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Puedo tocar tu corazón por Miku51099

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Notas del capitulo:

Sé que me tarde demasiado pero creí que durante estas vacaciones tendría más tiempo... ahora me doy cuenta que no fue así T_T. En serio lo siento y estoy segura de que mucho de ustedes querrán matarme y no los culpo, hasta yo quiero matarme. Pero he intentado escribir el cap y me salió este que en mi opinión es el más largo que he escrito. De nuevo mis más sinceras disculpas por la demora y espero que les guste el cap.

Los rayos del sol atravesaron la pequeña ventana hasta llegar a los ojos de un hermoso chico que en esos momentos los menos que quería era despertarse y ver que todo lo que había sucedido no fue una pesadilla, una horrible y dolorosa pesadilla.

Creía que no podría dormir después de lo que había pasado pero su cuerpo estaba tan cansado y adolorido que lo llevó a descansar para recuperar energías. El ojiverde se preguntaba de qué le serviría recuperar energías, ya nada valía la pena, de hecho… ¿por qué seguía vivo? ¿De qué servía la vida? Nada en el mundo vale la pena, nada podía llenar el vacío que sentía es más ¿aún sentía? Claro que sí, por eso su pecho no dejaba de doler y su mente no dejaba de jugar con él repitiéndole una y otra vez las imágenes, el dolor, el miedo y la desesperación que lo atormentaron en la peor noche de su vida, todo eso producido por alguien a quien una vez creyó querer.

Ver a dos personas y ver que ambas sienten lo mismo, Ichigo y Aizen eran un claro ejemplo de ello, incluso Byakuya-sama y Renji aunque no lo admitieran, pero por qué justamente a él no tenían que corresponderle, por qué tenían que ilusionarlo para después dispararle y lo peor de todo era que ese tiro no lo había matado pero le dejaría una cicatriz de por vida.

Con todas sus fuerzas trató de levantarse, su cadera le dolía y sentía que en cualquier momento sus piernas le fallarían y caería al suelo. Llegó al pequeño baño y abrió el grifo mientras se colocaba bajo el chorro de agua sin importarle en lo más mínimo la temperatura, lo único que quería en ese momento era dejar de creer que  las manos de Grimmjow recorrían su cuerpo lo que lo hacía sentirse sucio y asqueado de sí mismo.

Cuando terminó decidió ir al cuarto escuadrón para que curaran sus heridas, pero al mismo tiempo tenía miedo de que alguno de sus amigos lo viera pues él pensaba que si sabían lo que le paso lo harían de lado pensando que era alguien repugnante. Pero la parte más inteligente de su mente dio un clic y se dio cuenta de lo obvio… Ellos lo habían protegido de Grimmjow con todo lo que tenían y seguro que si se enteraban de lo sucedido se preocuparían mucho y apostaba a que irían a ejecutar a ese mal nacido.

Una leve sonrisa apareció en el pálido rostro del ojiverde pero entonces le atacó otro sentimiento, odiaba a Grimmjow pero no quería que lo mataran ¿por qué? No lo sabía… bueno sí lo sabía pero no lo admitiría. Además no quería preocupar a sus amigos así que lo más fácil y mejor según él sería no decirles nada. Sabía que si hacía eso estaría atrapado en las garras de Grimmjow pero se sentía muy inseguro de contrale a otra persona acerca de lo que pasó, no quería revelar el dolor y el poco placer que sintió.

No estaba bien encerrarse en su propia burbuja pero no quería que alguien más saliera lastimado, Ichigo, Rukia y Renji se habían vuelto muy importantes para él y no se lo perdonaría si Grimmjow les hacía algo por contarles. De cierta forma comenzó a sentirse aún peor ante esto, pues nunca antes había pensado en eso. Grimmjow podía haberlos lastimado por el simple hecho de ocultarlo y él solo se escondía tras ellos. No merecía llamarse su amigo.

Para cuando se dio cuenta ya estaba frente al cuarto escuadrón y justo vio salir a ese amigo de Ichigo, rápidamente se escondió tras un arbusto para que no lo viera pues seguro que si lo divisaba le avisaría inmediatamente a Ichigo que uno de sus amigos se encontraba muy mal. Entró a hurtadillas al cuarto escuadrón y cuando se aseguró que Hanataro no lo veía volvió a sus pensamientos pesimistas.

Lo mejor sería decirles a sus amigos que todo estaba bien y que había “hablado” con Grimmjow… ¡ESO NO SE LO TRAGARÍA NADIE! No quería preocupar a sus amigos ni ponerlos en peligro pero al mismo tiempo tampoco quería estar a merced de Grimmjow ¿Qué haría?

De repente chocó con alguien  y cayó al suelo golpeándose la zona baja lo que causo que soltara un fuerte grito de dolor.

-Oye fíjate por don… ¡¿ESTÁS BIEN?! – pregunto la persona con la que había chocado Ulquiorra mientras le extendía la mano para ayudarlo a levantarse.

El pelinegro alzó la vista para toparse con un chico de piel bronceada, cabello castaño claro, unos hermosos ojos violeta, fuertes rasgos y buena complexión física; sin duda era un adonis traído del Olimpo. Ulquiorra se quedó embobado admirando al chico hasta que este lo tomó del brazo para ayudarlo a levantarse, una vez de pie el ojiverde no pudo evitar realizar una mueca por el dolor que sentía.

-Lo…. Lo siento mucho, no me fije por donde iba – dijo apenado el chico llevándose una mano a la nuca.

- No te preocupes – dijo Ulquiorra viendo la vestimenta del ojivioleta - ¿Eres del cuarto escuadrón?

- Sí – dijo orgulloso el castaño – Soy Itami Satoru, quinto oficial del cuarto escuadrón.

- Yo soy Ulquiorra Cifer, gusto en conocerte Itami-san.

- Igualmente, y solo dime Satoru, me siento viejo si me dices Itami-san. Por cierto ¿qué haces por aquí?

- Bu-Bueno… yo… - no podía decirle “Estoy aquí porque el chico que me gustaba me violo y no quiero que nadie se entere” – Es… Es… yo… bueno pues… me… me… ME ATACO UN HUECO – de cierta forma era la verdad.

- ¿En serio? – El rostro de Satoru mostró clara preocupación – Ven conmigo.

Tomo de la mano de Ulquiorra y lo llevó hasta un habitación donde había una camilla en la cual hizo recostar al pelinegro. Le pidió a Ulquiorra que se sacara su ropa ante lo cual el ojiverde solo pudo sonrojarse. Mientras el pelinegro se despojaba de su vestimenta el castaño no pudo evitar que su mejillas se tiñeran de un leve color rojizo, el chico frente a él le había parecido lindo desde el instante en que lo vio tirado en el suelo, esa piel pálida como la porcelana, el cabello negro a manera del cielo nocturno y esos hermosos ojos verdes cual esmeraldas lo habían hipnotizado pero ver ese delicado cuerpo lo había idiotizado.

Pero de cierta manera le molesto que esa suave piel estuviera llena de cardenales y rasguños, sin duda el chico se había enfrentado a un hueco y este lo había dejado gravemente lastimado pues se notaba a leguas que cada movimiento que realizaba Ulquiorra lo hacía con mucho dolor. Pero aún le quedaba la duda de cómo fue que ese chico tan frágil había escapado de un hueco.

Cuando Ulquiorra retiró toda su vestimenta a excepción de sus bóxers obviamente, Satoru dejó de lado sus pensamientos y comenzó a tratar las heridas del pelinegro. Pero no por eso iba a dejar sus dudas de lado.

-¿Esto te lo hizo un hueco?

- S-Sí – dijo tímidamente el pelinegro, de alguna forma el contacto sobre su piel le daba miedo.

- ¿Cómo escapaste?- el ojiverde abrió sus ojos, no había pensado en eso.

- Este… bueno… pues… es que… es que estoy estudiando en la Academia – qué bueno que se acordó de eso.

- ¿Quieres ser un shinigami?

- Eh… pues sí.

- Estoy seguro que te irá muy bien.

- Gra-Gracias.

- De nada.

Con eso se dio por concluida la conversación y fue el inicio de un silencio incómodo, Ulquiorra se sentía nervioso por el contacto de Satoru ya que de cierta forma pensaba que terminaría nuevamente lastimado, por otro lado el castaño se sentía preocupado por el lindo joven a su cuidado, él presentía que algo más le había pasado al ojiverde pero sabía que no era nadie para preguntárselo.

De pronto la preocupación de Satoru aumentó cuando notó que el pequeño cuerpo del pelinegro temblar.

-¿Ulquiorra? ¿Estás bien?

- Lo siento… - el castaño no entendía por qué se disculpaba Ulquiorra – Lo siento chicos… les fallé… yo… yo no… lo siento…

El castaño se arrodilló frente al mencionado y lo que vio lo dejó impactado. Ulquiorra estaba temblando con las mejillas sonrojadas y de sus ojos brotaban gruesas lágrimas; eso de cierto modo lo entristeció y al mismo tiempo lo enfadaba ¿quién sería tan inhumano como para hacer que ese bello ser se opacara por la tristeza? Antes de que se diera cuenta rodeó con sus brazos al ojiverde quien al principio asustado por el súbito contacto quiso separarse pero en ese momento necesitaba del cariño de alguien, no importaba que fuera un desconocido pero necesitaba desahogar, solo quería dejar de sentir esa opresión en su pecho.

Satoru sintió como los delgados brazos del pelinegro trataban de rodear su espalda al tiempo que su uniforme se empapaba por las lágrimas del ojiverde y su mano se alzó para acariciar el cabello del más bajo. Así estuvieron por un largo tiempo hasta que Satoru se dio cuenta de que Ulquiorra había caído dormido en sus brazos.

Con cuidado de no despertarlo, recostó suavemente al pelinegro en la camilla. Se sentó junto a la misma para observar al bello durmiente. Se dio cuenta que vigilarlo era con ver a un ángel al que le habían cortado las alas y desde ese momento juró que haría uso de sus encantos para ganarse el corazón de su dulce serafín esmeralda.

Mientras tanto en la mansión de los Kuchiki cierta pelinegra caminaba en círculos sin parar de preguntarse en donde estaba Ulquiorra, no había llegado la tarde anterior a casa y eso ya le estaba dando muy mala espina. Su “intuición femenina” le decía que algo estaba muy mal y juraba que en el momento en que se enterara que Grimmjow le había hecho algo a Ulqui-chan se encargaría de castrarlo ella misma.

-Rukia – llamó su hermano – Si sigues así harás un agujero en el piso.

- Lo siento nii-sama – dijo apenada la pelinegra – Es que estoy preocupada por Ulquiorra, si algo malo le pasó yo… yo… no me lo perdonaría. Es mi amigo y le prometí que lo protegería pero… yo no pude…

- Rukia, no puedes estar siempre al pendiente de él. Estoy seguro que él sabrá defenderse, si mal no recuerdo era un Espada. Mejor ve a tu escuadrón, allá te necesitan más que aquí.

- Esta bien nii-sama – suspiró la pelinegra – Si sabes algo de Ulqui-chan ¿me lo dirás?

- Claro.

La pequeña shinigami ya estaba a punto de salir de su casa hasta que volvió a ver a su hermano.

-Y si ves a Renji, dile que necesito hablar con él - la sola mención del nombre de su teniente causó que el mayor se sonrojara al recordar lo que hizo la noche pasada – Tal vez él sepa algo de la ubicación de Ulqui-chan y… ¿Nii-sama? ¿Estás bien?

- ¿Eh? Ahh… sí, sí estoy bien no… no te preocupes.

Rukia se preocupó al ver el rostro de su hermano todo sonrojado, tal vez tendría fiebre o algo así. Acercó su mano a la frente del mayor y aunque lo sintió algo caliente no sintió su piel arder ¿qué le pasaría a su nii-sama?

-¡CAPITÁN!

- ¡¿RE-RENJI?! – se sorprendieron los hermanos Kuchiki por la repentina aparición del pelirrojo, pero Rukia también notó que el sonrojo de su hermano aumentó al igual que sus latidos y no pudo evitar que una sonrisa pícara se dibujara en su rostro.

- ¿Q-Qué haces aquí Renji? – preguntó nervioso el capitán.

- Tengo que hablar con usted capitán.

- P-Pero estoy con Rukia y…

- No te preocupes por mí nii-sama – dijo Rukia “inocentemente” mientras se alejaba por la puerta – Yo ya me iba. Diviértanse – dicho esto cerró la puerta no sin antes guiñar un ojo a su amigo pelirrojo.

Una vez que la pequeña shinigami había salido un incómodo silencio se instauro entre los líderes del sexto escuadrón. Ambos tenían cientos de ideas circulando por su mente, pero ninguno se atrevía a darlas a conocer. La tensión se podía cortar con un cuchillo pero los dos sabían muy bien que tenían que aclarar las cosas de una buena vez por todas o explotarían.

-Renji – comenzó Byakuya – Yo… Lo siento.

- ¿Eh? ¿Por qué?

- Por haberte bes… - el pelinegro se cortó y desvió la mirada - Por lo que sucedió anoche. Yo no sé en qué estaba pensando.

- Capitán…

- No debí haberlo hecho…

- Capitán…

- Seguramente no significó nada…

- Capitán…

- Lamento haberlo hecho pero espero que no cambie nuestra relación Capitán-Teniente…

- Capitán…

- Solo hagamos como que esto nunca pasó y…

- ¡¡¡BYAKUYA!!! – riñó enojado Renji mientras tomaba las muñecas de Byakuya para sostenerlo contra la pared.

Byakuya regresó a ver al pelirrojo completamente sorprendido. Renji nunca le había gritado así, tampoco lo había visto tan molesto y mucho menos lo había llamado por su nombre. Pero lo que más le sorprendía era tener el rostro de su teniente a sólo unos cuantos centímetros del suyo, intentó zafarse del agarre pero se dio cuenta que un Renji furiosos era mucho más fuerte de lo que aparentaba.

-¡¿Cómo puedes decir eso?! – Y ahora lo trataba de “tú”, sin duda un extraterrestre secuestro a Renji y ahora se hacía pasar por él - ¿Cómo puedes decir que no significó nada, que no cambie nuestra relación, qué nunca pasó?

- ¿Renji?...

- ¡ESO FUE TODO PARA MÍ!

- ¿Cómo?

- Siempre te he admirado, pero después de mucho tiempo me di cuenta que yo… en realidad… este… pues… tú… tú me… ME GUSTAS BYAKUYA.

El pelinegro no sabía cómo sentirse en ese momento, apenas si había intentado aclarar sus sentimientos por su teniente y estaba preocupado pues sabía que como líder del clan Kuchiki y capitán de sexto escuadrón no podía permitirse eso pero por otro lado su corazón dio un brinco cuando Renji pronunció esas palabras, se sentía feliz.

Sin darle tiempo a reaccionar, Renji estampó sus labios contra los finos de Byakuya. El mayor trató de zafar sus manos nuevamente pero fue inútil pues cada vez se sentía más débil y que en cualquier momento desfallecería. Los labios de ambos se separaron por la falta de oxígeno, Byakuya tenía un fuerte sonrojo en sus mejillas que competía con el cabello de Renji, estaba jadeante cosa que aprovecho el otro para esta vez introducir su lengua en la cavidad del otro. Al principio el Kuchiki se resistió pero poco a poco fue cediendo hasta seguirle el beso al otro. Renji llevó sus manos a la cintura del capitán mientras Byakuya rodeaba el cuello del pelirrojo con sus brazos.

Renji se separó de los labios del mayor pero su boca bajó hasta el cuello de Byakuya donde se dedicó a dar cortos besos y suaves mordidas, pero como la piel del pelinegro era muy blanca quedaron pequeñas marcas.

-Re-Renji… ahí no… ah… - Byakuya trataba de suprimir los pequeños gemidos que salían de sus labios pero no podía evitarlo.

- Capitán…

- Renji… ahh… di… di mi… nombre… ah…

- Byaku…

- MENSAJE PARA EL CAPITÁN KUCHIKI

Ambos se vieron sorprendidos y después fijaron su mirada en la espalda de Renji, ahí había una mariposa infernal, rápidamente se separaron, con suerte fue una mariposa y no un mensajero, tan solo de pensarlo la cara de Byakuya se ponía más roja si es que podía.

-Capitán Kuchiki, se requieres su presencia en el primer escuadrón para una junta de capitanes.

Una vez dado el mensaje la mariposa voló lejos dejando nuevamente solos a los dos hombres. Tardaron un buen rato en reaccionar pero cuando lo hicieron, Byakuya se separó rápidamente de Renji con la cara totalmente roja mientras se acomodaba su uniforme para estar “presentable” frente a los otros capitanes. A Renji le hubiera encantado acompañarlo pero era una reunión exclusiva para los capitanes por lo cual no podía ir.

Byakuya estaba a punto de salir de su casa sin dirigirle una sola mirada a Renji cuando sintió que lo halaban de su cintura y le dieron una rápida vuelta, para cuando se dio cuenta Renji ya lo había vuelto a besar de una forma muy tierna.

-Suerte – dijo con una sonrisa radiante el teniente.

- Etto… gracias… - susurró apenado el pelinegro mientras salía disparado en dirección al primer escuadrón.

Byakuya seguía su camino perdido en sus pensamientos. Técnicamente Renji se le había declarado ¿no? Entonces ahora ¿qué haría? Es decir le siguió el beso y dejó que lo volviera a besar así que eso debe significar un sí de su parte… o eso creía. Además estaba seguro de que habrían llegado más lejos de no ser porque apareció la mariposa infernal. Tan solo imaginar las cosas que habrían hecho hizo que su rostro se volviera a encender. Para cuando llegó ya estaban ahí casi todos los capitanes reunidos.

-Hey Byakuya – lo llamó Hirako - ¿Por qué estás rojo eh?

- Es… Estaba entrenando – dijo con semblante serio tratando de ocultar su incomodidad.

- Ya veo – dijo aún con una sonrisa el rubio.

- Kuchiki – esta vez lo llamó Toshiro.

- ¿Qué sucede capitán Hitsugaya?

- ¿Qué tiene en el cuello?

- ¿Ah?

Risa le dio un espejo al pelinegro quien lo utilizó para ver su cuello y vio unas pequeñas manchas rojas en él. “Renji” pensó entre molesto y preocupado el capitán de la sexta división. “Maldición Renji ¿cómo se te ocurre?” En esos momentos como extrañaba su antigua bufanda.

-¿Y bien Kuchiki? – lo picó esta vez Kenpachi - ¿Acaso ya te has echado novia?

- No – dijo Byakuya, al fin y al cabo era verdad ya que no tenía “novia”.

- ¿Entonces? – volvió a picarlo Shinji.

- Es que... cuando estaba entrenando me… me picaron unos mosquitos… - no era una buena excusa pero peor es nada.

- Pero…

-Hola a todos – Byakuya nunca estuvo tan feliz de ver al capitán Kyoraku llegar – Muy bien es hora de comenzar la reunión.

En otra parte de la Sociedad de Almas, un pelinaranja estaba tratando de pensar de qué forma podría compensarle su falta de confianza a Aizen. Había sido un estúpido, Tensa tenía razón, él había perdonado a Sousuke desde el principio pero no quería admitirlo porque pensaba que de esa forma le daría el camino libre al otro para volver a engañarlo pero su castigo se pasó de la raya.

Estaba viendo un punto fijo en la pared cuando sintió que al hombre que lo tenía entre sus brazos se removía un poco. Ichigo rápidamente cerró sus ojos y fingió estar durmiendo.

Aizen abrió lentamente sus ojos y lo primero que vio fue el llamativo cabello de Ichigo, sin poder evitarlo una sonrisa se instauró en su rostro mientras se dedicó a acariciar esa anaranjada melena. A decir verdad no quería levantarse de la cama pues estaba muy cansado por todo el “ejercicio” que hizo ayer con Ichigo, en serio que pensaba que la pasión del otro no tenía fondo. Pero creía que si Ichigo se despertaba y los veía en esa situación, seguramente como muchas otras veces lo mandaría al demonio y trataría de matarlo así que lo mejor sería levantarse y prepararle el desayuno para hacer las paces.

- Ichigo – susurró el mayor en el oído del otro causando que esté se sobresaltara un poco – Siento mucho que hayas pensado que solo eras un juguete para mí, pero algo sí te voy a asegurar: a quien quiero es a ti – dijo dándole un beso en la coronilla – Y también siento haberme aprovechado de ti ayer, aunque fuiste tú quien me “violó” – terminó el castaño soltando una pequeña risita.

Lentamente se separó del cuerpo del otro y salió de la habitación sin hacer ruido para evitar “despertar” a su pelinaranja. Una vez que Aizen salió de la habitación Ichigo volvió a abrir los ojos recordando la disculpa de Sousuke, en ese momento se sentía aún peor ¿cómo es que había estado tan cegado por los celos?

Era obvio que él tendría que disculparse con el castaño pero no sabía cómo hacerlo, un simple “Lo siento” no bastaría, tendría que hacer algo más por la persona que le estuvo implorando perdón por mucho tiempo. Escuchó como el mayor preparaba el desayuno y otra bofetada mental lo golpeó, ÉL tendría que hacerle el desayuno a Sousuke como modo de disculpa, no al revés.

Cansado de estar autocompadeciéndose se sentó al borde de la cama listo para levantarse e irse a dar una ducha. Cuando estaba viendo el suelo como si fuera lo más interesante que existiese en el mundo escuchó como la puerta se abría y ahí vio al castaño con una bata y una taza de café en sus manos. Ichigo asustado se levantó de golpe, pero su huida se vio interrumpida cuando un dolor en su cadera lo azotó y lo hizo besar al suelo. “Creo que me lo merecía” pensaba Ichigo mientras le daba un abrazo al piso.

-¡Ichigo! – Exclamó preocupado el castaño mientras corría junto al pelinaranja - ¿Estás bien? – dejó la taza en el buró junto a la cama y cargó a Ichigo estilo princesa depositándolo delicadamente en la cama.

- Gra-Gracias – susurró sonrojado el menor.

Ichigo se sentó en la cama con una sábana cubriéndolo de la cintura para abajo mientras el otro se sentaba junto a él. Ese era un buen momento para aclarar muchas cosas pero las palabras de ambos estaban atascadas en sus gargantas esperando que el otro comenzara a hablar.

-Ichigo yo… - comenzó el mayor.

- Lo siento – lo cortó el ojiavellana.

- ¿Qué?

- Yo… lo siento – dijo desviando la mirada al suelo y con lágrimas amenazando con salir de sus ojos – Fui un estúpido y un orgulloso que no estuvo dispuesto a escucharte, me cegaron los celos y no te di ninguna oportunidad de explicarte. Pero… tenía miedo de que me dejaras de lado por ella y es que… ella te conoce más de lo que yo te conozco, es muy linda y fuerte, además que es… una chica, y te puedo dar algo que yo no, con ella podrías tener una familia pero yo no…

Su confesión fue interrumpida por un beso que lo hizo sorprenderse, sin poder evitarlo unas cuantas lágrimas salieron de sus ojos mientras le correspondía el beso al otro. Era un beso dulce en el cual expresaban la cuanto necesitaban el uno del otro, se separaron por la falta de aire juntando sus frentes y jadeando. Así se quedaron por un buen tiempo hasta que normalizaron sus respiraciones y se vieron a los ojos fijamente.

Esta vez fue Ichigo quien posó un tímido beso en los labios del mayor a lo cual no pudieron evitar soltar una pequeña risita. Se recostaron en la cama; Sousuke rodeaba con su brazo a Ichigo mientras él tenía su cabeza sobre el pecho del mayor escuchando los acompasados sonidos de su corazón. Aizen acariciaba la cabeza de Ichigo muy feliz de que su pequeño haya regresado a sus brazos. Estar todo el tiempo junto a él sin poder hacer nada lo había estado matando, como dicen: tan cerca y a la vez tan lejos. Pero bueno ya todo se había solucionado y de forma irónica gracias a la estupidez de Mayuri.

Ichigo se levantó y se colocó lentamente sobre el excapitán pues aún le dolía la cadera. Una vez así se quedó viendo fijamente al castaño a los ojos preparándose mentalmente para las siguientes palabras que saldrían de su boca.

-¿Sucede algo? – pregunto confundido el mayor.

- Bu-Bueno… es que… - comenzó a tartamudear el menor – Te daré… un bono extra con mi disculpa.

- ¿A qué te refieres?

- Bueno… pues… por una semana haré lo que quieras – Aizen abrió sus ojos como platos ante la propuesta de su pequeño pero obviamente no la iba a desaprovechar.

- ¿TODO lo que quiera?

- Etto… pues… s-sí.

- Muy bien, pero recuerda TODO lo que quiera – y una sonrisa maliciosa se dibujó en el rostro de excapitán.

En ese momento Ichigo se arrepintió de sus palabras, eso no iba a terminar bien.

Notas finales:

Bueno eso ha sido todo por hoy, se que ya me he disculpado pero lo vuelvo a hacer. Espero que les haya gustado el cap y espero también sus opiniones ansiosamente :3


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