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Ramo de Flores por Abyss

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Notas del capitulo:

¡¡AL FIN!!

Despues de mucho tiempo finalmente soy capaz de traerles una continuacion, dios mio, me siento un monstruo al no ser capaz de continuar ninguna de mis historias ;-;

Intentare trabajar en el tercer y ultimo capitulo del fic de pokefilia, pero lamentablemente no puedo prometer nada.

Pero lo intentare, y eso es lo que importa :D

— ¿En serio no pensaste en esto cuando compraste una casa? —Se quejó Drew, molesto por tener que mantener una conversación que claramente no iba a ninguna parte—. Al menos debiste de pensar en un plan B o algo parecido.


Steven soltó un suspiro mientras intentaba no quedarse dormido sobre la mesa del comedor. Drew se encontraba caminando de un lado a otro buscando algunos documentos que simplemente había dejado en algún lugar de su casa —y con los cuales aún seguía sin poder dar—, mientras que el constante traqueteo sobre el suelo de madera le recordaba que había un travieso Aron correteando de un lado a otro en su casa, aún no sabía por qué pero Drew lo había capturado, tomándolo como “una pequeña cosita adorable” y manteniéndolo la mayor parte del tiempo entre sus brazos, mimándolo como si se tratara de un bebé.


Algo que realmente no le molestaba mucho el apreciar y que aparentemente Aron tampoco tenía problemas con disfrutar.


—Steven. —Llamó el de cabello verde regresando una vez más a la cocina—. ¡Steven!


Con tal grito su cabeza finalmente cayó del seguro soporte que era su mano derecha, golpeándose duramente contra la mesa de madera, solamente para recomponerse pocos segundos después y parpadear varias veces para intentar espantar el mal nacido sueño.


— ¡Estoy despierto! —Exclamó asustado, ignorando el dolor que debería de tener, el cansancio era suficiente como para pasarlo por alto—. ¿Me decías?


Drew miró con los brazos cruzados al cansado campeón, antes de soltar un suspiro mientras negaba varias veces con la cabeza antes de contestar a la pregunta del mayor.


— ¿Estás seguro que dejaste los papeles aquí? —Cuestiono antes de pasar a sentarse en la mesa, no sin cargar al pequeño Aron antes, pues con su constante ir y venir parecía como si estuviera planeando algo—. Con lo mucho que viajas de un lado a otro, ¿no dejaste los papeles en otro lado? ¿Tu oficina, la casa de algún amigo, la liga pokémon?


Steven intento hacer memoria —la verdad lo intento—, pero el cansancio y la adorable escena que hacia el inquieto Aron en brazos de Drew, intentando subirse a la mesa, eran lo suficientemente distractores como para hacerle tener una boba sonrisa tatuada en el rostro mientras poco a poco se iba quedando dormido una vez más apoyado en el dorso de su mano.


—Llamaré a la Elite Four para preguntar. —Sentenció Drew antes de darse la vuelta y caminar con dirección al teléfono inalámbrico que había en casa—. Steven, ¿no crees que Wa...?


El de cabellos verdes ni siquiera término la pregunta cuando noto como el rostro del mayor se encontraba contra la mesa, un único brazo alzado —donde minutos antes había estado apoyada su cabeza— y el sonido de unos profundos ronquidos le dieron a entender que finalmente había cedido al sueño.


 


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—No puedes vivir tan lejos.


—En realidad sí puedo.


Steven se encontraba sentado —aunque con la cabeza echada totalmente hacia atrás—, en la silla que siempre utilizaba cuando iba a platicar con su padre. Recientemente el trabajo se había multiplicado de un momento a otro en todas las partes, desde constantes batallas en la Elite Four, hasta tener que leer documentos y aceptar o denegar algunas cláusulas según fuese necesario, por supuesto que nada era realmente difícil de llevar a cabo.


El problema era la distancia de cada lugar.


Drew ya lo había señalado una vez, el lugar era hermoso para vivir y no tenía dudas de que ahí podría ser su hogar soñado —recordando sus palabras, el uso de “su” aún le hacía sonreír como un tonto, aun cuando su novio no le había dejado en claro si hablaba de los dos o nada mas de el—, que se encontrara en medio de ambos lugares era una buena ventaja cuando no tenía tanto trabajo, sin embargo —y como semanas anteriores se había demostrado—, ir de la liga a la empresa y de ahí a su casa o en cualquier clase de orden, no salía muy rentable debido al tiempo que terminaba haciendo volando de un lado a otro.


—Está bien, admito que puedes hacerlo —acepto Joseph Stone con una sonrisa, sin ganas de ir contra las palabras de su terco hijo—. Pero eso no significa que sea algo fácil y a la larga te terminara agotando más temprano que tarde.


—Lo sé, lo sé —días antes había tenido una conversación similar con distintas personas—, pero es que no puedo evitarlo, Mossdeep City es un lugar hermoso para vivir. —eso sin contar que estaba tan retirado de todo—. No quisiera tener que dejar la que ahora es mi casa… Eso sin contar todo el tiempo que tarde en terminar la mudanza.


Lo último lo había dicho en un bajo tono, con la intención de evitar que su padre escuchara aquella confesión. Algo que no funcionó muy bien, pues pudo escuchar claramente a su padre soltar una leve risa mientras se recargaba un poco más en su silla.


—Aun así hijo, deberías de considerar el mejor comprar otra casa y dejar la que tienes —intentó razonar Joseph mientras se cruzaba las manos por encima del estómago—. Sé que la casa que conseguiste es hermosa, pero si pudieras dormir en al menos uno de los dos lados en lugar de llevar a uno, ir al otro y finalmente volver a casa para dormir. —Guardó silencio un momento, dándole tiempo a su hijo para que pensara en sus palabras—. Aunque ya sabes, mi casa siempre será tu casa y las puertas están abiertas siempre que lo necesites.


—Gracias papá —agradeció con una sonrisa antes de levantarse de su silla. ¿Volver a casa de su padre al menos para dormir de vez en cuando? Oh no, él no iba a hacer eso—. Ya veré como me las arreglo.


 


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— ¿Qué te parece? —preguntó con una sonrisa mientras extendía los brazos en el apartamento que se encontraban amueblado de una forma sencilla—. A pesar del lugar donde se encuentra y las cosas que tiene, llegamos a un acuerdo y me lo dejaron a un buen precio.


Drew camino lentamente por el apartamento sin ocultar su perplejidad ante el lugar, no muy seguro de que se encontraba haciendo ahí, aunque por la sonrisa que Steven mantenía y la forma en que lo miraba, parecía como si estuviera esperando alguna especie de aprobación de su parte o algo similar.


— ¿Qué va a pasar con tu casa en Mossdeep City? —fue lo primero que pudo articular, recientemente había tomado la decisión de plantar unos rosales traídos del jardín de su casa y no sería muy agradable enterarse que justamente tendría que dejar las rosas al cuidado de alguien más.


—Voy a mantenerla. —soltó orgulloso el campeón de Hoenn, con las manos en la cadera y sin dejar de sonreír.


El de ojos verdes guardó silencio un poco más, digiriendo la noticia sin dejar de observar al mayor.


—Es decir… ¿Vas a rentar este lugar? —preguntó mientras se empezaba a mover otra vez, notando entonces que una no muy lejana ventana no era realmente una ventana, sino un balcón.


—Así es, lo rentare así como esta, incluso con los muebles —contestó el mayor como si aquella fuera la mejor idea que hubiera tenido en mucho tiempo, antes de sentarse en el sillón de la sencilla sala—. ¿Te gusta?


Tras dar una vuelta por el lugar y acariciar uno que otro mueble, finalmente caminó con dirección al sillón donde Steven se acababa de sentar, observando con curiosidad el sonriente rostro del campeón.


— ¿Que va a pasar con tu casa? ¿La vas a vender? —con cuidado tomó lugar al lado de Steven, evitando recargarse en el brazo que el mayor tenía extendido en el respaldo del sillón.


—La voy a mantener —su orgullosa sonrisa se mantuvo antes de continuar hablando—. No sé cómo le haré, pero estaré pagando ambos lugares. Tengo planeado usar el apartamento cuando sea demasiado tarde como para ir a casa.


—En lugar de pagar el apartamento, ¿no es más fácil quedarte a dormir en casa de tu padre? —preguntó el menor sin poder creer lo que Steven estaba a punto de hacer, pero al final no hizo otra cosa más que suspirar, más que seguro de ser incapaz de hacerlo cambiar de opinión.


—Simplemente no quiero volver a casa de mi padre —se cruzó de brazos al decir aquello, mirando el techo del apartamento como si no fuera la gran cosa—. Ya le había dicho desde hace tiempo que quería mi propio espacio. Eso sin contar que tengo suficiente con haber aceptado festejar mi cumpleaños ahí.


— ¿Tu cumpleaños? —repitió el menor girando el rostro para ver el semblante repentinamente serio del mayor.


Un leve silencio se mantuvo entre los dos, antes de que Steven finalmente se girara a verlo directamente a los ojos. Ya había pasado un mes desde lo ocurrido en la cueva, ese maravilloso momento donde el menor finalmente había terminado reconociendo sus sentimientos y pudieron empezar algo parecido a una relación.


Y recalcaba, parecido.


Porque aún con el tiempo que había transcurrido lentamente, su forma de tratarse y encontrarse mutuamente no distaba mucho de cómo se comportaban desde el día en que se habían conocido.


No es como si realmente aquello le molestara mucho, Drew aún era un niño ante sus ojos —y probablemente también a los ojos de otras personas—, y ambos aún no tenían ningún problema al seguirse tratando de aquella forma tan familiar.


—Así es, no falta mucho para que cumpla años y mi padre quiere que lo celebre en su casa —comentó aquello como si no fuera la gran cosa, antes de levantar ambas manos lentamente y sostener el rostro del menor de una forma lo suficientemente lenta y calculada para evitar que retrocediera o escapara de su toque—. ¿Crees poder asistir?


La verde mirada de Drew no se apartó en ningún momento de sus ojos, aunque pudo notar —de una forma adorable—, como su rostro se tiño ligeramente de rosa cuando finalmente noto las dos manos acunando su rostro.


—No te preocupes —la suave voz del menor acarició dulcemente sus oídos—. Siempre y cuando me dejen pasar, voy a estar ahí sin falta.


Ambos se sonrieron mutuamente, como si en ese momento estuvieran compartiendo secretos mutuamente tras llevar a cabo la acción de mirarse fijamente. Por un momento el mayor se sintió adormecido y la ociosa pregunta sobre si besar o no al menor comenzó a rondar sus pensamientos.


—En todo caso, creo que deberías de aprovechar este tiempo libre e ir a dormir —interrumpió el menor su tren de pensamientos, sintiendo la calidez de las manos del menor tocando suavemente los dorsos de sus manos—. Puedo apostar casi cualquier cosa a que ya pagaste la renta de este mes.


No quiso darle la razón en ese momento, en cambio, sonrió juguetonamente mientras acercaba un poco más su rostro al de menor, totalmente consciente de que su pequeña broma le iba a dar muy buenos resultados.


—Lo haré, siempre y cuando vengas a la cama conmigo. —soltó Steven en un tono sugestivo, encantando por ser capaz de apreciar el momento exacto en que el rostro de Drew cambio de rosado a carmín.


— ¡Eres un estúpido! —exclamó obviamente enojado el menor, mientras empujaba al de cabello plateado y se levantaba rápidamente del sillón. Antes de ver y escuchar como Steven prácticamente se deshacía en risas sobre aquel mueble—. ¡Lárgate a dormir en este instante! —demandó con el rostro totalmente enrojecido, intentando ocultar la vergüenza cuando su mente interpretó aquellas palabras.


—Ya voy, ya voy.


Desde la sala hasta la habitación fue incapaz de dejar de reír, recordando lo gracioso que se había visto Drew ante su insinuación, su mirada perpleja y posteriormente su vergüenza al mandarlo a dormir, era más que suficientes para alegrarle cualquier día.


Si. Por el momento, no tenían ningún problema con seguir tratándose como siempre lo habían hecho.


 


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Trinitaria: Perplejidad


 


 


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