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kurayami no hon por Yami no Deshite

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Notas del capitulo:

Salvedad los personajes de Gundam Wing no me pertenecen, lo digo con tristeza .


Aclaraciones:


---------Línea completa separación de escenas


-----Línea incompleta cambio dentro de la escena o personajes expresándose en primera persona.


-----Flash Back------


-----Fin de Flash Back---


----Sueño-----


----Fin de sueño----------


----Ensueño-------


----Fin de ensueño-------

 

 

 

Capítulo 2°

La Plegaria De Heero

 

Después de que Duo cayera de la montura, Shinigami comenzó a ver alas negras en las espaldas de esos hombres.

Al ver como su amo era atacado, por ese hombre horrible con alas, y el otro alado trataba de agarrarle las riendas, no dejando que se acercara para defenderlo. Relinchaba y bufaba desesperado. Yume logró alcanzar la rienda izquierda, y de ahí en más no lo soltó, aunque el caballo trataba de patearlo y morderlo...

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El crepúsculo comenzaba a dar paso al amanecer, la luna ya ocultándose, se llevaba su secreto, esperando a que el libro, se materializara nuevamente...

Dos jinetes con sus capas al viento se acercaban a la fortaleza Barton, a toda velocidad. El jinete de cabello castaño y ojos azul cobalto,llevaba el escudo Sakura en el peto de su armadura, símbolo de su país Cipango. Y el guerrero de cabello negro trenzado y ojos oscuros rasgados, llevaba el escudo Lizhi, también en el peto de su armadura, símbolo de su tierra Catay. Elegidos desde niños para servir al Principado de Barton, cuyo ejército tenía la obligación de proteger las tierras sagradas del Monte Hiei. Habían sido educados por sus preceptores en el Templo de la Montaña, junto al Príncipe Trowa, los Consejeros Quatre y Duo Maxwell, y las sacerdotisas Gatsu, Hilde y Catherine...

Llegando a las puertas del castillo, el samurái Heero Yuy ve alejarse a un jinete trenzado hacia el lado sur de la fortaleza.
Lo reconoció, no dijo nada y pensó- ¿A dónde vas Duo tan temprano y solo?- Esto último le pareció muy extraño, porque siempre estaba acompañado de Quatre.

Entraron y se dirigieron a las caballerizas, entregaron a Nataku y Zero, a los caballerizos, y fueron a dar su parte de la campaña en el frente contra el Principado de Oz, al Príncipe Trowa. Fueron al despacho del Príncipe, y uno de los sirvientes les dijo- Su excelencia está con el Consejero Quatre, ordenó que apenas ustedes lleguen vayan a verlo- los guerreros se miraron extrañados.

-Gracias- dijo Wufei, Chang el guerrero catayo, y miró a Heero. Se dirigieron a los aposentos de Quatre. Al llegar en la puerta estaba Rashid, el sirviente personal del niño del desierto, este los hizo pasar.

-Buenos días- dijo el Príncipe, que estaba sentado al lado de su adorado ángel, abrazado a este.

-Buenos días- contestó Chang intrigado.

-Buenos- dijo Heero, ¿A dónde fue Duo?- preguntó preocupado.

-¿Qué le pasa a Quatre?- preguntó Wufei

-¡Ya se fue!- dijo el príncipe molesto- -Deben acompañarlo al Templo de la Montaña.- Ordenó exaltado.- -Y a Quatre no sabemos que le pasa, pero pensamos que tiene relación con un extraño libro y el Templo, por eso es que Duo partió hacia allí, para hablar con Gatsu.
Al escuchar su nombre Wufei lo miró interesado, y se le iluminó su rostro cansado. Hacía mucho que no la veía, desde la batalla del Valle de la Luna, unos meses atrás. Le había salvado la vida, nunca pensó que a alguien, tan honorable y respetuosa como a ella, la atacaran tan cobarde y vilmente, el solo recuerdo de aquello lo enfurecía...

-------------------------------------------Flash Back-------------------------------------------------

Wufei montando a Nataku galopaba en medio de la batalla del Valle de la Luna, al pie del Monte Hiei, en tierra sagrada. Esquivaba, a cuanto jinete y soldado de infantería, se cruzara en su camino. Su misión en ese momento era encontrar a Gatsu, sacerdotisa y general de las tropa Barton, asentadas en tierras del valle. Estaban protegiendo el territorio, del ataque de la tropa Traize, del Principado de Oz, al mando de la general Lady One. No habían respetado el pacto, que firmaron los antepasados de Crushrenada y Barton.

De forma traicionera acorralaron a Gatsu y la yegua Akhal-teke terminó con una lanza en el pecho y su amazona con un fuerte golpe caída un par de metros más allá.

Gatsu atontada por la rodada logró llegar hasta su yegua que yacía muerta. Veía todo entre nubes, pero no dejaba de estar alerta, hasta que sintió una punzada, más que punzada, un desgarro en su omóplato izquierdo, la habían alcanzado con una daga, que traspasó su armadura samurái.- ¡Ahh! ¡Malditos...!- llegó a decirlo casi sin poder respirar del dolor.

Su agresor intentó matarla con su espada, no contando con que la amazona le ganó de mano, desenvainó su katana con la mano derecha, lo mató de un solo golpe, sacudió la sangre de su espada y la volvió envainar. Lo hizo de forma inconsciente...

El coronel Odin Low la había acorralado, pero esto se le fue de las manos, sus soldados, unos sádicos sedientos de sangre, querían matar a la sacerdotisa, sin tener en cuenta las ordenes de la general, de llevarla viva a tierra de Oz.

-¡NO!- gritó el catayo trenzado, que llegaba en ese momento decapitando de un sablazo al maldito desgraciado, que intentaba matar a la amazona.- Eso te pasa por atacar a una mujer indefensa- dijo con ira, y toda la adrenalina corriendo por su sangre. Llegó hasta Gatsu. Ella lo miró y...- Wufei-  dijo desplomándose.

El catayo trenzado bajó de un salto de su caballo, Nataku una vez libre de jinete, no permitió que nadie se acercara, mientras Wufei se acercó a Gatsu, que yacía semi-inconsciente. Al sentir ese contacto, y calor tan conocido abrí los ojos, lo miré. -Wufei- dije y no pude ver nada más...

La abracé, no podía creer que justamente a ella, la lastimaran de esa forma, odie a cuanto enemigo se hallaba cerca, pero su vida era lo más importante, en ese momento. La levanté con toda la suavidad que podía, para no herirla, más de lo que ya lo habían hecho. Llamé a Nataku quien se acercó, parecía que me entendía, porque se arrodillo frente a nosotros, lo monté con ella en brazos, el se levantó, y partimos hacia el templo...

--------------------------------------------Fin de Flash Back----------------------------------------

-Los caballos están muy cansados no podremos alcanzarlo.- dijo Heero que comenzaba a preocuparse demasiado, no veía a Duo, desde que se fuera al frente, luego de lo del Valle de la Luna. Y después de ese beso...

-Y nosotros también lo estamos- agregó Chang- -pero iremos igual, Quatre nos necesita. Y Duo de seguro se va a perder en el laberinto- dijo sonriendo.

El samurái de ojos cobalto fulminó con la mirada al guerrero catayo, el cual no paraba de reír. -¡De que te ríes!- ...Recordó aquella noche en que vió entrar a Chang en la habitación de Duo- -Te mataré Chang.- tomó con la mano derecha el mango de su katana, y comenzó a desenvainar cuando...- -¡Alto, Heero Yuy!- El grito del Príncipe, lo trajo a la realidad, ¿qué le estaba pasando...? -¡Se que están cansados de todo lo que está pasando!, pero no es motivo para que nos matemos, entre nosotros, Heero.- dijo Trowa tratando de calmarlo, lo veía alterado, y mal predispuesto con Wufei, quien estaba en guardia, y midiendo a su adversario.

-------------------------------------------- Sueño------------------------------------------------------

Unos ojos verdes tan conocidos me miran me hundo en ellos... siento sus labios que me envuelven con su húmedo calor... sus manos aprietan mi cintura...

Galopo en un bosque... los pétalos caen sobre mi... en lo alto de un monte hago alto... hay frente a mi una batalla, Trowa está en medio del campo rodeado de enemigos.- grito su nombre- él me mira desde la distancia como si me hubiera escuchado... voy hacia él que lucha solo rodeado de soldados de Traize... combato a su lado... siento que mi caballo se para, y cae... hundiéndome- Trowa.- Grito su nombre y...

--------------------------------------------Fin de sueño----------------------------------------------

-Trowa.- Gritó Quatre despertándose quien respira agitado, haciendo que todos lo miren sin entender nada.- No discutan más. -dijo aterrado había soñado nuevamente– -Trowa -este se acercó y lo volvió a abrazar.

-En cuanto a los caballos, Heero monta a Heavy Arms. Y tu Chang, a SandRock. Y váyanse, ¡ya!- los dos se miraron, y salieron sin decir una sola palabra. El samurai miró el piso, y Chang siguió sin entender que le estaba pasando, a su compañero de armas.

-¿Qué le pasa desde que vió a Duo que está insoportable?- pensó el catayo- -será mejor que me tranquilice, y este atento.

Heero paró en seco, y dijo -¡Chang, lo siento!

-¿Qué sea la última vez, Yuy? La próxima nos batiremos- dijo molesto el guerrero catayo.

Siguieron caminando hacia los establos, al llegar a los mismos dieron órdenes de ensillar al tordillo peltre, cabos negros, HeavyArms. Y, al rosillo calzado de tres, SandRock.

Heero le silbó a Horus su halcón peregrino, que estaba parado sobre una de las almenas, este bajó, y se posó en su brazo, lo acarició, y dejó que volara de vuelta a su lugar.

Cuando estuvieron listos montaron, salieron por el patio interno hacia las puertas exteriores de la fortaleza; partieron por el camino que tomó el trenzado despistado, llegaron hasta el borde de la meseta, y bajaron al trote. Con cuidado ya para un jinete era peligroso, para dos podría ser catastrófico. Si llegaban a rodar, pues había doscientos metros de bajada. En el llano cerca del laberinto del bosque Sakura, había una niebla espesa. Al llegar al pie de la meseta, los caballos se intranquilizaron al escuchar los relinchos y bufidos, ellos olían sangre humana, esto último hizo que solos comenzaran a galopar tendido hacia el bosque.

-¿Qué está pasando y esa niebla?- preguntó Heero muy extrañado.- Duo- al recordarlo, una punzada lo recorrió entero.

-Va a ser mejor que nos apresuremos- agregó Wufei, a quien lo que veía, no le gustaba nada.

Dejaron que los caballos se orientaran, los jinetes solo los acompañaban. Ellos conocían muy bien el camino dentro de ese lugar, y confiaban en que no se perderían.

Los relinchos se escuchaban cada vez más cercanos, Heavy Arms encaró el muro de ligustro, y SandRock buscó la entrada al mismo.

-Vamos Heavy, tu puedes. -dijo Heero. Su caballo metió las patas, y se elevó hasta llegar a dos metros cuarenta de alto. Su jinete se paró en los estribos, cedió rienda y se tiró hacia delante, recostándose casi en las crines del tordillo, en lo alto mantuvo el equilibrio y al ir cayendo recostó su espalda en el anca. Al tocar el piso se equilibró, acompañó dos tiempos de galope, y volvió a saltar. Al tocar el piso giró hacia la izquierda. Al frente Heero pudo ver a un hombre, que intentaba con una daga negra degollar a Shinigami, el caballo se resistía. Al instante, en cuestión de segundos, pensó, y recordó a Sora no Hikari, la daga que les obsequiara Gatsu. La tomó de su cinturón, pues desde aquel día, siempre la llevaba. Y se la lanzó a ese ser despreciable que intentaba sesgar la vida del caballo de su Duo. Porque era suyo y sería suyo. La daga se clavó en esa criatura repugnante, esta se retorció, desvaneciéndose, esta cayó al piso brillando con luz propia, y quedó clavada. Heero siguió galopando, se agacho, y con una mano tomó la daga del piso, y la volvió a envainar.

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-¡Qué fue eso!- dije asombrado, y seguí galopando tras de Shinigami, que al verse libre fue a buscar a su amo que se hallaba en el piso... -¡Duo, Duo!- grité al verlo boca abajo, una sensación de angustia, que no había sentido nunca, me invadía, estaba cubierto por su capa negra y con su pelo castaño totalmente suelto en su espalda. No se movía, y miraba hacía el otro lado.

No respondía, su caballo trataba de moverlo. Me acerqué, desmonté, y al llegar a su lado, me arrodillé... respiré hondo, apoyé mi mano en su espalda, y sentí que respiraba, eso me tranquilizó, está vivo.

Con mucho cuidado lo volteé, no pude evitarlo, comencé a derramar lágrimas, y algo en mi garganta me impedía hablar. Jamás pensé que podría sentir algo tan profundo por alguien...

Levanté su cabeza, su cara que estaba amorotonada, el labio partido y su ojo hinchado; vi su pecho bien formado, desnudo. Esa piel enrojecida por la sangre.- ¿Quién te hizo esto?- las heridas del costado seguían sangrando. Miré el piso, y al costado estaba su camisa desgarrada, junto con al resto de la armadura.

La tomé, y apreté las heridas con ella, se la pasé por la cintura, y la até.- Esto espero que paré el sangrado. -¡Maldito estúpido porque no me esperaste si sabías que vendría...!- lo envolví en su capa, pues estaba frío, y lo abracé para darle calor. Lo senté sobre mis piernas, apoyé su cabeza en mi pecho, y a pesar mis las lágrimas, sonreí.

Me di cuenta cuanto lo había extrañado. Lo miré...

...Dios, si es que existes en este infinito universo...

...lo único que te pido es....

...que no me lo quites...

...toma mi vida, pero la de él, no te la lleves...

...Quítame la luz, pero a él, no se la niegues...

-Hee... Heero...- entre susurros escuche su voz. Cerré mis ojos y dije:

-Gracias. Aquí estoy, Duo.- besé su frente, y al hacerlo, él me miró, hundiéndose en los míos, y me vi reflejado en esos ojos profundamente violetas. Estreché mi abrazo y se desmayó. Volví a respirar...

... Y pensar que cierro mis ojos y es a ti a quien veo....

... mi corazón palpita aferrado al tuyo...

... no alcanzan las palabras para describir lo que siento...

... al ver, al verte abrir tus ojos nuevamente...

... y sabes que siento... que te necesito Duo...

... no puedo seguir existiendo sin ti.

Sentí que alguien me abrazaba, el dolor en mi vientre era muy agudo. Pensé en- Hee... Heero.- A duras penas pude susurrar su nombre. Nunca me había sentido tan protegido y amado. Sentí que besaba mi frente, abrí mis ojos miré los suyos, él me abrazó más fuerte.

Un instante vi en esos ojos azul cobalto, la profundidad de su alma que se mostraba ante mi y me hundí en ella cerrando los míos.

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Wufei llegó galopando con SandRock, el caballo vió una figura negra y alada que observaba todo desde la lejanía, se daba media vuelta y remontaba vuelo entre la niebla que se disipaba.

El guerrero catayo no podía creer lo que veían sus ojos. Heero sentado en el piso con Duo en sus brazos. Se lo veía muy mal al trenzado, que estaba envuelto en su capa. Entonces comprendió el comportamiento tan raro de su compañero de batalla,en estos días. Lo había notado muy nervioso, más molesto que de costumbre, y ese deseo de volver cuanto antes al castillo.

Un destello lo trajo de vuelta de sus pensamientos, era la daga que estaba cerca de ellos, detrás de la armadura.

Se acercó despacio, no quería incomodar a sus compañeros especialmente al samurái, desmontó, tomó a Sora no Hikari, y le preguntó a Heero-  ¿Cómo está Duo?

-Muy mal herido. Es la de él la que tienes en las manos.- contestó y agregó pensativo- -La mía la tengo en mi cintura. Entonces había más de un enemigo.

-¿Más de uno? ¿y los muertos?- preguntó el guerrero catayo.

-Se desvanecieron.- contesto Heero mirando fijamente a Wufei.

-Sí, y yo soy el Rey Enma venido de los infiernos- contestó riéndose el trenzado catayo.

-Es lo que pasó.- contestó Heero fulminando con la mirada al catayo. Agregando- Duo es el mejor espadachín del principado.

-Va a ser mejor que lo atendamos.- Dijo cambiando de tema Wufei, quien dejó de reír.

-Yo atiendo a Duo, y tu buscas a Gatsu. Creo que tienes ganas de verla ¿No?- dijo el samurái sin dejar de mirar fríamente al guerrero catayo.- -Lo llevaré al Templo Sakura.- dijo y agregó- -Cuéntale lo que pasó hasta ahora, ella sabrá que hacer, Chang.

-Antes de ir levantaré las katanas de Duo, lo que queda de la armadura y las pondré en la montura de Shinigami.- dijo Wufei mientras las levantaba del piso, le silbó a Shinigami, quien al escucharlo relinchó y vino galopando.-

-¡Quédate quieto que te acomodo esto, te saco la cabezada y aflojo la cincha!- -lo hizo y agregó- -Eres hermoso Shinigami, muy valiente, y admirable, como mi querido amigo Duo.- Unas lágrimas cayeron de sus ojos, y pensar que aquella noche que tantas veces le había echado en cara Heero durante estos meses de campaña, Duo lo había rechazado.-

-Rayos. Yuy más vale que lo cuides.- Dijo Chang mirando fijamente al samurái, sabía que lo cuidaría, había salvado a Duo en la batalla del Valle de la Luna, y no se separó de él, mientras estuvo convaleciente esos días en el Templo de la Montaña. Recordó a Gatsu su adorada hermana, por así decirlo, ya que se habían criado todos juntos, en ese lugar.

-Sabes que lo haré, y daría mi vida por él.- dijo Heero y agregó sonriendo- -No cometas incesto con nuestra querida hermana, y no te olvides de tu compromiso.

-¿Quién te mandó Yuy, el enemigo?- dijo Chang molesto.

-Alguien tiene que ser racional y responsable, no te parece Chang.- Contestó Heero-

-Heavy, ven aquí.- llamando al caballo de Trowa quien vino a su llamado- -Arrodíllate.- El caballo lo hizo, y Heero acomodó a Duo en la montura, este se quejaba, pero, seguía inconsciente. Heero se paró sin soltarlo y montó detrás del trenzado. Lo reacomodó, abrazó suavemente y besó en la mejilla.

Wufei montó a Sandrock quien no se había movido de su lado en ningún momento.- Eres tan compañero y gentil como tu amo.- le dijo al caballo quien le relinchó.

Comenzaron a galopar seguidos del corcel negro con una hoz blanca en su frente. El trenzado en brazos de Heero se quejaba- ¡Lo siento Duo sólo resiste, por favor!- dijo Heero angustiado.

-Aquí te dejo ¿podrás solo, Yuy?- dijo Wufei preocupado sin sacarle los ojos de encima a Duo.

-Sí, en el templo siempre hay sirvientes ellos nos asistirán. Tu cuídate estarás solo, y siempre hay peligro de emboscadas. Recuerda que debes contarle todo a Gatsu, hasta lo de los desvanecimientos.- Dijo Heero muy serio.

-Lo haré Yuy, y por lo que más quieras cuida a Duo.- Dijo Wufei.

-Está demás lo que dices, se que lo quieres y que eres un hombre honorable, Chang.- contestó Heero.

Se separaron Wufei fue al Monte Hiei, y Heero con Duo hacia el Templo Sakura.

Estos últimos galoparon unos minutos más, y llegaron al templo. Estaba en el centro mismo del Bosque rodeado por el laberinto. Se encontraba el edificio central y detrás del mismo la vivienda principal. Más allá la casa de los sirvientes y caballerizas.
Heero llegó a la casa principal, allí salió a su encuentro Catherine, una mujer pelirroja de ojos verdes, quien estaba entrenando y un sirviente. Cuando lo vió se acercó muy extrañada.

-¿A quién traes Heero? ¡Pero si es Duo! ¿Qué le pasó?- preguntó intrigada.

-Lo emboscaron en el laberinto, sostenlo.- dijo desmontando, y al estar en tierra bajó a Duo. El sirviente tomó el caballo y se lo llevó seguido de Shinigami.- -Está muy mal herido, debo suturarlo.

Lo llevó adentro en brazos a una de las habitaciones más cercanas. Lo acostó suavemente en una de las dos camas de ese dormitorio. Debía atenderlo rápido.

-Catherine tráeme agujas curvas, hilo y agua para limpiar las heridas y, a él.- Le pidió Heero a la pelirroja, quien salió rápidamente. El samurái, abrió la capa se la desató. Entró un sirviente con lo pedido y Catherine detrás.- Déjanos solos me haré cargo sólo de él.- dijo fríamente. Salieron todos.

Heero lavó el pecho musculoso de Duo acariciándolo con la esponja, recorría con la mirada cada espacio de piel que limpiaba, quedando blanca y suave. Llegó a su estómago y con cuidado desató el vendaje, comenzó a sangrar. Tomó la aguja y dio la primer puntada. Duo se despertó por el dolor.

-¡Qué estás haciendo!- grité, me ardía era insoportable el dolor.-

-Suturándote, tienes un par de cortes no muy profundos pero que han hecho que sangres demasiado.- dije buscando su mirada profundamente violeta, esa que toda la vida me hechizó, sin saberlo. Pero desde aquella batalla esas veces que lo había salvado empecé a darme cuenta que sentía algo por él... y hoy supe que lo necesitaba.

-No Heero, no lo hagas.- dije sintiéndome muy mal.

-Si no dejas que te suture tendré que atarte, Duo.- dije perdiendo la paciencia- -No puedo creer que seas capaz de pelear con más de un oponente a la vez, saliendo invicto y no seas capaz de soportar que te curen.- agregué- -¿Qué clase de hombre eres, Duo?

-El mismo que tu con la diferencia de que yo digo lo que siento y tu no tienes sentimientos o no dices lo que sientes si los tienes, samurái Heero Yuy.- dije molesto y dolorido.

Heero se inclinó sobre Duo, sin dejar de mirarlo y con rapidez lo tomó de las muñecas,lo sostuvo con una mano evitando que se moviera y ató sus manos a la cabecera de la cama. Acercó el samurái su cara a la del trenzado.

-Ahora no te muevas.- Dije mirándolo, no pude soportar su cercanía, tomé su barbilla y lo besé profundamente cerrando mis ojos. Me atraía, excitaba y enloquecía. Él respondió y jugó con mi lengua, sentía su respiración agitada.

Me separé y dije- Tengo que terminar de suturar tus heridas, ya no me distraigas más.- dije tomándome con una mano la frente.-

-Yo no hice nada, tu me besaste Heero.- sentía mis mejillas acaloradas, el dolor en el costado además de mi excitación.

-Muerde esto, Duo.- Le metí en la boca un trozo de madera y él lo mordió. Seguí suturando, le di tres puntadas en una herida y cuatro en la otra. Me dolía cada puntada que le daba. Mientras lo hacía, él se quejaba.

Limpié la herida, la impregné con un ungüento que preparó Catherine. Lo vendé y tapé con unas mantas. Tomé sus muñecas y corté las cuerdas. Está vez no quise acercarme, me di media vuelta y caminé hacía la otra cama, donde me senté y comencé a sacarme la armadura.

En todo momento sentía el calor de su mirada.

-Eres un maldito desgraciado, Yuy.- Dije masajeándome las muñecas y un tanto nervioso. No sólo sentía el dolor de mis heridas sino sus labios sobre los míos.

-Si no te ataba no hubieras dejado que te curara.- dejé la armadura en el piso, me saqué la camisa y el pantalón quedándome solo con mi ropa interior, me recosté y tapé con las mantas.- -Necesito dormir no me molestes y no hables Duo.- cerré mis ojos y me dormí.

Mientras se desvestía no dejé de mirarlo, Heero me ignoraba pero no me hacía sentir mal, al contrario me causaba gracia. Veía su espalda ancha, musculosa y morena digna de ser acariciada, sus glúteos... (NA: sin palabras) seguí mirando sus piernas bien formadas. Se acostó de espaldas a mi, quedándose profundamente dormido.

Me levanté, me dolía todo el cuerpo y los puntos cuando caminaba, sosteniéndome la herida fui hasta su cama. Mis piernas no dieron más y caí de rodillas- ¡Auch!- me dolió. Me tapé la boca y sonreí.- -Me mata si se despierta. Con ese mal humor que lo caracteriza- Pensé y sonreí.

Recorrí su cuerpo bellamente dormido con la vista, me enternecía lo sentí tranquilo, respiraba lentamente. Me senté con dificultad a su lado tratando de no despertarlo. Me recosté despacio y con mucho cuidado acaricié sus cabellos castaños desordenados, cuando iba a quitar mi mano la suya tomó mi muñeca- No puedes dejarme en paz, ¡No! Hasta en la distancia me has atormentado.- Dijo pasando mi mano por su cintura y agregó- -Necesitas descansar y yo también. Duérmete quieres.- Me tapó no permitiendo que quitara mi mano de su cintura. Al sentir su calor logré dormirme.

Algo me despertó sentía que ardía, temblaba y se quejaba

-Hee... Heero.- susurraba, me di vuelta lentamente para no lastimarlo y lo miré

-Dios mío..., Duo.

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Un murciélago... digo..., un acólito mal nacido y un tanto arrepentido. Volaba hacia el Monte Hiei. En busca de Gatsu, ya que a pesar de haber pensado en Gabriel este no apareció y el cobardemente no intervino, pero. como buen testigo que era, había observado todo. Respiró profundamente en el momento que vió a Duo pulverizar a Muerte Negra y como Heero hizo lo mismo con Ankoku Yume. Pero había un problema y grave, debía avisarle a Gatsu lo antes posible, de las heridas de Duo y con que habían sido producidas, ese era el problema...

-Estoy llegando al Templo espero que Gatsu me escuche.- Dijo Darkness se sentía muy triste, si ahora Gatsu lo ignoraba después de lo ocurrido lo odiaría. Llegó al balcón y se posó directamente frente a la puerta. Ya el sol había salido. Ella tendría que estar despierta.- Gatsu.- Llamó golpeando la puerta ventana. Como nadie respondió, él la abrió. Entró y se encontró con ella que lo miraba molesta.

-¿Qué quieres Darkness? Es demasiado temprano para ti criatura nocturna.- Dijo desconfiada.

-Unos demonios atacaron a Duo a la madrugada.- contestó el acólito sin dejar de mirar esos hermosos ojos celestes.

-¿Y tu cómo lo sabes, murciélago? Pero los demonios no pueden tocar a los humanos, Darkness.- Gatsu quedó pensativa.- -Entonces es el segundo signo. Quiere decir que esta noche el libro volverá a aparecer.- Gatsu se acercó al acólito y este retrocedió atemorizado. No sabía porque pero interiormente ella comenzaba a confiar nuevamente en él.-- Estas pálido más de lo normal, no me mientes. Continúa con lo que me estabas contando.

El bello acólito hundió su mirada oscura en la celeste de la sacerdotisa y dijo- -Lo hirieron con las Ankoku Ken. ¿Sabes lo que significa eso, no?

-La sacerdotisa sintió una angustia muy profunda y comenzó a llorar.- Tu, viste todo, y no fuiste capaz de intervenir. Duo es como mi hermano junto con los chicos, son mi familia. Eres un cobarde ¿Por qué viniste a contarme todo? ¡Te gusta herirme! ¡Eres una basura rastrera! Si quieres mátame pero no le hagas daño a quienes amo.- le gritó llorando entonces desenvainó la daga, enfurecida la levantó, Darkness se arrodilló bajando la cabeza. Gatsu tomó a Sora no Hikari con las dos manos y...- No puedo hacerlo, si lo hago desaparecerás, dejarás de existir.- Soltó la daga, se dejó caer y sin dejar de llorar agregó.-

-Eras el arcángel más hermoso que conocí, es el día de hoy que me arrepiento de haberte herido, Hinode, así te llamabas recuerdas tu nombre, Darkness. Eras... tan brillante y alegre como esos amaneceres que hacen que tu corazón se regocije por el simple echo de existir. Donde sientes que el sol naciente te renueva dándole esperanzas a tu ser. Ese eras tu, miserable y hermoso acólito, pues a pesar de tu apariencia...

El acólito se acercó más a ella, levantó su barbilla y la besó apenas rozando sus labios, profundizó su beso y ella respondió con su alma profundizándolo mucho más.

Él la amo desde siempre y por una mala jugada del destino terminó en aquel lugar solitario donde el amor no es opción y donde la vida no tiene sentido.

Se separaron lentamente ella temblaba jamás la habían besado así. Él nunca pensó que podría besarla y de esa manera.

-Lo siento Gatsu.- Dijo Darkness un tanto excitado.

-No lo vuelvas a repetir.- Y agregó levantando la vista- -Hay algo dentro de tu alma que no se ha corrompido, por eso tu apariencia solo varió y eres distinto al resto de los demonios. En algún momento tendrás que elegir de que lado estas.

-Lo sé, no pude intervenir eran horribles esos demonios. Yo sólo lo seguía y sabes que adonde voy siempre se me acercan. Duo es hermoso, su alma es tan pura como la de Quatre. Ellos vieron el libro y fue el sheik rubio quien lo tocó.- suspiró aliviado al poder contarle todo lo ocurrido, se sentía mejor.- Va a ser mejor que me vaya.

-¿Dónde están Duo y Heero?- preguntó intrigada y más preocupada que antes la sacerdotisa.

-En el Templo Sakura y Wufei viene a avisarte.- contestó el acólito quien miró con dolor a Gatsu y agregó- ¿Amas a Chang?

-Si tanto como a un arcángel y no te diré cual.- contestó sonriendo.- Tengo que partir ahora mismo.

-Llamé a Gabriel con mi pensamiento y no apareció.- dijo el demonio.

-Jamás vendrá a tu llamado, no puede perdonarte que hayas elegido ser lo que eres.- Dijo la sacerdotisa muy seria.- -Sé que te veré en el templo del bosque, así que no me despido. Sólo cuídate.

Gatsu se colocó su armadura, la katana y la daga Sora no hikari en la cintura. Salió de su dormitorio dejando a un hermoso acólito pensativo. Se dirigió a las caballerizas y en el camino se encontró con Hilde, una muchacha con cabellos negros y ojos azules.

-Tenemos que ir al Templo Sakura. Hil. Es importante que partamos ahora, Duo nos necesita.- Dijo Gatsu.

-¿Cómo lo sabes, Gatsu?- preguntó una Hilde intrigada.

-Un avechucho negro arrepentido me lo contó. No preguntes.- le dijo sonriendo Gatsu.

-Lleva tu daga y las flechas que te di. Esta noche habrá cacería en el bosque.- Dijo la sacerdotisa a Hilde.

-¿Cacería? ¿Qué vamos a cazar?- preguntó la muchacha.

-Avechuchos negros y diabólicos.- contestó Gatsu mirando a Hilde muy seria.

Hilde fue a buscar su armadura y el carcaj sagrado. Se encontraron en las caballerizas. Las dos montaron a los caballos Akhal-teke correspondientes y partieron al galope hacia el bosque. Llegarían al anochecer.

En mitad de camino se encontraron con Wufei quien no salía de su sorpresa al ver a su adorada y distante amor Gatsu y a Hilde que siempre la acompañaba.

El catayo frenó a SandRock y las amazonas hicieron lo mismo con sus caballos.

-¿Qué haces por aquí, Chang?- dijo Gatsu haciéndose la distraída.

-Vine a... cobrar una deuda.- Contestó el guerrero catayo sin saber que decir, cada vez que estaba cerca de la sacerdotisa le pasaba lo mismo no sabía de que hablar. Se ponía nervioso y se sonrojaba.

-¿De dónde vienes Wufei?- preguntó Hilde sonriendo, le causaba mucha gracia la relación que tenían esos dos y ella siempre en el medio. Bueno su compañera siempre la metía ahí.

-Esa deuda que quieres cobrar solo se paga con la propia vida, Chang.- dijo cínicamente Gatsu, ya no sonreía recordó angustiada ese ensueño aquella tarde que Wufei partiera.

-------------------------------------------- Ensueño ------------------------------------------------

Desperté entre penumbras en un lugar tétrico... frente a mi encadenado estaba Wufei, colgado de sus muñecas, de rodillas y su cabeza caía sobre su pecho... no respiraba y yo estaba encadenada... vi que se paraba pero su cuerpo seguía ahí en la misma posición... me miraba separándose su alma brillante de su cuerpo... estiró sus alas y sonrió...

Escuché esa voz...- Conocerás el dolor de tu corazón aprendiendo lo que el amor humano ha de enseñarte... pagando con la vida y el dolor de aquellos a los que amas... la osadía de enfrentarme Arcángel Akari...

------------------------------------------- Fin del ensueño ------------------------------------------

-¿Estás bien guerrera samurái?- preguntó un catayo preocupado pues veía a la sacerdotisa pálida y como ida.

-Ahora que te veo estoy bien. Debemos irnos.- contestó con tristeza y sumamente angustiada.- No quiero que asciendas Chang, todavía.- pensó apretando las pantorrillas- -Vamos, tenemos que llegar antes de que la luna vuelva a salir.

-¿Adónde van?- un intrigado Chang.

-Al Bosque Sakura a donde más.- Dijo Hilde.- ¿Y tu hacia donde ibas Chang?

-A buscar a Gatsu pero me ahorraron el viaje y van hacia donde tenía que acompañarla.- Wufei sonreía hacia meses que no las veía especialmente a la sacerdotisa mayor. Se lo veía hermoso al catayo, sus ojos brillaban de alegría y sonreía. Quien no dejaba de prestarle atención a Gatsu no Akari, quien lo ignoraba olímpicamente. Los últimos rayos del sol dejaban paso a una luna que maldecía la noche con sus destellos plateados de eternidad.

Continuará...

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Notas finales:

Gracias a Axón Corvus

 

 

Vocabulario:

Cipango: Imperio del sol naciente, se llamaba así antiguamente a Japón Antiguo

Lizhi: Ciruelo en chino

Catay: Nombre de antiguo de China.

Ankoku Ken: Espada oscura.

Hinode: Amanecer.

Akhal-teké: Raza de caballos rusos muy resistente cuyo pelaje tiene un brillo metalizado.

Rosillo: Pelaje rojizo con pelos blancos entremezclados.

Tordillo: Pelaje gris.

Calzado de tres: Caballo con tres patas con manchas blancas.

Akari: Luz.


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