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La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Hola, querubines :D

Por fin logré retomar de donde lo habíamos dejado! :D

Ha sido una semana oscura para el fic, pero ya volveremos al mismo ritmo que llevábamos (espero) volví a clases hace poco y espero esto no sea un inconveniente para actualizar cada domingo. 

Espero que les guste el capítulo (?) 

Es un poco corto, y un poco triste también D: 

Aish, no diré más. 


Capítulo 13

 



   —¡Ethan! ¡Ya déjalo! —Gritos generalizados despertaron mis oídos otra vez. Las calientes manos de Terence no eran lo suficientemente fuertes para silenciar todas esas voces—. ¡Podemos sacarle información, Ethan!

   —¡No voy a hacerlo! —fue la desgarrada voz del pelinegro la que me hizo alejarme de Terence para observar la escena. Ethan seguía golpeando a Shark, quién parecía inconsciente. Le había estado golpeando durante casi diez minutos y en realidad eso no me importaba, podría golpearlo cuánto quisiera, podría sacarle las tripas y dárselas de comer a los muertos incluso.  Lo que me hizo ponerme de pie para intentar frenarle fue su rostro, el rostro de Ethan. Algo iba mal con él.

   —Ethan, basta… —Terence tomó mi hombro cuando dio unos pasos delante de mí. Seguramente él también se había dado cuenta, los ojos oscuros de Ethan estaban más negros que nunca, fijos en Shark.

   —No…. —Él volvió a clavar su puño sobre el inflamado rostro de Shark—. No me digas… —azotó su cuerpo inmóvil contra el suelo.

   —¡Vas a matarlo!

   —¡No me digas basta! —volteó hacia mí cuando gritó eso. Un escalofrío corrió por mi espina dorsal al ver sus pupilas completamente dilatadas y su rostro pálido, justo como el de un muerto. No sabía qué significaba eso, no sabía si esto era normal, pero parecía peligroso y algún instinto que hasta ese momento había estado durmiendo en mi interior se activó para gritarme que saliera corriendo de allí. La gente que le rodeaba y que había intentado inútilmente separarlo de Shark se alejó bruscamente, como si Ethan fuera una bomba a punto de estallar.

   —¡Ethan! —Aiden pasó raudo por mi lado y se acercó al pelinegro sin temor alguno—. Ya es suficiente.

   —¡Sus hombres mataron a Cassandra!

   —¡Lo sé! —Aiden se arrodilló para abrazarle por la espalda—. Pero este cabrón nos ayudará a salir de aquí, nos ayudará a llegar a la ciudad nuevamente. Ahora que tenemos a Reed, podemos volver y encontrar a Morgan para…

   —¿¡En serio quieres volver a ese basurero!? —Ethan seguía gritando, pero pude notar cómo lentamente sus pupilas volvían a la normalidad al igual que el color en su piel. Aiden parecía calmarlo—. ¡Estamos bien aquí, Aiden! ¡Estábamos bien hasta que este hijo de puta y sus cazadores vinieron aquí! —intentó apartarse y volver a golpear a Shark, pero con mucho esfuerzo, Aiden se lo impidió.

   —¡Basta! —Aiden intentó sonar molesto, pero su cuerpo no engañaba. Veía sus manos tiritando y oía el temblor en su garganta producto del llanto que ahí, junto a Ethan, intentaba contener—. Basta, Ethan… —La voz se le quebró en un sollozo—. Sí, quiero volver. Quiero volver a ese basurero porque me di cuenta que no estamos a salvo, quiero volver porque en esta isla está la solución a lo que envió nuestro mundo al carajo… —Terence y yo cruzamos una mirada y se me revolvió el estómago ¿Solución? ¿Se referían a mí?—. Si elaboramos una cura y la anunciamos de alguna manera, los cazadores y toda esta mierda dejarán de existir. Podremos estar verdaderamente a salvo.

   —No entiendo nada de lo que están hablando… —balbuceó Terence a mi lado. Yo entendía un poco, Aiden quería ir a algún lugar para encontrar a alguien que sabía elaborar una cura. Sonaba riesgoso, pero podía comprenderlo. Él acababa de ser padre, él solo buscaba asegurar el mundo para sus hijos, aunque eso pareciera una locura.

   —Sabes que ir allí será peligroso, Aiden.

   —Pero sé que tú me sacarás de cualquier problema… —Ethan sonrió cuando escuchó eso.

   —Idiota.

   —¡A un lado! ¡A un lado! —Gritos entraron al interior de la cascada y supe que la peor parte había llegado. Marshall, el padre de Cassandra, llegó corriendo acompañado de otro grupo de personas que reconocí pero que no pude tomarles mayor importancia—. ¡Aiden! ¿¡D-Dónde está mi hija!? —Ethan y Aiden se separaron y este último se levantó para intentar contener al hombre que estaba al borde de un ataque de nervios—. ¡Dime que es mentira! ¡Dime que es mentira, Aiden!

   —M-Marshall….Cassandra… —Una bofetada le obligó a callar.

   —¡Oye, viejo! —Ethan se levantó.

   —¡Se supone que debías cuidarla, Aiden! ¡Se supone que tenías que protegerla!

   —¡No fue su culpa! —Ethan intentó intervenir entre ambos—. ¡Aiden estaba luchando!

   —Está bien, Ethan. Marshall tiene razón.

   —¿¡Dónde está!? —Marshall comenzó a buscarla con la mirada—. ¿¡Dónde la tienen!? —caminó hacia la cueva y yo me interpuse en su camino para intentar tranquilizarle antes de que la viera. Él estaba fuera de control.

   —S-Señor Marshall… —Le tomé por los hombros—. Debería calmarse un poco antes de entrar a…

   —¡Tú no me dirijas la palabra! —gritó sobre mi rostro y sus ojos se clavaron en mí llenos de una ira que me causó escalofríos—. ¡Todo esto es tú culpa! ¡Esos hombres no habrían venido si tú no hubieses pisado esta isla! —Sus palabras fueron como una roca de diez kilos cayendo sobre mi espalda, dejándome helado, sin poder responder. No, Shark habría atacado la isla de todas formas, pero él tenía cierto grado de razón. Todo lo que había pasado era mi culpa.
 
No pude reaccionar cuando pasó de mí y entró en la cueva.

Terence, Aiden y Ethan se me acercaron.

   —¿Estás bien? —preguntó Aiden.

   —¿Tú estás bien? —fue mi respuesta.

   —Estaré bien… e-es solo que había olvidado cómo se sentía perder a alguien. —Con su antebrazo, quitó el rastro de lágrimas que aun manchaban su rostro—. La guerra terminó, matamos a la mayoría y tenemos al líder. Quiero que tú y Terence vuelvan a la aldea, no necesitan estar aquí…

   —P-Pero… —intenté decir.

   —Él tiene razón… —Terence me tomó del brazo y me arrastró hacia fuera—. De hecho, no es que no lo necesitemos, nosotros no tenemos nada que hacer aquí ¡Ada! —gritó al aire—. ¡Vamos a volver!

   —¡Voy enseguida!

   —¡Oye! —Me libré bruscamente de su agarre cuando ambos nos hayamos afuera de la cascada—. ¿Qué crees que estás haciendo?

   —¿Acaso no es obvio? Te estoy sacando de ahí.

   —No necesito que me saquen de ninguna parte.

   —¿Ah, sí? —Terence bajó la voz cuando Ada pasó por nuestro lado para caminar unos metros delante de nosotros—. ¿Entonces por qué me dio la sensación de que estuviste a punto de romper en llanto cuando Marshall te gritó? —susurró y tardé varios minutos en responderle. Quizás sí lo había necesitado, lo que dijo Marshall había despertado otra vez en mí el terrible sentimiento de estar haciendo las cosas mal. Pero no iba a admitirlo, no delante de Terence.
 
   —Yo no…

   —No tienes que escucharlo, Reed. Sabes que no es tu culpa.

Últimamente la culpa no me dejaba en paz.

   —Lo sé.

   —¡C-Chicos! —Ada se detuvo delante de nosotros cuando estábamos entrando a la aldea nuevamente. Supe por qué lo había hecho, yo también lo sentí, el escalofrío que ancló mis pies al suelo ante la imagen que teníamos en frente. Había un grupo de personas en medio del lugar que trabajaban; algunos heridos, otros con los rostros inflamados por las lágrimas, pero todos hacían lo mismo, estaban apilando cuerpos, metódicamente, uno sobre otro, en perfecto orden. Supe inmediatamente que todos esos cadáveres que teníamos delante aún debían estar calientes, supe también que todos pertenecían a gente de la aldea, a gente que hasta ayer vivía una vida feliz aquí dentro, aislados de Shark y de sus cazadores, lejos de toda la catástrofe que reinaba afuera. Supe que las palabras de Aiden eran ciertas, la corta guerra había terminado tan rápido como comenzó y esta isla había sido la tumba de la mayoría de los cazadores que intentaron tomarla, pero también había sido la tumba de muchos, muchos de los que hasta ayer eran felices. Habíamos perdido demasiado. No, ellos…toda esta gente había perdido demasiado.

Apenas había terminado la guerra y ya había una docena de muertos. ¿Cuántos más faltaban? 

Terence pasó por mi lado para seguir avanzando y reunirse con un par de personas que se habían detenido al vernos. Reconocí a Dalian, la última vez que lo había visto fue en la armería, había partido junto a Amy a rescatar a un grupo de sobrevivientes del Desire. Caminé hasta él.

   —¿Necesitan algo? —Terence estaba hablando con él.

   —Hay un grupo que está recorriendo toda la isla buscando heridos y caídos, necesitamos que…—Se me quedó viendo cuando llegué—. ¡Reed! —sonrió, tenía la cara desecha por lo que supuse eran golpes de una pelea—. Me alegra que estés… —dudó unos segundos, inspeccionándome—. Vivo.

   —Lo sé, he estado mejor… —dije acariciando la improvisada venda que había puesto Ethan sobre la herida que uno de los cazadores me había hecho y que hace poco y por suerte había dejado de sangrar—. ¿Necesitan ayuda?

La mirada de Dalian se oscureció.

   —Hay… —Su voz se quebró ligeramente—. Necesitamos más gente para cavar las tumbas.

Pensé en Cassandra, pensé en Axel, pensé en todas las vidas de esas personas que estaban apiladas ahí, a tan solo unos metros de mí. Pensé en todas las que aún no habían encontrado.

   —Trabajaré toda la noche si es necesario.

   —Bien… —Él pareció animarse un poco—. Las palas están por allá. Iré a ayudarles apenas, ya sabes, apenas terminemos aquí… —Me despedí de él y envié a Ada a casa para luego tomar una de las palas y dirigirme al cementerio.

   —¿No quieres revisar esa herida o poner hielo sobre tu ojo primero? —Terence me siguió de cerca mientras cargaba otra de las palas.

   —No hay tiempo.

   —Me parece que estás demasiado obsesionado con ayudar.

   —No estoy obsesionado… —gruñí y cerré la conversación con esas palabras. Ya comenzaba a molestarme que él se esforzara tanto en hacerme sentir bien, era una forma de culparme, no directamente pero así lo sentía.

Nos mantuvimos en silencio hasta llegar al cementerio donde efectivamente ya había un grupo que estaba trabajando. Eran alrededor de siete hombres que apenas levantaron la cabeza cuando nos vieron llegar. Podía ver la verdadera oscuridad de ese característico vacío que se pega a los ojos como una segunda capa, ese vacío que solo aparece cuando se pierde a una persona querida. Era el dolor de esos hombres transmitido en sus miradas, en sus movimientos lentos y cabizbajos.

Di un vistazo a la tumba de David y sentí vergüenza de mí mismo, vergüenza de no poder hacer nada bien si él no estaba. Cuando murió, no hizo más que dejarme a la deriva, flotando en un espacio que estaba fuera de toda la seguridad que él me había dado durante todos estos años. Me di cuenta entonces de una cosa, todo este tiempo no había hecho nada más que estar seguro tras él, y antes de eso, lo había estado bajo el resguardo de Natasha. Nunca cuidé de mí mismo realmente, todo eso no fue más que una ilusión. No podía cuidarme y no podía cuidar nada, todo lo que había intentado proteger, todo lo que había querido mantener a mi lado había caído, roto entre mis manos. Mi madre, Natasha, mi pequeña hermana, Amber, David e incluso Axel y Cassandra.

Quizás, lo único que había logrado salvar era Ada, pero el costo que llevó rescatarla de las garras de Shark era altísimo. Eran todas esas muertes, eran todas esas tumbas que estaba a punto de cavar.

   —Detenlo, Reed. —La voz de Terence me sacó de mis pensamientos.

   —¿Que detenga qué? —intenté clavar la pala en la tierra, pero a pesar de estar húmeda por la reciente lluvia estaba increíblemente dura.

   —Lo que sea que estés pensando.

   —¿Por qué crees que estoy pensando en algo, precisamente? —intenté volver a clavarla y saqué algo de tierra.

   —No solo lo creo, estoy seguro… —Me detuve y apoyé la pala contra el suelo.

   —¿Podrías…? —La voz me tembló ligeramente por lo que estaba a punto de decir—. ¿Podrías dejar de especular sobre mí? ¿Quién te crees que eres? —vi que la boca de Terence se abrió para decir algo y me apresuré en seguir hablando para no escuchar sus palabras. Sabía que todo lo que él decía sobre mí era cierto, sabía que de alguna forma él lograba verme, adelantarse a mis pensamientos. Pero ya estaba harto de eso—. ¿E-Enserio crees que porque nos besamos un par de veces tienes el derecho de venir y decir lo que quieras? ¿O es porque te salvé la vida? Porque ya te dije, no me debes nada —Los ojos multicolor de Terence se clavaron fijos en los míos y sentí el impulso de retractarme y caer de rodillas al suelo para pedirle perdón por estar siendo tan duro. Él no era culpable de mi incompetencia, él no tenía la culpa de que yo no fuese capaz de hacer las cosas bien, él solo había acertado en sus palabras—. No necesito que nadie se preocupe por mí, no necesito que me saques de un lugar, no necesito que me salves de los muertos. No necesito a nadie que venga a rescatarme. —Nada de lo que decía era verdad, estaba aterrado al darme cuenta que todo este tiempo había vivido protegido, creyendo que me estaba cuidando solo, estaba ansioso por correr y refugiarme en él. Pero esto era necesario, él había dicho que derribaría las murallas que me rodeaban, estaba seguro que lo estaba logrando, y si él las traspasaba, seguramente acabaría roto, como todo lo que alguna vez había intentado proteger.

Y no estaba dispuesto a seguir con esto, no para luego verle quebrado en pedazos, resbalando entre mis manos.

Terence me tomó bruscamente del brazo y me atrajo hacia él. Pude sentir el soplido de su respiración sobre mi rostro y pensé que me besaría otra vez, deseé que lo hiciera, para callarme, para silenciar todos estos pensamientos que me atormentaban.

   —Eres… —apretó los labios para hablar y sus ojos, oscurecidos quizás por la falta de luz, se clavaron en los míos y me transmitieron una terrible sensación de angustia. Le había herido y ya no podía arreglarlo. Pero era lo mejor, debía mantenerlo lejos, lejos de mí para que él no acabara quebrado, para yo no sufrir cuando le viera romperse. En ese momento me di cuenta, estaba siendo egoísta, esto no era por él. Era por mí. Había perdido demasiado, lo mantendría alejado porque no quería perder a nadie más —. Eres un imbécil. —Me soltó y se apartó para hundir la pala en el suelo, quitando un montón de tierra y continuó cavando. La conversación había terminado.

Lo era.

Notas finales:

Sip, Reed es una perra insensible que se hace el dificil >( 

¿Críticas? ¿Comentarios? ¿Preguntas? Pueden dejarlo todo en un lindo -o no tan lindo- review. 

Intentaré, repito, intentaré actualizar el miércoles :D les estaré avisando por la página de facebook. 

Abrazos! 


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