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La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Bueenas, gente! 

Sip, sé que he tardado bastante, pero estoy hasta la garganta con las pruebas en la universidad (y eso que ni siquiera estamos en exámenes xD) Pero no sé como me hice un tiempo para subir esté capítulo. 

La buena noticia de todo esto, es que es muy probable que actualice antes de un mes, ya que antes de escribir este cap, estaba haciendo otro que dejé a la mitad xD así que podría decirse que el 49 está bastante avanzado. 

Capítulo de calma antes de la guerra, como es de costumbre. 

Espero que les guste. 

Un abrazo

Capítulo 48





Noté que Abercrombie levantó las orejas y aparté la vista del ejemplar de  “Cell”, una novela de Stephen King que había agarrado de la sección de terror de la biblioteca en la que nos habíamos refugiado. Nunca fui un entusiasta de este escalofriante género literario, así que agradecí que él me distrajera de esa masacre que, irónicamente trataba de gente que se convertía en zombie a través de una señal telefónica. Era una novela curiosa y algo alejada de la realidad, pero eso no la hacía menos aterradora e incómoda de leer.

Oliver se paseó delante de mí.

   —¿Alguien ha visto a Reed y a Terence? —gruñó y Abercrombie ladró. Sólo entonces volteó hacia mí, viéndome sentado en el suelo de un pasillo—. ¿Los has visto, Chris? —me preguntó directamente. Sonreí. No fue hace mucho tiempo que este chico había perdido a su hermano, quien se había sacrificado para salvar a Reed y a Daniel. No fue hace mucho que vi a este chico declarando todo su odio a la persona que ahora mismo estaba buscando—. ¿Qué es tan gracioso? —preguntó. Estaba sonriendo porque él se veía realmente preocupado y porque admiraba la capacidad que tiene un chiquillo de tan sólo diecisiete años de separar  las cosas y perdonar una situación que le ha causado tanto dolor.

   —¿Eres su guardián o algo así? —inquirí, añadiendo una pizca de burla a mi voz. Oliver frunció el ceño. Me impresionaba lo malhumorado que era a veces.

   —Mi hermano murió protegiendo a ese idiota —murmuró, aparentando molestia, pero su rostro se enrojeció por lo que debía ser vergüenza pura. Acababa de descubrirlo; él sentía cierta responsabilidad para con Reed—. No voy a dejar que se pierda, o algo así.

Sonreí otra vez.

   —No los he visto, pero no te preocupes. No pudieron ir muy lejos.

El bufó. —Ya pasó la medianoche. Faltan sólo cinco horas para que ataquemos.

   —Relájate, hombre… —Aiden pasó por nuestro lado, cargando unas velas y seguido de Ethan, Regen, Dalian, Jack, Teo y Jesse. Supe que algo bueno ocurría así que me levanté de la posición que había mantenido las últimas tres horas y cerré ese libro aterrador, deteniéndome unos segundos en la horrorosa portada que me hizo estremecer tanto como su contenido.  Quizás no volvería a abrirlo. No al menos hasta después del enfrentamiento que se avecinaba. No hasta sentirme completamente seguro—. Ocurrió algo…una situación con Terence. Él y Reed nos los explicarán luego.

   —¿Algo? —Oliver se oyó inquieto y se unió al grupo. Yo también lo hice—. ¿Está todo bien?

   —Nada que no podamos manejar. Tú tranquilo.

   —¿A dónde vamos? —le pregunté a Jesse cuando caminé a su lado. Él me sonrió, con esa sonrisa divina que tenía y me dedicó una mirada con los ojos caramelo, de esas que parecen detener el tiempo y apagar todo el ruido. Me estremecí.

Y entonces pensé que no importaba a dónde fuéramos. Estaba bien si él estaba ahí.

   —A los jardines —contestó—. Asumo que todos aquí pertenecemos a ese grupo de los que no somos capaces de conciliar el sueño esta noche. Y Aiden dijo que nos podía dar un tour —pasamos por fuera de enfermería, o lo que quedaba de ella, y vimos a Cuervo de pie, apoyado contra la muralla, como un vigilante que resguardaba las puertas, al infierno, si es que Scorpion era el que seguía dentro. Tenía los brazos cruzados, abrazándose así mismo, seguramente para capear un poco el frío que hacía y cabeceaba, a punto de caer víctima del sueño. Dio un pequeño respingo cuando nos escuchó y su espalda se irguió. Intentó disimular, justo como lo haría un guardia de seguridad al que acaban de atrapar durmiendo en el trabajo.

Jesse y yo nos miramos, mientras yo intentaba callar una risita. No podía negar que era divertido ver a un líder cazador luchando contra el sueño, resistiéndose al cansancio, como cualquiera de nosotros. Eso bajaba a esos malditos a nuestro nivel, los volvía uno de nosotros. Y eso me daba cierta satisfacción. Pero no era precisamente eso lo que me hizo reír nerviosamente, fue esa mirada que cruzamos. Él. Su presencia.

Cruzamos la puerta y, formados en una especie de caravana, caminamos en hilera por los jardines oscuros y frondosos. No había tenido tiempo de observarlos, pero supuse que una noche a la intemperie sería suficiente para cargarme con esa energía casi mística que poseían las plantas, el césped húmedo y los árboles altísimos que nos rodeaban. Nadie dijo una palabra durante todo el trayecto, y a medida que avanzábamos entre los jardines y las torres, me fui dando cuenta que ya conocía esos lugares, que había estado ahí.

Recordaba los paisajes que veía, recordaba el día lluvioso, las balas,  los hombres del escuadrón cero y al hermano de Aiden.

Entre estos jardines se había librado una terrible batalla.

Jesse se estremeció a mi lado.

   —Este lugar… —dijo, y supuse que no era el único abrumado por esa repentina sensación de pesadez que invadió el ambiente, como si todos los fantasmas de los que murieron en este lugar; buenos y malos, vinieran a custodiar nuestro camino, siguiéndonos los pasos y pisándonos los talones, como sombras que se adherían a nosotros o se cargaban en nuestras espaldas.

   —Murió mucha gente aquí —fue todo lo que expliqué y no pude decir nada más, porque ya habíamos llegado.

   —Lamento que este sea el primer lugar que visitemos, pero supuse que lo necesitábamos —dijo Aiden, deteniéndose frente a un campo despejado; con pocos árboles y flores que no estaban plantadas al azar y que más bien, parecían ser puestas a propósito en lugares específicos para de alguna forma decorar el lugar—. Al menos yo lo necesito urgentemente, y supongo que lo entienden —Lo entendí, claro que lo hice. Di un paso en frente y me acerqué a ese grupo de tumbas que se alzaban en el césped perfectamente cortado. Ahí se leían algunos nombres que no conocía, pero yo sólo tuve ojos para los que sí; Sam, Ayame, Cassie. Sollocé, fue algo que no pude controlar, como si leer esos nombres grabados en las piedras hubiesen abierto una llave que liberaría todas las emociones contenidas, durante todos estos años. Esa era gente con la que había compartido, con la que había vivido. Era gente que había querido alguna vez.

El nombre “Ethan Rossvet” estaba tallado sobre el tronco del único árbol que acompañaba a las demás tumbas. Aiden encendió un par de velas que iluminaron vagamente el lugar y las dejó en medio, entre el tronco y las piedras, luego se acercó al árbol y apoyó ambas manos contra él.

Ese Ethan era el hermano de Aiden.

   —J-Joder… —balbuceó y acarició el nombre grabado en el árbol, con los dedos temblorosos hundiéndose en la corteza y la voz quebrada por lo que supuse no podía ser nada más que amor, de ese amor que duele, cortándole el habla. Sus hombros se sacudieron de arriba abajo—. Ha pasado mucho tiempo.

Teo se me acercó, casi con cautela.

   —Chris… —me susurró. Traía una rosa en la mano y supuse que era para la tumba de su hermana—. Decidimos trasladarlo poco después de que ustedes se fueron de la ciudad… —dijo, haciéndome un gesto con la cabeza para que mirara hacia un sepulcro del cual no me había percatado, quizás porque no esperaba encontrarme ningún otro nombre conocido ahí—. Supuse que era injusto para él no estar con los demás.

Inspiré hondo, como si el aire me faltara.

La quinta tumba tenía un nombre y se llamaba Ian Stone. Mi querido Ian, mi viejo amigo; el chico que trajo tantas alegrías en tan poco tiempo y que se fue tan rápido como llegó a mi vida. La llave se abrió completamente y entonces, me dejé caer arrodillado sobre la tumba del chico que tenía un apellido de piedra y un alma blanda como una cama de agua. Comencé a llorar cuando me di cuenta que no era el único que lo estaba haciendo, Aiden y Jack también se habían entregado al llanto y supuse que no estaba mal. Supuse que nos merecíamos esto. No habíamos llorado a nadie en mucho tiempo. No tuvimos tiempo para llorar a las personas que ocupaban estas tumbas cuando murieron. Habíamos guardado este luto durante muchos, muchos años.

Unas manos cruzaron mi pecho cuando alguien me abrazó. No tuve que voltear para darme cuenta que se trataba de Jesse, se podría decir que últimamente había aprendido a reconocer su tacto. No sabía si para él era incómodo o no este momento, no sabía qué estaría pensando ahora mismo, presenciando esta escena que seguramente debía verse ridícula para alguien que no comprendía las circunstancias, pero agradecí que él estuviera ahí para vivirlo conmigo y supuse que algo entendía. Después de todo, le había hablado de cada una de las personas que descansaban aquí. Ese abrazo no me hizo contener el llanto ni mucho menos detenerlo. Me hizo liberarlo, darle alas. Porque entonces me di cuenta que hacía mucho tiempo que alguien no me abrazaba para consolarme, para drenar mi dolor, para sufrir conmigo.

Hundió su cabeza en mi hombro y susurró muy bajo:

   —Estoy aquí, cuore mio.

Yo sólo pude asentir con la cabeza.

    —No me he olvidado, Ethie… —le juró Aiden a ese árbol de tronco grueso y ramas largas, que se alzaba majestuoso en medio de ese cementerio de césped perfectamente cortado y flores plantadas a propósito, como si ese árbol fuera lo único que había estado ahí antes de que todo eso fuera lo que es ahora—. No me he olvidado del maldito virus que te mató y te prometo… —Sus palabras estuvieron a punto de cortarse cuando Ethan, Ethan Grey le abrazó por la espalda. Por un momento, tuve la sensación de que si el hermano de Aiden siguiese vivo, él le abrazaría de la misma forma, con la misma intensidad—. Prometo que acabaré con Cobra, liberaré a Steve y que luego terminaré con todo esto, para siempre. Voy a cerrarlo.

Después de eso, Aiden se echó a llorar, con su frente apoyada contra ese árbol y Ethan abrazándolo mientras intentaba contenerlo. Sabía cómo se sentía, incluso después de tantos años. Yo también había perdido a mi hermano. Era la clase de herida que nunca cerraba.

Pero tanto Aiden como yo íbamos a estar bien. Sostuve las manos de Jesse contra mi pecho con fuerza.

   —Gracias.

Miré la tumba de Ian y le prometí mentalmente que ayudaría a terminar con esto también. Porque era la mejor forma de vengarlo a él y a su memoria, a la de todas las personas que descansaban aquí y todas las otras que todavía no alcanzaban ese descanso. Teníamos la cura a este mundo devastado con nosotros. Si había un momento para terminar con todo, entonces ese momento era ahora.

Pero primero, debíamos acabar con Cobra.




                                                                              (*   *   *)


   —¿Cómo fue…? —pregunté, mientras caminábamos de vuelta. Nuestra visita a ese cementerio nos había mantenido callados durante todo el trayecto de regreso. Personalmente, yo me había mantenido pensando en Steve, en las tumbas y en los pasos que nos faltaba por dar.

   —¿Cómo fue qué? —preguntó de vuelta Jesse.

   —¿Cómo fue que perdiste a tu hermana menor? —Él no contestó enseguida y guardó silencio por un par de segundos, como si procesara la pregunta. Luego sonrió.

   —En realidad no era mi hermana y era mayor que yo —contestó, y mi cara de sorpresa debió decirle algo porque enseguida continuó—. Mis padres fueron asesinados cuando yo era muy pequeño, y fui adoptado por mis tíos. Aria era mi prima, pero nos criamos como hermanos.

   —J-Joder… —balbuceé—. ¿Cuántos años tenías? —Las comisuras de sus labios descendieron un poco en su rostro, pero no dejó de sonreír.

   —Tenía dos días —contestó, y no me dio tiempo para que hiciese una pregunta respecto a eso, porque enseguida agregó: —. Mis tíos eran empresarios, y tenían problemas con una empresa que buscaba sacarlos de la competencia… —continuó,  y cualquier pregunta que haya quedado atascada en mi garganta desapareció, porque algo en su tono de voz y en sus ojos me dijo que lo que estaba a punto de oír era algo muy doloroso para él—. Contrataron unos sicarios para que atacaran nuestro hogar. La familia tenía un lugar para esconderse en ese tipo de situaciones, pero ese día yo no estaba ahí. Esa noche, Aria no entró al refugio y se quedó esperándome fuera; no quería que cayera en manos de los matones si de pronto se me ocurría aparecer en ese momento. Fue una masacre, ella logró matarlos casi a todos.

   —Casi a todos… —repliqué, en parte para motivarlo a seguir hablando y en parte para prepararme para lo que sabía venía después de ese “casi”.

   —Había un francotirador que ella no vio. La asesinó de dos tiros.

Me detuve. Fue un acto involuntario. Él dio dos pasos más y entonces se detuvo también.

   —J-Jesse… —No me atreví a seguir hablando. No quería oír nada más. Al parecer, la vida de este hombre había sido demasiado cruda y dolorosa como para oírla de un sólo golpe. Y no sabía hasta donde él planeaba contarme, no sabía si él confiaba en mí todavía. Había tanto que no sabía de él, tanto que jamás había imaginado. Pero aquí estaba, Jesse era la prueba viva de que lo insólito podía suceder.

Agradecí que él no se hubiese percatado de mi estado y, si lo hizo, no dijo nada. Sólo estiró su mano hacia mí y preguntó:

   —¿Continuamos?

Asentí con la cabeza y tomé su mano, con el incómodo sentimiento de que había más preguntas implícitas en una sola. “¿Continuamos?” como si pidiera mi aprobación para adentrarme en ese mundo crudo y oscuro que acababa de descubrir en él, o como si me estuviera advirtiendo de algo, de alguna de todas las sorpresas que guardaba. Pero este sentimiento fue tan sólo eso, una sensación veloz en la que no pude profundizar y que se fue tan rápida como llegó. Miré nuestras manos entrelazadas y me estremecí, porque me di cuenta que nunca antes nos habíamos tomado de las manos, no de esta forma al menos; caminando tranquilamente en la oscuridad, en medio de jardines y árboles enormes que proyectaban sombras inquietantes cuando una que otra linterna les alumbraba.

No huíamos de los zombies, no escapábamos de los cazadores. Sólo caminábamos. Y eso le daba otra connotación.

   —¿Crees que podamos ganar mañana? —pregunté, quizás sólo por preguntar, sólo para romper el silencio que se había formado entre nosotros.

   —Tenemos que ganar —contestó  él—. Si lo que ese cazador de Cobra contó es cierto, entonces la vida y la dignidad de un buen hombre dependen de nosotros.

Me quedé unos minutos en silencio, pensando en lo último que dijo. Pensé en lo que Uriel nos había contado y sobre todo lo que estaba en juego. La vida había sido muy dura desde que el desastre comenzó y, a lo largo de mis días, había visto como el límite de lo crudo y doloroso se había dilatado un poco; lo que antes nos pudo haber parecido terrible, hoy era pan de cada día. Pero hay cosas que no cambian, existen cosas que no deben tocarse, que no deben mutar.

Y creo que lo que Cobra le había hecho a Steve durante todo este tiempo estaba dentro de esas cosas, eso era horrible antes y lo seguía siendo ahora.

   —Tienes razón —contesté luego de un rato, y me detuve al percatarme que los chicos se habían detenido a unos metros de nosotros y se habían reunido con Yü, que acababa de llegar. 

   —¿Cuándo fue la última vez que durmieron  a la intemperie en un lugar tan bonito? —preguntó con voz divertida Teo, mientras recibía la mochila que Yü cargaba en sus brazos.  Me acerqué para curiosear qué traía dentro; un termo que probablemente contenía dos litros de café y algunas tazas. Maravilloso.

   —Creo que es justo lo que necesito —bromeó Aiden.

   —Las idas al cementerio saben mejor cuando las cierras con un buen café —contestó Teo, y sirvió la primera taza—. Sin azúcar, lo siento. Se nos acabó el mes pasado.

Aiden se encogió de hombros y recibió la taza humeando. Dio un sorbo. —A propósito, Teo…

   —Dime.

   —Quizás no corresponde, pero. ¿Qué pasó con los cuerpos de Allen y Eve? —preguntó. No vi tumbas sin nombres, ni nada que delatara que ellos estuvieran ahí.

Teo se le quedó viendo, como si intentara encontrar la lógica a esa pregunta. Yo hice lo mismo. ¿A quién diablos le importaba dónde estaban los cuerpos de ese par de bastardos?

   —No los encontramos —contestó—. Cuando registramos el lugar no había rastro de ellos. Supongo que Cobra decidió llevárselos. Tiene sentido, porque eran amigos —Aiden asintió ligeramente con la cabeza ante esa respuesta, pero su mirada se ensombreció. Lo conocía, sentía lástima. A veces, ese hombre era demasiado bueno—. Conociendo lo enfermo que está, de seguro guarda sus cuerpos congelados en algún lugar de la guarida. Tenemos entendido que el escuadrón Cobra posee un frigorífico bastante grande en sus instalaciones y los rumores dicen que conserva cuerpos ahí —comentó, con absoluta seriedad. La idea me causó escalofríos, pero algo me dijo que era una verdad pura y dura. Cobra era capaz de eso y mucho más.

Regen soltó un gemido de asco tras su máscara de gas.

   —Ew, chicos. Eso es asqueroso.

   —Pero podría ser cierto, y eso sería muy triste —expuso Aiden—. Allen y Eve fueron unos desgraciados que hicieron muchas cosas mal, pero con los años he pensado que sólo estaban siendo manipulados por E.L.L.O.S. Creo que después de todo, merecían una tum… —Aiden calló cuando Regen le abrazó repentinamente por el cuello y Teo soltó una broma sobre que las tumbas de hielo eran más higiénicas que las de tierra.

   —¿No estás siendo demasiado condescendiente con las personas que acabas de llamar desgraciados y que por lo que veo, les hicieron mucho daño a ustedes? —le preguntó Regen. Aiden puso los ojos en blanco. Estaba solo en esto, nadie iba a apoyarlo en esa loca  idea de que aquellos mellizos del demonio podrían haber llegado a ser remotamente buenos. Ni siquiera Ethan.

   —No se trata de ser condescendiente, Regen —contestó Aiden, y apartó al enmascarado de él antes de que los ojos de Ethan estallaran en una furia que con los años todos habíamos aprendido a descifrar; una ira que, aunque pareciera quemar e intimidaba a cualquiera, era más inofensiva de lo que parecía—. Y probablemente no lo entenderás, pero esos bastardos eran personas al fin y al cabo, y créeme, E.L.L.O.S podía manipular a cualquiera. No me extrañaría que Allen y Eve fueran nada más que peones en el maldito juego que hasta el día de hoy nos tiene con la mierda hasta los tobillos.

   —Tienes razón… —Regen pasó  su brazo por el hombro de Aiden, esta vez preocupándose de no tocarle, y alcanzó la taza que Teo le tendía—. Probablemente no lo entiendo… —Su voz se mantuvo rebotando y haciendo eco en mi cabeza durante unos instantes, en los que intenté encontrar alguna emoción o algún rastro de sarcasmo en ella, pero no me dio tiempo suficiente para descifrarla, ya que cambió radicalmente de tema, seguramente para evitar conflictos—. ¿Quieres una, Dalian?

   —¿E-Eh? —El distraído rubio pareció dar un salto en su lugar cuando escuchó que le llamaban. Se había mantenido atento a la conversación que Aiden y Regen habían mantenido, específicamente al gesto, a ese último abrazo que no significaba nada para nadie, salvo para el muchacho. Sonreí, porque reconocí en sus ojos el entusiasmo de un chico celoso y enamorado.

Los jóvenes de estos días iban muy rápido.

   —¿Café?

   —Sí, por favor.

Luego de algunos minutos de espera, por fin pude sentarme sosteniendo una taza de cerámica en mis manos y verla humear delante de mí por algunos segundos antes de darle el primer sorbo. El ambiente estaba casi tranquilo, pero no era más que una fachada. Faltaban casi  3 horas para el gran asalto, tan sólo horas para que nos viéramos enfrentados a los cazadores de Cobra y, personalmente, comenzaba a sentirme ansioso por ponerle mis manos encima y acabar con él.

Todavía pensaba en la historia de Uriel y en lo que Cobra le había estado haciendo a Steve durante todo este tiempo. No conocí demasiado a Steve, más allá de compartir algunas noches bajo el fuego con una taza de café en la mano, justo como lo estaba haciendo ahora, y un par de batallas cuando La Resistencia se decidió a ayudarnos hace cinco años atrás. Pero, tuve la certeza de que si no hacíamos algo ahora, pensar en él y en la tortura en la que había estado viviendo a manos de su hermano no me dejaría dormir tranquilo por las noches.

   —¿En qué piensas, cuore mio? —me sobresalté al oír su voz y dejé mi café a un lado, sobre un tronco cortado, para no tirar su contenido por los nervios. Era evidente que últimamente me agitaba el sólo verle cerca. Jesse se sentó a mi lado, con una taza en la mano y la vista en frente, sobre los hermosos jardines que teníamos delante. A diferencia del estéril y pulcro cementerio, La Resistencia parecía haberse esmerado en cuidar y llenar de flores los jardines que, perfectamente, podrían cubrir el hedor a muerte de toda la ciudad sólo con su aroma, y árboles que proyectaban oscuras y tenebrosas sombras por la noche.

   —Pensaba en Steve y en lo de mañana —confesé y él asintió con la cabeza.

   —En unas horas estaremos en la madriguera de ese bastardo y vamos a hacerle pagar por lo que ha hecho —me animó por segunda vez en esa noche y rozó levemente su mano con la mía. Un ligero escalofrío cubrió la zona que sus dedos tocaron por tan sólo unos segundos. Recordé que hace un rato ambos habíamos caminado tomados de las manos.   

Le miré, él todavía tenía la vista sobre un montón de dientes de león que crecían a unos metros de nosotros y que se sacudían por la brisa nocturna. Por primera vez, me sentí preocupado por dónde le habíamos metido. Esta pelea no era suya, los cazadores de Cobra no le habían hecho nada y aun así él estaba aquí, ansioso ante la idea de una guerra que estallaría antes del amanecer. Cobra no lo había dañado, pero sí a los demás y a mí también. Por culpa de Cobra y por intentar escapar de él y sus hombres, Ian había acabado muerto. Cobra fue el que dio la orden de disparar que acabó con la vida de Cassie. Fue por su culpa que La Resistencia perdió a uno de sus mejores hombres. Un joven que sólo quería una vida mejor.

Apreté los puños. Joder, Cobra era el culpable de muchas cosas.

Me pregunté si Jesse, sin saber nada de esto, era capaz de sentir ese resentimiento y frustración. Quería que lo hiciera, quería compartirlo con él, de alguna forma. En ese momento me di cuenta. Deseaba compartir con él mis peores momentos y mis mayores alegrías, quería hablarle de mi vida y que él me contara la suya, sin censuras; cómo había crecido, cómo era la vida con su hermana Aria, antes de que ésta muriera en una terrible tragedia, qué cosas le daban miedo, qué le ponía triste y su sabor favorito de helado. Me reí en voz baja, quería saber si le gustaban los días lluviosos, si su piel terminaba como el caparazón de un cangrejo cuando se quemaba por el sol o si era de esos maniáticos que se bañaban en protector solar cada cuarenta y cinco minutos.

   —¿De qué ríes? —preguntó, pero yo no respondí. Me puse de pie y me dirigí hacia esos dientes de león que él había estado mirando. Arranqué uno y volví a sentarme a su lado.

Reía porque me di cuenta que ya estaba perdido. Que ya le tenía en las venas.

   —Deseo que me alcance el tiempo… —susurré y para mis adentros recé: «deseo que me alcance el tiempo para conocerte suficiente». Soplé con fuerza y las semillas, esos pequeñísimos pelos que parecían plumas, se esparcieron por el aire, bailaron un segundo delante de nosotros y el viento se las llevó. En mi vida le había pedido un deseo a una de estas flores, pero quería con todas mis fuerzas que se cumpliera.

Jesse estornudó dos veces y luego se rió.

   —Espero que ese deseo haya sido bueno, porque acaba de darme alergia —dijo. Me reí de vuelta.

   —¿Eres alérgico a los dientes de león? —pregunté.

  —Sí, pero me encantan.

«A mí me encantas tú» Pensé, pero no se lo dije y a cambio comenté.

   —Créeme. Será un deseo fantástico.

  

Notas finales:

No me cansaré de meter el dedo en la herida de Ian y de mini Ethan :P (y los muertos en general xd)

Chris, Chris, Chris...ya te chingaste :v Morirás de diabetes
¿Críticas? ¿Comentarios? ¿Correcciones? Pueden dejarlo todo en un lindo -o no tan lindo review. 

Nos vemos! ;)


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