Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Brecha por malugr

[Reviews - 191]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 Desde el último incidente las visitas fueron pausadas nuevamente, me encontré de otra vez aislado e incluso las de mis padres se redujeron a casi nada…

 ¿Por qué?

“Sebastian ha concluido que lo primero debe ser reponer tu salud física, mientras sigas tan débil el proceso mental te resultara aún más pesado de lo que es.”

  En la boca de otra persona quizás lo hubiese hallado muy considerado, sin embargo mientras grell hablaba de las nobles recomendaciones de Sebastian yo solo podía imaginarme lo satisfecho que estaba de saber que mientras el tenía tiempo de reconstruir mi vida en su archivo, yo permanecía ridículamente drogado con la excusa de mi recuperación, aislado de todo.

 Era un bastardo muy astuto.

 Los días habían pasado sin que yo los contara realmente y mi cuerpo seguía en el hormigueo característico de los fármacos que me mantenía sedado.

 Esa vez el mal estado de mis costillas y mi caja torácica me impidió respirar correctamente, sin nada mas que hacer mi cuerpo colapso como ya lo había hecho antes por la falta de oxígeno; pero al despertar quise respuestas y me encontré de nuevo histérico tratando de que Alois me escuchara… No entendía nada y al final lo único que conseguí fueron dosis enormes y continuas de la porquería que desde entonces me mantiene en un letargo despreciable, en este punto me percibía a mi mismo como un patético vegetal, o un simple mueble de decoración, con cada minuto me alejaba mas y mas de lo poco que quedaba de mí y llego el punto en que deje de pensar en absoluto…

 Miraba nubes lejanas, envidiando la libertad que tenían de esfumarse y extinguirse.

 Asi vi nacer con cada alba un desesperante número de días, y con ojos igualmente inexpresivos los vi morir bajo el peso de ocasos teñidos a rojo infierno.  El cielo ardía y luego venia el único momento donde me sentía en paz, la noche. No había voces, ni personas, nadie para juzgar, nadie a quien lastimar o que te lastime. En las noches, cuando por breves horas el mundo parecía morir, era cuando me sentía más vivo.

  Las dudas y preguntas devoraron mi mente y fueron lo único que me quedo.

 El, no apareció.

 Solo con mis demonios, me encapsule en mi propia mente y mientras sonreía ocasionalmente a las pocas personas que tenían acceso a mi cuarto, por dentro enloquecía…

 

.

 

   1 Mes después.

.

 

 Hacia unos 4 dias me habían sacado de aquel pseudo coma en el que había estado; ahora estaba de pie frente al ventanal, sin yesos ni huesos rotos, pero seria muy irresponsable decir que me encontraba mejor.

 Mis padres hablaban fuera con Grell, mi recuperación física no era total, los golpes en mi cabeza además de llevarse mi memoria me habían dejado con episodios de confusión, desorientación… En fin, solo era una forma de decir que entre mas profundo, mas jodido.

 Sin embargo, por fin era el momento de comenzar y esa vez no estaba de pie contra la norma, no, ahora tenia toda la autorización del mundo pues justo en el momento que Grell cruzara esa puerta, vendría para llevarme al lugar donde realmente comenzaría todo.

 La perilla giro y resignado respire hondo.

-          ¿Ciel, estás listo?

Gire y sonreí calmado.

-          Lo estoy.

 

 Por primera vez desde el accidente, abandone la fría habitación y me sobrecogió un poco estar de nuevo en contacto con el mundo. Personas iban y venían unos era pacientes, otros doctores, era sin duda mucho más bullicioso de lo que se podía percibir desde mi aislado cuarto.

 Los pasillos eran largos aunque luego del encierro no pude decir que me desagradaba, ver caras, escuchar voces. No recordaba la última vez que lo había hecho, literalmente.

 Un montón de cosas ocurrían mientras yo avanzaba tras la espalda de Grell y secretamente disfrutaba de ellas, como la última cena de un condenado aunque con cada paso casi podría jurar que un frio ajeno a este mundo me congelaba desde adentro.

  Lo que frente a mi, Grell decía, no lo recuerdo y las cosas en las que pensaba ese instante tampoco, solo iba como un vehículo en neutro, avanzaba por pura inercia y en lugar de huir fui directo hacia delante.

 Grell abrió la puerta y algo parecido a una risita se me escapo al ver el extraño lugar que en nada parecía un consultorio; era oscuro, todo madera y viejo libros en estanterías recubriendo cada pared. Él no estaba, pero si su presencia.

 Segui sin oir una sola palabra de Grell, el me guio hacia la silla frente al escritorio de Sebastian.

 A todo asentí, y el sonreía complacido de lo muy dócil y cooperador que yo me mostraba, nada que ver con el descontrolado Ciel de hacía un mes, o al de hacia más, recién llegado a la clínica. El estaba feliz de creerme en mejoría, yo estaba feliz de que lo creyera y de una vez se largara.

 La puerta se cerró y estuve solo en aquel extraño sitio.

 El estaría aquí dentro de nada y de nuevo comenzaría el juego que pausamos hace tantos años, solo que esta vez definitivamente alguno deberá perder. Alguno de los dos debía caer en la contienda.

 Me levante y puse toda mi atención en el centro de la habitación donde el diván escarlata parecía gritar enardecido todos los lamentos y delirios que se habían deslizado sobre él.

 Avance hipnotizado, y me senté ¿cuantas mentes retorcidas habían encallado en este trágico lugar? Era un doctor reconocido, debio de ayudar a cientos de pacientes y desde este mismo diván los atrajo hacia la luz, lejos de la locura y del castigo en sus enfermas mentes; no pude evitar sentirme divertido con respecto a que ahora yo iria en la dirección contraria. No haría nada por mi, salvo hundirme en ese lugar de sombras del que no había retorno y que para mi desgracia, el conocía muy bien.

 Deslice los dedos sobre la suave tela y cerré mis ojos.

 Su esencia estaba en cada rincón de la habitación, era todo el, el frio, el olor a viejos libros, la madera… como un bosque de robles a pleno invierno. Morir atrapado, perdido, alucinando una salida que no existe.

  “Sangre color escarlata”

 Por primera vez en semanas oí sus palabras en mi mente, y casi pude sentir las frías hojillas de esos días sobre mi piel.

 Lo vi claramente la noche en que estuvo en mi habitación, furico.

 Y las noches juntos.

 Y desengaños crueles.

 Y años de pesadillas.

 Mientras divagaba por mis ahora lucidos pensamientos un par de manos apretaron mis hombros desde atrás.

 No abri los ojos, solo permanecí en silencio.

 Sobre mi, aquellas manos parecían burlar mi piel que a un a través de la ropa bien podía reconocerlas y de pura grima me erice al sentirlo acariciar mi nuca. Luche contra la crispación y por un instante trate de olvidar de quien se trataba… Estaba en un guerra interna con mi propio cuerpo al que solo quería hacer olvidar.

 Solo el pulgar y el índice de cada una de sus manos tocaban mi cuello y estático permaneció en esa postura.

 No apretaba, no cortaba, no ahorcaba… pero era insoportable, a cada segundo las yemas de sus dedos me parecían más trozos punzantes de hielo y ardían tanto sobre mi piel que parecía que quemaban. Taladraban mis nervios… desagradable, intolerable…

 Sin poder soportarlo mas me levante de un golpe y me gire hacia el con la respiración desbocada de puro disgusto.

-          Ja ja ja.

 Sebastian estaba del otro lado del diván y burlándose de mí fracciono una risa profunda.

 Me miraba y en su rostro se dibujaba una sonrisa tan hipócrita como escalofriante.

-          No te sientas mal ciel…

 Hablo taciturno mientras en calma bordeaba el obstáculo entre ambos y seguía por un costado de la habitación hasta estar tras su escritorio. Yo fui girándome siguiéndole con mis ojos.

-          Consuélate con saber que soportaste más de lo que pensaba.

 Sebastian extendió su mano señalándome la silla frente a él y en silencio me senté. Del otro lado de su escritorio el hizo lo mismo en la amplia butaca de cuero y apoyando sus codos sobre la tabla, se quedó mirándome.

 Usaba lentes de montura negra y tras los cristales sus ojos brillaban con fuerza, sin embargo su expresión era tan serena que asustaba. La hipócrita sonrisa seguía ahí.

-          No te recuerdo tan callado Ciel ¿Tienes miedo de hablar?

-          ¿Deberia?

 Hice la pregunta con más firmeza de la que creí posible.

-          Por supuesto que si.

 Sebastian retiro los lentes de su rostro y los dejo a un lado, con la misma mano atrajo hacia el lo que parecía un expediente, lo puso en el medio de ambos aunque sin quitar sus ojos de mi.

-          Venia de ver tu evolución clínica. Parece que mis recomendaciones han sido favorables, estas, claro que solo a nivel físico, mucho mejor.

-          Estuve sedado un maldito mes… por tu culpa.

-          Yo no diría “por mi culpa” diría que gracias a mí ya no estas postrado sin poder mover tu fracturado culo…

-          No creo que mi salud te importe un carajo.

-          ¿Cómo no iba a importarme? ¿Como vas a jugar desde esa cama?

Me levante con manos apoyadas en el escritorio.

-          No quiero jugar ni una mierda, solo quiero de nuevo mi vida y que desaparezcas de ella.

-          Entonces porque no la tomas.

Su mano extendió hacia mi el expediente entre ambos y yo solo pude verlo con recelo.

-          Ahí está, si tienes los cojones abre y mira.

-          ¿Qué es?

-          Es toda la información que he recopilado con ayuda de exhaustivas entrevistas a toda esa tierna gente que ha venido a ver cómo estás luego de tu accidente.

 Sebastian se levanto y me miro con rudeza, frente a el de nuevo comenzaba a sentirme pequeño.

-          Tomala.

-          ¿Por qué me la das?

-          ¿Por qué no lo haría? ¿Crees que porque leas tu vida narrada de terceros recuperaras algo? Para ti será como leer un libro, una historia ajena a la que sin mi ayuda no podras identificar como parte de tu vida. Puedes leer esa mierda y hablar con todos las personas cuyos nombres ahí figuran, pero sin mi solo es papel y un guion que no solo no podrás reconocer, sino que podría incluso volverte loco.

 Lo escuchaba hablar tratando de mantener mi fuerza aunque solo de pensar que fuera posible necesitarlo me retorcia de impotencia por dentro.

-          Por ejemplo ¿Qué tal tomaste lo de que estas comprometido?

 Me quede helado al notar su irónico tono.

-          ¿Lo hiciste apropósito?

-          Maldicion claro que sí. Cuando el infeliz ese de tu amigo Alois me hablo con ternura de como su buen amigo Ciel ahora estaba por casarse con la que fue su mujer, casi estalle de risa…

 Yo no podía ni parpadear, Sebastian comenzó a moverse, como si fuera a rodear el escritorio, sin embargo mis ojos no le siguieron, en mi mente seguía viéndolos a ellos como la feliz pareja de mis memorias y lo que sebastian narraba solo me sonaba como una cruel broma.

-          Recuerdo que pensé que el príncipe había ganado años, pero no había perdido nada de su esencia, seguía siendo el sucio bastardo manipulador que fue de joven e incluso había aprendido un par de trucos nuevos ¿En serio la prometida de uno de tus mejores amigos?

 Segui petrificado y ahora sebastian estaba tras de mí. Su aliento calentó la parte de atrás de mi oído.

-          Esa porquería es cruel incluso para mí ¿Sabes porque?

 Mis ojos se fueron nublando tarde unos segundos en notar que aquello eran lágrimas.

-          Porque el muy desgraciado sonreía pretendiendo ser  feliz, fingiendo alegrarse por tu felicidad y la de ella… No solo le robas lo que más quiere, sino que además lo obligas a sonreír mientras lo destrozas… Esa es una crueldad sin precedente alguno.

 Me gire con violencia y en su pecho impactaron las palmas de mis manos con un empujón violento, aunque fue poco menos de un paso lo que le hice retroceder.

-          Mucho mejor que el inmóvil Ciel de esa noche…

 Se fue sobre mi y sujetándome por un brazo me giro sobre su escritorio. En mi espalda sentí su pecho y doblo tanto mi brazo que sentí que lo quebraría.

-          Suéltame… - Murmure adolorido.-

-          Estaba tan encabronado que estuve a nada de abrirte como a una rana… Esa noche pude haber mandado toda mi vida a la mierda con tal de verte morir.

-          ¿Y porque no lo hiciste…?

-          Aquello fue un arranque de ira Ciel… Pero sabes bien que yo no juego asi.

 Sujeto con fuerza mi cabello y giro mi cabeza apoyando una de mis mejillas en la tabla, el otro lado de mi cara quedo expuesto a el y pude ver sus ojos llenos de excitación… Sí, yo sabía bien cuál era el juego.

-          Mientras imaginaba tu cara al oír a tu amigo y su ex mujercita revelándote que se la habías quitado estuve a punto de sofocarme. Lo mejor es que tuve que salir a fingir estar molesto por el nefasto “Error” jajajajaja. Fue una actuación sublime.

-          Maldito sádico…

-          Asi es, pero luego me lo arruinaste un poco cuando colapsaste, entonces comprendí que para que no hayan más interrupciones  debía dejarte sanar… Después de todo tu cuerpo no es nada que me interese, lo que yo quiero hacer añicos está dentro de ti.

-          ¿Porque no me dormiste por completo?

-          ¿Cómo ibas a tener tiempo de pensar en lo desgraciado que eres si estabas completamente inconsciente? No… eso no iba a ser tan divertido, así que convencí a Grell de un tratamiento no tan drástico para que en lugar de dulces sueños solo estuvieran esos pensamientos enfermizamente destructivos que yo sé bien que lastiman más que cualquier arma.

 Se levantó y rápidamente tiro de mi. En un segundo estuve sobre el escarlata diván aun con mi brazo adolorido mientras de pie el me veía.

-          La verdad ciel, es que tú me necesitas, porque si haces esto solo, antes de que recobres el 15% de tu memoria, ya te habras vuelto loco.

 Pense en los turbios días sedado en esa camilla y el desesperante eco de soledad que sonaba como un taladro mientras mis pensamientos devoraban parte de mi razón.

-          Soy mas fuerte ahora Sebastian.- Quise mentirle.- No creas que te tengo el mismo miedo que esa noche cuando me atacaste.

 Sebastian halo la silla tras de el, en la que hacia minutos había estado yo sentado.

-          No, claro que no y te crees con los cojones de responderme y ser altanero porque piensas ingenuamente que te has hecho mas resistente…

 Se sentó y la acerco al diván estando a centímetros de mi rostro, que bajo su fulminante mirada yo fui incapaz de girar.

-          Pero eso no es nada cierto, no te has vuelto más fuerte Ciel, solo que ahora mismo estas más asustado de ti mismo que de mí.

 De nuevo había lágrimas en mis ojos.

-          Es cierto que hay un millón de cosas que no recuerdas, pero algo que no podemos olvidar jamás es nuestra propia naturaleza y en el fondo sabes bien que no eres más que un desgraciado y la verdad es que estas aterrado de muerte por lo que hay escrito en ese expediente y por todo lo que aún no sabemos que has hecho.

-          No sabes nada de mí…

-          Ciel ¿En serio lo crees?

Sentía que estaba asfixiándome, alguna lágrima rodo por mi rostro y estaba en el fondo del abismo incluso antes de que su juego comenzara. EL simplemente estaba ahí con una sonrisa despiadada hablando de mis miedos como si a través de mis ojos pudiese leerlo todo.

 Su mano subió a mi rostro y con el pulgar limpio una de las lágrimas.

-          Para traer a alguien de la locura, hay que saberse el camino… Yo he estado tantas veces ahí, en la orilla del oscuro mar donde la gente se ahoga en sus propios miedos, que no solo puedo ir a buscar personas, también puedo llevarlas y ahogarlas a voluntad.

 Llevo el pulgar a su boca y la lagrima brillo en su lengua.

-          Estas lágrimas saben a angustia… Esa amargura la conozco…

-          Tu no…

-          ¿No? Claro que si, hace muchos muchos años, baje mi guardia y resulto que la persona que podía salvarme de mi mismo, fue la que me termino de un hundir… Confié en alguien para que me rescatara de ese mar negro y lleno de vacío, nunca se lo dije, pero sus promesas fueron la tabla con la que me mantuve a flote…

-          ¡Tu estas culpándome por todo cuando tu...!

Su mirada me fulmino y enmudecí sin poder decir nada a mi favor. Con mi silencio el siguió hablando.

-          Al final, desapareció, y no solo me quede sin tabla, sino que me hundí durante años sin poder respirar, hasta que el mar se congelo y desde entonces vivo sepultado muriendo de odio y frio… Crees que este mes fue una pesadilla, pero en esas oscuras aguas de autodestrucción en las que tú a penas estas sumergiéndote, yo llevo años  muriendo en vida.

-          ¿Entonces qué es lo que harás?

-          Voy a pavimentar el camino a tu infierno, usando cada porquería que hallas hecho, voy a devolverte tus memorias Ciel, y usare cada recuerdo como una piedra para emparedarte vivo dentro de una cámara de culpa que va a acabar contigo… Voy a darte lo que necesitas, así como una vez lo hiciste conmigo y luego te dejare sin nada.

Nos miramos fijamente, me quede con esa última frase y asumí que no habría forma de cambiar aquello.

-          Supongo que sería inútil discutir lo que paso… No dejaras de culparme de tu desgracia aun cuando tú causaste la mía.

-           Tus desgracias están a penas por comenzar y no, lo que paso ya no tiene caso, lo importante es lo que está por pasar y hay dos cositas con las que quiero comenzar.

 Sebastian se levantó y comenzó andar hasta el escritorio, con el expediente en mano volvio a mirarme.

-          La primera, lo de tu dulce prometida claro está y la segunda, la noche en la que llegaste aquí; pues puede que con tantas emociones lo hayas ido olvidando, pero el fiel y preocupado finnian ahora descansa en paz… ¿Has pensado en eso?

Una culpa infinita me invadio al darme cuenta que el tenía razón… finny… ¿Cómo es que no había averiguado aun nada de lo que paso?

-          Que predecible, has estado tan ocupado compadeciéndote por tu mala suerte que ni siquiera has tenido la decencia de preguntar por “tu mejor amigo” No dejas de sorprenderme en serio.

-          Yo… yo he estado…

-          Llorando por tu destino sin tener en cuenta que aunque tus días futuros serán terribles, por lo menos tendras días futuros, cosa que el pobre finny ya no podrá decir. Dime ciel ¿Te gustaría leer lo que dijo el otro compañero de trabajo con el que habías estado bebiendo? ¿Quieres saber que hacían finnian y tu conduciendo ebrios por las calles de madrugada?

-          ¿Cómo demonios puedes utilizar a un difunto para tu maldita venganza?

-          No me seas moralista Ciel, esa porquería no me interesa y lo sabes y en el fondo tampoco a ti. Tu respeto por la vida ajena no es mucho más grande que el mio, te duele porque hablo de finnian ¿Pero acaso te has preguntado qué pasa con la familia que ustedes asesinaron?

 Náuseas y un dolor intenso en mi cabeza fue lo único que pude sentir.

-          Te atreves a hablar de respeto por los muertos pero tu y tu perro mascota finnian asesinaron por imprudencia a una familia entera y tu ni siquiera has pensado en ellos.

-          ¡¿Cómo es que pretendes que lo haga cuando tu estás reteniéndome en este juego?

-          No seas ridículo, el juego apenas va a comenzar y aquí tengo lo primero.

 Sebastian estuvo de vuelta en la silla frente a mi.

-          Voy a darle a tu alma algo de paz, te diré lo que ocurrió esa noche e incluso hare que lo recuerdes por ti mismo, pero, sabes bien que mi generosidad siempre pide algo a cambio.

-          Habla…- Musite a sabiendas que cualquier cosa que Sebastian fuese a pedir, rozaría lo enfermizo si es que no lo sobre pasaba.-

-          Esta noche, saldrás de tu habitación y por las escaleras iras bajando hasta llegar al último piso.

No pude evitar sonreír dolorosamente mientras en mi cabeza se dibujaba la escena de aquel sótano en nuestro colegio , aquel último piso donde por primera vez fui testigo de su crueldad.

-          ¿Y luego que?- Me burle aun con lágrimas en los ojos.- ¿Jugaremos con llaves?

 Sebastian enmudeció por unos instantes y me miro con intensidad, como si se hubiese sorprendido de que pudiera recordar aquello.

-          Me halaga que aun recuerdes la primera de mis travesuras con tu mente… Pero no, aunque sería tierno revivir la desesperación que había en tu rostro, no lo haremos. Esta vez voy a poner a prueba tú “respeto por los muertos” y así la próxima vez tendrás más cuidado de cómo me hablas y que cosas dices.

-          ¿Qué significa eso?

-          Pues, que ya es hora de que te vayas, nuestra primera sesión ha terminado.

-          ¿Y lo de esta noche?

-          Eso va a ser más una reunión de amigos…

 Sebastian se levantó y me pidió que lo siguiera, tomo la perilla de la puerta y con una amabilidad aterradora me despidió.

-          8 pm Ciel… Sotano 3.

 Recorde aquella noche en el apartamento de finnian y no pude evitar erizarme al recordar que aquella había sido la hora límite.

-          Usemos esa hora en honor a los viejos tiempos.

 Me guiño un ojo y sin más, abandone el despacho.

  

 Afuera, avanzaba entre un rio de caras sin realmente mirar ninguna… Quizas si hubiese puesto mas atención habría notado el afiche a modo de mapa que estaba enmarcado junto al ascensor y que indicaba los departamentos que habían en cada piso; pero era mi castigo eterno pasar desapercibidas aquellas cosas que podían salvarme y tras de mi quedo la única pista de lo que estaba por ocurrir.

 Quizás y solo quizás si lo hubiese visto… pero no lo vi y en silencio entre la multitud seguí avanzando a mi habitación a espera de la hora señalada.

En mí nuca sentí un gélido escalofrió

 ...

 Sotano 3… Morgue.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).