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La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaa, querubines :D 

Quería subir este capítulo ayer....pero todo el revuelo de la navidad (preparar la cena y todo eso xd) me quitó más tiempo de lo que pensé :v 

Espero la hayan pasado bien
Capítulo cortito. Espero que les guste. 

Un abrazo! 

Capítulo 28





   —Oh, joder. Eso puede ser grave —Aiden corrió para hacerse espacio entre la multitud de gente que se había formado alrededor de Cuervo—. ¡Déjenme pasar! —ordenó y todos esos hombres se abrieron camino. Le seguí, por una extraña mezcla entre instinto y curiosidad. Se arrodilló junto al pelinegro—. ¿Cuánto te duele? —le preguntó.

   —Estoy bien —respondió e intentó levantarse, en vano. Fue como si la gravedad hubiese querido tragárselo—. Mierda ¿Por qué no puedo…?

   —Porque te han disparado, idiota —Ethan llegó al lado de Aiden—. ¿Qué necesitas, Aiden?

   —No lo sé, primero tengo que saber por qué demonios está sangrando tanto… —Aiden abrió su mochila para coger unos guantes. Se quedó unos segundos viendo su fondo, como decepcionado—. No…no sé si pueda.

   —Vamos doc, confío en ti —rió Cuervo. Su voz temblaba levemente.

   —Voy a… —Aiden dudó con las manos alrededor del abdomen de Cuervo, sin tocarlo aún. Recordé entonces que él había sido el encargado de cuidar de Terence y de mí cuando llegamos a la isla. Él era bueno ¿Por qué estaba dudando?—. Voy a limpiar para ver si la bala sigue adentro o no, ¿sí? Luego intentaré frenar el sangra…

   —No me interesa saber todo lo que vas a hacer, sólo hazlo —gruñó Cuervo. Luego me miró—. Tú. Hay hombres infectados.

¿Él podía seguir dando órdenes aún después de recibir una bala?

   —S-Sí… —Me aproximé a ellos para hurguetear en el botiquín de Aiden y coger una jeringa. Sólo había dos. Cuervo se dio cuenta.

   —Espero que ninguno de ustedes tenga sida o alguna de esas mierdas contagiosas… — comenzaba a sonar cansado. Él parecía tranquilo, pero si continuaba desangrándose así iba a terminar desmayándose. Y eso pasaría en el mejor de los casos—. Sólo… —jadeó—. Sólo formen una fila y…

   —Formen una fila, les inyectaré de mi sangre —interrumpí. Doce hombres se formaron.

   —Te sentirás cansado después —Terence se me acercó.

   —Si me canso, te tendré a ti para que me cubras —intenté restarle importancia al asunto y le tendí la jeringa—. ¿Quieres hacerlo por mí?

   —Claro, me encanta la idea de vaciarte por dentro —bromeó. Subí la manga de mi chaqueta para mostrar mi antebrazo desnudo. Él clavó la aguja sin avisar. Me mordí el labio, nunca me gustó la sensación de una aguja en mi piel—. En todo caso…si te cansas demasiado, soy capaz de cargarte.

   —Ah, qué lindo —bromeé de vuelta. Sus mejillas enrojecieron.

   —Cuervo, estamos a punto de entrar y quemar esa maldita iglesia… —El radio en el bolsillo de Cuervo sonó de pronto. Todo el mundo guardó silencio, incluyéndonos—. ¿Cuál es tu posición? Ya deberías estar aquí —Cuervo hizo un movimiento torpe para sacar el aparato de su chaqueta.

Carraspeó la garganta antes de hablar.

   —Tuvimos algunos problemas… —comenzó y pude notar sus esfuerzos por hablar normalmente—. Nos tendieron una trampa y ahora estamos rodeados de infectados, pero está bajo control.

   —¿Una trampa?

   —Nada que no pueda solucionar.

   —Sólo apresúrate o tendré que volar todo esto sin tu ayuda ¿Dónde carajos estás exactamente?

   —A tres o cuatro calles antes del límite, más o menos. No te preocupes, vamos a… —Cuervo no pudo seguir hablando, Ethan le había arrebatado el radio de las manos.

   —Noah —habló él—. Noah, esto es más grave que simplemente algunos zombies rodeándonos —hubo un silencio al otro lado de la línea—. ¿Noah?

   —¿Ethan?

   —Le dispararon.

   —¿A quién demonios le dispararon?

   —Cuervo —miré a Cuervo. Hizo una mueca de lo que me pareció ser frustración—. Creo que tendremos que volver.

   —¿¡Y cancelar todo!? ¡No me jodas! —El radio rugió con la grave voz de Scorpion—. ¡Déjense de estupideces y vengan acá!

   —¡Está sangrando demasiado, idiota! —Ethan también gritó—. ¡Aiden está intentando frenar el sangrado, pero no tenemos los implementos suficientes!

   —¡Ah, demonios! ¡No me jodas con estas cosas! —Y un molesto ruido saliendo del radio dio a entender que había cortado la comunicación.

   —¿Noah? —Ethan siguió gritándole al aparato—. ¿¡No me oíste, Noah!? ¡Podría desangrarse! ¡Noah! ¡Noah! —El silencio se mantuvo al otro lado de la línea.

   —Ah, deja de gritar de una vez que me partes la cabeza —Cuervo apoyó la cabeza contra la muralla en un gesto cansado. Esto se ponía peor a cada minuto que pasaba. Di un respingo al sentir otro pinchazo en mi antebrazo que ya comenzaba a inflamarse. Terence y yo seguíamos en nuestra labor de curar a los cazadores, y ellos seguían formados, esperando. Pero estaban en silencio, en un pesado silencio.

Ethan gritó, de pura impotencia.

   —¡Ese imbécil! ¿¡Qué se cree!?

   —Ah, Ethan. Estamos hablando de Scorpion —dijo Aiden con voz apagada mientras limpiaba la herida—. ¿Qué esperabas? ¿Qué volviera a ayudar?

   —No lo sé, Noah no es la clase de persona que…

   —Hablas como si lo conocieras —interrumpió Cuervo y Ethan calló inmediatamente cuando él habló—. ¿Qué creías? ¿Que volvería enseguida solamente por un hombre caído?

   —El Noah que conozco lo haría.

   —Él… —Cuervo jadeó levemente cuando Aiden roció sobre la herida lo que yo supuse que era alcohol—. El Noah que conociste murió hace años. Yo lo vi morir.

   —Reed… —Terence llamó mi atención—. ¿No quieres cambiar de brazo? —susurró. Miré la piel de mi brazo derecho, una especie de pelota se había levantado alrededor del lugar donde Terence había clavado la aguja. En la fila, tan sólo quedaban tres hombres.

   —Claro… —cambié de brazo y me estremecí nuevamente al sentir el pinchazo.

   —Quizás no esté completamente muerto… —Ethan y Cuervo seguían discutiendo y ni Aiden ni ninguno de los cazadores intervenía en la conversación. Eso era bueno, quizás mantener a Cuervo ocupado en una discusión era lo mejor que podíamos hacer ahora.

   —Deberías dejar de pensar así o vas a decepcionarte —sentenció Cuervo.

   —¿Qué sabes tú de él? Apenas le conoces hace un par de años.

   —Sí, pero un par de años es suficiente para saber más que tú... —Ethan abrió la boca para contestar, pero Cuervo no le dejo—. Tú….tú no sabes una mierda.

   —Sé que ustedes le hicieron esto.

  —¿Hacerle qué? —Cuervo alzó la voz, la conversación comenzaba a acalorarse—. ¿Convertirlo en un sobreviviente? ¿Hacerlo más fuerte? No, nosotros no hicimos eso. Lo hizo él.

   —Él nunca habría hecho todo lo que ha hecho…

   —¡Deja de tratarlo como un maldito santo! —gritó Cuervo—. ¡Él Noah que conociste nunca existió! ¡Esto es lo que es! ¡Lo que siempre fue! ¡Un bastardo que hace lo que tiene que hacer! ¡No un maldito cobarde, como tú!

   —Tú no tienes idea…

   —No, no. Tú no tienes idea… —Cuervo bajó el tono cuando Aiden gruñó algo. Seguramente el gritar no ayudaba a que la sangre parase de salir—. Hablas como si le conocieras, pero tú no estuviste ahí cuando estuvo en la guarida, tú no le viste cambiar. Incluso cualquiera de estos hombres que están aquí podría conocerlo mejor que tú.

   —Y-Yo… —Ethan balbuceó. Algo de lo que había dicho Cuervo pareció dolerle.

   —Tú eres el imbécil que dejó que nos lo lleváramos. Tú eres el idiota que se quedó con los malditos brazos cruzados y está bien…. —dijo—. Está bien… —repitió y sonrió—. El día en qué mató al antiguo líder de mi escuadrón me di cuenta que estaba bien…fue genial ¿no, chicos? —murmullos de aprobación se dejaron oír en todo el lugar—. Tú no sabes una mierda… —volvió a decir Cuervo—. Y si sigues haciendo como que sí sabes, vas a colmarme la maldita paciencia.

   —Sólo si no mueres desangrado por culpa de ese imbécil.

   —Si muero desangrado no será culpa de ese imbécil.

   —Si mueres yo me encargaré de hacerle sentir culpable —La conversación terminó ahí. El ruido de disparos nos hizo saltar a todos de nuestros lugares—. M-Mierda.

   —Los cabrones deben estar afuera.

   —¿Qué hacemos, Cuervo? —Un cazador se acercó a él. Hubo un silencio, donde se escucharon más disparos, demasiados para sólo una docena de hombres; ellos debieron haber llamado refuerzos ¿Cuántos había fuera? ¿Veinte? ¿Treinta? Quizás toda La Hermandad estaba afuera, asechándonos, esperando a que saliéramos o a que los muertos que golpeaban  la cortina metálica que nos separaba de ellos la tiraran abajo.

Cuervo suspiró.

   —No los enviaré al suicidio —dijo—. Esos malditos van a derribar esa puerta en algún momento, sólo preocúpense de estar armados cuando lo hag… —Un bombazo se escuchó fuera. Tomé el rifle entre mis manos—. Mierda. Creo que eso será ahora —La reja metálica tembló. Los muertos golpeaban cada vez más fuerte. Los primeros abollones se empezaron a formar. Cuervo intentó levantarse otra vez, lo logró con la ayuda de Aiden.

   —Oye, Ethan —El radio de Cuervo volvió a sonar. Ethan lo tomó inmediatamente.

   —¡Noah! Ellos están…

   —Boom

   —¿Boom?

   —Este hijo de puta… —Cuervo sonrió—. ¡Todo el mundo a cubrirse! —Terence me agarró del brazo y ambos corrimos hasta el fondo del almacén, lo más alejados de la puerta. Se escuchó un estruendo, no sé qué fue pero tuvo la suficiente potencia para tirar la reja abajo y levantar una cortina de fuego y humo. Se escuchó otro, más cerca y pude verlo. Una explosión, un temblor y luego, silencio.

Sólo la risa de Cuervo se escuchó en el lugar.

   —¿¡Qué acaba de pasar!? —me gritó Terence, aun cubriéndose los oídos. Miré hacia el exterior. La cortina ya no estaba, ni los muertos que habían estado intentando tirarla; sólo estaban sus partes, sus órganos revueltos por el piso y su sangre esparcida por todas partes, manchándolo todo con rojo.

Un montón de hombres entró corriendo al almacén. Bajamos nuestras armas cuando nos dimos cuenta que eran cazadores de Scorpion.  Él fue el último en ingresar al lugar.

   —¿Dónde está? —traía un lanzacohetes cargando en la espalda. Eso explicaba las explosiones—. ¿¡Dónde demonios está!?

   —Aquí estoy —masculló Cuervo, desde un rincón. Scorpion caminó hasta él—. ¿Trajiste a Anniston contigo?

   —Dijiste que con este idiota era suficiente —Aiden se alejó de Cuervo apenas Scorpion se acercó a ellos, pero fue sólo algunos centímetros; un gesto instintivo, le tenía miedo, cómo todos—. Además, nosotros también tuvimos algunos problemas.

   —¿Qué ocurrió?

   —Nada que no pueda solucionar —Scorpion se arremangó la camiseta para meter sus manos en la herida e inspeccionarla—. ¿Ya intentaste frenar el sangrado? —Nadie le respondió—. ¡A ti te hablo, idiota!

   —Y-Ya lo intenté —Aiden tartamudeó—. Pero quizás la bala rompió alguna arteria. No podemos detener el sangrado hasta cerrar la herida, pero necesitamos volver y…

   —No hay tiempo.

   —¿¡Cómo que no hay tiempo!? —Ethan intervino—. ¡Podría desangrarse, Noah! ¡Tan sólo míralo!

   —¡Lo estoy haciendo, joder! —Scorpion se levantó para poner la boca de su revólver contra la frente de Ethan, pero algo le hizo bajarla y cambiar de parecer. Vio algo. Corrió hasta el exterior y se perdió entre la nube de humo por algunos minutos—. ¡Tráiganlo acá! —gritó—. ¡Y Aiden, trae algo para desinfectar! ¡Apresúrense!

   —¿Qué quiere hacer? —pregunté cuando me acerqué a Aiden. Estaba nervioso, había que calmarlo de alguna forma.

Ethan llevó a Cuervo en brazos a pesar de sus quejas e insultos para que lo bajara.

   —No lo sé, pero no debe ser algo cuerdo —La mano de Aiden tembló cuando tomó la botella de alcohol, puse mi mano sobre ella para que se calmara.

   —Oye… —le dije—. Tienes que calmarte.

   —Lo sé, es sólo que toda esta situación me pone de los nervios.

   —¿Y a quién no? —reí y empecé a caminar hacia la puerta, como todos. Al parecer todo el mundo quería ver lo que estaba a punto de pasar. Terence le dio una palmada en la espalda a Aiden.

   —Has hecho un gran trabajo —le dijo—. Pero no creo que puedas hacer más —El castaño asintió con la cabeza.

   —Aquí está el alco… —dudó antes de terminar la frase y yo entendí el por qué. Scorpion se había quitado la camiseta para envolver su mano con ella y sostenía un pedazo de metal, seguramente que antes era parte de la cortina metálica. Miré su mano y luego miré el fuego, todo el que teníamos alrededor. Las explosiones habían causado pequeños incendios en todo el frontis del almacén—. ¿V-Vas a…?

   —¿Se te ocurre alguna idea mejor, cariño? —le preguntó Scorpion, pude notar el tono de burla en su voz—. Porque si tienes una idea mejor, adelante.

   —No, no la tengo —le entregó la botella para que Scorpion bañara el trozo de metal en alcohol.

   —¿Qué demonios va a hacer? —me preguntó Terence. Tomé su mano y la apreté con fuerza.

   —Va a cauterizar la herida —respondí. Terence apretó de vuelta.

Nadie dijo nada. Scorpion acercó el trozo de metal a uno de los pequeños focos de fuego y empezó a calentarlo. El fuego cubrió toda la pieza rápidamente y entonces entendí por qué había envuelto su mano con su camiseta; las llamas también se extendieron alrededor del metal, el alcohol había facilitado eso.

   —¿E-Está seguro de hacerlo? —preguntó alguien. Un cazador.

   —¿Acaso no confías en tu líder? —se arrodilló a un lado de Cuervo con la pieza metálica en la mano, ardiendo, levemente rojiza—. Lo haré rápido.

   —Ah, déjame disfrutarlo —bromeó Cuervo y se recostó a duras penas en el suelo—. Creo que nunca me han cerrado una herida con un metal ardien… —No pudo continuar hablando y soltó un pequeño jadeo o queja, no sé muy bien qué fue. Scorpion ya había puesto el metal sobre la herida con una mano y sostuvo a Cuervo con la otra para que no se retorciera. El pelinegro tomó su mano y gimió en voz baja. El metal estuvo sobre la herida por un par de segundos y luego fue retirado para volver a ser cargado sobre la piel. Eso se repitió varias veces—. Ah, joder. Dime que lo harás otra vez —bromeó. Su voz se oía cansada.

Scorpion soltó una risa.

   —Qué alguien lo meta al auto. El resto al camión —ordenó el rubio cuando terminó. Terence y Ethan levantaron a Cuervo para llevárselo.  El resto seguimos las instrucciones y corrimos al camión que Scorpion había traído—. ¡Hagan espacio! ¡Somos más ahora! —gritó. Abrí la cortina y me di cuenta de qué hablaba. Aiden se congeló a mi lado cuando abrió la puerta.

   —Sí, tenemos visitas —dijo Scorpion y nos empujó para que entráramos al camión. Había tres personas que no había visto antes, todas atadas y amordazadas, dos inconscientes. Sólo uno despierto. Nos miró fijamente cuando entramos. Tenía la cara pintada como un reptil y el maquillaje hacía que sus ojos se vieran mucho más aterradores aún; uno era azul, el otro marrón. Daban miedo. Sonrió cuando nos vio.

   —¿Quiénes son ellos?

   —Cazadores. Hombres de Cobra —murmuró Aiden, muy bajo—. Ellos debieron habernos tendido la trampa. 

Notas finales:

¿Críticas? ¿Comentarios? ¿Preguntas? ¿En serio creyeron que Cuervo podría morir? Nah, él es inmortal, bitches :v 

Que tengan una linda semana


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