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La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaa, querubines :D 

Uf ! volví. Pero volví en serio. En los últimos capítulos había estado...un tanto apagada. La verdad es que había estado pasando por una terrible crisis de inspiración, mezclada con el estrés, un resfrío y...bueno. No les daré lata con eso. 

El tema es que les traje actualización. 

Si están comiendo, déjenlo. Hay una parte...bastante asquerosa. 

Quedan advertidos
Espero que les guste. 

Capítulo 25





   —En serio no creo que sea momento para esto, Reed —Terence miró de un lado para el otro, luego por sobre mi hombro. El repiqueteo de los pasos acelerados iba y venía, retumbando en mis oídos y en las murallas que nos rodeaban—. Todos se están moviendo, si ellos nos ven aquí haciendo nada…

   —Esto no es hacer nada —gruñí y cerré la puerta tras de mí—. Recuéstate ahí… —ordené, apuntando hacia uno de los tantos colchones delgados que estaban tirados por el suelo. Los dormitorios estaban vacíos desde hace horas, desde hace casi un día, lo habían estado desde que Scorpion anunció la guerra en la que nos obligaría a pelear. Todo resultó ser un desastre, todo terminó siendo más caótico de lo que pude haber imaginado. Creí que al llegar a la ciudad encontraríamos un lugar seguro, trazaríamos un plan, buscaríamos a la persona que Aiden necesitaba para crear una cura y nos marcharíamos de vuelta a casa. Había sido demasiado optimista.

Nunca creí encontrarme con gente lunática que almacenara muertos en una iglesia que ellos consideraban un lugar sagrado, nunca pensé en encontrarme con animales infectados, ni con la tropa de psicópatas que nos tenía secuestrados y amenazados ahora mismo. Incluso el Desire me parecía más soportable ahora.

   —¿Por qué estás haciendo esto? —Terence apoyó sus manos contra la puerta que estaba a mis espaldas, dejando sus brazos a mis costados, clavando sus ojos sobre mí. Por unos segundos me quedé viendo cómo sus tres colores oscilaban y se transformaban dentro de su iris. El cambio de iluminación al entrar a esa habitación en penumbras les había dado una tonalidad entre azul y grisácea. Presencié el momento exacto en que mutaron. Fue algo fascinante. Dejé escapar todo el aire que había acumulado en mis pulmones.

   —Y-Yo… —balbuceé, indeciso, recordándome a mí mismo que debía confiar en él—. Sólo quiero un poco de calma, no lo sé…hacer cosas que haría normalmente, comportarme como si aún estuviésemos en el Desire… —Una de sus manos me acarició la mejilla. Cerré los ojos.

   —Mírame —ordenó y yo obedecí, lo miré; miré sus ojos otra vez y las mejillas hinchadas por los golpes que le habían dado mientras estábamos en la fila. Eran muchos. Sonrió—. Sé que necesitas una distracción de todo esto, pero te necesito aquí. Te necesitamos aquí, ahora. No niegues lo que está pasando.

   —La negación es un mecanismo de defensa peligroso… —dije y sonreí. Él apretó mis mejillas ¿Cómo lo hacía para estar tranquilo en una situación como ésta?

   —Así es, buen chico —se apartó de mí para dejarse caer sobre uno de los colchones—. ¿Qué tengo que hacer?

   —Sólo relájate.

   —¿Ya entraste en modo psicólogo? —se burló y yo me contagié un poco con la risa que dejó escapar. Quizás sólo necesitaba este momento para calmarme, distraerme en otra cosa. Terence era mi distracción, él y su pasado, lo que quería averiguar de él—. ¿No habrá un sillón rojo en este lugar?

   —Lo dudo —reí. Me senté en el suelo a su lado y saqué un lápiz y una arrugada hoja de mi bolsillo para apoyarla contra mis piernas—. Será fácil, no te preocupes.

   —¿Por qué siento que estás experimentando conmigo? —Terence cerró los ojos y apoyó sus manos tras su cabeza, respiró hondo. Parecía algo nervioso.

   —Porque lo estoy haciendo. Relájate.

   —No puedo relajarme con eso —suspiró—. Me siento como un ratón de laboratorio.

   —Es sólo asociación de palabras, tranquilo. Te diré una palabra y tú debes decirme lo primero que se te venga a la mente en los próximos dos segundos.

   —Bien.

   —Bien… —carraspeé la garganta. Comenzaría con lo básico—. Hogar.

   —¿Hogar? —preguntó él—. ¿Cómo quieres que…?

   —Sólo responde lo primero que venga a tu cabeza —gruñí—. Hogar.

   —Un…agujero —respondió. Tragué saliva. Se podían formar muchas deducciones de un simple ejercicio de asociación.

   —¿Suciedad?

   —Ratas

   —¿Aire?

   —Humo

   —¿Luz?

   —Una caja

   —Miedo —dije. Él soltó una pequeña risa—. ¿De qué te ríes?

   —Se me vino a la mente un lobo ¿Está bien eso?
 
   —Lobo —repetí y anoté esa palabra en mi libreta—. ¿Te agradan los lobos, Terence?

   —No, ahora que lo pienso.

   —Bien… —sonreí cuando él me miró—. ¿Qué tal…vagón?

   —Oscuridad —respondió. Me estremecí.

   —¿Y oscuridad?

   —Frío —anoté esa palabra y la subrayé. Lo que le había oído decir mientras estaba delirando en el Desire...lo que dijo, no era simple balbuceo. Los tres conceptos “Vagón”, “Frío” y “Oscuro” tenían relación entre sí, se referían a la misma cosa. Intenté adelantarme a eso con lo que tenían relación.

   —Castigo —dije, tanteando. Intentando adivinar.

   —Sangre.

   —¿Y maldad?

   —Un soldado

   —¿Un…soldado? —balbuceé. Oí golpes en la puerta. Terence se levantó bruscamente y me agarró de la mano.

   —Terminó la sesión —me arrastró por el pasillo y no pude evitar soltar un quejido de dolor cuando tiró de mí. Traía una pierna vendada, la herida que Scorpion había hecho en ella apenas había empezado a cicatrizar y a pesar de la cantidad de analgésicos que había tomado, seguía doliendo, él se dio cuenta y me ofreció su hombro para apoyarme y ayudarme a continuar. No dudé en aceptarlo—. Por aquí… —forcejearon con la puerta. Iban a abrirla. Me obligó a entrar a uno de los armarios. Estaba muy estrecho ahí dentro—. Shhh…

La puerta se abrió y pasos se dejaron oír dentro de la habitación. Intenté contener mi respiración, hacerla inaudible.

   —¿No habías arreglado el pestillo de esta cosa la semana pasada?

   —Al parecer no funcionó —Unos cazadores entraron y comenzaron a hurguetear entre los cajones y armarios. Di un respingo cuando oí algo que cayó  al suelo  y se rompió.

   —¡M-Mierda!

   —¿Qué pasa, Eobard? Estás muy nervioso —Terence y yo cruzamos una mirada en la oscuridad. La única luz que veía provenía de la pequeña brecha formada entre las puertas del armario. Intenté mirar a través de ella—. ¿Qué tienes?

   —¿Crees que podamos ganarle a La hermandad, Caleb?

    —Claro que sí ¿Estás así por eso?

   —Pero ellos son más que nosotros.

    —Lo peor que puede pasar es que alguno de ellos nos mate —Los pasos se acercaron y vi la figura de dos hombres frente a nosotros. Terence apretó mi mano con fuerza, estaba sudando.

   —Para ti es fácil decirlo. A ustedes les han enseñado a perder el miedo a la muerte.

   —Creí que los de tú escuadrón tampoco le temían a nada. Scorpion lo hace, al menos.

   —No todos podemos ser Scorpion —Uno de ellos tomó la manilla del armario. Me estremecí. Iba a abrirla. Nos iban a descubrir aquí.

    —Oye, Eobard —se detuvo, algo lo jaló hacia atrás. El otro cazador le abrazó y acarició su rostro—. Estaremos bien, ¿sí? —La mano de Terence presionó aún más contra la mía, giré mi rostro hacia él cuando noté su palma demasiado caliente y su respiración entrecortándose. Estaba siendo muy ruidoso. Pero al parecer afuera estaban demasiado distraídos como para oírnos.

   —¿P-Por qué me besaste? —volví mi atención a los cazadores.

   —Acabo de recordar que dejé mi chaqueta en la entrada, vamos a buscarla.

   —¡O-Oye, Caleb!

   —Si sigues gritando así tendré que besarte de nuevo —Sus voces se alejaron. Oí algunas risas que desaparecieron por la puerta cuando ellos la cerraron. Pude volver a respirar.

    —Creí que iban a descubrirnos —suspiré. Terence intentó decir algo, pero sólo logré oír cómo se lamía los labios. Entonces me di cuenta.

Abrí la puerta del armario de golpe y lo empujé hacia afuera. Él tambaleó y estuvo a punto de caer, pero alcancé a tomarle del brazo y sujetarlo. Tomé su rostro entre mis manos; estaba pálido y sudado. Respiraba con dificultad.

Lo abracé y pude sentir su corazón golpeando agitadamente contra su pecho. Cuando despertamos en el vagón ocurrió algo parecido, debí haberme dado cuenta antes.

   —Estoy aquí… —susurré, alejándome unos centímetros de él para permitirle respirar, pero sin soltarle—. Vamos, respira profundo.

   —¿Q-Qué está pasándome? —Su voz temblaba. Nunca le había visto reaccionar así. Estaba hiperventilando.  

   —Tú sólo respira —Terence obedeció y respiró profundo varias veces. Con el dorso de mi mano acaricié el puente de su nariz, había oído  que eso puede calmar a alguien. Me mantuve así hasta que le vi calmarse—. ¿Mejor?

   —S-Sí —volví a abrazarle una vez más. Debí haberlo sabido.

   —Bien, será mejor que salgamos de aquí —dije cuando me aseguré que se encontraba completamente tranquilo y me dirigí hacia la puerta intentando no cojear. Sólo tenía que acostumbrarme al dolor. Él me siguió y caminó a mi lado, sin apartar los ojos de mí, parecía confundido—. Eso fue un ataque de pánico… —expliqué—. Al parecer, sufres de claustrofobia.

Sus mejillas se inflaron para contener una carcajada.


—Creo que fue la peor forma de enterarme —rió y pude detectar aún un pequeño temblor nervioso en su voz. Sonreí de vuelta, pero no fui capaz de reírme con él. En mi cabeza ya había comenzado a hilar todo lo que había ocurrido ahora y todo lo que él había dicho en la asociación de palabras. Trastornos como la claustrofobia solían formarse en la infancia, por algún hecho traumático. Quizás no eran más que conclusiones apresuradas, quizás sólo estaba poniéndome en el peor de los casos, pero me parecía que algo muy oscuro y doloroso estaba a la sombra de Terence. Recordé cuando le dije que le ayudaría a recuperar su pasado.  

Ahora no estaba tan seguro de querer hacerlo. Ahora me debatía en si estaba haciendo lo correcto o no.

Cuando abrí la puerta, me encontré con Oliver a punto de abrirla desde el otro lado.

   —Ah, chicos. Gracias a Dios que están aquí.

   —¿Qué ocurre? —pregunté. Él se me quedó viendo fijo.

   —¿Estás bien, Reed? —preguntó y la forma en que lo hizo me dio escalofríos. Me miró directo a los ojos y quizás fue tan sólo una impresión mía, pero me pareció que él sabía exactamente lo que me estaba pasando, lo que estaba pensando.

   —Estoy bien —mentí.

   —¿Qué pasa Oliver? —preguntó Terence, desviando la atención y sacándome de la incómoda situación—. ¿P-Por qué estás sin camisa?

   —Ah, sí —Oliver sobó sus manos, parecía nervioso—. Nos han ordenado ir a las duchas.

   —¿Hay duchas en éste lugar?

   —Así parece, Scorpion dijo que partiremos mañana y dijo que no quería a ninguno de sus hombres oliendo mal, y eso nos incluye —encarné una ceja ¿En serio iban a ordenarnos incluso cuando tomar un baño?

   —Y una mierda. No voy a hacer lo que él diga —gruñó Terence.

   —Pero, Terence…

   —¿No te das cuenta Oliver? —El pelirrojo alzó levemente la voz—. ¿No te das cuenta la facilidad con la que hemos asimilado que Scorpion está a cargo? Me molesta saber que debemos obedecer a un tipo como él.

   —Es lo que debemos hacer si no queremos que nos maten… —interrumpí. Terence me lanzó una mirada fulminante.

   —¿¡En serio vas a obedecer a un hombre que te puso una pistola en la boca como si fuera su maldita polla!? —gritó. Sus ojos me quemaron y no pude evitar sentir cómo ese fuego se extendía dentro de mi pecho y lo quemaba también—.  Obedecer a ese tipo nos hace hombres de su escuadrón, nos convierte en cazadores ¡Míranos! ¡Estamos a punto de ir a pelear una guerra junto a él! —me sentí molesto.

   —Sólo serán seis días más, intenta soportarlo —dije, conteniendo el creciente enojo.

   —No puedo soportar ser uno de ellos —apartó los ojos de mí y él también se alejó. No pude hacer nada cuando le vi marcharse y desaparecer entre la multitud de cazadores. No pude moverme y no pude gritar para detenerlo. Mi voz estaba helada, se había congelado en mi garganta.

   —¿Estás bien? —preguntó Oliver—. Idiota —gruñó, mirando en la dirección por la que se había ido Terence—. Mencionar lo que pasó con Scorpion…

   —Está bien —Los claros ojos de Oliver estaban sobre mí. No quería que me siguieran viendo o iban a descubrir que estaba mintiendo, que no estaba bien—. Estoy bien. Él…él… —balbuceé—. Es mi culpa, pasó algo antes de esto, él…estaba muy nervioso.

Oí aplausos.

   —¡A las duchas, señoritas! —Scorpion pasó caminando a torso desnudo por el medio del andén—. Quiero que lo único que puedan oler los de la hermandad sea el aroma de su propia sangre… —Por unos segundos me quedé viendo uno de los tantos tatuajes que tenía, uno que abordaba parte de su pecho, uno de sus hombros y continuaba en su dorso. Era un cuervo aún en vuelo, a punto de aterrizar sobre un cráneo humano, dejando a su paso un camino de plumas que parecían dirigir a una frase tatuada en su espalda: “Nunca más”[1] 

Oliver me dio un codazo.

   —Es mejor que busquemos a los demás.

Un mar de gente siguió a Scorpion, caminando tras él. No sabía cuántas personas eran los que estaban a su cargo, quizás superaban los sesenta, pero no debían alcanzar los noventa. Pensé en lo que había dicho Terence antes de marcharse; estas más de sesenta personas habían asumido hace mucho tiempo obedecerle. No quería ser uno de ellos, pero tampoco podía evitarlo.

   —Aiden… —escuché una voz familiar cerca—. Vamos a estar bien, tranquilo —Ethan. Miré hacia todos lados hasta que les encontré: Aiden y Ethan caminaban a su propio ritmo, abrazados. Ada, Matt, Jack, Jesse y todos los demás estaban con ellos. Nos unimos. Sujeté por los hombros a mi sobrina y la guié por el camino que todos transitaban. Bajamos a los rieles y caminamos hasta a siguiente estación, al parecer ellos se habían adueñado de toda la línea del metro. Ésta vez no íbamos vendados, íbamos con nuestros cinco sentidos intactos. Íbamos como uno de ellos, como cazadores.

Busqué su cabellera rojiza por todas partes. Terence no estaba.

¿A dónde había ido?

Después de algunos minutos de caminata, volvimos a subir al andén de esa segunda estación que se mostraba mucho más vacía que la anterior; lo único que quedaba del lugar original eran las bancas de plástico que no habían sido arrancadas, todo lo demás había cambiado. Frente a mí; un espacio vacío donde tan sólo se veían un montón de regaderas, una junto a la otra. No había paredes, no había cortinas. No había nada que las separara.

   —Ya saben, avancen en grupos de máximo veinticinco. No más de cuatro minutos —Scorpion se hizo a un lado y los primeros en la fila se desvistieron y corrieron a las duchas. Me estremecí.

   —¿E-Enserio vamos a bañarnos frente a toda esta gente?

   —E-Ethan —Aiden apenas balbuceó el nombre de su novio, pero yo también comprendí lo que quería decir.

   —No voy a dejar que te toque… —dijo. Comprendí algo más. Acaricié los hombros de Ada que estaban temblando, como el resto de su cuerpo. Este no era momento para perder la calma, no era mí momento para hacerlo. Debía mantenerme seguro.

   —Yo tampoco dejaré que alguien se te acerque —susurré en su oído. Ella tomó mi mano y la sujetó con fuerza. Respiré, mientras observaba como el segundo grupo comenzaba a desvestirse. Ellos lo hacían como máquinas acostumbradas a esto. No tenían pudor, no se preocupaban en cubrir sus partes e incluso algunos jugueteaban entre ellos, como niños pasando por alguna de las fases del desarrollo psicosexual freudiano[2].

   —¡Siguiente grupo!   —Los cazadores que se estaban duchando corrieron afuera casi al mismo tiempo, como si existiera entre ellos alguna especie de sincronización y el siguiente grupo corrió a las regaderas y nosotros junto a otros hombres de Scorpion tuvimos que ocupar el espacio que ellos habían dejado vacío, al frente de la fila. Los cazadores que habían salido de la primera ducha nos rodearon y empezaron a gritar.

   —Vamos, dulzuras, quítense la ropa —abracé a Ada. Regen y Dalian nos cubrieron, Aiden y Ethan hicieron lo mismo con Amy y sin cruzar alguna palabra entre nosotros, nos encargamos de dejar a las chicas rodeadas en un círculo—. ¡Reglas son reglas!

   —¡No más que la ropa interior, preciosas! —rió Scorpion, que observaba de lejos cómo sus hombres estaban a punto de arremeter sobre el improvisado círculo que habíamos formado para saltar sobre las chicas, como si fueran un trozo de carne. Uno de los hombres estiró su brazo e intentó tocar el cabello de Amy—. ¡Eh, tranquilos! —el resto de cazadores nos rodearon e intentaron romper el círculo una vez más. Ada gritó, me aferré a su cuerpo e intenté mantenerla segura entre mis brazos. Todos nos apiñamos en una especie de abrazo grupal mientras sentía manos intrusas intentando quebrar nuestra barrera y gritos eufóricos rompiéndome los oídos.

   —¡Vamos, quítense la ropa!

   —¡Son las únicas chicas aquí, obedezcan!

   —¡Paren esto, chicos! —Tres cazadores intentaron ayudarnos, pero no pudieron hacer más que interponerse entre sus compañeros y nosotros por tan sólo unos segundos, para luego ser arrastrados por la multitud que pareció tragárselos.

   —¡Deténganse! —intenté forcejear con uno de ellos, pero el mar de gente me empujó y sólo pude volver a sujetar a Ada para intentar no romper nuestra formación—. ¡Basta ya! ¡Pervertidos! —Ada lloriqueó y se abrazó a Amy. Comprendía lo desesperada que estaba; si esas manos pasaban la barrera que mi cuerpo y el de los demás chicos formaban iban a tocarla, iban a quitarle la ropa, iban a arrancarla de mi lado. Iban a…

   —¡El que se atreva a tocarles un pelo le cortaré la verga y le obligaré a comérsela cruda! —gritó Scorpion. Su voz resonó seca y áspera en el lugar y los cazadores se detuvieron al instante; la gran mayoría lo hizo, sólo uno desobedeció, uno que me golpeó en la cara y logró tomar a Ada del brazo para intentar arrastrarla hacia alguna parte—. ¡Que alguien pare a ése idiota! —Antes de que alguno de los chicos o yo pensáramos en reaccionar, unos cazadores lo tomaron y lo inmovilizaron en el suelo. Eran los cazadores que habían intentado ayudarnos.

   —Imbécil —uno de ellos gritó y golpeó al rebelde en el rostro. Reconocí su voz, era uno de los hombres que había entrado a los dormitorios. Tenía un rostro afilado y ojos oscuros. Supuse que el cazador que estaba a su lado era el otro que había estado con él hace un rato.

   —Lancer, Caleb, Eobard… —Scorpion se abrió paso entre sus hombres y llegó hasta nosotros. El hombre del parche, Cuervo, estaba a su lado—. Déjenme a este imbécil aquí y vayan junto al último grupo a las duchas… —Los tres hombres obedecieron inmediatamente—. Cuervo… —ordenó y el aludido se adelantó para tomar al cazador que había desobedecido y mantenerlo en el suelo—. ¡Los demás váyanse! ¡No hay nada que ver aquí! ¡Sólo se quedará el último grupo! —Scorpion sonrió, mientras jugaba con un cuchillo entre sus manos. El resto de hombres se quedó por unos segundos, mirando la escena—. ¡Fuera! —gritó. Todos reaccionaron y comenzaron a dispersarse. Los cazadores que estaban formados tras nosotros nos empujaron para arrastrarnos hacia las duchas. Ninguno de ellos intentó si quiera volver acercarse a Ada o a Amy. Ni a ninguno de nosotros.

Me quité la ropa con lentitud, no porque sintiera pudor, sino porque mis manos no paraban de temblar y no quería que Ada se diera cuenta de ello. Le ayudé a desvestirse a ella también.

   —Lamento mucho que tengas que pasar por esto… —susurré, mientras pasaba su camiseta por sobre su cabeza, ella aún estaba llorando y no estaba en condiciones de hacerlo por sí sola—. Perdóname, Ada.

   —E-Está bien… —logró quitarse los pantalones para quedar sólo en ropa interior—. S-Sólo no te apartes de mí, ¿sí? —secó sus lágrimas. Intentaba ser fuerte, a pesar de lo que acababa de pasar. Volví a tomarla por los hombros para guiarla hasta una de las regaderas.

   —Lo prometo.

Todos volvimos a reunirnos en las duchas. Las regaderas eran grandes, fácilmente tres personas podían bañarse bajo el mismo chorro de agua, y, debido a que no había separación entre ellas, daba la impresión de que una enorme ducha cruzaba todo el andén de esa estación. Mi cuerpo tembló en un escalofrío de placer cuando sentí agua caliente cayendo sobre mí.

   —A-Ah —gemí—. ¿Agua caliente? —miré mis pies, bajo ellos había una gran rejilla que se llevaba el agua sobrante, hacia algún lugar. Éste lugar había sido realmente bien acondicionado para hacerlo lo más cercano a unas duchas públicas.

   —Tenemos un sistema de paneles solares y termos instalados en la superficie que conecta directamente con este lugar… —explicó una voz a mis espaldas y yo me puse inmediatamente en guardia, pero no tardé en relajarme. Era uno de los cazadores que nos había ayudado—. Hola, soy Lancer —estiró su mano hacia mí. Miré su rostro, miré su cuerpo. Él aún parecía un crío.

   —Reed —tomé su mano y la sacudí un par de veces.

   —¿Estás bien? —preguntó y algo me impidió responder. Él no se dirigía a mí. Sus ojos estaban puestos por sobre mis hombros, buscando los de Ada. Ella volteó hacia nosotros, pero cubrió su cuerpo con mi espalda para que él no la viera—. Me disculpo. A veces, mis compañeros son unos salvajes.

   —¿A veces? —solté, molesto.

   —Estoy bien… —dijo ella y se puso de puntitas para asomar su cabeza por sobre mi hombro y mirar directamente al joven cazador—. Gracias —Él sacudió el cabello de su nuca. Pésimo gesto, conocía perfectamente el lenguaje corporal en un ser humano. Sabía lo que eso significaba.

   —La semana pasada encontré esto durante una excursión… —Él estiró su brazo para darle una especie de botella, pero al verme a mí entre medio de ambos atinó a entregármela a mí.

    —¿E-Eso es shampoo? —Ada metió sus manos por mi cintura para intentar tomarla, pero no se lo permití.

   —Está sellada aún… —explicó él, mirándome directamente a los ojos. Noté una pizca de desafío en su mirada que no tardó en mover nuevamente hacia Ada—. Sólo tienes que batirla un poco. Y-Yo… me di cuenta que tu cabello es muy lindo. Tómalo como una disculpa por lo que acaba de pasar.

   —No necesitamos tus… —intenté decir, pero Ada ya me había arrebatado la botella.

   —Gracias, Lancer —Mi sobrina pareció cantar su nombre. Él sonrió, ella rió en voz baja.

¿Acaso eso había sido un coqueteo entre ellos?

   —Que lo disfrutes… —se marchó antes de que pensara en qué decirle y caminó hasta una de las duchas que estaba al otro lado del andén.

   —¿¡Q-Qué estás haciendo!? —oí gritos y el cuchicheo de los cazadores que se estaban bañando a mi alrededor calló en seco y sus miradas se clavaron en algún punto fuera de las duchas, las seguí—. ¡S-Scorpion! ¡N-No, por favor! —Casi lo había olvidado; ahí estaba el hombre que había desobedecido a Scorpion, Cuervo le tenía sujeto en una llave, sus brazos pasaban bajo las axilas del cazador para volver a subir y presionar contra su nuca, inmovilizándolo por completo—. ¡Lo lamento! ¡En serio!

   —Les advertí, dos veces… —Scorpion seguía jugando con el cuchillo, pasándolo de una mano a otra y sonreía, seguramente porque ese hombre no podía apartar sus llorosos ojos del brillante filo—. Les dije, que si se atrevían a tocarles… —detuvo su juego de manos para bajarle los pantalones en un solo movimiento. El hombre soltó un chillido.

¿Enserio él iba a hacerlo?

   —¿Qué está pasando, Reed? —preguntó Ada.

   —No mires.

   —¡Eh, chicos! —gritó Scorpion, hacia el resto de personas que observábamos en silencio la escena—. ¡Encárguense de contarle esto con lujo de detalles al resto de sus compañeros!

   —¡E-Espera, Scorpion!

   —No me gusta que toquen lo que es mío.

   —¡Detente! —quise cerrar los ojos, pero me obligué a mirar—. ¡N-No lo hagas! —Scorpion se agachó frente al cazador—. ¡S-Scorp…! —El hombre no pudo seguir rogando, sus palabras fueron reemplazadas por un grito líquido que salió de su garganta quebrada por el llanto. No vi cómo pasó, pero sí vi el movimiento de la mano de Scorpion y la sangre que salpicó hacia todas partes, manchándole a él también. El hombre siguió gritando mientras se retorcía en los brazos de Cuervo que no lo dejaba escapar. Siguió gritando hasta que Scorpion volvió a levantarse para quedarse de pie a su lado. El cazador, horrorizado, miró a Scorpion y luego sus ojos bajaron lentamente a su entrepierna. Volvió a gritar.

   —¡Ah, cállate ya! —Todos los que estábamos en las duchas compartimos un sonido, un quejido de dolor cuando vimos que la mano de Scorpion sostenía un pedazo de carne ensangrentado que no tardó en meter a la boca del cazador. Él hombre intentó devolverlo, pero Scorpion le mantuvo la boca cerrada con ambas manos—. Trágatela —ordenó. El hombre se retorció otra vez mientras la misma sangre que corría entre sus piernas manchaba los bordes de su boca y se mezclaba con sus lágrimas—. ¡Trágatela si no quieres que cambie de opinión y te la meta por el culo!

Él logró masticarla y tragarla, pero a los pocos segundos su cuerpo tembló por el asco y vomitó, vomitó con la boca cerrada por las manos de su líder y sus mejillas se inflaron al acumular toda la porquería en su interior. El rubio hizo una mueca de asco, pero no le soltó.

   —No te olvides de tragarte el vómito también—se burló. Cerré los ojos, no era capaz de seguir mirando.

Sólo los volví a abrir cuando oí el sonido de algo desplomándose contra el piso. El hombre había caído, desmayado.

   —Que dos de ustedes lo lleven con Anniston… —Scorpion se secó las manos en sus pantalones y apuntó hacia un grupo de cazadores—. Y apresúrense —Los hombres obedecieron inmediatamente y salieron de las duchas para vestirse en un par de segundos y tomar al cazador caído y arrastrarlo hacia las vías del tren sin siquiera hacer un comentario. Sus manos, ahora secas, se juntaron cuando aplaudió dos veces—. ¡Vamos, vamos! ¡Les he dado más tiempo del que necesitan! ¡Sigan en lo suyo! —Todos los demás  continuaron bañándose, como si nada hubiese pasado.

Mis rodillas no dejaron de temblar en ningún momento y mis ojos quedaron fijos al charco de sangre que había quedado en el suelo. Lo que acabábamos de ver había sido espantoso. Dios, le habían amputado el pene a un hombre frente a nosotros.

   —¿Me ayudas a lavarme el cabello, Reed? —La voz de Ada me obligó a voltear. Incluso ella parecía más calmada que yo. Asentí con la cabeza y enredé mis manos en su cabello para comenzar a jabonarlo. Scorpion no había hecho lo que hizo para defender a las chicas, ni tampoco para demostrar que ellas, o nosotros le pertenecíamos. Él lo había hecho sólo porque ese hombre le había desobedecido.

Éstas eran las reglas de los cazadores.

   —Creí haber dicho que sólo ropa interior… —me sobrecogí en un escalofrío al oír la voz de Scorpion a mis espaldas. Él y Cuervo caminaban con lentitud hacia nosotros, completamente desnudos. La cantidad de tatuajes que Scorpion tenía en el cuerpo me dio escalofríos. Tanta tinta encima le hacía parecer aún más cruel de lo que era, de lo que había demostrado ser. Aparté la vista de él cuando me di cuenta que le estaba mirando demasiado.

   —Lo siento, yo… —Regen respondió y entonces le miré a él. Tenía una camiseta blanca ajustada que se le pegaba al bien formado cuerpo—. De verdad, nadie querrá ver lo que hay debajo de esto.

   —Vamos, hombre… —Scorpion sonrió y avanzó hasta él—. ¿No crees que te estás tomando demasiadas comodidades? No te has quitado esa maldita máscara incluso para darte un baño y… —deslizó su dedo bajo  la camiseta de Regen para mirar su pecho—. Oh, vaya. Eso es asqueroso —tomó los bordes de la camiseta y la elevó por sobre su cabeza para quitársela—. Pero no te preocupes, mientras no me hagas vomitar no es lo suficientemente horroroso para no verlo —Regen cubrió su cuerpo con ambas manos, pero Scorpion las apartó para mirarlo mejor. Soltó un silbido—. Joder, sí que eres un maldito monstruo ¿Qué mierda te ocurrió? —Ada soltó un pequeño quejido de asombro. El cuerpo de Regen… su piel, la mayor parte de su pecho, cuello y brazos estaba…

   —Ácido —respondió él con la voz ahogada por la máscara de gas—. Me lanzaron ácido encima.

   —Bueno, pudo haber sido peor. Pudiste haber terminado como un puto cadáver chamuscado ¿Dices que tu máscara está cerrada?

   —Ellos la cerraron, sólo puedo quitar el sistema de respiración para comer.

   —No gracias, no lo hagas. No quiero ver cómo quedó tu rostro, ni parte de el —Scorpion le devolvió la camiseta—. Y deberías hacer algo con esas cicatrices, creo que me acaban de dar náuseas —se apartó de él y Cuervo y él caminaron hasta el fondo de las duchas—. Sólo tienen dos minutos más.

Un silencio nos cubrió a todos. Eso había sido cruel. Scorpion había humillado a Regen públicamente. Miré unos segundos más las cicatrices en su piel antes de que él se abrazara a sí mismo para cubrirlas. Aparté la vista. Él no tenía la intención de que lo viéramos, él no quería. Debía ser difícil.  

   —Oye, está bien — Dalian apoyó ambas manos sobre los hombros desnudos de Regen, pero él se apartó como si sus dedos quemaran—. Oye, oye —le sujetó para que no se alejara—. Eso no es asqueroso, no seas ridículo —tomó la máscara con ambas manos para sujetar su cabeza y mantenerla frente a la suya—. Dijiste que podías quitar el respirador ¿Cómo se hace eso?  

   —¿Para qué quieres quitarme el respirador?

   —Debe ser difícil lavar tu rostro cuando no puedes quitarte la mitad de la máscara… —Dalian tanteó los bordes de la máscara hasta que encontró la forma de desarmarla y quitarle el respirador, dejando ver los labios y la mandíbula de Regen, también quemados.

   —¿Qué haces? —me estremecí al oír su voz natural. Cómo creí, sonaba mucho menos ronca y metálica de lo que se oía tras la máscara. Dalian ubicó a Regen bajo el chorro de agua, mojó sus manos y empezó a masajear su rostro—. ¿Qué estás…?

    —Mis dedos son finos… —Los dedos de Dalian pasaron por  la poca piel que quedaba en los labios de Regen—. Siempre creí que algún día les encontraría una buena utilidad… —la mitad de ellos lograban entrar bajo la máscara.

   —¿Crees que ayudar a limpiar un rostro destrozado es hacer algo útil?

   —Definitivamente.

   —¡Listo! ¡Se acabó el tiempo! —Las duchas se apagaron en cuanto Scorpion dio el aviso—. Vístanse de una vez y vámonos. —ignorando el dolor en mi pierna, seguí el paso de los demás y todos corrimos hasta donde habíamos dejado las ropas y nos vestimos sin importar el aún estar empapados y en menos de tres minutos no quedaba una sola persona que no estuviese lista para volver. Nos formamos en una fila en completo silencio, donde nuestro grupo ocupaba los últimos puestos. Absolutamente nadie decía nada, algo parecía haber cambiado, incluso entre los cazadores—. Hoy habrá carne para cenar —Scorpion nos miró directamente cuando dijo eso, luego se adelantó para encabezar la caravana. Me estremecí; no por lo fríos y vacíos que se veían sus ojos afilados, sino porque entendí el significado de esta ducha, entendí el repentino silencio de los cazadores y entendí lo que significaría la comida que vendría después.

¿Era como la última cena, no? Unos últimos momentos cómodos para motivar a las personas a pelear, una ilusión de vida; para motivarlos a volver a casa. A resistir. A sobrevivir.

Cualquiera podría morir mañana.

Un escalofrío congeló mi nuca cuando estaba a punto de bajar a los rieles. Me quedé estático unos segundos, de pie en el borde del ahora oscuro andén. Achiqué los ojos para poder ver en la oscuridad, estaba acostumbrado a ella. No debía olvidarme de eso. Reconocí una silueta; de pie, en un rincón. Estaba seguro no haberle visto ahí antes. Quizás nos había seguido y se había mantenido escondido hasta ahora. Reconocí el cabello largo cayéndole por sobre los hombros hasta su espalda; estaba seguro que su color era rojizo. Sus ojos multicolor parecieron verme en la oscuridad.

Me estremecí. No pude acercarme y tampoco vi en él algún atisbo por querer hacerlo. Mi vista se aclaró y pude comprobar que sí me estaba mirando, fijamente. De pronto, tuve la oscura sensación de que un abismo separaba esos ojos de los míos.

Bajé a la línea del tren. Si gritaba su nombre o corría hacia él, Scorpion se daría cuenta que él no había estado, que había desobedecido a sus órdenes, y ya había visto lo que podía hacer con las personas que le desobedecían. Di el primer paso para volver a la fila y mientras lo hacía, sentía que el abismo entre nosotros se agigantaba, se extendía hacia todas partes, haciendo más espesa la oscura grieta que se había formado entre ambos.

Mientras volvía a la fila formada en su mayoría por cazadores, sentí que le estaba traicionando. Terence tenía razón. Aceptar las reglas de Scorpion significaba estar dispuestos a convertirnos en uno de ellos. No quería, jamás habría querido algo como esto. Pero no podía hacer nada por evitarlo. Él sí, él aún podía hacerlo. No había nada que lo atara a permanecer aquí.

Un nudo se formó en mi garganta ante la idea de que se marchara, de que lograra salir de este lugar. Él no quería ser parte de esto. No iba a hacerlo ¿Qué otra opción tenía? Pero si él lo lograba, si él se marchaba, yo tampoco podría hacer nada para detenerlo. No era mi decisión.

¿Vería otra vez a una persona desaparecer como agua entre mis manos?

















 [1 Nunca más:]Frase original en inglés “Nevermore”, la famosa palabra que repite el cuervo en el poema de Edgar Allan Poe (El Cuervo/The Raven) ¿Recuerdan que en la temporada 1 Scorpion recibió un balazo en el hombro y Cuervo dijo que iba a cubrírselo? Bueno, éste es el tatuaje  de esa herida y tiene un significado bastante profundo, si lo piensan bien.

 [2 Desarollo psicosexual freudiano:]Recuerden que Reed ha estudiado psicología por todos estos años y muchas veces hará este tipo de observaciones, porque no puede evitarlo. A grandes rasgos, el “desarrollo psicosexual” de Freud sostiene que los niños nacen con instintos sexuales que van descubriendo a lo largo de la infancia. La etapa a la que Reed se refiere es la tercera (O “fase fálica”), donde el niño se hace consciente de su cuerpo y genitales propios y de otros niños y personas a su alrededor.

(Básicamente lo que estaba ocurriendo en la escena era que los cazadores desnudos estaban jugando con sus po**as, entre ellos, pero no necesariamente con una connotación sexual xDDD) 

Notas finales:

Y empezó el dramaaa, señoras y señores!  

Terence se rehusa a aliarse con Scorpion
#QueEnPazDescanceLaPollaDeEseCazador
#SeLoMerecíaElPuto

¿Críticas? ¿Comentarios? ¿Insultos? ¿Quieren lavarle la carita a Regen? ¿Sacaron alguna conclusión de la "asociación de palabras" de Terence? ¿Preguntas? Pueden dejarlo todo en un lindo -o no tan lindo- review. 

Abrazos y que tengan una linda semana! :3 


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