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La Brecha por malugr

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Escapar de Finny no fue sencillo, pero al final se harto de ser ignorado y se marchó... 


 - Puedes venir a mi casa, en serio no tienes buena cara.


 - Estoy bien, solo distraído.

 

 - Tu pensando en alguien? Eso solo me preocupa más.


 - Fue un buen polvo, pienso que debí repetir... Jajajaja por eso me quedaré un rato más.


 - No pensé que hubiese alguien capaz de amarrarte con sexo... Pensé que ya estabas aburrido. 


 - No usaría "amarrado" 


 - Pero estas enganchado. 


 - Solo estoy algo asombrado... 


 - Jajaja aún me cuesta imaginarlo. Debió ser muy impresionante esa técnica.


 ¿impresionante? Pensé con ironía, mientras hilos de sangre chorreaban por mi memoria... 


 - No lo sabes tu bien.- Me burle.-


 

.


 

 Había lugares prohibidos, uno de esos era la azotea, pero para alguien que se follaba a algunas profesoras, conseguir las llaves de esos lugares no era un desafío, por eso cuando vi el "prohibido el paso" que se leía claramente en la puerta de la azotea, me sonreí con algo de triunfalismo. 


 Cerré la puerta tras de mi y contemple el enorme espacio... El aire estaba helado y todo el suelo cubierto por una gruesa capa de nieve. Arregle bien mi abrigo y comencé a andar hacía el borde. 


 Por ese instante la nieve había dejado de caer aunque el frío era inclemente. 


 el muro que bordeaba el lugar llegaba hasta mi ombligo y sólo eso me separaba de los cinco pisos de vacío que había hasta abajo. Sin embargo la vista valía el riesgo de estar a aquella altura. 


 No subía con frecuencia, solo cuando realmente quería estar solo, esta vez era ansiedad lo que sentía, un profundo desconcierto ¿como debía manejar aquello? 


 Inclinado y con mis codos apoyados en el muro encendí un cigarrillo. Mis pulmones agradecieron el calor y mi mente la nicotina. 


 La opción lógica era ignorarlo ¿Que más daba? Un par de desviados jugaban al sadomaso en un sótano ¿Y que? No era mi problema y peor aun, intervenir no me traería más que inconvenientes;  el vicioso de brent lo pedía a gritos, sin duda estaba disfrutando, por tanto no había razón para involucrarse, al menos no bajo la pobre consigna de querer ayudarlo. 


 Contemplaba los edificios mientras el humo se colaban entre mis labios mezclándose con la fría atmósfera. Toda una ciudad vestida de blanco a mis pies, testigo de aquella deliberación en mis pensamientos... 


 No pretendía hacer nada por ese infeliz y aún así ¿porque estaba tan agitado? Claro que eso también lo sabía... Me conocía lo bastante a mi mismo como para reconocer las aberraciónes que se alojaban entre los pliegues de mi consciencia, que de por sí, era casi inexistente. 


 Di otra calada a mi cigarro y el gris acero de sus ojos nublo mi mente. La camisa salpicada en sangre, la forma en que su cuerpo cubría por completo al de brent, el asco con el que lo miraba y aún así el placer que le causaba. 


 De cara a una vacío gélido de pronto sentí mi cuerpo arder...


 Yo no estaba pensando en el "pobrecito brent" estaba pensando en el cruel Sebastián Michaelis y en ese sádico placer que para mi era extraño, pero que el, parecía conocer muy bien.  


 Una satisfacción más allá de toda la absurda moralidad que el mundo había adoptado como himno universal, rezando una y otra vez esa basura insípida de lo que era correcto, incorrecto, aceptable; parecía que había encontrado a una bestia que no temía destrozar a alguien.


 Daba miedo, si, pero era excitante, más que cualquier otra cosa y más apetitoso que cualquier otro vicio... 


 Sentí una sonrisa de aquellas que parecen pintadas a manos de impíos demonios, dibujarse en mi rostro y casi pareció como si hubiese sido el interruptor, como si fuese la señal de partida para aquella salvaje carrera. 


 Cinco dedos como pinzas se aferraron a mi nuca y otra mano me Sujetó con fuerza por la parte trasera de mi pantalón. Antes de que pudiéra reaccionar, mis piernas estaban en el aire y todo mi torso suspendido de frente al enorme vacío. 


 Mis dedos acariciaban la parte externa de muro, pero no, no había nada de donde pudiese sujetarme, si quien me sujetaba me soltaba, me estrellaria 5 pisos mas abajo contra pavimento y hielo así como el cigarro que había soltado y que ahora agonizaba entre la nieve. 


 Los latidos de mi corazón comenzaron a parecer un zumbido y con el cuerpo entumecido por tanta adrenalina, contemplaba lo que podía ser el último paisaje que viese. 


 - ¿Que tan buena es tu memoria príncipe? 


 Ay... Maldición... 


 - Lo suficiente para recordar esas manos heladas y tu voz... 


 El se pegó más al muro y yo sobresalí aún más.


 - No se que tan buena haya sido esa respuesta... 


 - Yo tampoco estoy seguro.- brame entre jadeos.- Pero se que si en realidad quieres soltarme, poco importa lo que te ruegue. 


 Sebastián permanecío en silencio unos instantes y sólo podía sentir la presión de su pulgar sobre mi arteria, aplastando mi pulso... Estaba helada, tan helada como aquella vez en el parque, he incluso más helada que aire que quedaba mi garganta con cada jadeo. 


 - ¿Porque no lo intentas? 


 ¿Acaso el hablaba en serio? 


 - ¿Quieres que llore y suplique?


 - Nada tan dramático ¿Quieres que te ayude? 


 No se si era de frío o de incertidumbre, pero mi cuerpo comenzó a temblar. Sebastián hizo un esfuerzo y me subió un poco apoyando mi pelvis sobre el muro... Contra mi trasero, sentí su pelvis. 


 - ¿Que quiere su alteza? ¿reventarse contra el suelo y morir ahogado en su propia sangre? ¿O ser follado por un perturbado?


 - No puedes hablar en serio... 


 De nuevo sus brazos fueron hacía delante y sólo mis muslos tocaron en borde... Casi por completo boca abajo y de cara a una muerte escabrosa.


 - ¿Parezco alguna clase de bromista? 


 - Yo...- mi pecho estaba por estallar.- Yo...


 - Mi paciencia tiene límites estrechos phantomhive... 


 Su mano soltó mi nuca, fue tal el vértigo que de sentir que caería que estuve a punto de vomitar, sin embargo inmediatamente sujeto el cuello de mi abrigo tensandolo hasta casi ahorcarme.


 - Entiendo, entiendo... Maldición... Yo prefiero vivir... 


 - Esa no fue mi pregunta. 


 Frunci el ceño al imaginar las palabras, pero era lo único que podía hacer.


 - Yo... Quiero ser follado por un perturbado...


 Con un fuerte tirón todo mi cuerpo subió y en un instante estuve en pié, sobre la nieve de la azotea. 


 Avance un par de pasos hasta que mis rodillas se rindieron y me desplome. Respiraba tan fuerte que dolía. Gire mi cabeza hacía el y ahí estaba, con su trasero apoyado en el muro y brazos cruzados. No sonreía, pero en sus ojos algo brillaba similar al entusiasmo. 


 - ¿Porque haces ésto? 


 Sebastián dio varios pasos hasta que estuvo frente a mí.  


 - ¿En serio vas a pretender no saberlo? 


 Fingir no entender lo que ocurría, parecía mi mejor opción. 


 - No lo sé, ilustrame. 


 Sonrió.


 - Bueno pues, es como el teatro, debes pagar por ver la función. 


 Solo pude pensar en brent siendo embestido en el mohoso escritorio. Estaba jodido... 


- ¿Creíste que no me daba cuenta de que estabas siguiendome? 


- Solo era curiosidad ¿como iba imaginar que algo así ocurría? 


 - ¿Y para quien crees que deje la puerta abierta? 


 El maldito lo sabía... 


 Sebastián se agachó y su mano sostuvo mi mentón jalandome hacía su cara.


 - Ahora que lo viste, debes pagar. 


 - ¿Y ese es el precio, vas a hacerme lo que a él? 


 Sebastián bufó casi como si fuera a reírse.


 - Ace beckett... - Pronunció. 


 A mi mente vino su imagen. Era un pobre obeso, bastante alto, con gafas y mirada estúpida un año inferior a nosotros al que siempre estábamos molestando... Botabamos su comida, robabamos su dinero, insultos y algunos que otros golpes... Era un pedazo de nada al que nos gustaba humillar ¿Que tenía que ver con esto? 


 - ¿Sabes quien es?


 - Si lo sé. 


 - No, no lo creo...- Sebastián soltó mi cara solo para sujetar mi muñeca.- Tu y tus amiguitos conocen al montón de mierda que se deja joder sumisamente, pero en realidad no sabes quien es. 


 - ¿A que te refieres? 


 - Por ejemplo... ¿Sabes que beckett pasa horas en la biblioteca masturbandose con las fotos que toma de niños en las plazas cercanas a su casa? 


 Mi expresión se tiñó de asco y note con Sebastián parecía disfrutarlo.


 - Ahorita mismo debe estar allí, corriendose sobre las fotos, imaginando estar dentro de uno de esos virgenes traseros. Vaya que es enfermizo... Ese si que es un increíble perturbado...


 Mi semblante palidecio por completo, como si mi cuerpo se hubiese quedado sin sangre. Sentí hormiguear mi cuerpo, revolviendose de asco. 


 - Estás jodido, no hay una puta forma de que yo deje que el... 


 - ¿Dejar? No vas a dejarte... Tu ciel, vas arrastrarte hasta el y le rogaras que te folle, porque eso es lo dijiste que querías. Así es como vas a pagarme. 


 Se levantó aún sujetando mi mano y sin titubeos comenzó a arrastrarme hasta la puerta. 


 Clavaba mis pies en la nieve y con mi otra mano luchaba por aferrarme al suelo. 


 - No... Para con esto Sebastián!!!


 Pateaba y forcejeaba tanto como podía pero el no se detenía.


 - ¿Que pasa ciel? Estuviste de acuerdo hace un instante. 


 - No!! No puedo hacer algo así, si esa es la opción prefiero morir... 


 - No hay reconsideraciones conmigo, ya escogiste y ahora debes cumplir. 


 - No lo haré maldita seas, yo mismo me lanzare si tu no lo haces. 


 Se giró con brusquedad y me apuñaló con una mirada entre la rabia y la satisfacción. 


 - No jodas conmigo ¿Quien te dice que aunque mueras no me cobrare tu deuda con alguien más? 


 - ¿Que dices? 


 - ¿Te imaginas que alguien droga a finnian en una de sus prácticas de natación? Se queda solo al final de ellas... ¿No sería un espectáculo verlo entumecerse y luego ahogarse hasta morir? 


 Mi corazón bombeaba lleno de rabia. 


 - No hay muchas cosas que un niño rico valore, pero las pocas que si, son irreemplazables, con un valor incuantificable... Un buen amigo, una tierna prometida, una mascota fiel, amorosos pero distraídos padres... Que frágil es lo valioso ¿no estás de acuerdo? 


 - Tu no harías tal cosa...


 - Luego de lo que has visto ¿realmente no me crees capaz? 


 Me veía en silencio aún sujetandome y algo en esa despiadada expresión me gritaba que si, que si me atrevía a retarlo, el no lo dudaría. 


 Mi rostro se tornó resignado he hice un brusco movimiento, su mano entonces me liberó. 


 El seguía mirándome y yo permanecí tratando de recobrar el aliento mientras pensaba. 


 Sino se puede salir del juego ¿Que es lo único que queda? 


 - Dije "por un perturbado" ¿no me da eso opción a elegir cual? 


 - Eso supongo...- Dijo mientras ladeaba su rostro fingiendo estar pensativo. 


 Lo único que queda, es jugar.


 - Pues quiero que seas tu. 


 Con una cínica expresión, Sebastián estudio la mía. Avanzó hasta estar tan cerca que mi rostro rozó la tela de su pantalón. 


 - ¿Porque lo haría?


 Sujete uno de sus muslos y con eso me ayude a levantarme. Quede frente a su pecho y tuve que alzar mi rostro para encontrarme con su mirada. Parecía estar a la expectativa, como esperando las palabras que yo estaba por decir. Ese deseo disfrazado de serenidad, hizo brincar mi pecho y tal como la mañana del parque, me encontré cautivo de la intensidad que emanaba de todo su cuerpo. 


 De pronto no supe cuales eran mis razones... ¿Estaba cediendo a la amenaza, o a un impuro deseo? 


 Sin coraje para resolver aquella duda, mi mano se deslizó hasta su entrepierna y entre mis dedos sujete su semierecta hombría. 


 Sin darme cuenta sonreí victorioso al notar que el estaba así excitado por mí... Ahora era yo quien lo seducia. 


 - Porque estoy rogandotelo... - Dije mientras me alzaba en puntillas y lo susurraba contra su cuello. 


 ¿Como es que se tornó de aquel modo? No lo sé; Pero de pronto parecía que no se trataba de amenazas ni deudas, sino de un juego de mutuo acuerdo de hipócrita seducción. 


 Sus dedos entre mi cabello me apretaron y despacio fue tirando de mi cabeza hacía atrás hasta que sentí su lengua en mi mentón, subir y detenerse justo bajo mi labio sin tocarlo. 


 - ¿Porque será que no te creo?

 

 Sebastián se alejó un paso mientras urgaba en el bolsillo de su abrigo. 


 Bajo nosotros el fuerte timbre que marcaba las 2 pm sonó, era la hora de salida... 


 - No siento que de verdad estés deseandolo, ni que lo estés tomando en serio ciel.- Maldito cínico pensé. - Así que pondremos a prueba tu compromiso antes. 


 Su mano frente a mi ahora me revelaba una llave. 


 - ¿Que es eso? 


 - Exacto, de eso se trata.

 

 sostuve la llave y la miré con recelo.


 - Tienes a partir de ahora, seis horas para descubrir que puerta abre esa llave... 


 Sebastián se dio la vuelta y así sin más abrió la puerta para irse. 


 - Estaré a las ocho en punto, tras la puerta que ella abre, esperandote


 - ¿como demonios voy a encontrarla? Hay cientos de puertas aquí. 


 - No lo sé, usa el método que prefieras.


 - ¿Y si fallo? 


 - Pues no serás el único que lo lamente...


 Me sonrió por última vez y cruzó el umbral de la puerta, dejándome solo ahí, con una llave, cientos de opciones, un millar de preguntas y 6 horas... 


 Atravese la puerta y estuve en la escaleras mientras lo veía descender al piso inferior.


 - ¡Michaelis!


 El giro para observarme. 


 - ¿Alguna pista? 


 - Jajajaa... Claro... - Hizo una mueca, como si pensara y se burlara de mi al mismo tiempo. - Esa puerta, la conoces bien. 


 Y eso fue todo.


 Escalera abajo comencé una carrera a contra reloj, en búsqueda de la cerradura que correspondía a la llave en mi mano.


 ¿Que mierda estaba planeando Sebastián con todo ésto?


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