien así

Había algo más que hacer y era renunciar a su trabajo, lo pensó muy bien la noche anterior, era normal pues tardaría en buscar un lugar para quedarse, así que se la pasaría en la calle y sin posibilidad de orientarse para nada. Renunció por teléfono, contándole a Kakashi su intención de buscar un lugar y demás, alejándose lo más que pudo pues no quería ser una carga para nadie, pero… su plan logró todo lo contrario. Cuando salió con Ten-Ten a buscar algún lugar que rentar, lo escuchó charlar con los otros.  Kakashi había llegado al centro, ahí le contaron detalles de lo ocurrido en esos tres días ajetreados y al final, Iruka tuvo que enfrentar a su amigo y jefe

 

 

—Me has estado evitando – Kakashi casi se cae al escuchar lo ocurrido con el castaño mientras se presentaba en el centro, sabía que Iruka no le dijo la verdad, pero eso era demasiado. Ser echado y agredido, ¿cómo pudo ser eso?

—Kakashi-san… esto yo… – en pánico, así se mostraba el castaño. No quería perder la amistad de Kakashi

—Bueno, los dejamos charlar – los demás simplemente pasaron a su respectivo lugar para empezar con las clases de braille y los otros dos se quedaron solos… esa plática debía ser sólo de ellos

—Tienes una marca en tu mejilla – habló Kakashi con seriedad – te golpearon…. ¿Por qué no me dijiste?

—Yo… yo no quise preocuparlo

—Pues lograste todo lo contrario – suspiró acercándose al castaño y revisándolo. No era la única marca que tenía, en el cuello tenía la marca de un par de uñas y su labio aún estaba lastimado levemente – sabía que debía quedarme y esperarte

—No pasa nada, yo solo…

—Me han contado lo que pasó – dijo con seriedad con voz firme y sintiendo el arrepentimiento del castaño – vamos… charlaremos mientras caminamos – dijo y sin esperar respuesta tomó el brazo de Iruka y lo enredó con el suyo, saliendo a las calles como regularmente hacían antes de aquel suceso

—Yo de verdad… no quise molestarlo. Son problemas familiares y…

—Pensé que éramos amigos, los amigos se ayudan entre sí – hablaba con seriedad y el castaño se sintió peor que antes

—Lo siento – mordió su labio levemente, no quería ser una molestia y lograba todo lo contrario

—¿Podrías contarme lo que pasó? – pidió más amablemente, suficiente regaño por ese día

—Bueno… en resumen… – sonrió al escuchar ese tono más sereno, mientras empezaba a relatar lo acontecido, sintiendo como el pulso de su amigo subía y los suspiros eran de indignación – Hinata me rechazó al final… lo único que quiero es que Hanabi me acepte y nunca cambie esa opinión… yo me fui porque ya no soportaba el trato y…

—Múdate conmigo – propuso como si fuera normal – vivo solo así que tengo habitaciones libres

—No quisiera molestarlo, Kakashi-san… así que debo rechazar la oferta

—Deja de pensar tanto y sólo acepta. Estoy soltero, viviendo en la casa encima de mi propio bar… es solitario y supongo que un compañero no sería malo, además… – sonrió cortado la réplica del castaño – quiero a mi pianista de vuelta, me han preguntado por ti… vamos, no quiero una negativa

—Pero yo… — discutió un poco, pero después de pasar por varios lugares y ser rechazado como inquilino… no estaba de buena racha – bueno… creo que ya me ha ayudado mucho y ha soportado todos mis problemas, encima yo…

—Ha sido divertido y gracias a ti ahora salgo a la calle sin vergüenza alguna – sonreía Kakashi, aunque todavía llevaba su bufanda porque sus cicatrices eran un impedimento físico, pero su impedimento emocional, mental… estaba desapareciendo poco a poco – quiero ayudarte ahora

—¿Dejará que colabore en los gastos? – se resignó a aceptar, pues estaba desesperado, no podía seguir como arrimado en una casa de una familia amable, pero con dos niños más

—Claro, cobraré un arriendo – se reía Kakashi bromeando con el castaño, quien ahora parecía más aliviado y su agarre se volvía más ligero

 

 

Fue raro, fue muy raro mudarse con Kakashi. Era su amigo, pero… se conocían poco tiempo, no tan poco… pero… Iruka sólo estaba buscando escusas, muchas a decir verdad y tenía una razón oculta. Una duda en su mente, una sensación levemente conocida, una pequeña emoción naciente que trataba de desechar, pero que con tanta amabilidad parecía resurgir y lo hacía con fuerza. Tenía problemas consigo mismo y cuando eso pasaba acababa muy mal, ya una vez lo sufrió, no quería volver a hacerlo.

En eso pensaba cuando recorría la casa de Kakashi por décima vez ese día, pues quería memorizar todo para no tener problemas al momento de desplazarse. Se reprendía mentalmente cuando su piel se erizaba pensando en el temor de… mejor ni siquiera lo pensaba, se odiaba a si mismo por pensar en estupideces cuando debería centrarse en sus problemas familiares.

Algo que le gustaba a Iruka era que tenía baño propio, eso era agradable porque podía meditar en soledad en la bañera sin molestar a nadie y aparte de eso nunca toparse con un usuario silencioso de aquel lugar, eso sería incómodo… aunque…

 

 

—¿Terminaste? – Iruka se tensó al escucharlo

—Sí… creo que ya reconocí todo

—Me alegro… vamos, es hora de almorzar – Iruka lo siguió con naturalidad, con calma y hasta con emoción pues se sentía en un pequeño lugar al que debería llamar hogar

—Sí… gracias por todo, Kakashi-san

—Deja de agradecer por estas cosas – reía pues el castaño seguía pareciendo uno de esos trabajadores formales que se dirigían a su jefe

 

 

Mentiría si dijera que la convivencia le era difícil, la verdad fue más sencillo de lo que creyó. Siempre tenían algo para conversar, bromeaban con cualquier cosa, salían de paseo en las mañanas cuando Iruka iba al centro a compartir con todos. Iruka ayudaba a Kakashi pelando algunas verduras con sumo cuidado, al menos para sentirse útil. Ayudaba en la casa en las tareas que le eran de facilidad, salían de compras juntos, trabajaban en el bar e incluso Kakashi le ayudó un par de veces a ir a ver a Hanabi cerca de la escuela o enviarle algún mensaje de texto simple.

Incluso tuvieron la mala fortuna de toparse con Sakura unas tres veces, cosa que ocasionó que la mujer tuviera más escusas de llamarlo enfermo u otras similares, pero Iruka se defendía ahora sin miedo alguno y Kakashi la enfrentaba también… finalmente Iruka recibió varias llamadas de su padre reclamándole por las barbaridades que Sakura inventaba sobre su condición sexual y su supuesta relación con un matón… qué absurdas escusas buscaba esa mujer para joderle la existencia… ¡era una ramera sin corazón! Esos eran los pensamientos que Iruka se callaba, mordiéndose la lengua para no empeorar las cosas. Pero cuando los dos meses se completaron en esa situación… ya nada de eso pasaba, Sakura parecía haberse cansado, su padre ya no lo llamaba para reclamarle y hasta lo dejaron tranquilo.

Iruka llamaba a su padre para pedir autorización de ver a su hermana pequeña o llevarla al centro, hacía las cosas correctamente y para enfado de Sakura, Hiashi accedió a todas. Al menos eso le permitieron hacer y era lo que más adoraba Iruka, pues junto con su hermana, Hanabi, el día se volvía más ameno, más agradable y podía asegurarse de explicarle todas las dudas que la pequeña tenía, que a veces eran muchas… aunque Iruka percibía que algunas de las preguntas eran ensayadas, pues trataban de averiguar de su vida amorosa y esas cosas, seguramente Sakura influía en la pequeña. Pero con gusto contestaba con sinceridad dando a entender que estaba soltero aun, que sus preferencias no cambiaban, que tenía buenos amigos y más importante, que se pagaba los gastos honestamente. Momentos felices e incómodos, como en una vida normal

 

 

—Kakashi-san, gracias por todo – sonreía Iruka cuando regresaban de comprar un pequeño regalo para Hanabi porque ganó un premio en deportes en la escuela por carreras de velocidad

—No es nada – sonreía sentándose en el sofá – aunque las miradas en ese local me incomodaron un poco

—No debería – se sentó junto al mayor, se relajó recogiendo su bastón y pensando en cómo mejorar la tensión de su compañero – usted es una buena persona y…

—La mayoría de gente sólo ve las cicatrices, es normal – ya estaba acostumbrado, de sus amigos, pocos quedaron… incluso aquella mujer con la que tenía la vida planeada se fue, su esposa que no fue lo suficientemente valiente como para quedarse

—Kakashi-san… ¿podría ver su rostro? – tuvo una idea bastante buena, así que con una sonrisa lo haría

—¿Verlo? ¿Cómo?

—Tocarlo – sonrió mostrado sus manos – yo veo con mis manos… pero si no quiere – se sintió absurdo al decir aquello – lamento lo que dije, no quiero presionarlo

—Es verdad… nunca me has visto – sonrió tomando la mano de Iruka y acercándola a su rostro. Tenía dudas, pero observaba la felicidad de Iruka y no quería verlo cambiar de expresión – son varias cicatrices… espero no espantarte

—No lo hará – dijo Iruka con una sonrisa y con confianza acercó una de sus manos al rostro de aquel hombre que ahora era su jefe, amigo y casero – permítame un momento – su otra mano se elevó también y con cautela tocó las mejillas sanas del peliblanco

—Puedes hacerlo con confianza – dijo, pero dudaba. No quería ver el rechazo en el rostro de Iruka, eso dolería

—Es en la parte baja de sus mejillas, ¿no? – el mayor asintió e Iruka deslizó sus dedos con cautela. Tocó una pequeña deformidad en la mejilla izquierda, le recordaba la textura de su propia cicatriz, no era raro para el castaño. Deslizó sus dedos por la cicatriz vertical que cruzaba el parpado y la ceja del mayor, la tocó con ternura, con cuidado, manteniendo su expresión curiosa, tratando de memorizar la forma e imaginarse ese rostro. Deslizó sus dedos por la nariz y descendió hasta los labios – tiene finos labios – susurró escuchando la risita del peliblanco y sus mejillas se tiñeron de un ligero rosa – lo siento

—No importa, es gracioso – observaba las pequeñas expresiones de un Iruka que, con sus ojos abiertos, aunque no veía nada, lo observaban… se quedó prendado de esos ojos negros. Lo máximo que encontraba de parecido con aquellas chicas era el cabello o alguna facción en sus rostros… esas hermanas debían parecerse al padre de Iruka, ya que el castaño siempre comentaba que él era la viva imagen de su madre

—Supongo que si – sonreía mientras dejaba que sus manos descendieran con cuidado hacia la zona que pensó estaba más dañada pues el mayor se tensó levemente. Al fin tocó las cicatrices, eran largas, horizontales y varias… podía imaginarse aquellas marcas – debió doler – susurró con tristeza mientras las tocaba con delicadeza, delineando con sus dedos cada una en totalidad

—Mucho… pero el dolor psicológico fue peor… una deformidad que combatir – no observó rechazo en Iruka, sólo vio… tristeza, era raro ver aquello

—No debería avergonzarse por ellas – susurró tocándolas aun, manteniendo el rostro de Kakashi entre sus manos y con sus ojos abiertos

—Es duro – dijo observando esos ojos que estaban en tinieblas, brillaban a pesar de eso – las miradas son crueles

—No importa cómo se vea – sonrió acercándose y besando la mejilla que tenía la cicatriz vertical – sólo son marcas… nada más. Su esencia está intacta

—La gente las rechaza, les tienen asco y… — se quedó en silencio al sentir otro beso en la mejilla

—Yo no las rechazo ni nada de eso – sonrió con sutileza tocando la siguiente cicatriz y besándola con ternura, hizo lo mismo con cada una de ellas – son marcas… son sólo agresiones en la piel y eso no afecta a su alma – besó la última marca que estaba en la quijada de Kakashi y sonrió – lo ve… las besé todas y… – Iruka entonces abrió sus ojos y alejó sus manos, no se dio cuenta de la imprudencia que hizo, ¡pero que atrevido fue! – yo… yo lo siento – se alteró al entender lo imprudente que fue, besar a alguien sin consentimiento era realmente raro y… eran dos hombres, uno bien declarado como gay sin tapujos… ¡cometió un error! – yo solo quería demostrarle que las cicatrices… eso no importa, lo siento

—… — Se impresionó al sentir la calidez de esos labios en su piel, un tacto que hace mucho no sentía… fue agradable – Iruka… – lo veía sonrojado y disculpándose una y otra vez, sonrió al verlo así – calma

—Pero yo… bueno, no quise acosarlo o algo así… yo solo

—… — Se acercó al castaño hasta que sus alientos chocaron y… se perdió en la mirada penetrante del mismo, una mirada dulce que mantenía el brillo – Iruka, no hay problema – susurró mientras se alejaba nuevamente. Había estado a punto de hacer una locura y se recriminó… pero fue un gesto muy tierno y se vio embelesado por esos ojos, el sonrojo – gracias… yo mejoré mi autoestima gracias a ti

—Escuchar eso me alegra mucho – sonrió con su vergüenza aun en las nubes, se sentía estúpido al pensar que tal vez… no, eso era imposible

 

 

Lo que más disfrutaba Iruka en esos momentos era trabajar de pianista. Le encantaba hacerlo, pues le recordaba las miles de veces que tocó para su madre. En la época escolar se encerraba en alguna clase que tuviera un piano y tocaba sin descanso mientras recordaba a su madre, hablaba con ella a través de esas notas, se las dedicaba, representaban el amor que conservaba intacto por su madre.

Se metía en su mundo mientras tocaba el piano, cerraba sus ojos y dejaba que sus dedos siguieran sus recuerdos, nunca se fijó en que las miradas se posaban sobre él y tampoco pudo ver que los clientes en el bar cada vez aumentaban más. Kakashi si lo notó, a veces era difícil dejar de ver a Iruka tocar el piano, parecía tan metido en su mundo que nadie se atrevía siquiera a hablar mientras el tocaba, las bebidas venían en grandes cantidades porque se quedaban mucho tiempo y les daba sed junto con los bocadillos.

Kakashi ya tuvo que negarse muchas veces a hablar sobre Iruka con desconocidos, los mismos que le hacían plática porque muchas veces Iruka sólo socializaban con el dueño del local y eso lo ponía como un puente entre el mundo y el pianista. Empezaron a llegar regalos para el castaño, eran cosas que entregaba al día siguiente y que Iruka sólo tocaba, si era algo que se podía usar lo conservaba, las cartas y demás, lo desechaba guardándolas en una cajita que los fines de semana cedían a reciclaje. Según el castaño no le interesaba saber… pero Kakashi por curiosidad abrió algunas, se impresionó de las palabras románticas o de las propuestas que allí se escribían y se sintió furioso… no supo por qué, pero se enfureció, tal vez por el atrevimiento de algunos que con palabras directas proponían relaciones simplemente físicas. Así que como Iruka lo hizo, Kakashi simplemente las ignoraba y desechaba… además… nadie en ese bar se fijó que Iruka era ciego pues el castaño simplemente iba directo al piano, hacía su trabajo, volvía a la barra, charlaba un poco y subía a la casa. Nunca llevó el bastón guía pues al ser un lugar pequeño memorizó todo con detalle para desplazarse sin riesgos, directamente a su lugar de trabajo, así que muchos creían que era tímido y nada más… pero siempre había un atrevido que ignoraba la distancia

 

 

—Es un gran pianista – sonreía una mujer que aprovechó el descanso del castaño para sentarse junto a él en la barra

—Gracias – sonreía en respuesta mientras bebía su jugo, pues como no traía bastón y mucho menos tenía alguien quien lo ayudaría a subir a su habitación, prefería no beber y evitar marearse – aprecio sus palabras, señorita

—No seas tan formal – sonreía aquella mujer pidiendo dos copas más y cediéndola una al artista tímido

—Disculpe, pero mi descanso terminó, debo volver – sintió las intenciones de aquella mujer, así que simplemente se apartó

—¡Espera! – nadie pudo impedirlo, nadie si quiera se imaginó esas intenciones. La mujer se lanzó contra el castaño, uniendo sus labios con el pianista y abrazándolo para que no se alejase. Iruka quedó con los ojos abiertos y su cuerpo estático. Su falta de visión no le previó ese ataque y no sabía qué hacer o cómo reaccionar, pues… ¿quién iba a pensar que alguien sería tan atrevido?

—Disculpe, pero no… – cuando al fin reaccionó se apartó de inmediato

—Eres lindo – y volvió a atraparlo en un simple movimiento, sin importarle las miradas sobre ellos. Kakashi apenas se dio cuenta fue de inmediato hasta donde el castaño, iba a separarlos, pero…

—¡Que espere! – Iruka la alejó con brusquedad, podía ser el más calmado, pero cuando las personas se comportaban así… se indignaba – no vuelva a hacer eso – dijo furioso levantándose a tropezones para evitar un nuevo ataque – sea decente y respétese como mujer. Lanzarse así hacia un hombre es inapropiado… y mucho menos si al que besa no desea ningún contacto

—Sólo fue un besito – sonreía con inocencia mirando el leve rubor en las mejillas de aquel hombre, un castaño inocente a su parecer

—Que indignante es escucharla – dijo furioso llamando la atención de los demás – para aclararlo, me disgusta mucho sentir el tacto de una mujer… además… no busco relaciones de ningún tipo – dijo fuerte y claro pues estaba hartándose de regalos y demás – así que me disculpa – trató de irse, pero tropezó con uno de los camareros

—¡Iruka-san! – gracias al cielo que Kakashi previó todo y se apresuró a sujetarlo – ¿estás bien?

—Sí… disculpa, pero quiero ir a mi habitación – y sin decir más Kakashi lo escoltó hacia la casa… fue una noche difícil

 

 

Todos en el bar se quedaron pasmados, ¿desde cuándo alguien rechaza de esa forma a una mujer de bellas curvas, de ojos brillantemente azules y de cabellera larga y rizada, infinitamente bella? Incluso la propia atacante se quedó callada viendo el lugar por donde desapareció el pianista. Los demás trabajadores se golpearon las mejillas y volvieron al trabajo, los demás empezaron a reírse pues nunca esperaron ver al tímido chico en esa pose defensiva y la mujer más bella de esa noche lanzarse sin miedo alguno, aunque al final fue despreciada… la misma mujer que simplemente pagó la cuenta y salió

 

 

—Señor… lo encontré – esa mujer hablaba por teléfono cuando, ya fuera del bar, ingresaba a su auto – es él… y me rechazó. Maldito sea

—Te lo dije

—Bueno, como sea, parece que tiene a alguien – se reía pues a su jefe no le gustó la noticia

—¿Quién?

—Un desfigurado… es el dueño del bar – se burlaba sin consideración alguna

—¿Son novios?

—No lo creo, sería muy extraño enamorarse de alguien como ese tipo

—Perfecto, entonces dame la dirección y yo hago lo demás

—Señor Mizuki, usted es malvado – se reía la chica – bien, anote – contenta como estaba sólo se arreglaba el maquillaje y esperaba que su cuenta mostrara la buena paga

 

 

Continuará…

Notas finales:

¿merezco review?

Las cosas se ponen malas, las cosas se ponen mejores, depende del punto de vista señores jajajaja

Muajajaja los malvados atacan nuevamente y qué pasará después?

Bueno, los veré en el siguiente capítulo

Muchas gracias por todo, recibo sugerencias, ideas, críticas o lo que se les ocurra, nos veremos la próxima vez

Bye-bye~

Besos~


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