Al salir de la reunión con los capitanes Ichigo les había dicho a sus amigos que tenía un asunto que resolver, así que ellos podrían adelantarse para ir a sus casas; pero se le olvidó mencionar un tema importante: que el asunto a solucionar sería el mismísimo Aizen.
Rukia y Renji no podían salir de su asombro al ver a su gran amigo Ichigo con el maldito de Aizen. ¿Qué hacía con él? Con la persona que intentó matar a Rukia, la persona que casi lo mata a él en varias ocasiones, la persona que secuestro a Orihime, la persona que casi destruye su pueblo natal, la persona... él ya ni siquiera era un persona, el DEMONIO que casi destruye el mundo. Instintivamente ambos pusieron sus manos en sus espadas listos para cualquier ataque de Aizen.
- Ichigo aléjate de él - dijo Rukia sin apartar su mirada de Aizen.
-Pero Rukia...
- ¡Ahora!
Ichigo se petrificó, Rukia siempre le gritaba por ser un idiota, incluso le gritaba para subirle los ánimos pero la forma en la que lo acababa de hacer no admitía réplica que hasta llegaba a darle miedo, pero tenía que cumplir su misión que no solo consistía en controlar a Aizen, sino también evitar cualquier conflicto con algún otro shinigami.
- Rukia, Renji suelten sus espadas - vió la duda en los ojos de sus amigos y agregó - Tranquilos él no es un problema ahora.
Sus amigos dejaron sus espadas pero seguían manteniendo una mirada hostil hacia Aizen, el cual estaba orgulloso de haber sido capaz de crear ese cambio en la actitud de los dos shinigamis. Esta vez dirigieron su mirada a Ichigo y este se sentía incómodo al ser el centro de atención. Y le incomodaba aún más la mirada de Aizen, se sentía terriblemente avergonzado después del "pequeño" incidente en la celda de Aizen y desde entonces este le miraba como si quisiera tenerlo prisionero y no dejarlo ir para llevar a cabo sus siniestros planes con él y tal vez... tal vez ya se estaba volviendo paranoico, mejor iba a explicarles la situación a sus amigos.
*****
Una vez Ichigo terminó su relato Rukia entendió que al ser una orden directa tenía que llevarla a cabo, más aún si quería convertirse en un shinigami completo. Pero aún así eso no dejó tranquila a la pequeña shinigami que antes de dirigirse a su mansión le dedicó un pequeño mensaje a Aizen: "Si le tocas aunque sea un cabello, te mato". Aizen solo sonrió ante la actitud protectora de Rukia para con Ichigo, si supiera que no pensaba tocar un solo cabello del shinigami sustituto, sino que pensaba tocarlo todo, marcarlo y hacerlo únicamente suyo. Aizen siempre mostró cierto interés por el joven pelinaranja, pero tras su derrota ese interés no hizo más que incrementar, como si supiera que el shinigami sustituto pudiera darle algo que nadie más le pudiera dar, así que investigaría a fondo qué era ese algo.
- Muy bien - dijo Ichigo - hemos llegado.
La antigua casa de Aizen era como la de un shinigami normal, pues sabía actuar muy bien su papel de "santo".
- Así que... esta es tu casa - Ichigo se sorprendió de no encontrar nada llamativo dentro.
- Así es - habló finalmente Aizen acercándose por la espalda a Ichigo - ¿te gusta? - no recibió respuesta - como buen anfitrión tengo que darte la bienvenida.
Aizen atrapó a Ichigo en un fuerte abrazo y tal y como en la celda, se acercó a su oído para susurrar unas suaves palabras de una forma que llenó el cuerpo de Ichigo de escalofríos.
- Bienvenido a tu nuevo hogar, Kurosaki Ichigo.
- Pues... - Ichigo se zafó y se alejó un metro de Aizen para volver a encararlo - gracias por tu hospitalidad, así que ¿podrías decirme donde será mi habitación?
- Pues lamento decirte que como soy muy humilde - nótese el sarcasmo - sólo tengo una habitación y una sola cama, así que la solución más lógica es que durmamos juntos - dijo Aizen acerándose con shunpo y tomando a Ichigo de la cintura.
El rostro de Ichigo era todo un poema, una mecolanza de pensamiento y un fuerte sonrojo que competía con su llamativo pelo anaranjado. Sin pensárselo dos veces alzó su mano y acarició la mejilla del ex-shinigami, el cual no pudo contener su sopresa ante la reacción del más joven y peor aún cuando este se estaba acercando a sus labios. Aizen creía que podría morir de alegría, Ichigo se estaba entregando por su propia cuenta, Aizen cerró los ojos cuando de repente ¡BANG! Había recibido un puñetazo directo en su mejilla, cortesía de Ichigo.
- Pues creo que dormiré en el sofá - dijo un molesto Ichigo - por favor prepara la cena.
Aizen solo pudo reír para sus adentros, lo conocía muy bien así que no le sorprendía mucho el golpe del shinigami. Aizen se dirigió a la cocina y preparó dos tazas de té justo en el punto exacto para el gusto de Ichigo, Aizen lo sabía todo de él, al fin y al cabo él era su consentido y obviamente haría uso de estos conocimientos para acercarse cada vez más a su presa. Puso las dos tazas en una bandeja y se dirigió a la sala de estar donde Ichigo ya estaba acomodando las almohadas y su cobija para dormir.
Ichigo al ver llegar a Aizen tomó asiento y este último colocó la bandeja en la pequeña mesa.
- Gracias... está delicioso.
- Como tú.
Ichigo regresó a ver a Aizen con una mezcla de enojo y vergüenza en su rostro, seguramente su estadía en la Sociedad de Almas iba a ser muy larga, y no se refería simplemente a la inmortalidad de los shinigamis, sino a su nuevo compañero.