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La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holi x3

Capítulo XL xDDD


Saludos :3 


PD: Creo que debí haberlo dicho antes, pero esta historia tiene mucho "flashback"

Capítulo 4




  
—¿¡N-Nat!? —encontré a mi hermana apoyada en el umbral del almacén en el que habíamos entrado. Estaba vomitando—. ¿¡E-Estás bien!?

   —R-Reed... —tosió una vez más y pude ver algo de sangre dentro del líquido amarillento que manchaba el suelo. Le acaricié la espalda repetidas veces mientras veía como su cuerpo se estremecía en escalofríos que me hacían temblar a mí también. Cuando terminó de vomitar, se limpió la boca con el dorso de la mano y se dejó arrastrar por el marco de la puerta hasta caer sentada en la pequeña escalerilla de la entrada.

   —Natasha ¿Qué ocurre? —Me arrodillé frente a ella para examinarla, estaba muy pálida.

   —Reed, hermanito... —sonrió y una fría mano acarició mi mejilla—. Sí que has sido fuerte ¿No? Aún recuerdo el día en que naciste...estaba molesta, no quería que mamá tuviera un hijo con otro hombre que no fuera mi padre... —llevé una mano a su rostro para tomarle la temperatura. Estaba ardiendo—. Pero una vez que vi esa carita no pude resistirme, eras una dulzura de bebé.

   —N-Nat...

   —Y sigues siendo una dulzura de chico... Pero no dejes que el resto del mundo vea eso. —reprimí un nudo en mi garganta cuando dijo eso.

   —¿Algo va mal, no? —La voz me tembló. Ella había dicho que fue algo que comió, pero ayer había empezado a sospechar sobre ello. Un simple dolor de estómago por algo en mal estado no era para tanto. Había pasado una semana desde que el desastre había llegado a la ciudad, quizás más. El verdadero caos comenzó cuando en la televisión anunciaron el posible brote de un virus mortal que enloquecía a la gente. Todo el mundo se volvió paranoico, las farmacias colapsaron, los supermercados fueron saqueados y se robaron autos y casas. Alguien quemó una iglesia con setenta personas adentro, locos salieron armados a las calles para asesinar gente al azar, gritando que el fin de la humanidad había llegado, otros se suicidaron. La policía y el sistema hospitalario cayeron más rápido de lo que cualquiera de nosotros hubiese imaginado, la electricidad se cortó al tercer día, las transmisiones de radio al quinto. El alcalde jamás se pronunció. La anarquía se instaló en la ciudad en tan solo seis días.

Nos habíamos visto obligados a dejar nuestra casa cuando otro grupo la tomó para ellos. Ahora nos dirigíamos al puerto, estábamos a punto de llegar. Lo habíamos oído por rumores, alguien dijo que alguien le había contado que en el puerto había un buque militar gigante recibiendo personas sanas y prestando ayuda. No teníamos a mamá, solo nos teníamos a nosotros. Era al único lugar al que podíamos ir.

   —Cómo has crecido, Reed.

   —¿D-Deberíamos ir a dentro, no crees? Ya oscureció, no podemos seguir caminando, sabes cómo se pone ésta gente durante la noche. —La levanté de un hombro y la ayudé a entrar, en silencio, no debíamos despertar a las chicas.

   —Pero ahora tendrás que crecer un poco más.

La dejé sobre un sofá viejo que habíamos recogido de la calle.

   —¿De qué estás hablando, Nat? —Ella se acomodó con una mueca de dolor en su cara, parecía que hasta le costaba trabajo respirar.

   —¿Recuerdas a los locos que nos atacaron anteayer? —preguntó y la piel se me crispó.

   —S-Sí... ¿Qué pasa con ellos?

   —Uno de ellos me mordió ese día...

Y entonces, todo lo que quedaba de mi mundo se vino abajo.

   —¿¡Q-Qué estás diciendo!? —grité y ella intentó cubrirme la boca con una de sus frías manos—. P-Pero tú dijiste que era solo dolor de estó...

   —Lo dije para no asustar a las niñas... —Y me hizo un gesto para que bajase la voz—. Respira, Reed. Tienes que estar calmado.

   —¿¡Cómo se supone que esté calmado, Natasha!?

   —Silencio. Las niñas...

Sentí un nudo en mi garganta.

   —¿Cómo se supone...? —No pude evitarlo, me eché a llorar ahí mismo mientras caía sobre ella en un abrazo—. Dime que estás bromeando, Nat.

   —Lo siento, Reed. —Ella tosió y yo me aferré como si se fuera a desarmar entre mis brazos—. Sé que esto es muy fuerte para ti, pero tienes que aceptarlo. Yo ya lo hice.

   —P-Pero...

   —Tienes que ser fuerte, para cuidar a las chicas... — ¿Ser fuerte? ¿Alguien alguna vez me había enseñado a serlo? ¿¡Cómo se suponía que iba a ser fuerte después de esto!? ¡Le habían mordido! ¡Iba a convertirse en uno de ellos! ¡Iba a atacarnos! No...no podía ser.

   —Quiero que ustedes partan mañana, solos. Quiero que me dejen aquí.

   —¿D-Dejarte aquí? —sollocé contra sus pechos que olían a sangre y a lágrimas, a mis propias lágrimas—. Nat, me estás pidiendo algo que no puedo cumplir.

   —Claro que puedes, Reed —Ella apartó con sus manos mi cabeza de su pecho y la levantó para mirarme a los ojos—. Eres mi hermanito, sé lo que vales. Sé que podrás adaptarte mejor de lo que yo pude haberlo hecho, sé que serás fuerte y protegerás a tu hermana y a mi niña...

Yo no lo sabía...pero tenía que hacerlo.

   —N-Nat... —La realidad me golpeó en la cara cuando vi las explosiones de sangre dentro de sus ojos. Me sentí solo, me sentí desprotegido. Era verdad, ella ya no iba a estar. Me sentí...

Desamparado.

   —Dile a mi hija que la amo. —dijo. Tomé su rostro entre mis manos y lo acaricié como nunca lo había hecho. La diferencia de edad había construido entre nosotros la típica relación distanciada entre hermanos, pero ella era mi sangre aunque nuestros padres fuesen diferentes. Era parte de mí, era un pedazo de mí ser—. También los amo a ustedes, a ti y a Dania...que nunca se les olvide.

Nunca podríamos olvidarnos de algo tan importante como eso.  

Tres golpes sobre la puerta nos obligaron a separarnos.

   —¿Oíste eso?

Tres golpes más.

   —¿Hay alguien ahí? —Una voz masculina, ronca y peligrosa se escuchó desde el otro lado de la puerta. Alcancé el arma que Natasha guardaba en su cinturón antes de que ella lo hiciera y una mirada se cruzó entre ambos—. ¡Venimos a ayudar!

Ella soltó todo el aire que había estado conteniendo en un suspiro.

   —¿¡Qué quieren!? —grité, acercándome hacia la puerta cautelosamente. Jamás había disparado el arma pero Natasha ya me había explicado más o menos como se hacía la maniobra.

   —¡Ayudar! ¡Abran esa puerta!

   —Ábreles, Reed —susurró mi hermana. Pero yo no me confiaba de esa voz—. Por favor...si se van, perderemos la única oportunidad.

    —Estamos en un barco a unos kilómetros de aquí.  —dijo la voz al otro lado. Eso fue lo que me convenció. Era la ayuda del buque militar ¡Debía serlo!—. Abran la puerta —Sin dejar de apuntar, la abrí y rápidamente fui empujado por la fuerza que ejercieron desde el otro lado—. ¡Quieto ahí, muchacho! —Me ordenó la voz grave que me llenó de escalofríos. Un arma me apuntó a la cabeza antes de que yo pensara en tomar la mía correctamente siquiera. No sabía apuntar. Obedecí y mi cuerpo se congeló.

   —¿¡Qué están haciendo!? ¡Es solo un niño! —Natasha intentó levantarse de ese sofá pero algo la detuvo, el arma que me apuntaba a mí ahora se dirigía a su cabeza.

   —Vaya, vaya... —La misma voz grave habló y supe que ya no se dirigía a mí. Levanté la vista, ellos si eran militares, como los de los rumores y el que hablaba parecía el comandante. Tenía algo en la mirada, un destello punzante que asustaba, algo oscuro que me llenó de miedo —. ¿Está enferma, señorita? Tenemos médicos en el barco —El tono de burla en su voz era palpable.

   —Comandante Shark, ésta chica está infectada.

   —Lo sé, imbécil. El olor a muerte que sale de ella podría abarcar siete manzanas a la redonda.

   —¡N-No le hagan nada, por favor! —grité y me adelanté, pero uno de los militares me atrapó y casi me rompe las costillas en el forcejeo—. ¡Oigan! ¡Ella no está infectada, solo está enferma! ¡Comió algo en mal estado!—Los ojos de ese hombre al que habían llamado Shark se clavaron en mí y parecieron sonreír.

   —Oh, chico. Todos dicen eso... —Y caminó hacia Natasha que estaba quieta y encogida en ese sofá—. Todos niegan haber sido mordidos, todos tienen miedo a esto... —El hierro de su arma se topó con la frente de mi hermana.

   —¡Natasha! —intenté zafarme. Tenía que ayudarla.

   —¡Reed!

El sonido seco del arma disparándose heló todos mis huesos. Lo oí todo, desde el gatillo siendo accionado hasta la bala atravesando su cabeza y dejando un agujero en la muralla de atrás, salpicándola con sangre, sangre de mi hermana.

Ni siquiera pude gritar. 

   —¿Mamá? —El pánico colapsó mis nervios cuando oí la voz de Ada llegando desde la otra habitación—. ¿Mami está todo bien, oí dispa...? ¡MAMÁ!

   —¡Corre, Ada! —fue lo único que atiné a gritar. Ada volvió a la habitación.

   —¡Atrapen a esa niña! —Uno de ellos salió disparado tras Ada cuando escuchó la orden.

   —¡Hay otra niña también, señor!

   —Atrápalas a ambas.

   —¡No, no, no! ¡Déjenlas ir! —El ruido exasperante de las cosas cayendo por todo el lugar casi me mata—. ¡Déjenlas! ¡Por Dios!

Una bofetada me obligó a girar el rostro y me dejó aturdido. Ese hombre me había golpeado.

   —Dios está muerto, chico —dijo y otro golpe, un puñetazo que se clavó en mi mandíbula me dejó inconsciente.

Mi cuerpo adolorido volvió a despertar horas después junto a esas palabras, “Dios está muerto” había dicho y algo me hizo sentir que así había sido cuando abrí los ojos.

¿Dónde estaba?

   —¡R-Reed! —tardé en reconocer de donde venía esa voz, allí había mucha gente, demasiada—. ¡Reed! —era Ada, estaba a unos metros de mí y se separó de los brazos de una mujer de edad para correr hacia mí junto a Dania.

   —¡Ada! ¡Dania! ¿¡Están bien!? —tomé su rostro entre mis manos y lo revisé de arriba abajo, tenía un corte en la ceja izquierda que aún sangraba—. Ada...estás sangrando... —mis ojos corrieron a Dania—. Dania... —Al menos ella estaba bien, pero no paraba de llorar. Estiré un brazo para abrazarla y con el otro atraje a Ada para abrazarla a ella también, comenzó a llorar en cuanto lo hice—. Tranquilas, niñas. Vamos a estar bien.

   —¡Ellos mataron a mi mamá, Reed! —gritó Ada con la voz quebrada por el llanto—. La vi, ellos le dispararon.

Mi garganta también se quebró por un nudo que no pude controlar.

   —Lo sé...lo sé... —Y me abracé más a ellas sin poder controlar el llanto. No podía hacerlo, tenía miedo, habían matado a mi madre, ahora me habían quitado a mi hermana—. Pero yo voy a protegerlas, lo prometo.

   —¡Quiero a mi mamá! —gritó Ada y sus lágrimas empaparon mi pecho. Miré a alrededor buscando algo de ayuda, ella estaba a punto de entrar en un ataque de nervios y yo no sabía cómo iba a pararlo, pero entre todo ese enorme grupo de gente nadie nos miraba, excepto un hombre, un hombre grande que se levantó y caminó hacia nosotros.

   —¡Cállate de una vez, niña! ¡Has estado llorando desde que llegaste! —gritó. Levanté la cabeza que tenía sobre el cabello de las niñas para mirarle.

   —¿¡Qué te pasa, imbécil!? ¿No te das cuenta que acaban de matar a su madre?

   —¿Crees que me importa? ¡Y una mierda! ¡Ellos mataron a mi esposa también y ella era una perra que me engañaba! ¿¡Crees que me importa!? ¡De seguro su madre era una perra también!

   —¡No vuelvas a decir eso de mamá! —Ada se me escapó de mis brazos y corrió hacia el hombre, pero él de un solo empujón la lanzó al suelo.

   —¡Ada!

   —¿Esas cosas son suyas? —preguntó él y sus ojos se posaron en el rincón donde se encontraban nuestros bolsos amontonados—. ¿Tienen comida allí? —pasó por el lado de Ada que seguía en el suelo y le dio una leve patada.

   —¡Aléjate de ella, idiota! —Me puse de pie y me dispuse a enfrentarlo.

   —¿¡Quieres que te golpeé a ti también!? ¡Dame tus malditas cosas o voy a darte una paliza que no olvidarás!

Él ya era un hombre, quizás tenía unos treinta y cinco o cuarenta años. Seguramente tuvo hijos ¿Y aun así podía comportarse de esa forma? Treinta, cuarenta o cincuenta, no me importaba. No iba a dejar que nos quitaran nada.

   —Vas a tener que golpearme —dije.

   —Con mucho gusto—sentí el primer golpe sobre mi mejilla antes de que pudiera verlo siquiera. El golpe que me habían dado antes de llegar aquí había sido una caricia al lado de este, toda mi cabeza dio vueltas. No vi venir tampoco el segundo, en mi estómago, las náuseas no tardaron en llenarlo.

   —¡Reed, cuidado!

   —¡Pequeño hijo de puta, voy a enseñarte! —Un tercer golpe en mi entrepierna hizo que el punzante dolor subiera hasta mi abdomen y sin poder evitarlo caí al suelo. El hombre me pateó la cabeza.

   —Basta ya... —Una voz interrumpió. Alguien intentaba pararlo.

   —¡No te metas tú, imbécil! —Y volvió a patearme. Todo se volvió borroso, mis ojos se habían llenado de lágrimas. Esto era más de lo que podía soportar. Era un inútil, ni siquiera podía defender a las niñas. Natasha lo habría hecho mucho mejor.

Natasha siempre hacía todo bien.

   —He dicho que basta... —Y escuché otro golpe que no me dolió porque no fue dirigido a mí. Fue el sonido seco de un puñetazo certero que hizo que  ese hombre que me había golpeado cayera desplomado al suelo como si se hubiese desmayado de pronto. Murmullos de asombro llenaron todo el lugar.

   —¿Estás bien, amigo? —Una mano borrosa se estiró delante de mí y mis ojos se concentraron en ella para volver a ver claramente, cuando pude hacerlo, la tomé.

   —Sí, estoy bien...gracias —Un hombre me ayudó a levantarme. Era joven y aun así me pareció que una eternidad pasaba por sus ojos color verde oscuro. Su piel era tostada, de ese exótico color que tienen las personas árabes o hindú, quizás lo era, tenía aquellas manchas con formas de ojeras debajo de los ojos que le daban un toque infantil a su rostro. Me examinó de arriba abajo con la mirada y tomó un rebelde mechón de cabello negro e intentó dejarlo tras su oreja. Noté que Ada le había tomado la otra mano.

   —¿Estás bien, Reed? —preguntó ella sin soltar a ese hombre.

   —¿Tan mal me veo? —pregunté—. Ven acá, Dania —llamé a mi hermana y ella corrió hacia mí y se abrazó a mi pierna. Me agaché para tomarla en brazos—. Dania, cariño ¿Estás bien? —Ella asintió con la cabeza, desde hace mucho que ya casi no hablaba.

   —Estás horrible —dijo él y palmeó mi hombro en un gesto amistoso—. Soy David...

   —Reed

   —¿Esos libros son suyos?

   —Eran los libros de mamá... —sollozó Ada. David me dirigió una mirada que quería demostrar compasión, pero en realidad sus ojos no me dijeron absolutamente nada.

   —Mi hermana, su madre...ellos la mataron... —intenté explicar. Él volvió a darme una palmada en el hombro.

   —Van a estar bien ahora, vamos a sentarnos. Les explicaré todo lo que sé, siempre es bueno explicarles a los nuevos lo que está pasando...  —La mano de David sobre mi hombro me guió hasta un rincón de esa enorme habitación oscura en la que parecíamos estar. El hombre que me había golpeado seguía tirado en el suelo.
  
Desperté cuando sentí un montón de aire entrando a mis pulmones en una bocanada brusca y respiré, respiré como si fuera la primera vez que lo hacía. Me vi recostado en una cama con la terrible sensación de angustia clavándose en mi pecho y como lo hacía todos los días, repasé mentalmente todo lo que mi cabeza alcanzaba a recordar. Había tenido un sueño, era primera vez que soñaba con David.

Era primera vez que soñaba en mucho tiempo.

Vi un poco más atrás de ese sueño. Había llegado a esta isla hace unos días, había despertado ayer y un grupo de muertos había atacado el lugar, sospechaba que eran del Desire.

Eso era lo más importante. Habíamos logrado escapar del Desire...aunque no todos lo habíamos logrado. David había muerto ¿Era por eso que había soñado con el día en que nos conocimos?

La culpa podía manifestarse de muchas formas.  

   —¿Reed? —Una voz conocida se coló en mis oídos—¡Reed! ¿¡Estás bien!? —Algo corrió hacia mí y ese algo saltó sobre la cama y me cayó encima. Ada se abrazó a mi cuerpo escondido bajo las sábanas. Ayer no había podido verla, por lo que supe, ella había estado pasando las noches en la casa de unas mujeres.

   —Ada, me alegra que estés... —sufrí algo parecido a un shock cuando levanté la vista para mirarla. Estaba cambiada, casi irreconocible. No solo su piel estaba limpia, dejando ver esa tonalidad rosácea que había debajo de la capa de suciedad que me había acostumbrado a ver en ella durante estos años, si no que su pelo castaño había sido cortado y peinado, dejándolo caer por debajo de sus hombros en dos coletas que parecían haberle devuelto la infancia que yo le había visto perder. Vestía un vestido blanco con flores azuladas. No recuerdo la última vez que le vi con un vestido—. Estás hermosa.

   —¿Tú crees, Reed? —Se sonrojó y sus ojos celestes, iguales a los de Natasha brillaron con una alegría que creí no volvería a ver—. Ivy y Claire me ayudaron a cortarme el cabello ¿No es genial?

   —Sí, Dios...estás irreconocible —Dos chicas entraron en la habitación en ese momento, supuse que eran las que había nombrado Ada. Una de ellas traía una bandeja en las manos, una pelirroja de cabello largo que esbozó una dulce sonrisa cuando me vio.

   —Buenas tardes, muchacho —habló la otra que la acompañaba, rubia, de cabello extraño en un peinado estilo punk.

  
—¡Ellas son, Reed! ¡Ellas me ayudaron a cortarme el cabello! —rió Ada mientras se recostaba a mi lado. Estaba seguro que jamás había visto a alguien tan feliz por un simple corte de cabello. La chica pelirroja dejó la bandeja que contenía comida sobre mis piernas.

   —Supongo que tú eres Claire ¿no? —Ella sonrió.

   —Sí ¿Ada ya te habló de nosotras?

   —No... —correspondí su sonrisa—. Solo tienes cara de Claire...y ella tiene cara de Ivy —La chica rubia dejó escapar una carcajada desde el fondo de la habitación.

   —Tienes buen ojo, muchacho.

   —Reed es un experto leyendo a las personas —dijo Ada y me besó en la mejilla antes de bajarse de la cama.

   —Ada, deberíamos dejar a tu tío comer tranquilo ¿Quieres conocer a las demás chicas? Hay algunas niñas de tu edad aquí.

   —¡Me encantaría! —Ada casi saltaba de alegría—. ¿Te importa si voy, Reed?

   —Ve, tranquila —Las nuevas amigas de Ada se despidieron y mi sobrina salió junto a ellas de la habitación. Me sentí algo más calmado. Este plan había sido por ella...y había valido la pena.

Le di una mirada a la bandeja que tenía sobre mis piernas y la boca se me hizo agua. Pasta con verduras y frutos secos salteados, una inyección brutal de proteínas y energía que no tardé en llevarme a la boca.

   —Dios, esto está delicioso.

   —Sí, es el plato que le damos a los recién llegados —Una voz irrumpió en la habitación, levanté la vista.

   —Hola, Ethan —Le saludé mientras me metía otra cucharada a la boca. Definitivamente estaba delicioso y no recordaba haber comido antes desde que desperté aquí.

   —¿Todo bien, muchacho? —Él clavó sus ojos negros sobre mí mientras sonreía, aun así esa mirada me causó escalofríos.

   —Mmm...esto está riquísimo.

   —Me alegro... —Ethan caminó hasta la cama y se sentó al borde de ella—. Aiden me pidió que viniera a verte... —buscó algo en su bolsillo y sacó un cigarrillo—. Me pidió que aclarara tus dudas... ¿Te molesta si fumo? —Me encogí de hombros. Él ya lo había encendido antes de que siquiera pensara en responder.

   —Está bien, supongo —comí otra cucharada—. ¿Dónde está Aiden?

   —Está con Cassandra...está revisándola, ya sabes, por lo del embarazo.

   —¿Solo es su médico? Creí que ambos eran novios... —dije y me arrepentí al momento, casi me atraganto cuando vi la mirada asesina que me lanzaron los ojos oscuros de Ethan. Tosí un par de veces para pasar un trozo de almendra que se quedó incrustado en mi garganta por el susto—. No, no son novios ¿verdad? Lo siento.

   —Aiden solo es el padre de ese niño, él y Marshall están obsesionados con este tema de la repoblación... —Mis sentidos se pusieron en alerta en cuanto dijo eso.

   —¿¡Van a obligar a Ada a...?

   —¿Estás loco? —Él interrumpió antes de que terminara mi frase—. ¡Eso es salvajismo! Si ella quiere tener un hijo lo tendrá después de la mayoría de edad y no necesariamente tendrá que ser con ese sistema. Son las reglas.

¿Había más de una forma de tener hijos aquí?

   —¿Fue inseminación artificial, no? —pregunté  porque algo me dijo que así había sido—. Lo de Aiden y Cassandra...

   —Sí, lo fue —Sus ojos negros se clavaron en el suelo.

   —Oh... —supe todo lo que estaba pasando en ese momento. Ethan había dicho que en cuánto se levantó la alerta de ayer fue a ver cómo estaba Aiden, igual que Cassandra. No había que ser adivino para saberlo.

Ambos estaban enamorados de la misma persona.

Carraspeé la garganta. Algo me decía que Ethan no quería hablar de eso.

   —Terence... —dije y me metí la última cucharada a la boca—. ¿Cómo eshtá Teremnce?

   —Acabas de romper el record de los recién llegados, tardaste menos de dos minutos en devorarte ese plato... —Se burló y yo tragué para poder hablar correctamente—. Él está bien, no ha presentado ningún síntoma. Creo que efectivamente eres una cura andante.

   —¿Seguro que está bien?

   —Ahora mismo está ayudando a quemar los cadáveres de algunos de los zombies que nos atacaron ayer...—golpeó con suavidad el borde de la cama y se levantó. —. Quizá llegué en un mal momento, si tienes alguna pregunta no dudes en acercarte—. Deberías salir y darte un tour por la isla.

  —G-Gracias.

  —Ah....y, Reed.

   —¿Si?

   —Enterramos a tu amigo en el cementerio...quisimos esperar a que despertaras pero dormiste durante tres días, entenderás que...

   —L-Lo entiendo —interrumpí y supe que el verdadero motivo de Ethan para venir aquí fue decirme eso. Habían enterrado a David y yo no había estado ahí. 

   —Bien, el camino que lleva al cementerio está justo afuera, hay señaléticas. No creo que te pierdas, está cerca.

   —Gracias, Ethan.

   —Suerte, muchacho. —La puerta se cerró y el silencio que quedó dentro cuando él salió me angustió. Sabía que mis pensamientos, o mejor dicho, la falta de pensamientos sobre la muerte de David eran una forma inconsciente de no sentirme culpable, pero supongo que ya no podía negarlo más.  

   —Estúpido Reed, ni siquiera pudiste estar en su funeral —dejé la bandeja a un lado y me levanté de esa cama, deambulando de aquí para allá por la habitación hasta que logré encontrar el bolso que contenía lo poco de ropa que me quedaba. Fue una alegría encontrarla limpia, estaba seguro que Ada se había encargado de lavarla. Luego le agradecería.

Salí de la habitación que estaba dentro de una pequeña cabaña que según Aiden habían construido hace poco. De material liviano y piso de madera, pero definitivamente era más que cualquier lugar que había soñado en estos últimos años. Dijeron que podíamos quedárnosla para nosotros. Esto era demasiado bueno para ser verdad.

Cerré la puerta tras de mí y casi caigo de rodillas por la impresión.

“Estamos formando una civilización” había dicho Aiden.

No había podido admirar la isla cuando llegué aquí, era de noche y había tormenta. Ahora era de día y el sol se colaba levemente entre las nubes. Era una isla verde, llena de árboles, bosques y césped recortado que marcaba caminos, como carreteras. Un hombre cargando una especie de vasija con agua sobre el hombro pasó delante de mí.

Civilización fue justamente lo que vi a mí alrededor.

Emprendí mi camino lentamente, con un poco de nerviosismo ante la idea de llegar pronto a mi destino. Nunca me gustaron los cementerios. Más gente pasaba a mi alrededor, cada uno realizaba una tarea, algunos cortaban leña, otros plantaban, otros traían agua de algún lugar que todavía no podía identificar, vi un par de mujeres paseándose con sus hijos atados a sus espaldas. Todo ese paisaje me hizo pensar en los comienzos de la humanidad como tal. Afuera, en ese barco, éramos nómadas, un grupo de animales salvajes. Aquí, en ésta isla, estaba la civilización, el redescubrimiento de la agricultura, el redescubrimiento de la medicina, un nuevo orden para una nueva sociedad que apenas se estaba levantando pero que aun así parecía funcionar perfectamente.

David habría estado feliz de ver algo como esto. El hombre superando su maldad, el hombre luchando contra su instinto para lograr un bien común.David habría sido un verdadero aporte para ésta nueva sociedad ¿Pero qué era yo?

Me quedé estático cuando vi a ese puñado de piedras arcaicamente talladas que intentaban tomar forma de lápidas en medio de una pradera verde y algo pantanosa que logré divisar a la distancia, bien lejos del camino en el que estaba. Me aparté y caminé hacia allá.

Ethan no bromeaba cuando dijo que el cementerio estaba cerca.

No había más de veinte tumbas ahí. Por algún motivo, logré reconocer inmediatamente la de David, que estaba en uno de los extremos. En la piedra podía leerse:


                                                                      David Astor Radhav
                                                                            (1984-2019)
                           “Quien no encaja en el mundo está cerca de encontrarse a sí mismo”

 
Me arrodillé frente a la tumba.

   —No puedo creer que lo hayas conseguido... —balbuceé en una risa nerviosa. A David le gustaba mucho esa frase de Hesse, más de una vez había dicho que si debíamos enterrarle, la grabáramos en su epitafio.

Pero yo creí que David viviría lo suficiente para olvidarse de esa frase.

Acaricie la piedra áspera.

   —Nunca me enseñaste el camino para encontrarme, cabrón —reprimí un nudo en la garganta, estaba enojado. Creo que jamás me había referido a David de esa forma—. Maldición, David... —di un puñetazo sobre la piedra para expulsar algo de la frustración que estaba sintiendo y respiré hondo para controlar las lágrimas que estaban a punto de salir.

No había llorado en cuatro años, no iba a llorar ahora. Debía tranquilizarme.

   —¿Sabes que reprimir tanto tus emociones podría matarte un día? —pegué un salto cuando escuché esa voz.

   —T-Terence...

   —¿Estoy molestando?  —El pelirrojo estaba de pie a unos tres metros de distancia, su cabello largo estaba limpio y caía en suaves hondas hasta su cintura. La ropa negra cubría las cicatrices que había visto ayer, se veía bien. El también parecía otra persona.

   —No pasa nada... —Se acercó en cuanto dije eso, a paso lento, cauteloso, como si estuviera esperando una reacción agresiva de mí, pero no, no iba a atacarle. Se sentó a mi lado.

   —¿Era tu amigo? —preguntó.

   —Era mi padre, era mi hermano, fue la persona que logró mantenerme cuerdo todo este tiempo.

   —Suena como una buena persona.

   —Lo era.

   —¿Entonces por qué no estás llorando? —Los ojos multicolor de Terence se clavaron sobre los míos cuando preguntó eso—. Si él era tan bueno ¿Por qué no estás llorando?  

   —Tengo que estar tranquilo.

   —¿Por qué? ¿El mundo dejará de girar si dejas caer una lágrima?

   —N-No, por supuesto que no. —corrí mi mirada lejos de la suya, pero sus ojos volvieron a buscarme. Seguía sintiéndome molesto.

   —¿Entonces qué? ¿No puedes llorar porque la cura en tu sangre dejaría de hacer efecto?

   —¡Claro que no! —grité y él sonrió—. ¿¡Qué es tan gracio...!? —Sus manos se extendieron sobre mí y cortaron mi frase y mi respiración por un momento. Contuve un escalofrío cuando sentí el calor de su cuerpo invadiéndome en un abrazo. Vi mi rostro atrapado contra su pecho y me pareció oír el ruido de su corazón latiendo.

   —No dejes que la culpa te mate.

   —¿¡Culpa!? ¿¡Quién siente culpa!? —volví a gritar, ya había perdido el control sobre mí mismo. Intenté alejarme de él pero sus brazos eran demasiado fuertes, di un golpe sobre su pecho para que él me soltara, pero no se movió un solo centímetro.

   —Tú, puedo verlo.

   —¿¡Y qué sabes tú de mí!? ¡Ni siquiera me conoces! —volví a golpearle, una y otra vez. Él levantó mi cabeza con brusquedad y la frenó frente a su cara, clavando sobre mí sus ojos que parecían haber tomado una tonalidad más verde, quizás influenciada por los árboles y la vegetación que había a nuestro alrededor.

   —No, no te conozco pero eres el chico que me salvó la vida dos veces y no voy a dejarte si veo que estás a punto de ahogarte en lo que sea esa mierda que estás sintiendo ahora mismo —murmuró en tono severo y sus brazos parecieron ejercer más fuerza contra mi espalda cuando volvieron a abrazarme—. Prometo no decirle a nadie.

   —E-Eso no es lo que me importa... —balbuceé y sentí mis ojos arder por las lágrimas. La opresión en el pecho, las manos temblando, los pestañeos rápidos para intentar evitarlo.

No podía mantenerlo más. Me eché a llorar contra el pecho de Terence.

Sí, él había dado justo en el blanco. Era la culpa, culpa por no haber hecho nada para evitar que mataran a Natasha, culpa por no haber protegido a Dania para que no se la llevaran, culpa por no cuidar de Amber cuando debí hacerlo.

Culpa por no haber podido salvar a David, después de todas las veces que él me había salvado.

Me aferré a la chaqueta del pelirrojo y la estrujé entre mis manos con todas mis fuerzas mientras continuaba llorando, no podía controlar esas lágrimas, no podía controlar los escalofríos producidos por ellas. Sentía el peso de mi conciencia salir de mi cuerpo lentamente, y dolía, dolía demasiado. Dolía como todo el sufrimiento que en estos años había estado intentando negar.

   —Hablé con esa chica... —susurró de pronto contra mi oído—. Ada me dijo que te has hecho cargo de ella desde que tenías catorce años.

   —¿Y eso qué...? —gruñí entre lágrimas. Iba a tener una seria conversación con Ada por ir por ahí contándoles nuestra vida a desconocidos.

   —¿Alguna vez alguien te ha protegido, Reed?

Sentí como cada palabra de esa pregunta abría una herida que yo creía cerrada hace tiempo. Cuando supe que Natasha estaba infectada, me sentí indefenso. Estaba luchando para no sentirme de la misma forma ahora que David había muerto.

   —En todo el tiempo que lleva este desastre ¿Alguna vez alguien se ha hecho cargo de ti?

   —No lo necesito... —Él levantó mi rostro nuevamente para verme a los ojos, ayer yo había hecho lo mismo para calmarlo y David lo hacía cuando mis nervios estaban a punto de explotar. Supongo que es un gesto universal guardado en las profundidades del en inconsciente colectivo, una acción que sin entender bien el por qué, sabemos ayudará a tranquilizar a la otra persona.

   —Quizás no te conozca... —dijo y secó con sus pulgares algunas de las lágrimas que yo lloraba descontroladamente—. Pero sé una cosa...

   —¿Qué?

Topó su frente contra la mía. Sentí como se me crispaba la piel.

   —Todos necesitamos de alguien que nos proteja. 

Notas finales:

Aw :3 Reed, déjate proteger xd.

Críticas? Comentarios? Puedej dejarlo todo en un lindo -o no tan lindo- review. 

Abrazos <3


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