Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

[Reviews - 407]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holaaa, querubines :) 

Feliz día del trabajador a todo/as los trabajadores que leen? (Ok, quizás no son muchos pero debe de haber alguno por ahí)

Aproveché este hermoso feriado para actualizar (Dios bendiga los feriados xd) 

Capítulo cortito, pero no tan corto como los anteriores. 

Espero que les guste. 

Abrazos! 

 Capítulo 33






  —Estamos rodeados —dijo e instintivamente estiré mi mano para tomar la de Ada. “Rodeados” fue la palabra, pero no fue eso precisamente lo que me asustó, fue el rostro de Cuervo; más pálido de lo normal y la forma en que, con cierto nerviosismo, corrió a tomar su escopeta. No debían ser muertos los que estaban fuera del camión. Debían ser personas. Eso era peligroso.

   —¿Cobra? —preguntó un cazador.

   —No, no lo sé. No parecían cazadores de Cobra… —Cuervo cargó su arma, pero volvió a dejarla en su sitio a los pocos segundos—. Debe ser la hermandad, joder —gruñó—. Creo que no podremos llegar a Cobra a menos que acabemos con ellos…Detuvieron el camión, con clavos, en la calle.

Él hablaba rápidamente, definitivamente se había puesto nervioso. Él, el mismo hombre que había visto dar órdenes mientras tenía un disparo en el estómago. Nervioso ¿Cuántos hombres eran necesarios para eso?    

   —¿Qué vamos a hacer? —preguntó Terence.

   —Nos doblan en número y están armados —contestó Cuervo. No respondió la pregunta.

   —Eso no importa —Ethan se levantó y Chris y Jack se pusieron de pie junto a él—. Estos cabrones nos han dado muchos problemas. Acabemos con esto.

   —¿No me oíste, Ethan? Estamos rodeados, jodidamente rodeados. Toda la maldita Hermandad está aquí.

   —Pero… —Ethan pasó por delante de mí para llegar hasta la cabina del conductor, quería verlo por él mismo.

   —Si salimos…. —La voz de Cuervo resonó con fuerza en toda la parte trasera del camión, como un eco, una voz de ultratumba que nos condenaba a todos—, puede que nos carguemos a la mitad de ellos, puede que incluso logremos acabar con todos ellos, pero sólo unos pocos van a quedar en pie, muchos de nosotros vamos a morir. Puedes ser tú, Aiden o alguno de tus amigos.

Ethan volvió de la cabina y algo en su rostro había cambiado, algo que me indicaba que en las palabras de Cuervo había mucha razón. Pasó las manos por su cabello y caminó de un lado para el otro, como un animal enjaulado.

   —¿N-No vamos a luchar?

   —Jodidos, Ethan… —recalcó Cuervo y un disparo que golpeó contra la cubierta del camión camufló un poco su voz—. Si quieres puedes ir y suicidarte junto a tus amigos, pero yo no puedo enviar a mis hombres contigo… —Cuervo mantenía los puños apretados a sus costados, parecía frustrado—. No puedo…No quiero más muertos.



Más disparos impactaron sobre el revestimiento del camión. Ada se cubrió la cabeza y Matt instintivamente se lanzó al suelo. Las balas iban a atravesarlo en cualquier momento.

Cuervo se relamió los labios.

   —Vamos a bajar… —dijo e inmediatamente sus hombres se levantaron—. Ethan, te aconsejo que saques a tu gente de aquí antes de que ellos los atrapen…

   —¿¡Vas a dejarte atrapar!? —interrumpió Aiden.

   —¿¡Tengo de otra!? —Cuervo alzó la voz—. Joder, llevan una niña con ustedes.

   —P-Pero tiene que haber otra for… —Aiden calló y todos nos tiramos al suelo. Una bala había entrado—. Joder…

   —¡Demonios! ¡Bien, todos fuera! —Los cazadores corrieron a sus armas cuando su líder dio la orden—. ¡Que alguien trate de sacar a esa niña y a las mujeres de aquí! —Cuervo tomó su escopeta una vez más, sus manos no temblaron ni un poco cuando lo hicieron—. Si van a atraparnos, al menos nos cargaremos a algunos.

   —Yo iré primero… —Ethan fue delante.

   —Que seas mitad infectado no quiere decir que seas inmortal, Ethan —dijo Regen.

   —No, pero significa que puedo aguantar más… —Ethan titubeó un segundo—. ¿Cómo sabías que…?

   —Hombre, se nota a kilómetros.

   —Está bien, vamos a abrir… —Cuervo sujetó la manilla de la puerta que estaba a punto de abrir—. Mierda, esto será un suicidio. Cinco…

Terence tomó mi mano.

   —Cuatro…

   —Tienes que sacar a Ada de aquí —me dijo.

   —¿Y dejar a todos los demás?

   —¿Qué harás para evitarlo? ¿Vas a decir que tienes la cura otra vez? Son unos malditos fanáticos de los muertos, Reed —gruñó—. No sabes cómo van a reaccionar.

   —Tres…

Miré con desesperación a mi alrededor. Lancer, el cazador con el que Ada había coqueteado antes estaba delante de mí. Era eso o ponerla en riesgo, en más riesgo del que corría con él. Le agarré del hombro y lo jalé con brusquedad hacia atrás.

   —Saca a Ada de aquí… —susurré en su oído—. Y si le pasa algo…

   —Dos… —La cuenta regresiva amenazaba con terminar.

   —La mantendré a salvo… —Lancer respondió con tanta rapidez que me pareció que él estaba esperando que recurriera a él desde mucho antes que lo pensara si quiera—. Lo prometo.

Suspiré.

   —Uno… ¡Ahora! —La puerta se abrió y esta vez mis piernas no titubearon ni se paralizaron. Corrí bajo lo que a mí me pareció ser una lluvia de balas hasta refugiarme tras una torre de chatarra de lo que seguramente en algún momento fueron autos y llevé la mira de mi rifle al ojo para apuntar. Un escalofrío hizo a mis manos temblar. Sí estábamos rodeados, definitivamente lo estábamos. Ellos eran muchos más que nosotros. Disparé y les di a algunos, pero ellos también se habían refugiado entre los edificios del sector, los autos destruidos o los propios vehículos en los que habían llegado. Vi cómo, de un costado del camión, Lancer salía junto a Ada y se lanzaban al suelo para arrastrarse y escabullirse. Los escolté con la mira del rifle, preocupándome de dispararle a cualquiera que los pudiera ver. Los observé hasta que estuvieron lo suficientemente lejos, seguros, entonces mi atención volvió a la batalla. Habían caído algunos de la Hermandad, pero aun así la situación no nos favorecía en nada. Muchos cazadores habían caído también.

¿Cuervo tenía razón? ¿Era mejor rendirse?

   —¿Estás herido? —Terence se dejó caer a mi lado, refugiándose y cubriendo su espalda con la torre de chatarra.

   —Estoy bien… —respondí y dejé la cobertura un segundo para disparar, él me imitó—. ¿Tú…? —iba a preguntar, pero entonces le vi y me forcé a ahogar un grito en la garganta. Una bala le había rozado la pierna que había comenzado a sangrar, muy poco, pero el esfuerzo podría hacerla empeorar. Miré su rostro, él seguía concentrado disparando. Al parecer con la adrenalina no se había dado cuenta y era mejor que no lo hiciera—. Son demasiados —dije, para distraer su atención. No debía darse cuenta que le habían disparado.

   —Y están en todas partes… —gruñó, mientras hacía señas hacia algún lugar al que yo no tenía acceso visual—. Estamos jodidos.

   —¡Ethan! —oí la voz de Aiden gritando y entonces tuve un mal presentimiento—. ¡Ethan, no! —Una ráfaga concentrada de disparos se dejó oír, como si hubiesen sido disparados hacia un mismo lugar. Me asomé por la cobertura, Ethan estaba en el suelo arrodillado, protegiendo algo. Tardé en notar que ese algo era precisamente alguien. Sophie.

   —¡Sophie! —Dalian salió desde algún lugar y corrió hacia ellos. Supe en ese momento que todos nuestros planes no habían funcionado y no iban a hacerlo tampoco. Yo también me levanté para salir y Terence y muchos más hicieron lo mismo. Pero algo nos hizo detener a mitad de camino.

Ellos los tenían amenazados, decenas de armas rodeaban a Ethan quién seguía cubriendo a Sophie con su cuerpo, en un intento por protegerla.

¿Ellos no serían capaz de matar a una niña, o sí?

   —¡Ése está infectado, estoy seguro! —gritó un hombre y más armas apuntaron a Ethan—. ¡Mató a cinco en tan sólo segundos!

   —¡No! ¡No disparen! —Dalian intentó avanzar hacia ellos, pero un arma apuntándole directamente en la cabeza lo obligó a detenerse—. ¡S-Sophie…! —me miró, me miró con los ojos abiertos llenos de angustia, me miró a punto de estallar en llanto. Seguramente la niña se había asustado con los disparos y había intentado correr por su cuenta. Entonces pasó esto.

   —¡Hay una niña aquí! ¡No disparen! —gritó Ethan, levantando las manos en son de paz—. Sí estoy infectado, pero no tienen por qué dispararle a ella… —El pelinegro se levantó aún con los brazos arriba y dejó a la vista a la pequeña Sophie que estaba encogida llorando y temblando de miedo—. No disparen —repitió—. No disparen —rogó.

   —¡Ethan! —Aiden intentó avanzar, pero Cuervo le agarró del brazo para detenerlo—. ¡Suéltame! ¡Ethan, demonios! —Ethan caminó entre un improvisado callejón de hombres que lo siguió apuntando y lo guió hacia un grupo más grande que no tardó en reducirlo y amarrarlo con una cantidad exagerada de cuerdas y cordones para dejarlo inmovilizado por completo. Anulado.

Terence y yo cruzamos una mirada, sus ojos multicolor se abrieron un poco mientras él elevaba las cejas, casi sin darse cuenta. Yo me encogí de hombros y murmuré algo que no salió de mi boca, sólo moví los labios. Sus ojos me habían preguntado algo, ¿qué vamos a hacer?

No tenemos dónde correr, fue lo que respondí. Estábamos atrapados.

   —Que alguien agarre a esa niña —ordenó una voz.

   —¡No, no! ¡Ella no! —Dalian se desesperó cuando Sophie empezó a gritar porque uno de los hombres la había agarrado bruscamente para arrastrarla hacia algún lugar—. ¡No la toquen! —avanzó a inevitablemente, recibió un disparo en la pierna para ser detenido. Entonces todo se descontroló, Terence, Aiden y yo intentamos movernos junto a un grupo de cazadores, unas manos intentaron apresarme y yo forcejeé con ellas. Un montón de gritos me llenó los oídos. Se había formado una especie de caos.

   —¡Dispárenle!

   —¡No lo hagan! —La cabeza me dio vueltas cuando intenté fijar la vista, pero muchas siluetas revueltas se mostraban delante de mí.

El caos cesó de pronto junto a un disparo.

Entonces, hubo un silencio en el que olvidé cómo respirar. Hasta que mi vista volvió a aclararse.

En algún momento, en medio de todo ese desastre, Regen se había colado y había saltado sobre el hombre que se llevaba a Sophie, lo había noqueado y había protegido a la niña de un disparo, al parecer con su propio cuerpo. Parte de su máscara se había roto y había caído al suelo, y yo me quedé un par de segundos con la vista fija sobre el lente que estaba hecho trizas en el piso. Cuando levanté la mirada para verle a él, sólo pude observar su silueta saltando como un felino, cargando a Sophie en su espalda, corriendo y perdiéndose tan rápido que muy pocos alcanzamos a verlo.

Dalian se dejó caer arrodillado al suelo con un arma apuntándole la nuca y soltó una especie de suspiro o lamento, no supe muy bien qué fue hasta que lo vi sonreír y reírse, muy bajo. La figura de Regen y Sophie ya había desaparecido y le oí reír más alto cuando el grupo de hombres que fue enviado a buscarlos volvió con las manos vacías cinco minutos después. Ellos también se habían salvado.

Me vi obligado a arrodillarme yo también cuando un arma apuntó mi cabeza y sólo entonces fui capaz de observar el sangriento escenario que tenía a mí alrededor. Algunos cazadores más habían caído,  otros aún agonizaban en el piso sin ser poder ayudados por sus compañeros que como yo, habían sido reducidos. Jesse, Chris, Jack y Matt tampoco estaban y con desesperación busqué sus rostros entre la veintena de cuerpos que estaban en el suelo. La felicidad me hizo soltar un sollozo cuando me di cuenta que ellos también habían logrado escapar.

No todo estaba tan mal. No para todos.

Frente a mí, un mal herido Cuervo estaba arrodillado con ambas manos tras su cabeza, con el único ojo azul vacío y fijo en algún lugar, lejos, muy lejos de todos nosotros, como si simplemente estuviese mirando hacia la nada. Una mueca indescifrable le cubría el rostro. Me dio escalofríos.

   —Debimos haberle hecho caso —susurré a Terence que estaba a mi lado y me había tomado discretamente la mano.

   —Íbamos a terminar así de todas formas —susurró—. Supongo que él también lo sabía.

   —Supon… —intenté decir, pero dejé de oír mi voz mucho antes de que saliera de mi boca. No logré oír lo que estaba a punto de decir, porque de pronto había dejado de pensarlo.

Me habían dado un golpe en la cabeza.

Todo lo demás es oscuro.

No sé cuánto tuvo que pasar hasta poder recuperar el conocimiento que regresó a mí en forma de un pitido agudo que me despertaba y me rompía los oídos, un pitido que venía desde el interior de mi cerebro y lo destrozaba. Supe inmediatamente que eso era migraña, una migraña que jamás había tenido pero que, de alguna forma, sabía cómo se sentía. Por alguna razón, no me sorprendió el intentar moverme y descubrir que estaba atado de manos. Me enderecé como pude en lo que supuse era la pared de un camión e intenté, como solía hacerlo en estos casos, acostumbrar mis ojos a la oscuridad. Todo estaba demasiado silencioso ahí.

Hasta que las primeras figuras se mostraron.

Estaba seguro que éramos menos de los que habían capturado.  

   —¿Están todos bien? —me atreví a preguntar. Frente a mí sólo veía siluetas, sombras humanoides que se mantenían tan estáticas como yo, algunas temblando, pero siempre en su lugar. También vi algunas formas de cabello y textura. Supe que Aiden estaba frente a mí, pero que Ethan no estaba a su lado—. A-Aiden ¿Dónde está…? —me mordí la lengua. No tuve el valor para formular el resto de la oración.

   —Lo metieron en otro camión… —respondió Aiden con la voz seca y rota, como si se la hubiese desgarrado gritando—. Se lo llevaron…no sé…no sé dónde está ahora —gimió.

   —Está bien, de seguro —dije inmediatamente, para intentar calmarlo.

   —No lo llevarán muy lejos de donde nos llevarán a nosotros —oí la voz de Cuervo saliendo desde una esquina del camión—. Esos imbéciles adoran a los muertos y no se separan de ellos.

   —¿¡Qué quieres decir!? —gritó Aiden.

   —Cálmate… —Cuervo intentó sonar tranquilo, pero por muy debajo de su voz se escapaba una especie de ansiedad que no pertenecía al miedo, pero que se le parecía—. Me refiero a que Ethan es mitad infectado. De seguro lo meterán con los demás muertos… —se quedó callado un par de segundos—. Lo que en realidad sería una pésima idea.

Aiden dejó escapar una especie de sollozo.
 
En mi interior, un montón de nuevos miedos comenzaron a aflorar, arremolinándose en mi estómago en forma de nervios y náuseas, carcomiéndome por dentro para llenar mi cabeza de inseguridades. Ada estaba ahora afuera ¿Volvería yo para verla una vez más? Había pasado cinco años de mi vida como un rehén de Shark, luego, volví a ser capturado por los cazadores y junto a ellos me había embarcado en esto ¿Saldríamos todos de aquí? ¿Estaríamos vivos para entonces? ¿La vida era sencillamente esto? ¿Ser cazados, una y otra vez, por alguien más fuerte que nosotros?

¿Seríamos siempre la presa?

   —¿Qué pasará ahora? —pregunté. Nadie me respondió, sólo un par de brazos atados que rodearon mi cabeza para abrazarme torpemente. En mi nariz entró un aroma familiar, el aroma de Terence. Inspiré como si ya no quedara oxígeno dentro de ese lugar. Inspiré como si fuera la última vez que podría sentir su olor.

Sentí que si no lo hacía ahora, no podría hacerlo nunca.

   —Te amo, Terence —susurré muy, muy bajo. Los brazos que me rodeaban se estremecieron y me estrecharon con más fuerza. De alguna manera y tan naturalmente que apenas pude darme cuenta, no sólo me había enamorado de este hombre que ahora intentaba contenerme y calmarme, si no que había comenzado a amarlo de una forma que no me creía capaz. Supe en ese momento que ese olor, el aroma de Terence era mi aire ahora y tuve aún más miedo. Estaba asustado de no volver de esta, de no salir de donde fuera que nos estábamos metiendo. Estaba asustado porque había descubierto este sentimiento que ahora no podía dejar de sentir. Quería vivir un poco más, un poco más junto a él.

Él me besó en la frente y entonces, su aroma, mi aire, comenzó a desaparecer, a camuflarse. Me aferré contra su camiseta en un desesperado intento por evitar que eso pasara, por no respirar lo que estaba afuera. Un olor conocido, pero para nada agradable se empezó a meter en mis fosas nasales a la fuerza. Era el hedor a muerte, el hedor ácido y picante de la carne podrida, que parecía quemar todo a su paso mientras transitaba entre mi nariz y mi estómago, llenándome de náuseas. Olía como al infierno, como el sótano que estaba en el Desire, donde Shark coleccionaba a sus infectados. Él también lo sintió y contuvo una arcada.

Cuervo había dicho que esta gente adoraba a los muertos y no se separaba de ellos.

Debíamos estar cerca.

Notas finales:

Uy sí, Reed le dijo "Te amo" porque tiene miedo de morir sin decirlo x3

Esta vez ser la cura-andante no te va a salvar, Reed :3 

¿Críticas? ¿Comentarios? ¿Preguntas? Pueden dejarlo todo en un lindo -o no tan lindo- review. 

Abrazos n.n


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).